Edad Antigua Guerra de las Galias Origen y descripción de las Galias

Expansión de los celtas

Los galos pertenecían al gran grupo de pueblos que denominamos celtas, un conjunto muy dispar de tribus que ocuparon un enorme territorio en el centro de Europa durante la Edad de Hierro.

Se trataba de poblaciones inicialmente seminómadas (que más tarde se hicieron semisedentarias), cuyo modo de vida variaba en función de la riqueza natural del territorio bajo su control; pero que tenían en común las mismas creencias religiosas y una pasión exacerbada por la guerra, además de contar con una notable tecnología metalúrgica. Eran de origen indo-europeo que emigraron sobre el 1.300 hacia el este junto con los pueblos germánicos, itálicos y helenos  ocuparon una zona entre el Rin, el Elba y el Danubio.

En el siglo IX AC, se produce una emigración de celtas sobre carros pertenecientes a la cultura de Hallstatt que pasaron por Francia y llegaron a la península Ibérica, asentándose en Cataluña y el valle del Ebro, aunque también por la meseta y el noroeste peninsular.

En el siglo VII y VI se produce otra emigración de celtas pertenecientes a la cultura de Tène en que siguen con sus carros de guerra y aparecen los primeros jinetes. El siglo III AC fue su momento de máximo esplendor. Llegaron a ocupar un vasto territorio que limitaba con el mar Negro, los Balcanes, los Alpes y el Atlántico, y que incluía el norte de Italia, las islas Británicas y los ríos atlánticos de la península Ibérica salvo el río Guadalquivir. Uno de estos pueblos celtas, el de los gálatas, llegó a adueñarse del centro de Anatolia.

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Expansión de los celtas

División de la Galia

En tiempo de César las Galias se dividían entre las que estaban y no estaban bajo el control de Roma.

La Galia Romana se dividía en 2 partes:

  • Galia Cisalpina (al sur de los Alpes).
  • Galia Narbonense que comprendía una franja de terreno entre los Pirineos y los Alpes, era una provincia de gran importancia pues comunicaba Roma con Hispania.

La Galia no Romana se dividía en tres partes:

  • La Galia Aquitana comprendida entre los Pirineos y el río Garona. Sus pueblos no eran de origen celta y hablaban un idioma distinto y tienen más parecido con sus vecinos iberos que con los galos. Entre estos pueblos se encuentran los sociates, tarbelos, garunos, ptianos, elusates, gates, etc.
  • La Galia Céltica o Melenuda. Sus pueblos eran de origen celta, era la más grande y los pueblos más importantes eran los héduos, senones, boyos, mandubios, parisios, lexovios, lemovices, arvernos, buturiges, aulercos, secuanos, carnutes, leucos, tréveros, helvecios, etc. Los boyos y senones habían cruzado los Alpes y atacado a roma con anterioridad.
  • La Galia Bélgica. Sus habitantes no eran de origen celta, sino germano, los pueblos más relevantes eran los suesiones, nervios, eburones, atrebates, ambianos, atuáticos, mórinos y menapios, estos últimos situados en la costa.
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División de las Galias en tiempos de César según su descripción.

La sociedad gala

La entidad étnica fundamental entre los galos era la tribu, un conjunto de familias unidas por un origen común. Incluía a miles o incluso decenas de miles de individuos que ocupaban un pagus, un espacio delimitado casi siempre por accidentes naturales (cursos de agua, macizos montañosos, bosques) cuyo tamaño equivaldría al de una comarca actual.

Las tribus se agrupaban generalmente en pueblos o civitas, que podían aglutinar entre 200.000 a 600.000 personas y de las que conocemos la existencia de medio centenar; entre las más importantes se contaban las de los héduos, arvernos, secuanos y senones. A lo largo de la historia, las continuas guerras entre tribus llevaron a estas a confederarse o a establecer relaciones clientelares entre sí; confederaciones y relaciones que se vieron modificadas continuamente.

La sociedad se dividía los reyes, druidas, guerreros, pueblo llano, y en la parte inferior siervos y esclavos.

A cargo de los druidas corrían la religión, la justicia y la educación, mientras los guerreros constituían el grupo que tenía el privilegio de hacer la guerra; este privilegio, hereditario, estaba condicionado por la necesidad que tenía el guerrero de adquirir su propio y costoso equipo militar.

Por debajo figuraba el pueblo llano, también compuesto por hombres libres: en la parte superior estaban artesanos y comerciantes y en la parte inferior los campesinos y pastores. En el último escalón de la sociedad se encontraban los siervos y esclavos, muy numerosos, cuya condición se debía normalmente al hecho de haber sido capturados en el curso de las frecuentes guerras.

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Sociedad gala. Jerarquía de la población, a la cabeza el rey la reina, posteriormente los vergobretos o magistrados anuales, después los druidas y los guerreros, detrás los artesanos y comerciantes, detrás los paisanos que eran agricultores y ganaderos y por último los siervos y esclavos

El rey

La figura del rey tenía entre los celtas un sentido religioso muy fuerte. A él se debía la felicidad del pueblo y su riqueza agrícola. En ocasiones, los reyes llevaban el nombre de algún dios: Nuada Necht, Nuada Fin Fail, etc. El rey no podía ser imperfecto de cuerpo, ni tampoco de espíritu. Si era injusto, no crecerían en su reino hierbas y frutos.

Su vida estaba rodeada de extraños tabúes y siempre circulaban numerosas leyendas acerca de su elección. Era simbolizado por el toro. La entronización era la banaisrigi (boda del rey); la esposa era la tierra de los antepasados. Bajo su mando, muchas naciones celtas se unieron, y consiguieron múltiples victorias frente a los romanos, saquearon los campos de trigo y cereales para impedir el abastecimiento a los romanos.

En la época de César, la realeza había sido casi abolida y en su lugar se nombraban magistrados anuales o vergobretos. Cada año, representantes de los diferentes estados se reunían en asamblea, y las cuestiones de política nacional se discutían. Debido a las naturalezas violenta y excitable de los galos, estas asambleas a menudo acababan en escenas tumultuosas de desorden.

Los druidas

La formación jerárquica dentro del mismo grupo es unipersonal, ya que solamente uno de todos los »sacerdotes druidas» ejerce la suprema autoridad. No obstante, el cargo no es perpetuo y es en ocasiones se otorga por votación o la lucha armada. La mayoría de ellos se capacitaban y recibían sus tradiciones en la isla de Britania (al norte de Galia); la transmisión de ese saber no es escrito sino oral, por lo que no existen mayor evidencias que ciertas crónicas de viajeros o militares; como la de Julio César que en este punto nos explica «los druidas suelen estar ausentes de la guerra y no pagan tributo alguno a los demás. Estaban exentos del servicio militar y tienen inmunidad en todo. Tentados por semejantes privilegios, muchos van a aprender su doctrina por propia iniciativa o son enviados por sus padres y parientes. Dicen que allí aprenden de memoria gran número de versos. Y así algunos permanecen veinte años aprendiendo. No consideran lícito poner por escrito su enseñanza, mientras que en todas las demás cosas, negocios públicos o privados, usan las letras griegas«.

Según la doctrina druida, las almas no mueren sino que pasan de un cuerpo a otro en forma de reencarnación. Esta costumbre vitalizaba y renovaba la valentía de los galos en frente al combate y exacerba su valentía. Los druidas tenían un detallado conocimiento sobre los astros y otros menesteres; y consideran que la escritura no permitía mantener viva la memoria.

Se requería años de estudio intenso para poder formar parte de ella. Ellos se encargaban de la educación de los jóvenes y todos les tenían un profundo respeto. Se les consideraba los más justos entre los hombres y por ello se les confiaba los juicios.

«Si se ha llevado a cabo un asesinato, si hay alguna controversia por una herencia, por los límites de un terreno, de igual modo son ellos quienes deciden y resuelven los premios y los castigos. Si algún individuo o pueblo no cumple con lo decidido por ellos, prohíben los sacrificios. Este es el castigo más duro entre los galos. Y quienes sufren esta prohibición son tenidos por impíos y criminales, todos se apartan de ellos, rehúyen su conversación para no recibir en el contacto parte de la calamidad» (César, VI, 13).

Se dedicaban a los oficios divinos, hacían sacrificios y practicaban las ciencias de la naturaleza, se consagraban a la parte moral de la filosofía. Los druidas estaban exentos de las guerras y podían detener un combate pasando la línea de batalla si lo deseaban. Eran venerados por todos los galos y también era el vínculo que mantenía unidos a los galos; la religión.

El máximo dogma de los druidas era la inmortalidad del alma. Afirmaban que las almas y el universo son indestructibles, pero que un día el fuego y las aguas prevalecerán sobre ellos. Tenían como árbol sagrado el roble, y en él buscaban el muérdago sagrado. Elegían bosques de robles para llevar a cabo sus ritos sagrados. Consideraban sagrado todo lo que crecía en el roble y creían que era signo de que el árbol ha sido elegido por la propia divinidad.

Rara vez se encontraba el muérdago, pero cuando así era, se recogía con una gran solemnidad, especialmente el sexto día de la luna (que para ellos constituía el inicio de los meses y el año) y después del trigésimo año del siglo; pues es entonces cuando crece en todo su esplendor. Para esta ocasión organizan un banquete bajo el árbol y traen dos toros blancos cuyos cuernos han sido atados por primera vez para esta ocasión. Un sacerdote vestido con ropas blancas sube al árbol y corta el muérdago con una hoz de oro, recogiéndolo en su sayo blanco. A continuación inmolan a las víctimas.

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Druidas de la Galia. A la izquierda celebrando un sacrificio, a la derecha recolectando el muérdago con un hoz de oro

Creían que el muérdago mezclado con una bebida da la fertilidad a cualquier animal estéril y que es un antídoto para los venenos. Los druidas tenían un druida supremo, un archidruida a quien todos los demás obedecían. En la Galia, los druidas, solían reunirse anualmente en cierto lugar sagrado del país de los carnutes, bien pudiera ser un bosque sagrado en el emplazamiento donde hoy se encuentra la catedral de Chartres. Se cree que donde hoy está el altar era donde antiguamente los druidas hacían sus ofrendas y sacrificios, es decir, el santuario druídico por antonomasia en la Galia. Muchos también eran versados en la lengua y escrituras griega y latina. Muchos de ellos fueron preceptores de romanos.

Los druidas fueron perdiendo importancia con el tiempo. En el 300 AC realizaron su primera aparición, hacia el 200 AC consiguieron su máxima extensión, y a la llegada de Julio César eran combatidos por los nuevos políticos y habían perdido su importancia.

Los guerreros

En tanto que celtas, los galos se definían a sí mismos como guerreros, y fue sobre todo en la guerra y por la guerra como fueron conocidos por el resto de los pueblos clásicos.

Tras los reyes galos destacaban en cada tribu los jefes, que tenían gran autoridad sobre los demás y estaban encargados de velar por su seguridad. A ellos estabas unidos todo su clan (palabra gaélica que significa familia). Una de las características de los jefes era la responsabilidad suprema, puesto que, en caso de fallar o de ser vencido en batalla debía de pagarlo con su entrega o con su vida. Muchas veces después de la derrota, los jefes celtas admitiendo su responsabilidad se suicidaron (como la reina Boudica) o se entregaron al vencedor (caso de Vercingétorix).

La importancia de los guerreros galos dependía de la cantidad de sirvientes conseguidos para batalla, al linaje al cual pertenecía el individuo, y a su propia fortuna. No tenían ni la organización ni la destreza táctica de sus oponentes «civilizados», pero lo compensaban con su experiencia como mercenarios y con la metalurgia y su manera de desenvolverse en combate no tenía nada que envidiar a griegos o romanos. Según Estrabón «los galos estaban locamente enamorados de la guerra«. Eran muy beligerantes. Tenían la costumbre de cortar la cabeza a los enemigos abatidos y las llevaban colgadas de sus caballos o carros. Al secarse, las colgaban en su casa, en el panteón familiar.

Sus insaciables ansias de combatir, unidas a su reputación de pueblo sangriento, eran suficientes para llenar de miedo el corazón de sus oponentes.

Pueblo llano

Estaba formado por los artesanos y comerciantes y por debajo los paisanos. Los artesanos galos eran muy hábiles en toda clase de elaboración de los metales, verdaderos maestros del cuidadoso trabajando con el oro. Forjaban armas de excepcional calidad, entre las cuales destacamos las largas espadas celtas, los escudos, la cota de mallas, los yelmos…eran excelentes forjadores. Hacia el norte, y en la costa Atlántica construían naves que servían para enfrentarse con las grandes olas del océano.

Los paisanos se dedicaban a la agricultura o a la ganadería. La propia agricultura gala estaba más avanzada que la romana, y aquí debemos de señalar que contrariamente a lo que se cree, que los galos fueron copiados en armamento por los romanos y no a la inversa.

Los siervos y esclavos

Además de las familias o clanes, las tribus más importantes contaban con un grupo de esclavos o gente de la considerada »sin posición», por haber cometido un delito que conllevaba la pérdida de sus derechos. Se les permitía seguir viviendo allí, aunque en una cabaña peor y siempre en condición de siervo. El castigo que se les imponía no les prohibía, sin embargo, formar su propia familia.

Entre los irlandeses, galos y galeses, muchos de los esclavos eran adoptados por las familias. Esto se traducía a la postre en una adquisición por parte del esclavo de los mismos derechos que tenían los adoptantes, lo cual era la razón de que su fidelidad a la tribu superase en ocasiones a la de los propios celtas.

Las costumbres

El tiempo para los galos, no se mide en días como en los pueblos latinos, sino en noches, y los cumpleaños se celebran tomando en cuenta que el día debe seguir a la noche. En cuanto a los matrimonios, los varones aportan una parte de su patrimonio como dote, mientras las mujeres ponen la otra parte. Esta costumbre, variaba de tribu en tribu.

Seguramente, los sacrificios humanos eran permitidos por los celtas, y esto habría causado mucha impresión por parte de los conquistadores romanos. En ocasiones, aquellos que eran apresados por robo o bandidaje eran sacrificados o quemados vivos como suplicio a los dioses, pero como bien observa César «hay escasez de esta clase de gente, incluso los inocentes llegan a los suplicios» (César).

Los rumores y chismes debían ser tratados exclusivamente en las asambleas públicas, y cuando un sujeto se enteraba de un rumor; tenía la obligación de no divulgarlo, y ponerlo en conocimiento de los jefes de la asamblea, que harán mención a la noticia en concordancia con el bien de la comunidad. Asimismo, si la noticia es perjudicial o genera pánico, la asamblea está constituida de tal forma que puede ocultar información o manipularla según sea la ocasión. »Las tribus que son consideradas más eficientes en administrar los asuntos públicos tienen decretado por ley que, si alguien se entera de algo acerca de una cuestión pública, por los vecinos, gracias a un rumor o un comentario, debe llevar la noticia al magistrado y no compartirla con ningún otro, porque a menudo se vio que hombres temerarios y sin experiencia son aterrorizados por falsos rumores y llevados al crimen y a tomar decisiones sobre cuestiones cruciales. Los magistrados ocultan lo que saben; lo que juzgan que es de provecho, lo comunican a la multitud. No está permitido hablar de cuestiones públicas sino en la asamblea».

La lengua

Los galos hablaban diferentes dialectos de una lengua celta perteneciente a la familia indo-europea, que en la actualidad está extinguida. En la zona de Aquitania hablaban probablemente lenguas vascas. Esta zona era bastante más amplia de lo que es en la actualidad. Ninguna de las lenguas que en estos tiempos se ha dado en llamar lengua celta proviene de aquel lenguaje hablado por los galos o los celtas. La lengua que se habla en Bretaña es una herencia de las gentes que llegaron de Gran Bretaña durante los primeros siglos de la era cristiana.

Se conoce poca escritura de los galos y se cree que esto se debe a los tabúes religiosos que tenían respecto la escritura. Después de su contacto con griegos y romanos utilizaron el alfabeto de unos y de otros.

El aspecto físico

Los galos se describen como altos y de gran fuerza física, con una piel clara y cabello rubio, que a menudo se teñían por medios artificiales. Hombres de rango y las autoridades llevaban pelo y barbas largas. Las tribus más bárbaras dieron a sí mismos un aspecto terrible pintando sus cuerpos semidesnudos con dibujos horribles.

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Una familia gala. Se puede apreciar la forma de vestir

Las mujeres galas son descritas por los escritores antiguos como las más bellas de todas las mujeres bárbaras y como amas de casa ahorrativas. Añade que, ayudados por sus esposas, que eran mucho más formidable que ellos, los galos podían llevar a cabo cualquier conflicto. Los invasores romanos fueron a menudo testigos del heroísmo de estas verdaderas amazonas.

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Mujeres galas: a la izquierda fabricando el pan, a la derecha con su marido. Autor Peter Connolly

Los primeros griegos y los romanos que tomaron contacto con los celtas y galos no tuvieron muy buena impresión acerca de las costumbres imperantes en el seno de estas tribus. Las tacharon de indignantes, propias de una colmena en la que «domina la promiscuidad más absoluta, no se respetan los modales y la moral, y los hombres, todos ellos gigantescos y de una piel blanquísima aunque estén sucios, te observan con unos ojos llenos de crueldad. Como la mayoría llevan barbas y largos bigotes, al comer les queda en ellos restos de alimentos, que al levantarse de la mesa recogen con su lengua igual que si el pelo les sirviera de colador«.

El carácter

Sus voces eran ásperas y duras, sus palabras pocas, y su lenguaje oscuro y figurativo. Despreciaban a otros y se jactaban de sí mismos, eran arrogantes, orgullosos de la ociosidad. Eran muy peleones y siempre estaban listos para luchar, para aliviar la monotonía de su existencia, sin otra razón más. Eran, sin embargo, de elevado espíritu y valientes para despreciar la muerte.

Los galos carecían de estabilidad de carácter, y fueron a menudo criticados por César por su inconstancia; eran también muy avariciosos y dados a las supersticiones. Por otra parte, no eran viciosos y llevaban una vida sencilla. Eran muy rápidos en aprender y adoptar cualquier arte de sus vecinos que les fueran útiles. Su amor por la libertad era apasionada; sus largos años de deambular no habían desarrollado en ellos el sentimiento de unidad nacional y del amor de la tierra que se incluye bajo el término patriotismo.

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Comerciantes latinos en un poblado galo trasalpino. Autor Peter Coonlly

Una de las costumbres seguramente más conocida fue su inmoderada afición a la comida y la bebida. Un gobernante podía organizar banquetes que duraban varios días. Los platos que se servían eran innumerables: cerdo cocido, buey, vaca, venados, truchas u otro pescado fluvial, además de miel, queso, requesón, mantequilla, leche, hidromiel, vino y cerveza.

Lo usual era que todos los invitados se sentaran en círculo sobre pieles de animales extendidas en el suelo. El lugar de honor lo ocupaba el invitado más ilustre, a cuyo lado se colocaba el anfitrión; luego, junto a estos se iban acomodando todos los participantes, pero respetando las jerarquías, de tal manera que el más alejado de la cabecera fuese el de menor categoría. Utilizaban el puñal para cortar la carne, aunque lo más normal era comer con los dedos. Los servidores permanecían de pie e iban atendiendo las peticiones mientras los bardos «tañían las liras y entonaban canciones sobre tragedias amorosas y héroes muertos en terribles batallas«.

Diodoro dejó escrito lo siguiente: «Con frecuencia uno de los asistentes a estos banquetes tribales alzaba la mano cuando el bardo había concluido una canción. Entonces todos permanecían en silencio, porque sabían que iba a empezar el momento tan esperado de las disputas verbales. Casi siempre daban comienzo con la exageración de los méritos personales a costa de poner en duda los de algunos de los asistentes. Esto terminaba por provocar un enfrentamiento muy duro que, al llegar a las manos, imponía una especie de tregua. Los espectadores se olvidaban, por el momento, del banquete para prestar toda su atención a la pelea. Luego los rivales se enfrentaban en un duelo que podía suponer la muerte de uno de ellos, unido a las graves heridas que sufría el otro. Todo esto formaba parte de la fiesta. Por la noche, después de que los servidores se hubieran llevado el cadáver, los comensales se echaban a dormir sobre las pieles que les habían servido anteriormente de asientos…«

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Peleas entre galos. Muchas veces durante la celebración de un banquete surgían peleas entre hombres que habían bebido en exceso, a veces terminaban con la muerte de uno de los participantes. Autor Peter Connolly.

Las ropas y joyas

Su ropa era multicolor, sus principales prendas eran una túnica corta de colores brillantes, con o sin mangas ceñida con un cinturón de metal ancho que cubría el vientre, que a veces era de oro o de plata; vestían pantalones (bracae) o tartán con los colores propios de su tribu. Sobre los hombros llevaban un manto corto (sagum) a menudo de material fino y con magníficos colores. Los pies estaban protegidos por los zapatos o por suelas de madera atadas a los pies con correas de cuero.

Llevaban muchas joyas, tanto hombres como mujeres, de oro si se lo podía permitir, en caso contrario de bronce. Especialmente característico era el pesado collar trenzado o torque (torquis), que se ponía alrededor del cuello, dependiendo de la riqueza de su material y de su elaboración, era un símbolo de rango y de grandeza. Además en la batalla, le daban la vuelta y servía para evitar que le degollaran.

Las casas y las ciudades

La vida de las tribus menos civilizadas era extremadamente dura. Sus casas eran poco más que chozas de barro y madera, con techo de paja y ramas. La vivienda solo tenía una puerta, y dentro había pocos o ningún mueble. Sus camas eran montones de paja o de pieles. La guerra era su principal ocupación. Se daba un poco de atención a la agricultura, cultivando cereales, la mayor parte de las frutas y verduras eran desconocidas para ellos. Tenían rebaños de ovejas y vacas. Consumían grandes cantidades de carne, que cortaban con sus espadas y comían de una manera voraz.

Las poblaciones galas eran un conglomerado de cabañas en forma circular o rectangular, con techos de paja y ramas, la forma y el tamaño dependían de la región y solían estar rodeados por una empalizada.

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Reconstrucción de un poblado galo, las casas son chozas de planta cuadrangular rodeadas por una empalizada

Las ciudades se fortificaban para protegerse. Su ubicación solía elegirse por determinadas características donde premiaba la ventaja defensiva. Presencia de agua y un lugar elevado, eran los principales condicionantes. Más que una ciudad era como un fuerte, un lugar de refugio ante el peligro, amurallado. Los romanos le llamaban oppidum a este tipo de ciudades galas situadas arriba de una pequeña altiplanicie.

Sus ciudades más famosas eran Gergovia y por supuesto, Alesia. César describe sus murallas y las llama murus gallicus. Entre dos capas de piedra tallada, se colocan unos troncos entrelazados, y para llenar los huecos y hacerlas mucho más resistentes, lo llenan todo de piedras y tierra, formando una masa compacta y muy resistente a las minas y a las catapultas. Delante solían hacer un foso cuya tierra era empleada para hacer un terraplén en la parte posterior de la muralla.

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Construcción de un oppidum o fortaleza gala. Observar que están construyendo un foso y una muralla o murus gallicus hecho con troncos entrecruzados

El ejército de los galos

La clase alta y media de la sociedad gala componían una «casta militar«, dedicada exclusivamente a la guerra. El guerrero celta o galo estaba desde la adolescencia ligado al ejército mediante el uso de las armas, la práctica del arte marcial, y de las costumbres de los guerreros, como la bebida, las fiestas y la caza. Estos guerreros estaban integrados en grupos de la misma edad, el cual no se separaría durante el entrenamiento en la juventud y que luego combatirá en batalla con sus compañeros, apoyando y siendo apoyado por estos, dando una mayor firmeza a la unidad de combate. Estas características básicas del guerrero lo hacían muy orgulloso de su condición, por tanto, era altamente indisciplinado.

La aristocracia formaba la caballería y el pueblo que era la mayoría formaba la infantería, La caballería era el arma por excelencia; cargaba a toda velocidad para romper las líneas enemigas, mientras la infantería luchaba cuerpo a cuerpo. La caballería inicialmente iba montada en carros ligeros y posteriormente a caballo como jinetes.

Los carros de guerra

En un principio los caballos que tenían los galos eran pequeños y no permitían la equitación, por lo que les enganchaban a carros ligeros. Como pueblo indo-europeo su expansión se vio ligada al uso del carro en combate, muy similar a lo que aconteció en Egipto con la invasión de los hicsos indoeuropeos también. Al igual estos, emplearon en una primera etapa un carro de combate ligero, tirado por dos caballos y tripulado por dos hombres. Esta arma estaba integrada por la nobleza gala que podía permitirse tener caballos.

Los galos utilizaron carros según Diodoro de Sicilia: «En los viajes y en las batallas los galos se sirven de carros tirados por dos caballos y en el centro van el auriga y el guerrero. Cuando se encuentran en batalla con la caballería enemiga primero lanzan sus jabalinas contra el adversario y luego descienden y combaten con la espada. Algunos de ellos desprecian la muerte hasta tal punto que bajan a enfrentarse al peligro desnudos ciñendo solo un cinto.«

Livio cuando describe la batalla de Santino en el 295 AC «El enemigo, armado de pie sobre carros de guerra y carruajes, se presentó con enorme estrépito de caballos y ruedas y espantó a los caballos de los romanos no avezados a semejante estruendo.«

César en su descripción de las armas y tácticas delos pueblos britanos del libro V »Hasta muy entrada la noche se siguió luchando en torno a los bagajes, pues tenían sus carros como de parapeto«.

Cuando Julio César invadió la Galia, los carros de guerra habían desaparecido, y solo eran empleados en el norte y en Britania. César describe que los conductores de carros como extremadamente ágiles en el manejo, incluso eran capaces de ir hacia delante por la lanza del carro y llegar hasta el yugo con el fin de dirigir los caballos mejor.

Los carros celtas utilizaron un sistema de suspensión que le permitía operar incluso en terreno accidentado o en laderas inclinadas. El manejo del carro en la batalla, el conductor dirigía el carro paralelo al frente enemigo para que el tripulante lanzase sus jabalinas con el fin de intimidarlos con el ruido que producían, cuando agotaba las jabalinas, el guerrero saltaba fuera del vehículo y luchaba como un guerrero de infantería. Una vez que el guerrero estaba cansado o quería volver de nuevo al carro, lo llamaba y se subía.

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Carro de guerra celta. Autor Peter Connolly
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Carro de guerra celta (1). Autor Johnny Shumate
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Carro de guerra celta (2). Se puede apreciar los adornos del bocado y de los arneses. Autor Wayne Reynolds
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Carro de guerra celta (3) Autor Luca Tarlazzi

Los jinetes a caballo

Hacia el siglo II AC, los galos comenzaron a utilizar los grandes caballos mediterráneos para crear vastos cuerpos de caballería que sustituyeron a sus viejas formaciones de carros tirados por caballos de pequeño tamaño (ponis); los jinetes vestían casco y cota de malla, otra invención gala, como alternativa al gran escudo de la infantería que no podían manejar sobre el caballo.

Una de las primeras crónicas de la caballería celta fue escrita por Jenofonte, el cual relata su actuación contra un ejército Tebano cuando estaban saqueando en los alrededores de Corinto, describiendo como los celtas manipulaban a estos, haciéndolos retroceder o avanzar según sus deseos. Este autor griego es bastante fidedigno por tratarse de un general de caballería, conociendo el tema ampliamente. Incluso sus observaciones del empleo que hacían los celtas de la caballería, lo llevaran a incluirlas en un tratado que escribiría sobre el tema.

Posteriormente los jinetes galos fueron reclutados entre las tribus pacificadas, encontrándose galos en los ejércitos de Aníbal Barca.

Los jinetes galos es cierto que cobraron gran fama, Julio César los empleó mucho durante su guerra de las Galias para paliar la escasez de caballería romana. Sobre todo los oriundos de la tribu de los héduos, aunque según avanzaba victorioso se fueron sumando otros muchos. Le fueron muy efectivos sobre todo para perseguir al enemigo derrotado, causa fundamental de la multitud de bajas que sufrieron los ejércitos galos que se enfrentaron a César. Pero a la hora de la verdad fueron de poca fidelidad, y la caballería germana le fue más rentable, como la que llevó a su guerra contra Pompeyo.

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Jinete celta siglo III AC: 1 torques; 2 decoraciones de bronce; 3 silla de montar copiada de los nómadas de la estepa, 4 espuelas, 5 bocado articulado. Autor Wayne Reynolds para Osprey

Las tácticas de caballería celta eran muy sofisticadas, disparaban jabalinas sobre el enemigo antes del contacto, atacándolo luego mediante cargas controladas, las cuales además podían concentrarse en un punto con el fin de romper las filas enemigas. Si una primera carga no surtía efecto, era seguida de otras con intervalos para descansar.

Pausanias menciona el término «trimarcisia» que describe como «cada jinete tenía asociado dos escuderos, que se denominaban a sí mismos como ‘jinetes eméritos’. Cuando un jinete entraba en combate, los escuderos quedaban en retaguardia. Si el jinete caía en combate o era herido, uno de los escuderos le reemplazaba, mientras que el otro permanecía con él si estaba herido. Si el caballo era muerto o herido, uno de los escuderos le llevaba una montura de repuesto«.

Según César, las tácticas de la caballería gala eran muy eficaces, «…no combatían nunca en orden cerrado, sino al contrario en formaciones abiertas, y disponían de reservas escalonadas, de manera que estos diferentes grupos se cubrían mutuamente la retirada, y podían ser reemplazados con tropas de refuerzo cuando estaban fatigados«.

En cuanto al equipo de los jinetes galos, como protección en un principio llevaban yelmo y un escudo redondo, posteriormente con la aparición de la cota de malla, desecharon el escudo. Los yelmos era variados, había incluso alguno con la cimera con un águila, cuyas alas se movían al galopar como en el caso del tipo Ciumesti encontrado en Rumanía. Como armas llevaban varias jabalinas que lanzaban a distancia, una lanza y una espada larga tipo Tène, que se sujetaba a la cintura con una cadena. El equipo del caballo era una silla de cuernos que sería copiada posteriormente por los romanos, un bocado generalmente de bronce, y los arreos embellecidos con discos metálicos o falarae. Los caballos tenían una alzada a la cruz de 14 palmos o 142 cm.

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Jinetes celtas del periodo la Tène C (120 – 50 AC): 1 lleva un yelmo tipo Port, lleva el emblema del jabalí; 2 lleva un yelmo romano capturado, porta una lanza y 3 jabalinas; 3 jinete con carnix . Autor Angus McBride

La infantería

La base del ejército era la infantería, pues despreciaban el combate a distancia. La infantería estaba compuesta por agricultores y artesanos que se pagaban su propio armamento y estaba respaldados por la caballería, que la componían los ricos terratenientes que se podían pagar el mantenimiento de un caballo.

Constituía la parte más espectacular de los ejércitos celtas, los guerreros a pesar de no llevar ningún tipo de protección aparte de su escudo combatían como infantería pesada, estableciendo el contacto cuerpo a cuerpo con el enemigo desde el comienzo de la batalla.

La infantería en un principio se organizaba en bandas de guerra (warband) lideradas cada una por sus líderes, posteriormente se organizaron en grandes masas de hombres en formación cerrada, y estaban distribuidos en unidades que seguían a sus estandartes. La organización estaba de acuerdo con la agrupación de clanes y la clase social. Cada formación iba encabezada por un líder, mientras que sus compañeros inmediatos eran conocidos entre los galos como ambaxtoi («los que acompañan»), un término del que deriva la palabra embajador.

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Antiguos guerreros celtas. A la izquierda cultura Halsttat siglo VI AC. A la derecha cultura La Tène A siglo V AC: 1 guerrero con pectoral y yelmo cónico tipo Marte, 2 lleva un yelmo tipo Negau (Croacia), 3 guerrero tribal. Autor Angus McBride

El arma principal de la infantería gala era la lanza, y como arma secundaria las jabalinas que las lanzaban antes del choque, y para el cuerpo a cuerpo el hacha o la espada. La táctica ofensiva celta era la carga masiva, un ataque frontal salvaje, al que los romanos denominaron como «el furor céltico» y que era devastador.

Los galos también luchaban en defensiva al igual que la antigua falange griega, con una línea de escudos delante formando lo que se denomina un muro de escudos y a los lados, y en ocasiones con un techo de escudos por arriba, algo parecido a la formación en «testudo» de los romanos. César describe una falange celta que se formó para defender los carromatos de los helvicios. Los gálatas, que formaron un estado galo en las montañas de Anatolia central, en Turquía moderna, también utilizaron la formación tipo falange, posiblemente para hacer frente a los jinetes en las llanuras abiertas, y contra las formaciones griegas que encontraron en su ruta a Asia Menor.

Los celtas también emplearon las tácticas de guerrilla. Entendieron que bien podrían obtener una ventaja al atacar a sus oponentes desde los bosques o perturbarlos con incursiones y emboscadas. Esto permitió a los celtas que estaban menos protegidos, aprovechar su velocidad y conocimiento del terreno.

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Guerreros nobles galos la Tène C (120-50 AC): Izquierda infante con: 1 torque, 2 broche para sujetar la capa; · 3 Medallón, 4 espada con su vaina sujeta con una cadena; 5 escudo celta sin es espina y con umbo redondo de 1,1 x 0,6 m,  autor Wayne reynols. Derecha jinete con yelmo tipo Port,  autor Johnny Shumate

La guerra

Los galos no concebía estar mirando mientras los demás estaban luchando. Para ellos la lucha era una cuestión de honor e incluso a veces, luchaban entre sí. Dirimían sus disputas con una lucha entre los campeones de cada tribu, pero a los romanos eso no les valía.

Al comienzo de la guerra, se hacía un llamamiento a las armas haciendo sonar un cuerno, al que respondían jóvenes y viejos. El último hombre en aparecer fue puesto a la muerte con la tortura en presencia del pueblo reunido.

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Reclutamiento celta. Un jefe galo o patrón acompañado por dos guardaespaldas se dirige a un cliente (con el que mantiene juramento de alianza) que está secundado por su escudero. Un joven que ha sido acogido en patronage se esconde de su padre entre los cerdos, ya que no puede dirigirle la mirada hasta que no porte armas. Autor Wayne Reynolds

A Teutates los celtas lo veían como espíritu de la guerra, la productividad, la constructividad y riqueza. Se le ofrecían sacrificios humanos para apaciguarlo y como medio de redención. Cada tribu nativa tenía su propio Teutates. En todas las inscripciones que hacen referencia a este dios se le asocia con el planeta Marte, por lo que no se sabe si Teutates era un calificativo divino aplicado a este planeta, o bien era el equivalente al dios romano Marte, ya que era como él, una divinidad guerrera.

En sus rituales era común hacer un sacrificio humano donde las víctimas ofrecidas a él generalmente eran cautivos de guerra que eran sumergidas cabeza abajo en un depósito de Ale. Fueron los galos establecidos en Asia los que introdujeron esta bárbara costumbre en las tribus europeas.

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Celebración celta antes de la batalla, un bardo (músico) tocando cuernos mientras el resto sigue el ritmo golpeando los escudos. Autor Peter Connolly

Iniciaban los combates con ciertos rituales de intención mágica: ante su ejército formado, algunos campeones abandonaban las filas y avanzaban danzando blandiendo sus armas para retar a los mejores de sus adversarios a un combate singular. Mientras, el ejército hacía entrechocar sus armas y sonaban los famosos trompetas de guerra o carnix, que eran una especie de trompetas de bronce, en posición vertical, con la boca en forma de cabeza de jabalí, que permitía llevar sus notas por encima de las cabezas de los participantes en las batallas o ceremonias. Con semejante espectáculo, lo que pretendían era intimidar al enemigo y preparar sus mentes para afrontar adecuadamente el combate.

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Guerreros galos provocando antes de la batalla siglos II y I AC. Autor Andrey Karashchuk

La carga de esta infantería era precedida por los gritos de guerra de los guerreros sacudiendo los estandartes, y golpeando sus espadas sobre sus escudos rítmicamente; todo ello realizado bajo el sonido del carnix. Después la masa de infantería corría hacia el enemigo de forma impetuosa, solo para detenerse pocos metros para lanzar sus jabalinas sobre él. Pocos segundos después, cargaría para iniciar la lucha cuerpo a cuerpo, intentando los guerreros con sus lanzas y sus espadas y su gran complexión romper las filas enemigas.

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Carga de la infantería gala. Autor Giuseppe Rava

Blandían la espada dando tajos a distancia, por lo que necesitaban espacio para poder manejarlas, mientras que en el cuerpo a cuerpo quedaban en inferioridad de condiciones frente a los gladios romanos.

Los galos eran altos y corpulentos, de 1,75 metros de altura aproximadamente, mientras que romanos eran de 1,50 de altura más o menos, los galos les debía parecer unos temibles guerreros.

Si este primer asalto fracasaba sería seguido como en la caballería por otros con intervalos para descansar, los cuales durarían hasta que el enemigo rompiera filas, o los celtas extenuados abandonaran el campo de batalla o simplemente defendieran su posición.

Los celtas eran cazadores de cabezas, en la batalla, cortaban las cabezas de los enemigos caídos y las colgaban de sus carros, de sus caballos o de su cinturón, después las exhibían a la entrada de los templos o incluso dentro de sus chozas. Algunas cabezas muy significantes eran embalsamadas en aceite para su conservación. En la batalla de Benevento en el 214 AC, el general romano Graco ordenó a su ejército de esclavos libres (presumiblemente celtas) que dejarán de recoger cabezas y seguir luchando.

Después de una victoria, los celtas celebraban grandes banquetes que solían durar varios días. Los asistentes escuchaban a poetas y músicos que cantaban las proezas de los guerreros vencedores. Los celtas también guardaban las cabezas de los enemigos vencidos como trofeos sagrados. De los prisioneros capturados, algunos eran sacrificados a los dioses y el resto eran vendidos como esclavos, muchas veces en los mercados romanos.

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Prisioneros de los celtas. Algunos de los prisioneros eran sacrificados a los dioses y los otros eran vendidos como esclavos, en este caso se ve prisioneros que están siendo vendidos a traficantes romnos. Autor Wayne Reynolds

También solían ofrendar las armas de sus enemigos a los dioses, arrojándolas a un río o un lago. Cientos de armas se han sacado del lago de Neuchâtel, procedentes de ofrendas de este tipo.

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Ofrenda de los galos a los dioses tras la vicgtoria. Tras la victoria, los galos arrojaban las armas al agua de los ríos o lagos como ofrendas a los dioses. Autor Peter connolly

El armamento

Las armas arrojadizas

Los celtas nunca adoptaron como otros pueblos indoeuropeos, el arco como arma fundamental en batalla, por considerar que no era digno de un guerrero matar a su oponente a distancia considerándolo un acto de cobardía. César menciona que había jabalineros en sus filas. Solían llevar varias jabalinas cuya punta era de unos 10 cm de longitud, y las arrojaban antes de llegar al cuerpo a cuerpo.

Aunque parezca una contradicción, sí usaban la honda. Era un arma simple y barata empleada por los más jóvenes, quienes no poseían mucha experiencia militar y no se encontraban encuadrados en el cuerpo principal de infantería. Actuaban como infantería ligera a vanguardia, portando la honda, venablos y una lanza más larga con punta de hierro, para los enfrentamientos cercanos, ya que evitaban el cuerpo a cuerpo. Había un venablo especial al que denominan gaesum o gaison del que no se tiene mucha información y que algunos autores dicen que era similar al soliferrum, es decir que estaba hecha enteramente de hierro.

Las lanzas

El arma gala por antonomasia era la lanza, un arma de fácil manejo, barata de fabricar, ya que requiere poco material noble, como era el hierro, era muy práctica y podía causar graves daños al oponente. Podía ser manejada con una o con las dos manos, la longitud de su asta variaba de 180 a 250 cm. La punta de hierro tenía una longitud hasta 50 cm y podía tener una variedad de formas, pero la forma más común era la de hoja de sauce, otras tenían estrías en la punta para provocar aún más daños al extraerlas del cuerpo del enemigo. Tenían en el extremo opuesto un regatón de bronce como contrapeso.

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Puntas de lanzas y de jabalinas celtas o galas. Fuente Peter Connolly

Espadas

El guerrero galo decoraba su espada y trataba de tener la mejor arma posible, pues eso indicaba su estatus social, así como su escudo.

La espada era celta de la época de la cultura de la Tène A (450 – 250 AC) era relativamente corta de 55 a 65 cm de longitud de la hoja, terminaban en punta, lo que permitía el combate cuerpo a cuerpo o el movimiento en el combate de carros. Estaba hecha de hierro, y el pomo era de madera. El perfil de la hoja era lenticular.

Posteriormente durante el periodo la Tène B (250 – 120 AC) la espada se alargó alcanzando de 65 a 70 cm el largo de la hoja y estaba afilada por ambos lados.

Finalmente, se pasaron a la espada tipo la Tène C (120 – 50 AC), aumentando su longitud entre 75 y 90 cm, con una anchura de 6 cm, tenía filo por ambos lados y era empleada tanto por la infantería como por la caballería. Era empleada para asestar golpes sobre el enemigo, de arriba hacia abajo o sobre la cabeza de su adversario. Su empleo requería espacio, por lo que el guerrero celta combatía como individuo, lo que le ponía en desventaja frente a los legionarios romanos en la lucha cuerpo a cuerpo. Sin embargo, era muy eficaz en la caballería que le permitía dar tajos a distancia, siendo copiada por los romanos para sus jinetes y le dieron el nombre de spatha.

Los británicos siguieron fabricando espadas puntiagudas y más cortas con una longitud de 55 a 57 cm de hoja, eran típicas por su pequeña contera (final de la vaina) de doble pie.

Las espadas iban colgadas con cadenas del lado derecho. Los guerreros que no podían permitirse una espada llevaban un hacha, que posiblemente era la misma de uso doméstico.

Algunos guerreros además de la espada llevaban puñales o dagas.

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Espadas celtas: 1, 2 y 3 espadas y vainas de la zona del Marne (Francia) durante la Tène A; 4 y 4a espada y vaina de la Tène B en Suiza ; 5 y 5a espada de la Tène C en Suiza, 6 vaina del Tamesis; 7, 7a y 7b espada y vaina de Cumberlad; 12 y 12a espada y vaina de Yorkshire. Autor Peter Connolly

Las protecciones

Los medios de protección habituales de los galos eran el casco o yelmo y el escudo, los más ricos llevaban la coraza y posteriormente la cota de malla.

Los yelmos

La mayoría de los galos llevaban la cabeza descubierta o protegida por un casco de cuero. Los más acaudalados llevaban un yelmo metálico. Los primeros yelmos celtas de la cultura de Hallstatt eran de bronce, consistían en dos planchas ligeras y oblongas unidas, a menudo termina en una cresta. Posteriormente en una sola pieza, a principios de la cultura Tène, los cascos tenían forma cónica, como el encontrado en la región del Marne y que data del siglo III AC.

Hubo cascos semiesféricos llamados tipo Coolus que eran muy parecidos a los que usan los jockeys actuales, podían ser de hierro o bronce, y llevaban un pequeño reborde.

Evolucionaron en forma del yelmo tipo Montefortino, encontrado en la necrópolis de Ancona, en el norte de Italia y que posteriormente fueron adoptados por los romanos. A estos yelmos se les añadieron plumas o penachos de adorno, incluso alguno como el tipo Ciumesti encontrado en Rumanía, llevaba un águila cuyas alas eran móviles y se movían al cabalgar. Posteriormente se les reforzó en el borde, y se les añadió carrilleras articuladas para proteger las mejillas y un protector de nuca.

Posteriormente evolucionaron en los yelmos de hierro tipo Agen (ciudad Suiza) que eran semiesféricos, más ligeros y llevaban reborde. Este yelmo evolucionó en el tipo Port (de Port Bei Nidau en Suiza), estaba hecho de hierro y llevaba protección para la nuca y refuerzos en la frente posiblemente para evitar los tajos verticales, los romanos lo copiaron y evolucionaron en su yelmo tipo galea.

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Evolución del yelmo celta: 1 y 2 crestado tipo Villanova (norte de Italia), 3 cónico de Somme-Tourbe (Francia), 4 cónico de Dürrnberg (Austria); 5 semiesférico de Hallstatt (Austria); 6 Coolus de Montpelier (Francia); 7 Montefortino de Senones; 8 Montefortino con carrilleras; 9 Montefortino de Umbria; 10 Montefortino de Etruria; 11 Montefortino norte de Italia; 12 Agen de Vadenay (Francia); 13 Agen; 14 Agen de Castellroto (Italia); 15 Agen de Batina (Croacia), 16 Montefortino de Sanceno (Italia); 17 Agen de Ciel (Francia); 18 tipo Port bei Nidau (Suiza), 19 Port de Giubiesco (Suiza). Fuente Peter Connolly

Los escudos

La protección por excelencia de los galos era su escudo, había dos tipos de escudos uno de bronce para ceremonias y otro de madera para la guerra.

Los escudos ceremoniales eran usados para ritos o ceremonias de gala en manos de régulos o grandes nobles, o bien de ofrendas votivas. Se han encontrado el escudo Witham, hallado en dicho río en 1.826 en Lincolnshire, Inglaterra. Está datado hacia el siglo IV AC, tiene una longitud de 113 cm, está fabricado con listones de madera de 8 mm de grosor recubiertos por una fina lámina de bronce de 0,2 mm. Otro escudo ceremonial es el Battersea, extraído del Támesis en el año 1857. Mide 77 cm de alto por 35 de ancho, y en su decoración se utilizaron cristales rojos. Este escudo está considerado como una de las más valiosas piezas del arte celta, y está datado entre los años 350 y 50 AC, hay muchas teorías sobre la época más cercana a su diseño.

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Escudos ceremoniales celtas: izquierda escudo ovalado, centro Witham, derecha Battersea

Los primeros escudos Hallstatt eran redondos, pero pronto se pasaron a la forma oval a un tamaño de aproximadamente 150 a 160 cm de altura con un ancho de 50 a 60 cm de ancho de madera. Eran de madera con capas cruzadas para aumentar su resistencia, estaban perforados en su centro para colocar un asa horizontal colocada en el centro de gravedad, para permitir su fácil manejo tanto en defensiva como en ofensiva. Se empleaba madera de roble que era muy dura y pesada que el sauce empleado por los romanos, usaban tablas de roble y las pegaban sin machihembrar, cubriendo posteriormente el escudo con cuero o fieltro, siendo posteriormente adornado.

Estaba reforzada por una espina de madera, que también tiene una función de dar rigidez al escudo y proteger la mano que sujetaba el escudo. La espina salía ser de una sola pieza, que era pintada y clavada al escudo. Las manijas para agarrar el escudo solían ser fabricarlas de bronce o madera, y a veces incluso con ambos materiales, la base era de madera y llevaba un refuerzo metálico. Resultaba un escudo muy pesado.

Durante el periodo de la Tène, el escudo ha evolucionado ligeramente en compuesto, se insertaron capas de lino entre las capas de madera por lo que es más resistente a los golpes, pero también escudo más flexible. Se disminuyó su longitud siendo de 120 cm de largo con un ancho de 60 cm. La espina se había refinado significativamente, o incluso desapareció por completo en los modelos finales.

El umbo o tachón aparece para reforzar la espina, lo que aumentaba de forma notable su capacidad ofensiva, ya que además de proteger la mano que empuñaba el escudo, era bastante útil para golpear al enemigo, así que provistos de dicho espolón se convertían en un arma temible. En un principio era una pieza cuadrada y después evolucionó en forma de mariposa y abrazaba a la espina, sujetándose con remaches, posteriormente se hizo circular, uniéndose al escudo con seis remaches haciendo desaparecer la espina completamente.

Se reforzó los cantos con hierro primero el borde superior, después el inferior y en algunos casos totalmente.

En cuanto a las formas se mantiene el escudo oval, pero también los había de forma hexagonal alargada, pero seguían siendo rectos a diferencia de los romanos que ya los hacían curvos y protegían mucho mejor.

Los escudos galos estaban ricamente decorados y llevaban emblemas de los clanes. Los jinetes galos llevaban escudos redondos en un principio con espina y finalmente sin ella.

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Escudos celtas y galos. Arriba composición de un escudo, abajo evolución de los escudos

Las corazas

En un principio solo los jefes llevaban coraza que generalmente era de bronce y que cubría todo el torso, también había algunos con solo placas pectorales generalmente redondas.

Un nuevo tipo de protección apareció en el siglo IV antes de Cristo, la lorica hamata o cota de malla construida a base de anillos de hierro. Esta protección de hierro consistía en anillos de hierro de 6 mm. Aunque pesada, que tiene la ventaja de ser extremadamente flexible y formar la segunda capa protectora en combate. Era muy eficaz contra las armas de corte, pero poco eficaz contra las armas puntiagudas, ya que los anillos se expandían y permitían llegar al cuerpo. Esta fue adoptada rápidamente por los romanos que la copiaron y adaptaron a su ejército.

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Coraza de los celtas y galos: izquierda coraza o tórax de bronce, en el centro discos pectorales, a la derecha cota de malla
Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2014-06-13. Última modificacion 2023-09-19.
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Comentarios:

  1. Ronaldo dijo el 2020/02/23 a las 12:08 am

    Esta es la mejor página de historia militar yo tengo un cuaderno con dibujos de guerreros antiguos mis favoritos son los guerreros galos podrían hacer sobre los guerreros Sioux eran grandes guerreros y jinetes

  2. Carlos Rene Cervantes Mendez dijo el 2020/03/31 a las 4:29 am

    Muy buen trabajo, perfecto para antes o después de leer la Guerra de las Galias y para disfrutar las novelas que hablan de los celtas o galos. Gracias.

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