Edad Antigua Guerras Civiles Romanas Guerra Social Romana o Guerra Mársica (91 – 88 AC)

La Guerra Social, también conocida como Guerra Mársica, fue un conflicto armado entre la República Romana y sus aliados italianos, que deseaban que se les concediera la ciudadanía romana.

Antecedentes

El origen de las causas de la Guerra Social, hay que buscarlo en el período de los hermanos Graco, que habían nacido en el seno de una de las familias más importantes de Roma. Eran nietos por parte de madre del mismísimo Escipión «el Africano«, e hijos de Tiberio Sempronio Graco, que ostentó el consulado en dos ocasiones.

El mayor, Tiberio, se presentó al cargo de tribuno de la plebe en el año 134 AC. Una vez elegido presentó una propuesta de reforma agraria que pretendía asegurar el tamaño de tierra cultivable por cada persona a 500 yugadas (250 ha), más 250 yugadas por hijo con un límite máximo de 1.000. La tierra sobrante se dividiría en parcelas de 20 acres iguales para distribuirse entre los ciudadanos sin recursos ni propiedades por la cual pagarían un arrendamiento casi simbólico al estado.

Cuando parecía que la propuesta iba a salir adelante, apoyada por el pueblo, el otro tribuno de la plebe, Marco Octavio, presionado por el Senado y por su propia codicia, vetó la iniciativa. Tiberio quedó profundamente consternado pues Octavio era amigo íntimo suyo.

Decidido a evitar un nuevo veto, Tiberio decidió expulsar a Octavio del tribunado alegando que un tribuno de la plebe tenía el deber sagrado de proteger al pueblo y los actos de este iban en contra de dicho deber. Tiberio intentó comenzar la asamblea, pero los ánimos estaban tan caldeados que se inició una pelea generalizada entre los partidarios de uno y otro bando. Entre el tumulto, las cuchilladas y garrotazos se sucedían sin control, Tiberio temiendo por su vida intentó huir sin éxito y fue muerto de una paliza con palos y varas de diversa índole. Se le negó la sepultura y las exequias pertinentes, y su cuerpo fue arrojado al río Tíber con el resto de sus seguidores.

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Asesinato de Tiberio Sempronio Graco por parte de los senadores

Cayo siguió el camino de su hermano y su siguiente ley contemplaba llevar a juicio a los magistrados que hubieran ejecutado a algún ciudadano sin juicio previo y sin oportunidad de defenderse ante el pueblo, precisamente lo que le había ocurrido a su hermano Tiberio.

Siguió adelante con la ley agraria, que era muy similar a la de Tiberio; la tierra cultivable se dividía en 500 yugadas por persona, más 200 por hijo hasta un límite de 1.000, la tierra sobrante se dividiría a partes iguales y sería entregada a los pobres para que la trabajaran y vivieran de ella.

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Despedida de Cayo Sempronio Graco de su familia. Autor Dióscoro Puebla Tolín

No terminaba un proyecto cuando se enfrascaba en otro: reparación y construcción de calzadas y graneros, fundación de colonias en las provincias, etc. La plebe y los aliados itálicos estaban encantados con él, tanto, que cuando se acercaba la fecha de las nuevas elecciones fue el propio pueblo quien llevó en volandas a Cayo para que saliera elegido de nuevo tribuno.

El senado aprovechó la situación para otorgar poderes especiales a los cónsules y derogar la práctica totalidad de las leyes que se habían aprobado bajo el tribunado de Cayo Graco. La plebe se enfadó y mató a un lictor del cónsul, haciendo responsable a Graco. Opimio al mando del Senado, envió varios cientos de esclavos y una unidad de arqueros cretenses mercenarios para atacar la colina Aventino donde estaba Graco, este huyó, pero fue asesinado en un bosque.

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Muerte de Cayo Sempronio Graco. Autor François Topino-Lebrun (1798). Museo de Bellas Artes de Marsella.

Los optimates habían conseguido una victoria, pero la república ya no fue la misma nunca más. La división de la clase senatorial era cada vez más profunda. Los Gracos fueron la bandera que portarían los populares enemigos de los optimates, que se enfrentaron continuamente, quizás con los Gracos por un pensamiento ideológico diferente, pero después declinó en un juego de influencias para sacar un provecho personal.

En el año 100 AC, fue elegido tribuno Lucio Apuleyo Saturnino, individuo con ganas de dar guerra. Su primera iniciativa fue una nueva ley frumentaria con la que pretendía rebajar notablemente el precio del trigo, esta ley fracasó. Contraatacó después con una ley agraria para repartir lotes de tierra itálica entre los veteranos de Cayo Mario y fundar algunas colonias fuera de Italia, que sí fructificaría pese a las fuertes protestas de parte del Senado.

Una ley posterior se inmiscuirá incluso en asuntos del gobierno de las provincias asiáticas, asunto hasta entonces competencia exclusiva del senado.

Al año siguiente, las crecientes tensiones entre parte de la oligarquía (optimates) y los partidarios de Saturnino terminaron conduciendo a violentos tumultos en la propia Roma. Mario no dudó a la hora de ganarse el favor de la oligarquía armando a algunas de sus tropas y persiguiendo y cercando a Saturnino y sus partidarios en el Capitolio.

Saturnino decidió rendirse ante la promesa de que se le perdonaría la vida; promesa que no se cumplió pues una multitud anónima lo linchó hasta matarlo pocas horas después, sin que Mario hiciese nada por evitarlo.

La insurrección y la respuesta romana

A principios del siglo I AC, Italia no estaba unificada bajo un mismo gobierno como en época del Principado, sino que existía una confederación liderada por Roma. El Senado concedía autonomía interna a sus componentes a cambio de impuestos, tributos y hombres para engrosar el ejército romano.

La sociedad romana estaba estructurada en ciudadanos y no ciudadanos (libertos y esclavos). Ser ciudadano (civis romanus) era un privilegio. Era ciudadano cualquier hombre libre, patricio o plebeyo, nacido de un padre ciudadano y tenía el derecho de ciudadanía (ius civitates). Los había de dos clases:

  • El romano, que era un ciudadano completo (civis optimo iure), luego disfruta del derecho completo de ciudadanía.
  • Los que reciben ese derecho de ciudadanía por etapas (civis minuto iure)

Muchas de estas ciudades itálicas llevaban siglos federadas y habían sufrido las mismas derrotas que Roma frente a Aníbal; sin embargo, muchas de ellas se mantuvieron fieles, a pesar de ello, su subordinación política era total y todavía carecían de la ciudadanía romana. Leyes como la ley Licinia Mucia aprobada en el año 95 AC, que eliminaba de las listas de ciudadanos a aquellos de los que se sospechara de haber conseguido la ciudadanía de manera fraudulenta, no ayudaba a rebajar la tensión.

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Aliados de Roma y colonias latinas en el 100 AC. Se puede observar las vías de comunicación de la época

Los populares abogaban por concedérsela, ya que en la práctica tenían las mismas obligaciones pero no así en los beneficios. Paradójicamente, el personaje que intercedería por ellos como tribuno de la plebe en el 92 AC sería Livio Druso, hijo del antagonista de Cayo Graco.

Druso intentó impulsar una reforma agraria aún más profunda que la de los Graco, por supuesto a los optimates o patricios de rancio abolengo que engrosaban las filas no les hacía ninguna gracia, como terratenientes que eran no estaban dispuestos a perder beneficios por gente que no era romana. Para conseguir el apoyo de los plebeyos, presentó una ley agraria más radical que la de los Gracos, pero la política romana estaba viciada por una contradicción profunda.

Druso ofreció un acuerdo secreto a los aliados italianos, prometiendo la ciudadanía romana para todos, a cambio de que corrieran con los gastos de la nueva distribución de tierras. Sin embargo, se opusieron los terratenientes, que no querían perder sus tierras, y también la plebe, que no querían ver igualados sus derechos por los itálicos. La solución fue la estándar en estos casos, Druso fue asesinado en su propia casa por un desconocido en el 91 AC.

Este delito, sin embargo, no consiguió detener un proceso ya comenzado. Fue simplemente una señal de la rigidez de Roma, que no quería hacer ninguna concesión, pero no acalló la protesta que desembocó en la llamada Guerra Social.

En el 91 AC, los sublevados se prepararon a conciencia. Nada más conocerse la muerte de Druso realizaron un intercambio de rehenes entre las diversas ciudades, para asegurarse de que todos se uniesen a la revuelta una vez se iniciasen las hostilidades. Entre los rebeldes estaban los marsos, pelignos, picenos, marucinos, frentanios, vestinos, apulios, lucanos, campanios y samnitas crearon una república, basada en el ejemplo de la romana, y eligieron como capital Corfinio, rebautizada como Itálica.

Los etruscos y umbros permanecieron fieles a Roma, así como Venosa, Nola, Nocera, Nápoles, Reggio y casi todas las colonias latinas. A la semejanza romana nombraron dos cónsules, Pompedio Silón y Papio Mutilo, formaron un senado compuesto de 500 miembros y 12 generales al modo de pretores representando a cada una de las comunidades sublevadas y reunieron un ejército de casi 100.000 hombres.

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Situación al comienzo de la Guerra Social.

Asesinaron en Ásculum (Ásculo) al pretor Servio, que había sido enviado como legado y, cerrando inmediatamente las puertas de la ciudad, condenaron a muerte y degollaron a todos los ciudadanos romanos. Los itálicos se dividieron en dos grupos:

  • Grupo marso o septemtrional: marsos, pelignos, vestinos, marrucinos, picentinos y frentanos.
  • Grupo samnita o meridional: hirpinos, pompeyanos, venusios, yapiges, lucanios y samnitas.

Lo inesperado de la insurrección cogió a Roma desprevenida, pero el senado romano respondió con un ejército formado por 14 legiones a toda prisa y lo puso a las órdenes de los dos cónsules electos, Publio Rutilio Lupo y Lucio Julio César (segundo con este nombre).

También se enviaron a los mejores hombres del momento como legados de los cónsules: a Rutilio se le asignó a Cneo Pompeyo, (padre de Pompeyo Magno), Quinto Cepión, Cayo Perpenna, Cayo Mario y Valerio Mésala. A Lucio Julio César se le asignó Publio Léntulo, hermano del propio César, Tito Didio, Licinio Craso, Cornelio Sila y Marcelo. El cónsul Rutilio se encargaría del frente marso mientras que a su colega, Lucio Julio César, le correspondía el frente samnita.

Frente Marso o Septentrional 90 AC

El objetivo romano era aislar Asculum, centro de la sublevación, para evitar alentar a los rebeldes del resto de territorios. Dicho cometido quedó reservado al legado Pompeyo Estrabón. Mientras Cayo Mario, Servilio Cepión y el mismo cónsul Publio Rutilio Lupo, se movían en abanico, de norte a sur, para impedir el avance marso hacia la región más septentrional, evitando así el contacto de los rebeldes con Etruria e impedir la posibilidad de crear otro frente.

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Frente Marso o Septentrional 90 y 89 AC. Durante la Guerra Social Romana.

Batalla del Monte Falerno

En algún momento los pretores itálicos Vidacilio, Tito Lafrenío y Publio Ventidio, que mandaban los contingentes de picenos, vestinos y marsos respectivamente, unieron sus fuerzas, derrotaron a Cneo Pompeyo cerca del monte Falerno y lo persiguieron hasta la ciudad de Firmo o Firmun. Mientras sus compañeros se encaminaron hacia otros lugares, Lafrenio puso cerco a Pompeyo que estaba encerrado en Firmo.

Batalla del río Toleno (Turano)

Mario, al darse cuenta de que los romanos estaban siendo superados por la veteranía de los rebeldes, decía continuamente al cónsul Rutilio, que sería útil la dilación de la guerra. Había que ganar tiempo para que los soldados bisoños, fuesen poco a poco adiestrados en los cuarteles, pero Rutilio no le hizo caso.

Mario siguió insistiendo, pero Rutilio seguía negándose: «no le hizo caso porque pensaba que hacía esto con segundas intenciones«, ya que sospechaba que Mario albergaba la esperanza de ser nombrado cónsul por séptima vez.

Vetio Escatón, una vez derrotado el cónsul Lucio Julio César, se había apoderado de la ciudad de Esernia, abriendo de este modo las vías terrestres con el frente marso. El cónsul Publio Rutilio Lupo y Cayo Mario tendieron dos puentes sobre el río Toleno, a poca distancia uno de otro, para atravesarlo. Vetio Escatón acampó frente a ambos, más cerca del puente de Mario, y durante la noche, sin ser visto, emboscó algunas tropas cerca del puente de Rutilio.

«Al amanecer, después de permitir que Rutilio lo atravesara, sacó a las tropas emboscadas y mató a muchos soldados en tierra firme y a otros muchos los arrojó desde el puente al río. El mismo Rutilio, herido en la cabeza por un dardo en el transcurso de la lucha, murió poco después. Mario, que estaba sobre el otro puente, conjeturando lo ocurrido por los cuerpos que arrastraba la corriente, hizo retroceder a las fuerzas que tenía ante sí y atravesando la corriente se apoderó del campamento de Escatón, que estaba custodiado por escasas tropas; por consiguiente, Escatón tuvo que pasar la noche allí mismo donde había obtenido la victoria, y al amanecer se retiró falto de provisiones. Los cadáveres de Rutilio y de muchos otros nobles fueron enviados a Roma para su entierro. El cónsul y tantos otros compañeros muertos ofrecían un triste espectáculo, y por este motivo hubo un duelo que duró muchos días. Y, desde entonces, el senado decretó que los que murieran en la guerra fueran enterrados en el mismo lugar en el que habían muerto para que los restantes no se abstuviesen de la milicia impresionados por el espectáculo de los muertos. Y los enemigos, al enterarse, tomaron la misma decisión para sí mismos«. Apiano

Orosio habla de 8.000 muertos romanos, quizás sea una exageración debido a la rápida reacción de Mario.

El senado decretó que no hubiera un sucesor para Rutilio Lupo, asignando los restos del ejército de Rutilio a Cayo Mario y a Quinto Cepión.

Batalla sin nombre sobre los marsos

Hubo una batalla en la que pereció Quinto Cepión, pero no se dispone datos de la misma. «Quinto Cepión , legado de Rutilio, estando sitiado hizo una afortunada salida contra los enemigos, y como, debido a este éxito, se le dio un mando equivalente al de Cayo Mario, se volvió temerario, fue envuelto en una emboscada y cayó con la derrota de su ejército«. Periochae.

Apiano lo narra con más detalle: «Quinto Popedio, el general que se oponía a Cepión, se pasó a éste como si fuera un desertor y le dio como rehenes a dos niños esclavos que llevaba consigo, revestidos con una túnica de bordes teñidos de color púrpura, como si se trataran de sus propios hijos. En prueba de mayor garantía llevaba, además, unos panes de plomo recubiertos de oro y plata. Solicitó que Cepión le siguiera a toda prisa con el ejército a fin de apoderarse de su propio campamento, mientras estaba huérfano de un jefe. Y Cepión, plenamente convencido, le siguió. Cuando Popedio estuvo cerca de la emboscada que había preparado, corrió hacia una colina como para vigilar a los enemigos y les dio la señal a sus hombres. Estos salieron de su escondite y mataron a Cepión junto con muchos de los suyos. Y el senado asignó a Mario el resto del ejército de Cepión«.

Mario enonces como comandante de las fuerzas del frente Marso, parece ser que dejando a un lado sus diferencias unieron sus fuerzas en algún lugar contra los marsos, y los derrotaron según Apiano.

«Tras derrotar Cornelio Sila y Cayo Mario a los marsos, que les habían atacado, los persiguieron con tesón hasta el pie de los muros que protegían sus viñedos. Los marsos escalaron con dificultad los muros, y ni a Mario ni a Sila les pareció oportuno perseguirlos más allá. Sin embargo, Cornelio Sila, que estaba acampado hacia el otro lado de los viñedos, al darse cuenta de lo que ocurría, salió al encuentro de los marsos, que trataban de huir, y mató a gran número de ellos; hasta el punto de que en aquel día murieron más de 6.000 y fueron aprehendidas por los romanos un número de armas mayor aún.

Los marsos, furiosos como bestias salvajes por esta derrota, se armaron de nuevo y se prepararon para atacar a los romanos, que no se atrevían a tomar la iniciativa en el ataque ni a comenzar la batalla. Y es que se trataba de un pueblo muy belicoso, y dicen que sólo en virtud de este desastre se había obtenido un triunfo sobre ellos. Existía hasta aquel entonces un dicho de que no había triunfo sobre los marsos ni sin los marsos».

Según Osorio situa a Sila en otro lugar: «Mario eliminó a 6.000 marsos y despojó de sus armas a 7.000. Sila, enviado con 24 cohortes a Esernia, donde los ciudadanos y soldados romanos estaban retenidos en angustioso asedio, salvó, en un gran combate y con grandes pérdidas por parte de los enemigos, a la ciudad y a los aliados«.

En las Periochae, la caída de Esernia y la victoria de Mario aparecen emparejadas: «Y, para que la suerte de la guerra fuese cambiante, la colonia de Esernia cayó, junto con Marco Marcelo, en poder de los samnitas, pero Caio Mario, por su parte, derrotó a los marsos en una batalla en la que resultó muerto Hierio Asinio, pretor de los marrucinos«.

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Guerra Social Romana. Se enfrentaron las fuerzas de Roma contra las fuerzas de sus socios, ambos emplearon el mismo armamento, las mismas tácticas y tenían una instrucción similar. Las bajas fueron numerosas en ambos bandos. Autor Ángel Todaro

Batalla de Firmo o Firmun

Pompeyo Estrabón, estaba siendo asediado en la ciudad de Firmo por el marso Tito Lafrenio, había conseguido armar a sus tropas, pero no se atrevió a entablar combate. Sexto Julio César fue hacia el norte con refuerzos a la ciudad de Firmo.

Cuando Pompeyo tuvo constancia de la llegada de Sexto César, hizo dos salidas desde Firmo, una bajo el mando de Sulpicio para que diera un rodeo y se situase detrás de Lafrenio, y otra dirigida por él en persona atacaría de frente. Una vez trabado el combate, ambos ejércitos pasaron dificultades, pero Sulpicio prendió fuego al campamento de los enemigos, y estos últimos, al percatarse del hecho y a la muerte de Lafrenio durante la lucha, huyeron a Ásculo en desorden y sin su general. Pompeyo, entonces, se dirigió hacia Ásculo y la puso bajo asedio.

Apiano lo describe «Pompeyo armó de inmediato al resto de sus tropas, pero no se atrevió a entablar combate. Sin embargo, cuando se aproximaba otro ejército, envió a Sulpicio para que, dando un rodeo, tomara posiciones detrás de Lafrenio, y él en persona atacó por el frente. Una vez trabado el combate, ambos ejércitos pasaron dificultades, pero Sulpicio prendió fuego al campamento de los enemigos, y estos últimos, al percatarse del hecho, huyeron a Ásculo en desorden y sin su general, pues Lafrenio había caído en la lucha. Pompeyo, entonces, se dirigió hacia Ásculo y la cercó«.

Sin embargo, el general itálico Vidacilio logró entrar en Ásculo, proveniente de Apulia, antes de que las líneas de asedio estuvieran cerradas. Los romanos, a continuación, decidieron dar el mando a Sexto Julio César, probablemente para que Pompeyo pudiese ir a Roma a conseguir el consulado para el año 89 AC. Sin embargo, César murió de enfermedad y Gayo Bebio fue designado sucesor. Mientras tenía lugar aquel asedio al centro neurálgico rebelde, etruscos y umbrios parecían dispuestos a cambiar de bando.

«Mientras tenían lugar estos sucesos en la vertiente adriática de Italia, los pueblos que habitaban al otro lado de Roma, etruscos y umbros y otros pueblos vecinos suyos, al conocer estos hechos, se sintieron animados a hacer defección. Por consiguiente, el senado, temiendo que la guerra los rodeara por todas partes y fuera incontrolable, establecieron guarniciones en la zona costera entre Cumas y la ciudad a cargo de hombres libertos, que entonces por primera vez habían sido enrolados en el servicio militar a causa de la escasez de soldados. El senado decretó, además, que aquellos aliados itálicos que aún permanecían en la alianza obtuvieran el derecho de ciudadanía, lo cual era precisamente la cosa que más deseaban casi todos. Así pues, envió este decreto a los etruscos, quienes aceptaron encantados la ciudadanía. Con esta gracia, el senado hizo a los fieles, más fieles, confirmó a los que estaban dudosos, y dulcificó a los enemigos con una cierta esperanza de medidas similares«. Apiano.

Tras derrotar Mario a los marsos, no estaba dispuesto a aventurar a sus tropas en acciones de dudoso resultado, prefiriendo mantenerse sobre el terreno, mientras sometía a sus soldados a un riguroso entrenamiento, al parecer tuvo encuentros con el grueso de las tropas rebeldes al mando de Popedio Silón: Es fama también que Popedio Silón, el hombre que gozaba de mayor prestigio y autoridad entre los enemigos, le espetó lo siguiente: ¡Mario, si eres un gran general, baja y pelea!; a lo que Mario contestó: ¡Si lo eres tú, oblígame a hacerlo contra mi voluntad!.

En otra ocasión en la que el enemigo dio a los romanos la oportunidad de atacar, como estos se acobardaron, Mario reunió en asamblea a sus hombres y les gritó: ¡No acierto a decir quién es más cobarde, si el enemigo o vosotros, porque ni ellos han sido capaces de ver vuestra espalda, ni vosotros su nuca!.

Según Plutarco «Cayo Mario combatió contra los marsos con resultados dudosos» y concluye «Al final, abandonó el mando del ejército alegando que se encontraba con sus capacidades físicas menguadas debido a su mala salud«.

Frente samnita o meridional 90 AC

El cónsul Lucio Julio César, con la ayuda de legados como Cornelio Sila, buscaba aislar a los samnitas del territorio vecino, sobre todo de las tierras ricas de la Campania, manteniendo de este modo las comunicaciones terrestres con Roma.

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Frente Samnita o Meridional en el 90 AC. Marco de la Guerra Social Romana

Batalla de Esernia o Aesernia

Vetio Escatón derrotó a Sexto Julio, dio muerte a 2.000 de sus hombres y marchó contra Esernia (Aesernia) ciudad romana en pleno territorio samnita, era la llave de la vía de comunicación apenina entre Corfinium y Benevento, la caída de la misma supondría que los dos grupos sublevados podrían establecer un contacto directo); sus comandantes Lucio Escipión y Lucio Acilio huyeron disfrazados de esclavos, y los enemigos, al cabo de algún tiempo, redujeron a la ciudad por hambre. Mario Egnacio, por su parte, tras haberse apoderado a traición de la ciudad de Venafro, dio muerte a dos cohortes romanas que estaban en ella.

Marco Lamponio destruyó a 800 soldados del ejército de Licinio Craso y persiguió a los demás hasta la ciudad de Grumento.

Cayo Papio se apoderó de Nola a traición y ofreció, mediante una proclama a los 2.000 soldados romanos que había en ella, servir a sus órdenes, si cambiaban de alianza. Estos aceptaron y Papio los enroló en su ejército, pero los oficiales no obedecieron la proclama, y fueron hechos prisioneros y dejados morir de inanición por Papio. Este último se apoderó también de Estabia, Minervio y Salerno, que era una colonia romana; a los prisioneros y esclavos apresados en aquellos lugares los enroló en su ejército. Cuando se puso a devastar todo el territorio que rodeaba a Nuceria, las ciudades vecinas se sometieron por el terror y le suministraron, cuando lo solicitó, un ejército de 10.000 soldados de infantería y 1.000 jinetes, y con estas fuerzas Papio puso cerco a Acerra.

Batalla del monte Tiferno

Mientras Lucio César atravesaba con 30.000 soldados de infantería y 5.000 jinetes una garganta rocosa (monte Tifernus, actual Matese), fue atacado de repente por Mario Egnacio. Rechazado hasta el interior del desfiladero, escapó en una litera, a causa de una enfermedad, hasta un río (Volturnus) en el que había un solo puente, y, tras perder allí a la mayor parte de su ejército y el armamento del resto de las tropas, se refugió a duras penas en Teano o Teanum y armó, como pudo, a los que todavía conservaba. Cuando le llegó con prontitud otro gran contingente de tropas de refuerzo se trasladó a Acerra o Acerrae, que aún sufría el asedio de Papio. Ambos generales acamparon frente a frente, pero no se atrevían a atacarse el uno al otro por miedo.

Batalla de Acerra o Acerrae

César avanzó contra Acerra con 10.000 soldados de infantería galos y tropas de caballería e infantería númidas mauris. Papio sacó de Venusia a Oxynta, el hijo de Yugurta rey de los númidas, que se hallaba en esta ciudad bajo custodia romana; lo vistió con la púrpura real y lo exhibía con frecuencia ante los númidas que servían bajo César. Muchos de ellos desertaron en masa hacia él como si lo hicieran hacia su propio rey; al resto de los númidas, César los envió de regreso a África por considerarlos poco dignos de confianza. Sin embargo, cuando Papio le atacó con desprecio y había echado abajo una parte de la empalizada de su campamento, envió por otras puertas a la caballería y mató a 6.000 soldados de Papio, después de lo cual César se retiró de la ciudad de Acerra. En la región de la Apulia, se pasaron a Vidacilio Canusio, Venusia y muchas otras ciudades. Algunas otras que no se sometieron, las sitió, y dio muerte a los romanos insignes que había en ellas, en tanto que al pueblo llano y a los esclavos los enroló en su ejército.

Batalla sin nombre

«Lucio Julio César, por su parte, después de haber huido tras su derrota a Esernia, reunió tropas de todas partes y eliminó a muchos miles de enemigos en un enfrentamiento con samnitas y lucanos. Y tras haber sido aclamado general por su ejército y haber enviado noticias de la victoria a Roma, los senadores, al sonreír esta nueva esperanza, se despojaron del sayo, es decir del vestido de luto que se habían puesto a comienzos de la guerra de los aliados, y se volvieron a poner la antigua honrosa toga«. Osorio.

Las Periochae los confirman «El cónsul Lucio Julio César luchó contra los samnitas con resultado favorable. A causa de esta victoria, en Roma se quitaron los uniformes militares«.

En su conjunto, el balance del año 90 se presentaba desfavorable para Roma, que tuvo que recurrir al reclutamiento de libertos para completar sus tropas, pero también a armar ciertas ciudades aliadas, como Capua, hecho que señala la debilidad de las colonias latinas.

Los dos cónsules elegidos para el año 89 AC fueron Pompeyo Estrabón y Lucio Porcio Catón compartieron el frente marso, mientras el legado Lucio Cornelio Sila se le asignaba el frente marso. Pompeyo volvió a enfrascarse en el asedio de Asculum. Asimismo, los marsos fueron forzados a rendirse y Corfinium-Itálica capturada, lo que obligó a trasladar la capital de los confederados a Bovianum. Los vestinos también fueron sometidos, igual que los marrucinos y los pelignos.

Frente marso o septemtrional 89 AC

Batalla sin nombre

Los sublevados se dieron cuenta con suficiente claridad del desmoronamiento de su coalición y quisieron reaccionar antes de que fuese demasiado tarde, es decir, cuando la concesión de los beneficios que concedía la ley Julia hubiese convencido definitivamente a los rebeldes de lo vano de la lucha. Los marsos, en un desesperado esfuerzo, a través de los pasos de los Apeninos, intentaron alcanzar las regiones de Umbría y Etruria.

«Los sublevados en torno al Adriático, cuando aún no conocían el cambio de actitud de los etruscos, enviaron a Etruria en su ayuda a 15.000 hombres por un camino intransitable y largo, y Cneo Pompeyo, que ya era cónsul, cayó sobre ellos y mató a 5.000. Los restantes se retiraron hacia sus lares a través de un territorio inhóspito, y en medio de un invierno muy riguroso, y la mitad de ellos tuvieron que alimentarse de bellotas, por lo que perecieron«. Apiano.

Motín de Catón

Mientras Pompeyo continuaba con el asedio de Asculum, Porcio Catón debía emprender acciones contra los marsos; no obstante, el primer problema con el que se topó fue un motín entre sus tropas: «Que como la mayor parte del ejército que tenía Catón era de origen urbano y, más bien, demasiado viejo, resultaba en general menos fuerte y una vez que se había atrevido a reprochárselo, porque no querían esforzarse ni cumplir las órdenes con entusiasmo, poco faltó para que quedara cubierto por las piedras arrojadas por ellos. Y habría muerto si hubieran tenido piedras en abundancia. Como el lugar en que les había tocado estar se podía cultivar y era, por fortuna, húmedo, no le pasó nada al recibir los terrones. Pero Cayo Ticio (Titio o Titinio), el promotor de la rebelión, hombre del foro, que se ganaba la vida en los juzgados y que hacía uso de una libertad de palabra excesiva unida a la desvergüenza, fue apresado y enviado a la ciudad ante los tribunos, pero no fue condenado«. Dión Casio.

Batalla del lago Fucino

El cónsul Lucio Porcio Catón murió en combate contra los marsos cerca del lago Fucino, las circunstancias de su muerte no están nada claras.

«El cónsul Porcio Catón, tras llevar a cabo valientemente unas cuantas acciones con las tropas de Mario, se jactó diciendo que Cayo Mario no hizo cosas mayores; y por ello, mientras guerreaba contra los marsos junto al lago Fucino, fue asesinado por el hijo de Cayo Mario en el tumulto de la lucha, dando la impresión por ello de que se trató de un asesino desconocido. Su lugarteniente Cayo Gabinio murió en el asalto al campamento enemigo». Osorio, sin embargo Apiano no dice la causa »Ese mismo invierno, Porcio Catón, el colega de Pompeyo, murió mientras combatía contra los marsos». Mientras que Periochae lo describe de otra manera «Después de realizar una brillante campaña y derrotar en varias ocasiones a los marsos, el cónsul Lucio Porcio cayó durante el asalto al campamento de éstos. Esa circunstancia dio a los enemigos la victoria en aquel combate«.

Asedio de Asculo o Asculum

En noviembre del 89 AC, finalmente, Pompeyo Estrabón consiguió tomar Ásculo, el único gran centro del frente norte que continuaba en manos de los itálicos. Vidacilio, al que habíamos visto buscar refugio en la ciudad, antes de suicidarse hizo ejecutar a todos los sospechosos de pactar la paz con los romanos. La muerte de Vidacilio tuvo lugar antes del ataque final, celebrando un banquete con sus amigos y tomando veneno, para después ordenar a sus amigos que le prendieran fuego. La caída de Ásculo significó el desmoronamiento definitivo del frente septentrional. Pompeyo Estrabón había tomado cumplida venganza del ultraje inferido dos años atrás, y no dudó en celebrar el primer y único triunfo de la Guerra Social: el Asculaneis Picentibus.

«Durante el consulado de Cneo Pompeyo y Lucio Porcio Catón, Pompeyo sitió durante largo tiempo la ciudad de Ásculo; y, a pesar de ello, no la hubiera podido tomar al asalto, si no hubiesen salido sus habitantes a campo abierto, donde los derrotó con durísima violencia. Dieciocho mil marsos cayeron en este combate con su general Frauco, y fueron capturados tres mil. Por otro lado, cuatro mil itálicos que habían escapado a esta matanza, habían alcanzado casualmente, tras reunirse todos en un solo grupo, la cima de un monte, donde, acosados y agobiados, tuvieron una miserable muerte producida por el frío de las nieves. Efectivamente, se les veía con la cara atónita, tal como ésta había quedado con el terror a los enemigos reflejado en ella, unos recostados sobre los troncos de los árboles, o sobre las rocas, otros apoyados en sus armas, pero todos con los ojos abiertos y los dientes descubiertos como si estuviesen vivos; y, para los que los contemplaban de lejos, no había ningún indicio de muerte, salvo la larga inmovilidad, la cual evidentemente no puede aguantar largo tiempo la natural viveza de la vida humana. En ese mismo día combatieron y fueron derrotados los picentinos, cuyo jefe, Vidacilio, tras convocar a los más importantes de los suyos, se suicidó con veneno después de un magnífico banquete y largas copas, animando a todos a que siguieran su ejemplo; todos alabaron su acción, pero ninguno le imitó«. Orosio.

«Ásculo era la patria de Vidacilio y, temeroso por su seguridad, se apresuró en su socorro con ocho cohortes. Envió aviso previo a los asculanos con la orden de que, cuando vieran que él avanzaba desde lejos, hicieran una salida contra los sitiadores, de manera que sostuvieran el combate en dos frentes a la vez. Los asculanos, no obstante, dudaron, pero Vidacilio, a pesar de ello, forzó el paso hasta la ciudad a través de las filas enemigas con las tropas que llevaba consigo, y censuró a los habitantes por su cobardía y desobediencia. Y como no tenía ya esperanzas de salvar a la ciudad, mató a todos los enemigos que, durante largo tiempo, habían mantenido diferencias con él y que, en aquella ocasión, habían hecho desistir, por envidia, al pueblo de obedecer sus órdenes. Después, tras haber apilado una pira en el templo y colocado un lecho sobre ella, celebró un banquete con sus amigos; en medio de las libaciones tomó un veneno y, acostándose sobre la pira, ordenó a sus amigos que le prendieran fuego. Así murió Vidacilio, un hombre que juzgó un honor morir por su patria«. Apiano.

Con la caída de Ásculo, dio por finalizada las operaciones en este frente, no obstante Pompeyo permaneció en suelo piceno para prevenir cualquier rebrote de las hostilidades.

Frente samnita o meridional 89 AC

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Frente Samnita o Meridional en el 89 AC. Durante la Guerra Social Romana

Batalla de Nola

En el frente samnita los romanos pasaron a la ofensiva al mando de Cornelio Sila. Su ejército fue completado con una legión de hirpinos leales a Roma. Sila asedió Pompeya, donde un motín había terminado con la vida del general romano Postumio Albino, sin castigar a nadie tras tomar la ciudad. Los esfuerzos de Sila en Pompeya fueron aprovechados por el itálico Lucio Cluentio para fijar su campamento cerca del suyo.

Sila, sin esperar a reunir todas sus tropas, le atacó de inmediato, perdiendo en el combate. Por suerte para los romanos, un nuevo ataque pudo poner en fuga a Cluentio. Los derrotados huyeron a Nola, y Sila les persiguió. Los de Nola solo abrieron una de las puertas de la ciudad, hecho que aprovechó Sila para matar a muchos al pie de la muralla, incluido el mismo Cluentio. El asedio duró largo tiempo, mientras ciudades como Stabia o Herculano pasaron definitivamente a manos romanas.

«Lucio Cluentio fijó su campamento, con gran desprecio, a una distancia de tres estadios de Sila, que estaba acampado en los alrededores de los montes de Pompeyo. Sila no toleró su arrogancia y sin aguardar a aquellas de sus tropas que habían salido a forrajear atacó a Cluentio. Derrotado en esta ocasión huyó, pero, cuando obtuvo los refuerzos de los que habían regresado del forrajeo, puso en fuga a Cluentio. Este último trasladó su campamento a una distancia mayor, mas, al llegar hasta él algunas tropas galas, de nuevo se aproximó a Sila. Cuando ambos ejércitos iban al encuentro, un galo de enorme estatura se adelantó y retó a un duelo a cualquier romano; y una vez que un mauritano de pequeña envergadura le hubo dado muerte haciéndole frente, los galos huyeron al punto llenos de temor. Después que quedó rota la línea de batalla de Cluentio, el resto de las tropas no permaneció ya en su puesto, sino que huyó a Nola en desorden. Sila les siguió dando muerte a 3.000 de ellos en el curso de la persecución, y, como los habitantes de Nola les dieron acogida por una sola puerta para que los enemigos no entraran con ellos, mató a otros 20.000 en torno a las murallas, entre los cuales cayó Cluentio luchando con bravura». Apiano

Batalla de Aeclanum

Tras controlar buena parte de la Campania, Sila se dirigió al territorio de los hirpinos y atacó Aeclanum. Sus habitantes le pidieron tiempo para decidirse a aceptar la rendición, puesto que estaban esperando ayuda de los lucanos, pero Sila, dándose cuenta de la maniobra, apiló leña seca en torno a las murallas, que eran de madera, y les prendió fuego. El uso de empalizadas de madera refleja hasta qué punto muchas ciudades no estaban preparadas militarmente. Los de Aeclanum entregaron la ciudad, pero Sila la saqueó, como castigo por no haber capitulado sin lucha. A continuación, el resto de los hirpinos se rindieron ante Roma.

»Sus habitantes, que esperaban ese mismo día la llegada de los lucanios en su ayuda, pidieron a Sila que les diera un tiempo para decidirse. Y éste, dándose cuenta de la maniobra, les concedió una hora, y entretanto apiló haces de leña seca en torno a las murallas, que eran de madera, y al cabo de una hora les prendió fuego. Los de Eculano, llenos de temor, entregaron la ciudad, y Sila la saqueó por no haberse rendido voluntariamente, sino por la fuerza; sin embargo, perdonó a otros que se rindieron ellos mismos, hasta que el pueblo de los hirpinos quedó sometido en su totalidad». Apiano.

Batalla de Bovianum

En verano todo estaba preparado para que Sila atacase el corazón del Samnio. Sila inició una marcha envolvente, dirigiéndose hacia el norte de la región, de modo contrario a las expectativas del general samnita C. Papio Mutilo, que fue derrotado y, herido, se refugió en Aesernia, donde se suicidaría. A continuación Sila se dirigió a Bovianum, la nueva capital rebelde. La ciudad tenía tres ciudadelas, pero una hábil maniobra de Sila consiguió tomarla.

La capital itálica volvió a cambiar de sede, trasladándose a Aesernia. Allí los rebeldes trataron de reorganizarse nombrando comandante supremo a Q. Popedio Silón, asistido de cuatro legados, representantes de las dos únicas comunidades que aún continuaban resistiendo: lucanos y samnitas. De hecho, solo quedaban dos focos centrados en Aesernia, en los Apeninos, y Nola, en la Campania inferior, todavía sitiada por los romanos. Las victorias de Sila en el verano del 89 AC, le catapultaron hacia el consulado del año siguiente.

»Después, marchó contra los samnitas, no por donde Motilo su general vigilaba los caminos, sino por otra vía de acceso inesperada, tras dar un rodeo. Los atacó de repente y mató a muchos, los demás huyeron en forma dispersa y Motilo resultó herido y se refugió en Esernia con unos pocos. Sila destruyó su campamento y se dirigió a Boviano, donde se hallaba el Consejo común de los sublevados. La ciudad tenía tres ciudadelas, y como los bovianos atacaban a Sila desde una de ellas, éste envió a algunas tropas para que, dando un rodeo, se apoderaran de cualquiera de las otras dos que pudieran y le hicieran una señal con humo. Y cuando fue divisado el humo, les atacó de frente y, después de luchar con denuedo durante tres horas, se apoderó de la ciudad.

Éstos fueron los triunfos de Sila en este verano. Al aproximarse el invierno, regresó a Roma para presentarse como candidato al consulado«. Apiano.

Batalla del río Ofanto

De forma paralela, el pretor Cayo Cosconio, siguiendo la costa adriática desde el norte, atacó la ciudad apuliana de Salapia, y consiguió su rendición después de prenderle fuego. Tras la victoria, continuó su marcha hacia el sur con el asedio de Cannas y Canusium, en cuya ciudad sostuvo una severa batalla contra los samnitas que acudieron para socorrerla. Trebacio, el general samnita, invitó a Cosconio a que pasase el río Ofanto y así entablar batalla. Finalmente, fue el samnita Trebacio quien lo cruzó, cayendo en el engaño de Cosconio y siendo vencido. Posteriormente, el pretor recorrió los territorios cercanos, derrotando a las gentes de Larinum, de Venusia y de los alrededor de Ausculum.

«… otro pretor romano, Cayo Cosconio, atacó a Salapia y le prendió fuego. También se apoderó de Cannas, y cuando sitiaba a Canusio sostuvo una severa batalla con los samnitas que acudieron en ayuda de la ciudad; finalmente, después de que ambos ejércitos sufrieran muchas bajas, Cosconio, derrotado, se retiró a Cannas. Puesto que los separaba un río, Trebacio, el general samnita, invitó a Cosconio a que pasara a su orilla para trabar combate o a que se retirara para atravesarlo él. Cosconio se retiró y atacó a Trebacio cuando lo estaba atravesando; fue superior a él y, mientras el general samnita huía en dirección al río, mató a cinco mil de sus hombres; el resto huyó con Trebacio hasta Canusio. Cosconio recorrió los territorios de los larineos, venusios y ausculanos, invadió el de los pedículos y en dos días capturó a su población«. Apiano.

Cosconio, tras perseguir a Trebacio hasta el río Aufidus, se internó hacia Larinum, Venusia y Ausculum (no confundir con Asculum).

Batalla sin nombre

Cecilio Metelo, su sucesor en el mando de Sila, invadió la Apulia, en una campaña relámpago, y venció también a los yapigios. En el invierno de 89/88, los sublevados, después de tantas derrotas, trataron de reorganizarse nombrando comandante supremo al marso Quinto Popedio Silón, asistido por cuatro legados, representantes de samnitas y lucanos, las dos únicas comunidades que todavía continuaban resistiendo.

«Siendo, por tanto, más débiles y reducidos en número, ya que los marsos y otras naciones vecinas se habían pasado a los romanos, acordaron abandonar Corfinium y se trasladaron a Aesernia, una ciudad samnita, al mando de cinco comandantes, de los cuales hicieron a Quinto Popedio el jefe de todos. Con el consentimiento de los otros comandantes, Popedio movilizó un ejército que, con los antiguos combatientes, ascedía a 30.000 hombres. Y, además, se pudieron reunir otros 20.000 infantes y 1.000 jinetes por la manumisión de esclavos, a los que se tuvo que armar de forma apresurada«.

El antes extenso samnita quedaba entonces reducido a dos focos principales apoyados en la posesión de sendas plazas fuertes, Aesernia (en el Apenino) y Nola (en la Campania).

Batalla sin nombre

El ejército que Quinto Popedio Silón había logrado reunir fue derrotado en una batalla sin nombre por el romano Mamerco.

«Viniendo (Popedio Silón) a la batalla con los romanos, cuyo comandante era Mamerco, mató a algunos de ellos, pero perdió más de 6.000 de sus propios hombres. Casi al mismo tiempo Metelo capturó la importante ciudad de Venosa en Apulia, en donde se guarnecía gran número de soldados, e hizo más de 3.000 prisioneros«.

Popedio Silón, el líder rebelde marso, perdió la vida en dicha acción, desesperados los itálicos pidieron ayuda a Mitridates VI rey del Ponto.

«Y ahora los romanos prevalecieron cada día más y más en contra de sus enemigos; por lo que los italianos enviaron emisarios a Mitrídates, rey del Ponto, que tenía entonces un ejército excelente y bien equipado, para rogarle que marchara a Italia con su ejército, para oponerse a los romanos; le dijeron que el poder romano podría ser fácilmente roto. Mitrídates contestó que marcharía a Italia tan pronto como hubiera sometido Asia, tarea en la que se encontraba en esos momentos. Por tanto, los rebeldes se sintieron frustrados en sus esperanzas de asistencia inmediata y de la entrega de dinero; estaban desanimados porque no quedaban más que unos pocos samnitas junto con los sabelios de Nola, y también Lamponio y Clepitio, que mandaban a los lucanos«.

Operación de Metelo en Apulia

Una incursión de Metelo en la Apulia acabo prácticamente con la guerra:

«Cecilio Metelo, su sucesor en el mando (de Cosconio), invadió la Apulia y venció también a los yapigios. Popedio, otro de los generales sublevados, perdió la vida en esta acción y los demás se pasaron, en grupos, a Cecilio. Estos fueron los acontecimientos en Italia relativos a la Guerra Social, que alcanzó sobre todo su máximo apogeo hasta que toda Italia accedió a la ciudadanía romana, con excepción en un principio de los lucanos y los samnitas; pues, me parece que éstos obtuvieron también después lo que deseaban«. Apiano.

Final de la guerra

Los rebeldes lucanos se replegaron sobre el Brucio (Bruttium), para continuar la resistencia en la intrincada orografía de la región con la esperanza de extender la guerra a la vecina Sicilia.

La progresiva disminución de la actividad bélica mantuvo en activo a unos 100.000 soldados del bando romano, incluidas las tropas provinciales, frente a un número indeterminado, pero no muy alto (varias decenas de miles, tal vez), de lucanos, samnitas e itálicos en general que no se habían rendido.

De este modo, a comienzos del año 88 AC los focos de la sublevación estaban totalmente localizados, lo que dio a la guerra el carácter de simples operaciones de policía.

Concesiones a los aliados

El resultado de la Guerra Social Romana, fue sin duda una paradoja de lo más interesante, en la cual el vencedor (Roma) se vio obligado a ceder a las reclamaciones de los vencidos. Llegó a otorgar la ciudadanía de forma masiva a los sublevados a cambio de que estos rindiesen sus armas, ya que, en el transcurso de esos años se decretaron tres leyes que terminarían dando la ciudadanía romana a los itálicos:

  • Ley Julia, del año 90 AC, Roma otorgaba la ciudadanía romana a las ciudades itálicas que habían permanecido fieles y lo solicitasen, autorizando a los generales a concederla a los soldados no romanos que lo mereciesen.
  • Ley Plautia Papiria, del año 89 AC, Roma concedía la ciudadanía a cualquier itálico, incluso sublevado, que se hiciese inscribir en los registros del pretorio en un plazo de dos meses.
  • Ley Pompeya, del año 89 AC, que otorgaba el derecho latino a las ciudades de la Galia Cisalpina que aún no lo poseían. Benefició sobre todo a las ciudades situadas al norte del río Padano (Po).

La extensión de la ciudadanía romana por Italia impulsó una importante y progresiva homogeneización cultural y de costumbres, convirtiendo prácticamente toda Italia en una gran unidad social y política.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2016-09-13. Última modificacion 2023-02-13.
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