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Antecedentes
«Una guerra de ocupación en España es inviable porque provocaría un levantamiento popular«. Eso escribió un general francés en 1794, en lo más duro de la Guerra de los Pirineos, cuando los franceses habían ocupado parte de Cataluña y del País Vasco pero se enfrentaban allí a la resistencia feroz de las guerrillas españolas. Quien lo escribió era el general más joven del ejército francés, tenía solamente 25 años y se llamaba Napoleón Bonaparte.
A la Guerra de los Pirineos o del Rosellón la llamaron en Cataluña “la Gran Guerra”, porque a diferencia de los conflictos limitados del XVIII fue una guerra total, una guerra entre naciones, no solo entre ejércitos.
En 1792 las tropas francesas habían derrotado, contra todo pronóstico, a los prusianos en la batalla de Valmy y a los austriacos en la batalla de Jemappes. Los revolucionarios se sintieron entonces lo bastante fuertes como para condenar a muerte al rey Luis XVI. La Convención (el parlamento revolucionario) lo juzgó y condenó, y fue guillotinado el 23 de enero de 1793.
Eso provocó la formación de una coalición antifrancesa: a Austria y Prusia se les unieron Gran Bretaña, Holanda, Piamonte y Nápoles.
España no se sumó a la Coalición porque Godoy prefería esperar a que los coligados debilitaran a Francia para entrar en el conflicto. Pero la Convención no le dio esa oportunidad, el 7 de marzo de 1793 Francia declaró la guerra a España con la excusa de un supuesto tratado secreto hispano-británico. El 23 de marzo en un documento fechado en Aranjuez, España declaraba la guerra a Francia.
Lo cierto es que Francia no necesitaba excusas. Estaba en manos de los jacobinos, los fanáticos liderados por Robespierre que se sentían llamados a extender la Revolución por toda Europa y crear un mundo nuevo. La declaración de guerra a España fue un acto de soberbia desmedida de los jacobinos, ya que tenían frentes abiertos contra Austria y Prusia; eran inminentes desembarcos ingleses; y debía hacer frente a rebeliones internas en La Vendée y Lyon. Por lo que solamente había 10.700 soldados franceses en el ejército de los Pirineos bajo el mando del general Matthieu La Houlière, que contaba con otros 10.279 de reserva, contaba además con 20 cañones y 200 gendarmes mal montados.
El gobierno de Manuel Godoy, variando de la prudente opinión de su antecesor en el cargo, el conde de Aranda, que era partidario de una neutralidad armada y vigilante, pues no perdía de vista que el principal enemigo seguía siendo Gran Bretaña.
Se formaron tres cuerpos de ejército dispuestos a la acción:
- El primero en Guipúzcoa y Navarra, bajo el mando del general Ventura Caro con un contingente de 19.000 hombres.
- El segundo, en Huesca con 5.000 soldados bajo el mando del príncipe de Castelfranco.
- El tercero en Cataluña, bajo el capitán general Antonio Ricardos y Carrillo del Albornoz, un experimentado militar y buen conocedor de los Pirineos, con unos 36.000 efectivos, que era el destinado a emprender la ofensiva, quedando los dos primeros con la misión de proteger las fronteras.
Entre las fuerzas españolas se encontraban unos 4.000 voluntarios franceses legitimistas, partidarios de la monarquía derrocada y enemigos de la República, al mando del duque de Saint Simon, quien había sido nombrado grande de España. Meses después también se les unieron 5.150 soldados portugueses, más 22 cañones, que habían desembarcado en Rosas al mando del católico escocés John Forbes Skellater.
Ejército español en Cataluña
Las fuerzas de infantería eran los RIs de Guardias Españolas, Guardias Valonas, Granaderos de Andalucía, Legión de la Reina, Saboya, Soria, Guadalajara, Sevilla, Granada, Valencia, España, Mallorca, Murcia, Irlanda, Ceuta, Hibernia, Extremadura, Málaga, Barcelona 1 y 2, Órdenes Militares, Voluntarios de Castilla, Vallespir y de Suizos. En total 41 BIs.
Las fuerzas de caballería en el cuerpo de ejército de Cataluña se componía de 41 Escóns, encuadrados en 6 brigadas con un total de unos 6.000 efectivos, pero solo había unos 4.000 caballos “los caballos estropeados y los jinetes sin caballo se encontraban en los pueblos del Ampurdán”. La falta de caballos era crónica desde la guerra de sucesión. Estas brigadas eran:
- BRC de Iturriagaray: con los Carabineros Reales, Voluntarios de España y Dragones granaderos.
- BRC Pignateli: con los RCs Príncipe, Calatrava y Montesa.
- BRC de Velarde: con los RCs de Algarbe e Infante.
- BRC de Zubiría: con los RCs de Santiago y Borbón.
- BRD del Conde Haye: con los RDs de Pavía y Villaviciosa.
- BRD de Bretón: con los RDs de Sagunto, Lusitania y Numancia.
El plan consistía en aprovechar el efecto sorpresa y adelantarse a una invasión francesa. La operación se iba a completar con un avance de la flota española al mando del almirante Juan de Lángara, con 17 navíos, en combinación con la inglesa de 21, que conquistaron Tolón el 28 de agosto de 1793, gracias a la colaboración de sus ciudadanos, partidarios en su mayoría de la monarquía. Marsella también se entregó a la escuadra anglo-española, bajo la promesa aliada de devolver ambas a la monarquía gala cuando recuperase el trono. Como gobernador de Tolón quedó el almirante español Federico Gravina, que reforzó las defensas y llegó a contar con una guarnición de 13.336 soldados entre españoles, británicos, napolitanos, sardos y realistas franceses.
Toda la iniciativa la llevó Ricardos, que no solo era el mejor general, sino que disponía del mejor ejército. Godoy había tenido el buen juicio de nombrar capitán-general de Cataluña al general don Antonio Ricardos Carrillo de Albornoz, un aragonés nacido en Barbastro en 1727, veterano de la guerra de Sucesión Austriaca y de la guerra con Portugal, había estudiado en profundidad la organización militar prusiana y fundado el Colegio Militar de Ocaña para la formación de oficiales. Además, era buen conocedor de los Pirineos porque en 1768 había formado parte de la comisión para establecer los límites exactos de la frontera franco-española. No había nadie mejor en España para liderar aquella guerra.
El general Ricardos quería aprovechar su superioridad numérica antes de que se desvaneciera, pero la orden de inicio de las operaciones no llegaba por las cavilaciones y las dudas de Godoy.
Toma de Sant Laurent de Cerdans
Saint-Laurent de Cerdans del Rosellón era un pueblo de montaña a 8 km de la frontera española, que en aquel tiempo tenía unos 2.000 habitantes dedicados principalmente a la producción de tejidos de seda, le dio una excusa a Ricardos para comenzar la campaña.
El Jueves Santo de 1793, la población quería celebrar la tradicional procesión, el Vía Crucis, con la que el pueblo se identificaba especialmente porque le atribuían el haberles salvado de una epidemia. Pero el delegado la Convención se oponía enérgicamente a todo acto público religioso. Su prohibición encrespó tanto los ánimos de los lugareños, que el delegado tuvo que huir para salvar la vida. Pero regresó a los pocos días con 300 soldados para impartir un castigo ejemplar: guillotinar a unos, encarcelar a otros y confiscar bienes a todos.
Los paisanos no vieron más solución que pedir socorro a las tropas españolas, acantonadas justo al otro lado de la frontera. El 10 de abril, 3 hombres enviados por el alcalde cruzaron clandestinamente la frontera para llegar a Figueras y pedir ayuda a Ricardos.
El general encontró así la excusa perfecta para actuar: el 17 de abril envió 3.500 soldados bajo el mando del general Juan Escofet, entre los que se encontraban los RDs de Lusitania, Calatrava y Voluntarios de España, que pusieron en fuga a los soldados franceses que ocupaban Saint-Laurent, haciéndoles 12 muertos, capturando 2 banderas y 66 fusiles, y haciendo 17 prisioneros; evitando las represalias contra la población. Los paisanos recibieron eufóricos a las tropas españolas con los gritos de “Viva España” y “Viva la religión” y con los redobles de las campanas.
El Rosellón había pertenecido a la corona de Aragón hasta el año 1648, sus habitantes eran de cultura catalana y muchos veían con buenos ojos volver a formar parte de la católica España en vez de continuar en una Francia sumida en el caos y la violencia de la Revolución.
La simpatía de muchos roselloneses por la causa española no se mostró solamente en los vítores, también tuvo un efecto más práctico cuando 2.000 braceros ayudaron a pasar la artillería española por el paso de montaña del col de Portell. Uno de los organizadores de la resistencia era un tal Antonio Acosta, que posteriormente se nacionalizó en España, llegando a mandar el RC de Algarbe.
Batalla de Céret (20 de abril del año 1793)
Ricardos prosiguió su avance por el valle del Tech, tomando una serie de poblaciones a lo largo del río. El 17 de abril tomó Arles sur Tech. Tras la toma de Arlés el 18 de abril, más de un millar de voluntarios se alistaron en la Guardia Nacional de Perpiñán. Al mando del GB Willot partieron hacia la frontera, uniéndose en Céret a las fuerzas del general Gautier Kerveguen, jefe de Estado Mayor del general La Houlière. Ambos generales, cuyas fuerzas totalizaban unos 3.000 hombres con 8 cañones, habían decidido salir de Céret para atacar al enemigo en Arlés, pero se les habían adelantado los españoles.
En Céret, había un estratégico puente de piedra que se aprestaron a defender los franceses al mando del general Gautier Kerveguen; que dispuso sus tropas en dos grupos, el primero emboscado entre unos olivos a la izquierda del camino y la montaña, mientras que el segundo desplegó entre Céret y el puente del camino con la artillería, los 8×4 cañones, fueron emplazados unos metros delante del puente, enfilando la carretera de Arlés.
La tarde del 19 de abril, Luis Fermín de Carvajal y Vargas, conde de La Unión, el más joven de los generales españoles, tomó disposiciones para iniciar la toma y ocupación de Céret. Para ello dejó en Arlés una guarnición de unos 300 hombres y por la tarde de ese día desplegó compañías de cazadores y tropas ligeras en las alturas cercanas al castillo de los Baños, situado en el camino de Arlés a Céret, en actitud ofensiva y llamando la atención de los defensores franceses.
A medianoche, el resto de las fuerzas españolas, unos 3.000 infantes y 200 jinetes de caballería y dragones de los RDs de Lusitania y Calatrava, pasaron en silencio por debajo del castillo a la distancia de un tiro de fusil, de tal suerte que a las 06:00 horas, aparecieron delante de Céret.
El 20 de abril, el general Ricardos dispuso sus tropas en tres líneas:
- Primera línea: el RI-1 de Voluntarios de Cataluña y el RI de Voluntarios de Tarragona, a la derecha; Cías granaderos de Guardias Españolas, a la izquierda, al mando del propio Conde de la Unión.
- Segunda línea: Cías de granaderos de los RIs de Granada, Mallorca, Burgos y Valencia.
- Tercera línea: los RIs de Granada y Valencia, y varios Escóns al mando del brigadier José de Palafox.
El combate comenzó con el ataque de la infantería ligera de los Voluntarios de Cataluña y de Tarragona, que atacaron por la derecha el flanco izquierdo enemigo con un vivísimo fuego de fusilería que fue respondido por los soldados franceses, refugiados al abrigo de los olivares, y con la metralla de los 2×4 cañones emplazados delante del puente.
Seguidamente, el Conde de la Unión ordenó a las Cías de granaderos de Guardias Españolas que tomasen los dos cañones que enfilaban la carretera de Arlés. Los granaderos se precipitaron con intrepidez a la acción y, tras un vivo intercambio de disparos, se apoderaron de los 2 cañones y pusieron en huida los franceses. Los granaderos les persiguieron hasta el puente, donde tomaron los otros 2 cañones y mataron al oficial de artillería que estaba al mando y que, espada en mano, trataba de contener la huida de los suyos.
Desbordados por la izquierda y tomados sus cañones, los franceses comenzaron a retirarse, algunos de ellos arrojándose a las aguas del Tech y muriendo ahogados. La huida francesa no acabó en desastre por la enérgica defensa de un BI francés del RI Champagne que, al mando del Tcol Sauret, contuvo a los españoles y dio tiempo a los fugitivos a cruzar el puente en dirección a Boulou.
Los franceses sufrieron unos 400 muertos y 47 prisioneros. Los españoles capturaron 4 cañones con sus correspondientes trenes y dos banderas, y sufrieron solamente 19 bajas entre muertos y heridos.
El combate tan solo duró dos horas y media. En él se destacó personalmente el conde de la Unión, que mandó personalmente la primera línea en medio del fuego enemigo, de tal suerte que su caballo fue herido en la acción y su silla de montar atravesada por dos balazos. A las 10:00 horas, las tropas españolas entraron en el pueblo y formaron en la plaza a tambor batiente, y los dirigentes municipales entregaron el ayuntamiento. Más adelante se rindió sin lucha la fortaleza de Amelie les Baines.
Esta batalla significó la ocupación española del valle del río Tech en su progresión para la toma de Perpiñán. En el lado francés, la toma y ocupación de Céret provocó el pánico en Perpiñán, solo controlado por las duras medidas tomadas por los comisarios de la Convención. El general Willot fue enviado a Tolosa (Toulouse) a rendir cuentas, y el viejo general La Houlière, destituido de su cargo, se suicidó por no poder soportar la vergüenza de la derrota y su destitución. El ejército francés de los Pirineos se dividió en dos, el ejército de los Pirineos Occidentales, mandado por el general de Flers y el ejército de los Pirineos Orientales, mandado por el general Joseph Servan.
Los cuerpos españoles fueron traspasando la frontera reforzando la vanguardia. Cías del RI Infante llegaron el día 22 de abril, el día 25 entró en Céret el RD Lusitania, que acampó detrás del río Tech, entre Céret y su puente. Más tarde llegó el RD de Pavía y el 27 de abril el RC Calatrava. En breve se abrió un camino en el col de Portell para abrir paso a la artillería de acompañamiento y el tren de artillería de campaña que eran 18 piezas, escoltados por dragones de Pavía hasta llegar a Moureira, donde acamparon artilleros y dragones.
Más hacia la costa, las operaciones de conquista habían comenzado. 1.600 infantes y 160 caballos bajo el mariscal Crespo y el brigadier Cornel, atacaron un convoy que acudían en auxilio del castillo de Bellegarde. La operación tuvo éxito, infantes del RI de Cataluña, consiguieron cruzar el río Ter a la grupa de los caballos, y coparon el convoy.
El Rosellón estaba virtualmente conquistado, sin embargo, su capital Perpiñán, continuaba intacta, y a ella llegaban refuerzos desde Narbona, estimándose en 3.000 infantes, 800 jinetes y 6 cañones. A mediados de mayo se nombró al general Dagobert de Fontenille, un militar de reconocido prestigio como gobernador de Perpiñán.
Batalla de Mas Deu (17-19 de mayo de 1793)
En París Robespierre, alarmado por la inesperada penetración española, decretó la formación del ejército de los Pirineos Orientales, bajo el mando del general Louis Charles de La Motte-Ango, marqués de Flers, con Claude Fabre como “representante en misión”. Los representantes en misión eran diputados de la Convención que se enviaba a los ejércitos con funciones parecidas a lo que en el siglo XX serían los comisarios políticos. Fabre era un montagnard (jacobino más radical) que como diputado había votado a favor de la ejecución de Luis XVI y que irritaba a los militares por dos razones: se creía un gran estratega sin serlo y creía ver enemigos de la Convención por todas partes dentro del mismo ejército francés.
El general de Flers se incorporó a su puesto en Perpiñán el 14 de mayo, con tiempo nada más que para sancionar las medidas adoptadas por la Junta Militar Revolucionaria de Perpiñán; tomadas en virtud de un plan presentado la víspera por el general Dagobert, que se había presentado el 13 de mayo.
El plan consistía en la ocupación de la comarca montañosa de Los Aspres, situada al noroeste del río Tech. Desde allí podría contrarrestar el asedio al fuerte de Bellegarde y aumentar mucho el valor defensivo a los fuertes de Prats de Molló, castillo de Baños y Villafranca. Con audaces marchas por rutas de montaña conocidas por este general proponía encadenar las tropas españolas al valle del Tech; impidiéndoles su avance, amenazando su retaguardia, impidiendo el empleo de su artillería y caballería por lo quebrado del terreno y, finalmente, obligaría al ejército español de invasión a regresar a España por serle imposible cualquier avance hacia el llano.
Una vez concentrado el grueso del ejército y pasada la artillería por el col de Portell, el mal tiempo que sobrevino los primeros días de mayo obligó al general Ricardos a contener su avance. Una vez mejorado el tiempo, el 11 de mayo decidió atacar simultáneamente cuatro lugares inmediatos a Perpiñán con la finalidad de reconocer las defensas, tomar prisioneros y estorbar los dispositivos que estuvieran tomando los franceses.
Para ello dedicó una fuerza de unos 7.000 infantes, 1.000 caballos, 4 obuses y 12 cañones de batallón articulados en dos columnas, una mandada por el teniente-general duque de Osuna y otra mandada por el TG Juan Curtén. Las dos columnas partieron de Céret al anochecer del 11 de mayo. Alrededor de esa hora comenzó a llover con tal intensidad, que los caminos se llenaron de agua, el río Tech subió anormalmente de nivel y la crecida se llevó un puente de madera construido en Boulou por los españoles; de tal suerte que el paso de las unidades de la columna del duque de Osuna quedó cortado. En vista de la fuerza de la lluvia y de que no amainaba, el general Ricardos ordenó cancelar la operación y el regreso de las tropas a sus campamentos en Céret. Había estado lloviendo durante 14 horas seguidas, y se perdieron municiones y algunos caballos.
El general Ricardos esperó el tiempo estrictamente necesario para que la lluvia cesase y las aguas se retirasen. El 18 de mayo resolvió repetir el ataque de nuevo. Para ello ordenó el levantamiento del campamento de Céret y su instalación en la localidad de Boulou, a dos horas de Perpiñán y más cercano al fuerte de Bellegarde, cuyo asedio había sido iniciado.
Despliegue defensivo francés
Entre los días 16 y 17 de mayo el general Dagobert estableció su línea de defensa en el borde sur de la península del Rear, utilizando el escarpado lecho del río Rear como foso natural. Desplegó sus fuerzas entre dos posiciones llamadas Mas Deu y Mas Conte. La primera es una meseta a unos 2 kilómetros al oeste de la carretera La Junquera-Perpiñán, donde había habido un antiguo convento de Templarios. La segunda es una pequeña elevación situada a unos 1.500 metros al oeste de Mas Deu. Entre la carretera y Mas Deu estaba el bosque de Caseneuve, empleado por Dagobert para apoyar el ala izquierda de su despliegue. Al este de la carretera se hallan las alturas del Rear, una elevación lineal que discurre paralela a la carretera y que Dagobert hizo ocupar para proteger su extremo izquierdo. En ella se alzaba el castillo del Rear, antigua fortificación donde el general francés colocó cañones para batir el avance por la carretera.
Al oeste de Mas Conte, en la derecha de su línea defensiva, la península del Rear está cortada longitudinalmente por dos profundos barrancos que cortan la península en dos y que Dagobert mandó enfilar con parte de sus cañones.
La artillería estaba constituida por excelente material y servida por diestros artilleros. En el borde de la meseta quedó emplazada una batería de 14×12 y varios de a 4, dominando todas las avenidas que conducían a ella, desde el lugar de Villamulaque, a media legua de Mas Deu, hasta la última batería del ala izquierda.
Los franceses fueron reforzados con 2.500 de infantería y caballería, y estableció 3 campamentos con 5.000 hombres, 300 gendarmes y 15 cañones, las fuerzas eran voluntarios que se habían unido a los RIs de Medoc, Champagne y Vermandois.
Este era el dispositivo de defensa francés cuando en la madrugada del 19 de mayo la vanguardia del general Ricardos tropezó con él.
Despliegue inicial español
El general Ricardos disponía una fuerza de 12.000 infantes encuadrados en 12 BIs, 3.000 jinetes encuadrados en 6 regimientos, 4 obuses y 28 cañones de a 12 y de a 4, y se articularon en cuatro columnas:
- Vanguardia: al mando del mariscal de campo duque de Montellano, con el RIL-1 de Voluntarios de Cataluña, RIL de Tarragona, RI de Soria (1), RI de Granada (1), RI de Mallorca, RI de Valencia, RD de Pavía, 4×12 cañones y 4 obuses.
- Derecha: al mando del TG duque de Osuna con la BRC de Carabineros Reales, RI de Guardias Españolas, RC del Infante, 6×4 cañones.
- Izquierda: al mando del TG Juan Curten, con el RI de Guardias Valonas, RI de Burgos (1), RD de Lusitania, RD de Villaviciosa, RC del Príncipe, RC de Calatrava, 6×4 cañones.
- Centro: al mando del TG Garcerán de Villalba con 30 Cías de granaderos provinciales de Andalucía y Castilla la Nueva, RI de Hibernia, 4×8 y 2×4 cañones. Marcharía retaguardia de la vanguardia, y se uniría con ella cuando se detuviera ante la posición enemiga y ambas fuerzas formar el centro del despliegue español. Al mismo tiempo, debía actuar como fuerza de reserva en caso necesario.
A las 16:00 horas del 18 de mayo salieron de Céret las primeras unidades de los RILs de Cataluña y de Tarragona al mando del coronel Juan Miguel de Vives en dirección a Boulou para ocupar las alturas inmediatas y las salidas del pueblo para impedir que los vecinos informaran a los franceses acerca del avance español. El resto de la columna se puso en marcha a continuación de tal manera que a las 02:30 horas del día 19 de mayo, la columna de vanguardia estaba frente a Boulou.
A las 18:00 horas, el coronel Vives arrestó a dos paisanos procedentes de Perpiñán y por ellos se enteró de que en Mas Deu, a legua y media, estaban asentados los franceses. A la vista de estos informes, el general Ricardos suspendió la operación en curso y ordenó a sus generales que esperasen nuevas órdenes, que les serían dadas tras el reconocimiento que efectuaría en persona con su CG con dos destacamentos de unos 200 hombres cada uno.
Efectuado el reconocimiento, el general Ricardos observó que el ala derecha del general Dagobert estaba al descubierto y era más fácil de envolver que el ala izquierda, que estaba apoyada en el bosque de Caseneuve; y que el centro del dispositivo era muy fuerte debido al barranco del río Rear que le servía como foso. Por ello el general Dagobert decidió concentrar su artillería en las dos alas derecha e izquierda. Además, el general Dagobert, temeroso por lo expuesto de su ala derecha, había hecho retroceder las tropas de este ala hacia retaguardia de Mas Conte, renunciando a combatir en el paso del torrente que partía perpendicularmente la península del Rear.
- División de la izquierda con 1.180 hombres al frente, se encontraba en el camino hacia el pueblo de Bages junto a Pollestres bajo las órdenes de Claude Souchon De Champron.
- División del centro con 740 hambres bajo Louis-Charles De La Motte-Ango, marqués de Flers con el apoyo de Joseph-Etienne Timoléon.
- División de la derecha en con 2.680 hombres bajo Luc Siméon Dagobert de Fontenille, el camino hacia el pueblo de Thuir, cerca de Ponteilla.
Por ello, el general Ricardos varió el despliegue y disposiciones iniciales, con intención de envolver el ala derecha del dispositivo francés situado en Mas Conte. Para ello tomó las siguientes medidas:
- Ala derecha bajo el duque de Osuna con BRC de Carabineros Reales, 4 BIs del RI de Guardias Españolas, RC del Infante, y 6×4 cañones desplegaría frente a Mas Conte, fijando el ala derecha francesa. Posteriormente se convertiría en reserva
- Ala izquierda bajo el TG Curtén con con el RI de Guardias Valonas, RI de Burgos (1), RD de Lusitania, RD de Villaviciosa, RC del Príncipe, RC de Calatrava, 6×4 cañones, tomaría posiciones amenazando envolver el ala derecha francesa.
- Centro fijaría el centro francés
- Reserva la vanguardia pasaría a ser la reserva.
Colocó 14 piezas de artillería frente al barranco del río Rear que se extendía al pie de la meseta donde se hallaban desplegados los franceses.
A las 05:00 horas del día 19 de mayo las baterías españolas rompieron el fuego. La colocación de la artillería española obligó a Dagobert a concentrar sobre ella la mayor parte de la suya. Bien servida y mejor asentada, los artilleros franceses pronto consiguieron ventaja sobre los fuegos españoles, que en vano trataban de contrarrestar la superioridad del fuego de la artillería francesa.
Tras tres horas de duelo artillero, sobre las 08:00 horas, el general Ricardos comprendió que los franceses nunca abandonarían su ventajosa posición, por lo que tomó la decisión de atacar y ocupar la posición de Villamulaque desde tres direcciones. Esta era una pequeña población situada en una colina delante del barranco del río Rear donde los franceses tenían desplegadas tropas de infantería protegidas por los fuegos de la batería del centro francés. Simultáneamente lanzaría una carga de caballería contra el ala derecha francesa.
Impaciente ordenó al duque de Osuna con el ala derecha atacase la izquierda francesa, con la BRC de Carabineros Reales, 4 BIs del RI de Guardias Españolas, el RC del Príncipe y RC Calatrava (de la izquierda), así como los voluntarios del RI de Cataluña y del BI de Valencia (de la reserva).
Al mismo tiempo Ricardos en persona se puso al frente de la caballería con el RC del Infante (de Osuna), RD de Lusitania y RD de Villaviciosa (de Curten). El ataque de la caballería fracasó por lo irregular del terreno, no pudo rebasar las líneas francesas lo bastante deprisa como para evitar que la artillería enemiga se colocase en posición de ametrallarla, por lo que tuvo que retirarse.
Dagobert, temiendo ser desbordado por su derecha, reforzó ese ala sacando tropas de su flanco izquierdo, lo que hizo que el ataque de Osuna, que en principio era solo una distracción, alcanzara un éxito inesperado. Los voluntarios catalanes atacaron una batería francesa situada en una colina junto al castillo, 26 voluntarios, con 10 carabineros reales y 7 jinetes del RC del Infante, cargaron de flanco contra la batería, cuyos sirvientes huyeron sin hacerlos frente. La fuga se generalizó a través del bosque de Caseneuve, con la caballería española persiguiendo a los franceses.
El general francés viendo que su izquierda estaba hundida, intentó al menos despejar su derecha, ordenando a sus 300 gendarmes cargar. Los RDs Villaviciosa y Lusitania les salieron al paso, los gendarmes al ver lo que les venía encima, se dieron a la fuga sin llegar al choque, huyendo a galope tendido arrollando a la propia infantería por el camino, dejando solo a su general cuyo caballo había sido herido. El general Dagobert fue cogido prisionero, pero tuvo la habilidad de convencer a sus captores de que en realidad él era solo el edecán (ayudante) del general, y pudo escapar.
Tras la batalla de Mas Deu parecía que Ricardos podría avanzar directamente sobre Perpiñán, que era su objetivo principal. Perpiñán era, con 13.500 habitantes, la principal ciudad del Rosellón y, sobre todo, poseía unas fortificaciones formidables que permitirían a Ricardos mantenerse sobre suelo francés haciendo frente a futuros contraataques.
Cuando la noticia de la derrota llegó a Perpiñán cundió el pánico: un regimiento francés al completo se insubordinó cuando se le ordenó tomar posiciones en el exterior de las murallas, y su rebelión se extendió a otras unidades. Al caer la noche se extendió la voz de alarma, se acercaban tropas españolas. Se cerraron las puertas de la ciudad y los cañones abrieron fuego contra una columna que se acercaba. Resultaron ser en realidad soldados franceses, y sufrieron casi un centenar de bajas por la confusión.
Lo cierto era que Ricardos no se decidió a marchar sobre Perpiñán dejando guarniciones francesas intactas a sus espaldas. En la frontera, en la comarca francesa de Vallespir, Vauban, por orden de Luis XIV se habían construido o refortificado una serie de fortalezas. El general Houlière las defendía con 11.000 soldados, y Ricardos decidió dominar Vallespir antes de avanzar sobre Perpiñán.
Houlière sabía que en campo abierto sus hombres poco podían hacer contra los españoles, y optó por guarecerse en las fortalezas. Sin embargo, Ricardos era muy hábil en el empleo de la artillería para reducir las fortificaciones. A lo largo de mayo y junio los españoles fueron tomando una tras otra todas las fortalezas de la frontera sufriendo muy pocas bajas: Argeles, Elna, Cornella, y Prats de Molló. Finalmente sitio la fortaleza de Bellegarde, la más poderosa, con más de 1.500 hombres de guarnición, 41 cañones, y con fama de ser inexpugnable.
El asedio de Bellegarde duró 11 días, y finalmente, después de un bombardeo final de 32 horas ininterrumpidas en las que cayeron sobre el castillo 23.073 proyectiles y 4.021 bombas y granadas, la fortaleza capituló el 23 de junio.
Combate de Puig Oriol (30 de junio de 1793)
La caída de Bellegarde supuso un duro golpe final para el general Houlière, que no pudo soportar la humillación de tanta derrota y se suicidó. Los franceses acosados ante el éxito de Ricardos, se atrincheraron cerca de Perpiñán, en una zona llamada campo de la Unión. Ricardos consideró que era el momento de ir contra Perpiñán, pero antes quiso apoderarse de Collioure, Saint Elme y Port Vendres, iniciando el ataque en una llanura llamada Puig Oriol.
Para iniciar su acción, el general Ricardos señaló una altura de terreno muy quebrada llamada Puig Oriol, situada a escasamente uno o dos kilómetros de Collouire entre la cuenca de esta plaza y la llanura de Argelés, y desde la que podrían lanzarse con éxito las fuerzas españolas sobre Colluire, Port-Vendres y San Telmo.
Los franceses conocían el valor militar de Puig Oriol y habían establecido allí una batería para la defensa de Colluire al abrigo de un débil atrincheramiento de piedras amontonadas.
El mando de la operación recayó en el mariscal de campo José de Crespo, que era el comandante en jefe de las fuerzas españolas destacadas en Argelés desde su toma el pasado mes. Su plan consistía tomar la batería por sorpresa y no por asalto, para lo cual organizó tres columnas:
- Primera columna: 2.000 hombres al mando del mariscal Crespo con la misión de realizar un ataque directo simulado sobre la batería de Puig Oriol.
- Segunda Columna: 1.600 hombres al mando del brigadier Joaquín Oquendo con la misión de realizar el ataque principal mediante envolvimiento desde la montaña gracias a una marcha y asalto por sorpresa. Formarían parte de la columna unidades de los RIs de Córdoba, Málaga y 1° de Cataluña. La vanguardia de la columna la mandaría el coronel Roncali.
- Tercera Columna: 400 hombres y 200 jinetes al mando del brigadier Francisco Javier Negrete con misión de permanecer en el llano en observación e impedir cualquier socorro a la batería que pudiese llegar por mar.
La operación comenzó la noche del 29 al 30 de junio con la salida de las columnas desde Argelés. Pero dos espías franceses procedentes de Argelés ya habían alertado a los franceses del ataque español a Puig Oriol y de la fecha del mismo, por lo que un capitán francés del RI de Voluntarios de Medoc llamado Serre se presentó voluntario para defender la batería con 120 hombres del BI-III de l’Ariege y 2×4 cañones. Convino con el comandante de la plaza, un tal Valette, que en momento del ataque enviaría en su socorro desde Colluire tantos centenares de hombres como cohetes lanzara.
Puestos en marcha los españoles, en un momento de la noche la vanguardia de la columna del mariscal Oquendo, al mando del coronel Tomás Roncali, jefe del RI de Málaga, fue detenida por un centinela francés de una de las tres posiciones avanzadas que había establecido el capitán Serre. El centinela, advertido de la presencia española, corrió hacia su posición, y este se retiró sobre la batería perseguido por los españoles. Se trabó un breve tiroteo que no duraría más de cinco minutos y que cesó cuando unos 20 soldados voluntarios catalanes y algunos del RI de Málaga entraron en la batería rindiendo y haciendo prisioneros a los franceses que estaban en ella.
A partir de ahí el relato de los hechos es confuso. A pesar de la pérdida de un puesto avanzado y de la batería, el capitán Serre no se rindió. Mandó encender una hoguera como señal de que solicitaba refuerzos al comandante de la plaza de Colluire, mientras que con su valor y entrega sostenía el ánimo de sus hombres, dispuesto a seguir el combate contra los españoles. El gobernador de Colluire se negó a enviar ninguna fuerza de socorro, temeroso de quedarse sin tropas suficientes para la defensa de la plaza; pero sus soldados saltaron las murallas y corrieron a socorrer a sus camaradas que luchaban en Puig Oriol.
Entretanto, el mariscal Oquendo, al oír los primeros disparos de sus tropas de vanguardia, ordenó suspender el ataque y regresar a Argelés, pues ya se había perdido el factor sorpresa y no le era técnicamente posible atacar una posición por terreno escabroso, en desenfilada ante el enemigo y bajo los fuegos de una batería bien servida.
No obstante, al oír los gritos de los soldados catalanes y del RI de Málaga de la vanguardia anunciando que la batería estaba en sus manos, subió hacia ella para sostener el combate del coronel Roncali. Las tropas de refuerzo procedentes de Colluire llegaron a tiempo para expulsar a los españoles que habían ocupado la batería y de impedir la subida del resto de la columna del mariscal Oquendo.
Los españoles combatieron con valentía y sufrieron 21 muertos y 43 heridos. Entre estos se hallaron los capitanes Francisco Calatrava y Carlos Castell, pertenecientes a los RIs de Burgos y de Tarragona respectivamente. Algunos soldados de los RIs de Córdoba, Málaga y Cataluña se llevaron arrastrando a prisioneros franceses para poder demostrar a sus jefes y compañeros que en efecto habían rendido la batería enemiga. Por parte francesa, la mayoría de los soldados de la posición avanzada atacada y los 50 hombres que componían la posición de la batería fueron muertos o heridos.
La columna del mariscal Crespo no pudo unirse al ataque debido a que se perdió durante su marcha nocturna por la montaña.
Al día siguiente, 30 de junio, la escuadra española, formada por 34 navíos de línea y fragatas, apareció ante Colluire dispuesta a apoyar la conquista de la plaza desde el mar. En vez de encontrar la bandera española en los altos de Puig Oriol, los marinos españoles vieron cómo el populacho de Colluire arrastraba por la playa y tiraba al mar el cadáver del gobernador de Colluire, suicidado o asesinado debido a su comportamiento esa noche durante el ataque español a Puig Oriol.
Desde el punto de vista militar, el combate de Puig Oriol fue un serio revés para los soldados españoles, pues su moral de victoria, sin ninguna derrota hasta ese momento, se vio afectada y el ejército español no pudo tomar las plazas costeras que deseaba.
Esto no desanimó a Ricardos, que a pesar del contratiempo que supuso el combate de Puig Oriol para la consolidación de su flanco derecho junto a la costa, no tenía más opción que avanzar hacia Perpiñán, la capital del Rosellón. De esta manera, el mes de julio se inició el avance general del ejército español. El 30 de junio el conde de la Unión ocupó el pueblo de Thuir, acción en la que se destacaron los jinetes de los regimientos de Calatrava y de España, concretamente en la acción de la toma de Illa.
Dos días más tarde el TG Curtén hizo lo propio en la llanura de Mas Deu. Solo quedaba el RI suizo de San Gall y algún escuadrón de caballería de guarnición en el campamento de Boulou, el mariscal Crespo al mando de sus tropas en Argelés y las guarniciones de los fuertes recién tomados.
El 1 de julio el general Ricardos trasladó su CG a Thuir. Ese día los dos ejércitos estuvieron frente a frente, pues los franceses salieron de su campamento atrincherado hacia los españoles; pero se limitaron a observar y regresaron a su base por la noche. El despliegue español permitía al general Ricardos dos opciones: atacar de frente la capital o envolverla atravesando el río Têt por el oeste y cortando sus comunicaciones por el norte. Ricardos permaneció en la duda durante 15 días, si bien tomó medidas para envolver la capital, como rehusando atacar la ciudad de inmediato.
El 2 de julio el teniente-general Cagigal intentó cruzar el río Têt y tomar Millas, pero fue rechazado por una fuerza francesa desplazada al lugar para defender el puente sobre el río. No obstante, al día siguiente, 3 de julio, el mariscal José de Urrutia ocupó los lugares vecinos de Illa, Corveras y otras 9 villas de la zona, jurando todas ellas fidelidad al rey Carlos IV, prometiendo seguir la religión Católica y renovar el antiguo Gobierno que tenían antes de la Revolución.
En su avance a través del Rosellón los españoles se enfrentaron a un nuevo enemigo: grupos de civiles organizados como partidas guerrilleras.
Pese a la entusiasta acogida inicial, la prolongación de la campaña hizo que muchos roselloneses deseaban la retirada de los españoles. Además, los ideales de la Revolución cobraban fuerza en la zona por la labor de otro representante en comisión, bastante más efectivo que Fabre, Joseph Cassanyes. Natural del Rosellón, que entendía a la gente de la región y sabía ganarse su confianza, les habla en su idioma catalán, a diferencia del intransigente Claude Fabre que decía: “Ces catalans du Roussillon sont plus Espagnols que Français.”
Cassanyes persuadió a muchos roselloneses de que tomasen partido por la Revolución, consiguiendo enrolar numerosas reclutas y movilizar las guerrillas.
El general Ricardos y sus oficiales veían con sumo desagrado la nueva forma de lucha de los franceses, que atacaban por sorpresa a las patrullas, los correos y los convoyes de retaguardia para después esconderse entre la población civil. Como todavía no se había difundido el término “guerrilla” para dar nombre a esa forma de lucha los españoles la llamaban “guerra de moros”.
El 3 de julio el general Ricardos mandó publicar un bando de guerra dirigido al enemigo en vista del acoso que recibían las tropas españolas por fuerzas paisanas y ajenas al ejército regular francés. En él amenazaba con la horca a esos elementos irregulares. A estas amenazas el general De Flers respondió diciendo que “la fuerza general de la República se compone del pueblo entero. Todos los franceses son soldados”. Ricardos quedó vivamente impresionado por la respuesta y dejó sin practicar su amenaza. Resulta cuando menos llamativo descubrir que los franceses emplearon la guerrilla contra los invasores españoles en 1793, y que a pesar de pedir entonces para sus guerrilleros la consideración de soldados no se la darían a los guerrilleros españoles 15 años después.
Ricardos nunca ejecutó a un solo guerrillero, no porque compartiera la tesis de Flers, sino porque era contrario debido a su profunda humanidad. Ya antes, al recibir noticias de que en ocasiones los prisioneros franceses eran insultados por los españoles, dictó un bando el 25 de junio pidiendo a sus hombres que dieran buen trato a los prisioneros: “Debe respetarse la desgracia. Este principio que dicta la humanidad es propio de la generosidad española. Espera, pues, el general que no habrá persona alguna que insulte con el gesto, el ademán, la palabra o de otro modo a los prisioneros franceses en su salida, tránsito y estancia entre nosotros y que reflexionen todos que las contingencias de la guerra pueden conducirles a igual estado.”
El 5 de julio tropas españolas al mando del mariscal Urrutia avanzaron hasta la zona de Ponteillac, situada a 7 km en línea recta de las murallas de la capital. Para estrechar más el cerco de Perpiñán, el 6 de julio el general Ricardos ordenó cortar el suministro de agua hacia los campamentos franceses que defendían Perpiñán.
A partir de estas operaciones, los españoles sometieron todas las localidades situadas a vanguardia de su flanco izquierdo, entre Thuir y el curso del río Têt. El frente de batalla español avanzó hacia el campo de la Unión ocupando Ponteillac y Canohes. Ricardos instaló su cuartel general en Trouillas.
Los franceses inquietos determinaron hacer reconocimientos de las fuerzas españolas y de las posiciones que ocupaban en la línea Mas Deu-Thuir y Ponteillac, pero la caballería española se lo impidió. Durante los días 7, 11, 13 y 14 de julio, se sucedieron las escaramuzas en los alrededores de Illa, Millas, Canohes y Thuir, la batalla por Perpiñán se estaba preparando.
Batalla de Perpiñán o de Nil (17 de julio de 1793)
El 16 de julio, ambos contendientes se estaban preparando para el enfrentamiento. Los franceses establecieron 3 campamentos avanzados: el de la derecha apoyado en el pueblo de Orlés, el de la izquierda en Cabestany, y detrás del arroyo que confluía en el lago Saint-Nazàre y el del centro en el propio campo de la Unión.
El 17 de julio de 1793, el comandante español dividió sus 15.000 soldados disponibles en 5 columnas, 2 de caballería y 3 de infantería. Tenía la intención de que las columnas envolviesen Perpiñán por todos los lados:
- Primera columna en la extrema derecha, era de caballería bajo el mariscal de campo Tadeo Hermosa con e ECs de Carabineros Reales; EDs de Lusitania, Villaviciosa y Numancia, ECs de Montesa, Infante, Príncipe, y Algarbe; tenía como objetivo apoderarse de Cabestany en el lado sureste de Perpiñán.
- Segunda columna, dirigido por Jerónimo Girón-Moctezuma, marqués de las Amarillas, se le ordenó avanzar a través de Canohès y Niel a Orles, al suroeste de la ciudad.
- Tercera columna debía pasar de Thuir y Trouillas apoderarse Pézilla-la-Rivière en el río Têt.
- Cuarta columna debía cruzar el río Têt en Millas, y atacar al este de Saint-Estève.
- Quinta columna a la izquierda con el resto de la caballería bajo Luis Fermín de Carvajal debía cruzar el río Têt en Millas y atacar al noreste para capturar un puente clave cerca de Rivesaltes.
La derecha española debía fijar a las fuerzas enemigas con una batería, mientras que la izquierda debía efectuar la maniobra de flanqueo. Se dividió en dos columnas nuevas la de la derecha al mando del brigadier Bretón con los RDs Lusitania y Villaviciosa, y la columna de la izquierda al mando del brigadier Velarde con los RCs Algarbe y Montesa.
Pero esta formación tampoco fue la definitiva. El general Flers por su parte, respondió a este despliegue situando en su ala izquierda a 4.000 infantes y la caballería de la Legión de los Pirineos Orientales, en el centro otro 4.000 infantes y 300 gendarmes a caballo, y en la izquierda 1.450 en los atrincheramientos protegidos por 50 cañones.
A las 04:00 horas del 17 de julio los cañones empezaron a hacer fuego contra el campo francés. Los cañones franceses permanecieron pasivos para no derrochar municiones, pero a las 09:00 horas la gran batería francesa abrió fuego, y el duelo artillero se prolongó hasta las 13:00 horas, cuando Ricardos mandó retirar las piezas dado su escaso rendimiento, ya que todos los cañones franceses seguían intactos.
Observando esta reacción, Flers ordenó activar el fuego de sus baterías y enviar 2.000 hombres apoyados por una pequeña fuerza de caballería y algunos cañones. 40 jinetes del RC de Calatrava al mando del capitán Tomás de San Juan, cargaron contra las dos columnas francesas que avanzaban hacia Conohes. Los franceses se refugiaron en un bosque para protegerse de los caballos, y desde allí comenzaron a hacer fuego contra los jinetes, matando 15 caballos e hiriendo a 9, pero sin producir bajas en los jinetes.
Para sacar a los franceses del bosque, avanzaron 2 Cías de granaderos del RI Navarra y del RI Saboya, dos piquetes del RI Saboya y RI Navarra, además de todo el RI de Navarra. Los franceses se hicieron fuertes en una casa del bosque, de la que fueron desalojados y luego perseguidos por la caballería.
Concluida esta acción, los españoles siguieron replegándose hasta Canohes. Sin embargo, Flers no quería dejar escapar, lo que consideraba la primera victoria contra los españoles en el Rosellón, y decidió continuar con la batalla. Para ello mandó avanzar a su artillería ligera de campaña, que abrió fuego contra las fuerzas que se replegaban.
Ricardos reaccionó suspendiendo el repliegue y ordenó que la caballería cargase contra los flancos del enemigo. Se formaron dos columnas de jinetes, la de la derecha con 2 ECs de carabineros reales y el RD de Villaviciosa. La de la izquierda con Escóns de los RC Príncipe y RD Numancia, 40 caballos del RD Lusitania, y todo el RC Algarbe, bajo el brigadier Francisco Velarde, jefe del RC Algarbe, hasta que fue sustituido en la acción, por el mariscal José Moncada. Los jinetes de esta columna, serían apoyados por los infantes del BI Navarra, los granaderos del RI Saboya, y un piquete del RI Soria.
Los jinetes de la columna derecha fueron detenidos en su ataque, pero los de la columna izquierda, se lanzaron contra las baterías que avanzaban. Los jinetes del Príncipe y algunos dragones cargaron contra las piezas consiguiendo clavar dos y capturar una. Los escuadrones siguieron su avance hasta que encontraron un canal que les impedía el paso. Detenidos allí, la artillería francesa abrió fuego contra ellos, Dagobert dio la orden de cargar a su caballería. Los jinetes franceses se dirigieron contra el RC Infante, que los recibieron cargando al galope, según un relato francés. Hubo un gran choque entre ambos. Las bajas fueron elocuentes 1 alférez, 2 jinetes y 15 heridos.
La infantería española sostuvo el fuego, llegando hasta las piezas francesas, pero sin mayor resultado por la reacción republicana. Una falta de coordinación entre los mandos, y el desacuerdo entre los que dirigían la acción, hicieron que este episodio finalizase en tablas.
Concluida la acción y ante el resultado de la batalla, Ricardos se afirmó en su propósito de proseguir el avance y envolver la capital del Rosellón. Para ello estableció un campamento atrincherado en Ponteillac.
Tras la conquista de Vallespir, Ricardo dedicó el resto del verano a asegurar las demás comarcas fronterizas: Albères, Cerdaña y Conflent.
Por otra parte, el 28 de agosto de 1793 desembarcó en la ciudad de Tolón (en rebelión contra Robespierre) una fuerza de 13.000 soldados británicos, napolitanos, piamonteses y españoles. Esta operación se hizo a la medida de los británicos, que así disponían de un puerto mediterráneo desde el que operar con su escuadra, con la que apresaron 15 barcos franceses y hundieron otros 14. Pero la participación española en la ocupación de ese puerto fue un completo error, esas tropas eran mucho más necesarias en el ejército de Ricardos que en la aventura de Tolón.
Cuando el 3 de septiembre Villefranche se rindió tras un día de asedio sin lucha, al fin el ejército español emprendió el camino de Perpiñán. Como consecuencia de la pérdida de la plaza, Claude Fabre escribió a Robespierre acusando al general Flers de no hacer nada contra Ricardos. Consiguió que fuera cesado, y su caída en desgracia acabaría llevando al general a la guillotina al año siguiente. Fue sustituido por el general Pugert Barbantane.
La falta de un mando unificado provocó desavenencias entre los generales franceses reunidos en Perpiñán. El general Pugert de Barbantane veía inviable la defensa de la ciudad y la abandonó con su división, 4.000 soldados, para retirarse hacia la costa. Quienes permanecieron en Perpiñán se hicieron fuertes en la Ciudadela, una magnífica fortificación construida por Felipe II de España.
El 4 de septiembre, las tropas españolas confluyeron en las alturas de Orles, frente a las murallas de la Ciudadela, que Ricardos confiaba en poder tomar tras una preparación artillera previa de suficiente envergadura. La ciudad fue sitiada por los españoles por medio de dos campamentos, uno en Orles y otro en la colina de Peyrestortes. Pero colocar los cañones más pesados, piezas de 24 y 32 libras, en el emplazamiento más adecuado, la colina de Peyrestortes, llevó su tiempo y hasta el 10 de septiembre no comienza el bombardeo.
Batalla del col de la Perche (23 de agosto de 1793)
La penetración en la Cerdaña había sido llevada a cabo por las fuerzas españolas de Agustín de Lancaster en abril de 1793.
Paralelamente al ataque contra Vallespir y los Albères, los españoles lanzaron una segunda ofensiva a través de Cerdaña. Progresando rápidamente en la meseta de Cerdan, tomaron una posición entre Err y Sainte Léocadie con 6.000 infantes y 500 jinetes. El general español de la Peña incluso logró apoderarse del col de la Perche a principios de julio.
Durante este tiempo en la llanura las tropas del general español Crespo avanzaron en el valle de Têt. La idea estratégica consistía en hacer avanzar a las tropas hacia el Ribéral (Millas, Ille-sur-Têt) para poder, por un lado, tomar en pinza Perpiñán envolviéndola por el oeste; por otro lado, enlazar la llanura con la Cerdaña ganando Villefranche.
A principios de junio, Millas cayó contra el enemigo, que era demasiado poderoso. Ante el ataque en Cerdaña, Dagobert sabe que Mont-Libre, que tiene solo 1.776 hombres, no podría resistir. Por lo tanto, tomó la cabeza de algunos batallones y llevó a 2.000 hombres a la Cerdaña por el col de la Quillane y 3.000 por el valle de Aude.
En la noche del 27 al 28 de julio, Dagobert, apoyado por Cassanyes, decidió atacar a los españoles en el col de la Perche, realizando un ataque en pinza partiendo de la ciudadela de Mont-Louis:
El ala izquierda bajo las órdenes de Luc Siméon Dagobert con el apoyo del general Pierre Poinsot, el barón de Chansac salió a las 19:00 horas antes de anochecer al sudeste de la fortaleza del molino del Rey con 2 Cías, 1.500 miqueletes, y 6 cañones y el BI-II de Guardias y se dirigieron a la aldea de Eyne. Caminaron durante 7 km, cruzaron las orillas del río Têt al pie de la fortaleza, subieron la colina entre Sauto y el col de Brilles, evitando el pueblo de La Cabanasse y la aldea protegida de Molines, a lo largo de la margen derecha del torrente Jardo cerca del molino de Cosne en el valle de Mataclara; siguieron en silencio por el camino de trashumancia a 1.570 m del castillo de Planes Sant Pere dels Forcats en la ladera del circo glaciar Cambre d’Aze (2.747 m).
La división de la izquierda estaba ocultada en su movimiento por el bosque de Ramader, llegó a la derecha del molino del Riu y luego salió a las 05:00 horas del 28 de agosto frente al campamento español de José Simón Crespo desde Olette como refuerzo.
La división derecha al mando del general Mathieu Joseph D’Arbonneaux que mandaba 500 voluntarios de Haute-Vienne y 6 cañones con el apoyo de Jean-Antoine Marbot de Llagonne a 2 km de Mont-Louis con 1.200 soldados del RI-4 de Aude y BI-VII del Alto Garona y 4 cañones; salieron durante la noche por la cara noroeste de la fortaleza de Mont-Louis, evitaron la meseta del Mas dels Artigues, evitaron a los destacamentos españoles en la ciudad de La Cabanasse, giraron en el molino de Sola para tomar la pasarela sobre el Pla de Barres; siguieron el largo camino de Ramader cerca de la fragua y llegó tarde a Bolquera debido al peligroso estado de los senderos para transportar el armamento.
Diego de la Peña estableció su división en 2 líneas en el camino desde La Cabanasse entre los cols de la Perche y de Rigat.
A la izquierda, en el barrio de Bolquera, se estableció un pelotón sin el apoyo del RI de Saboya, cerca del arroyo de Bolquère. Justo detrás del pueblo de Sant Père dels Forçats, un BI de voluntarios de La Corona.
El campamento de La Perxa fue sorprendido por la furiosa carga de los soldados de infantería, pero los artilleros españoles reaccionaron rápidamente y dispararon metralla contra los hombres del general Pierre Poinçot, que a pesar de que aún no había llegado su artillería pesada, se lanzó al ataque, que fue rechazado dos veces por la infantería española.
Los dragones del RD de Sagunto, cargaron contra el centro de la columna, apoderándose de 6 cañones que acababan de llegar. Pierre Poinsot se dio cuenta de que los españoles querían apoderarse de sus cañones, mandó abandonar los cañones de su ala derecha, mientras situaba en oblicuo su ala izquierda. Los dragones de Sagunto al ver las piezas abandonadas, se dirigieron a apoderarse de ellas, los 200 dragones fueron envueltos, recibiendo fuego de la infantería. 2 capitanes, 1 teniente, 1 alférez, y 22 soldados perecieron en la acción. Además de 1 coronel, 2 sargentos y 16 soldados heridos; con 1 Tcol y 17 soldados prisioneros.
La división de Mathieu-Joseph d’Arbonneaux llegó tarde a la batalla, pero su ataque en el lado opuesto a Bolquera dentro del campamento español, hizo que se retiraran bajo la protección del fuego de artillería de Sagonde durante 2 horas. La artillería pesada francesa llegó y bombardeó la línea española.
Finalmente el centro francés cargó, el combate cuerpo a cuerpo fue violento los españoles no se retiraban del campamento, no abandonaban el campo. Los cadáveres eran numerosos y los soldados de infantería españoles quemaron tiendas de campaña para que los soldados no se lleven sus mercancías. Estos esfuerzos se volvieron contra ellos porque provocó la división del campamento.
Diego La Peña ordenó la retirada del combate y se replegó hacia el barrio de Sainte Léocadie en dirección a la ciudad de Puigcerdá. Los franceses persiguieron a los españoles, que dejaron 8 cañones, 60 prisioneros y 258 cadáveres fueron abandonados por el general de la Peña, quien sería procesado. El 28 de agosto, Dagobert acampó en Sainte Léocadie y al día siguiente entró en Puigcerdá, luego tomó a Bellver y se dirigió a La Seu d’Urgell para reconocer los accesos en Vallespir.
Ante la estrategia española de Ricardos, el general en jefe francés Flers no reaccionó. Cassanyes se movió rápidamente para juzgar el estado de la resistencia de Villefranche, bloqueando Conflent. Esta ciudad, demasiado débil para resistir al enemigo, regresó a Perpiñán para tomar 1.200 hombres y 4 cañones y 1×6 mortero, mandados por el general Solboclair. A su llegada, el 3 de agosto, Villefranche ya estaba bajo asedio. Entonces se dieron por satisfechos con bombardear a los sitiadores, pero sin éxito porque el 4 de agosto la ciudad se rindió.
Crespo subió el valle sin encontrar oposición y estableció un campamento en las alturas de Mont-Libre. Preocupado por la llegada de este nuevo ejército, Dagobert regresó a Mont-Libre con sus hombres el 4 de septiembre y por la noche atacó el campamento. La batalla tuvo lugar sobre Canaveilles, y dio como resultado una victoria completa. Las tropas españolas se dispersaron en la Cerdaña o descendieron al valle para huir.
Estos combates de escasa envergadura, pero levantaron la moral de los desanimados franceses y obligaron a Ricardos a enviar contra Dagobert algunas fuerzas, debilitando el dispositivo de asedio de Perpiñán.
Combate de Cabestany (3 de septiembre de 1793)
Antes de iniciar el cerco de Perpiñán por el norte, el general Ricardos hizo un reconocimiento ofensivo sobre el campamento atrincherado francés de La Unión. Para ello decidió realizar un ataque el 3 de septiembre contra las baterías de Orlés y Cabestany, situadas a ambos extremos del campamento y distantes entre sí unos 6 kilómetros, para ello se organizaron 3 columnas del TG Juan Courten:
- Primera columna bajo el brigadier José Baylli, que disponía como caballería 60 jinetes del RC Calatrava, tenía como objetivo el molino de Orlés, en cuyas inmediaciones estaba asentada una batería.
- Segunda columna bajo el brigadier José Iturrigaray con 400 jinetes mandados por Diego de Godoy, entre los que había 150 carabineros reales, 120 jinetes de los RCs de Algarbe y Montesa, y 70 dragones del RD de Numancia, que tendrían como objetivos atacar la batería de Cabestany.
- Tercera columna, la más numerosa, avanzaría por el centro para distraer a los franceses, pero sin empeñarse.
El 2 de septiembre al anochecer, las columnas se pusieron en movimiento. La columna de Orlés se retrasó y llegó al amanecer cerca de la batería, pero ya habían sido descubiertos. El fuego se generalizó y la sorpresa no había sido conseguida. Se corría el riesgo de prolongar el fuego y quedar fijados, siendo atacados por la guarnición de la plaza, por ello un BI de las Guardias Valonas, se colocó al frente de la formación y cargaron contra la batería, siendo apoyados por los jinetes de Calatrava. En diez minutos la batería fue tomada, costando a los atacantes 38 muertos y 30 heridos de los guardias, y 5 heridos de los jinetes del RC Calatrava. Los cañones fueron clavados y se hicieron varios prisioneros entre ellos el general Frecheville.
La toma de la batería de Cabestany tuvo igual éxito. Al amanecer la caballería se puso a ambos lados que conduce a Cabestany, por el centro la infantería asaltó el pueblo, el RI Navarra y varias Cías de granaderos cargaron y la caballería lo rodeó. Cuando los franceses trataron de huir, fueron atacados por la caballería que los dispersó, matando a muchos. Godoy cargó.
Con el campo de Vernet perdido, y las baterías en poder de los españoles, la situación de Perpiñán era difícil; se estaba produciendo pánico en la ciudad y la retirada del general Puget de Barbantane, con su jefe de EM, el general Giacomoni, y 4.000 soldados hacia la ciudad de Salcés, situada muy norte del Rosellón.
Combate de Vernet (8 de septiembre de 1793)
El representante en misión Josep Cassanyes jugó un papel decisivo al convencer al general Barbantane de que regresase desde la costa, al reagrupar a las dispersas tropas de los generales Pérignon y Poinsot y al nutrir las filas francesas con voluntarios roselloneses. De esta manera Cassanyes formó un nutrido ejército para romper el asedio de Perpiñán y lo colocó bajo el mando del general Eustache Charles d’Aoust, ya que Cassanyes, a diferencia de Fabre, era un líder político, no militar.
El general Ricardos continuó las operaciones de cerco de la capital. El día 8 de septiembre, ordenó a la división de Jerónimo Giron-Moctezuma, marqués de las Amarillas, que partiera del pueblo de Saint Estève por la carretera del pueblo Baixas para tomar el campamento en la aldea de Rivesaltes, del campo de L’Union, que estaba bajo las órdenes del nuevo comandante en jefe Eustache Charles d’Aoust.
La caballería del marqués de Amarillas, fuerte en caballos, demostró su presencia al descender varias veces por la ladera de la colina para observar e intimidar especialmente a los artilleros de Joseph-Charles Mondredon, quien había reemplazado al general Louis Lemoine en la ladera de la colina de Vernet.
La división del marqués de las Amarillas acabó atacando y derrotando a las tropas francesas en la aldea de Vernet.
El cañoneo de Ricardos sobre la Ciudadela causó bastantes bajas a los sitiados. El general Aoust no se amedrentó, luego reforzó el campamento en el lado de Vernet para enfrentar el campamento español de Peyrestortes. Las tropas de Joseph Cassanyes descendieron rápidamente de la Cerdaña y se instalaron un poco más al norte, en el fuerte de Salses.
El día 15 de septiembre, Aoust lanzó 70 jinetes con la idea de dar un golpe de mano contra el cuartel general español, tratando de capturar al general Ricardos. Los jinetes franceses llevaron por delante las guerrillas de Vives, pero algunos escuadrones de los RD Numancia, RC Montesa, RD Villaviciosa y RC Algarbe salieron al paso de los franceses. Tras el encuentro en el que los franceses perdieron 3 jinetes y varios más resultaron heridos, los franceses volvieron grupas. Por parte española se perdió un dragón del RD Numancia muerto y dos jinetes heridos de los RC Villaviciosa y RC Algarbe.
Batalla de Vernet (17 de septiembre de 1793)
El 17 de septiembre de 1793, Antonio Ricardos decidió atacar el caserío de Vernet, donde los franceses se encontraban fortificados alrededor de una ermita y un molino de pólvora, y donde habían asentado una batería de 3 piezas. Su importancia estratégica era su proximidad a Perpiñán que estaba solo a 2 km, y además estaba era un cruce que unía el camino real con el campamento atrincherado español en Peyrestortes.
Antonio Ricardos lanzó dos ofensivas contra las tropas francesas:
- La primera, hacia el sur, desde Trouillas hacia Orles al mando de Jerónimo Giron-Moctezuma, marqués de Amarillas que sería de distracción.
- La segunda al oeste, desde Peyrestortes en dirección a Vernet al mando del TG Juan Curten que sería el principal. Curten organizó 3 columnas:
- Primera columna al mando del mariscal de campo Rafael Adorno con el BI-I de guardias valonas flanqueado por 400 carabineros reales y el regimiento Pavía.
- Segunda columna o central al mando del mariscal de campo José Moncada con el BI-II de guardias valonas y 400 caballos.
- Tercera columna al mando del coronel Fermín Herguía con el BI-VI de guardias valonas al que acompañaban 200 jinetes.
De madrugada los españoles abrieron fuego de artillería, que fue respondido por los franceses, luego sonaron los clarines para indicar el alto el fuego y pasar al asalto de infantería, los franceses ante el ataque se retiraron, facilitando a los españoles la captura del campamento francés en Vernet y la captura de la batería de 3 cañones. A las 06:00 horas y después de tomar las medidas defensivas, se inició el cañoneo de Perpiñán desde Vernet.
Sin embargo, los franceses en vez de amedrentarse, Eustache Charles d’Aoust con sus 4.000 soldados de infantería llevados del campamento de la Unión partió en dirección sur para llegar a la colina Vernet y formaron 3 columnas y una fuerza de observación.
- Primera columna o derecha con los BIs de voluntarios de Maine y Loire al mando de Louis Lemoine, con el apoyo de los artilleros de Jean Lamartillière.
- Segunda columna o central al mando del coronel Catherine-Dominique de Pérignon con los 2 Escóns de Pierre Banel.
- Tercera columna o izquierda al mando del GB Antoine Soulérac con los BIs de voluntarios de Aude y 120 jinetes partió con Soulheirac a la cabeza con el apoyo de Ramel.
- Fuerza de observación del general Soulheirac y 2 tenientes granaderos Jean Lannes y Anne-Charles Basset De Montaigu.
Lemoine desbordó la izquierda española e inició el fuego con varias piezas sacadas de Perpiñán, que se asentaron delante del molino de pólvora. Tanto desde allí como desde la plaza de Perpiñán se bombardeó a los españoles de Vernet. Ante ello salieron del reducto de Velvet 2 Cías de guardias y 400 caballos a las órdenes de Moncada, pero inexplicablemente, la caballería de Moncada no cargó y abandonó a su jefe. Las fuentes españolas no citan los regimientos a las órdenes de Moncada, las fuentes francesas señalan que los jinetes de Moncada volvieron grupas al recibir descargas de metralla que les causaron numerosas bajas. A continuación la infantería francesa acompañada de 250 dragones, atacaron a los carabineros reales, que fueron atrapados en los viñedos y acosados por los infantes franceses, que los fueron abatiendo uno tras otro. El mariscal Adorno fue alcanzado por una bala de fusil.
Derrotados en Vernet, los españoles sobrevivientes de Curten se acogieron al campamento de Peyrestortes.
El otro ataque del marqués de Amarillas fue rechazado a las 10:30 horas y se replegaron al campamento de Trouillas.
Batalla de Peyrestortes (17 de septiembre de 1793)
Los franceses enardecidos por el triunfo de Vernet, decidieron continuar la ofensiva. A las dos de la tarde, las fuerzas de Aoust en tres columnas de infantería y caballería y 2 columnas de artillería, y se dirigió a Peyrestortes, mientras Dagobert se dirigió a asaltar el campamento de Orles.
Aoust fijó con sus fuerzas el campamento de Peyrestorets y asentó la artillería que abrió fuego y esperó los refuerzos al mando Jacques Gilles Goguet para asaltarlo. El representante Joseph Cassanyes galopó a Salces-le-Château para llevar a Goguet a la lucha.
En el plan de batalla improvisado, las dos divisiones atacarían juntas a las 17:00 horas, Aoust no tenía autoridad sobre Goguet y su división, pero los dos acordaron cooperar. Aoust atacó a las 17:00 como estaba previsto, con 4.000 hombres, a los que se unieron la guarnición de Perpiñán.
Los españoles resistieron los primeros asaltos a sus empalizadas, causando cuantiosas bajas a los franceses. En especial Aoust, que diezmó a sus propias fuerzas al empeñarse en ordenar asaltos frontales a la bayoneta contra las empalizadas españolas.
Curten dispuso que toda la caballería a la vez, por la derecha, centro e izquierda, cargasen contra la infantería francesa, para desordenarles mientras se reagrupaban; pero solo los carabineros reales y la caballería ligera entraron en el choque, con lo que la maniobra de llegar a la vez al valle de Peyrestortes quedó debilitada. El resto de la caballería al parecer recibió la falsa orden de retirarse. Aoust mandó formar en cuadro con los cañones en las esquinas, para contrarrestar la carga, los jinetes de Cagigal fueron ametrallados y cargados por los escuadrones de Ramel, teniendo que retirarse.
La división de 3.500 hombres de Goguet llegó tarde se unió a la batalla a las 19:00 horas, y renovaron los ataques al campamento español. Dagobert consiguió finalmente tomar el campamento de Orles, envió después refuerzos a Aoust y entonces Curten se vio obligado a batirse en retirada. El general español trató de reagrupar sus fuerzas en Trouillas, a 10 km al sur de Perpiñán.
La batalla de Peyrestortes, se prolongó durante 5 horas, resultó muy cruenta: los españoles tuvieron 800 muertos, 1.500 heridos y 1.200 prisioneros y perdieron además 7 colores, 6 obuses, 40 cañones y las tiendas. Los franceses tuvieron 1.900 bajas de las cuales 300 muertos.
Batalla de Trouillas (22 de septiembre de 1793)
Al día siguiente de la batalla llega el nombramiento de Luc Simeón Auguste Dagobert como jefe del ejército de los Pirineos Orientales, lo que en vez de eliminar las discrepancias entre los generales franceses encrespó los celos mutuos. Dagobert era partidario de marchar inmediatamente sobre Trouillas y atacar a Ricardos antes de que pueda reponerse de su derrota, pero los demás no lo veían tan claro. Temían que Dagobert se llevase todo el mérito de la victoria si aplasta definitivamente a Ricardos en Trouillas.
Dagobert tardó en poner orden entre sus díscolos subordinados, y sósololo marchó sobre el campamento de Ricardos el 22 de septiembre, cinco días después. Los franceses eran 22.000 hombres, los españoles 17.000, había sido reforzado con un BI del RI de Barcelona, pero este refuerzo no compensó las grandes pérdidas españolas sufridas en Peyrestortes. Además, los franceses estaban exaltados por la reciente victoria, en tanto que los españoles habían perdido lo mejor de su artillería y eran acosados por la guerrilla.
Pero si en Peyrestortes los franceses contaron con la ventaja de la sorpresa, en Trouillas Ricardos les espera sobre aviso, en un campo elegido por él y en el que había tenido tiempo de preparar las defensas.
El terreno elegido era una meseta limitada por los arroyos Canterrane al norte y el Rear al sur. El frente de batalla español estaba establecido en tres sectores, disponía de 17.000 efectivos, había sido reforzado por el BI2 de Barcelona, que no compensaba las pérdidas de Pyrestortes, disponía de 38 cañones:
- Sector izquierdo en la aldea de Thuir se unía con la fuerte posición de Ponteilla, al mando del duque de Osuna, defendida con 12×24 cañones.
- Sector central y cuartel general en Truillas, a 12 kilómetros de Perpiñán, al mando del General Ricardos con su jefe de EM el conde de la Unión.
- Sector derecho en Mas Deu, al mando del general Crespo, con 3.000 de infantería.
- Reserva de caballería, al mando del valón barón Courten.
Dagobert conocía la zona y sabía que el flanco izquierdo español era el más débil y accidentado, lo que permitiría a los suyos cubrirse y evitar la caballería española. En vista de ellos dividió sus fuerzas en tres columnas, la derecha ejercería el esfuerzo principal y asaltaría las posiciones españolas, mientras que la central e izquierda fijarían a los españoles para evitar que trasvasaran fuerzas.
- Columna derecha al mando del MG Jacques Gilles Goguet con la mejor infantería republicana, con las fuerzas del Alto Garona, con unidades de la división de Salces y toda la caballería disponible bajo Jean-Pierre Ramel.
- Columna central al mando del propio Dagobert, con 6.000 hombres de Cerdaña y algunos batallones de refuerzo.
- Columna izquierda al mando de Aoust con 4.000 efectivos, artillería a caballo y 3.000 piqueros que solo hacían bulto.
El plan de Dagobert era que Aoust con la columna izquierda ocupara las alturas del Rear no defendidas por los españoles, para atraer la atención de los españoles hacia su derecha, haciendo que reforzaran ese sector, para descargar el ataque principal en el sector izquierdo.
El plan no salió según lo previsto, la columna derecha de Goguet en el camino a Thuir llegó tarde por el abandono de guías, y acabó frente a Thuir al que confundió con Truillas, que estaba a 2 km de distancia. Adelantó su artillería que comenzó un bombardeo con el pueblo fortificado de Thuir, que respondió al fuego, eso hizo que atrajera la atención de los españoles hacia ese sector.
Mientras tanto la columna de Aoust avanzó muy lentamente, tardando en llegar a las alturas que debía ocupar.
El general Ricardos viendo que las columnas se dirigían a Thuir, pensó que era el objetivo principal, y reforzó el sector con 4 BIs y el RD de Pavía. Poco después le informaron de la llegada de Aoust al sector derecho, pero no le preocupó porque consideró que era lo suficientemente fuerte.
Goguet al darse cuenta de que había llamado la atención y tenía delante medio ejército español, además las fuerzas del centro estaban detenidas, desistió del ataque.
Con ambas alas detenidas, Dagobert se jugó el todo por el todo con un ataque frontal por el centro, todas las baterías españolas abrieron fuego en cuanto estuvieron dentro del alcance. Atacó en tres columnas. La primera columna debía destruir en un combate cuerpo a cuerpo y el gran reducto de 6×24 cañones frente a él. La segunda columna a través de los barrancos y las orillas del Réart debe hacer una brecha entre los municipios de Ponteilla y Trouillas. La tercera columna servía como reserva.
Dagobert atacó y fue detenido por el fuego, desesperado empleó su columna de reserva, que tuvo que retroceder, sin conseguir romper la línea española. En una crisis de demencia, disparó en todas las direcciones y mato a los 20 soldados del RI Vermandois que han venido a informarle que se están rindiendo.
Ricardos mandó que los dragones de Pavía se unieran a los carabineros reales, que envolvieron por la izquierda al mando del barón de Curten, mientras eran envueltos por la derecha con los RCs de Calatrava, Santiago, Montesa y España al mando del conde de La Unión.
Dagobert se dirigió con la columna de reserva para refugiarse en el bosque de Aspres, cerca del pueblo de Sainte Colombe, para proteger la retirada del resto. La batalla terminó a las 22:00 horas.
La batalla de Trouillas fue un rotundo éxito de los españoles. Ricardos sufrió 2.000 bajas, pero Dagobert tuvo 3.000, otros 1.500 franceses fueron hechos prisioneros y 10 cañones pasaron a manos de los españoles.
El general Dagobert de Fontenille quedó descorazonado por la derrota, por las dificultades logísticas, los desacuerdos entre sus subordinados, Aoust llegó muy tarde y Goguet se perdió en el trayecto, a lo que se sumaron las intromisiones y reproches de Claude Fabre, que siempre colgó sobre él como una espada de Democles.
El 29 de septiembre de 1793, Dagobert renunció al mando, siendo sustituido por Aoust. Fue llamado a París para rendir cuentas de su actuación y allí es encarcelado por los informes negativos que sobre él envió Fabre.
Quizá para los españoles la victoria de Trouillas compensó en parte la derrota de Peyrestortes, pero Perpiñán no había ha caído y eso suponía que todas las conquistas de Ricardos estaban en el aire. Sin la plaza fortificada de Perpiñán tarde o temprano llegaría una fuerte contraofensiva francesa, y los exiguos recursos españoles no podrán hacerle frente.
Ataques franceses a le Boulou
A pesar de la victoria de Peyrestortes, la situación de Ricardos era delicada, Dagobert recibió refuerzos inmediatamente y amenazaba con flanquear la posición española. Durante los días siguientes a la batalla, Dagobert amenazaba envolver la izquierda española. Los regimientos Calatrava, Montesa y España, con 600 caballos, tuvieron que emplearse cerca de Thuir para evitar los continuos intentos de envolvimiento.
Ricardos finalmente optó por replegarse a Le Boulou. En cinco días Ricardos dirigió la retirada de su ejército de 20.000 hombres, de ellos 5.500 heridos y 106 cañones de los 175 iniciales, evacuando puestos avanzados, por un solo camino, de noche y con el enemigo acechando. Fue una retirada modelo, ejecutada sin pérdidas, y que sorprendió al enemigo. Aoust que había sucedido a Dagobert, le siguió, y recuperó las villas de Elna y Argelés.
El 3 de octubre, los franceses realizaron el primer asalto al campamento fortificado de Le Boulou, fue realizado con dos divisiones mandadas por Aoust y Lattre, pero fue rechazado. A los dos días volvieron a lanzar otro ataque, que también fue rechazado.
Lo intentaron de nuevo intentando cortar las comunicaciones con Bellegarde, pero Ricardos envió a Curten con 200 jinetes para desbaratar el intento francés. Diego Godoy cargó contra la vanguardia del general Lattre, enviaron a la caballería francesa para enfrentarse a Godoy, que los rechazó y los persiguió hasta que la artillería francesa abrió fuego y los españoles volvieron grupas.
Los franceses entendieron que sería necesario un ataque mucho más elaborado si querían sorprender al general español. Aoust planeó una operación compleja. Los franceses atacarían el campamento de Boulou por 6 puntos diferentes, 5 de ellos de distracción para enmascarar el auténtico. La extensión de la línea y la oscuridad dificultarían descubrir el ataque principal. Si Ricardos cometía un solo error el ejército español sería destrozado.
El día 14 de octubre, los franceses iniciaron su gran ofensiva. Atacaron la derecha española en Montesquiou, defendida por el brigadier Navarro. Ricardos, con su perspicacia táctica, se dio cuenta de que era un ataque de distracción y en vez de reforzar al barón Curten que mandaba aquel sector le quitó un BI de guardias valonas y un escuadrón que puso en reserva.
El ejército francés lanzó 3 ataques más por el camino real y la zona de Ceret, donde un regimiento de caballería español aniquiló a uno francés. Los franceses lanzaron otro ataque sobre el centro del dispositivo español. Los comandantes españoles, duque de Osuna, conde de la Unión, y barón Curten, nerviosos, pidieron con urgencia a Ricardos que enviara refuerzos a sus respectivos sectores. El ejército español parecía estar al borde del colapso mientras era rodeado por los franceses.
Pero Ricardos mantenía la cabeza fría. Estaba convencido de que esos ataques eran de distracción y que el ataque principal francés tendría lugar en el sector de la izquierda, en la colina conocida como Puig Scingli, guarnecida por una batería artillera española, defendida por 1.500 hombres y ordenó reforzarla con urgencia.
Efectivamente poco después se desencadenó un gran ataque francés sobre la colina Puig Scingli. 6.000 franceses se lanzaron sobre los 1.500 españoles del RI Soria y los BIs de milicias de Málaga, Granada y Murcia mandados por el Tcol Francisco Taranco. Este oficial y sus hombres lucharon con un valor excepcional. Perdieron 3 veces la colina y 3 veces la recuperaron en 3 contraataques luchando a la bayoneta calada. Cuando su situación era crítica llegó justo a tiempo el BI de guardias valonas que engañaron a los franceses mientras subían gritando en francés.
Una vez arriba, junto con los españoles, en un esfuerzo supremo, expulsaron definitivamente a los franceses con un ataque a la bayoneta. Los franceses se retiraron de todos los sectores. El ejército español había rozado el desastre, pero finalmente había conseguido una victoria extraordinaria.
Murieron 800 franceses en su ofensiva contra Boulou y 300 españoles. Según los testigos la colina ofrecía un espectáculo dantesco con cientos de cadáveres. Por eso se le llamó la Batería de la Sangre. En total en las batallas de Truillas y Boulou, en apenas 20 días, murieron 2500 franceses y 600 españoles. El plan francés del general Aoust, con sus múltiples ataques de diversión, era brillante, pero más brillante aún fue la sangre fría de Ricardos que una vez más adivinó las intenciones enemigas y supo contrarrestarlas.
El general Ricardos, lejos de dormirse en los laureles, lanzó una nueva ofensiva en noviembre y diciembre en la que tras duras batallas conquistó la franja costera del Rosellón. Los franceses aprendieron duramente que mientras viviera Ricardos sería imposible expulsar al ejército español del sur de Francia.
De España no llegan ni refuerzos ni suministros a pesar de que el ejército de Ricardos sufría graves carencias. En tanto que el ejército francés de los Pirineos Orientales superaba los 50.000 hombres, Ricardos solo contaba con 20.000 soldados (de los 36.000 con los que comenzó la campaña) y 106 piezas de artillería (de las 171 iniciales). Faltan suministros de todo tipo, armas y caballos, el invierno se aproximaba y en las plazas francesas que servían de cuarteles de invierno no era seguro que dispusieran de víveres.
Expedición francesa a Rosas
Ricardos temía una ofensiva francesa antes de que le llegasen refuerzos, pero Claude Fabre cometió un error que alivió la situación de los españoles. Fabre ideó un disparatado plan para forzar a Ricardos a retirarse de suelo francés: atacar el puerto de Rosas, en Gerona. Convenció al general Aoust de que la ocupación de esa ciudad española haría que Ricardos retrocediera para no quedar sitiado, con lo que en París se les elogiarían como a héroes.
El ataque se realizaría desde Colliure a Rosas. Estas fueron tres columnas que salieron de la ciudadela en dirección a esa ciudad costera, un importante puerto de guerra. La primera columna tenía 1.628 hombres, tenía como objetivo ir a lo largo de la costa. La segunda, que incluía 2.326 soldados, pasaría por el col de Banyuls y la tercera, de 1948 hombres, subiría a La Massane para combatir a Albères. Pero ante las dificultades y la resistencia española, el objetivo final fue menos ambicioso. Rosas, demasiado bien custodiado por una poderosa flotilla se volvió inaccesible, fue necesario decidir tomar Espolla, un punto de reunión de todos los caminos de Albères en el lado sur. El control de esta ciudad garantizaba el control de los Albères del Sur.
La primera columna entró en España, pero cayó frente a la flotilla de guerra montada al norte. Tuvo que reposicionarse tierra adentro y unirse a la segunda columna, que cruza los Pirineos. Llegados frente a Espolla, notaron que la ciudad estaba muy bien protegida por 1.400 soldados profesionales ayudados por los habitantes. Era imposible acercarse. La tercera columna devastó Cantallops y Recasens y luego se unió a los otros dos el 8 de noviembre.
Ricardos luego envía refuerzos a Espolla, obligando a los franceses a retirarse a sus lugares fortificados en Albères. Abandonaron 50 muertos y muchos heridos en el proceso.
La expedición fue un fracaso total fracaso, los franceses se retiraron sin haber obtenido otra cosa que sufrir algunas bajas y dar tiempo a Ricardos para reforzarse.
Portugal era aliada de España desde el 15 de julio. El 4 de noviembre llegaron los refuerzos portugueses bajo Joao Forbes Skellater con 5.860 efectivos en dos divisiones con 6 RIs (RI-2 de Oporto, RI-1 de Olivenza, RI-1 de Oporto, RI Cascaes, RI Peniche y RI Freyre Andrade), 8 Cías de artillería con 22 cañones, y también se sumó a las fuerzas de Ricardos la Legión Panotier, una tropa de 400 aristócratas franceses contrarios a la Revolución. Destinó estos refuerzos pudo fortalecer su línea defensiva y emprendió una ofensiva sobre la costa, que hasta entonces no había atacado. Una tras otra cayeron las posiciones francesas: Asprés, Port Vendres, Banyuls, la fortaleza de Santelme y Colliure.
El 15 de diciembre de 1793, tuvo lugar el combate del col de Banyuls, en el que las tropas del general Ricardos, bajo el mando de Curten, derrotaron las fuerzas republicanas francesas, que abandonaron numerosos muertos, 300 prisioneros y 23 cañones. Los habitantes de Banyuls, con las autoridades republicanas a la cabeza, se hicieron fuertes en el vecino monte de la Calma y no lo abandonaron hasta cuando las fuerzas de Ricardos descendían ya hacia Banyuls.
Estos éxitos infundieron tal temor a los generales franceses que se refugian con todas sus tropas tras las murallas de Perpiñán, temiendo un nuevo ataque de Ricardos sobre la ciudad. Los franceses se pusieron a la defensiva a pesar de contar con más del doble de soldados que los españoles.
Pero Ricardos ya no avanzó más, la nieve cerró los puertos y el mal tiempo aconsejaba suspender las operaciones. Y además su escasez de efectivos es dramática. ¿Cómo puede invadir Francia con solo 25.000 soldados?