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Retirada española de Oporto
Las revueltas de Madrid del 2 de mayo de 1808, sería decisiva para la fortuna de las fuerzas francesas en Portugal. Los británicos empezaron a creer en la posibilidad de recuperar la península Ibérica desde el momento en que las revueltas se extendieron por España y Portugal. Los distintos jugadores comienzan a mover sus piezas en el tablero. El mariscal Junot le interesaba mantener el contacto con España, donde se encontraban varios ejércitos franceses. El GD Loison estaba en Almeida, el GB Kellerman en Elvas. Sin embargo, el bloqueo británico a Lisboa no logró forzar una rendición por hambre. Llegaron incluso pequeñas embarcaciones a vender pan a la flota bloqueadora.
Cuando la noticia de la revuelta llegó a Oporto el 6 de junio, el general español Belesta apresó al gobernador de la ciudad, el GD François Jean Baptiste Quesnel, a su estado mayor y a su escolta de caballería de 30 hombres. El general español reunió a los líderes de la ciudad de Oporto y los instó a formar una junta de gobierno para resistir la ocupación francesa. Obedeciendo lealmente las órdenes de la nueva Junta del norte de Galicia, el general Belesta marchó con su cuerpo para unirse a los ejércitos del norte de España. Durante una semana, después de que las tropas españolas se fueran, los jóvenes líderes de la Junta de Oporto no hicieron nada. Algunos incluso enviaron cartas secretas al GD Junot, profesando su lealtad a la fuerza de ocupación francesa, o como el gobernador militar que quitó la bandera nacional portuguesa que ondeaba desde la ciudadela de Oporto.
Alzamiento en Bragança
Al descubrir que las fuerzas de ocupación francesas habían desaparecido o marchado, la provincia de Trás-os-Montes se rebeló entre el 9 y el 12 de junio. En la ciudad de Bragança, el general retirado portugués Manuel Jorge Gomes de Sepúlveda fue seleccionado como comandante regional de la revuelta; mientras que el coronel Francisco Silveira fue elegido para dirigir los batallones portugueses formados en Vila Real, y que habían sido disueltos cuando los franceses tomaron el control en 1807.
Informado de las acciones del general Belesta y la deserción del 9 de junio, GD Junot planeó desarmar la división española del general Caraffa en el centro de Portugal, antes de que pudieran unirse a la revuelta armada española o portuguesa. Con órdenes de llegar al cuartel general de GD Junot, el general español fue puesto bajo custodia militar. Se ordenó a las tropas de Caraffa que aparecieran en las revisiones militares francesas o que cambiaran las posiciones de las guarniciones.
Mientras marchaban para cumplir estas órdenes, fueron rodeados sin previo aviso por tropas francesas y hechos prisioneros de guerra. Solamente el RCL de la Reina, cuando su coronel hizo caso omiso de sus instrucciones, escapó hacia el norte a Porto. Destacamentos de Murcia y Valencia Los RIs también se escaparon, huyendo hacia el este a la ciudad española de Badajoz. Pero GD Junot capturó a la gran mayoría de los 6.000 soldados de Caraffa y los puso en barcos-prisión en el puerto de Lisboa. Los oficiales franceses a cargo de los fuertes tenían órdenes de hundir los barcos si los prisioneros intentaban escapar. Los españoles solo serían puestos en libertad tras la firma de la Convención de Cintra el 30 de agosto.
Tratando de seguir las últimas órdenes recibidas de Napoleón, antes de que se interrumpiera la comunicación con España, GD Junot envió al GB Jean-Jacques Avril y sus 3.000 soldados hacia Badajoz en España. GB Avril llegó a la frontera para encontrarse con una fuerza formada, con artillería emplazada y milicia española detrás del río Guadiana. Al enterarse de que GB Dupont, que marchaba a Sevilla, pero no pasó más allá de Córdoba, y que Badajoz tenía un gran número de tropas españolas, el general francés dio marcha atrás a Estremóz en la provincia de Alentejo.
El 16 de junio, la rebelión se extendió hacia el sur, cuando la ciudad portuguesa de Olhão en la provincia de Algarve se levantó contra los franceses. El día 18 de junio, los ciudadanos de Faro hicieron lo mismo. El gobernador francés del Algarve, GB Antoine Maurin, fue apresado en su lecho de enfermo y, junto con 70 soldados franceses, metidos a bordo de un buque de guerra británico como prisioneros de guerra, al parecer para salvar sus vidas. El coronel Jean-Pierre Maransin reunió el batallón de la Legión du Midi y el RI-26 que servía como guarnición del Algarve. Con esos 1.200 hombres, GB Maransin se retiró a Mértola. Las turbas insurgentes locales no lo persiguieron.
Asedio de Almeida
El 12 de junio, el GD Louis Henri Loison marchó hacia el este desde la fortaleza de Almeida, en la aislada provincia de Beira con una BRI. Despejó la guarnición española del fuerte Concepción y llegó a los alrededores de Ciudad Rodrigo en España. En este momento recibió información de que la ciudad tenía una guarnición española considerable, España estaba en total revuelta nacional y el mariscal Bessières estaba fuera del alcance de las comunicaciones. Al regresar a Almeida el día 15 de junio y se enteró de que Oporto estaba al borde de la rebelión.
Tomando 2.000 hombres de la guarnición de Almeida y algunos cañones, partió a través del norte de Portugal hacia Oporto, pero el 21 de junio se encontró con un avispero de milicias, guerrilleros que le dispararon, y les lanzaban rocas desde las alturas y finalmente se enfrentaron a algunos batallones portugueses recién levantados al mando del general Silveira en Texiera. GD Loison decidió que su pequeña fuerza estaba superada y se retiró a Almeida, perseguido por los portugueses.
Mientras tanto, estallaron más problemas de turbas en Lisboa durante la celebración anual de la Fiesta del Corpus Christi el 16 de junio. El GD Junot permitió a regañadientes que se llevara a cabo el festival, pero concentró a 15.000 soldados franceses en la ciudad para evitar un motín. Sin embargo, mientras la procesión religiosa se abría paso por las calles de Lisboa, el pánico hizo que la población se abriera paso entre las filas de soldados franceses. Justo cuando la artillería cargada estaba lista para disparar contra la multitud. El GD Junot cabalgó con frialdad entre la multitud y ordenó a sus hombres que se abstuvieran de disparar sus mosquetes. Ordenó a la población que despejara las calles, pronunció palabras tranquilizadoras al pueblo y luego insistió en que continuara la procesión religiosa.
Aunque la rápida acción sensata de Junot evitó una masacre, la población de Lisboa permaneció inquieta con los rumores descabellados sobre los eventos noticiosos en España y Portugal. Fiel a que la Royal Navy estaba en escena, una expedición naval británica al mando del general Brent Spencer se presentó frente a la costa. El general Spencer estaba al mando de 5.000 soldados entrenados, pero GD Junot no tenía forma de saberlo por el momento.
Alzamiento en Oporto
Finalmente, el 18 de junio en el norte, estalló un motín popular en Oporto que obligó a las vacilantes autoridades portuguesas a declararse a favor de la rebelión armada. Se constituyó una Junta Suprema y se eligió como jefe al obispo de Oporto, Antonio de São José de Castro. Las Juntas menores formadas en Bragança y Vila Real cedieron a la autoridad de la Junta de Oporto. La Junta Suprema se puso rápidamente a trabajar, restableciendo los RIs 2, 12, 21 y 24, el RC de cazadores, y los RCs 6, 11 y 12. La Junta solo pudo encontrar armas para los 5.000 soldados regulares que fueron asignados al mando del general Bernardim Freire de Andrade, pero había una gran escasez de oficiales, armamento y sobre todo dinero. Además, entre 12.000 y 15.000 milicianos mal armados acudieron en masa para unirse a la causa cubriendo las colinas del norte de Portugal con pequeñas bandas de milicianos. Muchos verían algo de acción en Texiera días después. La Junta de Oporto pidió ayuda a Inglaterra.
En el consejo de guerra del 25 de junio, el mariscal Junot y sus generales decidieron retirar las fuerzas francesas hacia Lisboa, dejando guarniciones en las principales fortalezas y defendiendo solamente el centro de Portugal. Dejar Portugal también se consideró demasiado arriesgado al tener que retirarse a través de España, ya que nadie sabía dónde encontrar al ejército francés en España. Así que decidió mantener las tres fortalezas principales de Almeida, Elvas y Peniche y concentrar la mayoría del ejército alrededor de Lisboa se convirtió en el plan francés.
Se enviaron órdenes al GD Loison en Almeida, al GB Avril en Estremóz, al GB Maransin en Mértola y al GD Kellermann en Elvas.
Incluso antes de recibir la nueva orden, GB Maransin había previsto la necesidad y se movió hacia Lisboa. El 26 de junio llegó a Beja y la encontró defendida por sus habitantes. Su infantería fácilmente ahuyentó a los soldados aficionados y saqueó la ciudad.
El 22 de junio, el GB Avril marchó sobre Vila Viçosa, donde una Cía del RI-86 estaba asediada por la población mal armada. Los franceses volvieron a derrotar fácilmente a los portugueses, mataron a muchos y saquearon Vila Vicosa. El GD Kellermann dejó un BI del RI-2 Suizo y 4 Cías del RI-86, un total de 1.400 hombres, como guarnición en la fortaleza de Elvas y regresó al oeste a Lisboa.
En el camino, se le unieron las fuerzas del GB Avril en Estremóz y las fuerzas del GB Maransin acercándose a Évora. Dejando atrás una BRI bajo el GB Jean François Graindorge en Setúbal, los franceses llegaron a Lisboa sin más incidentes.
Después de recibir sus órdenes, el GD Loison formó la guarnición de 1.200 hombres para Almeida dejó a todos los soldados franceses que no estaban en condiciones de hacer campaña y una marcha largamente disputada. Con su fuerza elegida, dejó la fortaleza de Almeida el 4 de julio y llegó a Abrantes una semana después. Sus tropas fueron hostigadas en todo el recorrido por la milicia portuguesa, disparando a la columna, mientras los voltigeurs franceses dejaban un rastro de sangre de los cuerpos de portugueses.
En Guarda, los ciudadanos resistieron, por lo que el lugar fue saqueado y quemado. Unos 200 soldados franceses resultaron muertos, incluidos rezagados a los que los campesinos mataron a palos. Debido a que el camino de sus tropas estaba marcado por una línea de pueblos destrozados, el GD Loison adquirió el nombre de El Maneta y fue maldecido durante años por los portugueses, especialmente la población de Évora.
A finales de junio, la insurrección se había extendido a Coimbra. Bernardo Zagalo, un estudiante local, llevó a civiles armados a Figueira da Foz, donde capturó una pequeña guarnición francesa en el fuerte de Santa Catarina. Sería bajo la protección de sus cañones cuando las fuerzas británicas desembarcarían en agosto.
Poco después de que los estudiantes se apoderaran de la fortaleza y capturaran la guarnición, el general Freire llevó sus 5.000 soldados en bruto al sur hasta la línea del río Mondego y se detuvo. El mariscal Junot había enviado una fuerza de 3.000 hombres al mando del GB Pierre Margaron hacia el norte que acabó con la rebelión al sur del río Mondego el 5 de julio. Hay que tener en cuenta que el general Freire no deseaba probar su ejército mal entrenado contra los soldados franceses veteranos, por lo que ninguno de los lados intentó cruzar el río Mondego.
En Coimbra, en el laboratorio de química de la universidad, se fabricaba pólvora y cartuchos. Debido a la rebelión en España, el mariscal Junot estaba aislado en Portugal con las comunicaciones cortadas con los ejércitos franceses en España. Sabe que está solo y trata de reinar en la situación con proclamas al pueblo: diciendo que “Napoleón reduce a la mitad la contribución que había impuesto … también dice que la revuelta en España se debe a que el Emperador se negó a desmembrar Portugal como querían los españoles”, pero el mensaje no caló en los portugueses.
Hubo represiones sangrientas en Vila Viçosa y Beja. Kellerman hizo una proclamación: “habitantes del Alentejo: Beja se ha rebelado, Beja ya no existe. Sus habitantes criminales han sido pasados por las armas espada y sus casas han sido saqueadas e incendiadas”. El mensaje es sucinto y esclarecedor. “Livrée aux flames” (liberado por las llamas) sería una frase que aparecería con frecuencia en el boletín del ejército francés.
Por parte portuguesa, al no existir un poder central reconocido por todas las Juntas. Había rivalidades; sin embargo, el papel de la iglesia fue importante, los franceses fueron vistos como enemigos de Dios. Hay un lado menos noble de estas revueltas: hubo hostigamientos, ajustes de cuentas, venganzas personales, y ataques a los «ricos y poderosos», y cualquier sospechoso de ser afrancesado, etc. En muchos lugares, el poder estaba en manos del pupulacho.
A mediados de julio, hubo una pausa en la que ninguna de las partes hizo un movimiento. Hacia finales de mes, el mariscal Junot decidió enviar al GD Loison con una columna móvil y despejar el camino hacia Elvas y su fortaleza. Proporcionó a GD Loison una fuerza que incluía los regimientos de dragones provisionales (RDPs) 4 y 5 (1.248), 2 BGs convergentes (1.100), 12 compañías del RI- 86 (1.667), BI-I de la Legión Hannoveriana (804), y el RIL-12 (1.253), RIL-15 (1.305) y RI-58 (1.428). Aunque los números suman 8.805, el historiador Charles Oman señala que hay que restar 1.200 de los BGs. Esta fuerza contaba con al menos 7.000 franceses entrenados y veteranos y estaba apoyada por 8 piezas de artillería.
Combate de Évora (29 de julio de 1808)
El 17 de julio, el TG Francisco de Paula Leite de Sousa aceptó la dirección del gobierno militar que, a partir del 20 de julio, pasó a tener su sede en Évora. A partir de allí, se dieron órdenes para la concentración de fuerzas en esa ciudad, que ya estaban organizadas en diferentes tierras del Alentejo y se intentó dar alguna instrucción militar a algunos grupos armados que se habían formado sin ninguna disciplina.
Mientras tanto, llegó la noticia de que las fuerzas francesas habían abandonado Lisboa y ya estaban en el sur del Tajo. Tras descubrir que la noticia del desembarco de las fuerzas británicas en la costa portuguesa era falsa, el mariscal Junot decidió enviar una expedición para poner fin al movimiento insurreccional y asegurar la posesión de la línea de comunicaciones entre Lisboa y Évora. El 25 de julio, una fuerza francesa bajo el mando de Loison cruzó el río hacia Cacilhas y se dirigió a Évora. El día 26, los franceses llegaron a Pegões.
Con la noticia de la llegada de los franceses, la general Paula Leite envió un destacamento a Montemor-o-Novo con 650 soldados de infantería, 50 caballos y 6 bocas de fuego. El coronel Aniceto Simão Borges estaba al mando de este destacamento. Reconociendo que estas tropas no eran suficientes para hacer frente a las fuerzas francesas que se acercaban, se envió un refuerzo de 400 hombres y 2 artilleros, pero este cuerpo de tropas, al dirigirse a Montemor-o-Novo, se encontró con fuerzas en retirada que anunciaron la derrota del destacamento del coronel Aniceto Borges. Así, este segundo destacamento se trasladó rápidamente a Évora, donde entró en la mañana del 28 de julio, lo que generó la mayor preocupación en esa ciudad.
Mientras tanto, continuó el trabajo de organización de la defensa de la ciudad. En la mañana del día 29 de julio, llegaron a Évora refuerzos de Vila Viçosa y Jerumenha. Se cubrieron todas las puertas del muro menos las de Rocío y Machede. A pesar de esos refuerzos, hubo que tener en cuenta que las fuerzas luso-españolas no llegaban a los 2.000 hombres. Además de estas fuerzas, había una multitud casi desarmada y sin entrenamiento militar. La general Paula Leite decidió, sin embargo, enfrentarse a las fuerzas francesas en campo abierto, fuera de las murallas de la ciudad, en lugar de aprovechar la protección que podían ofrecer las murallas, a pesar de su degradación, para ofrecer una resistencia más efectiva.
Évora era la tercera ciudad del Reino y la más importante de esa provincia, por su población y riqueza. Desde Évora era posible cortar la línea de comunicación entre Lisboa y España al sur del Tajo. No es de extrañar, por tanto, los esfuerzos de las juntas españolas de Sevilla y Badajoz para arrastrar a Évora a la causa de la insurrección.
Las fuerzas a disposición del general Paula Leite estaban integradas por unos 2.900 efectivos y 7 piezas de artillería:
- Fuerzas portuguesas (700) BI de voluntarios de Estremoz (380), Cía miquelete de Vila Viçosa (100), Cía de cazadores de Évora (100), Cía de caballería de Évora (60), Cía de caballería organizada con yeguas (60).
- Fuerzas españolas (1.070) bajo el coronel Moretti: Legión de voluntarios extranjeros (400) 2 Cías provinciales de granaderos (200), Cía de tropas ligeras (100), húsares de María-Luisa (250), artillería a caballo (90), artillería de guarnición (30).
Además de estas fuerzas hubo multitud de habitantes de varios pueblos que se colocaron en la muralla.
También el día 29 de junio por la mañana, a medida que se acercaba el enemigo, estas fuerzas ocuparon sus posiciones de combate en un lugar que dominaba el camino a Montemor-o-Novo:
- Flanco derecho, que se apoyaba el molino de San Bento, había 4 cañones, 350 soldados de infantería y una compañía de 50 caballos.
- Centro, en la zona de Outeiro de San Caetano, estaban 2 obuses, el RI-3 y la Legión de voluntarios extranjeros.
- Flanco izquierdo apoyado en Quinta dos Cucos, se colocó un cañón, 200 civiles armados y la compañía de yeguas.
- Fuerzas de cobertura los miqueletes de Vila Viçosa y los cazadores de Évora.
- Reserva a la izquierda del cerro de San Caetano con 200 caballos de la caballería española y 60 de la portuguesa.
El 29 de julio de 1808, las tropas del GD Loison llegaron a las afueras de Évora para encontrar una fuerza portuguesa-española desplegada en su ruta de avance.
A las 11:00 horas, los franceses avanzaron en tres columnas y, apenas llegaron al alcance de la artillería portuguesa y española, abrieron fuego. La columna de la izquierda, bajo el mando de Margaron, formaba un semicírculo a lo largo de la parte este de la ciudad. La columna de la derecha, bajo el mando de Solignac, formaba un semicírculo en el lado occidental de la ciudad, para controlar los caminos a Beja y Monsaraz y unirse a la columna de Margaron. La columna central, bajo el mando del propio Loison, siguió en la ruta que traían.
La caballería francesa dirigió el ataque hacia el flanco izquierdo de las fuerzas luso-españolas. Estos abrieron fuego muy temprano y solo la artillería causó bajas significativas a los franceses. La caballería, que tuvo que hacer frente al ataque de la caballería francesa, se retiró sin desorden sin luchar. La infantería y la artillería también terminaron retirándose, pero solo después de algún tiempo de combate en el que se comportaron que merecían referencias positivas del propio Loison y lo hicieron en buen estado. Una parte importante de estas fuerzas, sin embargo, ya no pudo ingresar a la ciudad y luego se dirigió a Juromenha y otras direcciones. Sin embargo, los franceses perseguidores irrumpieron en la ciudad en varios lugares, la Porta da Alconchel por ejemplo los franceses masacraron a los defensores mal armados de la ciudad.
Évora quedó entonces a merced de los franceses, quienes, a pesar de la resistencia ofrecida por los defensores, entraron allí a las 16:00 horas. El saqueo de la ciudad se prolongó durante toda la noche y solo al día siguiente, a las 11:00 horas, Loison dio la orden de reunir sus tropas.
El ataque a la ciudad de Évora había provocado en las tropas portuguesas y españolas, regulares y civiles, un número indeterminado de muertos y heridos que, entre los diversos autores, varía entre 2.000 y 8.000 e hicieron 4.000 prisioneros. Los franceses sufrieron 90 muertos y 200 heridos.
Desde Évora, Loison fue a Elvas y luego a Portalegre donde, el 6 de agosto, recibió la orden de Junot de dirigirse a Lisboa por el camino de Abrantes.