Guerras de Independencia Hispano-Americanas Fase preinsurreccional (1808-11) Operaciones en México en 1811

Marcha de López Rayón hacia el sur

Batalla del Puerto Piñones (1 de abril de 1811)

Tras la derrota y captura del cura Hidalgo, Ignacio López Rayón había sido uno de los secretarios de Estado nombrados por Miguel Hidalgo cuando este intentó organizar un gobierno insurgente durante su breve estancia en Guadalajara entre noviembre de 1810 y enero de 1811. Algunos documentos suscritos por Hidalgo en ese sitio y en momentos anteriores de la revolución fueron redactados por el propio López Rayón, por lo que se presupone que tenía cierta influencia sobre Miguel Hidalgo. El 5 de marzo de 1811, López Rayón recibió el cargo de jefe supremo de la insurgencia y la instrucción de volver al sur, mientras Hidalgo, Allende y otros seguían su marcha rumbo a Texas.

Los 3.500 hombres y 22 cañones que formaban el remanente de la insurgencia marcharon hacia Michoacán bajo el mando del López Rayón y otros jefes. El Tcol realista José Manuel Ochoa marchó en su persecución y le dio alcance en Agua Nueva, donde fueron tomados 77 prisioneros. Por lo que el 1 de abril de 1811, en el puerto de Piñones, Rayón tendió una emboscada a los realistas y tras una batalla de 6 horas, los realistas fueron derrotados. Durante la batalla, debido a la carestía de agua para enfriar a los cañones, se apresuró a tomar las cubetas de los artilleros, haciendo que en ellas se orinaran las mujeres que seguían la tropa. De esta manera quedó suplida la falta de agua para refrescar los cañones. Tras la batalla obtuvieron víveres y pertrechos de guerra para las fuerzas insurgentes que carecían de ellos.

Conquista de Zacatecas (14 de abril de 1811)

Después de Puerto de Piñones, Rayón y su victorioso ejército siguieron su camino con algunas carencias, especialmente de agua, hasta tomar la hacienda de San Eustiquio donde pudieron abastecerse. No obstante, por diferencias con el brigadier Ponce, que ya en una junta previa le había pedido el indulto, lo que le valió una bofetada de Rayón, por lo que Ponce desertó con otros oficiales y 200 hombres.

Rayón mandó quemar cadáveres y equipaje extra, y enterrar algunos cañones y culebrinas, por no tener animales de carga.

Cerca de Zacatecas, se detuvo con el ejército en hacienda de Pozo Hondo el 11 de abril, descansando dos días para luego pasar a la hacienda de Bañón y desde allí mandó a Anaya y Rosales a reconocer las fuerzas defensivas zacatecanas, mientras él se posicionaba en el colegio de los Misioneros de Guadalupe no muy lejos de Zacatecas.

El 15 de abril de 1811, Rayón consumó, junto con José Antonio de los Santos Torres Mendoza conocido como el Amo Torres, una de las más grandes hazañas de la lucha por la independencia hasta el momento: la toma de Zacatecas. En dicha lucha, el conocido como el Amo Torres se distinguió al tomar el Cerro del Grillo en la noche del 14 de abril, donde estaba la mayor parte de las fuerzas realistas, haciéndose de artillería, municiones, víveres y plata.

Después de la contienda del 14 de abril en el Cerro del Grillo, logró ocupar el real de minas de Zacatecas al día siguiente. Allí recogió erario, municiones y artillería realista, erigiendo una improvisada maestranza para fundir algunos cañones de bronce, así como acuñar monedas de plata y cobre.

A diferencia de las huestes insurgentes de Hidalgo, el ejército de Rayón entró a la ciudad de manera ordenada y él mismo convocó una junta con los pobladores principales de la ciudad para hacerles saber las intenciones de su ejército. Expuso sus ideas sobre la creación de un congreso compuesto de diputados nombrados por el pueblo y los diferentes sectores de la sociedad, pero que representara los derechos de Fernando VII. Nombró una junta de gobierno compuesta por los mismos habitantes y no hubo incidentes de desorden.

Litografía de Zacatecas, México hacia el año de 1850.

Durante su estancia de un mes en Zacatecas, Rayón se hizo con recursos, uniformó a sus tropas, las disciplinó y se allegó de artillería, municiones y otros enseres de guerra. Después decidió abandonar Zacatecas con destino a Michoacán, donde esperaba tener una mejor posición para atacar a las fuerzas realistas, dejándola al mando a Víctor Rosales con 1.000 efectivos, con la orden de aguantar durante dos días desde la llegada de Calleja, y luego reunirse con él en la Piedad. El 3 de mayo, la ciudad caería persuadida por el indulto realista y con ella su maestranza que contaba con “22 cañones de varios calibres, algunos fusiles, lanzas, porción de munición de toda especie y otros efectos”.

Combate de Aguascalientes (3 de mayo de 1811)

Rayón, a su paso por Aguascalientes, fue interceptado por una fuerza realista de 3.000 efectivos a cargo del brigadier Miguel Emparan, llevando como segundos a los coroneles García Conde y conde de Casa Rul, quienes lo alcanzaron la madrugada del 3 de mayo en las inmediaciones del rancho del Maguey (Aguas Calientes).

Rayón envió a su infantería, equipajes, y caudales al pueblo de La Piedad. Mientras él permanecía en su posición con 14 cañones de artillería y un piquete de caballería para detener el avance realista y dar tiempo a la retirada de los caudales e infantería. Emparan rompió fuego, recibiendo respuesta paulatinamente, siendo Rayón primero en formación de batalla. Después de intercambio de fuego de artillería y algunas escaramuzas, se retiró aprovechando el humo y el polvo, abandonando 14 los cañones.

Siguió su camino a La Piedad, donde se dio cuenta de que los oficiales a los que había convocado allí lo habían abandonado llevándose consigo los fondos que custodiaban.

Se dedicó a reunir nuevamente recursos y armamento. Partió a Zamora, donde organizó una pequeña tropa que puso al mando de Torres, mandándolo a hacer frente en Pátzcuaro. Torres fue atacado por el comandante Linares en el cerro de la Tinaja, por lo que Rayón fue en su auxilio obteniendo la victoria insurgente. Ahí se unirían a la insurgencia el padre Navarrete y Manuel Muñiz.

Con estas nuevas fuerzas, Rayón intentó avanzar sobre Valladolid, haciendo algunos movimientos militares que lograron que los realistas se atrincheraran, sin embargo, enterado de los refuerzos que habían llegado a estos, decidió seguir a Tiripetío. Allí distribuyó sus fuerzas comenzando una guerra de guerrillas: Torres en Pátzcuaro y Uruapan, Navarrete a Zacapu, Mariano Caneiga a Panindícuaro; y Manuel Muñiz a Tacámbaro. Mientras tanto, él marchó solamente con una escolta a Zitácuaro.

Combate de Zitácuaro (22 de junio de 1811)

Una vez en Zitácuaro, Rayón se dio a la tarea de preparar la defensa en contra del ataque que se avecinaba de los realistas: se hizo con víveres, fundió nueva artillería y mandó cavar una zanja alrededor de la población, la cual, llenó de agua; obstruyó los caminos y retiró los víveres de las direcciones donde el ejército realista pudiera abastecerse.

El virrey Venegas, ordenó a Emparán, quien había derrotado a Rayón en el Maguey, acometer contra Zitácuaro, por lo que salió de Maravatío, llegando a la loma de los Manzanillos, desde donde se avista Zitácuaro, el 21 de junio. Venegas mandó dos compañías de caballería a aprovisionarse, pero fueron acometidas por las fuerzas de Rayón en el pueblo de San Mateo.

El 22 de junio se enfrentaron ambos destacamentos, siendo el de Rayón menor en número, pero con mejor artillería. En la lucha los insurgentes comenzaron a replegarse hacia el interior de la villa de Zitácuaro, siguiendo un plan de señales acordado por Rayón previamente, con lo que los realistas no pudieron avanzar más allá del foso anegado que había mandado hacer Rayón, lucharon todo el día sufriendo grandes pérdidas y sin que pudieran tomar la plaza. Los realistas lucharon hasta la noche, retirándose en primer lugar a la loma de los Manzanillos.

De Rayón se cuenta haber ideado y aplicado una ingeniosa estrategia para acabar de diezmar el ánimo de los realistas y provocar su huida definitiva: mandó reunir todos los asnos del lugar a los que se les colocó un farol de papel, haciéndoles avanzar por el campo enemigo, lo que sorprendió y confundió a Emparan y a sus soldados, provocando que a la mañana siguiente se retiraran hacia Toluca.

Junta de Zitácuaro (19 de agosto de 1811)

Obtenida la victoria en Zitácuaro, quedando a seguro por un buen tiempo, y aunado al hecho de que el gobierno virreinal tenía que dividir sus fuerzas entre diferentes zonas levantadas, entre las cuales destacaba el sur, bajo el liderazgo del bravo cura José María Morelos y Pavón; Rayón se dedicó a dar forma a un gobierno que ya desde hace tiempo venía concibiendo y del cual dependieran todos los jefes insurgentes, unificando así el movimiento de independencia y le diera el orden debido.

A tal efecto y a fin de obtener la representación debida en la junta, escribió a Morelos en carta fechada el día 13 de julio.

El 19 de agosto de 1811, celebró junto con José María Liceaga un acta autorizada por Joaquín López con el carácter de prosecretario, justificando la necesidad de la creación de un gobierno autónomo en la figura de una junta suprema que organizara y encabezara el movimiento de independencia, citando a los principales jefes que se encontraba en Zitácuaro para ponerles a consideración dicha acta, a la cual, se adhirieron, aprobaron la creación de la Junta y nombraron a Rayón como presidente de la misma y a Liceaga y Verduzco como vocales.

Junta de Zitácuaro (19 de agosto de 1811). Mural del Palacio Municipal de Zitácuaro, Michoacán. Autor Abel Medina Solís.

La junta se constituyó como Suprema Junta Nacional Americana y en nombre de Fernando VII. Sobre su creación se emitió un bando el 21 de agosto donde se daba a conocer su existencia y justificación.

Como presidente de la junta, Rayón coordinó la creación del periódico El Ilustrador Nacional, a cargo de Andrés Quintana Roo y José María Cos, para difundir las ideas insurgentes. Rayón no logró que los jefes de las distintas facciones armadas reconocieran la autoridad de la junta. Por ello, citó a juramentar a los gobernadores y alcaldes de los pueblos vecinos.

La creación de la junta llamó la atención del gobierno virreinal y el general Calleja publicó una proclama el 28 de septiembre desde Guanajuato, desconociendo la junta, amenazando con avanzar sobre Zitácuaro y poniendo precio a la cabeza de Rayón, la que cuantificó en diez mil pesos. Igualmente, rechazó la oferta de deponer las armas que el virrey Venegas había enviado a él y a Morelos por conducto y sugerencia del obispo de Puebla Manuel González Campillo.

Al fallar estas estrategias, los realistas contrataron a una persona de nombre J. Arnoldo para asesinar a Rayón, pero tal sujeto fue descubierto y fusilado.

Durante la estancia de la junta en Zitácuaro, la misma intentó dirigir y coordinar a los diferentes líderes insurgentes que hacían la guerra en Michoacán y Guanajuato, así como mantenerse al tanto de las actividades de Morelos en el Sur. Al parecer hubo algunas divergencias entre los miembros de la junta, ocasionadas por el temor de que Rayón se atribuyera el mando supremo, lo que ocasionó algunas tensiones.

Batalla del Calvario (18 de octubre de 1811)

El plan de los insurgentes fue extender su control político-militar en la región, de lo que actualmente ocupan los estados del suroeste de México, desde Zitácuaro, sede de la Junta, se pretendía crear una línea de operaciones pasando por Toluca, Tenango, Tenancingo hasta llegar a Taxco, fundamental por los recursos mineros cuyas ganancias serían destinadas al coste de la guerra; la Junta nombró brigadier a José María Oviedo y encomendó tomar Toluca y defender Tenango y Tenancingo en posesión de los insurgentes.

Rayón desplegó fuerzas hacia el valle de Toluca, para bloquear el avance de las tropas realistas hacia Zitácuaro, donde se aposentaba la Suprema Junta Americana. El brigadier José María Oviedo ocupó Tenango del Valle, donde ya operaban otros jefes guerrilleros, de los cuales sus fuerzas se extendían hasta Tenancingo y Malinalco, con la finalidad de sitiar la ciudad de Toluca.

La noche del 7 de octubre llegaron a la ciudad de Toluca. El contingente era enorme e incluía guerrillas indígenas de Tenango y de pueblos cercanos y barrios de Toluca. Todos estaban al mando del brigadier Oviedo, a quien acompañaban varios jefes guerrilleros.

Las numerosas tropas insurgentes de infantería y caballería, así como un cuerpo de artilleros, unos 10.000 efectivos en total, tomaron posesión de los cerros cercanos que rodean a Toluca: San Miguel, Zopilocalco, Calvario, Coatepec, Cóporo, San Luis Obispo, San Juan Evangelista y Huitzila. Intentarían poner un cerco a los realistas y desatar un ataque envolvente que los dividiera y debilitara sus defensas, para luego inutilizar o capturar sus piezas de artillería y obligarlos a gastar sus municiones.

Por parte realista, el brigadier Rosendo José Antonio Porlier y Asteguieta, que había sido enviado por el virrey Francisco Javier Venegas, disponía de 400 efectivos, instrumentó un plan de defensa consistente en levantar cortaduras y parapetos en los principales puntos de riesgo de ataque, especialmente los que conectaban con calles céntricas. Se trataba de evitar a toda costa el avance insurgente a través de fortalezas inexpugnables. Como la ofensiva vendría de diferentes direcciones, se instalaron cortaduras al oriente, poniente, norte y sur. El cerro del Calvario, en esta última zona, parecía que iba a ser usado como plataforma de ataque por los insurgentes, de arriba hacia abajo por una pendiente que daba acceso a viejas calles y callejones.

Del 14 de octubre hasta el 18 no hubo tregua entre ambos bandos. Al parecer, el ataque empezó en la cortadura del cerro de Coatepec, al poniente, donde los españoles perdieron tres cañones reventados, hecho que minó su defensa de manera importante. Los insurgentes lanzaron fuertes ataques con fusiles, lanzas y grandes piedras a los diferentes parapetos puestos por Porlier.

En cuatro días de lucha, los españoles defendieron como pudieron sus posiciones iniciales, pero los atacantes incursionaban por diferentes puntos y causaban grandes estragos en casas, el Cementerio, la Plaza Mayor y otros sitios. Los realistas tuvieron que retroceder y concentrarse en la defensa del cerro del Calvario, por donde la fuerza enemiga trataba de entrar al centro de la ciudad. Porlier, acorralado, con escaso poder de ataque y pocas municiones, solicitó refuerzos urgentes al virrey Venegas y le manifestó la posible pérdida de la plaza si no llegaban las tropas a tiempo.

Plano de Toluca, México en 1817. Realizado por el capitán de ingenieros José Mariano Domínguez de Mendoza.

Los insurgentes lanzaron frecuentes ataques con toros y reses bravas que causaban pánico o confusiones entre los defensores, pues deshacían las formaciones de las filas. Los aliados indígenas se mantenían en la línea de fuego apoyando la ofensiva. Entonces se llegó a un punto en que los realistas civiles y eclesiásticos exigieron a Porlier poner fin al sitio.

El 18 de octubre, los realistas recibieron la noticia de que llegaban refuerzos de unos 500 hombres desde Lerma al mando del capitán Joaquín María de la Cueva, conocido como el Ronco y quien tenía formación náutica y militar, el brigadier realista presentó batalla en el cerro del Calvario y distribuyó su infantería en guerrillas, como una táctica contrainsurgente, con la caballería en ambas alas protegidas por la artillería.

Las tropas de refuerzo eran de 200 infantes, 160 dragones y un par de cañones de grueso calibre. La feroz acometida hizo estragos en las filas insurgentes, prácticamente exhaustos tras cinco días de intensos combates, de manera que la defensa no duró mucho; según Porlier solo tres minutos.

El ejército de Oviedo fue casi desbaratado y puesto en fuga hacia el sur, hacia Tenancingo y Tecualoya (Villa Guerrero). Los guerrilleros indígenas se habían dispersado por los cerros, mientras que los vencedores se hacían del botín: 7 cañones, caballos, toros, municiones y otros objetos regados en el campo de batalla. El párroco de Toluca dio cristiana sepultura a los 282 muertos de la batalla del Calvario, aunque quizá hubo otros que quedaron dispersos en los cerros. Las bajas de los realistas, según Porlier, fueron de 2 muertos y 23 heridos en su división, así como un muerto y 8 heridos del Ronco.

Posteriormente, según tradición oral, los realistas hicieron prisioneros a casi un centenar de indígenas, a quienes condujeron a la plaza Principal de Toluca para su fusilamiento de 5 en 5, hecho por el cual se le nombró Plaza de los Mártires, la calle por donde los prisioneros fueron bajados del Calvario ahora se llama Callejón de Víctimas. Este hecho suscita dudas sobre su veracidad, no hay constancia escrita y solo es una tradición oral.

Rayón y la junta permanecieron en Zitácuaro lo restante del año 1811, pero el día 1 de enero de 1812, el general Calleja atacó a la población, lo que obligó a los insurgentes a dejar la plaza, no sin antes presentar resistencia, en la cual Ramón Rayón, hermano de Ignacio, perdió un ojo. No obstante, pese a ser mayores las fuerzas de Calleja, no se infligió mayores daños a las fuerzas independentistas, ya que estos contaban con buena artillería, lo que permitió dañar la caballería de los realistas, quienes no persiguieron a Rayón y su gente.

La pérdida de Zitácuaro acabó por reafirmar las divisiones que ya se habían comenzado a fraguar al interior de la Junta y del ejército insurgente, especialmente en contra de la dirigencia de Rayón.

De esta forma, la Suprema Junta Nacional Americana y el ejército, ambos al mando de Rayón, comenzaron a tomar sitio en diferentes poblaciones: Tuzantla, Tlalchapa, Sultepec.

Otros levantamientos y confrontaciones

Durante febrero de 1811, fue derrotado en Sinaloa José María González Hermosillo por Alejo García Conde en la batalla de San Ignacio de Piaxtla. Las fuerzas realistas dejaron en el campo de batalla alrededor de 500 cuerpos de soldados insurgentes y capturaron a muchos otros. Las pocas fuerzas insurgentes que lograron escapar se dispersaron en la serranía, frenando así todo intento de insurgencia en el noroeste mexicano.

En los primeros días de mayo, en la zona de Matehuala, el insurgente Juan Villerías fue derrotado por Joaquín de Arredondo y Cayetano Quintero, muriendo el 13 de mayo. Arredondo continuó su avance tomando la plaza de Tula el 22 de mayo, derrotando a Mateo Acuña, quien junto con otros insurgentes fue pasado por armas. El 21 de junio, las fuerzas virreinales tomaron Matehuala.

El 12 de julio, los insurgentes José Calixto Martínez y Moreno alias Cadenas, Ignacio Sandoval, Miguel Gallaga fueron derrotados en la batalla de Llanos de Santa Juana, por las fuerzas realistas del coronel Manuel del Río, aunque lograron tomar Colima el 16 de julio de 1811. Fuerzas virreinales al mando de Rosendo Porlier recuperaron las plazas de Sayula, Zacoalco y Zapotlán el Grande, para después reunirse en Zapotiltic con el coronel español Manuel del Río. El cura de Matehuala, José Francisco Álvarez, con la ayuda de Pedro Celestino Negrete, venció a los insurgentes en la batalla de Colotlán, causándoles más de 1.500 bajas. El pueblo de La Barca fue severamente castigado por Negrete, debido a que la población ayudó a escapar a Miguel Gallaga y al padre Ramos.

En la zona de El Bajío, Albino García mantuvo la guerrilla insurgente en Pénjamo, Valle de Santiago y Yuriria. Fue perseguido sin éxito por el teniente coronel Miguel del Campo, pero sufrió una fuerte derrota cerca de Celaya. A mediados de junio, en San Luis de la Paz, los insurgentes mandados por José Antonio Verde fueron derrotados por el capitán Antonio Linares. En la misma localidad, el 10 de julio, el jefe insurgente José de la Luz Gutiérrez, al mando de cuatro mil hombres, fue derrotado por el capitán Guizarnotegui.

De finales de julio a mediados de agosto, la revolución insurgente volvió a encenderse en Aguascalientes y Zacatecas. Cuando los virreinales fusilaron a los rebeldes Nájera y Flores Alatorre en Aguascalientes, la plaza fue tomada por el cura Ramos, Oropesa, Ochoa y Hermosilla, obligando al subdelegado Felipe Álvarez y al cura Terán a salir de la ciudad, quienes habían ejercido un breve gobierno despótico. El 25 de agosto, Calleja envió al coronel García Conde y al teniente José López a reprimir el nuevo brote revolucionario. Después de ofrecer resistencia, los insurgentes se dispersaron en Nochistlán. El 21 de agosto, el coronel español Manuel del Río tomó la plaza de Colima, causando 600 bajas a los insurgentes mandados por Gallaga, Sandoval y Cadenas. Veinte días más tarde, los insurgentes fueron nuevamente derrotados en Colotitlan, muriendo durante el combate 300 hombres. En Tomatlán, Gallaga a quien se le hizo responsable de la derrota, fue herido gravemente por un soldado de Sandoval. Poco después fue llevado frente a la parroquia, donde le dispararon nuevamente, muriendo en el acto.

Campaña de Morelos en 1811

Asedio de Acapulco 1810-11

Miguel Hidalgo conoció a José María Morelos y Pavón cuando desempeñaba como rector del colegio de San Nicolás, sabía de las capacidades y aptitudes de su antiguo alumno. En 1799 Morelos fue nombrado cura de Curácuaro donde permaneció hasta 1810. Fue comisionado por Hidalgo, el 20 de octubre de 1810 en Charo, Michoacán, como jefe insurgente de la costa del Sur, otorgándole la misión de levantar en armas esa región de la Nueva España y tomar el puerto de Acapulco, que era la principal vía la comunicación con los puertos de Asia, principalmente con Manila (Filipinas).

Encuentro de Hidalgo y Morelos en Indaparapeo. Autor Juan Ortega.

Morelos aceptó esta orden, por lo que el 25 de octubre de 1810 inició su primera campaña militar en los poblados de Tierra Caliente, que conocía a la perfección por haberlos recorrido innumerables veces durante su juventud, cuando se dedicaba a la arriería.

Una característica a resaltar dentro de la organización castrense de Morelos fue el tamaño de su ejército: prefirió el empleo de pequeñas fracciones, que estuvieran bien armadas y que pudieran desplazarse de manera rápida, lo que en un inicio le permitió adoptar tácticas de guerra de guerrillas; como la sorpresa, tomaba desprevenidas las guarniciones que se encontraba, destruía o se apoderaba de la infraestructura del enemigo y desaparecía sin que supieran dónde localizarlo.

Cuando su ejército creció; también mostró habilidad en la organización de la guerra regular, pues los elementos que engrosaron las filas de su fuerza armada, provenientes de poblaciones costeñas y de Tierra Caliente principalmente, tenían nociones de instrucción militar para formar parte de las milicias locales, lo que facilitó el adiestramiento y disciplina de los mismos. Los mejores ejemplos de lo anterior fueron las familias Galeana y Bravo, quienes, por ser los encargados de las milicias en sus pueblos, contaban con gran cantidad de hombres a su disposición y sabían desenvolverse sobre el terreno.

La campaña inicial de Morelos tuvo como objetivo la toma de Acapulco, por ser el puerto de mayor importancia de la región. Por lo que, sin encontrar resistencia, con sus fuerzas, que ya sumaban más de 1.000 hombres, se posicionaron en el cerro de El Veladero, cercano a dicha ciudad y que dominaba la entrada, en los primeros días de noviembre de 1810. Mientras que una parte del cerro quedó en posesión del ejército insurgente, el resto del cerro aún era retenido por los españoles, comandados por el capitán Francisco París, que había sido comisionado por Venegas para defender el puerto.

El 12 de noviembre, el jefe de la guarnición de Acapulco envió una fuerza para atacarlo, ante el embate, los insurgentes se retiraron al rancho del Aguacatillo, al suroeste del puerto, pero en ese punto las hostilidades continuaron, por lo que decidió regresar a El Veladero, lugar en el que permaneció el resto de 1810.

Combate de Tres Palos (4 de enero de 1811)

El virrey Venegas organizó el Ejército del Sur con 1.500 hombres reunidos de Oaxaca y puso al mando de la división al coronel Juan Francisco París. Morelos, que había avanzado sobre puntos críticos de Acapulco, denominados Veladero, Pie de la Cuesta, Marqués y Las Cruces, optó por retirarse a Veladero mientras los realistas copaban El Aguacatillo. Por San Marcos y Las Cruces avanzaron las tropas de París el 8 de diciembre a las 8 de la mañana, desatando de frente un fuerte ataque contra las posiciones insurgentes, el cual no tuvo resultados por contar previamente Morelos con la información de disposición de las tropas contrarias. La violenta arremetida, que persistió todo el día, solo provocó París 20 bajas en el bando rebelde, a cambio de 40 que alcanzaron a ser contadas de su ejército, pues se presumió entonces que las tropas españolas pudieron haber enterrado otros cuerpos para disimular la magnitud de la derrota. París se retiró al sitio conocido como Tonaltepec, a orillas del río de La Sabana, pidiendo a Acapulco 4 culebrinas de refuerzo.

La escolta de las culebrinas fue atacada dejando 4 muertos, el resto se retiró a Acapulco.

Morelos ordenó de inmediato la retirada, que fue organizada por los Galeana. El campamento insurgente se salvó de ser tomado por los realistas gracias a la intervención del capitán Julián Ávila, mientras que el resto del ejército, al mando de Morelos, emprendía la retirada a Tecpan.

En Tecpan, Morelos se concentró con su ejército y decidió elevar el pueblo a la categoría de provincia, con el nombre de “Nuestra Señora de Guadalupe de Tecpan”, y se mantuvo el cobro de los impuestos reales ya existentes, pero fue abolido el tributo aplicado a las tropas. Morelos decidió tomar algunos bienes de la Iglesia para financiar sus actividades militares.

El comandante de la Costa del Sur tuvo la oportunidad de hacer una correcta estimación de la situación, ya que, desde diciembre del año pasado, había entrado en contacto con Mariano Tabares, oficial realista que formaba parte de los hombres de París, a quien Morelos invitó a unirse a la insurgencia, ofrecimiento que fue aceptado. Su nuevo aliado le proporcionó información referente al número exacto de soldados con los que contaba París, el tipo de armamento del que disponía y la ubicación de la artillería; con la seguridad brindada por estos datos, se pudo dar el asalto con mínimos daños.

Asimismo, Tabares dijo a Morelos que el comandante realista concentraba sus fuerzas y esperaba unirlas con las de la guarnición de Acapulco para organizar un nuevo embate sobre los insurgentes, aconsejándole atacar antes de que los españoles lo hicieran. Era de vital importancia que Morelos tomara la ofensiva, pues sus fuerzas se hallaban a la mitad del camino entre las tropas de París y la guarnición de Acapulco, por lo que el peligro de un ataque por dos frentes era probable.

Mediante un ataque por sorpresa, Julián Ávila, con 600 hombres, se aproximó por la retaguardia del campamento realista y se apoderó con gran facilidad de la artillería, sus hombres abrieron fuego a discreción sobre los españoles por lo que el coronel París, quien dormía a la hora que comenzó el ataque, no tuvo otra opción que huir al resguardo de la noche para salvar la vida. Esa victoria, a primera vista menor, tuvo una importancia fundamental para la insurgencia, pues gracias a ella se hicieron de los medios de vida y combate (comida, armas y dinero) para continuar la campaña militar al sur de la Nueva España, al mismo tiempo, esta acción consolidó a Morelos como el hombre fuerte de dicha región.

Combate de Tres Palos (4 de enero de 1811). Morelos cargando contra los realistas.

Intento de tomar el fuerte de San Diego

Morelos estableció el campamento de su ejército en la localidad de Paso Real de la Sabana, cercano al fuerte de San Diego, un edificio construido para evitar los ataques de los piratas, y que estaba bien artillado y preparado para defender el puerto.

El teniente de artillería, José Gagó, ofreció a Morelos entregarle la fortaleza sin resistencia. La fecha en que se había pactado la entrega del fuerte era el 8 de febrero de 1811. En ese día, los insurgentes estuvieron frente al fuerte de San Diego, pero Gagó traicionó a Morelos. En lugar de abrir las puertas, organizó una descarga sobre los rebeldes que esperaban en la entrada, dejando a los insurgentes entre varios fuegos.

La falta de artillería para romper alguno de los muros de San Diego, hizo imposible el asalto. Ante esa situación, Morelos puso en asedio el fuerte, lo cual tampoco rindió frutos, pues, a través de la vía marítima, los españoles recibían comida y pertrechos. Ante la incapacidad para lograr algún avance, en mayo de 1811, Morelos cesó en su empeño por tomar la fortaleza y se dirigió al norte de la intendencia de México. En el cerro de El Veladero dejó acantonado a un pequeño grupo a las órdenes de Julián Ávila, quien tenía el deber de hostilizar el fuerte, en otras palabras, desde el inicio, Morelos esparció en el territorio pequeñas unidades que, a través de su propia iniciativa, continuarían con la lucha libertaria.

Campaña de José María Morelos en 1811 y 1812.

Estancia de Morelos en Izúcar

Morelos se dirigió a Chilapa, que por entonces era la población más próspera de la región. Entre agosto y noviembre, Morelos estableció su centro de operaciones en Chilapa. Morelos reforzó su relación con los indígenas.

Sin embargo, hubo un intento de sedición, para impulsar el asesinato masivo de negros hacia blancos. Ordenó a sus tropas ir a la costa, calmó a los sublevados con la frase “sería el yerro mayor que podrían cometer los hombres”. Los cabecillas fueron llevados a Chilapa, donde fueron ejecutados.

Su relación con la Junta Nacional de Zitácuaro fue respetuosa, ya que Morelos siempre colaboró con los planteamientos establecidos por la Junta, a pesar de las diferencias habidas entre los miembros del organismo regulador insurgente.

La jerarquía eclesiástica, en la persona del obispo español de Puebla, lanzó un manifiesto contra la insurgencia y escribió a Morelos invitándole a desistir de la lucha.

A mediados de noviembre de 1811, Morelos inició su segunda campaña militar, su objetivo era la toma de la ciudad de Puebla, uno de los centros urbanos más grandes del virreinato. Para ello, Morelos había fraccionado sus fuerzas en tres divisiones: la primera, a órdenes de Miguel Bravo, marchó con rumbo a Oaxaca; la segunda, encabezada por Hermenegildo Galeana, debía tomar Taxco; y la tercera, comandada por él mismo, se dirigió a Izúcar.

Morelos tomó Tlapa, localidad de La Montaña, Izúcar, Cuautla y Chiautla. Al mismo tiempo Hermenegildo Galeana sometía a los poblados de Mexcala, Tepecoacuilco y Taxco, donde logró apoderarse de varias vetas de plata, que fueron enviadas a la Junta Nacional, ya que Calleja tomó Zitácuaro, y la Junta se quedó sin fuerzas para resistir el embate realista. Las fuerzas de Miguel Bravo fueron derrotadas por Francisco París. Antes de que concluyera el año de 1811, prácticamente todo el sur de la Nueva España estaba bajo el control directo de Morelos o de sus hombres.

En Izúcar, Morelos estuvo a punto de ser capturado por las fuerzas realistas, y escribió a Galeana: “Resistí yo solo con 30 hombres que escogí para irme a pasear a Izúcar, de los que dejé 20 en la plaza y con 10 fusileros y unos cuantos vaqueros salí a cortarles la retirada”.

Durante su estancia en Izúcar, Morelos recibió el 12 de diciembre a Mariano Matamoros, un sacerdote de Tlaxcala, que veía con buenos ojos el movimiento insurgente y que quería unirse a su ejército. Morelos le respondió afirmativamente y de buena gana, diciéndole que le recordaba a él mismo en su visita con Hidalgo, por lo que aceptó a Matamoros en su ejército, dándole el cargo de coronel.

Con el tiempo, Matamoros sería nombrado mariscal de campo y Morelos le llegó a considerar su mano derecha, hasta que fue capturado y fusilado. También recibió a un antiguo sirviente de la Junta Nacional, José Manuel de Herrera, quien sería nombrado embajador en los Estados Unidos de América, en 1813.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-10-22. Última modificacion 2025-10-22.
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