Guerras de Independencia Hispano-Americanas Independencia de Chile (1817-18) Batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1917)

Movimientos previos

Las fuerzas de San Martín fueron organizadas en dos divisiones:

  • DI-1 o ala derecha al mando del brigadier Miguel Estanislao Soler, que debía atacar por la cuesta nueva, estaba compuesta por unos 2.000 efectivos:
    • BIL-I de cazadores del coronel Rudecindo Alvarado, el BI-XI del coronel Juan Gregorio de Las Heras.
    • Cías de granaderos y cazadores del BI-VII y del BI-VIII.
    • EC-4 de granaderos del comandante Manuel Escalada.
    • EC de escolta del general en jefe al mando del coronel Mariano Necochea.
    • Artillería: 7×4 cañones con 80 artilleros de dotación.
  • DI-2 o ala izquierda al mando de Bernardo O’Higgins debía atacar por la cuesta vieja; estaba formada por unos 1.500 efectivos:
    • Cías de fusileros del BI-VII (500) de Ambrosio Cramer.
    • Cías de fusileros del BI-VIII (500) de Pedro Conde.
    • EC-1 (150) del comandante José Melián.
    • EC-2 (150) del comandante Manuel Medina.
    • EC-3 (150) del sargento mayor Nicasio Ramayo del RC de granaderos a caballo al mando del coronel José Matías Zapiola.
    • Artillería: 2×4 piezas de artillería (que perderían en el desfiladero) con el resto del batallón de artillería.

Para el 11 de febrero, los realistas se encontraban al sur de las alturas de Chacabuco, y los insurgentes inmediatamente al norte de ellas. El baqueano Justo Estay entregó a San Martín los detalles de su defectuoso despliegue. Los realistas ocupaban las alturas con unos 200 hombres, mientras que el grueso de las fuerzas permanecía cerca de las casas en el bajo.

Inicialmente, Maroto, consciente de la debilidad de sus tropas, había conseguido que el gobernador apoyase la idea de retirarse al Maule y unir sus fuerzas a las de Concepción para presentar batalla a San Martín. Pero Marco del Pont cambió de opinión rápidamente y le ordenó impedir que los republicanos avanzaran sobre Santiago. El general realista escogió la cuesta de Chacabuco como una posición defensiva, esperando detener a los invasores mientras llegaban los refuerzos desde el sur.

Batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817). Vista de la zona de la batalla.

Al ver que la cuesta estaba ocupada por los invasores, e incapaz de tomarla, tuvo que escoger entre retroceder a Colina o defender las posiciones donde estaba su ejército, delante del cerro de Victoria, cerca de la Hacienda de Chacabuco.

Conforme a la orden de ataque, O’Higgins había iniciado su desplazamiento a las dos de la mañana con el BI-VII en vanguardia; avanzaba por la cuesta vieja acercándose a los cerros más altos donde su vanguardia tomó contacto con los realistas. Al ver la envergadura de las fuerzas que avanzaban, el capitán realista Mijares, que estaba al mando de una compañía y que había pedido refuerzos al coronel Rafael Maroto, decidió la retirada hacia el bajo ante la sorpresa de su coronel, que le había ordenado resistir.

Al ver que sus tropas adelantadas se retiraban de las alturas, Maroto decidió enviar a la caballería al mando del comandante Marqueli para apoyar la retirada de Mijares y decidió organizar una defensa en el sector, disponiendo sus fuerzas en las alturas circundantes. El RI de Valdivia en el cerro Chinge, el RI Talavera en el cerro Guanaco con la artillería y el BI de Chiloé en el cerro Quemado. Parte de la caballería realista desplegó en guerrillas delante de la posición para proteger el despliegue.

Desarrollo de la batalla

O’Higgins y sus fuerzas se encontraron de improviso con el grueso de los realistas a la salida de una gran quebrada. O’Higgins colocó al BI-VII a la derecha y al BI-VIII a la izquierda en línea de frente al enemigo; a la caballería (EC-1, EC-2 y EC-3 de granaderos) le ordenó un movimiento envolvente al flanco izquierdo del enemigo; los dos cañones habían desbarrancado al subir la cuesta.

Sobre las 11:00 horas iniciaron el ataque sobre las posiciones realistas al mando del coronel Rafael Maroto Yserns, jefe del RI de Talavera, que se estaban concentrando en la hacienda Chacabuco y se componían en ese momento de:

  • 4 Cías del RI peninsular de Talavera (440 de los cuales 170 eran peninsulares) en el cerro Guanaco.
  • 2 Cías del BI de Chiloé del Tcol José Piquero (220) en el cerro Quemado
  • 2 Cías del BI de Valdivia del Tcol José Arenas (220) cerro Chinge.
  • Húsares de la Concordia del Tcol Antonio Quintanilla (120).
  • Carabineros de Abascal del Tcol Manuel Barañao (220).
  • 2×2 cañones de montaña.
Batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817). Planos de la batalla.

Llegaron a las posiciones realistas y recibieron fuego de fusilería y de los dos cañones. Aconsejado por Crámer, jefe del BI-VII (exoficial de Napoleón), ordenó a la infantería cargar a la bayoneta, organizando dos columnas de ataque, siguiendo el modelo napoleónico y lanzándolas sobre el ala derecha enemiga (RI Talavera) apoyada por la caballería del coronel José Matías Zapiola (EC-1, EC-2 y EC-3 de granaderos). Los granaderos tropezaron con el profundo cauce de Las Margaritas, que no habían visto, no pudiendo pasar en formación de ataque, y retrocedieron tras una andanada de fuego enemigo, sin sufrir muchas bajas, hasta el cerro de los Halcones, donde se reorganizaron. El BI-VII y el BI-VIII se replegaron ante el fuego de los talaveras.

Batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817). Las tropas insurgentes lideradas por José de San Martín se dirigen a la batalla. Autor Pedro Subercaseaux .

Eran cerca de las 12 del día y las fuerzas de Soler no daban señales de proximidad; había mandado un emisario a San Martín y no había obtenido respuesta. En esta situación, O’Higgins ordenó un segundo ataque, disponiendo que la caballería atacara el flanco derecho realista. Al frente de sus hombres y con el grito “O vivir con honor o morir con gloria, el que sea valiente que me siga”, hizo que el enemigo se retirara. De nuevo O’Higgins y Cramer las lanzaron al asalto, dirigiendo la caballería contra el flanco derecho y la infantería contra el centro. La confusión por la acción de los realistas y las dificultades del terreno obligaron a O’Higgins a ordenar la retirada hacia el cerro de los Halcones para reorganizarse. Los realistas del BI de Chiloé en el cerro Quemado, entusiasmados, avanzaron hasta la línea de guerrillas, siendo rechazados.

Batalla de Chacabuco e(12 de febrero de 1817). La infantería insurgente atacando a la infantería realista. Autor José Tomás Vandorse.

O’Higgins organizó las fuerzas para un nuevo asalto. Dispuso una carga contra el BI de Chiloé y el ataque de la caballería en dos frentes, unos contra los talaveras en el cerro del Guanaco y otros contra el ala izquierda de Chiloé, con lo que causó una dispersión importante de las fuerzas realistas. Un pelotón de caballería rompía la línea realista entre la extrema izquierda del RI Talavera y la derecha del grueso del batallón Chiloé, arrollando a los artilleros. El RI Talavera formó en cuadro para hacer frente a la caballería, rechazando los ataques de esta.

Batalla de Chacabuco e(12 de febrero de 1817). La infantería insurgente atacando a la infantería realista (1). Autor Gericault.

La infantería acudió en auxilio de la caballería atacando el cuadro formado por los talaveras; una vez roto, rebasó el ala derecha realista y una segunda carga sobre la infantería y la caballería enemigas produjo la dispersión.

Batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817). O’Higgins en la batalla. Autor Manuel Tapia.

En ese momento apareció la división de Soler en los cerros donde los primeros habían apoyado el extremo izquierdo de su línea. Dos compañías del BIL de cazadores de Los Andes rompieron el fuego y causaron el desorden entre los realistas. A continuación le siguieron el EC-4 de granaderos y la escolta del general en jefe. Aquellos todavía resistían en su flanco derecho, donde se hallaban dos compañías de fusileros que estaban intactas; sin embargo, abandonaron sus posiciones y se incorporaron a los fugitivos.

Batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817). La caballería insurgente atacando a la infantería realista. Autor Gericault.

El general San Martín llegó al campo de combate y dio las órdenes para impedir la reorganización del enemigo; sin embargo, los realistas huían en forma desordenada hacia el sur. A las 14:00 horas la batalla estaba terminada y los insurgentes se reconcentraron en torno de su cuartel general en las casas de Chacabuco.

Al finalizar la batalla, O’Higgins comprendió que las fuerzas realistas de Santiago, unos 1.600 hombres, no iban a atreverse a abrirse paso hacia el sur, lo que implicaba además un largo y sacrificado viaje, por lo que deducía que solo les quedaba la posibilidad de huir hacia Valparaíso; por ello es que pidió 1.000 hombres de la división Soler para perseguirlos y cortarles la retirada a los buques. Este plan de O’Higgins se completaba con que San Martín entraría a Santiago con el resto de las tropas insurgentes. Lamentablemente, San Martín, en su calidad de general en jefe del Ejército de los Andes, rechazó el plan de O’Higgins.

Secuelas de la batalla

Las bajas según los insurgentes fueron de 12 muertos y 120 heridos; sin embargo, el BI-VIII, integrado por los pardos y morenos, sufrió 67 bajas entre muertos y heridos, por lo que se estima que son de 130 muertos y 180 heridos. Las bajas realistas fueron de 500 muertos, 600 prisioneros y 170 dispersos. Se capturaron 1.000 fusiles, 2 piezas de artillería, 16 cajones de municiones, 2 barriles de pólvora, la bandera del BI de Chiloé, que fue trasladada a Mendoza.

Chacabuco fue el corolario de la gran empresa cuyana. Fue admirable desde todo punto de vista si se tiene en cuenta que la victoria se logró después del gran esfuerzo que realizaron las tropas sanmartinianas para cruzar una de las más elevadas cordilleras de la Tierra. La fatiga del cruce que pesaba sobre hombres y animales y sobreponiéndose a todos los avatares que sufrieron los soldados en las altas cumbres, como soroche, frío extremo y la gran cantidad de animales que se perdieron. De casi 10.000 mulas solamente llegaron 4.000 y de más de 1.500 caballos de guerra, solo la mitad en muy mal estado.

La batalla permitió a los insurgentes instalarse en Santiago. Reunida la asamblea bajo la presidencia del gobernador Francisco Ruiz Tagle, elegido interinamente por el pueblo al tiempo de la fuga de Marcó del Pont, los concurrentes declararon por aclamación que a la voluntad unánime era nombrar a José de San Martín gobernador de Chile con omnímoda facultad. Así lo hicieron constar en el acta que se levantó y todos firmaron ante escribano público. El general, fiel a sus instrucciones y a su plan político, se negó a aceptar el mando que se le ofreció; según él “Chile debía ser gobernado por un chileno” y convocó por intermedio del Cabildo una nueva asamblea popular a la que concurrieron 210 vecinos notables. El auditor del ejército de los Andes, el doctor Bernardo de Vera y Pintado, reiteró públicamente la renuncia de San Martín, y fue aclamado en el acto el general O’Higgins Director Supremo del Estado de Chile, declarando Vera que la elección era del agrado del general San Martín.

El nuevo director nombró para el ministro del interior a Miguel Zañartu, de sólido carácter y decidido partidario de la alianza chileno-argentina, y en el departamento de guerra y marina al Tcol José Ignacio Zenteno, secretario de San Martín. Su primer acto de gobierno, el 17 de febrero de 1817, fue dirigirse al pueblo en una proclama con alusión honorífica a las Provincias Unidas y a San Martín.

Las primeras medidas del nuevo Gobierno tuvieron por objeto el rescate de los insurgentes que estaban deportados en la isla desierta de Juan Fernández y proveer la seguridad de numerosos prisioneros españoles, entre los que se encontraba Marco del Pont.

Los chilenos estaban ansiosos por gobernarse ellos mismos, con lo cual sentaron las bases para formar su propio ejército y sus propios mandos, que hasta el momento eran argentinos. Con este fin crearon una Academia Militar con un buen plan de estudios, abriendo las puertas a la juventud de Chile. La base del ejército chileno sería un BI formado en Aconcagua y una unidad de artillería formada por el coronel de artillería Joaquín Prieto, una Cía de jinetes para el servicio de la capital y un RC de cazadores.

San Martín se dio cuenta de que para evitar el regreso de los españoles y para la ocupación del virreinato del Perú, era necesario disponer de una armada que contrarrestase la superioridad naval de los realistas; a tal fin envió a uno de sus ayudantes, el capitán de ingenieros José Antonio Álvarez Condarco, para embarcarse rumbo a Inglaterra para comprar buques y contratar oficiales de marina por cuenta del gobierno de Chile. También envió a Manuel Hermenegildo de Aguirre con una misión análoga a los Estados Unidos para encargar dos fragatas de 34 cañones tripulados por oficiales y marineros americanos hasta llegar a Chile, además de otros dos barcos de 18 y 24 cañones por cuenta del gobierno chileno; para ello se le proporcionó letras de 500.000 dólares a cuenta del tesoro chileno.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-10-30. Última modificacion 2025-10-30.
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