Guerras de Independencia Hispano-Americanas Independencia de Perú Conferencias entre realistas e independentistas

Conferencias de Torre-Blanca

Manuel Abreu había llegado al Perú en los primeros meses de 1821, enviado por la Corona con amplios poderes y adecuadas instrucciones para resolver el gravísimo problema que significaba la lucha independentista hispanoamericana, la cual había llegado a un punto tal que amenazaba con alejar a España total y definitivamente de este continente. En marzo de 1821, Abreu se entrevistó, en Huaura, con San Martín, antes de haberse reunido con las autoridades virreinales, porque había preferido desembarcar en un puerto norteño antes que en el del Callao. La entrevista entre el comisionado regio y el jefe del Ejército Libertador del Perú fue del todo amable, y, sobre todo, dejó grata impresión en Abreu, quien se impresionó por la moderación encontrada en San Martín.

Al llegar a Lima y ponerse en contacto con La Serna y demás jefes y autoridades, Abreu encontró un ambiente hostil hacia él, hacia su misión y fundamentalmente hacia su posición conciliadora, que iba muy bien con su carácter, y que en el fondo era la propia posición de las autoridades españolas en ese momento.

Las conferencias de Miraflores, a las cuales ya nos hemos referido, terminaron en un completo fracaso ante lo irreconciliable de las dos posiciones. Derrocado Pezuela, el nuevo virrey, José de La Serna, intentó llegar, con San Martín, también a una solución pacífica. Con este fin dirigió al jefe del Ejército Libertador un oficio con fecha 9 de febrero de 1821 donde le señala que «circunstancias particulares y extraordinarias que Ud. no ignora, me han puesto a la cabeza de este Virreinato, cuyo cambio ha sido recibido del público con júbilo y entusiasmo», para luego proponerle la realización de una entrevista a llevarse a cabo en Chancay, «entre dos jefes superiores del ejército de su mando con otros dos del mío, por si se pudiese hallar un medio que concilie los intereses y concluya las desavenencias entre españoles americanos y europeos;…»

Recibida por San Martín esta invitación, le contestó desde Huaura el 13 de febrero, aceptando la invitación y señalándole que sus sentimientos se inclinaban por una solución que evitara a la humanidad los estragos que causa la guerra, «y si tales son las ideas de Ud., que coinciden con las mías en el importante objeto de concluir las desavenencias entre americanos y españoles, convengo desde luego en la entrevista que Ud. me indica en su apreciable del 9 que recibí ayer con algún atraso». San Martín nombró como sus representantes al coronel de granaderos a caballo Rudecindo Alvarado y al coronel Tomás Guido. Señaló como lugar de la entrevista la hacienda de Torre-Blanca, propiedad de Casa-Núñez, “por la mayor comodidad e independencia que proporciona”, el 19 del mes en curso a las nueve de la mañana.

La Serna, con fecha 16 de febrero, remitió a San Martín una nota respuesta aceptándole las condiciones señaladas por este para la entrevista. Le comunicó que había nombrado como sus delegados a los coroneles Jerónimo Valdés y Juan Loriga, y le señalaba su deseo de que la «conferencia entre los dos jefes de uno y otro ejército, a que Ud. desde luego ha asentido, produjese lo más conforme a mis ideas, que es, el que estos países vuelvan a disfrutar de la tranquilidad y delicias a que el clima convida».

Alvarado y Guido recibieron de San Martín la orden de pasar a la hacienda de Torre-Blanca con fecha 15 de febrero. En virtud de dicha orden se trasladaron a Huacho y el día 16 a las 13:30 horas salían de dicho puerto a bordo del bergantín Pueyrredón con dirección a Chancay. En ese lugar anclaron a las seis de la tarde del día siguiente. El 19 de febrero, por la mañana, a eso de las seis, se reunieron los cuatro comisionados.

La diputación realista centró su propuesta de paz en el reconocimiento del dominio hispano sobre la nueva base de la Constitución de Cádiz. Pero dándose cuenta de que esto no sería aceptado por el bando independentista. En la segunda sesión de aquel mismo día, señalaron que resultaban irreconciliables las posiciones de ambas partes, en el sentido de que el virrey no prescindiría del juramento de la Constitución por base de toda negociación, en tanto que el bando republicano no admitía otra posición que el reconocimiento de la independencia. La diputación independentista señaló su base medular: el reconocimiento de la independencia. A las doce de la noche del mismo 19 se daban por concluidas las conferencias y media hora después se retiraban los diputados realistas.

Conferencias de Punchauca

Después de este fracaso, el 9 de abril el virrey La Serna envió a San Martín una misiva invitándolo a abrir nuevas negociaciones, para lo cual comisionados de ambos bandos se reunirían en la hacienda Torre-Blanca. El día 15 de abril, San Martín dio respuesta a la invitación, solicitándole al virrey que, por lo delicado del asunto, debería hacérselo saber en forma oficial, es decir, mediante oficio y no mediante una simple misiva personal. En vista de ello, el día 17, La Serna le comunicó a San Martín que en su calidad de presidente de la Junta de Pacificación lo invitaba a entablar negociaciones de paz. San Martín respondió el 22, aceptando la invitación, aunque objetando el lugar propuesto (hacienda de Torre-Blanca), manifestando que las conferencias se podrían realizar bien en un barco surto en El Callao o, en su defecto, en otro lugar que él designase. Se acordó que los diputados fuesen tres, más un secretario sin voto, por cada una de las partes. Ellos se reunirían en la hacienda Punchauca, ubicada en el valle del río Chillón, a escasas cinco leguas al norte de Lima.

Los republicanos eligieron como representantes a Tomás Guido, a Juan García del Río y a Juan Ignacio La Rosa y, en calidad de secretario sin voto, a Fernando López Aldana, todos los cuales recibieron precisas instrucciones de San Martín.

Los delegados realistas fueron don Manuel Abreu, Manuel de Llano y Nájera, Mariano Galdeano y, en calidad de secretario sin voto, Francisco Moar.

Fue fijada como fecha de la entrevista el 2 de mayo de 1821. Sin embargo, fue llevada a cabo el día 4, debido a que los diputados realistas detuvieron su desplazamiento cuando se percataron de que guerrilleros de Canta hacían su aparición en Punchauca.

El 4 de mayo, se llevó a cabo la primera sesión. Los diputados independentistas plantearon, como es lógico suponer, el reconocimiento de la independencia. Los realistas, por su parte, al igual que en anteriores oportunidades, propusieron como base de un acuerdo la jura de la Constitución española de 1812. El 23 de mayo, con el fin de trabajar con más confianza y armonía, se firmó un armisticio en virtud del cual se suspendían las hostilidades por un periodo de 20 días. Asimismo, se acordó una entrevista personal entre La Serna y San Martín.

El 30 de mayo, las dos diputaciones acordaron que la entrevista entre el virrey y el libertador argentino se realizaría el 1 de junio. Sin embargo, debido a una indisposición de La Serna, la entrevista se llevó a cabo el 2 de junio. Se había acordado que cada uno de los dos jefes sería acompañado por sus respectivos jefes de Estado Mayor, los jefes superiores, un ayudante de campo, un oficial de ordenanza y cuatro soldados. El séquito de San Martín lo conformaban los coroneles Las Heras, Paroissien, Necochea; los Tcols Spry, Raulet y cuatro ordenanzas. La Serna asistió acompañado por La Mar, Canterac, Landázuri, Ortega y Camba.

Abreu relata que el primer día de junio San Martín lo visitó, por la tarde, y que le comunicó que propondría como solución la formación de una regencia compuesta de tres vocales. Esta regencia debería estar integrada por La Serna, en calidad de presidente de la misma; un vocal nombrado por el virrey y un tercer vocal designado por San Martín. Asimismo, propondría la unión de los dos ejércitos, así como la declaración de la independencia. Producido este hecho, San Martín viajaría a España para solicitar, a la Corona, el nombramiento de un príncipe español, el cual sería ungido rey del Perú.

La entrevista entre La Serna y San Martín se llevó a cabo el 2 de junio por la tarde. Sobre las 17:15 horas llegó a Punchauca la comitiva realista. Según el relato de Guido, después de media hora de una cordial conversación de cortesía, los protagonistas conferenciaron por algunos minutos totalmente a solas, al término de lo cual San Martín invitó al virrey y a ambas diputaciones, así como también a los jefes principales, a pasar a una pieza inmediata.

Entrevista de Punchauca el 2 de junio de 1821, entre el virrey del Perú José de la Serna y el Libertador José de San Martín. Autor Juan Lepiani.

En dicha reunión San Martín expresó: «Si V.E. se presta a la casación de una lucha estéril y enlaza sus pabellones con los nuestros para proclamar la independencia del Perú, se constituirá un gobierno provisional presidido por V.E. y compuesto de dos miembros más, de los cuales V.E. nombrará el uno y yo el otro; los ejércitos se abrazarán sobre el campo; V.E. responderá de su honor y de su disciplina; y yo marcharé a la península, si necesario fuere, a manifestar el alcance de esta alta resolución, dejando a salvo, en todo caso, los últimos ápices de la honra militar y demostrando los beneficios para la misma España de un sistema que, en armonía con los intereses dinásticos de la casa reinante, fuese conciliable con el voto fundamental de la América independiente».

La Serna solicitó dos días de plazo para una respuesta definitiva. Como las entrevistas entre ambas diputaciones debían continuar, se acordó que ellas se realizaran en Miraflores.

Conferencias de Miraflores

Trasladados al nuevo punto de reunión, el 8 de junio los diputados realistas presentaron la siguiente contrapuesta: establecimiento de una junta provisoria de gobierno integrada por tres miembros, dos nombrados por el virrey y uno por San Martín; viajase a España tanto de La Serna como de San Martín, y, en caso de no aceptarse esto, el virrey debía quedar como presidente de la Junta Provisoria, en tanto que San Martín seguiría al frente de su ejército; la Junta gobernaría a nombre del rey de España; la línea divisoria entre uno y otro ejército sería el río Chancay y luego la línea que pasara por el pueblo de Reyes. El día 9 de junio los diputados de San Martín respondieron la citada propuesta, desechándola de plano por no considerar para nada la independencia del Perú, que era el requisito medular de la propuesta independentista.

Las negociaciones continuaron incluso después de que el ejército realista abandonara Lima y el virrey hiciese lo propio el 6 de julio de 1821. En vista de que La Serna, que se desempeñaba como presidente de la Junta de Pacificación, no se encontraba en Lima, los diputados independentistas, con fecha 10 de julio, se dirigieron por escrito a los delegados realistas para que estos respondieran si seguía existiendo o no dicha Junta de Pacificación y si existían personas autorizadas para responder sobre un armisticio.

La respuesta realista fue positiva tanto en lo que se refería a la existencia de la mencionada Junta como sobre las personas autorizadas para ver lo concerniente a un armisticio. En vista de esta respuesta, los diputados de San Martín, el mismo 10 de julio, presentaron a consideración de los realistas una “minuta de armisticio definitivo”. Según este documento, el armisticio sería por 18 meses, contados a partir del día de la ratificación del mismo. El gobierno español del Perú nombraría dos diputados, el Supremo Gobierno de Chile uno y José de San Martín otro, por los pueblos libres del Perú, todos los cuales pasarían a España a negociar, ante el Rey, el modo de terminar la guerra. San Martín gobernaría el norte del Perú hasta los límites de las provincias del Cuzco, mientras que La Serna el resto del territorio. Las tropas realistas que permanecían aún en Chile y Chiloé se trasladarían al territorio dominado por La Serna. Según el artículo 30 de esta minuta de armisticio, el Real Felipe del Callao y los fuertes de San Miguel y San Rafael quedarían, en calidad de depósito, en manos de San Martín.

El 31 de agosto, los diputados realistas dieron respuesta a la propuesta republicana mencionada, aceptando las condiciones señaladas, a excepción de dos de ellas: la relacionada con la división del territorio y la que tenía que ver con la retirada de las tropas de Chile y Chiloé. Los realistas modificaron la línea divisoria señalada, dejándole a San Martín el gobierno de las intendencias (provincias) de Trujillo y Lima, además del gobierno de Maynas. Se negaron a aceptar la retirada de sus tropas de Chile y Chiloé.

El día 1 de setiembre, los diputados independentistas dieron respuesta a la réplica realista: aceptaban que los realistas quedasen en Chile y Chiloé, pero consideraban inadmisible la línea demarcatoria propuesta por los realistas. Con una nueva nota de los realistas, en la cual trataban de justificar las modificaciones propuestas, se cerraba el ciclo de estas negociaciones que habían devenido demasiado prolongadas a pesar de verse, desde un principio, que ellas en realidad no abrían ninguna esperanza de solución pacífica, por lo irreconciliable de las dos posiciones.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-11-05. Última modificacion 2025-11-05.
Valora esta entrada
[Reduce texto]
[Aumenta texto]
[Ir arriba]
[Modo dia]
[Modo noche]

Deja tu comentario

Tu comentario será visible en cuanto sea aprobado.

Tu email no se hará público.