Guerras de Independencia Hispano-Americanas Independencia de Ecuador Independencia de Guayaquil. Batalla de Camino Real

Organización y planificación

En la noche del domingo 1 de octubre y luego de iniciada la reunión a la cual fueron invitadas las familias más prestigiosas de la ciudad, el anfitrión José de Villamil reunió a los invitados que él y José María de la Concepción de Antepara y Arenaza consideraban vitales para el triunfo de la emancipación. Aquella reunión se la conocería como la “Fragua de Vulcano” y es la noche en la cual se comenzó a diseñar el plan de sublevación de varios cuarteles realistas.

El lunes 2 de octubre, se reunieron por la tarde en casa de Villamil tanto Gregorio Escobedo, jefe del batallón de granaderos de Cuzco, como Peña, jefe del batallón de milicias, quienes ratificaron su adhesión a la causa independentista. Más allá de cuando veían muy difícil sus tentativas de plegar a favor de la causa a los soldados de la batería de artillería y los del escuadrón de caballería de Daule, pues sus jefes eran españoles, no descartaron la posibilidad de convencer a sus integrantes, mediante la intervención de los sargentos Álvarez Vargas y Pavón, simpatizantes de la causa.

Por otro lado, se buscó un líder para la revolución, para lo cual se propuso primero al coronel Jacinto de Bejarano y luego al Tcol José Carbo y Unzueta; sin embargo, se pensó posteriormente en José Joaquín de Olmedo. Descartando a los dos primeros por diversas y justificadas razones, se comisionó a Villamil para que visite a Olmedo.

Al día siguiente, el martes 3 de octubre, después de la visita que Villamil hizo a la casa de Olmedo y de la propuesta de liderazgo del movimiento, Olmedo declinó este encargo, señalando que ese puesto debía ser ocupado por un hombre de armas, y siendo él un poeta, poco podría aportar. Sin embargo, dejó claramente su simpatía total con la revolución y su disposición a ayudar en todo lo que sea necesario. En una nueva reunión con Villamil, pensó en el coronel Rafael Ximena, quien sería consultado por Villamil al día siguiente.

El miércoles 4 de octubre, Ximena, quien a pesar de que simpatizaba con las ideas emancipadoras, se excusó y rechazó la propuesta de Villamil, pues debe su educación a la corona, siendo él mismo de ascendencia noble, por lo cual participar activamente como líder del movimiento fue visto por él como una traición a la tierra de sus mayores, al país en el cual siguió la carrera de las armas. Ese mismo día se obtuvo la participación del capitán Damián Nájera del escuadrón de caballería de Daule.

Para el jueves 5 de octubre, los ánimos de varios de los integrantes del movimiento se mostraron opacados por diversos factores. León de Febres Cordero, temeroso de que se desalienten los comprometidos en la causa, lanzó un discurso en el que, entre otras cosas, dijo: «En nombre de América, os ruego, compañeros, no dejar escapar tan favorable ocasión de hacerle un gran servicio lanzando ahora mismo la provincia de Guayaquil a la revolución». Después de esto, Febres Cordero tomó cierto liderazgo.

El viernes 6 de octubre, Villamil conversó con Francisco Loro, condueño con Luzárraga de la goleta Alcance, para que retrase un poco la partida de la nave a Panamá, a la espera del resultado de la acción que está por llevarse a cabo. Después de la aceptación de Loro, visitó a Luzárraga, de quien también obtuvo una respuesta afirmativa, pero sin decirle toda la verdad y para no herirlo de modo susceptible, ya que él era español. Es así como le pidió que retrase la salida de Loro, quien era el capitán de la nave, para que pueda asistir a la recepción que daría en su casa el día 8 de octubre, con motivo de festejar su nombramiento como Procurador General.

Cierta preocupación se sintió en los independentistas el sábado 7 de octubre, debido al rumor de que el padre Querejasú de la iglesia de San Francisco había alertado a Pascual Vivero acerca de la revolución en ciernes. Este hecho separó a los complotadores en dos bandos: el primero, partidario de realizar lo más rápido posible la revolución, y el segundo, inclinado a esperar una ocasión más propicia, después de que se calmen los ánimos. Al primer grupo pertenecía Febres-Cordero, quien una vez más inclinó la balanza a su favor. Después de la arenga, la revolución agilitó su marcha, y se decidió hacer una reunión final el domingo 8 en la casa de Villamil por la tarde, aprovechando la recepción que ofrecía en ese día.

Finalmente, el domingo 8 de octubre de 1820, todos los complotadores se reunieron a las 4 de la tarde. Después de hora y media se escuchó un toque de clarín que correspondía a la llamada de los oficiales de los granaderos de la Reserva del Cuzco. Escobedo dispuso que el capitán Vargas acudiera a la llamada, y este regresó con el respectivo informe. Transcurridos unos momentos, se enteraron de que se había realizado una junta de guerra en casa del gobernador Vivero; se resolvió la toma de medidas en caso de que los rumores tuvieran algún fundamento, por lo que se hizo formar al escuadrón en el malecón. Sin embargo, el ánimo desfalleció cuando, al parecer, los planes debieron cambiar sustancialmente.

Independencia de Guayaquil. Reunión final el domingo 8 de abril en la casa de Villamil.

Los oficiales se dirigieron al batallón de granaderos, y los tres venezolanos se retiraron para captar impresiones en la calle y volver. Los temores se alejaron al ver que el batallón de granaderos se dirigía al poco rato a su cuartel y Escobedo regresó donde Villamil a las 22:30 horas para dar a conocer que todo estaba listo y arreglado, y que a las dos de la mañana se reunirían en su cuartel donde se congregaría gran cantidad de adeptos a la causa. Al despedirse, Escobedo le asegura a Villamil que el triunfo sería total, añadiendo que no se derramaría gota de sangre alguna, puesto que no habría con quién batallar.

Los próceres de la Independencia de Guayaquil, en su mayoría, eran francmasones pertenecientes a la Logia Estrella de Guayaquil. Estos y los próceres extranjeros se unieron en una Logia de Ocasión denominada Fragua de Vulcano, reunida en Templo de Campaña, refiriéndose a la casa de Villamil.

Revolución del 9 de octubre de 1820

En la noche del domingo 8 y madrugada del lunes 9 de octubre, los capitanes León de Febres Cordero y Damián Nájera llevaron con engaños al comandante español Torres Valdivia a la casa de Nájera con el pretexto de invitarlo a una partida de naipes. Una vez allí, lo sometieron y dejaron cautivo temporalmente, explicándole que era la única forma de evitar que interviniese en contra del movimiento independentista y, en vista de la estimación que le tenían, habían preferido evitar un peligroso enfrentamiento con él. Febres Cordero, adueñado de las llaves del parque de Torres Valdivia, se dirigió al batallón de granaderos, en donde, con 50 hombres, fue hasta la batería de artillería, y después de sorprender y encerrar al oficial de guardia, se apoderó del recinto. La tropa fue formada, aclamando la causa revolucionaria.

Mientras esto sucedía, Urdaneta, con 25 granaderos del BG y nuevos jóvenes guayaquileños, más la complicidad de los sargentos Vargas y Pavón, tomaron el escuadrón de caballería Daule, no sin antes combatir con Magallar y sus hombres, que al darse cuenta de lo que sucedía intentaron impedirlo, muriendo en el enfrentamiento Magallar. Después de esta acción, el capitán venezolano Luis Urdaneta mandó al comandante Matías Tirapeguí, quien se había plegado a favor del movimiento, hacia la Batería de las Cruces, con la mitad del escuadrón de la caballería, con el propósito de tomarla.

La última acción se llevó a cabo en la casa del coronel Benito García del Barrio, primer jefe del batallón de granaderos de reserva, quien fue apresado por el teniente Hilario Álvarez mientras dormía.

Para la mañana del 9 de octubre de 1820, la ciudad de Guayaquil había alcanzado su independencia de España. José Joaquín Olmedo asumió el mando político y el coronel Gregorio Escobedo el mando militar de la Junta de Gobierno de la provincia. Con ello comenzó la guerra de independencia de lo que actualmente es la República del Ecuador.

Designaron una Comisión de Requisición para reunir elementos bélicos y, otra comisión encargada de la preparación de operaciones, conocida como la División Protectora de Quito, que se basó en el BG, el BI de Yaguachi y el EC de Daule; compuesta por 5 BIs (Vengadores, Voluntarios de la Patria, Defensores, Libertadores I, Libertadores II, un cuerpo de artillería, EC Daule y una escuadrilla naval, estaría bajo el mando del coronel Luis de Urdaneta y teniendo como segundo jefe el coronel León Febres Cordero.

Independencia de la provincia de Guayaquil

Después de la Revolución del 9 de octubre de 1820, la ciudad de Guayaquil quedó libre del dominio realista, pero no su provincia. Rápidamente, se logró la independencia de varios pueblos, así como el 10 de octubre lo logra el pueblo de Samborondón, mientras que Daule el 11 de octubre se une a la causa emancipadora, al igual que Naranjal el 15 de octubre.​

En atención a las proclamas libertarias distribuidas por la Expedición Libertadora del Perú, el 12 de octubre José de Villamil fue comisionado por la Junta de Gobierno de Guayaquil junto con el Tcol venezolano Miguel Letamendi para informar la hazaña libertaria al comandante en jefe de la expedición libertadora del Perú, José de San Martín, ya desembarcado en tierra peruana, y al vicealmirante comandante de la escuadra libertadora, el almirante Cochrane, que estaba con su flota en algún lugar del Pacífico.

El 14 de octubre en la goleta Alcance, partieron Villamil y Letamendi para llevar la noticia a Cochrane, al que encontró el 31 de octubre fondeado en la bahía de Ancón, y el día siguiente fue presentado a San Martín, quien decide enviar a Guayaquil una comisión de emisarios formada por el Secretario de Guerra y Marina Tomás Guido y el general Toribio de Luzuriaga, jefe de su Estado Mayor, para viajar a Guayaquil y apoyar con la defensa y seguridad de la ciudad-puerto. A su regreso, Villamil trajo carabinas y pertrechos, así como al coronel Luzuriaga para comandante militar del ejército de Guayaquil, como respaldo de San Martín a la revolución.

En Guayaquil se firmó el Pacto de Protección y Mutuo Auxilio de 11 artículos, a través del cual la provincia de Guayaquil se ponía bajo la protección del general en jefe del Ejército Libertador del Perú y con ello su total sumisión militar, pero manteniendo su derecho a definir libremente después de la guerra a integrarse al estado que más le convenga, ya fuera Perú o la Gran Colombia.

El 8 de noviembre de 1820, representantes de todos los pueblos que formaban la provincia de Guayaquil fueron convocados al Ayuntamiento de la ciudad, donde se proclamó el nacimiento de un nuevo estado conocido como la Provincia Libre de Guayaquil y eligieron como presidente de la misma al doctor José Joaquín de Olmedo.​ A continuación de esto, se dictó el Reglamento Provisorio de Gobierno, el cual sirvió como constitución para el naciente estado.

Batalla de Camino Real (9 de noviembre de 1820)

La División Protectora de Quito del Coronel Luis Urdaneta recibió la orden de dirigir su avance hacia la ciudad de Babahoyo, llegando el 7 de noviembre de 1820. Contaban para sufragar los gastos con 16.000 pesos donados por los guayaquileños en una colecta organizada por Gabriel García Gómez (padre de García Moreno). Siguieron el itinerario Guayaquil – Samborondón – Babahoyo – Sabaneta. La fuerza de vanguardia estuvo al mando del coronel León de Febres Cordero y el grueso de la columna de marcha, al mando del coronel Luis Urdaneta.

Entretanto, las autoridades españolas habían tomado las siguientes disposiciones: el general Melchor Aymerich, presidente de la Real Audiencia de Quito, conocedor de la revolución de Guayaquil, dispuso el bloqueo de la línea de comunicaciones entre Amboto – Guaranda – Babahoyo, para evitar el avance de las fuerzas revolucionarias al interior de la presidencia de Quito, y el envío del Tcol Antonio Forminaya al mando de 300 efectivos a Guaranda y luego al coronel Francisco González con 1.000 soldados, que partió desde Quito con el propósito de neutralizar la progresión de la marcha de los insurgentes.

En aquellos momentos la ciudad de Guaranda seguía en manos españolas; por esta circunstancia, el corregidor de Chimbo, el doctor Víctor Félix de San Miguel, informó acerca del movimiento de las tropas libertadoras al comandante general Damián Alba. Este convocó a un cabildo abierto el 3 de noviembre, en donde se delegó al sacerdote Francisco Benavides, simpatizante realista, llevar un mensaje dirigido a la Junta de Gobierno de Guayaquil en el que se sugería poner fin a toda acción bélica de forma pacífica.

El mensaje fue interceptado por el coronel Urdaneta, que dio la orden de proseguir con el movimiento de tropas, llegando a la ranchería de Angas el 8 de noviembre.

A su vez, el Tcol realista Antonio Forminaya, que disponía de unos 300 efectivos, haciendo caso omiso del pedido del doctor San Miguel de no marchar, envió sus soldados hacia los altos de Camino Real, apostándose definitivamente el 7 de noviembre en Bilován y disponiendo la defensa del desfiladero, mientras que él con su plana mayor ocuparon la casa de hacienda de Ángel Barba. Forminaya estaba seguro de la aparente ventaja táctica que representaba su posición dominante y rodeada de una topografía difícil: al este las estribaciones de la cordillera de Sandalán, al oeste la cordillera de Tiandiagote y al sur el cauce del río Limón. Analizada la situación, el comandante español concentró su defensa para neutralizar y destruir el avance de los rebeldes por el centro. Para barrer el frente, los realistas colocaron varias pequeñas piezas de artillería de montaña (piezas de una libra). La posición se hacía inabordable a no ser que fuera con fuerzas muy superiores.

Ese mismo día, Urdaneta recibió información de que las tropas del Tcol realista Antonio Forminaya se encontraban apostadas en las alturas de Camino Real con la intención de derrotar y desbandar a los insurgentes, recuperar Guayaquil y, de esta manera, cortar los vínculos entre la ciudad y las fuerzas libertadoras de Simón Bolívar.

El 8 de noviembre, Josefina Barba Chaguango, hija del aguacil de Bilován, Ángel Barba, en cuya hacienda se alojaban los oficiales realistas, bien por patriotismo o bien porque estaba enamorada de Pedro Tobar, que militaba en el mando insurgente, cruzó las líneas realistas a través de desfiladeros y quebradas, y llegó a las posiciones de los insurgentes para informarles de las posiciones y movimientos de los realistas. Esto dio al coronel Urdaneta la oportunidad de elaborar una estrategia con la cual se aseguraría la victoria.

Se mantuvo la división de sus fuerzas en tres columnas. La una atacaría de frente y las otras dos harán un movimiento envolvente apoyando sus flancos en las estribaciones de las cordilleras de Tiandiagote y Sandalán. Desde luego, esta marcha sería lenta por la dificultad que presenta el terreno; pero no importaba, porque como fruto del análisis de la nueva situación, se había decidido que la valerosa Josefina con los hermanos Tobar, utilizando sus mulas, fueran los guías de más de un centenar de escogidos soldados de los batallones Vengadores y de Defensores, en especial los enrolados de Guaranda y Chimbo.

Batalla de Camino Real (9 de noviembre de 1820). Plano de la batalla.

Mientras la columna central simulaba un ataque para distraer a los realistas, las columnas laterales avanzaban para atacarles de flanco. Cuando abrieron fuego contra los flancos realistas, la columna central se sumó al ataque.

Un toque de trompeta rompió el silencio. Era la orden de atacar. Resonó la fusilería insurgente; contestaron desde la altura. Fueron los sargentos Francisco Tejada y José López quienes encabezaron el asalto contra las trincheras realistas.

En el momento preciso, se escucharon descargas cerradas y vivas por la patria, por la libertad, que provenían de la parte más alta de la montaña. Era el ataque de la otra columna, que encabezada por Abdón Calderón y Pedro Tobar sembraron el desconcierto, produciendo el descalabro en las filas realistas, que se dieron a la fuga en forma desordenada, abandonando no solo armas, sino banderas y gallardetes de las unidades, hacia San Miguel y luego a Guaranda, para continuar a marchas forzadas rumbo a Ambato. No hay datos de las bajas.

Batalla de Camino Real (9 de noviembre de 1820). Vista de la batalla.

Conocedor el presidente Melchor Aymerich de la derrota, pidió refuerzos a la guarnición de Pasto. El batallón realista Aragón acudió en auxilio de Aymerich, potenciando así la guarnición de Quito, situación que comunicaba el coronel Luis Urdaneta a los miembros de la Junta de Guayaquil.

El triunfo en la batalla de Camino Real facilitó la independencia de Guaranda y la marcha libertadora de otras regiones de lo que actualmente es el Ecuador, como las de Latacunga, Riobamba, Ambato, Alausí y Loja, que proclamaron su independencia en el mismo mes de noviembre.

Constituyó el bautizo de fuego de las fuerzas insurgentes ecuatorianas y la consagración del futuro héroe ecuatoriano, el capitán Abdón Calderón Garaicoa.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-11-08. Última modificacion 2025-11-08.
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