Guerras de Independencia Hispano-Americanas Independencia de Ecuador Independencia de Guayaquil. Primera batalla de Huachi

Primera batalla de Huachi o batalla de Huachi Grande (22 de noviembre de 1820)

Informadas las autoridades realistas de la derrota de sus tropas en la batalla de Camino Real, el presidente Aymerich dispuso que el coronel Francisco González y el Tcol Francisco Eugenio Tamariz, ambos oficiales del RI de Aragón que habían llegado con Morillo en 1814, partieran de inmediato al mando de 1.000 hombres. En el menor tiempo posible se enfrentase, destruyese y sometiese a la división insurgente.

Cuando el coronel Urdaneta conoció del avance del coronel González, decidió detenerlo en el corte del río Ambato, para asegurar el territorio conquistado y proseguir las operaciones ofensivas hacia Quito.

«Al amanecer del día 22 de noviembre las fuerzas realistas, divididas en dos grupos, cruzan el río Ambato por los vados de Illiná y Pichilates, sin encontrar resistencia alguna».

Ubicada la posición de los insurgentes, que disponían de 1.800 efectivos, el coronel González ejecutó un movimiento envolvente para comprometer la vanguardia enemiga, situación que obligó a Urdaneta a retroceder al sur de Ambato y organizar posiciones en la llanura de Huachi, terreno plano, desprovisto de accidentes naturales, que impedía la planificación de una defensa efectiva.

Primera batalla de Huachi o batalla de Huachi Grande (22 de noviembre de 1820). Situación y plano de la batalla.

La desventaja táctica que ofrecía la posición de Urdaneta hizo entrever al comandante realista que el empleo de su caballería podía decidir favorablemente el combate. Cuando se encontraba a un km de la posición de los republicanos, el coronel González con su tropa veterana de 800 infantes y 200 soldados de caballería dispuso: «Que cuatro compañías de infantería a órdenes del Tcol Tamariz (cumplía las funciones de Jefe de Estado Mayor de las fuerzas españolas, mandadas por el coronel Francisco González), traten de ejecutar un rodeo hacia la izquierda de la posición enemiga buscando el ataque de ala; tres compañías con la misión de ejecutar un combate de dilación (fijación) por el frente, con la tarea de entretener (distraer) al enemigo, mientras las compañías de Tamariz terminen su movimiento hacia la izquierda insurgente, quedando en reserva cien infantes y los doscientos de caballería

Así organizado el dispositivo, el 22 de noviembre de 1820, se inició el cruento combate. El choque fue violento; en los insurgentes predomina la euforia por la reciente victoria y la precipitación del recluta; en los realistas, el cálculo y la sagacidad del veterano. La arremetida desordenada de la infantería y caballería insurgentes, por lo sorpresiva y punzante, hizo en primera instancia retroceder a los infantes realistas, e inclusive estuvieron al borde de una derrota total. Ante esta situación, el coronel González ordenó el empleo de su reserva y el ataque de la caballería. Con esta acción oportuna las acciones se equilibraron; sin embargo, el mayor Hilario Álvarez, jefe del BI-II de Libertadores, que defendía el flanco derecho, abandonó con su tropa integrada por soldados cuzqueños el escenario de combate. Situación que descontroló a los insurgentes y constituyó prácticamente el principio del fin. La derrota de las fuerzas de Urdaneta produjo un considerable número de muertos, heridos y prisioneros. Fueron pocos los que pudieron emprender la retirada con dirección a Babahoyo.

Primera batalla de Huachi o batalla de Huachi Grande (22 de noviembre de 1820). Vista de la batalla.

La debacle de la Primera batalla de Huachi se había producido básicamente por haberse desarrollado el combate en terreno plano, factor que favoreció el accionar de la caballería española; por el abandono de la posición que tenía asignada el mayor Hilario Álvarez, permitiendo que se materialice una brecha explotada de inmediato por los experimentados soldados del coronel González.

«El fracaso o la derrota de una contienda bélica no son exclusiva consecuencia del monto cuantitativo de personal, material y medios, o de la inexperiencia e inadecuada preparación del combatiente: son también el resultado de las erróneas aplicaciones tácticas o estratégicas que conciben y ordenan ejecutar los mandos

La Junta de Guerra, sin atender los argumentos expuestos, reemplazó del mando al coronel Urdaneta; en su lugar designó al coronel argentino Toribio Luzuriaga, enviado por el general San Martín para que influyera en el pueblo guayaquileño su anexión al Perú. Pero quien tuvo propiamente la misión diplomática de preparar y buscar la anexión de Guayaquil al Perú fue el coronel Tomás Guido, que llegó conjuntamente con el coronel Toribio Luzuriaga; este, en cambio, para apoyar o dirigir las operaciones militares de los insurgentes.

La presencia de los dos oficiales provenientes del sur hizo pensar a ciertos sectores de la ciudadanía guayaquileña que los coroneles Guido y Luzuriaga habrían influido para que la Junta de Guerra se pronunciara de manera drástica en contra de los jefes derrotados en Huachi; aduciendo, al referirse al coronel Urdaneta, «haber omitido las diligencias necesarias para la conservación de sus fuerzas».

En el juicio posterior a la batalla, hecho a los oficiales, el mayor Hilario Álvarez salió absuelto de responsabilidad, que sí recayó en el mal mando de los coroneles León Febres Cordero y Luis Urdaneta.

Los evidentes agravios e injusticias cometidos en contra de los jefes insurgentes motivaron que estos abandonasen decepcionados la ciudad de Guayaquil. Los coroneles Febres Cordero y Luis Urdaneta se incorporaron al ejército de San Martín, igual que el Tcol Luis Letamendi, designado comandante del BI-V.

La derrota en Huachi Grande significó para los guayaquileños la retirada hacia el sur, dando lugar al avance realista hacia Cuenca, que había proclamado su independencia el 3 de noviembre, con el objetivo de desestabilizar a los independentistas y hacerlos retroceder hasta el litoral.

Combate de Verdeloma (20 de diciembre de 1820)

La Junta de Guerra de Guayaquil dispuso que el coronel Luzuriaga organizase una división en Babahoyo, empleando de base a los soldados que habían combatido en Huachi y fracciones de tropas veteranas y de voluntarios de Guayaquil.

Las circunstancias de organizar unidades militares eran favorecidas por el Reglamento (primera Carta Política) dictado por el Colegio Electoral reunido en Guayaquil el 8 de noviembre del mismo año. Este organismo, además de designar a la nueva Junta de Gobierno (Olmedo, Jimena y Roca), reemplazó al jefe militar de la provincia, coronel Gregorio Escobedo, poniendo en su lugar al coronel Juan de Dios Araujo, y dictó el primer Reglamento que incluía disposiciones tendientes a fortalecer la estructura, disciplina y empleo del ejército republicano.

El artículo 5º entre otras cosas, determinaba: “Levantar tropas y dirigirlas donde convenga”. En el artículo 8º constaba: “En cualquier peligro de la Patria, el Gobierno, de acuerdo con el Jefe Militar, consultará la seguridad pública”. En el artículo siguiente se determinaba la obligación ciudadana del acuartelamiento. “Desde la edad de dieciséis años nadie estará libre del servicio militar, cuando lo pida la seguridad y defensa del país”.

Es decir, el Reglamento firmado el 11 de noviembre por José Joaquín Olmedo, presidente del Colegio Electoral, y por José Antepara como secretario, facilitaba la labor de acuartelamiento de acuerdo con las necesidades militares que se determinasen.

Por tanto, era imprescindible reemplazar a las bajas sufridas en el combate de Huachi y reforzar a las unidades que debían continuar la campaña con la división republicana. La ciudad de Cuenca constituía en aquel entonces un punto geoestratégico importante de las operaciones militares; además, se debía aprovechar el afán independentista del pueblo. Considerando estas condiciones favorables, fueron enviados a esa plaza los capitanes Francisco Morán y Pedro María Santisteban, el teniente Neira y 4 sargentos con la misión de servir de instructores y colaborar con la organización de las fuerzas republicanas en dicha plaza.

Los independentistas cuencanos, que proclamaron la independencia el 3 de noviembre de 1820, se habían organizado bajo el mando de Vásquez Noboa.

El ejército republicano constaba de las siguientes unidades:

  • BI Patria del Tcol Manuel Ramos Chica.
  • BI de Milicias del mayor Ambrosio Prieto
  • Compañía de cazadores del capitán Miguel Crespo.
  • Cuerpo de artillería del Tcol León de la Piedra.
  • RG del Tcol León de San Martín.

La fuerza total sobrepasaba los 1.000 efectivos, muchos de ellos sin armas. El coronel realista Francisco González inició la campaña sobre Cuenca después de haber recibido disposiciones precisas del presidente de la Real Audiencia de Quito.

El 10 de diciembre de 1820 partía de Riobamba con destino a Cuenca. El 14 pernoctó en Alausí, el 15 estuvo en Paredones y el 17 de diciembre llegó a Cañar, donde dispuso el descanso de su tropa.
Según el Dr. Octavio Cordero Palacios, los republicanos se organizaron así: “En la plazuela de Nazón, se hallaban emplazadas las piezas de artillería; la infantería había tomado posición dando frente al Cari-Altar y el Rupana-Loma; la caballería estaba situada a las espaldas.
Confiado en la posición ventajosa que había ocupado, Vásquez Noboa pensó que el combate le sería favorable; sin embargo, el avance resuelto y arrollador de los españoles hizo que los insurgentes abandonasen las posiciones y se declararan en franca derrota
”.

Un gran número de indios y de gente sin orden ni disciplina componían el llamado ejército independiente. Ocupaba las alturas de Verdeloma con tres piezas de artillería y muy pocos fusiles. Algo más de quinientos veteranos realistas derrotaron é hicieron dispersar en la mañana del 20 de diciembre aquella montonera de republicanos, degollando a muchos y cogiendo bastantes prisioneros. Cuenca y los demás pueblos que se habían insurreccionado sufrieron todos los horrores consiguientes a una pacificación española”. José Manuel Restrepo.

Combate de Verdeloma (20 de diciembre de 1820). Carga de la caballería realista.

El enfrentamiento fue sangriento, con 400 insurgentes muertos, entre los que se contaban los capitanes Manuel Chica y Ramos, Zenón de San Martín, León de la Piedra, Pedro Zea, Felipe y Pedro Serrano; los líderes Juan Monroy y Ambrosio Prieto. Mientras que en el bando realista hubo 200 muertos.

Después de la derrota, los principales líderes del movimiento independentista cuencano tuvieron que huir y buscar refugio en otras ciudades, pues el vengativo coronel González, para escarmiento de los republicanos, hizo fusilar a 28 hombres humildes del pueblo.

Batalla de Tanizagua (3 de enero de 1821)

La Junta de Guerra de Guayaquil dispuso también que el coronel Toribio Luzuriaga organizara partidas volantes, para que hostigaran y retardaran los movimientos del ejército realista e interceptasen las comunicaciones con la Presidencia de Quito.

Luzuriaga designó comandante de estos grupos al coronel argentino José García. Este organizó de inmediato varias partidas volantes y las envió a Guaranda, Ambato y Latacunga; con el grueso de la tropa se dirigió a Guanujo, a donde llegó el 26 de diciembre de 1820. Cuando la Junta de Gobierno supo del fracaso de los insurgentes de Cuenca y considerando que se acercaba la época de las lluvias, dispuso la concentración de todas las tropas disponibles en la plaza de Babahoyo, de donde debían dirigirse al pueblo del Morro.

En cumplimiento de esta disposición, los insurgentes marcharon hacia la zona de reunión prevista, situación que fue conocida por el coronel Piedra, que tiene el asesoramiento del cura Benavides, “con más aptitudes para ceñirse la espada que para llevar la sotana”. En efecto, era el cura Benavides un personaje polémico, de carácter turbulento y autoritario. Se atribuía facultades potestativas que no poseía; inclusive ofendió de palabra y obra a su superior, el vicario capitular Joaquín Sotomayor y Unda, indisciplina grave que fue denunciada por el religioso ofendido al presidente Montes, pero este, por motivos de conveniencia, “echó un velo sobre lo acontecido”.

El 2 de enero de 1821, las tropas del comandante Piedra se interponen ya en el itinerario de marcha de los insurgentes; al día siguiente, 3 de enero, organizaban una emboscada en el sector denominado Tanizagua.

Los soldados insurgentes que avanzaban sin las seguridades pertinentes fueron sorprendidos por 400 soldados realistas. Cuando el combate se tornaba difícil para los españoles, un contingente de 100 hombres comandados por el cura Benavides atacó con inusitado ímpetu, dejando sembrado de cadáveres a su paso. Las bajas de los insurgentes fueron: 410 muertos y 120 prisioneros; inclusive fue capturado el coronel García, a quien lo fusilaron y luego le cortaron la cabeza para exponerla en el puente del río Machángara en una jaula de hierro, para escarmiento de quienes pretendieran luchar contra las tropas del Rey.

Batalla de Tanizagua (3 de enero de 1821)

Consumado el desastre de Tanizagua, el coronel Luzuriaga entregó al mando de lo poco que quedaba de sus tropas al coronel Manuel Torres Medina; viajó a Guayaquil, entregó el informe respectivo y después se embarcó con destino al Perú.

La catastrófica derrota de los insurgentes no fue aprovechada por el jefe español: no continuó las operaciones hacia Babahoyo (de haberlo hecho no habría encontrado obstáculo alguno), quizás por no tener disposiciones al respecto o por temor de alguna supuesta contraofensiva enemiga.

El parte de guerra enviado por el coronel Piedra es desmesuradamente exagerado, al afirmar que más de 400 cadáveres pertenecientes a los insurgentes quedaron en el campo de batalla y que 129 fueron hechos prisioneros.

Ente tanto, la Junta de Gobierno (Olmedo, Roca y Jimena), en vez de amilanarse y abandonar la lucha, decidió ejecutar las siguientes acciones de mando:

  • Adoptar una actitud defensiva, manteniendo destacamentos militares en la provincia de Guayaquil, en espera de posibles refuerzos que podía enviar desde el norte el Libertador Bolívar.
  • Enviar a la plaza de Babahoyo al coronel Ignacio Álvarez, con el batallón de Voluntarios de la Patria, designándolo jefe de las fuerzas acantonadas en dicha plaza, y concediéndole libertad de acción para que establezca la defensa frente a posibles ataques enemigos.
  • Activar en Guayaquil la organización de unidades de Infantería, Caballería y acopiar el mayor número de material de guerra, solicitando para ello la contribución de los habitantes de la plaza.

Pero Guayaquil es un puerto y, por lo tanto, puede recibir refuerzos. Entonces, después de que la Provincia Libre había pedido ayuda, Simón Bolívar, presidente de Gran Colombia, envió al general Antonio José de Sucre a Guayaquil.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-11-08. Última modificacion 2025-11-08.
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