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Batalla de Pichincha (24 de mayo de 1822)
Marcha de Sucre a Quito
El 2 de mayo de 1822, la fuerza principal de Sucre había alcanzado la ciudad de Latacunga, 90 km al sur de Quito. Allí Sucre procedió a reorganizar sus tropas, sumando voluntarios de los pueblos cercanos, mientras esperaba refuerzos, en especial el batallón Alto Magdalena (de Colombia) y nuevos informes de inteligencia sobre el paradero del ejército realista.
Mientras tanto, Aymerich alistó los puntos de resistencia y posiciones de artillería en los principales pasos montañosos que dirigían a Quito.
El general Sucre emitió una orden que estableció lo siguiente:
- El coronel Hermógenes Maza fue designado para someter, con una fracción de personal del Alto Magdalena, a los revoltosos de Guaranda.
- El Tcol con el ED tendría la tarea de mantener contacto con el enemigo.
- La división republicana partiría de Latacunga el 13 de mayo por la vía Tacunga – Limpio Pungo – Abra del Guapal, dirección valle de los Chillos.
- La vanguardia al mando del coronel Santa Cruz con el EC de granaderos de los Andes, EC de cazadores de Perú, BI de Piura, BI de Trujillo, 2 Cías del BI Alto Magdalena, con los guías del coronel Aguirre.
- Flanco derecho estaría a cargo Tcol Federico Rach, con el EC de lanceros.
- Flanco izquierdo en EC de cazadores que distraería las fuerzas del coronel López.
- El inicio del movimiento de las unidades se hará de forma escalonada, para permitir la suficiente distancia en profundidad de la columna de marcha.
Informado Sucre de que las tropas españolas se encontraban en posiciones defensivas en la zona de Tiopullo, cambió el itinerario para eludirlas. Orientando por guías expertos, se decidió avanzar por el cañón del alto Cutuchi; desviándose luego al NE para tomar la garganta de Limpiopungo, situada en las faldas noroccidentales del Cotopaxi y las orientales del Rumiñahui; descendiendo por el saliente que corre entre los ríos Pedregal y Pita; atraviesa este río y después la escarpada de Guapal. Por fin, el 16 de mayo descendieron en el valle de los Chillos.
El 17 de mayo, los republicanos llegaban a las cercanías de la hacienda del coronel Vicente Aguirre, oficial que le ofreció guías para que lo llevasen por caminos seguros.
Cuando los jefes españoles descubrieron que Sucre había sobrepasado sus posiciones, ordenaron de inmediato que las tropas regresasen a Quito para organizar la defensa de la ciudad. Un batallón y un escuadrón se organizaron en la loma de Puengasí; el resto de fuerzas se ubicó en el Panecillo y en el sector de la quebrada de los Chochos.
La loma de Puengasí, en descripción del general Larrea Alba, «se encuentra situada entre el valle de los Chillos y el de Chillogallo; en dirección de sur a norte desde Amaguaña hasta Cumbayá, con una altura de más de 3.000 metros sobre el nivel del mar y un desnivel de 620 metros con respecto al valle de los Chillos y 270 metros al de Chillogallo».
El 20 de mayo, el ejército de Sucre sobrepasó la loma de Puengasí; el día siguiente descendía al valle de Turubamba, en donde pretendió empeñarse en combate con las fuerzas de Aymerich para ubicar su verdadera posición, sin conseguir tal objetivo.
El 22 de mayo ocupaba la población de Chillogallo. En dicha localidad estableció una zona de vivac y su cuartel general para analizar y/o reajustar los planes de operaciones que pretendía poner en ejecución. Durante el día dispuso que se realizasen reconocimientos del terreno y del dispositivo realista. Fue informado también de una posible incursión nocturna; por tanto, ordenó desalojar dichas posiciones y ubicarlas en las avenidas de aproximación por donde presumía que atacaría el enemigo. La noche del 22 de mayo discurrió en medio de justificada tensión, pero no ocurrió ningún ataque nocturno.

El 23 de mayo ocupó nuevamente Chillogallo, mientras los realistas se encontraban en Puengasí, en Panecillo y en otras posiciones defensivas fuertemente organizadas. «El flanco izquierdo enemigo quedaba defendido por el río Machángara, sobre el que no existía ningún puente en ese sector y, por lo tanto, habría sido preciso cruzarlo muy lentamente y a la vista del enemigo, para evitar un enorme rodeo y poder encontrar un paso por las haciendas vecinas a la capital. Finalmente, el flanco derecho enemigo se encontraba apoyado en los cerros del Pichincha de muy difícil acceso».
Una vez convencido el general Sucre de que el coronel López no tenía intención de abandonar las fuertes y casi inexpugnables posiciones que ocupaban, para bajar a la llanura a enfrentarse con los republicanos. No estando dispuesto por su parte a desaprovechar la ventaja que le ofrecía la llanura para el empleo de sus tropas. Resolvió utilizar un sendero que, según informes de los oficiales que efectuaban el reconocimiento y los datos de los lugareños, conducía por las faldas orientales del Pichincha al picacho denominado Rucu-Pichincha y seguía a las lomas de la Chilena y de San Juan; permitiendo llegar al Ejido de Iñaquito, desde donde podría interponerse entre Quito y Pasto, para cerrar el paso a las tropas realistas que provenían desde el norte.
Como el terreno que debía recorrerse era muy abrupto, se dispuso adelantar anticipadamente un fuerte contingente de indios provistos de herramientas de labranza, para que arreglaran los pasos más difíciles que permitan el avance de los elementos responsables de transportar la munición. La intención del general Sucre era emplear el difícil y escabroso itinerario de las faldas orientales del Pichincha para llegar a Iñaquito, con el fin de evitar que las tropas de refuerzo del batallón de Cataluña se incorporaran a las fuerzas españolas de Quito. No obstante, las contingencias propias de la guerra hicieron precipitar los acontecimientos y escenificar una batalla imprevista en un espacio geográfico dominante y de difícil e irregular topografía.
Entretanto, en la zona de vivac del general Sucre se había incorporado el general José Mires, después de haber escapado de su cautiverio en Quito (fue hecho prisionero en la Segunda batalla de Huachi).
Basándose en los reconocimientos e informes recibidos, el general Sucre conoció que el itinerario que iba a seguir era de naturaleza muy irregular, y que la topografía difícil del volcán Pichincha retardaría y dificultaría el normal desplazamiento de la tropa, particularmente de la artillería y del personal responsable de transportar la munición e inclusive de la misma caballería.
«El Pichincha en su totalidad es una cordillera de lomo ancho y surcado por numerosas quebradas que dejan entre sí, estribaciones más o menos largas. La quebrada que baja del Guagua Pichincha se dirige al valle de Lloa, separado del de Quito por una cordillera también baja y volcánica con su punto culminante el Unguí al S.O. de Quito, por cuyo pie, El Huairapungo (Puerta del Viento) pasa la carretera a la actual parroquia de Lloa.
Como parte de las estribaciones del Pichincha y frente a Quito existe el cerro Chaquimaliana que en forma irregular desciende hasta la ciudad formando una pequeña explanada… El lugar mismo donde se realizaron los hechos histórico-militares, tiene una altura de 3.500 metros sobre el nivel del mar y está rodeado por el Norte y Este por una gran depresión originada por la quebrada Cantera con sus tres ramales, por el Sur la quebrada Santa Lucía y por el Oeste las estribaciones Andinas.
La falda o explanada presenta una amplitud para el despliegue máximo de un batallón de infantería, su configuración topográfica es irregular y está cruzada por cortes pequeños que dificultan en unos casos e impiden en otros el movimiento de tropas a pie y más aún de tropas a caballo, toda vez que el sistema vial en esa zona debió ser muy precario y las pocas vías eran de herraduras y senderos que demandaban mucho esfuerzo a los hombres y a las acémilas…».
A las 21:00 horas del 23 de mayo, el general Sucre dispuso la marcha empleando la ruta Chillogallo – Pucará – garganta del Huayrapungo – faldas occidentales del Unguí – Chilibulo- La Chilena – San Juan- Ejido del Norte, con el propósito de ubicarse a la retaguardia realista e impedir que las tropas de refuerzo provenientes de Pasto se integren al ejército de Aymerich.
En la vanguardia estaba el BI colombiano del Alto Magdalena (200) del coronel Córdova, seguidos por el BI de Trujillo y el BI de Piura del coronel SantaCruz; a continuación, el BI de Yaguachi y el BI de Paya. En la retaguardia estaban los británicos del Albión, protegiendo el tren de municiones. A pesar del enorme esfuerzo de las tropas, el avance por las laderas del volcán fue más lento de lo que se esperaba, y la llovizna que cayó durante la noche convirtió los senderos en ciénagas.

Fuerzas enfrentadas
Fuerzas republicanas
Estaban compuestas de 2.749 efectivos:
- Mando: comandante en jefe general Antonio José de Sucre, JEM Antonio Morales.
- División de Colombia: al mando del general José Mires, JEM coronel Tomás Yacson con 1.420 efectivos:
- Infantería con 1.170 efectivos: BI de Paya (570) del Tcol José Leal, BI del Alto Magdalena (200) del coronel José María Córdova, BI de Yaguachi (200) del coronel Carlos María Ortega, BI Albión (200) del Tcol John Mackintosh.
- Caballería con 250 efectivos al mando del coronel Diego Ibarra: EC de lanceros (100) del Tcol Friederich Rach, ED de Colombia (150) del Tcol Gaetano Cestari.
- División del Perú al mando del coronel Andrés de Santa Cruz, JEM coronel Luis Urdaneta con 1.329 efectivos:
- Infantería con 977 efectivos: BI-II de Trujillo (523) del coronel Félix Olazábal, BI-IV de Piura (454) del Tcol Francisco Villa.
- Caballería con 296 efectivos: EC de cazadores de Trujillo (100) del coronel Antonio Sánchez, EC de cazadores de Paita (100) del coronel Antonio Sánchez, EC de granaderos de los Andes (96) del coronel Juan Lavalle.
- Artillería: Bía del capitán Adolfo Klinger (83) con 4 piezas.
Fuerzas realistas
Estaban compuestas de 1884 efectivos:
- Mando: mariscal de campo Melchor Aymerich, JEM Manuel Martínez de Aparicio .
- Infantería: 1.425 infantes al mando del coronel Nicolas López con el BIL expedicionario Aragón (580) del coronel Joaquín Valdés, BIL expedicionario de tiradores de Cádiz (487) del coronel Damian Alba, BIL de cazadores de la Constitución (368) del coronel Bartolomé Salgado.
- Caballería: 339 jinetes al mando del coronel Carlos Tolrá con el ED-1 Reina Isabel (92) del coronel Pascual Moles, ED-1 expedicionario de Nueva Granada (84) del coronel Manuel Viscarra, ED-1 de la Guardia Presidencial, (87) del Tcol Francisco Mercadillo, EH de Fernando VII (76) del coronel Fernando Alameda.
- Artillería: Bía de montaña (120) del coronel José Ovalle.
Los republicanos disponían de superioridad numérica: 2.749 frente a 1.884; en cuanto a infantería, la superioridad era de 2.147 frente a 1.425, y en cuanto a caballería, la superioridad era de 546 frente a 339.

Desarrollo de la batalla
Sobre las 08:00 de la mañana del 24 de mayo, la vanguardia llegaba al punto denominado El Campamento; después lo hacía el grueso, no así el BI Albión con el parque y el resto de la retaguardia (caballería y artillería).
En las primeras horas de la mañana fue informado el mariscal Aymerich de que las fuerzas de Sucre habían abandonado Chillogallo y se encontraban dirigiéndose hacia el norte. Esta situación hizo que las tropas realistas trepasen apresuradamente por las laderas del Pichincha para esperar en posiciones ventajosas a su adversario, pues creían que este había abandonado Chillogallo en la madrugada; por tanto, demorarían en llegar hasta el lugar donde planificaron emboscarlo. Sin embargo, este error de apreciación les resultó fatal: la presencia de la vanguardia de Sucre y el resto de su tropa no les permitió organizar las posiciones previstas; por el contrario, tuvieron que combatir en desventaja. Sobre las 09:30 horas, conocía el general Sucre que el grueso de las fuerzas españolas avanzaba por el flanco derecho a ocupar las alturas en donde se hallaban los republicanos, ordenando que la Cía-1 del BIL de cazadores de Paya efectuara un reconocimiento del enemigo y del terreno en dirección a la ciudad, seguida por otra compañía del BI de Trujillo.

Primera fase
Como consecuencia del reconocimiento, antes de las 10:00 horas, la Bía-1 del BIL de cazadores de Paya descubrió que unidades realistas ascendían raudas para ocupar la altura del escenario de combate. La Cía-1 del BIL Paya fue la primera que se enfrentó a los realistas, quienes, sorprendidos, se detuvieron para reorganizar y adoptar el dispositivo de combate.
El BI-II de Trujillo llegó en refuerzo de la Cía-1 del BIL Paya y se generalizó el combate. Dos compañías del BI de Yaguachi al mando del coronel Morales entraron en acción reforzando al BI-II de Trujillo. El coronel Córdova, con 2 Cías del BI del Alto Magdalena, intentó maniobrar para atacar la retaguardia realista, pero un ramal insalvable de la quebrada Cantera no permitió que tal acción fuese ejecutada.


Segunda fase
Entretanto, el BIL realista de la Constitución ocupaba posiciones ventajosas para enfrentar al BI-II de Trujillo, que comenzó a replegarse por falta de munición, y finalmente desapareció del escenario del combate. El BI de Piura fue designado para reemplazarlo, pero no cumplió tal disposición; por el contrario, desertó del campo de batalla, siendo acompañado en esta acción indigna el EC de granaderos de los Andes y los cazadores de Paita (Perú), que se encontraban en la reserva.

Ante esta situación, el coronel Ibarra, jefe de la caballería de la División de Colombia, ordenó al ED de Colombia que evitase el desbande de los escuadrones peruanos. Esta circunstancia fue aprovechada por las tropas realistas para avanzar y ubicarse en mejores posiciones, que les permitieran obtener ventajas tácticas.
Afortunadamente para las tropas republicanas, llegó el BI de Albión con el parque que protegía, y entró decididamente en combate enfrentándose al BIL expedicionario de Aragón, que trataba de ocupar posiciones dominantes. La carga impetuosa del BI Albión hizo que el BIL expedicionario de Aragón (-), que había sido destacado de la fuerza principal y se le había ordenado avanzar hasta la cúspide del volcán, para así luego atacar a los republicanos por la retaguardia, rompiendo sus líneas en el momento indicado, fue detenido en seco.
Ante esta situación, el coronel Ibarra, jefe de la caballería de la División de Colombia, ordenó al ED de Colombia que evitase el desbande de los escuadrones peruanos. Esta circunstancia fue aprovechada por las tropas realistas para avanzar y ubicarse en mejores posiciones, que les permitieran obtener ventajas tácticas.

Tercera fase
Los BIs de Yaguachi, del Alto Magdalena Paya y de Albion se aprovecharon de la situación favorable para arremeter con furia y hacer bajar a los vencidos soldados realistas por las faldas del Pichincha. Algunos de estos, desesperadamente buscaron refugio en el fortín del Panecillo, mientras que centenares de compañeros se entregaban prisioneros a las tropas victoriosas del general Sucre.
El coronel español Carlos Tolrá, comandante de la caballería española, trató de replegarse hacia el norte, pero fue impedido parcialmente por los escuadrones del coronel Diego Ibarra (EC de lanceros y ED). Igualmente, 2 Cías del BIL expedicionario de Aragón que pretendían reforzar al ejército de Aymerich, se rindieron incondicionalmente al coronel Córdova, que había salido a enfrentárselas.
Para evitar mayor derramamiento de sangre, el general Sucre optó por exigir la rendición de Aymerich, hecho que se efectuaría el día siguiente. Las tropas republicanas descendieron a las 17:00 horas y, después de recoger los heridos y conducirlos para su atención, vivaquearon en las lomas de San Juan a la entrada NO de la ciudad.

Rendición de Quito
Mientras Sucre intimaba a Aymerich la entrega de la capital y rendición de sus fuerzas, el ejército se situó en el punto denominado La Chilena, hacia la salida noreste de la ciudad, donde pernoctó ese mismo día. El 25 ingresó a la capital después de firmar el convenio respectivo en el que también se incluía la capitulación del ejército de Pasto. El territorio del Ecuador quedaba, pues, libre de la dominación española que se había ejercido durante tres siglos.
Junto con la ciudad, los republicanos tomaron posesión del fuerte Panecillo y de todo el material existente en los parques.
En un fragmento del parte de la batalla elaborado por Sucre, se lee: «Los resultados de la jornada de Pichincha han sido la ocupación de esta ciudad y sus fuertes el 25 por la tarde, la posesión y tranquilidad de todo el Departamento, y la toma de 1.100 prisioneros de tropa, 160 oficiales, 14 piezas de artillería, 1.700 fusiles, fornituras, cornetas, cajas de guerra y cuantos elementos de guerra poseía el Ejército Español. Cuatrocientos cadáveres enemigos y doscientos nuestros, han regado el campo de batalla; además tenemos 190 heridos de los españoles y 140 de los nuestros. Entre los primeros contamos al teniente Molina y al subteniente Mendoza, y entre los segundos, a los tenientes Calderón y Ramírez y los subtenientes Borrero y Arango…Hago particular memoria de la conducta del teniente Calderón, que habiendo recibido sucesivamente cuatro heridas no quiso retirarse del combate…»
Según el acta de Capitulación del 25 de mayo de 1822, los españoles, a las 14:00 de ese día, arriaron su bandera y entregaron sus armas al Ejército de la Gran Colombia, en una ceremonia especial que tuvo lugar en un puente del fortín colonial. De esta manera, en la cima del Panecillo tuvo lugar el acto final del Imperio español en Ecuador.
