Guerras de Independencia Hispano-Americanas Independencia de Ecuador Segunda campaña de Bolívar en el Pasto

Batalla de Catambuco (12 de junio de 1823)

A partir de los abusos cometidos por las tropas republicanas y con la región sur de Colombia desguarnecida de efectivos militares, por encontrarse estos en Perú o embarcándose para allá, la sociedad indígena-campesina pastusa, aprendiendo de los errores de Boves, desde febrero de 1823, en Aticance, comenzaron a reunirse los líderes del nuevo levantamiento: Estanislao Merchancano (líder político), el pintor mestizo Agustín Agualongo Almeida (líder militar), Francisco Angulo (líder afro), el cabecilla patiano Jerónimo Toro, los caciques indígenas José Canchala de Catambuco y José Calzón de Cumbal, y Joaquín Enríquez, Juan José Polo, Ramón Astorquiza.

El general Salom había viajado a Quito por orden de Bolívar, dejando a cargo al coronel Juan José Flores del mando civil y militar de Pasto.

Esta rebelión estaba bien planeada.​ Al sur de la ciudad, Agualongo reunió más de 400 hombres y avanzó para reunirse con una columna de reclutas proveniente de Popayán, pero Flores se enteró y decidió interceptarlo para impedir tal unión. Sin embargo, Agualongo se escabulló por caminos de montaña y reclutó más de 300 combatientes a su paso​ por el camino de Yacuanquer. Debe mencionarse que en Patía, valle entre Popayán y Pasto, la mayoría de sus habitantes se habían mantenido tranquilos después de firmarse un acuerdo de paz en Berruecos el 6 de junio del año anterior. Solamente un tal Jerónimo Toro levantó una guerrilla en Sombrerillos y la hacienda Mazamorras.

Tanto Salom como Flores eran muy odiados en la comarca, pues habían protagonizado La Jura. Un evento ocurrido el 20 de enero de 1823, cuando el pueblo de San Juan fue convocado a jurar lealtad a las leyes republicanas y que fue aprovechado por ambos oficiales para reclutar a la fuerza y llevarse lejos de sus hogares a más de 1.200 hombres de la localidad.

El coronel Fores disponía de 500 infantes y 70 guías, y Agualongo disponía de unos 650 efectivos, de los cuales solamente 200 disponían de fusiles; el resto estaban armados con chuzos, frenos, palos,​ sables, machetes, lanzas y garrotes.

Flores, en lugar de esperar a los realistas en una posición ventajosa desde donde utilizar su armamento para dispararlos, decidió salir a enfrentarlos en campo abierto en el caserío de Catambuco, una legua al sur de San Juan. Superados en número, los republicanos fueron rodeados y masacrados después de una larga lucha con arma blanca.​ El terreno no era adecuado para la caballería, pero Flores ordenó al escuadrón montado Guías del Tcol Jiménez cargar, logrando desordenar la retaguardia enemiga.

Poco después se le unió el batallón del Tcol Obando, que logró rechazar un ataque realista en el mismo sector.​ Creyéndose victorioso, Flores ordenó a Obando acometer; sin embargo, Jiménez fue herido y el teniente Matute ordenó volver caras a la caballería, que chocó con la infantería y las fuerzas republicanas se desordenaron. Esto hizo posible a los realistas cargar y no pudieron ser contenidos en el callejón del caserío.

​A pesar de todo, con una compañía de 50 soldados, el comandante logró contener momentáneamente a los realistas que atacaban de frente, pero empezó a ser flanqueado por su izquierda y pronto quedó aislado de Flores y el resto de la tropa.​ Pronto, los pastusos no pudieron ser contenidos ni en la colina de Santiago, donde Flores hizo varios esfuerzos por reorganizar a sus soldados. Entretanto, la compañía que quedó con Obando fue aniquilada y su comandante tuvo que abrirse paso luchando con unos pocos sobrevivientes. Flores, Obando, Luque, Jiménez y otros oficiales apenas pudieron huir, pero abandonando todo el material bélico.

Flores huyó a Juanumbú al estar cortada la ruta al sur​ con menos de 100 soldados,4 dejando 500 fusiles al enemigo​ y de 200​ a 300 prisioneros. Además, se hicieron con una pieza de artillería.​ En el campo de batalla quedaron también 300 cadáveres,​ la mitad de ellos republicanos.​ Agualongo fue nombrado coronel de milicias.​ Poco después, el 20 de junio, Estanislao Merchán Cano y Agualongo escribieron al Consejo de Otavalo reconociendo haber matado 300 enemigos y la captura de igual número, a los que prometían respetar.

Batalla de Ibarra (17 de julio de 1823)

Simón Bolívar, por su parte, se encontraba en actividades de descanso en lo que hoy es la provincia de Los Ríos; al enterarse de la sublevación en Pasto, se dirigió al norte para de forma personal acabar con la sublevación. El coronel Agualongo, en su apreciación, considera débil la defensa de Quito, planifica avanzar sobre ella y solicitar apoyo a ciudades que están al paso como Otavalo; en el fondo se tiene precaución con la toma de Ibarra, ya que la ciudad era considerada un centro de republicanos que luchaban por la libertad. Esta batalla tiene un significado histórico, por el hecho de que es la única acción militar dirigida personalmente por Simón Bolívar en territorio ecuatoriano, y la última acción de armas de la independencia que se llevó a cabo en lo que actualmente es la República de Ecuador.

La maniobra de Bolívar consistió en establecer contacto por mar con el gobernador de Cauca para que este atacase por Juanumbú a Pasto, mientras el ejército principal avanzaba desde el sur; al mismo tiempo, Bolívar había publicado una proclama en Quito animando a los locales a defender su ciudad, consiguió que se presentaran voluntariamente milicianos y la población financiara el esfuerzo bélico. También se ordenó traer desde Guayaquil a 400 veteranos y de 1.600 a 1.700 fusiles para armar a las milicias.

Por parte del coronel Agualongo, el 12 de julio de 1823, avanzaba sobre Ibarra, ocupándola sin resistencia con una fuerza de campesinos indisciplinados y mal armados; durante su marcha, Agualongo reclutó hombres en Túquerres e Ipiales; tenía los fusiles tomados a Flores para armarlos. El caudillo pastuso permaneció en la villa de Ibarra entrenando a sus hombres y recogiendo vituallas; la historia relata abusos a las mujeres y presencia en bares de la ciudad por parte de los hombres que formaban el ejército de Agualongo.

Desde Guayaquil venía el coronel Diego Ibarra con una columna del BI Vargas de la Guardia (Tcol Antonio Payares), el EC de granaderos de Colombia (capitán Sandobal), 100 veteranos de diferentes cuerpos dados de alta en los hospitales, fusiles y municiones.

El 27 de junio, Bolívar entró en Quito en compañía de su Estado Mayor. De inmediato ratificó la orden al general Bartolomé Salom de no comprometerse en combate y atraer a los insurgentes a las llanuras ubicadas entre Ibarra y Otavalo, con el propósito de obligarles a actuar en un terreno diferente a los de naturaleza montañosa, donde podían familiarizarse rápidamente y actuar con mayor eficacia.

El 6 de julio, Bolívar partía de Quito y en la tarde, según el coronel Jesús Reyes Quintanilla: “Acampó en Guayllabamba”. En Cayambe ordenó al capitán Urbina que requisase 150 mulas y luego se pusiera en marcha hacia el norte. Bolívar continuó hacia Otavalo, ciudad a la que llega el 8 de julio y en la que permanece hasta el día 11. El 12 de julio, regresó a Guayllabamba; allí se incorpora el coronel Pallares con las fuerzas que estaban en Tabacundo.

El mismo día, entraba en Ibarra el coronel Agualongo, despertando el consiguiente temor y la alarma general de sus habitantes.

Fuerzas enfrentadas

Al prever Bolívar la inminencia del combate, organizó sus 1.800 efectivos en tres divisiones:

  • Primera división al mando del general Bartolomé Salom con el BI Yaguachi del Tcol Arévalo y el EC-1 de Guías de la Guardia del Tcol Martines y Herrán.
  • Segunda división al mando del general venezolano José de Jesús Barreto con el EC de granaderos y el BI Vargas (-) del Tcol Pedro García.
  • Tercera división al mando del coronel Hermógenes Maza con BI de Quito, una Cía de zapadores y una Bía de artillería (4 piezas).

Los veteranos Manuel Zambrano y Pedro Montúfar quedaron a cargo de los milicianos quiteños; sabedores de la habilidad de los pastusos con las armas blancas, formaron un cuerpo de 136 hombres a las órdenes del teniente Borrero, casi todos reclutados entre el gremio de cuchilleros.

Los realistas se estima que eran 1.200 infantes y 100 jinetes, de los cuales 800 disponían de fusiles.

Desarrollo de la batalla

El día 17 de julio en la madrugada, Bolívar salió de San Pablo y, por la vía del Abra y Cochicaranqui, avanzó con la intención de sorprender a los pastusos; las tropas realistas solo tenían avanzadillas vigilando la ruta y sus centinelas en la hacienda Yacucalle fueron los primeros en caer abatidos por las tropas patriotas de Bolívar.

La infantería y artillería republicanas marchan a ambos lados del camino y la caballería en medio. El Libertador iba en la vanguardia con sus ayudantes de campo y 8 guardias del escuadrón Guías. Se aprecia en el plan de Bolívar el factor sorpresa y la formidable fuerza y movilidad de su caballería. No utilizó el camino real que viene desde Quito-Otavalo-Atuntaqui-Ibarra; más bien avanzó a campo a través por los caseríos El Abra, Cochicaranqui, La Esperanza; llegando hasta Ibarra en forma sorpresiva e inesperada para las tropas de Agualongo por lo que actualmente es la avenida El Retorno, barrio Los Ceibos, que es la parte sur-oriental de la ciudad de Ibarra.

Batalla de Ibarra (17 de julio de 1823). Tropas de Simón Bolívar contra las de Agualongo. Anónimo.

Entretanto, los pastusos, más preocupados de conseguir botín en las cercanías, apenas tenían vigías en el sector de Yacucalle y fueron tomados por sorpresa. Al principio creyeron que se trataba de una avanzadilla, pero cuando se dieron cuenta de que era el grueso del ejército republicano, decidieron hacerle frente. Sufriendo el ataque y teniendo varias bajas, las tropas de Agualongo se retiraron hasta el corte del río Tahuando, donde se desarrollaría la batalla final.

Bolívar decidió no asaltar la ciudad frontalmente, y procedió a rodearla; la caballería lideró el movimiento envolvente, siendo el ataque principal por la parte norte del pueblo; por el centro continuaba la infantería. El ejército enemigo se desordenó y muchos realistas fueron muertos en las calles de Ibarra.

De este modo, Bolívar estaba acorralándolos en las estrechas calles de Ibarra, gracias a su numerosa caballería y el mejor armamento de su infantería; esta batalla se caracteriza por un combate cercano, incluso el uso de armas blancas. Al notar el asalto simultáneo de la caballería y la infantería, Agualongo ordenó retirarse al otro lado del río Tahuando, posición más defendible por su terreno escarpado y estrecho; sin embargo, Bolívar no se lo permitió y siguió con sus ataques. La historia relata que Bolívar al liderar en forma personal esta batalla se subió a una piedra denominada “La Chapetona” misma existe como evidencia hasta la actualidad en la margen izquierda del río Tahuando en la ciudad de Ibarra. El ejército realista se desbandó tres veces, pero en cada una consiguió rehacerse.

Batalla de Ibarra (17 de julio de 1823). Mural del parque Ciudad Blanca.
Batalla de Ibarra (17 de julio de 1823). Detalle izquierdo del mural del parque de la Ciudad Blanca.
Batalla de Ibarra (17 de julio de 1823). Detalle derecho del mural del parque de la Ciudad Blanca.

Finalmente, las tropas sobrevivientes del coronel Agualongo se replegaron hasta el sector de Aloburo, lugar donde fueron masacrados por las lanzas de los escuadrones granaderos y de Guías, que se destacaron en esta batalla; los jinetes llaneros buscaban venganza tras la humillación de la batalla de Bomboná y la villa de Ibarra, persiguieron a los insurrectos hasta el río Chota, frente a una gran llanura que era el terreno perfecto para ellos; los pastusos habían caído en una trampa al instalarse en dicha localidad; incluso Bolívar, con sable en mano, dirigió el asalto al último sector de resistencia ocupado por los realistas.

La historia relata que esta batalla fue una masacre para los realistas; los vencedores cuentan en sus bajas apenas 13 muertos y 8 heridos; por parte del ejército de Agualongo, los historiadores consideran entre 500 las pérdidas sufridas (550 muertos y 150 heridos).

Después de la victoria, Bolívar envió a la caballería del brigadier Barreto a perseguir a cualquier realista que intentara huir. Los persiguió un largo trecho y muy pocos lograron escapar. Los pocos sobrevivientes acompañaron a Agualongo por el camino de Olivo y Aloburo hasta cruzar el río Chota, quedando a salvo de la caballería republicana. Bolívar, furioso porque los pastusos no habían respetado la paz que les había ofrecido, ordenó no tener piedad con ningún enemigo capturado.

El coronel Agualongo y unos pocos de sus hombres lograron escapar y llegarían derrotados hasta Pasto; en ese lugar continuó con sus actividades de reconquistar la ciudad de Pasto; luego sería nuevamente vencido, capturado y fusilado en Popayán.

El triunfo de Bolívar en la batalla de Ibarra le permitió a Bolívar consolidar su liderazgo y proseguir en campañas libertarias hacia el sur, llegando años más tarde a liberar el Perú.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-11-10. Última modificacion 2025-11-10.
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