Guerras de Independencia Hispano-Americanas Independencia de Brasil Principales rebeliones del período de la Regencia

Rebeliones durante la regencia

Entre las rebeliones hubo tres revueltas de esclavos: la Revuelta de Carrancas (1833, en Minas-Gerais), la Revuelta de Males (1835, Salvador) y la Revuelta de Manuel Congo (1838, en Río de Janeiro). ​

Las rebeliones estallaron a lo largo de nueve años en casi todo el país, la mayoría de ellas derivadas del descontento de las élites regionales aliadas con la clase media urbana (formada por profesionales liberales como periodistas, funcionarios y militares) que, descontentas con el poder central de Río de Janeiro, protestaban contra las dificultades económicas, el aumento de impuestos y el nombramiento de gobernadores sin respaldo local.​

Las principales rebeliones del período fueron: Balaiada (1838-41), Sabinada (1837-38), Revuelta de los Malés (1835) y Cabanada (1832-35).

Principales revueltas ocurridas en Brasil durante la Regencia. Autor André Koehnem

Balaiada (1838-41)

La Balaiada fue una revuelta popular producida entre 1838 y 1841 en la entonces provincia de Maranhão.

Durante el período de la Regencia brasileña, Maranhão, región exportadora de algodón, sufrió una fuerte crisis económica debido a la competencia de Estados Unidos. Al mismo tiempo, la ganadería pasó a absorber mano de obra esclava, disminuyendo así el salario de los campesinos libres más pobres. Casi la mitad de la población de la provincia, unas 200.000 personas, eran esclavas.

En el ambiente político, la clase alta local se hallaba dividida en la disputa entre liberales (bem-te-vis) y conservadores (cabanas). Cuando el regente Pedro de Araújo Lima se alió a los cabanas (conservadores), estos aprovecharon para ganar apoyo entre los trabajadores ganaderos, el principal apoyo de los liberales. En tanto que en Piauí gobernaba Manuel de Sousa Martins, un conservador que por medio de su Lei dos Prefeitos (Ley de Alcaldes) reprimió diversos movimientos opositores, lo que movió a los liberales a rebelarse para conseguir más poder político.

La Balaiada fue iniciada por el ganadero Raimundo Gomes (Cara Preta), trabajador de la hacienda del padre liberal Ignacio Mendes. El hermano de Gomes había sido encarcelado por el subprefecto local y este, junto a un grupo de compañeros, asaltó la cárcel para liberarlo en diciembre de 1838. Poco después, Gomes se alió a Cosme Bento das Chagas, un esclavo fugitivo con miles de seguidores (esclavos fugados de plantaciones y venidos de los quilombos), y con Manuel Francisco dos Anjos Ferreira (llamado Manuel Balaio, por el cual se nombró la rebelión), líder de los artesanos. Para enfrentar al presidente y comandante de armas de la provincia, el coronel Luis Alves de Lima e Silva. El enfrentamiento comenzó cuando estos asaltaron la ciudad de Caxias, por lo que el coronel fue premiado con el rango de general y el título de barón de Caxias (Barão de Caxias), apodado O Pacificador. Sin embargo, la ciudad cayó poco después (agosto de 1839). Los rebeldes reunieron​ a unos 11.000​ hombres en total: 8.000 ganaderos libres y 3.000 esclavos fugitivos.

A pesar de los intentos de los liberales de dominar el movimiento, este pronto adquirió forma de revolución social, saliéndose de control. Ante el enorme apoyo popular de este, la élite local conservadora y liberal empezó a buscar distintas formas de detener a los rebeldes.

Tras un fallido asalto a la capital provincial, San Luis, por 3.000 rebeldes indígenas y esclavos,​ la Guardia Nacional entró en Maranhão con 8.000 soldados,​ los rebeldes se dispersaron y unos 800 entraron en Piauí (febrero de 1840).​ Ante esto, el gobierno imperial envió al barón de Caxias con tropas. Las unidades bajo su mando alcanzaron la cifra de 8.000.​ Mediante una hábil política de pacificación y una poderosa ofensiva militar apoyada por las élites locales. Finalizando el conflicto en 1841.

Balaiada (1838-41). El tercer batallón del ejército brasileño en San Crstóbal (Rio de Janeiro) preparándose para ir a la zona. Autor Johann Moritz Rugendas.

Los líderes rebeldes fueron muertos en batalla o ejecutados después de capturados. Bento fue colgado. Sousa Martins también recibió un título de vizconde de Parnaíba. En cuanto a la amnistía general, fue aceptada por unos 2.500 rebeldes,​ pero los esclavos, al saber que serían entregados a sus antiguos amos, huyeron y se dispersaron en el interior en quilombos, actuando como bandas hasta los años 1850.​ Se estima que unas 5.000 personas murieron durante la rebelión.

Balaiada (1838-41). Los esclavos negros siguen la lucha después de la rendición.

Cabanagem (1835-40)

La Cabanagem fue una revuelta sucedida entre 1835 y 1840 de parte de los negros, mestizos (llamados también caboclos o taputos) e indios contra la élite política local de la provincia de Grão-Pará. La palabra cabanagem se refiere a las cabañas donde vivían los indios, mestizos y negros que protagonizaron la rebelión.

Antecedentes

Tras la Guerra de Independencia de Brasil (1822-24) las fuerzas brasileñas tuvieron que actuar en Grão-Pará para derrotar a los últimos focos de resistencia lusitana que pretendían que dicha provincia permaneciera como colonia de Portugal. La lucha duró varios años y destacaron el periodista y sacerdote Juan Batista Gonçalves Campos, los hermanos Vinagre (Manuel, Francisco Pedro y Antônio) y el hacendado Félix Antônio Clemente Malcher. En esos años muchos esclavos escaparon y formaron quilombos y las rebeliones militares eran frecuentes. Tras la lucha se instaló un gobierno leal al central que marginó a los líderes locales. La élite local, aunque no tan afectada por el conflicto, se sintió desplazada por el centralismo imperial que centraba los recursos estatales en las provincias costeras del sudeste y nordeste.

En julio de 1831, hubo una rebelión militar en Belém y Gonçalves Campos fue arrestado como uno de los responsables. La indignación de la gente creció y en 1833 ya se hablaba de crear una federación. El presidente de la provincia, Bernardo Lobo de Sousa, desató una política de represión para contener el malestar. El punto culminante se alcanzó en 1834 cuando Gonçalves Campos envió una carta al obispo de Pará, Romualdo de Souza Coelho; al no haber sido autorizado, el periodista fue perseguido y tuvo que refugiarse en tierras de su amigo Clemente Malcher. Posteriormente, los hermanos Vinagre y el periodista Eduardo Angelim reunieron un contingente de rebeldes en la granja de Malcher.

Antes de producirse el ataque de las tropas gubernamentales, los rebeldes dejaron la granja. Sin embargo, el 3 de noviembre los rebeldes fueron alcanzados y murió Manuel Vinagre y Malcher fue apresado. El 31 de diciembre falleció Gonçalves Campos por la infección de una herida hecha cuando se afeitaba.

El movimiento

El 6 de enero de 1835, Antonio Vinagre, con un contingente cabanos, que contaba con indígenas tauies y negros, tomó el palacio de gobierno de Belém y nombraron a Félix Antonio Clemente Malcher presidente de Grão-Pará. La ciudad fue tomada en menos de un día, muriendo el comandante de armas (gobernador militar) provincial y el presidente Lobo de Sousa, e incautaron gran cantidad de material bélico.

Al día siguiente, el plantador y agricultor Félix Clemente Melcher fue liberado y nombrado primer presidente cabano, y Francisco Pedro Vinagre fue nombrado el nuevo comandante de armas de Grão-Pará.

Pero dicho gobierno duró poco, pues el presidente Malcher era muy moderado, y se sentía más identificado con los intereses de la clase dominante y prefería mantener a la provincia como parte del Brasil. Vinagre era representante de las alas populares más extremas y rápidamente se distanció de Melcher. El 19 de febrero, Melcher depuso del gobierno a sus aliados con apoyo de la élite local.​

Francisco Vinagre, Angelim y otros se sublevaron; Malcher ordenó arrestar a Angelim, que fue encarcelado en un buque de guerra, y las fuerzas de ambos se enfrentaron. Malcher fue derrotado y muerto; su cuerpo fue arrastrado por las calles de Belém. Vinagre entonces asumió el cargo de presidente de la provincia y Angelim fue liberado.

El mariscal Manuel Jorge Rodrigues fue enviado por la Regencia para retomar Belém. Los dirigentes cabanos no se opusieron a que retomase el poder legal. Le entregaron la capital el 26 de julio. Rodrigues inició un proceso de pacificación que acabó abandonando y ordenó la detención de Francisco Vinagre y otros 300 cabanos. Algunos se resistieron y ocuparon posiciones, pero la flota del almirante inglés John Taylor bombardeó las defensas y los rebeldes tuvieron que retroceder al interior. Angelim logró escapar al interior, para organizar “una guerra a muerte contra el mariscal Jorge Rodrigues”.

El 14 de agosto de 1835, los cabanos iniciaron un nuevo ataque a Belém, siendo recibidos por las tropas legales, ya alertadas. La ciudad se convirtió en un campo de batalla: se libraron batallas permanentes en las calles, los barcos bombardeaban la ciudad y la población huyó apresuradamente hacia el interior. Muchos cabanos murieron, pero otros fueron inmediatamente reclutados por un cuerno, que no deja de sonar, pidiendo voluntarios.

Cabanagem (1835-40). Toma de la ciudad de Belém el 14 de agosto de 1835 por Antonio Vinagre.

Los combates duraron 11 días y cada calle se conquistaba con mucha sangre. El mariscal Jorge Rodrigues logró escapar, pero un grupo de militares, que no fueron informados de la retirada, quedaron aislados en la iglesia del Carmen. Precedidos por los esclavos, los cabanos atacaron con furia. La única razón por la que no hubo una masacre es porque intervino Angelim.

Angelim asumió la presidencia; durante diez meses aterrorizó a la élite local para que lo apoyara, pero ante la falta de medidas concretas para consolidar el gobierno rebelde, este acabó por debilitarse.

Ante esto, en marzo de 1836, el gobierno imperial envió al brigadier Francisco José de Sousa Soares de Andréa como presidente de la provincia y con la autorización de hacer la guerra total a los rebeldes. Desde febrero había cuatro buques de guerra cercando Belém, amenazando con bombardearla.​ El regente paulista Diogo Antonio Feijó envía otros 3.000 soldados a la capital de Pará, en 11 buques de guerra, que se sumarían a los 13 buques estacionados en la barra de Belém, al mando del general Soares Andréa. El amenazador asedio de los barcos provocó una reacción en la ciudad: los comerciantes portugueses encontrados por los grupos más exaltados fueron ejecutados sumariamente en las calles.

Los cabanos se enfrentaban a una complicación diplomática. Un barco inglés que transportaba una gran cantidad de material de guerra para un comerciante británico radicado en Belém fue atacado en Salinas. Los asaltantes saquearon el cargamento y asesinaron a la tripulación. Únicamente un marinero logró escapar.

Pronto aparecieron en la bahía tres buques de guerra de la armada inglesa, con una bandera blanca ondeando en el mástil. El capitán Strong exigió que Angelim ordenara izar la bandera británica en lugar de la brasileña, saludándola con 21 disparos de cañón. También exigió la entrega de los atacantes a la justicia inglesa y el pago de la indemnización debida a la naviera, “porque Inglaterra no permite que molesten sus barcos”.

Angelim se negó a ayudar al oficial. Dijo que solo pagaría una indemnización si el gobierno brasileño no cumplía con su obligación legal y entregaba a los criminales a la justicia nacional. El capitán Strong aceptó esa postura.

El asedio se había vuelto insoportable y la ciudad estaba despoblada. Se veían los grandes daños causados ​​por la artillería de los buques de guerra durante los nueve días de fuego del mes de agosto; las casas estaban abiertas y en estado de ruina, salvo raras excepciones.

El ejército imperial se componía de soldados, mercenarios y criminales reclutados de las prisiones del sur y nordeste. La ciudad en ese momento estaba afectada por el desorden, el hambre y la viruela. El 12 de mayo el brigadier Andréa bombardeó la ciudad y la mayoría de los 5.000 rebeldes escaparon en canoas; los que se quedaron fue para proteger a las mujeres y niños.

Se inició una gran cacería de Angelim y su grupo, perseguidos por 1.130 soldados movilizados para su captura. Rodeado, el líder cabano se rindió en octubre, siendo capturado en una choza en la selva con su esposa y enviado a Río de Janeiro.

Otros grupos siguieron luchando, remontando el río Amazonas. Tomaron ciudades, mataron a mucha gente y libraron duras batallas. En Óbidos tuvieron que hacer frente a la reacción organizada por el padre Sanches de Brito. También se formó una sólida resistencia en Manaos, mandada por Ambrósio Aires. Bernardino Sena y Marapajuba, al frente de 1.200 hombres, lograron tomar el control de Manaos, de donde fueron expulsados ​​a finales de agosto de 1836. Bernardino murió, mientras Marapajuba huía con sus hombres. Fue nuevamente derrotado en los ríos Urubu y Autazes, donde murió.

Los remanentes, siempre perseguidos por tropas gubernamentales, llegaron a Maués, donde permanecieron hasta 1839, cuando el mayor Coelho de Miranda Leão intentó sin éxito entregar al jefe de cabano Gonzalo Jorge de Magalhães. Sin rendirse, él y sus 800 hombres fueron amnistiados por el Emperador al año siguiente.

Los insurrectos continuaron combatiendo como guerrillas en la selva hasta su exterminio completo en 1840. Los pueblos indígenas que los apoyaron, en particular los muras y maués, prácticamente desaparecieron.

Cabanagem (1835-40)

Consecuencias

Se estima que entre un 10 y un 40 % de la población de la provincia fue muerta durante el conflicto. La población de los indios del río Tapajós cayó de 40.000 a 3.000 por la revuelta y, de los 60.000 muras en 1826, catorce años después cayeron a unos pocos miles, perdiendo además la mayoría de sus tierras. La represión fue brutal y afectó principalmente a los indígenas; una simple denuncia terminaba casi siempre en una ejecución sumaria. En 1833 la población había sido censada en 119.877 almas: 32.751 indios, 29.977 esclavos negros, cerca de 42.000 mestizos y una minoría dominante de 15.000 blancos, en su mayoría lusitanos, concentrados en Belém, ciudad de 12.000 residentes.

La economía de la región se vio muy afectada por la escasez de mano de obra.​ Unas 12.500 personas fueron arrestadas durante la guerra. Los únicos progresos los vivió la ciudad de Manaos, que creció enormemente debido a que se convirtió en una base de operaciones militares.​ En 1840 el gobierno imperial declaró una amnistía a los cabanos, pero estos ya no existían; en cambio, el exterminio y reducción de la población indígena sobreviviente continuó.​ La insurrección buscaba la expulsión de los blancos y el fin de la esclavitud en la Amazonia, pero terminó con la llegada de un número mayor de europeos y con la población local aún más reprimida.

Sabinada (1837-38)

La revuelta llamada Sabinada fue una revuelta autonomista sucedida en la entonces provincia de Bahía entre el 6 de noviembre de 1837 y el 16 de marzo de 1838 durante la Regencia de Brasil.

En dicho período existía un alto nivel de “anti-lusitanismo” entre la población, que respaldaba además la indisciplina entre los militares. La Sabinada se apoderó de la reacción popular contra el reclutamiento masivo impuesto por el gobierno imperial y estuvo dirigida por el médico y periodista afrobrasileño Francisco Sabino Vieira, en cuyo homenaje fue nombrada la rebelión. La chispa fue encendida por la fuga de Bento Gonçalves da Silva de la prisión de Forte do Mar, actual fuerte San Marcelo.

Durante la noche del 6 al 7 de noviembre de 1837, Sabino y sus seguidores tomaron el fuerte de San Pedro. Al día siguiente, invadieron el Ayuntamiento de Salvador y proclamaron la “República de Bahía, libre e independiente del dominio imperial. Sin embargo, el día 11 anunciaron que la república sería transitoria, durando solo durante la minoría de Pedro II.

El III Cuerpo de Artillería, cuyos oficiales descontentos eran en su mayoría pardos,​ establecido en el fuerte do Mar, se alzó también y se apoderó de la fortaleza. Durante la noche, el gobierno provincial trató de someter la revuelta, mandó cientos de tropas, todas formadas por negros y mulatos, hasta la plaza de la Merced en Salvador, pero estas desertaron y pasaron a engrosar las filas rebeldes, que alcanzaron entre 3.520​ y 5.000 efectivos.

En vista de los acontecimientos, el presidente de la provincia, Francisco de Souza Paraíso, y el comandante de las tropas, Tcol Luis de França Pinto Garcez, escaparon en un bergantín acorazado anclado en la bahía de Todos los Santos. Aislado, el jefe de la policía, Francisco Gonçalves Martins, tomó una barca y se trasladó a Reconcavo buscando la protección del coronel Alexandre Gomes de Argolo Ferrão, señor del ingenio de Cajaíba y primer barón de Cajaíba. Al poco tiempo, la mayoría de los blancos también abandonaron la ciudad, ya que muchos negros y mulatos saquearon las casas de los criollos y lusitanos más ricos.

El ayuntamiento municipal fue ocupado por los rebeldes liderados por Sabino, el político Juan Carneiro da Silva Rego y los militares José Duarte da Silva y Luis Antonio Barbosa de Almeida. Se nombró presidente de la naciente república a Inocencio da Rocha Galvao, entonces exiliado en Estados Unidos, y como vicepresidente a Juan Carneiro Rego.​ Sabino se nombró a sí mismo Secretario de Gobierno, Daniel Gomes de Freitas se convirtió en Ministro de Guerra y Manuel de Freitas Pedro Guimarães de la Armada.

Tras apoderarse de algunos cuarteles, los rebeldes se hicieron dueños absolutos de Salvador, pero no encontraron apoyo de la población de las zonas cercanas ni de los esclavos, por lo que su revuelta estuvo siempre encerrada en la ciudad.

Al no contar con el apoyo de la clase dominante y de la masa popular local, la represión del gobierno imperial fue bastante fácil. La ciudad fue rápidamente bloqueada por la armada al mando del mariscal de campo Alexandre Gomes de Argolo Ferrão y el brigadier Juan Crisóstomo Calado y el 13 de marzo de 1838, de 4.000 a 5.000 efectivos imperiales​ entraron en ella.

Durante los combates murieron más de 1.000 rebeldes, incluyendo muchos prisioneros ejecutados sumariamente, y apenas 40 soldados del gobierno.​ Otros 2.000 rebeldes resultaron heridos.​ Cerca de 1.200 a 1.600 vidas se perdieron durante la rebelión. Otros 3.000 fueron encarcelados, de los que la mitad fueron deportados al sur o reclutados en el ejército.

Después de su capitulación, tres de los líderes rebeldes fueron ejecutados y los otros tres fueron juzgados por un tribunal compuesto por grandes terratenientes que les impusieron castigos tan fuertes que pasó a ser llamado como el Tribunal de la Sangre. Sabino Vieira terminó sus días en una plantación jacobina en el Mato Grosso; otros, como Gomes de Freitas, Francisco José da Rocha, Juan Ríos Ferreira y Manoel Gomes Pereira, consiguieron escapar y unirse a los Farrapos.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-11-15. Última modificacion 2025-11-15.
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