Guerras de Independencia Hispano-Americanas Independencia de Uruguay Invasión portuguesa de la Banda Oriental en 1816

Preparación de la invasión

La segunda invasión en 1816 pudo realizarse, ya que las circunstancias políticas y militares se mostraron propicias. Mientras tanto, el caudillo Artigas se encontraba en el apogeo de su revolución; la irrupción portuguesa apareció para flaquear esta etapa. Esta nueva incursión fue apoyada por varios políticos porteños (Gregorio Tagle, González Balcarce, Pueyrredón y la Logia Lautaro) y un grupo de exiliados y residentes en Río de Janeiro (Vigodet, de la Alameda, Alvear, Nicolás Herrera, Manuel García, Valentín Gómez, etc.).

Asimismo, Río de Janeiro se convirtió en un epicentro anti-Artigas. Por un lado, se encontraban los españoles, quienes trataban de recobrar las colonias que les habían pertenecido, con la ayuda de Portugal. Por otro, estaban los porteños, cuyo único objetivo era acabar con Artigas y el federalismo que se extendía hacia Río Grande. Para eso no les afectaba tener que ceder la Provincia Oriental al dominio portugués.

Los emigrados a raíz del Motín de Fontezuelas suministraron a la Corte Portuguesa toda clase de informaciones, con lo que apoyaron sus planes de conquista. Nicolás Herrera dio las normas que debían seguirse en la invasión, dando consejos en el orden político y militar.

El exdictador supremo, Carlos de Alvear, entregó al representante español una relación de la fuerza efectiva que tenían las Provincias del Río de la Plata, que estaban en insurrección, el 27 de junio de 1815. Según dicho informe, las fuerzas de la Banda Oriental y Entre Ríos eran de 3.050 en total:

  • 1ª División al mando de Fernando Torgués, compuesta del RD de la Libertad, 600 hombres.
  • 2ª División al mando de Frutos Ribero, 500 hombres.
  • 3ª División al mando de Balta Ojeda, 500 hombres.
  • 4ª División al mando de José Artigas, compuesta del RI de Blandengues, 1.000 hombres.
  • 5ª División al mando de Blás Basualdo, 450 hombres.

Seguía diciendo: «Todas estas tropas son de caballería, están mal vestidas, pero en el día bien armadas. Estas dos provincias son las más entusiastas por la guerra, y todos sus habitantes, a excepción de una pequeña parte, se unirán inmediatamente a las tropas de Artigas, y engrosarán su número en caso de invasión. Estas tropas son valientes y de una constancia admirable; no tienen disciplina de ninguna especie, ni conocen otra formación que la de ponerse en ala. Hacen la guerra por el estilo de los cosacos, devastando todo el terreno que deben ocupar sus enemigos y cargándolos al descuido; pero nunca presentando batalla a no ser en el caso de contemplarse en una marcada superioridad numérica».

Plan portugués

El regreso de Europa de las tropas lusitanas veteranas de guerra contra Napoleón y el asesoramiento técnico militar del mariscal británico William Carr Beresford, quien les dio detalladas directivas para organizar la invasión. El pretexto era resguardar sus fronteras, protegiéndolas de la anarquía provocada por las montoneras de Artigas, y planearon minuciosamente la invasión. Desde noviembre de 1815, habían llegado algunas tropas veteranas de las luchas napoleónicas, constituidas principalmente por la DVR (División de Voluntarios Reales), comenzando de inmediato su reavituallamiento para la siguiente campaña. De entre ellos se designó al general Carlos Federico Lecor, general en jefe de la invasión a la Provincia Oriental y capitán general de la misma, una vez ocupada.

En el cuartel de Niteroi de Río de Janeiro, se concentraron todos los cuerpos que formaban el “Ejército Pacificador de la Provincia Oriental” que tenía de 10.000 a 12.000 efectivos. El 13 de mayo de 1816, cumpleaños del nuevo rey, Juan VI observaba con halago y asombro sus nuevas tropas de invasión.

Revista de las tropas destinadas a Montevideo en la playa Grande en 1816. Se ve al rey Juan VI. Autor Jean-Baptiste Debret.

Estaba al mando del general Carlos Federico Lecor, que debía avanzar en tres divisiones:

  • 1ª División al mando del TG Joaquín Javier Curado, tenía por objetivo Salto; invadiría por el norte del Río Negro. Estaba integrada por 2.000 hombres y 11 piezas de las 2ª y 5ª regiones militares.
  • 2ª División al mando de Bernardo de Silveira, invadiría por Cerro Largo teniendo por objetivo Paysandú y la misión de proteger el flanco derecho de Lecor; siendo su efectivo también de 2.000 hombres. La ocupación de Paysandú no fue cumplida por órdenes expresas de Lecor, que alteraron el itinerario a cumplir.
  • 3ª División al mando del propio Lecor, invadiría por la costa teniendo como objetivos sucesivos Maldonado, Montevideo y Colonia; era esta la columna de mayor número de efectivos: 6.000 hombres, y era la que tenía la misión principal.

Un segundo contingente marchó desde el norte, dirigido por el capitán general de Río Grande, el marqués Luis Teles da Silva de Alegrete. Estaban desplegadas mayoritariamente en las provincias de Santa Catalina, San Pablo y San Pablo de Río Grande del Sur, constituidas por la totalidad de las fuerzas de línea de la Tercera Región Militar, reforzada por tropas de línea de las 2ª y 5ª regiones militares y milicias (criollos e indígenas) de esas provincias.

Invasión portuguesa de la Banda Oriental en 1816.

Los mandatos del rey Juan VI eran claros acerca de cómo debían realizar la invasión y con qué propósitos. Los soldados tenían órdenes de dar demostraciones de humanidad hacia los ciudadanos orientales y, también, intentar dirigirse directamente hacia Artigas, a fin de plantearle las siguientes condiciones de acuerdo: disolver la agrupación que lideraba y mudarse donde el rey le permitiera; despojarse de las armas a cambio del otorgamiento de un sueldo, similar al de un coronel portugués; y la posibilidad de vender sus propiedades y bienes.

La idea de maniobra inicial había sido operar con dos agrupamientos principales: uno bajo la jefatura directa de Lecor, teniendo como base la DVR (División de Voluntarios Reales). Debiera seguir por mar, tocar Santa Catalina y ser reforzado allí por un cuerpo de artillería y de caballería que se juzgase necesario. Luego continuaría por mar a fin de desembarcar en Maldonado o en otro lugar propicio del Río de la Plata para atacar y ocupar Montevideo. El otro agrupamiento, formado por las tropas del Río Grande bajo el mando de su capitán general, operaría en el interior de la frontera de ese estado.

Ocupado Montevideo, Lecor organizaría las expediciones necesarias para arrojar al enemigo de las márgenes del Uruguay, a cuyo fin se pondrían en enlace con las fuerzas del capitán general solicitando los auxilios que necesitase. Este plan es modificado según ya se señaló en el Consejo de Guerra realizado en Porto Alegre.

En relación a las tropas del caudillo, el Rey les permitiría unirse al Ejército Portugués como cadetes. Por otra parte, se había establecido mantener neutralidad con el gobierno porteño, manteniendo la tranquilidad de este último al informarle que no pasarían para su territorio.

Mientras tanto, los defensores de la Banda Oriental se dividían en dos destacamentos. Uno, por el norte, comandado por el caudillo Andrés Guazurary sobre el río Uruguay. Y, por el este, de la mano del general Fructuoso Rivera.

Plan de Artigas

Para hacer frente a la invasión portuguesa, Artigas pone en ejecución el célebre plan concebido en el año 1812 en el Ayuí, introduciéndole pequeñas variantes aconsejadas por factores circunstanciales, principalmente el emplazamiento de sus fuerzas y la dosificación de las columnas de invasión adversarias.

Como José Gervasio Artigas no podía oponerse directamente con sus 6.000 u 8.000 hombres, en su mayoría de milicias, a los 12.000 hombres bien instruidos, armados y pertrechados de Portugal, preparó un contragolpe invadiendo las Misiones, efectuando una acción envolvente para atacar las retaguardias del enemigo.

El plan se basaba en dominar el río Uruguay por arriba del Ibicuy y, así, poder ingresar en sus poblaciones. De esta forma, el caudillo buscaba llevar la contienda al territorio de Brasil, para cercenar sus comunicaciones y, además, apartarlo de sus depósitos de reservas, aprovisionamiento y recursos. En tanto, Artigas concluiría que los ataques más sólidos se realizarían en Misiones; así se les dificultaría a los portugueses para actuar en Montevideo.

De esta manera, el plan artiguista convertía lo que, en principio, era una defensa en una lucha agresiva, por medio de la amenaza a los enemigos desde la retaguardia, a fin de apoderarse de la iniciativa. Otra de las medidas que el oriental impuso fue la formación de dos ejércitos simultáneos: los Cívicos y los Libertos. Los primeros estaban compuestos de seis compañías, entre ellas, una de granaderos y otra de cazadores, que obedecían órdenes del Cabildo de Montevideo. Por su parte, el Cuerpo de Libertos estaba formado por esclavos que cada dueño entregaba, de acuerdo a sus recursos.

Una vez que los portugueses invadieron el territorio oriental, Artigas comenzó la repartición de zonas de combate entre sus caudillos. Así, quedaron cinco sectores militares definidos.

  • El primero, mandado por Manuel Artigas, hermano del líder, se extendía desde Montevideo hasta Santa Lucía, con una fuerza de 1.600 hombres.
  • El segundo, encabezado por el general Tomás García de Zúñiga, se expandía desde Santa Lucía hasta el Yí y Río Negro.
  • El tercero, mandado por el coronel Ángel Núñez, se desplegaba en Maldonado.
  • El cuarto ejército, capitaneado por el coronel Pedro Fuentes, comprendía el territorio de Colonia.
  • El quinto en la zona de Soriano estaba mandado por Miguel Gadea.

Asimismo, el caudillo tomó otra medida trascendental, basada en fortalecer la guardia fronteriza, otorgándole a Fernando Otorgués la responsabilidad de cubrir la ruta de invasión de Yaguarón. Además, el caudillo ordenó a la división de infantería oriental trasladarse hacia el mismo territorio para reforzar y apoyar a Otorgués. De esta manera, consolidaba la defensa y, al mismo tiempo, intentaba retardar el avance portugués.

Si bien sus estrategias militares eran sagaces, no obtenían victorias por la insuficiencia de recursos materiales para la guerra. Los ejércitos estaban desprovistos de armas de fuego y las que poseían tampoco podían ser explotadas en su máximo, ya que escaseaban la pólvora y los cartuchos. Por su parte, los enemigos tenían ejércitos experimentados en combate, con gran cantidad de veteranos, y provistos de armamento.

Respondiendo a la idea de maniobra, Artigas vuelca sus fuerzas sobre la frontera, y tal como lo estableció en su oficio del 20 de junio de 1816 y otras comunicaciones acordes, realizando el siguiente despliegue inicial:

  • Agrupamiento Norte, al mando del general Andresito Guazurarí; debería cubrir en un primer momento las costas del Río Uruguay al norte del Cuareim, y luego efectuar un movimiento convergente sobre San Borja. Estaba compuesto por:
    • Las milicias de Entre Ríos, al mando del alférez Pantaleón Sotelo, que atravesarían el Río Uruguay a la altura de Yapeyú.
    • Las fuerzas a cargo de Andresito, que partiendo de Candelaria, dejarían guarniciones en Santo Tomé y La Cruz.
  • Agrupamiento Central, fraccionado en dos destacamentos, avanzaría en dirección a San Diego, cuartel general de los portugueses.
    • Destacamento de vanguardia, a órdenes de Latorre, con 3.400 hombres, tenía por misión batir al marqués de Alegrete.
    • Destacamento de reserva, al mando del propio Artigas, para apoyar y dirigir el movimiento invasor de Latorre.
  • Agrupamiento Sur, formado por dos divisiones, tenía por misión actuar defensivamente en la frontera noreste:
    • División de Fructuoso Rivera, situada en el departamento de Maldonado, deberá vigilar la ruta de la angostura.
    • División de Fernando Otorgués, en las inmediaciones de Melo, cubrirá la línea de invasión de la Cuchilla Grande.

Operaciones en el año 1816

Operaciones en el norte en 1816

Batalla de San Borja (3 de octubre de 1816)

Una vez informado Artigas de la invasión de Lecor, mandó poner en ejecución su plan. Cumpliéndolo, Andresito reconquistó las Misiones Orientales, yendo hacia la antigua reducción jesuítica de San Francisco de Borja con el objetivo de conquistarla. Mientras que el alférez Sotelo atravesó la parte alta del río Uruguay para brindarle apoyo a las tropas del general Andresito Guazurarí.

Andresito contaba con de 1.500 a 2.000 efectivos (la mayoría aborígenes). Avanzó hacia San Borja de forma imparable; el 12 de septiembre Andresito atravesó el río Uruguay por el paso de Itaqui, produciéndose la primera escaramuza contra las fuerzas portuguesas que intentaban impedir el cruce. Al día siguiente, las fuerzas de Andresito lograron la victoria en el combate de San Juan Velho el 13 de septiembre; luego difundió una proclama haciendo saber «a los pueblos misioneros orientales, sus intenciones de liberarlos del yugo lusitano, que de manera continua capturaba a los indígenas para enviarlos como esclavos al norte de Brasil». Instaló su campamento en Itaquí, provincia de Corrientes, mientras los portugueses hacían otro tanto en San Borja.

Andresito volvió a derrotar a los portugueses el 16 de septiembre, en el combate de Rincón de la Cruz, triunfos que hacían posible el avance a San Borja, cuartel general del brigadier Francisco das Chagas Santos, que desde entonces sería su eterno rival. Andresito contaba con solamente dos pequeñas piezas de artillería. Las fuerzas luso-brasileñas que defendían San Borja, en tanto, eran 2.000 hombres de infantería y caballería que contaban con 14 cañones, y la mayoría de los aborígenes estaban armados únicamente con lanzas.

Ese mismo 21 de septiembre, Sotelo, que marchaba con los refuerzos que esperaba Andresito, al intentar cruzar el río Uruguay desde Yapeyú, fue detenido en su avance por el Tcol portugués José de Abreu, obligándolo a repasar el río bajo el fuego del enemigo, dejando 1.500 reses y bastantes caballos a los portugueses. Sotelo, una vez en territorio de Corrientes, se reorganizó e intentó un nuevo pasaje más al Norte, frente a la barra de Ibicuy, utilizando pequeñas embarcaciones. Atacado en tales circunstancias por Abreu, se ve precisado a desistir de sus propósitos, progresando por la margen derecha a fin de reforzar a Andresito, que sitiaba a San Borja, su pueblo natal.

El 24 de septiembre, Sotelo, trasladándose más al norte, pudo cruzar el río, pero continuó siendo hostigado por partidas de Abreu, quien de esta forma logró demorar su llegada a San Borja, mientras el grueso de sus fuerzas se dirigían en auxilio del brigadier Chagas.

El 3 de octubre, después de 13 días de asedio, sin haber podido reunirse con los refuerzos que le traía Sotelo, Andresito lanzó su ataque sobre San Borja, la mitad en vanguardia y a retaguardia el resto, separadas por un pequeño arroyo. Cuando, después de una dura lucha, parecía que comenzaba a ceder la resistencia de los portugueses, la llegada sorpresiva del Tcol José de Abreu con 670 hombres (513 de infantería, 117 de caballería y 23 de artillería) y 2×3 piezas de artillería logró contener el asalto.
Lo que ya parecía una victoria, se transformó entonces en derrota y Andresito se vio obligado a retirarse. Levantó el sitio y cruzó el río Uruguay, dejando tras de sí centenares de muertos y algunos pocos prisioneros.

Invasión portuguesa de la Banda Oriental 1816-17. Operaciones al norte del Río Negro.

Batalla de Ibiracaí (19 de octubre de 1816)

Después de conocer la victoria en la batalla de San Borja, que frustró el asedio de la aldea de San Borja y el intento de invasión de la región de Misiones, el TG Joaquín Javier Curado pudo pensar en atacar una columna del coronel José Antonio Berdún que operaba desde hacía algún tiempo en la zona de Ibirocaí, en la región comprendida entre Alegrete y Uruguaiana.

Berdún, con unos 700 hombres, ya llevaba poco menos de un mes al norte del río Quaraí; estaba firmemente establecido en territorio portugués con el objetivo de apoyar a Andrés Artigas y Sotelo en el avance oriental sobre la región de Misiones. Además de hacer demostraciones al cuerpo principal portugués sobre el arroyo Ibirapuitá, que defendía los importantes pasos donde actualmente se encuentran las ciudades de Rosario do Sul y Alegrete. Comenzó estacionándose en el arroyo Tres Cruces, en el límite de las actuales ciudades de Artigas/Quaraí, pero sobre el 19 de septiembre ingresó al Río Grande.

El general José Artigas permaneció con el grueso de las fuerzas orientales en la zona del arroyo Arapeí y la frontera más importante de Santana-Rivera, situación que solo se resolvería, a favor de los portugueses, con la batalla de Carumbé, ocho días después.

El 13 de octubre, el TG Javier Curado, ya consciente de la victoria de Abreu en el norte, destacó una fuerza de unos 480 efectivos, en su mayoría caballería, al mando del brigadier graduado Juan de Dios Mena Barreto, jefe del RC de Milicias de Río Pardo, integrado por dicho RC y algunos escuadrones del RC de Milicias de Porto Alegre (300), RI Santa Catarina (150 granaderos) y artillería de Legión de São Paulo (30, 2×3) hacia el río Ibicuí para buscar a Berdún y atacarlo.

Después de cinco días de marcha se enteró de la posición de Berdún, que avanzaba hacia el Norte procurando proteger a Andresito y a Sotelo. Enterado de la aproximación de los portugueses de Berdún, se atrincheró en una posición ventajosa en capilla de Ñancay, donde decidió esperar el ataque de Menna Barreto.

El 19 de octubre de 1816, se lanzó sobre la posición en tres columnas, dos de caballería en ambos flancos y una de infantería en el centro, con una avanzada de 80 hombres de caballería. La avanzada fue repelida por unos 200 efectivos; entonces envió dos medios escuadrones a derecha e izquierda para atacarlos por ambos flancos. En la acción murieron 18 enemigos y 50 fueron heridos, retirándose el resto a la posición principal. Luego los portugueses continuaron el avance hasta alcanzar la posición enemiga.

Al llegar, asentaron los cañones e hicieron fuego contra la posición, y luego mandó realizar un ataque con la infantería. Los defensores intentaron envolver con su caballería ambos flancos, pero fueron rechazados. La infantería portuguesa hizo un alto para descansar, tumbándose al lado de sus mochilas; viéndolos, creyeron que estaban muertos, y mandaron avanzar a su infantería y caballería. En el enfrentamiento fueron completamente derrotados, muriendo 238, incluidos 11 oficiales, de los cuales 4 eran capitanes. Los portugueses tuvieron 2 muertos y 23 heridos.

Derrotados sus tenientes, solo quedaba la columna de Artigas, a la que procuró atacar Curado. Para facilitar sus operaciones, los portugueses adelantaron su cuartel general hasta la costa del Ibaracohy Grande, con el objeto de cercarse más a los orientales.

Artigas se encontraba acampando cerca de Carumbé, afluente del río Cuareim. Curado encomendó al brigadier Joaquín de Oliveira Álvares, jefe de la Legión de tropas ligeras de São Paulo, la misión de atacarlo.

Batalla de Carumbé (27 de octubre de 1816)

El 24 de octubre Oliveira inició la marcha a Santa Ana. Recorrió 4 leguas hasta el balneario de Varguinhas, donde esperó a que se reunieran todas las tropas, que eran 760 efectivos: 400 de infantería (Legión de tropas ligeras de São Paulo), 320 de caballería (ED de Río Grande, EC Legión de tropas ligeras de São Paulo, EC de Río Pardo, EC de guerrilla voluntaria), 40 de artillería con 2×6 cañones.

Allí se dio cuenta de que fuerzas enemigas estaban sacando ganado del lado portugués.

El día 26, Álvares tomó posición en el arroyo Elías, encontrándose allí con los exploradores de reconocimiento enemigos.

El 27 de octubre, Artigas tomó contacto con las fuerzas portuguesas en un lugar próximo a las puntas del Cuareim y las ataca decididamente. Disponía de 1.500 efectivos y los desplegó en dos alas: ala izquierda al mando del Tcol Ramón Fernández, jefe del RC Blandengues de Artigas (450), y el ala derecha a las órdenes del mayor Andrés de Latorre (400); el centro estaba ocupado por 500 de infantería en una sola fila y con intervalos de 3 a 4 pasos, y 150 indios guaicurúes flanqueando el conjunto.

Los portugueses forman con la infantería en el centro, dejando a retaguardia una pequeña reserva, un cañón en cada extremo y la caballería en las alas.

Batalla de Carumbé (27 de octubre de 1816). Croquis de la batalla.

La batalla se libró en alturas de la Cuchilla de Santa Ana, en los Cerros de Carumbé. Después de unas tres horas de tiroteo, Artigas avanzó en semicírculo dándole poca profundidad a su dispositivo, buscando envolver a los portugueses con su ala izquierda. Su ataque fracasó ante el certero y nutrido fuego de la infantería portuguesa, que aniquiló prácticamente la caballería de dicha ala, y que permitió que la infantería artiguista fuera tomada de flanco y obligada a ceder terreno.

En la batalla de Carumbé, perecieron 300 artiguistas en el campo, y otros tantos más durante la retirada. Se capturaron 350 fusiles, 200 espadas con vaina, lanzas, un cajón de pólvora y 700 caballos, siendo el campamento saqueado e incendiado por los vencedores. Los portugueses tuvieron 30 muertos y 58 heridos.

Como consecuencia de esta derrota, Artigas se vio obligado a replegarse hacia el sur, repasando el Cuareim. En solo 36 días había fracasado el plan de contrainvasión y había quedado abierta la frontera norte.

Tres días después de Carumbé, desde las Puntas del Arapey, Artigas oficiaba al gobernador Barreiro: «Los enemigos nos han hecho mucho destrozo con su caballería, que siempre ha roto nuestras alas y la línea de infantería por ser sencillas; escriba V. a D. Frutos que no experimente el mismo error. Que ponga buenos oficiales y gente en la Caballería; y la Infantería que no pelee en ala sino que presente batalla bien reforzada».

Operaciones en el sur 1816

Los portugueses disponían de la poderosa Flota de la Marina Real, con un gran navío de línea de más de 80 cañones, varias fragatas y naves logísticas, lo que les proporcionaba una enorme superioridad estratégica y control del mar y, por ende, el dominio de los puertos marítimos. Las tropas portuguesas embarcaron en Río de Janeiro y se dirigieron hasta Santa Catalina, donde se efectuó la distribución de las fuerzas.

Embarque de la infantería portuguesa en Río de Janeiro el 7 de junio de 1816. Autor Jean-Baptiste Debret.

Batalla de India Muerta (18 de noviembre de 1816)

En agosto de 1816, la vanguardia de Lecor, que invadía por el Este (camino de Angostura), ocupó el 12 de agosto la fortaleza de Santa Teresa, situada a 305 km de Montevideo; fue fácilmente tomada por el mayor Manuel Marques de Sousa. Allí estableció su cuartel general el jefe de la vanguardia Sebastián Pinto de Araújo Correa.

El jefe de la columna de vanguardia de la DVR (División de Voluntarios Reales) partió el 9 de noviembre desde la fortaleza de Santa Teresa hacia el paso de Castillos, una incipiente localidad entre las lagunas Negra (más grande, al norte) y de Castillos (más pequeña, al sur), que se abre hacia Rocha, Maldonado y luego Montevideo.

Ambos comandantes (Pinto, por el lado portugués, y Frutuoso Rivera, por el este, al mando de la 2ª División) tenían órdenes de atacar al enemigo en una acción general si consideraban que había la más mínima posibilidad de vencer. El primero, por instrucciones del TG Lecor, y el segundo, por instrucciones de José Gervasio Artigas.

Invasión portuguesa de la banda Oriental 1816-17. Operaciones al sur del río Negro.

El 16 de noviembre, en los pasos noroeste de la laguna de Castillos (Consejo y Chafalote), un poco más allá de Castillos, recibió información de los lugareños de que el grueso de la fuerza de Fructuoso Rivera estaba en el arroyo Alférez, a unos 60 km al oeste, Sebastião. Pinto decidió atacar al coronel Rivera, pidiendo que se le prestasen 2 compañías de cazadores al BI-II, de la brigada de Pizarro, aumentando así sus fuerzas, que estaban compuestas por 2 ECs DVR del Tcol José Tovar Albuquerque, 4 Cías de granaderos DVR del Tcol António José Claudino Pimentel, 2 Cías de cazadores DVR del sargento mayor Jerónimo Pereira de Vasconcelos, 2 ECs de la Legión de Voluntarios Reales de Río Grande y 2 ECs de la Legión de Tropas Ligeras de São Paulo del sargento mayor Manuel Marqués de Sousa, y un obús.

Al día siguiente, 17 de noviembre, “se tendió una emboscada” en unas palmeras en Talayer, un poco al norte del paso Real de Castillos y, cubierto por la marcha de la Brigada II hacia el paso de Chafalote en el camino principal, marchó hacia el oeste por la noche, cada vez más hacia el interior.

En la madrugada del día 18, sobre las 7 de la mañana, la Vanguardia se topó con dos grupos de reconocimiento orientales (bomberos, como se les conocía entonces).

Pese a ello, Sebastián Pinto logró llegar a la costa del arroyo India Muerta, en el paso de Coronilla, como se conocía entonces, manteniendo oculta a la infantería y la artillería (4 Cías de granaderos y 4 Cías de cazadores). Pasaron la noche al lado de la casa de Manoel dos Santos, que estaría ubicada al este del arroyo India Muerta.

Consciente de los movimientos portugueses, Rivera y sus 1.250 orientales, una mezcla de milicias y algunas tropas de línea, que habían estado entrenando durante algún tiempo en la zona del arroyo Alférez, marcharon rápidamente para encontrarse con el enemigo. Sus fuerzas se componían de 3 batallones de infantería montada con 250 efectivos y 5 Cías cada uno; dos escuadrones de caballería de 250 cada uno, el derecho al mando del capitán Ramón Mansilla y el izquierdo al mando del capitán Venancio Gutiérrez; un pequeño EC de escolta del propio Fructuoso Rivera y un pequeño cañón.

El 19 de noviembre, los portugueses cruzaron el arroyo India Muerta y marcharon hacia el puesto da Vella Velázquez, cuyos restos aún se pueden contemplar. Realizaron ese corto recorrido de unos 600 m, bajo un ligero fuego enemigo y derrotando cada vez a más guerrillas enemigas.

Desde el puesto avanzaron hasta el paso Manuel Patricio, más al oeste, en el arroyo Sarandí de la Paloma, donde llegaron a las 11 horas.

Batalla de India Muerta (18 de noviembre de 1816). Croquis de la batalla.

Mientras los orientales se disponían en línea de batalla cerca del puesto, formando una enorme media luna, con la caballería en las alas; los portugueses tomaron sus propias medidas, dejando una compañía de cazadores en el paso Manuel Patricio, donde se encontraban, al mando del mayor Andrew MacGregor, uno de los dos ingleses de la división, y pasaron la zona inundada de la cañada de Espinal y formaron una línea a unos 750 metros de las orientales. El terreno era más bajo, y estaban bajo fuego enemigo, extremadamente efectivo dada la distancia.

Finalmente, desplegaron en vanguardia 3 Cías de cazadores en guerrilla al mando del mayor Jerónimo Pereira Vasconcelols y detrás las 4 Cías de granaderos del Tcol António José Claudino Pimentel. Una vez finalizado el despliegue, los infantes portugueses se tienden en el campo esperando la evolución de la caballería. El obús de Pinto continuó haciendo fuego contra la infantería y caballería orientales, mientras que el cañón artiguista hacía lo propio.

La caballería artiguista de la izquierda del capitán Venancio Gutiérrez, sin órdenes superiores, esperaba sin moverse. Las órdenes no llegaron y Gutiérrez dio la orden de abrir fuego contra los portugueses, pero se desbandaron y comenzaron a retroceder. Su ejemplo puso nervioso al resto de la línea oriental. Finalmente, apareció el pequeño EC de escolta de Fructuoso Rivera, que realizó un contraataque que logró hacer retroceder y posteriormente desbandar a la fuerza portuguesa, que fue perseguida unos cientos de metros. Finalmente, el EC-2 de Voluntarios Reales apoyó a sus camaradas en retirada y obligó a retirarse a Rivera.

Paralelamente, el EC artiguista del ala derecha del capitán Ramón Mansilla inició un ataque en el que intentaba rodear el dispositivo portugués y atacar a la Cía de cazadores de MacGregor. La fuerza de Mansilla, inicialmente exitosa, fue rechazada por la combinación de la infantería y caballería portuguesa del ala izquierda y el avance de los cazadores.

Viendo que la situación no estaba aún definida, los cazadores iniciaron un avance para apoyar a la caballería de las alas; estos disponían de los rifles Baker con un alcance de 200 metros. Hicieron fuego sobre las milicias orientales que ya estaban retrocediendo y terminaron por desbandarse cuando empezaron a sufrir bajas a una distancia no esperada.

En la casa de Velha Velázquez, los restos de la infantería artiguista y la compañía de Libertos intentaron y lograron cubrir la retirada de sus camaradas. Los cazadores continuaron su avance hacia las alturas de casa Velázquez; la falta de experiencia de las milicias artiguistas impidió contraatacar y aprovechar que la infantería portuguesa se encontraba dispersa en el terreno.

El avance portugués ya era general; las tropas artiguistas, unos a pie y otros a caballo, huyeron en desbandada hacia el paso de la India Muerta, del otro lado de la casa de Velázquez. Las primeras en retroceder fueron la caballería de Gutiérrez y la última la de Mansilla. El pequeño cañón fue capturado junto a un grupo de libertos y milicianos. Se tomaron 2 tambores y unos 250 caballos. Algunos milicianos no se reagruparon y se dirigieron directamente a sus departamentos.

Las bajas portuguesas fueron 28 muertos, incluidos 2 oficiales, y 43 heridos, incluidos 3 oficiales. Los artiguistas sufrieron unos 200 muertos, 350 heridos y 30 prisioneros sanos.

Después de la batalla de India Muerta, los portugueses dejaron un destacamento de infantería para enterrar a los muertos y atender a los heridos, y continuaron su avance.

Combate de Pablo Páez o de Pablo Pérez (6 de diciembre de 1816)

Fernando Otorgués, con misión de actuar en observación con su Primera División de Pueblos Libres, fue atacado por la vanguardia portuguesa en diciembre de 1816. Ante la superioridad numérica del enemigo, Otorgués se bate en retirada hacia el arroyo del Cordobés, perseguido de cerca por destacamentos portugueses.

El 3 de diciembre, el segundo de los destacamentos creados por Silveira el 26 de noviembre, al mando del Tcol António Manuel de Almeida Morais Pessanha, compuesto por un escuadrón de caballería de la DVR (150) y 150 milicianos de Río Grande (caballería e infantería), en total 300 hombres, avanzaron hasta el arroyo Pablo Páez (o de Pablo Pérez), donde acamparon. La fuerza principal portuguesa estaba detrás, a unas horas de distancia.

Del otro lado del arroyo también acampó la Primera División de la Liga de los Pueblos Libres de Fernando Otorgués. El comandante oriental incluso afirma que “casi habíamos dormido junto con el enemigo”.

El Tcol Pessanha, al percatarse de la presencia de los orientales y estimarlos en 300, posiblemente un avance de Otorgués, decidió ofrecer combate, cruzando el arroyo del Pablo Páez y formando una línea con la caballería del DVR en las alas y la caballería e infantería de Río Grande en el centro.

Tras algunos disparos de infantería, Pessanha ordenó una carga de caballería que asaltó la línea oriental y les causó “daños considerables”, resultando en la muerte del capitán Manuel Galeana y casi todas las bajas del día, para ambos bandos.

De hecho, Pessanha se enfrentaba a la retaguardia de la división de Otorgués, de 300 hombres, y los 500 restantes, más al sur, que estaban cubiertos por una espesa niebla y avanzaban hacia el arroyo en dos columnas. Al darse cuenta de esto, y después de ver una fuerza en la distancia que supuso también podría ser enemiga, Pessanha decidió reunirse y retirarse a través del arroyo. De hecho, los últimos efectivos vistos fueron los tiradores de la columna de Centro de Silveira, que se acercaban.

Las bajas portuguesas fueron de 37 muertos y 9 heridos; las bajas artiguistas se desconocen.

Combate del arroyo del Sauce (8 de diciembre de 1816)

Después de la batalla de India Muerta, los portugueses continuaron su avance, hasta llegar a la altura del Arroyo Sauce, departamento de Maldonado.

El 8 de diciembre de 1816, el mariscal Pinto de Araujo Correa destacó una partida de más de 100 de caballería al mando del capitán José María de Cerqueira, con el fin de reconocer el camino de Maldonado, con la orden de no comprometerse. El capitán Cerqueira fue informado por los bomberos (exploradores) de que un destacamento enemigo se dirigía a su encuentro. El capitán decidió esperar para “ver sus caras primero”. Las fuerzas artiguistas estaban al mando del comandante Venancio Gutiérrez, que había podido rehacerse de la reciente derrota anterior y que cargó sable en mano al frente de unos 500 efectivos en 3 columnas.

Cerqueira fue sorprendido y derrotado, salvándose solamente él mismo, un sargento y dos soldados; el resto fueron muertos o prisioneros. Este oficial respondió a un consejo de guerra en el que fue absuelto.

Con ello Rivera inició el cumplimiento de la misión impuesta por Artigas, que no debió abandonar. El haber presentado batalla contrariaba las órdenes dadas por Artigas, que le había asignado una misión de hostigamiento y de defensiva elástica.

Después de esta acción, Otorgués se retira buscando la incorporación de Rivera con el objeto de reunir fuerzas suficientes para atacar a Silveira, que acampaba en el potrero de Casupá.

Libre de este peligro, Silveira continúa su marcha hacia Minas, siendo hostigado por Lavalleja. Favorecido por el terreno y serranías que circundan a Minas, Lavalleja sitia a los portugueses en esa villa, hasta que en enero de 1817 este logra forzar el asedio, incorporándose a Lecor cerca de Pan de Azúcar.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-11-16. Última modificacion 2025-11-16.
Valora esta entrada
[Reduce texto]
[Aumenta texto]
[Ir arriba]
[Modo dia]
[Modo noche]

Deja tu comentario

Tu comentario será visible en cuanto sea aprobado.

Tu email no se hará público.