Guerras Carlistas Primera guerra Carlista. Expediciones carlistas Principales expediciones

Objetivos de las expediciones

Una de las características más singulares desde el punto de vista militar de la Primera Guerra Carlista es el reiterado envío de tropas desde el territorio controlado por los carlistas en el Norte de España al resto de la Península con el propósito de extender el escenario de la guerra. Estas columnas, que recibieron en su día el nombre de expediciones, tenían su origen en el convencimiento, ampliamente difundido entre las filas carlistas, y no solo en ellas, de que don Carlos contaba con el apoyo de una gran mayoría de los españoles.

Los objetivos principales fueron:

  • Fomentar la guerra en territorios en los que el carlismo tenía poca, incluso nula actividad.
  • Deshacerse durante algún tiempo de contingentes a los que era problemático dar mantenimiento y paga.
  • Obligar a que tropas cristinas que cercaban su territorio tuviesen que marchar tras las expediciones, aliviándose la presión sobre el frente vasco-navarro.

Dentro del campo de don Carlos, la opinión se encontraba muy dividida entre los militares que eran partidarios de tratar de extender la guerra a otros puntos de la Península mediante el envío de tropas que pudieran alentar la sublevación y posterior consolidación de los carlistas locales, y los que consideraban mejor irse extendiendo en forma de mancha de aceite a partir de las bases que se ocupaban en el Norte.

No se trataba esta de una división entre generales pertenecientes a las diversas tendencias del carlismo, sino de posturas particulares, pues entre los jefes expedicionarios encontramos tanto a miembros del sector moderado del realismo (Gómez, Zaratiegui, Negri) como a algunos de los generales fusilados en Estella (Sanz y Guergué).

Tal vez la oposición más frontal a las expediciones, hasta el punto de que es muy probable que fuera la auténtica causa de su dimisión, fue la del general Eguía, que terminaba con un alegato en contra de las mismas la Memoria que de su mando elevó a don Carlos. En su opinión, las tropas disponibles eran apenas suficientes para conseguir llenar sus objetivos en las provincias, pues Guipúzcoa requería un ejército para apoderarse de San Sebastián, Vizcaya otro para Bilbao, Álava uno para Vitoria y Navarra las fuerzas necesarias para controlar La Ribera y los valles fronterizos.

Además, las tropas enviadas fuera del territorio controlado por los legitimistas, «aisladas sin puntos de apoyo, que se liguen con seguras comunicaciones, y sin los establecimientos necesarios al ejército, por sí mismas se destruyen… Podré equivocarme, Señor; otras expediciones sembrarán la guerra, la harán interminable si se quiere; pero el finalizarla está reservado al ejército del inmediato mando de V.M. regularizándola progresivamente».

Encrucijada en el camino durante la Primera guerra Carlista. Muestra a dos lanceros carlistas a caballo, detenidos junto a una cruz de piedra en un cruce de caminos. Autor Augusto Ferrer Dalmau.

Esta era también la postura del auditor Arizaga, para el que los batallones consumidos en estas empresas podían haberse utilizado para dominar toda Navarra, «las merindades de Castilla, y a poco esfuerzo la misma provincia de Santander, granero del Norte de España, y que era la primera conquista y adquisición a que debieron aplicarse los generales y el gobierno de D. Carlos».

Otro marotista, como Lassala, cree, sin embargo, que las líneas de Córdoba obligaron en buena medida a seguir esta práctica para tratar de extender la guerra, aunque opina que los carlistas cometieron el error “de no dedicar siempre sus esfuerzos a aumentar sus tropas en Aragón, punto central y estratégico para ellos, a fin de que desde el Maestrazgo hubiesen salido líneas que sucesivamente hubieran asegurado grandes zonas, aprovechando las cordilleras que de toda España sobre el Aragón se reúnen, y en las que apoyados hubieran extendido sus operaciones”.

El general Mazarrasa, que el 7 de diciembre de 1837 elevó una exposición a don Carlos en que, tras la experiencia de las expediciones anteriores, acusaba de «muy ignorantes, cuando no sean traidores a la causa de Dios, de V.M. y de la Nación española en general, a cuantos promuevan en el día la salida de nuevas expediciones, cualquiera que sea su fuerza y objeto que se proponga». La misma opinión fue manifestada por la Junta de Santander, que hizo presente cuán útil sería tratar de extender el dominio de las armas realistas en su provincia.

Las principales expediciones

Aunque hubo expediciones menores como la de Ignacio Alonso Cuevillas Remón en 1834 a la provincia de Logroño, José María Arroyo en 1835, las expediciones de don Basilio en 1834 y 1835, la del Cura Merino en 1835.

Las expediciones más importantes fueron:

  • Expedición de Manuel Sanz (1834).
  • Expedición de Guergué (1835).
  • Expedición de Batanero (1836).
  • Primera expedición de don Basilio (1836).
  • Expedición de Gómez (1836).
  • Expedición de Pablo Sanz (1836).
  • Expedición Real (1837).
  • Expedición de Zaratiegui (1837).
  • Segunda expedición de don Basilio (1837-38).
  • Expedición de Negri (1839).
Mapa de las principales expediciones carlistas durante la Primera guerra Carlista.
Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-11-27. Última modificacion 2025-11-27.
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