Guerras Carlistas Primera guerra Carlista. Expediciones carlistas Expedición de Batanero (26 de enero a 6 de marzo de 1836)

Biografía del cura Batanero

Seguntino Vicente Batanero y Palazuelos, conocido como el cura Batanero, nació en Sigüenza el 17 de mayo de 1797. Estudió la carrera eclesiástica, cuando en 1822 intervino en el alzamiento contra el régimen constitucional a favor de la causa realista. Fue hecho prisionero por su actividad en la organización de las fuerzas realistas, siendo sometido a consejo de guerra como conspirador y condenado a la pena de muerte, por no querer delatar a otro compañero que como él trabajaba en favor de las partidas realistas. Pudo salvar la vida, pues le procuraron la evasión de la cárcel la víspera de ser ajusticiado. Intervino en las últimas operaciones de aquella campaña. Ya de coronel del ejército realista, y terminada la guerra, le fue concedida la canonjía de la catedral de Cuenca, donde se encontraba a la muerte de Fernando VII.

Sus convicciones católicas y antiliberales lo llevaron a ser uno de los primeros en unirse a la causa carlista. Con el canónigo Salazar y con el mayor de los Fulgosio, el cura Batanero actuó en octubre de 1833 por la causa carlista, pero fracasadas las conspiraciones en Cuenca, emigró a Portugal, donde se presentó a Carlos V.

Estuvo en el séquito de don Carlos y le acompañó a Inglaterra. Cuando Carlos V vino a España, Batanero también lo hizo posteriormente, y se presentó a don Carlos en las provincias Vascongadas. Allí fue adscrito a la división castellana, pero sin mando directo. El coronel Batanero aportó conocimientos y actividad.

La expedición del cura Batanero

Su fuerza consistía en 220 infantes y 52 caballos que fueron revistados por el general Eguía el 25 de enero en Mondragón; recibió el nombramiento de brigadier y el nombramiento de capitán general de Castilla la Nueva.

Partieron el día 25 de enero, durmiendo ese mismo día en Segura; al día siguiente cruzaron las Amescoas, llegando el 26 de enero a Andoain, donde cada soldado recibió 20 reales y una medalla de fabricación francesa con la Virgen de los Dolores. El día 27 descansaron en Los Arcos y prosiguieron el 28 en su marcha a Lodosa; allí dispuso de una requisa de mulas para cruzar el río Ebro.

En la madrugada del 29 cruzaron el río por el vado de Agoncillo (Logroño); primero cruzó el capitán Osma con 4 infantes montados. Allí había un centinela cristino que hizo un disparo con su arma para alertar a sus compañeros acantonados en el fuerte del pueblo. Cruzaron el río 12 jinetes con un infante en la grupa, atacando al destacamento cristino, que fueron batidos. Quedó prisionero el jefe del destacamento que fue herido, así como otros soldados. El resto de la partida cruzó el río con la pérdida de un soldado que perdió pie en el vado y fue arrastrado por la corriente. El capitán Osma se perdió en la oscuridad y no pudiendo encontrar a sus compañeros, regresó a Navarra.

El cura Batanero y su partida tuvieron fortuna de encontrar un experto que les guio por senderos ignorados y remontaron el río Leza y después el Jubera, para llegar a Lagunilla de Jubera (Logroño) al amanecer del día 19.

Posteriormente, siguieron su marcha a la tierra de Cameros, llegando a Zenzano, donde pernoctaron. Al llegar a ese pueblo, el comandante de los guardias nacionales se presentó a Batanero, comunicándole que los facciosos habían pasado el Ebro y se le ofrecía para operar contra ellos. El jefe cristino se dio cuenta tarde de su error. Desarmados los nacionales, continuó hacia la provincia de Soria. Una fuerte tormenta en las alturas del puerto de La Atalaya le obligó a llegar a Lariba, donde pernoctaron el día 30.

El 31 de enero entraron en la provincia de Soria, pernoctando en Yanguas, sobre el río Cidiacos. Prosiguió su marcha la expedición y, después de cruzar el puerto en la Sierra Alba, pasaron por Castilfrío de la Sierra y marcharon a Aldeapozo, pasando a Citujales del Río, después de cruzar la Sierra del Almuerzo.

En Aldeapozo, junto al río Rituerto, no muy lejos de Soria, descansaron los expedicionarios, produciendo esta marcha rápida y atrevida gran desasosiego entre los cristinos. El coronel Francisco Valdés, comandante general de la provincia de Soria, reunió sus fuerzas para perseguir al cuerpo expedicionario.

Batanero prosiguió la marcha el día 2 de febrero, siguiendo el río Rituerto, pasó por Gómara, donde desarmaron a la Guardia Nacional, llevándose prisionero a su comandante y al alcalde, los cuales fueron puestos en libertad cuando le hubo pagado la contribución de guerra exigida por Batanero. Prosiguió el cuerpo expedicionario hasta Monteagudo (Soria) sobre el río Jalón; fueron a Judes, desde donde partieron a la provincia de Guadalajara el día 3.

El 4 de febrero entraron en la provincia de Guadalajara, habiendo aumentado ya por entonces considerablemente sus efectivos con los mozos que se les habían unido por el camino.

El 6 de febrero ocuparon Cifuentes (Guadalajara), abandonada por la guarnición cristina y en donde se le unieron más de 30 mozos. Su avance por tierras de Guadalajara causó tanto temor entre los cristinos que, «en la escuela de zapadores de su capital, se determinó fortificarse para resistir a un golpe de mano; determinación que tomaron asimismo los jefes del colegio de artillería».

Tropas carlistas recibiendo la bendición antes de emprender una expedición. Autor Augusto Ferrer-Dalmau)

El día 8 de febrero, se enfrentaron al brigadier cristino Sierra en Trillo. Las fuerzas de Sierra eran 500 cazadores y 60 coraceros de la Guardia Real, a los que se les unió la columna del coronel Manuel Herrero. En el combate que los carlistas sufrieron, entre muertos y apresados, “sobre el puente del Tajo más de cien bajas”; según los partes cristinos, fueron 40 prisioneros, la mayoría muy graves, entre ellos 2 oficiales, 60 muertos abandonados en el campo, entre ellos un capitán, huyendo los que pudieron escapar hacia Viana de Mondéjar y Villaescusa de Palositos. Al parecer, la batalla se produjo cuando Batanero, al enterarse de que era perseguido por dos columnas, defendió el puente sobre el río Tajo; se produjo un ataque sobre el puente con una compañía de cazadores y los coraceros, que forzaron a los defensores del puente.

Por su parte, los cristinos quisieron ocupar definitivamente los pueblos de Ábalos, Peciña, Ribas, Briñas y San Vicente de Sonsierra, situados en la provincia de Logroño, a la izquierda del río Ebro. En consecuencia, el gobernador de Logroño, Estévez Calderón, de acuerdo con la autoridad militar, procedió a ocupar San Vicente de Sonsierra, en donde estableció un destacamento. Esta operación se realizó sin oposición de los carlistas. También en este mes de febrero, se realizó una incursión carlista en la provincia de Santander, que realizaron las fuerzas del coronel Andéchaga, quien reconoció el valle del Soba y de allí pasó a Vizcaya.

Para poder despistar a las columnas cristinas, Batanero contramarchó posteriormente hacia Molina de Aragón, donde fue “agasajado por el vecindario”, yendo luego a Sigüenza, pasando por Alcolea del Pinar, continuando por Almadrones y Jadraque para, tras salvar el río Henares, remontar el curso del Cañamares hasta Pinilla de Jadraque, siguiendo luego dirección norte hasta Atienza, donde entró el día 15 de febrero.

Desde Atienza y virando a su izquierda, se dirigieron a Majaelrayo y desde allí, hacia el sur, a Tamajón, lo que parece indicar el claro deseo de Batanero de permanecer en la provincia de Guadalajara.

El día 19 de febrero, fueron alcanzados por la columna del comandante Aguado en Beleña de Sorbe, al sur de Tamajón (Guadalajara), sufriendo una derrota que permitió la fuga de Carrillo y convenció a Batanero de que le iba a ser imposible sostenerse en aquellas tierras. Por lo que inició su regreso al Norte cruzando la provincia de Segovia, ocupando Grado del Pico. El 21 de febrero, pasando por el puerto de Somosierra, llegó a Navafría, pidiendo raciones a la ciudad de Segovia, donde se produjo la consiguiente consternación ante la audacia del jefe carlista; los temores de los habitantes aumentaron cuando llega una unidad cristina buscando amparo bajo los muros de la ciudad.

Con audacia, el jefe carlista simuló dirigirse al Real Sitio San Ildefonso o la Granja, pero realmente tomó el camino de Aguilafuente, a donde llegó la tarde del 23 de febrero. Allí descansaron las tropas hasta el anochecer para seguir con dirección a Lastras de Cuéllar, donde pernoctó.

El día 24 de febrero tuvo un enfrentamiento en Lastras de Cuéllar con el coronel Valdés, que le seguía de cerca. Valdés atacó la retaguardia carlista, donde el destacamento de seguridad le hizo frente, mientras el grueso continuaba la marcha. En el combate, Valdes hizo 4 prisioneros carlistas, uno de ellos oficial, sufriendo dos muertos.

En el pueblo de Villaseca, pasaron 9 infantes carlistas que se dirigían a los Pinares de Soria. Otro grupo, compuesto por un alférez y dos lanceros, se desvió por el pueblo de Franes con dirección a Arcones, siendo hechos prisioneros días más tarde en Cantalejos, junto con un infante que se les había unido. Otro grupo pasó por el pueblo de Ribote, pudiendo hallar su salvación en Somosierra.

El cura Batanero prosiguió la marcha y llegó a Cogeces del Monte (Valladolid), pasó el río Duero frente a Valbuena de Duero, no lejos de Peñafiel. Siguió por la orilla del río hasta Bocos del Duero y penetró en la provincia de Burgos por Tórtoles de Esgueva, pasando por Cilleruelo de Abajo y Cilleruelo de Arriba, donde dos rezagados de la columna fueron hechos prisioneros.

Siguió por la provincia de Soria y, por el terreno favorable, continuó por Ontoria del Pinar y San Leonardo, llegando a Navaleno, teniendo un pequeño combate en Vadillo, una acción de escasa importancia.

De nuevo penetró en la provincia de Burgos por Silvestre del Pinar y Palacios de la Sierra, donde tuvo un enfrentamiento con el coronel Francisco Javier Azpiroz, gobernador de Burgos. Los carlistas continuaron su marcha por Jaramillo de la Fuente y, tras cruzar los Montes de Oca, entraron en la provincia de Santander después de vadear el río Ebro. En esta región operaba la división portuguesa del barón Das Antas. El 1 de marzo, tuvo un enfrentamiento en San Pedro del Romeral donde fue derrotado un destacamento cristino. Pero atacados el 4 de marzo por fuerzas llegadas de la Vega del Pas, tuvo que retroceder a la provincia de Burgos por el valle de Edo, y cerca de Espinosa de los Monteros, entraron en territorio montañoso por el valle de Carranza y de allí a Villaverde de Trucios (Santander), pasaron por Valmaseda y Zalla (Vizcaya). El día 6 de marzo, se presentó a Eguia en Llodio (Álava).

Siempre estuvo acosado por una o varias columnas cristinas superiores en número, entre ellas las de los coroneles Francisco Javier Azpiroz, Francisco Valdés, Manuel Herrero, Juan Villalonga y José Abecia y las de los comandantes Fermín Aguado y Blas Morán; con unos 6.000 efectivos tuvieron que ser empleados para hacerle frente.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-11-27. Última modificacion 2025-11-27.
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