Guerras Carlistas Primera Guerra Carlista en el resto de España Primera Guerra Carlista en Extremadura

Acciones en Extremadura en 1834

En Extremadura las condiciones de la guerra tenían muchas semejanzas con las del reino de León, puesto que las fuerzas de observación de la frontera podían causar graves peligros a quien se lanzara en campaña. Pero el valor y entusiasmo de los carlistas extremeños superó tales dificultades, y aunque en principio, como los leoneses, fueron a acrecentar las partidas carlistas de las provincias limítrofes. El continuo trasiego de La Mancha a Extremadura y viceversa hizo que, en realidad, militarmente se considerara ambas regiones como una sola.

El mando superior carlista en Extremadura correspondía al célebre Feliciano Cuesta, una gloria de la Guerra de la Independencia. El 7 de mayo, Cuesta con fuerzas de caballería entraba en Castillblanco (Badajoz) y en el punto llamado Escuernacabras tuvo una escaramuza contra la caballería cristina mandada por Rafael Rute, ayudante del RC-2 de la Reina. Siguiendo luego hasta Fresnadosa de Ibor (Cáceres), donde combatió de nuevo, viéndose obligado a internarse en Portugal el 25 de mayo, pero regresó al mes siguiente para seguir de nuevo la campaña.

Una partida mandada por Alfonso Muñoz se enfrentó en Garagante de Béjar (Cáceres) contra los cazadores cristinos mandados por el capitán Zoilo Quintana. Otra partida mandada por Manuel Matas, alias el Manco, y que se había levantado en la provincia de Salamanca, penetró en la de Cáceres, invadiendo el pueblo de Jarilla y algunos otros, y combatió en Garganta de Olla (Cáceres). La partida que se intentó organizar el 10 de mayo en Baños de Montemayor (Cáceres) fue disuelta por intervención de las fuerzas cristinas.

Procedente de La Mancha, penetraba en Extremadura la partida de Adame, quien se dirigió a Fuenlabrada de los Montes (Badajoz), regresando de nuevo a La Mancha. Pero no tardó en aparecer en el mes de abril, volviendo a ocupar Fuenlabrada de los Montes, pero su estado de salud y achaques no le permitieron una vida azarosa, y el 23 de abril se internó de nuevo en Portugal, descansando en Elvas. En ese mismo mes, regresó Feliciano Cuesta con su hermano Francisco, y luchó el 8 de mayo en Casas de Don Antonio (Cáceres).

El 6 de mayo, una partida montada combatía en la dehesa del Tablado, próxima a Frenegal de la Sierra (Badajoz). El día 5, era batido y caía prisionero Alfonso Muñoz en el término de Navalmoral de la Mata. Muñoz fue pasado por las armas. Al terminar el primer semestre de 1834, a pesar de la pérdida de Muñoz, los hermanos Cuesta continuaban las operaciones.

En el segundo semestre, cuando la lucha parecía que iba a extenderse, Feliciano Cuesta cayó prisionero; contra él operaba la columna de Nicolás Salvador Enrile, la del coronel Diego Casasola y la del capitán Manuel Áloe, que procuraban cortarle el paso a Portugal. Cuando Cuesta estaba en la frontera, fue sorprendido por una partida montada, que le intimó a la rendición. Cuesta comprendiendo que toda resistencia era inútil, entregó su espada; su hermano Francisco y otro voluntario también se rindieron. Conducido a Villar del Rey (Badajoz), fue llevado a la capital de la provincia el 13 de julio, siendo juzgado y condenado a muerte.

Acciones en Extremadura en 1835

La guerra en Extremadura había tomado mayor incremento al comenzar 1835 que el que tenía los últimos meses de 1834. Los trabajos preparatorios para que el alzamiento tuviera mayor extensión se llevaban con gran sigilo, lo que permitía que en todos los pueblos los núcleos conspiradores estuviesen dispuestos a proveer de elementos de guerra a los que estaban dispuestos a lanzarse al campo. Muerto el coronel Cuesta, se designó para comandante general de La Mancha y Toledo y en comisión para Andalucía y Extremadura a otros ilustres jefes de la Guerra de la Independencia, que por su pasado heroico, por el prestigio que tenían y por sus convicciones carlistas, les designaban para ocupar importantes cargos. Los más célebres eran Adame y Cuesa, y entonces el brigadier Isidoro Mir.

Antes de que entrara el brigadier Mir en campaña, se había levantado una partida en tierras extremeñas, mandada por el teniente Francisco Lafuentes, el cual, hallándose en la cárcel de Cáceres bajo proceso por el delito de conspiración, había logrado fugarse. Cayó, sin embargo, prisionero de los cristinos el 6 de febrero, y fue pasado por las armas el día 7.

En el orden de los preparativos que se hacían para el levantamiento de Extremadura, también tuvieron los carlistas otro grave quebranto. Se sabía que en la raya de Ávila con Cáceres se había refugiado y se hallaba escondido el coronel Gregorio Morales. Una denuncia al alcalde del Barco de Ávila hizo que este, de acuerdo con el de Piedrahita, dispusiera la salida de los urbanos de ambas poblaciones, mandados los primeros por Jacobo Ulloa y los segundos por Celestino Carrión, los cuales marcharon al pueblo de Casas del Puerto de Tornavacas (Ávila), en la Sierra de Gredos. En su paso de Castilla a Extremadura consiguieron detener al coronel Morales, que había sido visitador de rentas de la provincia de Madrid; a otro forastero, llamado Torres, natural de Cabezuela (Cáceres), y a varios más, entre ellos los dueños de la casa en que estaba refugiado el coronel Morales. Este cayó ante el pelotón enemigo en el mismo día 22 de febrero, en carretera real. Los cristinos consideraron de suma importancia esta captura, pues escribieron que era de “trascendencias incalculables”.

El 30 de marzo, una fuerza cristina procedente de Villar del Rey (Badajoz) tuvo un encuentro con una partida carlista montada que estaba en el lugar de El Alcornoque en la carretera de Badajoz a Albuquerque. Se replegó la fuerza carlista a la frontera de Portugal. La frontera de Portugal era no solo refugio de los carlistas extremeños al diseminarse, después de un combate, sino lugar de organización de nuevas partidas.

A finales de mayo, un grupo de legitimistas portugueses, unido a otro de españoles, penetraron en la provincia de Cáceres, pero fueron atacados por los urbanos del pueblo de Olleros, combinados con los de Zarza la Mayor. Cayó prisionero un religioso portugués llamado fray Lorenzo Piris, y regresaron los demás a la raya de Portugal. En el mes de junio fue cuando el brigadier Mir levantó la bandera en favor de Carlos V, introduciendo en el mando de las tropas y en la disciplina reglas básicas para la organización de un ejército regular. Una de las disposiciones del brigadier Mir fue la orden de que todo carlista que se presentase sin pasaporte suyo en cualquier pueblo, se le prendiese y entregase por la justicia a las tropas más inmediatas, fuesen carlistas o liberales. Posiblemente, para evitar deserciones o para evitar que bandidos y ladrones cometiesen fechorías en nombre de los carlistas.

El brigadier Mir, habiendo iniciado su campaña, hizo su entrada en los pueblos de Alia y de Guadalupe sin hallar resistencia, comportándose tanto él como sus voluntarios como correspondía. Después de haber hecho su entrada en Herrera del Duque (Badajoz), donde fue cordialmente acogido. Cuando salía de esta última localidad, las fuerzas a las órdenes del coronel Avecia, que mandaba la columna móvil sobre la línea de La Mancha, intentaron cortar el paso de los carlistas en el Puerto de Las Navillas; librándose un encarnizado combate favorable a los carlistas el 10 de junio, aunque el jefe cristino lo presentó en su parte como una gran victoria. Los carlistas, después de entrar en Alía, se dirigieron hacia Castilblanco (Badajoz), pero les salió al paso el coronel Avecia; se libró una fuerte acción en los valles y cuesta de Trapera, que comenzó a las doce del día, y prosiguió hasta las cinco de la tarde del 19 de junio.

Después de esta acción, el brigadier Mir volvió a entrar en la provincia de Toledo, de donde pasó a la de Ciudad Real, reuniendo algunos jefes, tales como Rodríguez Cano, para que le asistieran como auxiliares.

Hay que señalar en este periodo el encuentro entre una partida extremeña con una columna cristina en el prado, cerca de La Mina de Santa Quiteria (Toledo), el 22 de junio.

En Extremadura parece que la guerra había descendido de importancia. El 18 de julio, hubo un combate entre un grupo de la partida de Santiago Sánchez de León y un destacamento cristino, y luego el 23 en Sierra del Badillo, en el que murió el segundo jefe de la partida, José Merino Ávila. Sánchez León quedó tan gravemente herido que tuvo que dispersar su fuerza. El día 7 de agosto, cerca de Cabezuela de la Sierra (Cáceres), en otro tiroteo con dispersos de la partida de Sánchez de León, murieron los carlistas Manuel Donaire, alias Piñonate, y Rafael Pascual, alias el Rojillo.

Inquietaban, en las provincias extremeñas, las partidas de Perfecto Sánchez y Mariano Peco, que constantemente entraban en ellas para reclutar voluntarios. Un guerrillero llamado Sánchez, natural de la Abertura (Cáceres), formó una partida en los alrededores de Torrecilla de la Tiesa, en cuya población entró. Habiendo desarmado un grupo de urbanos de Trujillo, marchó a Roturas (Cáceres), y luego a Navazuelas (Cáceres). Esta partida marchó luego a la provincia de Badajoz, y al llegar a la Nava de Santiago el 19 de agosto, fue atacada por un destacamento de urbanos de Guadalupe, mandado por el alférez Rodríguez; por lo que Sánchez, con los suyos, decidió pasar a la Mancha y engrosar las partidas carlistas de aquella provincia.

También en este mes de agosto entraron en las provincias de Extremadura los guerrilleros Peco y Perfecto Sánchez. Mir ordenó una incursión por el valle de las Hoces, pero la actividad del jefe cristino Avecia neutralizaba sus esfuerzos. Mandaba en Extremadura el general Carratalá, el que no perdonaba medio para acabar con las pequeñas partidas carlistas. El combate de mayor importancia que se libró durante el último semestre de 1835 en tierras extremeñas fue el del 15 de diciembre, en Helechosa (Badajoz), entre las fuerzas manchegas mandadas por Doroteo Bermejo y el comandante Pacheco, jefe de las cristinas.

Acciones en Extremadura en 1836

En Extremadura hubo pocos acontecimientos. Escasas fueron las partidas de menor importancia, lo mismo por los jefes que por el número de sus componentes. Se destaca, sin embargo, a Doroteo Bermejo, quien pronto haría su presentación acogiéndose a indulto, y Sánchez de León, que no tardará en morir asesinado. Las partidas que perduraban y que gozaban de alguna importancia fueron las que mandaban Rivero y Zamora, pero de poca fuerza.

También hay cambios en el mando cristino, y el general marqués de Rodil cesó en enero del mando en su capitanía general de Extremadura, despidiéndose de los extremeños en una proclama. Le sustituyó el general Gómez de Butrón, que también dirigió una alocución a los habitantes de Extremadura. El coronel Flinter, que mandaba la línea de Extremadura y La Mancha, por su parte anunciaba en orden del día del 16 de febrero la disolución de las cuatro compañías de tiradores de la guardia nacional, que iban a ser reemplazadas por los voluntarios de Extremadura.

En el mes de marzo fue fusilado por considerarle espía de los carlistas Casimiro Iglesias. En una emboscada moría el capitán José Peco, el Garduño. En este pequeño hecho de armas que se registra el día 2, el coronel Flinter llevaba consigo los escopeteros de Helechosa y Villarta de los Montes, la compañía de tiradores de Cabeza del Buey y 10 jinetes, fuerza desproporcionada cuando se trataba de sorprender a solo dos carlistas, el antes mencionado Peco y otro conocido por Chocolate.

En ese mismo febrero, el guerrillero Zamora simuló acogerse a indulto, y habiendo salido fuerzas para recogerle a él y a su partida, preparó una emboscada, que, habiendo fracasado, le obligó a marchar a Horcajo de los Montes (Ciudad Real) para burlar la persecución. En el mes de abril, unos paisanos asesinaron alevosamente a José Sánchez de León y a otro conocido por Junciano en las proximidades de Garganta la Olla (Cáceres).

La acción de más importancia de este semestre y desgraciada para los carlistas fue la habida el 15 de junio en Bohonal (Badajoz). Las sorpresas que ocurrieron en Retuerta de Bullaque hicieron que se concentraran contra el coronel Jara las columnas que mandaba el coronel Herrera Dávila, comandante militar cristino de la provincia de Toledo, y la del coronel Flinter. En este combate, Jara dio la orden para que se retirara a tiempo el escuadrón de dragones de Carlos V que personalmente mandaba cuando vio que la maniobra enemiga iba a coparle. Flinter atacó a los carlistas, que le ofrecieron viva resistencia, por lo que la caballería carlista se vio obligada a emplearse con suprema decisión para abrirse paso. En este choque murieron el hijo del coronel Jara, Francisco; el secretario del jefe carlista, N. Felices; el ex-guardia de corps de Fernando VII, Pedro Solance; el alcalde mayor de Miguelturra, Vicente Mejía, y el administrador de correos de Alcantarilla, Pedro Cagigal, así como dos oficiales más y numerosos voluntarios. En el botín figuraban 40 caballos y yeguas, así como tres mulas y 80 asnos de los bagajeros. Fueron rescatados el oficial y varios de los soldados prisioneros de Jara en Retuerta de Bullaque. La columna de Flinter regresó a Herrera del Duque (Badajoz).

El 22 de junio, los extremeños tuvieron algo más ventajosa la suerte para sus armas en una acción en Castañar de Ibor (Cáceres). No cejaban los carlistas extremeños en su deseo de promover un alzamiento general en Extremadura. Sin embargo, sus esfuerzos fueron contrarrestados, porque uno de los agentes carlistas no fue lo suficientemente avisado para no desconfiar de un agente cristino, al que puso en contacto con Sánchez Corchero, y la labor de este resultó estéril.

Entre las tentativas para formar nuevas partidas en Extremadura, hay que señalar la de Francisco Montejo, quien en la segunda quincena de julio llegó a armar una pequeña partida, compuesta de 22 hombres, 7 de los cuales eran legitimistas portugueses. Esta pequeña fuerza se presentó en los alrededores de Valverde del Fresno por la parte de Sierra de Jalama, por lo que fuerzas cristinas salieron de Valverde en la mañana del 25 de julio, y ante la superioridad numérica del pequeño grupo carlista, se vio obligado a cruzar el río Torto, limítrofe con Portugal, y entrar en el vecino reino. Allí, fuerzas portuguesas procedentes de Foyos (Portugal), combinándose con los nacionales de Valverde del Fresno, consiguieron dispersar a los sublevados, cayendo uno de los carlistas prisionero de los portugueses, y dos más fueron capturados por los cristinos españoles.

Esta misma partida parece haber sido la base de otra que poco tiempo después se formó en el Concejo de Setúbal (Portugal) y que entró en España franqueando el río Elgas, por los alrededores de Alcántara (Cáceres), sin que pudiera tampoco mantenerse en campaña.

Ningún otro hecho de importancia se señala en este mes de julio, excepto una pequeña incursión de los carlistas manchegos, que llegaron a las alturas de la Sierra de Altamira, amenazando el pueblo de Alia. Una pequeña parte consiguió entrar en La Calera (Cáceres), pero esta incursión en la provincia extremeña se redujo a una alarma, que motivó que desde Logrosán se tomaran precauciones y se enviaran fuerzas a Alia. Menos importante fue lo que ocurre en agosto de 1836 en el territorio de Extremadura, dándose el caso de parecer pacificado en su mayor parte. También es la característica del mes de septiembre, pues, concentrada la atención general en la marcha del cuerpo expedicionario de Gómez, los manchegos y toledanos tendían a buscar el amparo o protección de los expedicionarios, y, por lo tanto, procuraban dirigirse a los confines de Albacete y Andalucía.

Primera entrada de Gómez en Extremadura

La presencia de los carlistas de la expedición de Andalucía fue causa de que se tomasen especiales precauciones para evitar que se corriesen a Extremadura. Los hechos demostrarían después que estas medidas preventivas eran ineficaces y hasta ridículas, ya que contra el grueso del cuerpo expedicionario, ni podían oponer resistencia, ni siquiera se atrevían a hostigarlo. Sin embargo, para dar la sensación de que se estaba prevenido, y procurar en lo posible atemorizar a los carlistas de Gómez, dando una cierta sensación de seguridad a los vecinos liberales de los pueblos extremeños, se tomaron disposiciones. Así, el 7 de octubre, una fuerte columna, compuesta de un batallón, fuerzas de caballería del RC-2 de la Reina, carabineros de hacienda a pie y a caballo, salió de Castuera para situarse en el límite de la provincia de Córdoba, entrando al fin en la misma e instalándose en Belalcázar (Córdoba) para vigilar los movimientos de Gómez. Precaución inútil, porque ni a Gómez le interesaba aquella ruta ni menos le amedrentaba la heterogénea columna liberal.

Esto permitió, sin embargo, una mayor movilidad a las pequeñas partidas extremeñas, que consiguieron el 13 de octubre copar en la ruta entre Granadilla y Navalconcejo (Cáceres) a una columna compuesta del BI-I de la guardia nacional provincial y de 200 guardias nacionales de Granadilla. La sorpresa consiguiente obtenida por los carlistas al pasar la fuerza cristina por la Sierra de Hervás, demuestra que los carlistas no estaban tan temerosos.

El 15 de octubre las fuerzas carlistas que mandaba Rincón se presentaron en Santa Marta (Badajoz), entrando en la población. Se llevaron varios prisioneros, entre ellos al visitador de minas Vicente León Ocampo, que por sus actividades contra “los carlistas en favor de la causa liberal y por otros hechos” fue fusilado en la dehesa de Guadalpera. Donde había establecido Rincón su cuartel principal mientras los demás prisioneros eran puestos en libertad. En su consecuencia, y ante el temor de que Rincón se moviera a la provincia de Cáceres, situó el mando cristino agrupaciones de fuerza compuestas de un batallón de la guardia nacional movilizado en Trujillo y otro en Mérida. Rincón continuó en la sierra de Hornachos, en dicha provincia de Badajoz, sincronizando sus movimientos con los de la expedición de Gómez, que una semana después debía entrar en Extremadura, sin encontrar enemigo que le interceptara el paso.

Segunda entrada de Gómez en Extremadura

Después de la toma de Almadén, el día 20 de octubre, Gómez entró en la provincia de Badajoz, pasando por Siruela y Talarrubias, franqueando el río Guadiana y pernoctando en Navalvillar de Pela. El 27 pasaba a la provincia de Cáceres y por la tarde entraba en Guadalupe, en donde había 1.500 guardias nacionales movilizados de Extremadura, que al ver las avanzadas carlistas se disgregaron sin ofrecer resistencia, arrojando los fusiles la mayoría. En gran parte marcharon a sus casas; unos pocos se presentaron al general Gómez, pidiendo conservar sus armas para ponerlas al servicio de Carlos V, y no llegaría a un centenar los que, siguiendo a sus jefes, salieron de Guadalupe para refugiarse en los pueblos, donde se creían a salvo de la acometida carlista.

El propósito de Gómez cuando fue a Guadalupe era el de cruzar el río Tajo por Puente del Arzobispo (Toledo); pero al llegar a la población, recibió información de que el general cristino Carratalá lo ocupaba, así como todos los puentes, barcas y vados de aquella parte del río Tajo. Ante esa novedad, decidió buscar el paso del río por otra parte, por lo que el 28 de octubre, por Cañamero, marchó a Logrosán. Al día siguiente, por Zorita y Conquista de la Sierra, fue a Trujillo, donde las tropas descansaron todo el día 30.

En Trujillo supieron las primeras noticias del asedio a Cantavieja por San Miguel. El general Cabrera comprendió entonces que su deber estaba en acudir en socorro de la plaza sitiada. Quizá el mayor error de Cabrera había sido agregarse a la expedición, disminuyendo las fuerzas de Aragón y Valencia por la falta de los batallones que se habían unido a la expedición del general Gómez, y era más necesaria que nunca la presencia del caudillo tortosino entre sus voluntarios. Por confianza que le merecía Arévalo, y sin que por un momento se le puedan negar su capacidad militar y sus altas dotes de táctica y estratega, hemos de convenir en que, debilitadas las fuerzas aragonesas y valencianas, no le era fácil suplir la ausencia de Cabrera. Al saber este, por tanto, que Cantavieja estaba en peligro, quiso encontrarse entre los suyos y sometió la cuestión al general Gómez.

Este, ante el nuevo estado de cosas, reunió una junta, celebrada en Trujillo, con asistencia del general Cabrera, de los brigadieres Miralles, marqués de Bóveda de Limia, Arroyo, Quílez y Armillo y los coroneles Mora, Fulgosio, Castillo, Puértola y Lloréns, para tratar de si convenía modificar el plan acordado en la reunión celebrada antes de partir de la provincia de Córdoba, en el lugar de Conquista. El acuerdo tomado unánimemente fue que el general Cabrera, con los batallones y escuadrones valencianos, se separara de la expedición para acudir en socorro de Cantavieja a la primera ocasión; y que el resto de la fuerza, o sea, las divisiones aragonesas y castellanas, siguieran con el general Gómez en las operaciones acordadas anteriormente, que no se modificaron.

El último día de octubre partieron de Trujillo todas las fuerzas expedicionarias, y pasando por Sierra de Fuentes llegaron, a las tres de la tarde, a la ciudad de Cáceres, de la que se habían retirado las autoridades cristinas y las fuerzas que la guarnecían al anuncio de la proximidad de los carlistas. En Cáceres se descansó el resto del día 31 de octubre y los días 1 y 2 de noviembre. Deseoso de asegurarse del paso del río y comprendiendo que, por su vecindad con Portugal y por estar más lejos de donde operaban los carlistas, el puente de Alcántara era el más apropiado para su fin. Mandó el mismo día 1 una fuerza ligera de 40 caballos y 30 infantes para que sorprendieran el puente, ya que el llamado del Cardenal estaba ocupado por el enemigo. La pequeña fuerza carlista destacada realizó la operación con rapidez y suerte. Si bien los cristinos que lo guarnecían, destacados en Alcántara, ofrecieron alguna resistencia, fueron arrollados por los realistas. Durante el tiroteo de Alcántara, los cristinos de servicio en el puente, siguiendo instrucciones, trataron de incendiarlo, pero la pronta llegada de los carlistas impidió que se consumara tal atentado, y extinguido el fuego, quedó la pequeña fuerza custodiando el paso del río.

Mientras tanto, el general Gómez no permanecía inactivo, ya que procuraba acrecentar las fuerzas que combatían en Extremadura. Durante su estancia en la ciudad extremeña, extendió el nombramiento de jefe de partida a favor del intrépido guerrillero José Rincón y al capitán Jenaro Morales, quien pertenecía a una antigua familia de Extremadura que había dado constantes pruebas de lealtad a Fernando VII y ahora a Carlos V. Después de tomadas todas las disposiciones necesarias, el general Gómez salió con toda su fuerza el día 2 de noviembre hacia el puente de Alcántara, pasando por Arroyo del Puerco. Pero cuando estaba entre este pueblo y Alcántara, supo los movimientos que realizaban las divisiones del general Rodil, Ministro de la Guerra, y del general Alaix para pasar a cubrir la defensa de la provincia de Madrid. En estas condiciones, Gómez creyó conveniente regresar a Cáceres para no verse encerrado en el triángulo formado por el Tajo y la frontera de Portugal, con las fuerzas de este reino dispuestas a intervenir y las dos divisiones Rodil y Alaix, más las que salieran de Madrid, que le impidieran poder guarnecerse en la sierra o le obligarían a echarse sobre el Tajo. Pensó buscar otro paso al río y regresó a Cáceres el mismo día. Ordenó entonces que el destacamento que estaba en Alcántara regresara a Cáceres, como así se efectuó.

Separación de Cabrera

En Cáceres se separó el general Cabrera del general Gómez. Al parecer, para llegar cuanto antes, le convenía que su fuerza fuera la más ligera, y esta era la caballería, que podría rendir jornadas mucho más largas, siempre y cuando no tuviese el freno de la infantería. Con la caballería valenciana tenía suficiente Cabrera para cruzar La Mancha, donde debía encontrar; como encontró, los jinetes manchegos, que se le agregaron. El 3 de noviembre, solamente con caballería, partió Cabrera para dormir en Montánchez (Cáceres); al día siguiente entró en la provincia de Ciudad Real.

Regreso de la expedición de Gómez a Andalucia

Gómez, por su parte, había salido de Cáceres por Torreergaz y Torrequemada, con dirección a Trujillo y el propósito de pasar el puente sobre el Tajo por Almaráz. Pero en Torremocha supo que la división de Rodil le cerraba el paso en Jaraicejo (Cáceres) y que Alaix estaba en Siruela (Badajoz) , además de que se preparaba una nueva columna para operar contra él. Decidió entonces regresar a Andalucía, pero no por la provincia de Córdoba, sino por la de Sevilla, y fijó como objeto de su marcha el situarse en la Serranía de Ronda para la campaña de invierno.

Fue entonces cuando abandonó sus deseos de operar por los alrededores de Madrid por no haber conseguido cruzar el río Tajo. En vista de esto, el 4 de noviembre, por Arroyomolinos de Montánchez y Almoharín, pasaron a Miajadas (Cáceres), en donde durmieron, separándose allí los guerrilleros Rincón y Morales, que le habían acompañado en todas sus marchas. Al día siguiente (5), entraron en la provincia de Badajoz, pasando por Villar de Rena y Rena, cruzando el río Guadiana por el puente construido bajo la dirección del comandante Merelo, y por la noche pernoctaron en Villanueva de la Serena. El día 6 de noviembre, siguieron por La Haba, La Guarda, cruzaron el río Ortiga y llegaron a Zalamea de la Serena. El último día de la estancia de Gómez en Extremadura fue el día 7, en que la división, después de haber pasado por Berlanga y Ahillones, entró en la provincia de Sevilla por Guadalcanal.

Actuación de las guerrillas carlistas

Durante la estancia de Gómez en Extremadura aumentó el número de partidas carlistas. De esta mayor actividad carlista es una prueba el levantamiento del valle de Cebezuelas. (Cáceres). Allí se presentó el guerrillero Santiago Sánchez de León, y los pueblos destituyeron a las autoridades cristinas. Una columna de guardias nacionales movilizados en Extremadura con los de la partida del Garrovillas intentaron sofocar el levantamiento; pero acometidos por Sánchez de León, tuvieron que refugiarse en la iglesia de Cabezuelas y entregarse luego. Este batallón, más los 200 nacionales de Garrovillas, proporcionaron a Sánchez de León 750 fusiles. Ante este fracaso, acudió el comandante general cristino de la provincia de Cáceres, Diego de Tolosa, mientras se movilizaban los guardias nacionales, hasta la provincia de Salamanca y Ávila.

En su marcha de Navaconejo a Cabezuelas tuvo que librar un combate dicho brigadier Tolosa contra las fuerzas de Sánchez de León. Llegado Tolosa a Cabezuela, dictó un bando muy duro contra los sublevados. Llamó tanto la atención este levantamiento, que parecía iba a encender la guerra en toda la parte norte de la provincia de Cáceres, que una división portuguesa, mandada por el general barón Dos Antas, penetró en España para ayudar a los cristinos. Hubo tal pánico entre estos, que de una fuerza de nacionales salida de Alba de Tormes (Salamanca), 20 hombres huyeron al aproximarse una pequeña partida carlista, deserción que podemos comprobar por el curioso manifiesto que dio sobre este asunto el alcalde constitucional de Alba de Tormes.

Entre otras operaciones de los carlistas en noviembre de 1836. Hay que citar, correspondientes a Extremadura, un combate en Garrovillas (Cáceres), en el que fue capturado el jefe carlista Rincón, en el que tuvo parte la traición del confidente cristino José Álvarez. Según él mismo se jactaba, aunque su fuerza, consistente en 100 hombres de infantería y 40 caballos, se libró de la desgracia de su jefe, por lo que se concentró luego en Abadía (Cáceres), de donde partió reorganizada al mando de Juan Antonio Marcos.

El 20 de noviembre, la acción de Santa Marta (Cáceres), en la que, según el parte del capitán cristino Antonio del Solar, cayeron presos unos 20 carlistas, algunos de ellos heridos, que fueron fusilados inmediatamente después de recibir los auxilios de la religión. En el mes de diciembre se debe citar el hecho de que las fuerzas manchegas del brigadier Ruguero, unidas a las de los jefes extremeños Sánchez de León y Cuesta, derrotaron completamente el día 10, en Talarrubia (Badajoz), a una columna liberal; cayeron prisioneros la mayor parte de los cristinos, entre ellos el jefe que los mandaba,

Acciones en Extremadura en 1837

En el mes de febrero, fuerzas manchegas entraron en la provincia de Badajoz; recorrieron los pueblos de Siruela y Talarrubias, y pasando luego a Trujillo (Cáceres), entraron en esta población. Al aproximarse una columna enemiga, salieron de la misma, regresando a La Mancha. El 10 de marzo, una fuerte columna cristina salió de Trujillo para Plasencia, al mando del coronel Ríos Navarro; pero le salieron a su encuentro las fuerzas mandadas por Jara, Peco y Sánchez, trabándose un combate, en el que cayó herido gravemente el coronel Ríos, retirándose los cristinos.

En el mes de abril, las fuerzas mandadas por Sánchez sostuvieron un combate contra la columna de Baamonde en Castañar de Ibor (Cáceres). El día 20 de abril, la partida mandada por Juan Antonio fue atacada por los nacionales de infantería y de caballería de Seclavín en Acehuche (Cáceres), y poco después este guerrillero murió ante los nacionales de Cañaveral (Cáceres). El 11 de mayo, las fuerzas de Jara, García de la Parra, Rujeros y Sánchez entraban en Trujillo. El 29, Jara, Peco y Tercero atacaban el pueblo de Castilblanco (Badajoz); allí la guarnición ofreció una desesperada resistencia, siendo el combate durísimo e incendiándose varias casas. Los carlistas, después de la acción de Castilblanco, se retiraron a Helechosa (Badajoz). Dos días antes había ocurrido un encuentro en Herrera del Duque (Badajoz) entre una partida carlista y movilizados de La Mancha.

El 4 de junio, fuerzas carlistas atacaban y quemaban las puertas del puente de Alcántara (Cáceres), y el mismo día, en las proximidades de Cabeza de Buey (Badajoz), se libraba un combate. Fuerzas manchegas reunidas junto a Almadén marcharon el 22 de junio a Extremadura, entrando en Zalamea de la Serena, Castuera, Valle de la Serena, Cabeza de Buey y Peñalsordo, todos en la provincia de Badajoz.

En el mes de julio se señala un combate el día 17 en Campo de Alcántara. Barbado y Sánchez, el 21, sorprendieron un destacamento de soldados del RI de la Reina Gobernadora, entre Talayuela y Almaraz, en la provincia de Cáceres, copándolo. Felipe Muñoz sostuvo un encuentro el 24 de julio con milicianos de Navalmoral de la Mata y Peraleda de la Mata, haciendo más de 300 prisioneros, y librándose el resto de las fuerzas cristinas mediante la fuga y dispersión. Reunidos Sánchez, Barbado, Valencia, Pulido, Arroyo y Patagorda, sostuvieron un combate en el mes de agosto contra la columna de Buil en Garciaz (Cáceres). Una partida toledana entró en ese mismo mes en Villanueva de la Vera y en Valverde de la Vera, ambas en la provincia de Cáceres, y regresaron luego a sus cuarteles en Valdeverdejo (Toledo). En septiembre, los milicianos de Brazatortas (Ciudad Real) hicieron prisionero, con varios otros, al coronel de caballería carlista Mariano León. Se señala también un combate en Jaraicejo (Cáceres), y el 17 las fuerzas reunidas de Barbado. Pulido y Patagorda luchaban en Cerradilla (Cáceres).

En octubre, el brigadier Jara atacó la ciudad de Plasencia, derrotó a una columna que acudía en socorro de la población y marchó luego a Villar de Plasencia (Cáceres), de donde emprendió la correría que le llevó hasta la ciudad de Béjar (Salamanca). Una columna cristina fue obligada a replegarse desde Casar de Cáceres a la capital, hostigada constantemente por los guerrilleros manchegos. El 19 de septiembre, se libró un combate entre las fuerzas de Montejo y las cristinas mandadas por el alférez Joaquín Fernández de Castro, en Cadalso.

El 15 de octubre, cerca de Castuera, una partida de nacionales fue atacada por una guerrilla carlista, cayendo todos prisioneros, menos dos que pudieron salvarse refugiándose en Castuera. Montejo, quien había reforzado su partida con legítimistas portugueses, libró combate contra el comandante Rincón en Valverde del Freno (Cáceres), el 30 de octubre, obligando al jefe cristino a retirarse a Eljas; pero este, habiendo recibido refuerzos, atacó el 31 a Montejo, y mientras estaba empeñada la acción acudió el gobernador portugués de Salvatérra de Estremo con tropas portuguesas y nacionales de Seclavín, por lo que Montejo tuvo que retirarse a territorio portugués, pero siguió su marcha, entrando de nuevo en España.

Reunidos Sánchez, Barbado y Valencia, entraron en Alcuéscar (Cáceres) el 30 de octubre, y pasaron a Santa Amalia (Badajoz), adonde llegan el 31. Continuaron Sánchez y Valencia, y el día 1 de noviembre, entraron en Don Benito (Badajoz), mientras Barbado se dirigió a Mengabril (Badajoz), y de allí marchó a Medellín, donde se reunió de nuevo con Sánchez y Valencia. En este mes fue trasladado a Alia (Toledo) el depósito que para la instrucción de quintos carlistas existía en Guadalupe (Cáceres).

Entonces fue cuando el centro de Alia tomó gran importancia; no solo recibían allí instrucción militar constantemente unos 1.500 voluntarios, sino que, además, se creó una academia preparatoria para instrucción y formación de oficiales del Ejército carlista en la Mancha y Extremadura. Los depósitos de víveres, la fabricación de municiones, la reparación de armas y los hospitales tuvieron su centro en Alia, en donde dedicó toda su atención el brigadier Jara. Guadalupe fue ocupado un momento por los cristinos; vieron entrar a Jara el día 6. En la sierra de Guadalupe se combate el 17 de noviembre.

El 27 de noviembre, Sánchez Peco, Tercero y Patagorda, lograron reunir en conjunto 800 caballos y 500 infantes, entraron en Miajadas (Cáceres) y sostuvieron un fuerte combate con dos compañías de infantería que se defendieron en la iglesia; al acudir tropas en auxilio de los sitiados, los carlistas se retiraron, pasando por Medellín, Don Benito y Campanario. Se registran otros combates en Malpartida de Cáceres y en Torremocha (Cáceres).

En el mes de diciembre, Montejo, después de vadear el río Tiétar, pasó el Tajo por Almaraz y tuvo un encuentro con una columna cristina en Toril (Cáceres). El 9 de diciembre, Barbado combatió en Deleitosa (Cáceres) y no se cerró la lucha, pues reunidos Sánchez y Felipe Muñoz, combatieron en Carrascalejo (Cáceres). El 28 de diciembre, la columna Cristina mandada por Crespo tomó Guadalupe y marchó sobre Alia, librándose un combate que permitió a los carlistas rechazarlos, salvando sus instalaciones.

Acciones en Extremadura en 1838

Acciones en el primer semestre

La guerra en Extremadura siguió las mismas vicisitudes que la que sostenían los carlistas en la Mancha, aunque no llegara a tener tan marcado predominio por la parte carlista como tuvieron sus compañeros de armas manchegos y toledanos. De las dos provincias extremeñas, la que menos sufrió la guerra fue la de Badajoz, puesto que una gran parte de ella se vio libre de la lucha, no así la de Cáceres, que conoció la guerra en toda su extensión. Entre los guerrilleros que se distinguen al frente de nuevas partidas, hay que destacar muy particularmente a Noguera, conocido por el Rondeño, y José Serrano, llamado comúnmente Pepíco, a los que seguían, aunque menos conocidos, Corraliza y algunos otros.

El 9 de enero, en Madrigalejo (Cáceres), el jefe de partida conocido por Donato sostuvo un combate con sus fuerzas contra la columna Cristina del comandante Antonio Soler. El día 16 fue en Manchita (Badajoz), donde libraban combate los voluntarios carlistas mandados por Mesa. El 17, el guerrillero Capelo luchaba en el lugar conocido por Casas del Marqués de Casa Mena. El 24 entraron los carlistas en Logrosán (Cáceres) y de allí siguieron a Cañamero (Cáceres), en la que también entraron. El 13, el guerrillero Lino combatió en Talarrubias (Badajoz), con la fuerza Cristina que mandaba el teniente don Juan Losada. En Valle de la Serena (Badajoz), el 29 la partida de Fructuoso García luchaba contra los cristinos.

Entre los hechos de febrero hay que destacar el combate librado el día 17 en Sierra de Fuentes (Cáceres) y la acción de Peraleda de San Román el día 27. La partida que mandaban los Archiduques, que operaba en la parte sureste de la provincia de Badajoz, entró en la provincia de Córdoba, donde fue deshecha.

Expedición de Basilio García en Extremadura

El hecho más importante del mes de marzo fue la entrada en la provincia de Badajoz de la expedición del general Basilio García. El 24 llegaba a Bohonal y seguía el 25 para Villarta de los Montes y de allí, pasando por Herrera del Duque y Siruela, penetraba de nuevo en la provincia de Ciudad Real, para caer sobre Almadén.

Al ocupar esa población manchega, el general García mandó destacamentos avanzados y observación a Talarrubias, Puebla de Alcocer y Siruela; hubo gran pánico en la ciudad de Badajoz, pues se temió que los expedicionarios marcharan sobre ella. El general Nogueras reunió sus fuerzas marchando de Medellín a Badajoz, donde se habían tomado providencias, como si los carlistas estuvieran ya a la vista de la ciudad.

En el mes de abril, la columna cristina mandada por Ladrón de Guevara libraba combate en Berrocalejo de Abajo (Cáceres) contra las partidas castellanas de Ganda, Blas García y Manuel Lago. Felipe Muñoz se presentaba delante de Navalmoral de la Mata (Cáceres), amenazando entrar en ella.

En los últimos días de abril los expedicionarios de García volvieron a entrar en Extremadura, pasando por Navalmoral de la Mata, donde falleció de sus heridas, recibidas en el combate de Azután, el coronel Sánchez. Pasaron por el Valle de Plasencia y franquearon el puerto Baños de Montemayor, entrando en la provincia de Salamanca el 1 de mayo, para descansar en Béjar, donde la expedición fue sorprendida el día 3.

Después del desastre, y dispersada la expedición, un grupo capitaneado por el alférez García Albarrán entró de nuevo en la provincia de Cáceres, librando combate contra fuerzas cristinas mandadas por Lacalle, en Jerte. Dirigiéndose después a Tornavacas, y después de descansar en este pueblo, pasaron el puerto del mismo nombre para entrar en Castilla la Vieja por la provincia de Ávila.

También a comienzos de mayo guerrilleros extremeños atacaron Méntrida (Toledo). En el castillo de Alburquerque (Badajoz), estaban presos numerosos oficiales carlistas, de los que pudieron escapar burlando la vigilancia 31 de ellos, formando una partida, que después de alguna persecución se agregó a otras fuerzas que luchaban en Extremadura. Poco después, los carlistas derrotaron a una columna cristina en Casatejada (Cáceres). El 23 de junio, la partida mandada por Santiago León libraba combate, cayendo prisionero el jefe carlista, que murió fusilado unas horas después. El día 24, la partida mandada por Noguera tuvo un combate en Usagre (Badajoz).

Acciones en el segundo semestre de 1838

El 9 de julio fue atacada Zalamea de la Serena (Badajoz) y en este mismo mes fue en Portugal donde se libró un combate, pues el guerrillero Montejo se vio obligado a entrar en territorio lusitano, encontrándose con fuerzas portuguesas en Alíalhates, combatiendo contra ellas. Aparentemente, el jefe carlista violaba el territorio portugués, pero en realidad no era así, ya que el Gobierno de doña María de la Gloria estaba de hecho en guerra contra Carlos V, desde el momento en que tropas regulares del Ejército de Portugal, con sus mandos respectivos, operaban en España contra los carlistas. Noguera y Serrano, que habían reunido momentáneamente sus fuerzas, atacaron Hera (Badajoz). Por su parte, los cristinos entraban en Guadalupe (Cáceres), después de abandonada por los carlistas.

El 22 de julio, hubo un combate en Benquerencia de la Serena (Badajoz), muriendo en esta acción el guerrillero carlista Francisco Martín. El día 30, se libraba combate por las fuerzas mandadas por Noguera en Retamal (Badajoz). Puede decirse que este fue el momento culminante de la guerra en Extremadura en 1838, pues la preponderancia de las armas de los guerrilleros de Serrano y Noguera en la provincia de Badajoz correspondía a la que mantenía Muñoz y otros jefes en la provincia de Cáceres.

En agosto cambió el estado de la guerra. El día 1, moría en combate el guerrillero Solórzano. Noguera derrotaba a los cristinos en Retamal (Badajoz), mientras que otras fuerzas carlistas entraban en Fuente de Cantos (Badajoz), llevándose los caballos de los milicianos de caballería. También se libró combate en Bodonal de la Sierra (Badajoz). Noguera, después de entrar en Zalamea de la Serena, es objeto de tal persecución que se ve obligado a pasar a la provincia de Huelva. El 30 de agosto, José Serrano entraba con su partida en Azuaga (Badajoz), donde fue asesinado el jefe carlista por un vecino de Granja de Torrehermosa, al que los cristinos indultaron de todos los crímenes que había cometido y le recompensaron con la cruz de María Isabel Luisa. Tales eran los medios que empleaban los cristinos, a los que se veían reducidos para acabar con la gesta carlista: Moreno y Morillas en Andalucía, García de la Parra en La Mancha, León y Serrano en Extremadura son pruebas de todos los medios que fueron utilizados por los cristinos para acabar con los carlistas.

Felipe Muñoz, al frente de una partida, entró el 13 de octubre en Millanes (Cáceres), de donde pasó a Casatejada, que también ocupó. Más tarde hubo un combate en el lugar conocido por La Campana, en el término de Madrigalejo (Cáceres). Todavía, a finales de año, se señalan combates. En diciembre entraba en Granja de Torrehermosa (Badajoz) el guerrillero Noguera y el 31 combatía el brigadier Rujeros en Madrigalejo (Cáceres).

Lanceros de la Guardia Real 1838. Autor Augusto Ferrer Dalmau.

Acciones en Extremadura en 1839

Las incidencias de la guerra en Castilla la Nueva repercutían intensamente en Extremadura, ya que a esta no podía llegar el auxilio directo que prestaba Cabrera a los manchegos. Se mantuvieron, sin embargo, en campaña algunas partidas, siendo la principal la que mandaba Noguera, conocido por el Rondeño, que de vez en cuando se asomaba a Andalucía y otras veces a La Mancha. También, por la provincia de Cáceres, se veía con cierta frecuencia la que mandaba Felipe Muñoz, que también operaba por la de Ávila, y tampoco era raro que de vez en cuando los cristinos se alarmaran cuando en sus correrías invadía Extremadura el brigadier Rujeros.

En cuanto a acciones de guerra, hay que citar la que libraba la fuerza mandada por el Tcol José Pulido, al entrar en Torrejón el Rubio (Cáceres), el 19 de marzo; y el combate que el 7 de mayo libraba el guerrillero Noguera contra el comandante cristino Antonio de Solar, en Peraleda de Saucejo (Badajoz), así como la entrada que pocos días después hizo el citado Noguera en Campillo de Llerena (Badajoz). Pero poco a poco iba decreciendo la guerra, ya que, por el plan adoptado por Cabrera, tendían a concentrarse en los montes de Toledo todas las partidas carlistas que luchaban en esa parte de España.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-12-09. Última modificacion 2025-12-09.
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