Guerras Carlistas Tercera Guerra Carlista en 1874 Campaña de Somorrostro 1784. Batalla de San Pedro de Abanto

Tregua después de la batalla de Montaño

La derrota sufrida por los liberales causó tal sensación en toda España, que el Gobierno de la República acordó nombrar general en jefe del Ejército del Norte al más prestigioso de sus generales, que era al propio tiempo jefe del Estado como presidente del poder ejecutivo, Francisco Serrano. También se incorporó a las fuerzas del Norte el Ministro de Marina, vicealmirante Juan Bautista Topete; para el cargo de JEM General se nombró al general José López Domínguez, antiguo oficial de artillería.

Al salir de Madrid, el duque de la Torre quedó ya acordado con el ministro de la Guerra, teniente general marqués de Sierra-Bullones, el envío de grandes refuerzos que fueron llegando con pasmosa actividad y que consistieron en 10.000 hombres y toda la artillería necesaria hasta dotar al Ejército liberal de la línea de Somorrostro de un total de 70 cañones: 2×16 y 4×12, de posición; 12×10, de reserva; 18×8, sistema Krupp; 12×8, sistema Plasencia, y otros 12 de montaña, sistema antiguo.

El duque de la Torre llegó a Santander el 28 de febrero, pero otro recio temporal lo retuvo en la ciudad hasta las 09:30 horas del 5 de marzo, que pudo embarcar con Topete y los generales Primo de Rivera y López de Letona, los brigadieres Morales de los Ríos y José Chinchilla, llegando a Castro Urdiales a las tres de la tarde.

Desembarco del general Serrano y el vicealmirante Topete en Castro Urdiales el 5 de marzo de 1874. La Ilustración Española y Americana

Tras visitar a jefes y oficiales heridos en los combates, pasó a Somorrostro para conferenciar con Morriones el 8 de marzo, revistando las unidades y recorriendo las posiciones que ocupaban. Topete, a su vez, se embarcó con Sánchez Barcaíztegui para practicar un reconocimiento de la costa hasta Portugalete.

El 9 de marzo Serrano reorganizó el Ejército del Norte, los articuló en 2 CEs (cuerpos de ejército) con 52 piezas de artillería, 42 batallones y 7 compañías de ingenieros; también había varios escuadrones de caballería de escolta:

  • CE-I al mando del TG Antonio López de Letona:
    • BRIL de vanguardia al mando del brigadier Jose Loma Arguelles con el BIL-IV de Barbastro, BIL-IX de Ciudad Rodrigo, BIL-XXII de Alcolea, y BIL-XXVII de Puerto Rico.
    • DI-1/I a las órdenes del mariscal de campo Manuel Andía Abela con:
      • BRI-I/1/I al mando del coronel más antiguo con el RI-33 de Sevilla y el RI-39 de Cantabria.
      • BRI-II/1/I al mando del brigadier Ángel Mateo y Sagasta con el RI-4 Tetuán y el RI-29 de la Constitución.
    • DI-2/I al mando del mariscal de campo Florentino Catalán con:
      • BRI-I/2/I al mando del coronel Antonio Moltó con el RI-5 de ramales y RI-16 de Castilla.
      • BRI-II/2/I al mando del coronel Juan Galindo con un BI de RI-17 de Zaragoza, RI-27 de Cuenca, RI-23 de Valencia y RI-38 de León.
  • CE-II a las órdenes del mariscal de campo Fernando Primo de Rivera:
    • BRIL de vanguardia con el BIL-II de Castrejana, BIL-X de las Navas de Tolosa, BIL-X de Estella, BI-II/1 de infantería de marina.
    • DI-1/II al mando del mariscal de campo Rafael Serrano Acebrón:
      • BRI-I/1/II al mando del coronel Luis Fajarco con el RI-6 de Saboya y RI-8 de Zamora.
      • BRI-II/1/II al mando del brigadier Alfonso Cortijo con el RI-3 de Ontoria y RI-22 de Gerona.
    • DI-2/II al mando del mariscal de campo Adolfo Morales de los Ríos:
      • BRI-I/2/II al mando del coronel Enrique Bargés con el RI-31 de Asturias y un BI de RI-26 de Albuera y RI-7 África.
      • BRI-II/2/I al mando del brigadier Juan Tello con el RI-19 de Galicia y RI-32 San Quintín.

Para aumentar su ejército, Serrano dispuso que la división del mariscal de campo José María Loma Argüelles (8.000 efectivos y 14 piezas) abandonara sus operaciones en Guipúzcoa y se incorporara a Santoña, donde fueron llegando a partir del 14 de marzo, desplegándose entre la villa y Castro Urdiales. Ese mismo día el general José López Domínguez llegó de Madrid con todos sus ayudantes de EM para hacerse cargo del Estado Mayor General.

Con el fin de cubrir bajas y reforzar plantillas, el Ministro de la Guerra dispuso que se incorporaran a los regimientos y batallones 3 coroneles, 6 Tcols, 40 capitanes y 100 subalternos, y en previsión de las nuevas exigencias que la campaña iba a tener para la plaza de Laredo, se ordenó establecer en esa villa una comandancia militar servida por un jefe.

En cuanto a la logística, en Santander se establecieron grandes depósitos centrales bajo un comisario de guerra para proporcionar a las fuerzas de todo tipo de municiones, equipos y alimentación que incluía reses vivas. También se instalaron grandes depósitos en Miranda, Tafalla y Logroño; desde Santander se proveyó a cada uno con medio millón de raciones. También había almacenes más pequeños en Santoña y Castro.

El 19 de marzo ocurrió un desgraciado accidente en el campo carlista cuando un carro de municiones explosionó junto a la iglesia de San Juan de Musques, explotó, produciendo varios muertos y heridos. Esta iglesia, después de haber sido utilizada como hospital de sangre, fue posteriormente utilizada como polvorín y depósito de municiones.

Explosión de un carro de municiones de guerra en la mañana del 19 de marzo de 1874 junto Iglesia de San Juan de Musqués. La Ilustración Española y Americana.

El ejército carlista, a las órdenes del general Ollo, el vencedor de Moriones, se reorganizó y estableció en posiciones de la manera siguiente:

  • El general Cástor Andéchaga con el BI-I de Castilla, BI de Arratia, BI-I y BI-II de Encartaciones, ocupaba la extrema derecha, es decir, Ciérvana y las posiciones inmediatas.
  • La BRI-I de Zalduendo, con el BI-I/N y BI-V/N de Navarra, en Sanfaentes.
  • La BRI-II de Teodoro Rada, alias Radica, con el BI-II/N y BI-VII/N de Navarra, en la carretera próxima.
  • La BRI-III de Juan Yoldi Royo, con el BI-III/N y BI-VI/N de Navarra, en Santa Juliana.
  • La BRI-IV de Antonio Baztán Goñi, con el BI-IV/N de Navarra y BI-II/A de Álava, en Nocedal.
  • La BRI-V de Álvarez, con el BI-III/A y BI-IV/A de Álava, en San Pedro Abanto y Santa Juliana.
  • La BRI-VI de Zaratiegui, con el BI-III/C y el BI-IV/C de Castilla, en los parapetos detrás de Santa Juliana.
  • La BRI-VII de Elicio de Berriz y Román, con el BI-II/C de Castilla y el BI-III/G de Guipúzcoa, en Pucheta.
  • La BRI-VIII de Juan José de Aizpurúa, con el BI-VII/G y el BI-VIII/G Guipúzcoa en las Cortes.

El general Gerardo Martínez de Velasco, al mando de la BRI-VII y BRI-VIII, se encargó de la extrema izquierda de la línea; el BI-IV guipuzcoano se situó en Portugalete para evitar desembarcos, y a las órdenes del marqués de Valde-Espina quedaron 7 batallones vizcaínos para contener las salidas que pudiera intentar la guarnición de Bilbao.

Batalla de San Pedro de Abanto en marzo de 1874. Vista panorámica de las principales posiciones carlistas en la línea de batalla. 1 reducto de La Guija, 2 San Pedro de Abanto, 3 El Montaño, 4 carretera de Castro a Bilbao, 5 Sestao, 6 Bilbao. La Ilustración Española y Americana. 

Intento liberal de desembarco anfibio en Portugalete

El Ejército liberal apoyaba su izquierda en Poveña y Muzquiz, extendiéndose por Somorrostro, La Cuadra, La Rigada; fuerzas acampadas ocupaban las alturas de la derecha del Ejército, y en el alto de Arenillas se estableció una batería de a 10. Cinco batallones mantenían la línea de comunicaciones en la Concepción y Ontón, y desde Laredo a Santoña se situó un cuerpo de reserva a las órdenes del general Loma, compuesto de una brigada y una división del CE-II.

El Estado Mayor General había elaborado dos planes alternativos. El primero contemplaba un desembarco en Portugalete para rebasar la línea carlista y caer sobre Bilbao. El segundo, un ataque terrestre.

En efecto, el día 19 de marzo, se embarcaron las tropas de la división de Loma en Santoña, que consistía en 9.500 efectivos del RI-16 Castilla, RI-2 Castajena, RI-22 Gerona, RI-28 Luchana, RI-3 Ontoria, RI-8 Zamora, BIL-X las Navas, BIL-XIV Estella, RI de infantería de marina, dirigiendo personalmente la escuadra el vicealmirante Topete, que se componía de 20 vapores mercantes y los buques de guerra Buenaventura, Consuelo, Ligera, Ciudad de Cádiz, Gaditano, Concordia y Blanca; tres mercantes remolcaban lanchas de desembarco. Llegó antes de amanecer al abra de Bilbao, estando ya a la vista de Portugalete y Alcorta, y con la tropa empezando a embarcar en lanchas; en la zona solo había un batallón carlista disperso para hacerlos frente. La llegada de un temporal NO decidió que se abortara la operación, enviando los buques pequeños a Castro Urdiales y los grandes a Santoña.

Pero como el ejército terrestre no debía romper el fuego hasta tener noticias de la Escuadra, y esta tuvo que regresar por el mal cariz que presentaba el mar, ambos ejércitos estuvieron preparados y contemplándose en sus posiciones, a excepción de algunos batallones carlistas que, sospechando la operación del desembarco, recibieron orden de reforzar Portugalete y Algorta, así como contener, si era preciso, las salidas que pudiera intentar la guarnición de Bilbao.

Serrano no podía resignarse a renunciar al plan del desembarco, así es que estuvo dos o tres días esperando a que mejorase el estado del mar; pero a pesar de haber esto sucedido, y sin duda por dificultades de la Escuadra, se decidió al fin atacar por tierra y de frente los atrincheramientos carlistas. Bajaron bruscamente las temperaturas y se produjeron fuertes nevadas que obligaron a retirar parte de las fuerzas de la línea para albergarlas en los pueblos de Laredo, Limpias y Colindres. Sumados a la división de Loma, se concentraron en esa comarca cerca de 14.000 hombres, y ante el peligro de que el plan republicano fuera desbordar por la izquierda la línea carlista, los carlistas se vieron obligados a enviar a Villaverde de Trucios y Valmaseda algunos batallones mandados por Lirio y Navarrete.

Moriones fijó el 25 de marzo como fecha para el ataque. El plan era que el general Primo de Rivera atacase la izquierda carlista para de este modo proteger el avance por San Pedro Abanto. De la derecha carlista se encargó el general López de Letona, y del centro el general Loma, debiendo ayudar eficazmente a López de Letona, con sus fuegos de flanco sobre las trincheras del Montaño, la artillería de los barcos de la Escuadra, dotada con 23 cañones de 20, 18, 16, 15 y 8 centímetros, teniendo, por lo tanto, los carlistas que sufrir el cañoneo de 83 piezas, entre las de mar y las de tierra.

Batalla de San Pedro de Abanto en marzo de 1874. Planificación del ataque liberal a las posiciones carlistas al amanecer del 25 de marzo. Autor Jesús Arrate.

Batalla de San Pedro de Abanto o Segunda de Somorrostro (25, 26 y 27 de marzo de 1874)

Desarrollo el 25 de marzo

A las cuatro de la madrugada del 25 de marzo, los batallones liberales se concentraron en sus posiciones de partida. El general Primo de Rivera había elegido el cordal de alturas sucesivas que parten del Portillo de Las Cortes como vía de ascenso a los montes de Galdames, guiándose por las indicaciones de algunos lugareños, en especial, las del párroco de Muskiz. Esta subida la realizarían siguiendo ambas vertientes del cordal, dividiendo sus tropas en dos divisiones: por el lado de Somorrostro, Primo de Rivera con 8 batallones que formaban la DI-2/II al mando de Alfonso Morales de los Ríos, saldría del pueblo Santelices para ascender directamente al Portillo de Las Cortes y de allí seguir el cordal hasta la Campa de los Pastores. Por el lado de Galdames, los otros 8 batallones restantes formaban la DI-1/II al mando del mariscal de campo Rafael Serrano Acebrón, al que se sumaría la BRI-II/2/I de Juan Tello; tenían órdenes de aguardar emboscados a que la división de Primo de Rivera hubiera ocupado las trincheras sobre el ferrocarril de Galdames y otras posiciones en cota superior, para empezar entonces su avance ascendiendo a la Campa de los Pastores por el pueblo de Las Cortes.

Batalla de San Pedro de Abanto o Segunda de Somorrostro 1874. Movimientos el 25 de marzo. Atlas topográfico de la narración militar de la Guerra Carlista.

A las siete de la mañana, y protegidas por el vivísimo fuego de sus baterías de posición, rompieron la marcha simultáneamente las fuerzas liberales. Apercibidos convenientemente, los carlistas esperaron firmes en sus trincheras el ataque comenzado, recibiendo al enemigo con un nutrido fuego en toda su línea.

Con ímpetu sin igual se lanzaron los 8 batallones de la DI-2/II de Morales, mientras los otros 8 batallones de la DI-I de Serrano envolvían la posición.

La DI-2/II de Morales avanzó frontalmente sobre las escasas fuerzas carlistas, que era el BI-I/G de Guipúzcoa (900) al mando del Tcol Matías Ichaso, recién llegado; estaba situado en Las Cortes, una pequeña meseta donde se situaban los caseríos del barrio de Las Cortes. Presentaba una inusitada actividad y movimiento poblacional asociado a la construcción del ferrocarril de Galdames.

Ichado dejó solo dos compañías en las trincheras y repartió las otras 6 por las zonas avanzadas que llegaban hasta el río Barbadún para custodiar el paso de La Baluga, cuyo puente habían destruido, situándose la plana mayor en los caseríos. Las compañías avanzadas advirtieron un inusual movimiento de tropas liberales en la orilla opuesta, comunicándoselo inmediatamente a Ichaso. Al amanecer del día 25, las tropas avanzadas subieron de nuevo a Las Cortes y se distribuyeron en los parapetos sobre la barriada: medio batallón se colocó en la vertiente que miraba a Somorrostro y la otra media, en una trinchera superior, en la vertiente opuesta. Poco tiempo después, el ejército liberal comenzaba el fuego artillero previo al avance de sus tropas.

Agachados, aguantando el violento cañeo, los hombres veían cómo las tropas liberales se aproximaban a su posición. Cuando finalmente las tropas liberales alcanzaron la distancia convenida, se dio la orden de abrir fuego. Se llegaron a realizar dos descargas, pero los guipuzcoanos desobedecieron la orden de cargar a la bayoneta, y ante el temor de ser flanqueados, abandonaron las trincheras y la retirada se convirtió en una huida generalizada, arrastrando el segundo escalón donde estaba el jefe en su huida monte arriba.

Los liberales intentaron explotar el éxito, pero se encontraron con las fuerzas de retaguardia, en especial el BI-I/A de Álava, que realizó una carga a la bayoneta, mientras el BI-III/C de Castilla aguantaba la embestida en sus posiciones y el BI-I/C de Castilla avanzaba hacia el frente. La enconada defensa carlista hizo que Primo de Rivera girara el ataque hacia la izquierda para desbordar por el valle del Manzanar, pero allí se toparon con el BI-I/AR de Aragón.

Cuando la situación se volvía complicada para los carlistas, con todas sus fuerzas empeñadas, aparecieron el BI-III/N y el BI-VI/N de Navarra al mando del brigadier Yoldi, que habían retrasado su llegada a la línea por falta de los guías que les llevaran a la zona. Unidos los batallones alaveses, castellanos y navarros, desalojaron a los liberales de las posiciones conquistadas, que tuvieron que replegarse a posiciones menos expuestas. A las dos y media de la tarde se agotaron al BI-III/N sus municiones y fue relevado por el BI-VI/N.

Habiendo desaparecido el empuje inicial de la acometida liberal y teniendo ya una visión global de la situación de las tropas liberales, los carlistas fueron distribuyendo sus fuerzas, cercando las tropas liberales en los caseríos de Las Cortes: se colocó el BI-I/C en el bosque de castaños que llegaba hasta Las Cortes, haciendo fuego a unos 30 metros de las casas. Por el lado de Sopuerta, en el monte Los Cuetos, se colocó el BI-V/A, mientras que el BI-III/G, junto con los restos del BI-I/G, se trasladó al pico La Cruz, tomando posiciones cercanas al BI-I/A.

DI-1/II de Serrano Acebrón vio ascender a las fuerzas de la DI-II de Morales, y cuando vieron que se habían hecho dueños de la trinchera del ferrocarril, comenzaron su avance para ocupar Las Cortes. Consiguió desalojar a los dos batallones carlistas y ocupar la posición, que era muy pobre, quedando sometidos al fuego de los carlistas desde las posiciones de Galdamés y Priano, viéndose obligado a improvisar una defensa entre las casas y levantar parapetos con los cuerpos de 400 ovejas.

Ya por la tarde, habiendo experimentado numerosas bajas, Serrano Acebrón apremió a su mando superior, Primo de Rivera, a seguir avanzando y despejar así las posiciones carlistas que impedían moverse a sus tropas. Sin embargo, el general Primo de Rivera no podía continuar: los carlistas habían tenido tiempo suficiente para movilizar sus batallones y reforzar sus posiciones, frenando la acometida inicial e imposibilitando cualquier nuevo avance. El presidente Serrano, notablemente contrariado con la noticia, le incitó a mantener la presión sobre la derecha carlista, prometiéndole más tropas y cañones, pero fueron tantas las objeciones de Primo de Rivera que finalmente le autorizó para que el grueso de sus tropas pasase al centro. A las 6 de la tarde, el fuego de fusilería se fue apagando, poniéndose fin a la batalla del 25 de marzo.

En el centro, la división de Loma llegó hasta Las Carreras, pero sin poder dar un paso más, y en la izquierda, el CE-I (-) de López de Letona llegó hasta las estribaciones del Montaño, cerca de su objetivo principal, pero sin poder avanzar.

Batalla de San Pedro de Abanto 1874. Hospital de sangre el día 25 de marzo. Dibujante José Luis Pellicer, editor Joaquín Pi y Margal, panorama de la Guerra Civil en el Norte.

Desarrollo el 26 de marzo

Al amanecer del día 26 de marzo se rompió el fuego por ambas partes. Durante la noche los carlistas habían reparado los destrozos causados en sus parapetos. Estaban decididos a continuar la lucha, siendo tan notable su buen espíritu y decisión, que el BI-IV/C, que prestó el servicio de las trincheras durante los dos días, y a pesar de estar muy mal alimentado, pidió que se le dejase en los puestos que ocupaban, indicando su deseo de conservarlos a toda costa. El BI-I/A, que había perdido 180 hombres, tampoco quiso que se le destinase a retaguardia, y el BI-IV/A, aunque ocupaba a San Pedro Abanto, punto del mayor peligro, y constantemente hostigado por las tropas liberales, contestó como el BI-IV/C.

Batalla de San Pedro de Abanto o Segunda de Somorrostro 1874. Movimientos el 26 de marzo. Atlas topográfico de la narración militar de la Guerra Carlista.

Primo de Rivera no quiso extender el ala derecha, por haber fracasado ese intento en la tarde anterior. Con 14 batallones a las órdenes del general Loma, reforzado por el CE-I, atacó resueltamente las posiciones de Triano, defendidas bravamente por los carlistas, que en Santa Juliana y San Pedro Abanto hicieron prodigios de valor. Pudo al fin Primo de Rivera apoderarse del pueblo de Pucheta, que tenía unas 30 casas a medio kilómetro de San Pedro de Abanto, pero a base de sangrientos combates. Tras muchas penalidades y sufriendo muchas bajas por el fuego carlista de frente y de flanco, el CE-II de Primo de Rivera se acercó a Pucheta, que fue tomada a las cuatro de la tarde por el BIL-XIV de la Navas a la bayoneta, tras dos cargas anteriores, sufriendo en los tres intentos numerosas bajas.

Batalla de San Pedro de Abanto o Segunda de Somorrostro 1874. Toma de Pucheta el 26 de marzo por el batallón de cazadores de las Navas.

La toma de Pucheta permitió que los batallones de Primo y Loma pudieran enlazarse, pero la ruptura del frente carlista estaba lejos de alcanzarse.

Al caer de la tarde, comprendieron todos que la batalla tenía que continuar, porque ni el general Loma ni el general Letona habían avanzado sensiblemente: solo el centro liberal había conseguido sostenerse en Las Carreras.

Batalla de San Pedro de Abanto 26 de febrero. Presentación de tres oficiales carlistas en el cuartel general. Dibujante José Luís Pellicer, editor Joaquín Pi y Margal, panorama de la Guerra Civil en el Norte.

Desarrollo el 27 de marzo

El viernes 27 de marzo fue el tercer y último día de la batalla. Era el barrio de Murrieta y la posición de San Pedro Abanto la clave de la operación. La artillería liberal cubría con sus granadas todos los atrincheramientos carlistas, y sus baterías de las Carreras, establecidas a tiro de pistola, arrasaban, materialmente, las zanjas y parapetos. La iglesia de San Pedro quedó totalmente destruida por la artillería. El frente de combate ocupaba una línea aproximada de 11 kilómetros.

El cuartel general carlista, con Carlos VII a la cabeza, estaba en una explanada elevada junto a San Fuentes, en zona de retaguardia. Desde allí veían y controlaban los movimientos liberales.

Al producirse el avance de los republicanos, los carlistas abrieron un fuego muy nutrido desde las casas de Murrieta y las trincheras del reducto de las faldas del Montaño, de San Pedro Abanto y Santa Juliana, y de la trinchera del ferrocarril de Galdamés, causando en pocos momentos numerosas bajas a las tropas asaltantes. El pequeño pueblo de Murrieta, de unas 20 casas, a menos de un kilómetro de San Pedro de Avanto, estaba defendido por el BI-IV/A; ofreció una tenaz resistencia, siendo atacado por el BIL-X de cazadores de las Navas, BIL-IV de cazadores de Barbastro, RI-33 de Sevilla y BI-I/1 de infantería de marina.

Batalla de San Pedro de Abanto o Segunda de Somorrostro 1874. Movimientos el 27 de marzo. Atlas topográfico de la narración militar de la Guerra Carlista.

El Tcol Joaquín Albacete y Fuster mandaba el BI-I/1 de infantería de marina, y llevó el peso del ataque; mandó a los capitanes ponerse al frente de las compañías para dar ejemplo y, al toque de corneta, avanzaron hacia las posiciones carlistas, rebasaron a paso de carga las posiciones y a la bayoneta se apoderaron de algunas casas del barrio bajo. Los carlistas tuvieron que retirarse a las casas altas de Murrieta y proseguir la defensa desde allí.

Batalla de San Pedro de Abanto o Segunda de Somorrostro 1874. Toma de las casas bajas de Murrieta el 27 de marzo por el batallón de infantería de marina carlista. Autor Juan Alamillos.

En los tres días de batalla, el BI-I/1 de infantería de marina pasó de tener 602 efectivos a quedar 230 útiles para el servicio; el propio Albacete resultó herido. Al día siguiente, los restos del batallón, a su paso a la retaguardia, recibieron el homenaje del resto de la división, que a su paso por el puente de Somorrostró le presentó armas; el propio ministro de Marina Topete salió a recibirlos y les fue concedida la Cruz laureada de San Fernando.

El bombardeo de la artillería republicana fue especialmente intenso sobre la loma de San Pedro, en las inmediaciones de la iglesia, convertida en puesto de mando carlista y punto central de la defensa. Los republicanos asentaron una batería de a 12 y a 16 en las carreras para batir San Pedro de Abanto. El templo fue reducido a escombros y las posiciones carlistas no se abandonaron.

Batalla de San Pedro de Abanto (27 de marzo de 1874). Batería republicana de a 12 y a 16 situada en las Carreras para abatir San Pedro de Abanto. Dibujante José Lluís Pellicer, editor Joaquín Pi y Margal, panorama de la Guerra Civil en el Norte.

Primo de Rivera comprendió que era casi imposible seguir adelante cuando recibió la orden de que empujase el ataque de la derecha, porque la izquierda iba adelantada. Las tropas de la DI-1/I de Andía habían ocupado las primeras trincheras del Montaño, débilmente defendidas por los carlistas, ya que estos habían comprendido que lo importante era sostener la cumbre. Cuando Primo de Rivera estaba personalmente avivando la incorporación de algunos rezagados, recibió una bala que le atravesó el pecho. Agravó la situación de las tropas republicanas un contraataque carlista que, bajo las órdenes del brigadier Rada, con 4 compañías del BI-II/N, descendió del pico de las Carreras atacando a la bayoneta y ocupando las casas que había a la salida del pueblo. En estos momentos de mayor intensidad cayó herido levemente el general Loma.

Batalla de San Pedro de Abanto o Segunda de Somorrostro 1874. Ataque a Murrieta por Primo de Rivera, el general es herido y al fondo el general Loma a la derecha también es herido. Panorama de la Guerra Civil.

Al saber la noticia de la herida de Primo de Rivera, acudió personalmente Serrano, quien dispuso un nuevo ataque sobre San Pedro Abanto, partiendo de Murrieta. La resistencia carlista se intensificó, y un batallón navarro que ocupaba los parapetos de Sanfuentes avanzó, colocándose encima del barranco o arroyo que separa San Pedro Abanto de Murrieta, que constituía una formidable línea de defensa barrida por los fuegos de frente, de derecha e izquierda. Los republicanos no pudieron avanzar más allá de Murrieta.

La línea de trincheras y reductos carlistas resistió las brutales acometidas y bombardeos, y aunque los republicanos obtuvieron algunos éxitos locales, no alcanzaron sus objetivos. López de Letona con el CE-I intentó tomar el Montaño, pero sus acometidas fueron rechazadas una y otra vez, y Morales con la DI-2/II se vio obligado a desalojar Las Cortes.

En los 3 días de batalla, los republicanos tuvieron 215 muertos y 2.153 heridos (incluidos Topete, Primo de Rivera, Loma, Torrero y Cortijo, ya que muchos jefes se pusieron al frente de sus tropas). De los heridos, 431 fueron conceptuados como graves y 1.722 leves. Las bajas de los carlistas rondarían los 2.000; basta decir que el BI-III/A de Álava tuvo 300 hombres fuera de combate.

Batalla de San Pedro de Abanto o Segunda de Somorrostro 1874. Prisioneros republicanos presentados a Carlos VII tras la batalla. Fuente el Mundo Ilustrado (Le Monde Ilustré).
Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-12-28. Última modificacion 2025-12-28.
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