Guerras Carlistas Primera Guerra Carlista en Cataluña Llegada de la expedición de Guergué a Cataluña

Situación en el bando carlista

Actuación de las guerrillas carlistas

Durante julio de 1835, la actividad de las partidas se había reducido a las mismas zonas montañosas que las habían cobijado hasta entonces, por lo que la concentración de tropas cristinas en Barcelona, Reus y sus alrededores no tuvo graves consecuencias.

Samsó con sus voluntarios se presentó en Pobla de Lillet (Barcelona) y atacó a un destacamento cristino; su situación fue crítica cuando se presentó una columna de socorro. Samsó se retiró y, como la caballería cristina intentó perseguirle, tuvo que presentar combate en La Quart (Barcelona). El 6 de julio, en las cercanías de San Juan de Oló (Barcelona), se libró otro enfrentamiento.

Enconada fue la lucha que se entabla en Asentiu (Lérida) los días 6 y 7 de julio. Por aquellos días, otro jefe de gran prestigio, Porredón, luchaba en las proximidades del Coll de Jou, en las escabrosidades de la Sierra de Cadí. Antes, en Vilanova de Meyá (Lérida), era Borges el que había peleado con una pequeña partida; lo había hecho en los alrededores de Guisona (Lérida).

En la zona fronteriza de Francia, en Baget, la partida de Massana tuvo un serio choque con la columna del coronel Rimbau; 35 de la partida de Massana se vieron obligados a pasar la frontera, y las fuerzas francesas de vigilancia en la misma los desarmaron y los internaron.

En la provincia de Tarragona se señala la aparición de una partida nueva, que mandaba el cabo de mozos de la escuadra de Riudoms, en las cercanías de Valls, que no tardó en incorporarse a otras fuerzas de mayor importancia. El 10 de julio, fue desde la Sierra de Comavert, en el Puig de Capdells, donde a las cinco y media de la tarde chocan los carlistas con sus enemigos, batiéndose al fin en retirada hasta Vallespinosa, donde la acción terminó con la retirada de aquellos voluntarios.

La partida de Pitxot lucha el 13 de julio en Pla del Panedés (Barcelona), y al fin se retira en dirección a Terrasola y San Pedro de Riudevitllas. El 14 de julio, el gobernador cristino de la Seo de Urgel entró en el territorio de la República de Andorra. En la localidad de Andorra la Vieja, se encontraba con un grupo de carlistas que, ante la acometida enemiga, se defendió. Murió en esta acción Pedro Roca, cayó herido gravemente Pons, quien después falleció de sus heridas, y fue hecho prisionero y conducido a la Seo de Urgel el teniente Juan José Portusach.

A mediados del mes de julio, hubo más combates: Tristany se batió en la Fonollosa (Barcelona), y Francisco Miralles en la Pobla de Segur (Lérida). Ibáñez y Masgoret empeñaron combate en Pasanant (Tarragona) el 19 de julio contra la columna del coronel Niubó. En una acción dura y sostenida, los carlistas iban obteniendo ventajas sobre el enemigo, y este se hallaba ya en situación difícil; la derrota más completa y la destrucción de la columna cristina era ya casi un hecho, pero se dio la alarma, y la columna del comandante general de Tarragona, Colubi, que estaba en Senant en la Sierra de Tallat, emprendió la marcha en socorro de Niubó. También se había de la crítica situación el coronel Francisco Warleta, que se encontraba en Forés (Tarragona). Ambas columnas maniobraron de tal forma que, ante el temor de quedar envueltos por fuerzas muy superiores, los carlistas tuvieron que retirarse.

El 28 de julio, en Tragó de Noguera (Lérida), las fuerzas carlistas mandadas por Borges habían salido en dirección a la provincia de Huesca, pernoctando en Balldellou (Huesca). Para cortarles la retirada, se situó una columna cristina mandada por el capitán Mora, de los francos de Aragón, con una fuerza del BI-I y urbanos de Tamarite de la Litera, Alcampel y Albelda. La acción fue favorable a los carlistas, ya que el capitán Mora fracasó al impedirles su regreso a Cataluña.

En agosto se lucha el 2 en Viladrau (Gerona). El general Llauder, pretextando la autorización recibida de su gobierno para que tomase los baños en Las Escaldas (Andorra), ante el desorden y la anarquía reinantes en Cataluña, abandona su mando y lo confió al desgraciado general Bassa. Acompañado de una escolta de caballería, marchó Llauder a la República vecina, y despidió a su escolta, la cual decidió regresar a Barcelona. Al pasar esta por Tuxent (Lérida), se vio envuelta por una partida carlista, que le tuvo sitiada durante once días en aquel pueblo de la Alta Montaña, entonces fuerte de los cristinos.

Otro combate se libraba en aquellos primeros días de agosto por Borges en Villanueva de Meyá (Lérida). Pero el acontecimiento de mayor envergadura que se señala en esos días en Cataluña fue el ataque a la población fortificada de Torá, que resistió durante 38 horas el ataque carlista, hasta que fue socorrida. Componían su guarnición fuerzas del RI-6 de Saboya, mandadas por el capitán Chamorro, con urbanos de la localidad y guías. Los carlistas, mandados por el comandante general de la Alta Montaña, Samsó, con la ayuda de Tristany, Porredón, Borges y Sobrevías, se presentaron el 8 de agosto a las cinco de la mañana. El combate se generalizó muy pronto, cuando la intimación dirigida al capitán Chamorro para que se rindiera fue rechazada por el jefe cristino. El ataque iba desarrollándose con innegable ventaja para los carlistas, que consiguieron abrir brecha en los muros de la localidad y cortaron el agua para hacer más efectivo el asedio; pero el día 9 a las cinco de la tarde, acudió con su columna el comandante cristino Manuel Sebastián, quien obligó a levantar el sitio y desistir de su empeño a los carlistas. Los cristinos consideraron un gran triunfo el obtenido y encomiaron mucho la actitud de la esposa del capitán Chamorro.

Los cristinos mandados por el comandante Rovira, alias Pep de Po, de los francos de Tarragona, luchaban con los carlistas en Vilabella (Tarragona); en el combate no se dio cuartel a los prisioneros, que fueron asesinados inmedatamente.

El día 10 de agosto, los carlistas entraban por sorpresa en el pueblo fortificado de Olost (Barcelona). El día 12 al amanecer, la columna del Tcol Calvet se dirigió sobre Valcarisas (Barcelona), después de preparar una emboscada para cortar la retirada de la partida carlista, consiguiendo sus propósitos, produciendo numerosas bajas en la partida carlista. El 13 de agosto, entre el río Noguera Pallaresa y el pueblo de Alsamora (Lérida), a las diez de la mañana, la columna mandada por Juan Domenech, jefe político y militar de Talarn, combatió una partida carlista mandada por Borges, quien se encontraba en las estribaciones de la Sierra de Montsech, hacia donde se retiró después de un enfrentamiento con el jefe cristino.

El 15 de agosto, las fuerzas carlistas mandadas por Puig y Caballería se presentaron en Prats de Llusanés (Barcelona), intimidando al comandante militar de la misma, el Tcol Fernández de Villegas, la entrega de la villa y del destacamento. Después de un vivo tiroteo desde las diez de la mañana hasta las cuatro de la tarde, y de haber intentado incendiar la puerta de la Buena, se retiraron los carlistas.

Llegada de la expedición de Guergué

El 8 de agosto de 1835, fue enviada desde Estella la expedición de Guergué, con intención de unificar las fuerzas catalanas. La llegada de Juan Antonio Guergué a Cataluña con 2.500 efectivos se produjo en un momento especialmente propicio para la causa de don Carlos; pues las revueltas liberales de agosto de 1835 se habían saldado con la quema de diversos conventos y el asesinato de numerosos frailes, todo lo cual exaltó la sensibilidad de los partidarios de don Carlos, que corrieron a ponerse bajo sus banderas.

La expedición dejó Estella el 8 de agosto de 1835, pero no entró en tierras catalanas hasta el 9 de setiembre, después de franquear el paso del Noguera Ribagorzana. Las fuerzas cristinas del general Montes, combinadas con las del brigadier Gurrea, seguían los pasos de la división de Guergué, pero no le alcanzaron hasta que este hubiera penetrado en territorio catalán.

La llegada de la expedición navarra a Cataluña había tenido el efecto de levantar la Montaña como un solo hombre, de que la guerra que ya estaba en incremento dio un paso gigantesco que marcaría el comienzo de la epopeya de los carlistas catalanes. Más de 3.000 hombres acudieron hacia la Conca de Tremp, cuando se anunciaban las avanzadas navarras, y no solamente hombres del pueblo, sino también militares, aristócratas y propietarios, que fueron a ofrecerse al que viene de Navarra paseando triunfante la bandera carlista.

Durante el resto del mes vagó por los restos del sistema defensivo de Llauder y el día 22 de agosto se presentó en las cercanías de Solsona, que los cristinos habían dejado a su suerte. Mientras tanto, las partidas carlistas atacaban poblaciones tan grandes y alejadas entre sí como Balaguer, Calaf, Artesa de Segre, Pineda y Malgrat de Mar; al fin ocuparon Torá, uno de los principales baluartes isabelinos, abandonado por la guarnición y los habitantes.

Borges, que está constantemente en la raya de Aragón, se presentó a Guergué como nuncio de los guerrilleros catalanes; el coronel Jacinto Orteu, el 25 de agosto por la noche, horas después que lo ha hecho Borges, se presentó, poniendo a disposición del brigadier navarro 3.000 hombres, procedentes de los antiguos voluntarios realistas; los tenientes Oiza y Palacios, del RI-8 de Zamora, que estaban destacados en Orgañá, desarmaron a los urbanos del pueblo, y juntos con los mozos del mismo y los 33 soldados del destacamento, se presentaron para defender la bandera carlista. Por todas partes cundió el entusiasmo, y Guergué, en aquel momento, estaba lleno de entusiasmo ante el general sentir de la población montañesa.

Patrulla carlista durante la Primera Guerra Carlista. Autor Augusto Ferrer Dalmau.

El capitán general de Aragón, Montes, había entrado en Cataluña por Arén. Cuando avanzaba por el término de Sopeira, se dio cuenta de que en el pequeño lugar de Espluga Freda, en lo alto del puerto inmediato, los carlistas tenían tomadas las posiciones que protegían su retaguardia en su marcha hacia Talarn y Tremp (Lérida). Era el 27 de agosto. Llevaba cuatro días ya en Cataluña la fuerza de Guergué. Este se ha detenido en Tremp para conocer la situación de la guerra y estudiar el plan de su campaña a realizar.

Montes ordenó al brigadier Gurrea que forzase el paso, pero no tuvo el jefe cristino trabajo, porque los carlistas habían proseguido su marcha hacia el interior de la provincia, y habían dejado Tremp, pasando el río Noguera Pallaresa por el puente de dicha población. La retaguardia carlista seguía el movimiento general de la división expedicionaria, y tras ella marchan Montes y Gurrea, ocupando los lugares que los carlistas iban abandonando. Montes se quejó con razón de que los cristinos del ejército de Cataluña no ocuparan posiciones para impedir la marcha de Guergué, que el 27 de agosto cruzó el puente sobre el Noguera Pallaresa, continuando la marcha hacia La Pobla de Segur.

De Pobla de Segur, continuó por el valle de Cabó para llegar hasta Orgañá. Desde esta ciudad, un grupo de expedicionarios descendió por la cuenca del río Segre, llegó hasta Coll de Nargó, y desde allí fue destacado el Tcol Santocildes para ocupar Oliana. Los destacamentos cristinos de Oliana y de Peramola se retiraron a Pons, mientras los destacamentos avanzados carlistas se ubicaban en Tragó y Oliana.

El 29 de agosto, estaba Guergué en Orgañá, mientras que Coll de Nargó lo ocupaba el coronel Torres con los guías de Navarra, y el coronel Orteu, con fuerzas catalanas que acababan de incorporarse. Oliana y Tragó la ocupaba Santocildes. El 31 continúa la retirada, y fueron abandonados Orgañá y Coll de Nargó, como también las avanzadas de Oliana, mientras pasan a ocupar las aldeas de Castells, Tahús y La Guardia, para regresar a la Conca de Tremp. Por aquellos pueblos de la parte alta de la Conca permaneció Guergué hasta que, por Tremp, Talarn y el puente de Montañana, regresó a Aragón el día 5 de septiembre.

Para esta marcha ha fraccionado su división en dos columnas. Una la manda personalmente él mismo. La otra la confió al coronel O’Donnell. El punto de cita ha sido Graus, para el 6 de septiembre. No se conoce el propósito de Guergué para su regreso; tal vez era la pobreza del territorio y escasez de recursos o tal vez porque en la cuenca de Talarn era donde tenía más apoyos; 200 se habían apuntado en la ciudad y 3.000 en la zona.

Solo del corregimiento de Talarn se habían presentado 3.500 hombres, con Orteu. Solo del recinto urbano de Talarn, 200 pidieron alistarse; hay que tener en cuenta que en el censo de 1831, Talarn tenía 787 habitantes; descontando la mitad que eran mujeres y los niños y ancianos, la mayor parte de la población se alistó.

Con esta maniobra había despistado a las unidades carlistas, que no sabían a dónde se dirigían los expedicionarios; les extrañaba el regreso a Aragón de Guergué. Los expedicionarios no pudieron cruzar el río Cinca porque una horrorosa tormenta había formado aluviones torrenciales sobre aquel sector de dicho río y se vio obligada a dirigirse a la parte alta del Pirineo aragonés, desde donde, en la imposibilidad de franquearse el paso hacia Navarra, decidió Guergué volver a Cataluña. El paso por la ruta que conduce directamente a Talarn no era la más favorable, y Guergué, que encontró cerradas las vías estratégicas hacia el Este y el Oeste, tomó rumbo al Norte, y el 9 de septiembre penetraba en Cataluña por Vilaller, habiendo pasado por Montanuy, último pueblo de Huesca. El día 10 estaba en Pont de Suert.

Expedición de Guergué en la provincia de Lérida.

Aunque ni una sola localidad catalana abrió de grado las puertas a la expedición, el ejército cristino del Principado tampoco la atacó de frente. Muy al contrario, el jefe de las tropas gubernamentales, el exrealista Pedro María de Pastors, escribió a Guergué para agradecerle el trato que dispensaba a los prisioneros, a lo que el jefe carlista le contestó con una copia del Convenio Elliot que regía en el Norte.

Por lo demás, las tropas cristinas se vieron sin munición de boca y guerra, de modo que tuvieron que emplear los mismos métodos recaudatorios que las partidas carlistas. Las diversas juntas continuaron con la política de centralización de fondos de época de Llauder, desviaron hacia el ramo militar los arbitrios extraordinarios y se incautaron interinamente de los bienes y rentas de conventos suprimidos. No bastó; a inicios de setiembre de 1835 quedaban 2,3 millones de reales en la tesorería y en octubre, tan solo medio millón.

El día 20 de septiembre, Roset, que con unos 500 hombres se había hecho fuerte en el castillo de Guiméra, se vio obligado a capitular ante las tropas del coronel Niubó, que fusiló in situ al jefe y 33 subordinados. Otros más, hasta un total de 71, fueron ejecutados en diversos puntos del Principado, a fin de dar ejemplo a los levantiscos. Se sucedieron por estos días los éxitos de Tristany, contrapesados por la derrota del Llard de Copons y Masrox en San Quintín a finales de octubre.

Pero lo más significativo de la intensa actividad bélica que pudo observarse hasta finales de año fue la consolidación de las partidas que forman cada vez grupos más numerosos, y el control territorial que los carlistas iban adquiriendo sobre diversos puntos; siendo entonces los cristinos quienes tenían que tratar de desalojarlos de diversas poblaciones.

La expedición de Guergué no buscó tanto barrer las líneas de defensa cristinas como estimular la recluta y colaborar en la vertebración del carlismo catalán. Consiguió lo primero, pero no lo segundo. El rumbo nordeste que la expedición tomó en octubre obedecía a su misión de proteger, una vez más, la entrada del conde de España. Este se encontraba el 12 de octubre en Ceret esperando un destacamento carlista que lo recogió y con cuya escolta pasó la frontera, pero sin motivo aparente se volvió a Francia en compañía de varios cabecillas, siendo apresados de inmediato.

Después del cruce de la frontera, el 18 o 19 de octubre de 1835, una Junta carlista catalana de la que no se sabe casi nada se reunió con Guergué en Navés para convencerle de que aceptara el mando, lo que el jefe navarro tardó una semana en hacer. Desde entonces, la expedición y sus aliados catalanes se desplazaron sin plan por el sur de Cataluña, donde iniciaron un improbable asedio de Valls.

De Navés, pasando por la casa de Vilardeny, siguiendo por Clariana, Santa Susana y San Justo de Ardevol al Santuario de Nuestra Señora de Pinós. El 22 de octubre, por la tarde, llegó a Torá, donde se dispuso a reorganizar las tropas del Principado, donde permaneció cerca de diez días (hasta el 1 de noviembre), organizando los mandos y divisiones. Dejó organizadas las fuerzas catalanas en cinco divisiones con un total de 22.363 infantes y 395 jinetes:

  • La Primera o de los Pirineos Orientales a las órdenes del propio Guergué (cuerpo expedicionario).
  • La Segunda de Gerona, que incluía Mataró y Vich al mando de Ignacio Brujó, se dividía en dos brigadas, a las órdenes de Martín Albert y Patricio Zorrilla.
  • La Tercera o de Lérida, al mando del coronel José Juan de Torres, que había mandado el batallón de Guías de Navarra de la fuerza expedicionaria, y eran jefes de brigada Antonio Borges y Bartolomé Porredón.
  • La Cuarta o de Manresa; el mando lo ostentaba Benito Tristany y los jefes de brigada eran Juan Caballería y Clemente Sobrevías.
  • La Quinta o de Tarragona, al mando del coronel Matías de Vall, y tenía como jefe de la primera brigada José Masgoret, y la segunda brigada interinamente estaba a las órdenes de Manuel Ibáñez.

Guergué se retiró al poco al Pallars, solo para ver que una parte de sus tropas se rebelaba, así que ordenó que la caballería de Torres permaneciera en Cataluña, mientras él y 2.800 hombres se enfilaban para casa el 22 de noviembre de 1835. Las partidas retomaron la táctica de sorpresa y dispersión, rehabilitaron el refugio andorrano y se hicieron fuertes en puntos de difícil acceso, como San Lorenzo de Morúnys o Áger, desde donde lanzaban incursiones que exasperaban a los isabelinos.

Guergué abandonó el principado sin rematar la obra que había comenzado, quedando la situación prácticamente como estaba antes de su fugaz visita. Dejó al mando del ejército a Ignacio Brujó y Guibas.

La división entre los jefes carlistas se aumenta aún más con la salida de Guergué, pues, pese a haber nombrado como sucesor al general Ignacio Brujó, también el coronel Torres se creía legitimado para ocupar el puesto, lo que hizo necesaria la intervención de don Carlos a favor del primero. Mientras tanto, Mina había sido designado nuevo capitán general del Principado en sustitución de Llauder. Siguiendo su costumbre, el 29 de noviembre promulgó un bando durísimo donde declaraba toda la región en estado de sitio y anunciaba que haría pasar por las armas a cuantos colaborasen con los facciosos, cuyos parientes serían confinados y responderían con sus bienes de los daños que pudiesen ocasionar.

Acciones de las partidas catalanas durante la expedición de Guergué

Mientras se producía la expedición de Guergué, en el resto de Cataluña no se ha dejado de combatir. El día 2 de septiembre, las fuerzas mandadas por Roset libraron combate en San Martín de Maldá (Lérida) contra la columna del coronel Niubó. El día 8, se combatía en Juanetas (Gerona). El 14, reunidas las fuerzas que mandaba Ibáñez y Tristany, atacaron y tomaron por asalto la villa de Calaf (Barcelona), después de haber batido a una columna que desde Torá se dirigía en socorro de la población. El 15 de septiembre, Zorrilla, con fuerzas mandadas por Albert, se dirigió hacia la costa de Levante, atacando la guarnición de Pineda (Barcelona), en cuya población entraron. Después, a Tordera, en la que Albert se vio obligado a replegarse ante el enemigo. En un nuevo retroceso, unidas las fuerzas, marcharon a Breda y luego a Arbucias. En todas las localidades desarmaban a los urbanos.

Este conjunto de acciones, la mayor parte ventajosas para los carlistas, fue desnivelado por la derrota que sufrió Roset en Guimerá (Lérida). Roset se vio obligado a encerrarse en el castillo de aquella villa, donde hubo de soportar un sitio bajo el acoso de la columna del coronel Niubó, compuesta de 4 compañías de la Legión Extranjera, 3 del RIL-1, medio escuadrón del RCL-7 de Navarra, la compañía de Guías del corregimiento de Cervera, una compañía de voluntarios francos de Cataluña y urbanos de Puigvert, Castelldans y Arbeca. Los cristinos se apoderaron de la villa de Guimerá, incluso de la iglesia y su torre campanario, inmediata al castillo. Los carlistas extremaron la defensa, habiendo acudido en ayuda de los sitiadores la columna del Tcol Calvet, con artillería, y poco después otra columna, mandada por el coronel comandante de armas de Igualada. Era, en mucho, numéricamente superior esta fuerza a la de los sitiados.

Rechazaron estos la intimación que les dirigió el coronel Niubó, pero habiéndose extremado el ataque y violentamente batido el castillo por la artillería, después de haber agotado todos los recursos, Roset, con 463 hombres de la guarnición, se rindieron a discreción. Roset y 33 más fueron fusilados inmediatamente en Guimerá; 12 lo fueron en Verdú, 22 en Tárrega y 3 en Igualada. Tales eran los procedimientos de los cristinos en Cataluña. Fueron enviados 388 a Lérida, donde se hizo nuevo sorteo; cinco más que fueron pasados por las armas, y los 383 restantes llevados a Tarragona para su deportación a la isla de Cuba. Puede decirse que en realidad la acción de Guimerá fue el primer combate formal empeñado por la Legión Francesa en España, que estaba mandada por el comandante Andrés Ferrari, de nacionalidad italiana, figurando en la misma individuos de todas nacionalidades. La defensa de los carlistas en Guimerá contra fuerzas cristinas que cuadruplicaban a las carlistas duró del 15 al 20 de septiembre.

Olot fue sitiada los meses de septiembre por las fuerzas carlistas, pero el sitio fue levantado por el general cristino Beccar.

Levantamiento del sitio de Olot en septiembre de 1835.Victoria de los liberales a las órdenes del brigadier Beccar.

Siempre incansable en la lucha, el coronel Benito Tristany sorprendía, junto con Manuel Ibáñez, en los alrededores del monte del Montserrat, un convoy de algodón, arroz, vestuario para la tropa y dinero para el ejército. Una escolta de 150 soldados que lo protegía trató en vano de defenderse, porque la acometida carlista fue tal, que más de 100 cadáveres quedaron tendidos en la carretera, mientras el resto huía despavorido, abandonando el convoy a sus agresores. Al día siguiente, 18, Tristany se apoderaba de una fábrica de paños situada cerca de Monistrol de Montserrat, pero no consiguió entrar en el pueblo, que rechazó el ataque. El 19 de septiembre, en los mismos alrededores de Manresa, una columna cristina era batida por Tristany y destruida, quedando en poder de los carlistas 61 prisioneros y 160 fusiles.

El general Pastors, que se encontraba en la Seo de Urgel, recibiendo los restos maltrechos de la columna del comandante Sebastián, vencida por el coronel Torres en Orgañá. Ordenó Pastors un reconocimiento al pueblo de Pla de San Tirso, y el 19 de septiembre, emprendió la marcha a Orgañá. Cuando estaba en el camino y esperaba la cooperación de Gurrea, que debía emprender la marcha desde Gerri, recibió la comunicación de que este jefe cristino tenía orden formal de marchar inmediatamente a Navarra. Pastors quedó en mala posición, porque, habiendo entrado en las hondonadas del Segre, conocidas por el paso del Tres Ponts, se vio obligado, para librarse del flanqueo y amenazas por retaguardia de las fuerzas carlistas catalanas, mandadas por el coronel Samsó, que le estrechaba más y más. Decidió subir a la escarpada Sierra Seca y por Montpol buscar el amparo de Solsona. Pero de todas maneras, constantemente hostigado por las fuerzas de Samsó, para cerrar el paso a toda contingencia, el coronel carlista Porredón se había colocado en Coll de Nargó, por orden de Guergué.

Este había quedado libre de perseguidores; Gurrea marchó a Navarra. Pastors estaba encerrado en Solsona con los maltrechos restos de la columna Sebastián y la de Churruca. No tenía Guergué a su espalda enemigo alguno de consideración, y su vanguardia había sido avanzada por el reconocimiento que el coronel O’Donnell había ejecutado sobre Pons, Torá y Sanahuja. Ante el avance de la expedición Navarra, Sanahuja y Torá fueron abandonadas; no así Pons, que quedó bloqueada, mientras que O’Donnel se situaba en Vilanova de la Aguda, desde donde ejercía la vigilancia sobre las rutas desde Pons a Calaf y a Seo de Urgel, y desde Biosca a Solsona.

En esta primera quincena de octubre se señalan todavía importantes acciones en el resto de Cataluña. Las fuerzas que mandaba Porredón y Orteu continuaban, por orden de Samsó, frente a Solsona. Se levantó el bloqueo el 13 de dicho mes, después de varios ataques infructuosos por la parte del Palacio Episcopal, por la puerta de Travesat y por los Hornos de la Muralla, y se retiraron dichas fuerzas a Oliana.

También, a comienzos del mismo mes, los carlistas que se habían situado en el castillo de Querol, antigua fortaleza de los barones de Cervelló, y que se conservaba en buen estado, se vieron sitiados por los cristinos, extremando su resistencia los defensores. En Querol había no solo una guarnición carlista, sino un hospital, por lo que, entre los que vivían al amparo de sus muros, figuraban muchas mujeres. No habiéndoles socorrido a tiempo, pudieron, en la mañana del 5 de octubre, escapar, sin que se dieran cuenta los sitiadores, descendiendo por una ventana, y así, al entrar por fin los cristinos, no hallaron a nadie.

Unos días más tarde, el 21 de octubre, fuerzas de “peseteros” se presentaron en Querol, y después de sacar 18 acémilas cargadas de muebles, hicieron volar el castillo con cargas de pólvora. Todavía volvería, sin embargo, Querol a figurar entre los sitios ocupados casi constantemente por los carlistas. En la defensa de Querol murió el cura párroco de Montagut, Salvador Lluch.

El 24 de octubre, Tremp fue atacada por fuerzas carlistas, defendiéndola el comandante Domínguez Ortiz, su gobernador. En Gerri de la Sal, ocupada también por los carlistas, una fuerza mandada por el capitán Jopín, de la Legión Francesa, realizó una sorpresa, muriendo en la defensa el comandante de armas carlista de la misma, Emeterio Merli; pero reaccionaron los carlistas, arrojaron a los franceses y destruyeron las fortificaciones. Aquellos mismos días hubo un combate en los alrededores de Figuerola de Orcau y Conques (Lérida) entre las fuerzas carlistas que se habían apoderado de dicho pueblo y la columna de Domínguez Ortiz. Por su parte, Cortasa había establecido el bloqueo de Balaguer, que duró del 8 al 18 de octubre, habiendo sido socorrida por la columna de Niubó, quien, al perseguir a Cortasa, consiguió establecer combate con los carlistas el día 14, en Camarasa (Lérida), con desventaja para los carlistas.

El 10 de octubre, volvieron a presentarse delante de Tremp los carlistas, mandados por Borges, durando el ataque hasta el día 11, pero se retiraron al saber que se aproximaba en socorro de la villa la columna extranjera del coronel Conrad. Las partidas mandadas por Pablo Mañé con Masros atacaban Piera, defendida por los urbanos del pueblo con los de Capellades. También hubo combate con una pequeña partida de carabineros en el pueblo de Caralps (Gerona), y así mismo eran carabineros los que aguantaron otro ataque carlista en el fuerte de Pineda (Barcelona). El 12 de octubre, se luchaba en las alturas de Matagalls, en el monte Montseny (Barcelona). En Caserras (Barcelona) lucharon juntos Puig y Caballería contra el gobernador de Berga, coronel Oliver.

La contienda era incesante, y no siempre ventajosa para las armas de un solo bando. El 16 de octubre, en Molló, las fuerzas de Guergué, ya bastante reducidas, pues desde el Io las habían dividido en tres columnas: una de catalanes, que desplazó hacia el centro del Principado; otra al mando de Tristany, con fuerzas de este y de Tarragona, más el BI-IX de Navarra, fueron a operar al corregimiento de Manresa, con el fin de que la división expedicionaria pasara menos apercibida en su marcha a Baget y Molló. Guergué quería marchar a Navés, para reunirse con la Junta Gubernativa y también para recoger los elementos de su cuerpo expedicionario, muy particularmente la caballería, que iba con Tristany.

El 16 de octubre, se libró un combate en Arbucias (Gerona), entre las fuerzas carlistas mandadas por el Tcol Zorrilla y el jefe cristino Rodríguez Soler. El 22 de octubre hubo un combate en Rialp (Lérida), pero muy importante fue el del 23 de octubre en San Quintín de Mediona (Barcelona), en el que el jefe de peseteros Pep de la Po sorprendió a las partidas de Pitxot, Pablo Mañé y Masrós. Después de un vivo tiroteo, los carlistas se retiraron, quedando prisioneros de los liberales ocho voluntarios, que al día siguiente fueron fusilados. Esta victoria cristina la pudieron obtener los hombres de Pep de la Po porque los carlistas los habían dejado avanzar, creyendo que eran de los suyos. Al día siguiente de esta acción, acudieron a San Quintín de Mediona (Barcelona) las columnas mandadas por los gobernadores de Vich y Manresa. Las rechazaron los carlistas, y los cristinos “sufrieron gran descalabro”.

El gobernador militar de Guisona, coronel Monfar, salió con una fuerza combinada contra los carlistas que estaban en Torá, y al llegar a Vicfred (Lérida) sorprendió al Tcol carlista Jerónimo Jordana, el 24 de octubre. Acudieron refuerzos contra los cristinos, entablándose el combate desde Vicfred hasta Iborra, resultando derrotados completamente los liberales que habían acudido al mando del coronel Niubó, y al replegarse a Guisona, lo hicieron con tal precipitación y desorden que los carlistas consiguieron buen número de prisioneros, entre ellos el coronel Monfar.

El 25 de octubre la columna cristina de Antonio Azpiroz combatía en Pobla de Segur (Lérida). Por la provincia de Barcelona se sembró la alarma en los alrededores de la capital, cuando se supo que una partida había recorrido varios pueblos, entre ellos Esparraguera, Pallejá y San Cugat del Vallés, este situado en las inmediaciones de Barcelona.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-12-03. Última modificacion 2025-12-03.
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