Guerras Carlistas Primera Guerra Carlista en el Maestrazgo Cabrera en la Expedición Real

Cabrera recibe la orden de incorporarse a la expedición

Cabrera apenas se tomó tiempo para descansar. De esta manera, el 23 de mayo puso de nuevo sitio a Gandesa (Tarragona), que resistió tenazmente el bombardeo, destruyendo los defensores la mina que intentaban construir los sitiadores. Además, al cabo de varios días llegó la columna de Nogueras, que venció al ejército carlista y le obligó a abandonar el asedio. Cabrera echó la culpa de la derrota al vino envenenado que les había vendido un comerciante y que acabó afectando a gran parte de sus hombres durante la batalla. Como castigo, el jefe rebelde ordenó que entre cuatro caballos despedazasen al culpable y que sus restos fueran repartidos por los caminos, como así se hizo.

A continuación, el jefe carlista se dirigió hacia el suroeste para procurarse subsistencias y de paso preparar una incursión por la provincia de Cuenca, probablemente con el mismo objetivo. Pero cuando se encontraba en Albarracín (Teruel), recibió una comunicación de don Carlos, quien le informaba de su propósito de cruzar el Ebro, ordenándole que marchara a Cataluña para facilitarle el cruce. Esto obligó al tortosino a suspender la expedición y a buscar los víveres en otra parte, más cerca del mencionado río. Pero cuando el 14 de junio marchaba hacia Samper de Calanda (Teruel), fue sorprendido por una tempestad con granizo, fuerte viento, lluvias torrenciales y relámpagos. En ese momento un rayo mató a su secretario y asustó al caballo de Cabrera, que lanzó al jinete a veinte pasos de distancia. El jefe carlista quedó inconsciente y echando sangre por la boca, por lo que fue conducido a Híjar (Teruel), donde le atendieron los cirujanos del pueblo. Tras dos sangrías recobró el sentido, pero tardó en recuperarse del todo, por lo que al día siguiente hubo que transportarlo en un carro hasta que pudo volver a cabalgar.

Tras este susto, supo a los pocos días de la llegada de la Expedición Real a Cataluña, por lo que envió a dos comisionados para ofrecer su ayuda al Pretendiente, al tiempo que empezaba a hacer acopio de víveres por si la expedición decidía pasar el Ebro. Poco después recibió una orden del ministro carlista de la Guerra indicándole que se situase en la orilla derecha del río y tuviese lanchas preparadas para hacer posible el paso de las fuerzas de don Carlos.

Acción de Cherta y paso del río Ebro

Pero como las autoridades liberales habían ordenado llevar a Tortosa todas las barcas de los alrededores, Cabrera tuvo que ir a San Carlos de la Rápita (Tarragona) para conseguir algunas embarcaciones. Acto seguido, las transportó por tierra, sobre grandes carretones y rodillos, hasta Cherta, donde entraron el 28 de junio.

Su misión era no solo facilitar el paso del Ebro, sino garantizar la seguridad del Rey y de su ejército una vez llegados a la orilla derecha. El general Oráa había tomado también sus precauciones. Así, había mandado que Nogueras, con 5 batallones y 300 caballos, estuviera en Mora de Ebro, y Borso di Carminati, con 6 batallones y 250 jinetes, se situara en Tortosa. Cabrera solo tenía 6 batallones y 2 escuadrones. El 28 de junio, a las seis de la tarde, su ayudante Domingo y Arnáu y el coronel Fernando Medina-Verdes y Cabanas le comunicaban la orden de que al día siguiente el paso del río debía efectuarse. Su primer cuidado fue impedir que Nogueras y Borso di Carminati pudieran reunirse.

El Tcol Pertagaz, con ocho compañías de Tortosa, ocupó los desfiladeros de Armas del Rey, con orden de convertirlos en nuevas Termópilas antes de franquear el paso a Nogueras. Cabrera se encargaría de Borso. Este salió de Tortosa, y cuando se aproximó, Cabrera dejó Cherta, adelantándose al encuentro del enemigo. Para quedar más libre, las lanchas, almadías y víveres para los expedicionarios se llevaron a un molino aceitero, cerca de Cherta. Tomaron posiciones frente a frente las fuerzas de Cabrea y Borso. Este esperaba el ataque de Nogueras contra la retaguardia del jefe tortosino. Cuando se divisó a la otra orilla la llegada de la Expedición Real, comenzaron las hostilidades. Contra una de las principales posiciones dirigió sus batallones el coronel Forcadell, conquistando la ermita, mientras Cabrera avanzaba en el frente de Cherta. La acción tomó desde el primer momento gran intensidad. Borso di Carminati fue replegándose hasta Aldoves, donde los cristinos ofrecieron la mayor resistencia; pero también de allí fueron desalojados, después de empeñada acción, en la que intervinieron fuerzas del batallón de Guías de Navarra que habían pasado en unas barcas con los generales Villarreal, conde de Madeira y el brigadier Príncipe Lichnowski.

Por fin, los carlistas desalojaron de Aldover a los cristinos, y Borso buscó el amparo de los muros de Tortosa. El Tcol Pertagaz estaba encargado de defender los desfiladeros para impedir que Nogueras coadyuvara a la operación de Borso. Pero Nogueras, aunque inició el movimiento, no llegó a realizarlo, puesto que se retiró a Batea (Tarragona). Por mucha que fuera la resolución de Pertagaz y el BI-I de Tortosa, es posible que Nogueras fuera engañado sobre la importancia de la fuerza carlista que se le oponía, pues de otra forma es inexplicable que permaneciera a la expectativa.

Él había procurado excusarse diciendo que «lo escabroso e impracticable de los caminos que, desde Mora por Miravet y Pinell, conducen a Cherta, defendidos como lo estaban por los enemigos, le impidió dirigirse al último punto, y marchó a Gandesa para obrar desde allí según las noticias que adquiriese y órdenes del general en jefe».

Triunfante Cabrera en la victoria alcanzada delante del Rey, embarcó con dirección a Tivenys, donde estaba el cuartel real. Carlos V fue a recibirle en la misma orilla del río, y al darle a besar su mano, Cabrera anunció que la ruta estaba libre. El paso de los expedicionarios duró tres horas, y en la derecha del Ebro descansaron y comieron los voluntarios carlistas haciendo honor a los abundantes ranchos que había preparado Cabrera.

Cabrera procuró al mismo tiempo que la atención de los cristinos se dispersara en distintas direcciones. El brigadier Quílez, con los batallones aragoneses y caballería que traía del Norte, marchó a Aragón para que los voluntarios pudieran ver a sus familiares. El coronel Llagostera se encargó del acopio de víveres para su almacenamiento en Cantavieja. El coronel Tallada marchó con las fuerzas de la División del Turia por la parte de Valencia. También se dieron disposiciones a Miralles para entretener a los enemigos en el Maestrazgo. Cabañero debía asegurar las comunicaciones con Navarra. Solamente el coronel Forcadell, además de Cabrera, se unió a la Expedición Real, lo cual significaba un par de batallones y un escuadrón de refuerzo, descontados los que se habían ido con Quílez.

El 2 de julio salieron los expedicionarios de Cherta, pasando por La Galera, en donde acampó la fuerza expedicionaria para comer, siguiendo hasta Ulldecona, en cuya población pernoctó. Allí fue nombrado el general Cabrera comandante general de Aragón, Valencia y Murcia, y Carlos V dio el decreto ordenando que en su real nombre se dieran las gracias a la junta gubernativa de Cataluña.

Lancero valenciano del Maestrazgo. Autor Augusto Ferrer Dalmau.

Separación de Cabrera de la Expedición Real

Cabrera se incorporó a la Expedición Real hasta la retirada de Madrid el 12 de septiembre, cuando decidió separarse de la expedición y marchar a Guadalajara con el BI-II de Tortosa. Una vez allí, tomó la población, desarmó a la milicia y obligó a la guarnición a refugiarse en los fuertes, aunque tuvo que retirarse enseguida, al dirigirse hacia allí una columna enemiga.

A continuación se dirigió a Chiloeches (Guadalajara), donde se incorporó de nuevo a la Expedición Real. Pero tras la batalla de Aranzueque (Guadalajara) el 19 de septiembre de 1837, los expedicionarios fueron derrotados por Espartero, por lo que Cabrera se separó de la Expedición Real el 20 de septiembre para tomar el camino de Cuenca. Entonces supo que Sanz, perseguido por Oráa, se hallaba en graves dificultades, lo que le impulsó a acudir en su auxilio. Pero sus tropas estaban hambrientas y cansadas; Cabrera cometió el error de destacar casi toda la caballería con Forcadell, dejando a la infantería sin protección en un terreno que no era seguro contra los ataques de los jinetes enemigos. Intentó defenderse en Arcos de la Cantera; para ello desplegó lo mejor de sus fuerzas: las 8 compañías de cazadores del RI de Tortosa. La descarga cerrada no bastó para detener a los jinetes cristinos, que cayeron sobre ellas antes de que pudieran formar en cuadro. Indefensas tuvieron que rendirse.

La caballería cristina, liderada por el brigadier Amor, jefe de la caballería, que realizó una carga con escuadrones del RC-1 del Rey, del RC-2 de la Reina y RCL-6 Cataluña (Calatrava), demostró un valor excepcional en la acción.

A consecuencia de ello cayeron prisioneros de los cristinos 896 hombres de las compañías mejor equipadas de Aragón, lo que llevó al caudillo carlista, enfurecido, a abrir sumario a varios oficiales. Posteriormente, trató de canjear a los prisioneros, pero no se puso de acuerdo con Oráa sobre las condiciones del intercambio, por lo que al final no se llevó a cabo.

El 28 de septiembre, Cabrera llegó a Cantavieja con los restos de su ejército, marchando después a Torrevelilla (Teruel), donde Llagostera se hallaba en dificultades. El Tigre del Maestrazgo puso de nuevo sitio a la población y ordenó abrir fuego con la artillería, lo que llevó a la guarnición a emprender la huida por la noche. De esta manera, los carlistas se apoderaron del pueblo, capturando 14 prisioneros, 70 fusiles, municiones y grandes depósitos de alimentos. Además, desde entonces (y durante más de dos años), Cabrera asumió el mando efectivo de la división de Tortosa, la mejor de su ejército, dejando en un segundo plano a Llagostera, que era el comandante de dicha unidad.

General carlista Ramón Cabrera el Tigre del Maestrazgo. Autor Augusto Ferrer Dalmau.

Operaciones de Cabrera a finales de 1837

Ataque a Amposta

Cabrera, una vez tomada Torrevelilla, marchó desde allí a Castellserás (Tarragona), de donde regresó a Belmonte (Teruel); siguió luego por Cretas, en la misma provincia, para entrar luego en la de Tarragona por Bot; pasa por Cherta y se situó en Roquetas y en el arrabal de Jesús de Tortosa. Su propósito era atacar la posición de Amposta. El 10 de octubre estaba ante la ciudad. Una vez reconocida la población, confió el mando de las tropas sitiadoras al coronel Solá. El gobernador de Tortosa, José Trillo, quien había hecho reforzar la guarnición de Amposta, llamó en auxilio de la población al brigadier Pedro Aznar, que operaba por la parte de Tarragona.

Acudió Aznar, quien, después de pasar el río Ebro, atacó a los carlistas, obligándolos a levantar el sitio el día 15 de octubre. Hubo una lucha encarnizada, en la que estuvo a punto de perderse parte de la artillería sitiadora, pero al fin se salvó. Solá marchó entonces a Ulldecona, donde pasó la noche, y siguió a Chert el día 16. También fue el 16 la fecha de la sorpresa de Cabañero a la partida del ex-carlista Boné. Este había invitado al alférez de caballería Pedro Pérez a que se pasara con sus fuerzas a los cristinos. Pérez, de acuerdo con Cabañero, simuló que aceptaba, conviniendo que se encontrarían en la masía de Torremocha o en la ermita de la Virgen del Camino, situadas cerca de Camarillas.

La noche fijada, que era la del 16 de octubre, Cabañero, quien había simulado una marcha de Cirujeda a Castell de Cabras, marchó sobre Camarillas (Teruel), destacó al comandante Luengo para que ocupara la ermita, y personalmente se dirigió a Torremocha (Teruel). La sorpresa fue tal que, si bien Boné, herido, y dos de sus hombres lograron escapar, no se salvó el resto de la partida: tuvo 12 muertos y 78 prisioneros. Por tratarse de desertores de las filas carlistas, 75 fueron fusilados. Entre los documentos abandonados por Boné estaba la orden de Oráa al gobernador de Alcañiz de apoderarse del depósito de prisioneros que tenían los carlistas.

Acciones de Catí y Villar de Canes (24 y 25 de octubre de 1837)

La insistencia del Gobierno y el deseo que tenía Oráa de apoderarse de Cantavieja le indujeron a emprender su conquista. Intensificó sus preparativos con gran cuidado, prestando atención a los más pequeños detalles y haciendo acopio de la artillería necesaria. Cuando Cabrera comprendió que Oráa iba a emprender su operación, destacó al brigadier Moreno, con dos batallones, a Arés del Maestre (Castellón), y al coronel Tallada, con la brigada del Turia, a Benasal (Castellón). El BI-IV y el BI-V de Valencia se situaron en Catí (Castellón).

Cabrera, el 20 de octubre, marchó, con el BI-I de Mora y el BI-I y el BI-II de Tortosa, a Benasal, de donde continuó a Albocácer (Castellón). Oráa ordenó a Borso di Carminati que hiciera un movimiento sobre Arés; pero el general italiano no prosiguió su marcha, pues retrocedió antes de llegar a Albocácer, por lo que Cabrera le hostigó hasta Villafamés, donde se guareció Borso, mientras que los tres batallones de Cabrera acampaban junto a la población.

Cabrera mandó entonces a su ayudante Pons para que llevara la caballería de lanceros de Tortosa a San Mateo (Castellón). Oráa emprendió la marcha, desde Vinaroz, el 24 de octubre, en dirección a San Mateo. La caballería carlista se retiró a Chert, donde la esperaba Cabrera con sus batallones, y el brigadier Forcadell, con el BI-I y el BI-II de Valencia. Tallada, con los dos batallones del Turia, avanzó para cubrir el camino de Benasal.

Oráa, quien había recibido como refuerzo la división de Borso, marchó a Catí. Cabrera había creído que Borso y Oráa pasarían por cerca de Chert, pero no fue así. En Catí estaban los dos batallones valencianos con el coronel Barreda; al llegar las tropas cristinas, se trabó un combate, que obligó a Oráa a replegarse a Villar de Cañas.

Esta acción tuvo lugar el 25 de octubre. Al día siguiente se libró un segundo combate, en que intervinieron los batallones que mandaban Forcadell, Tallada y Barrera, a las órdenes de Cabrera. Oráa, si bien pudo salvar el convoy, tuvo que replegarse sobre Villar de Cañés por Torre de Embesora hasta Adzaneta (Castellón), sin conseguir llegar a Morella, ni mucho menos presentarse ante Cantavieja.

Operaciones de Cabrera y Tallada

Cabrera, dejando sus tropas en Villar de Canés (Castellón), pasó a Benasal el 29 de octubre; el día 30 tenía reunidos en Onda (Castellón) los batallones de Mora, Tortosa y Valencia, así como la caballería; inmediatamente marchó a Nules (Castellón) y se presenta en las inmediaciones de Valencia. El vecindario liberal de la calle de Murviedro, a la vista de las avanzadas carlistas, abandonó sus casas y se refugió en el barrio de Cuarte; era el 3 de noviembre, cuando Cabrera acababa de ocupar Moncada y Burjasot (Valencia). De allí marchó el 4, ocupando Manises y Paterna; el 5 estaba en Cuart de Poblet, Mislata (Valencia) y Benferri (Alicante); luego se retiró a Puzol y dio orden a Tallada de recorrer el mediodía de la provincia. Cabrera retrocedió hasta Sagunto, y por Almenara, Nules y Villarreal de la Plana llegaba el 10 de noviembre a Onda.

Mientras tanto, el coronel Tallada emprendía su expedición, pasando por Chiva, Godelleta, Turís y Montserrat, para llegar el mismo 6 de noviembre a Antella (Valencia), a orillas del Júcar; cruzó este río y entró en Játiva (Valencia) el día 7; llegó el 9 a Onteniente, Bocairente y, pasando a la provincia de Alicante, a Cocentaina, donde pernoctó. El 10, siguió por Bocairente (Valencia) y Bañeres (Alicante); el 11, llegó a Cañada (Alicante), y el 12 llega a Fuente la Higuera (Valencia); de allí pasó a Almansa (Albacete), y por la provincia de Albacete atravesó el río Júcar; marchó a la de Cuenca, siguiendo por Puebla del Salvador y Enguídanos (Cuenca), y de allí se dirigió a Chelva (Valencia), adonde llega el 16 de noviembre.

Ataque y acción de Lucena

Cabrera se presentó ante los muros de Lucena del Cid (Castellón) el 14 de noviembre; el sitio duró cinco días; acudió en socorro de los sitiados la columna de Oráa. El combate trabado en Lucena fue encarnizado; los cristinos lo dieron como una gran victoria. Cabrera, sin embargo, pudo replegarse, por Adzaneta y Benasal, a San Mateo, sin grave quebranto, el día 18. Otros combates hubo el 15 de noviembre en el valle de Almonacid (Castellón) entre los carlistas de Vizcarro y la columna de Don Luis Lemni.

El 19 de noviembre, también combatió Peinado contra los liberales en Camporrobles (Valencia). Por aquellos días entraba la brigada castellana, mandada por el Tcol Delgado, compuesta del BI-II de Burgos y el BI-I de Valladolid; pasaron por Sisamón, Campillo de Aragón y Abanto, de la provincia de Zaragoza, y luego por Ojos Negros, Argente, Utrillas y Villarluengo, todos de la provincia de Teruel, terminando esta marcha el 14 de noviembre.

Más tarde, una partida castellana, procedente de la provincia de Soria, entró en la provincia de Zaragoza, recorriendo Godojos y Munébrega; combatió el 21 de noviembre en Nuévalos. El día 18, se libró otro combate en Alloza. Cabrera, por su parte, después de su retirada de Lucena del Cid (Castellón), marchó de San Mateo (Castellón) a Cherta (Castellón), y de allí a Mirambel (Teruel).

Acciones del mes de diciembre de 1837

En el mes de diciembre, Cabrera diseminó sus fuerzas por la parte de la provincia de Zaragoza y la hizo recorrer los pueblos ribereños de los ríos Huerva y Jalón, consiguiendo abundantes recursos. Después de estas incursiones se señala un combate en Alloza, el 25 de diciembre, y en Catí el mismo día; de todos, el más importante fue el del Tcol Erruz, que mandaba el recién formado BI-VIII de Aragón; el cual, yendo de Mora de Rubielos a Alcoriza, fue alcanzado por fuerzas cristinas mandadas por Oráa; el jefe carlista perdió 20 muertos, 72 prisioneros y todo el convoy.

El 26 de diciembre, se señala también un combate librado por Barreda en Almenara (Castellón). En una correría emprendida por Cabrera el 18 de diciembre por Huesa (Teruel), Herrera (Zaragoza) y la Puebla de Albortón (Zaragoza), avanzó hasta la Cartuja, donde se tiroteó con los puestos de protección de Zaragoza. Cabrera se estableció el 20 de diciembre en El Burgo de Ebro, por lo que Zaragoza se preparó a la resistencia.

El 21 de diciembre, por Fuentes de Ebro, se retiró a Quinto y la provincia de Teruel. El 28 hubo otro encuentro en Valdealgorfa (Teruel).

Es digna de señalarse la correspondencia que en este mes se cruzó entre Cabrera y el gobernador cristino de Morella, Bruno Portillo y Velasco, quien, ante el bloqueo de la plaza, dispuso la expulsión de las familias carlistas que en ella residían.

Un hecho tristísimo enconó en 1838 la guerra de represalias: fue el acto cometido a finales de diciembre por las partidas cristinas mandadas por Truquet y Pujadas, quienes, en la sorpresa de Chelva, incendiaron el convento de franciscanos, donde estaba el hospital carlista, y asesinaron a los allí asistidos que habían podido librarse de las llamas.

La pequeña marina, confiada al padrastro de Cabrera, Felipe Caldero, y que contaba con tres lanchas tripuladas y artilladas, atacó a 13 buques mercantes en el puerto de los Alfaques (Tarragona) y se apoderó de tres, cargados de víveres.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-12-05. Última modificacion 2025-12-05.
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