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Levantamiento carlista en el Maestrazgo

El Real Decreto de desarme de los voluntarios realistas de 25 de octubre de 1833 se fue comunicando a los comandantes del Maestrazgo a mediados de noviembre. En muchos pueblos esta disposición fue incumplida, circulándose órdenes para que todos los realistas se reunieran en puntos determinados, señalándose Morella como el principal punto de reunión de los realistas del Reino de Valencia.

El 28 de octubre, el coronel Manuel Carnicer Griñón, que se hallaba en situación de ilimitado, pero que había sido Tcol en la Guardia Real, dio el grito a favor de Carlos V en Alcañíz, junto a los habitantes del pueblo, iniciando la sublevación realista.

El día 6 de noviembre, llegó a Morella Rafael Ramdeviu y Pueyo, barón de Hervés y conde de Samitier, que había salido de Valencia tras la muerte de Fernando VII para evitar ser víctima de los atropellos contra los realistas que se produjeron en la capital del Turia, ciudad de la que había sido alcalde-corregidor. Llegaba acompañado de varios cientos de voluntarios que se le habían ido incorporando en su tránsito. A su graduación militar en el Ejército, unía ser muy conocido en el país por los cargos políticos ocupados y por estar su baronía radicada en el pueblo de Hervés, a pocos kilómetros de Morella.

El barón de Hervés transmitió la disposición de los voluntarios realistas de Villarreal, Peñíscola y otras poblaciones que había atravesado, así como los progresos en las provincias del Norte y la precaria situación en que se encontraría la reina regente, obligada por los liberales a obrar prácticamente en contra de su voluntad. Con ello se encendieron los ánimos de los carlistas de la plaza, cuyo gobernador militar, el coronel Carlos Victoria, proclamó a Carlos V el 13 de noviembre.

Para administrar el poder conquistado, al día siguiente se constituyó una Junta de Gobierno. El barón de Hervés recibió el nombramiento de comandante general de la Corona de Aragón, enviando un llamamiento a todos los comandantes realistas de San Mateo, Benasal y demás pueblos del Maestrazgo, del distrito de Castellón de la Plana e inmediaciones, sin olvidar al coronel Carnicer, que no había temido precederle en tan arriesgada empresa.

El cuerpo de voluntarios realistas de los partidos de Castellón constaba de 13 batallones y un escuadrón de caballería con sede en Villarreal. Los batallones se ubicaban en Castellón de la Plana, Villarreal, Vall de Uxó, Peñíscola, Torreblanca, Onda, Morella, Benasal, Vall de Almonacid, Segorbe, Jérica, Villar del Arzobispo y Liria. Todos estos efectivos pertenecían a la segunda brigada de la Subinspección de voluntarios realistas de Valencia y Murcia.

Al saberse el levantamiento de Morella, de todas partes llegaban voluntarios para inscribirse en las filas carlistas. Voluntarios realistas, algunos miembros del Ejército, incluido Manuel Carnicer con su gente, antiguos combatientes del trienio liberal, simples campesinos y un número importante de jóvenes concurrieron a la plaza, pululando por las calles de Morella.

El grito a favor del pretendiente resonó en todos los ángulos de la provincia, echándose al monte distintas partidas. En las comarcas limítrofes del Bajo Aragón y de la Tierra Baja, se registraron movimientos similares, de modo que el 20 de noviembre contaba Morella sobre 3.000 hombres armados.

Los capitanes generales tanto de Aragón como de Valencia, alarmados por el carácter que tomaba el levantamiento, enviaron tropas para sofocar la sublevación en los pueblos del Maestrazgo y rendir la plaza de Morella.

El general Horé, gobernador militar y político de Castellón, se plantó ante Morella con artillería, ante lo que los jefes carlistas consideraron que era mejor salir al encuentro del adversario, aprovechando su superioridad numérica. Los reclutas carlistas no pudieron, sin embargo, resistir el empuje de las tropas cristinas y se replegaron con gran desorden, corriendo unos hacia la ciudad y dispersándose otros por los montes.

En vista de la situación, el coronel Victoria y el barón de Hervés decidieron la evacuación de la ciudad la noche del 7 al 8 de diciembre, sin que los liberales se percataran de ello.

En la plaza quedaron 300 hombres de guarnición, integrados en tres compañías mandadas respectivamente por Cosme Covarsí, Manuel Vallés y el comandante retirado José Marcoval, el jefe más importante que quedaba en tierras valencianas.

Alistamiento de Ramón Cabrera en el ejército carlista

Entre los que llegaron a Morella se encontraba un joven seminarista de Tortosa llamado Ramón Cabrera, que días antes había recibido del gobernador militar de su ciudad la orden de destierro, con otros 70 vecinos considerados peligrosos por las nuevas autoridades.

Ramón Cabrera había nacido el 27 de diciembre de 1806, y era hijo de un marino mercante de nombre José Cabrera y de su joven esposa María Griñó. Al ser su ciudad natal invadida por los franceses, la familia se había trasladado a Vinaróz, donde poco después fallecería el padre cuando solo tenía tres años. La joven viuda regresó a Tortosa, donde no mucho tiempo después contraería matrimonio en 1816 con otro marino mercante, de nombre Felipe Calderó.

El carácter travieso e inquieto del joven Ramón llevó a sus padres a mandarlo como interno al convento de trinitarios de Tortosa. Pero el rechazo a ser ordenado se debía también a que no conseguía aprobar la gramática latina. Por ello, su madre le puso en 1828 un profesor particular, aunque tampoco entonces hizo nada de provecho.

Cabrera no tenía aún ideas políticas claras, pero no se alistó en la milicia de la ciudad cuando lo hicieron sus compañeros más cercanos, provocándole una cierta enemistad a la par de una persecución hacia su persona. Probablemente, más por presión de sus círculos más allegados que por orientación personal, comenzó a asistir con mayor frecuencia a numerosas reuniones de estudiantes, donde en ellas, aparte de jugar a los bolos, se dedicaban a proporcionar reclutas a la vez que recursos para la causa carlista.

Cabe resaltar una idea clave: la unión de Cabrera al bando carlista se debe más a situaciones externas que por compartir ideales con la causa, por así decirlo. Un gran número de personas consideraban su actitud como peligrosa, ya que consideraban que un clérigo pendenciero era un elemento que podía distorsionar a la sociedad, además de traer malas consecuencias. Esto llegó a oídos de las autoridades, que el 12 de noviembre le ordenaron, junto con otros sospechosos, abandonar la ciudad para marchar a Barcelona, siendo el general Bretón el encargado de efectuar el traslado.

Ramón Cabrera en sus primeros años como militar.

Tras este acontecimiento, fue cuando Cabrera decidió unirse a los carlistas, porque se vio en una situación comprometida. En primer lugar, fue separado por el obispo Sáez de su promoción eclesiástica por su conducta no ejemplar. En segundo lugar, la renta de Ramón no era muy elevada; por lo tanto, debía buscar algún medio de vida que le permitiera subsistir y no pasar ciertos apuros.

Otro motivo no menos desdeñable fue que, al verse alejado de su Tortosa natal, tomó la importante decisión de no llegar a Barcelona, ciudad donde había sido condenado al exilio, abandonando el convoy en el que se encontraba y se dirigió a la ciudad donde se encontraba uno de los principales focos carlistas, la localidad valenciana de Morella. Este viaje no lo realizó solo, puesto que dos amigos, uno de ellos Magín Solá y el cocinero del convento de San Blas, decidieron acompañarle en esta arriesgada aventura.

Sea como fuere, llegó a Morella con sus dos acompañantes, montados en mulos. Una vez allí se alistó en las filas carlistas, siendo destinado al batallón de Vinarós, mandado por Cosme Covarsí, como soldado raso.

Ramón Cabrera en sus inicios conocido como el Estudiante de Tortosa.
Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-12-04. Última modificacion 2025-12-04.
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