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Operaciones en Asturias en 1834
En Asturias, las partidas que se levantaron eran de poca importancia, recorrían los montes asturianos, y de vez en cuando cruzaban los límites del Principado, unas veces a Galicia, otras a León y otras a Castilla. La partida más importante en mucho tiempo fue la del capitán de caballería Francisco Suarez Baiña, que tuvo en jaque toda la temporada a los cristinos. Otro jefe de partida era Bernardo Sánchez, teniente de voluntarios realistas de Mieres.
El 9 de marzo, José Villanueva levantó una partida de 130 hombres en el concejo de Langreo. Los carlistas que mandaban Suárez Baiña y Sánchez sostuvieron un combate en Blimea, de la parroquia de San Martín del Rey Aurelio, el 12 de abril. Antes, el 21 de marzo, reunidos Suárez Baiña y Villanueva en Pelugano (Oviedo), combatieron contra la columna que mandaba el Tcol Ángel Carrillo.
Cuando la expedición de Arroyo a la montaña de Santander, elementos carlistas que le seguían penetraron, aunque por pocos días, en el Principado de Asturias. El golpe más atrevido fue el protagonizado por Suárez Baiña en Pola de Laviana, donde rescató a los presos carlistas que estaban en la cárcel. En ese mismo mes se levantó en Ibias una partida carlista, por lo que acudieron contra ella, además de los cristinos asturianos, soldados de Galicia. Sin embargo, no se incrementaba a pesar de los carlistas asturianos.
Francisco Suárez Baiña murió en combate en los montes de Morcín, siendo una gran pérdida para la causa carlista. El 11 de agosto, entraban victoriosos en Sama de Langreo y poco después combatían en Conforcos (León).
Tan precaria era la situación de las partidas asturianas, que Zumalacárregui dispuso la preparación de una fuerza expedicionaria para ir a Asturias, ya que los informes que enviaban el coronel Arroyo y el capitán Flórez Sierra hacían presagiar que en Asturias cundiría el levantamiento cuando tomara otro carácter la guerra.
Para ultimar detalles, Zumalacárregui delegó en el brigadier Eraso, aun conociendo el mal éxito de las expediciones de Sanz y Cuevillas. Se pensó confiar la expedición al coronel Arroyo y debían componer la expedición dos batallones alaveses (BI-III y BI-IV), que formarían una brigada a las órdenes del coronel Soplena. A ellos debía sumarse el BI-VII de Vizcaya, y con asturianos y santanderinos formarían un batallón cántabro a las órdenes del capitán Flores Sierra. Arroyo recibió el nombramiento de comandante general interino del Ejército de Asturias y Santander, y se le dieron las oportunas instrucciones. Pero la expedición no llegó a salir y solo en enero de 1835 emprendió la marcha una pequeña fuerza santanderina y asturiana a las órdenes del coronel Arroyo y de Flores Sierra.
Operaciones en Asturias en 1835
La fuerza del coronel Arroyo en realidad solo contaba con los 200 voluntarios de Santander bajo órdenes del capitán Flores Sierra y el coronel Arroyo como comandante general del Ejército Real de Asturias y Santander.
El 21 de enero, la pequeña fuerza expedicionaria se internó desde la provincia de Vizcaya en dirección a la de Santander, marchando hacia Trasmiera, y siguiendo luego por el valle de Carriedo, el de Toranzo, San Felices de Buelna y, por último, a Corbera, donde el 29 de enero, hubo, al atardecer, un vivo tiroteo con una columna carlista, mientras que otro núcleo de mayor importancia había penetrado en Asturias, y de allí pasó a la provincia de Palencia, uniéndose al coronel Arroyo las fuerzas mandadas por el coronel Villalobos, procedente del territorio asturiano, de donde la columna del brigadier Pardo le había obligado a penetrar en Castilla.
La unión se pudo hacer a pesar de que intentaron impedirlo varias columnas, tales como las de los brigadieres Barrionuevo e Iriarte, y de los coroneles Abuin y Hoyos. Un combate de escasa importancia se libró el día 1 de febrero en Riopanero (Santander), en la comarca de Valderredible. En los días siguientes, se señalaban combates en Valdorros (Burgos), de fuerzas destacadas del general Merino, contra las cristinas mandadas por Aguirre; en la población de Arroyo (Palencia), contra otras destacadas de Villalobos y también con fuerzas del mismo coronel en Villamayor del Monte. Los carlistas asturianos habían invadido la parte costera del valle de Comillas entrando en Lamadrid (Santander); luchaban en Unquera, en la misma provincia, al límite de Asturias, y se replegaron a Molledo (Asturias). También se combatía en Villafruela (Burgos) contra la partida mandada por el cabecilla conocido por don Alejandro, el 17 de febrero.
Reunidos los coroneles Villalobos, Arroyo y el Pasiego, se presentaron el 18 de febrero en la importante villa de Saldaña (Palencia), entrando en la misma y apoderándose de los fusiles de los urbanos, que ascendían a 170, un cañón, 10.000 cartuchos y una arroba de pólvora suelta. El golpe era serio para los cristinos, porque desmentían las afirmaciones liberales que constantemente anunciaban la dispersión de las fuerzas carlistas mandadas por ambos jefes, hasta el extremo de considerar que había llegado a extinguirse la de Villalobos.
Se movilizaron entonces contra los carlistas todas las fuerzas que estaban en la posibilidad de converger contra los carlistas, tales como las columnas de Morán, Tello, que entregó su mando al coronel Losada y a Barrionuevo. Este último brigadier marchó contra los carlistas en retirada, consiguiendo entablar combate con los mismos en el pueblo de Guardo (Palencia), acción que terminó el mismo día 19 de febrero por la noche, con la retirada de los carlistas, que dejaron abandonado el cañón pedrero cogido por ellos en Saldaña y que, dada la clase de guerra que se hacía, no les servía para nada.
Otra de las columnas que operaban contra dichos jefes, mandada por el coronel cristino Losada, tuvo un combate con las fuerzas carlistas a las órdenes de Epifanio Carrión, cerca de Cornoncillo (Palencia), el día 26. El mismo día en Sotillo de la Ribera (Burgos), un destacamento de urbanos de La Horra, junto con el alcalde y varios vecinos de Soncillo, mataron en un tiroteo a Jacinto Mero, vecino de La Horra, que formaba parte de una pequeña partida carlista. También en esta misma fecha, el coronel cristino Azpiróz combatía con otra pequeña partida de Vizcaínos (Burgos); en los límites de Vizcaya se señalaba una acción contra el fuerte de Mercadillo de Mena, tiroteados por fuerzas carlistas vizcaínas. Al día siguiente volvieron a hostigar dicha posición cristina, defendida por fuerzas del RI provincial del Laredo y urbanos de la localidad, retirándose los carlistas sin quebranto por ambas partes.
Otros combates librados por aquellos días fueron la acción de Artieta (Burgos) y la de Hontoria del Pinar (Burgos), ambas el 27 de febrero. De regreso a Vizcaya, las fuerzas expedicionarias del coronel Arroyo invadieron el valle de Guriezo (Santander), sorprendiendo a las fuerzas cristinas. Fue hecho prisionero por los carlistas el comandante de los urbanos de dicho valle, Ángel González Gil, y se le fusiló en represalia de los fusilamientos llevados a cabo por los cristinos con los prisioneros carlistas. A la acción de Guriezo el 26, siguió la de Almpuero, el 28 de febrero. Regresado el coronel Arroyo a Vizcaya, volvió el coronel Villalobos al teatro de sus operaciones, que eran la vertiente sur de la montaña de Santander y el norte de la provincia de Palencia.
Cuando se aproximó la expedición al límite de Asturias y Santander, languidecía notablemente la guerra en Asturias, y la llegada de los expedicionarios debía ser un aliento para los carlistas a empuñar las armas o a no abandonarlas. Al saber las autoridades cristinas de Asturias que una fuerte concentración carlista había ocupado el 26 de enero el valle de Cabuerniga (Santander), se prepararon elementos que impidieran el paso de las fuerzas carlistas a Asturias. El comandante de armas de Llanes, Fernando Posada, solicitó al comandante general de Asturias que le enviaran refuerzos. Lo que hizo este, disponiendo que salieran de Oviedo una compañía de carabineros y la sección móvil de urbanos de infantería, que se dirigieron a Colombres (Oviedo), donde debía establecerse la resistencia y rechazar a los carlistas si se aventuraban a adentrarse por el territorio asturiano.
Se solicitaba al mismo tiempo que cooperara el comandante militar de León, mandando fuerzas al municipio de Cabrades (Oviedo), para ver de envolver en su retaguardia los voluntarios carlistas, si estos conseguían entrar en Asturias. También cooperó a la formación de la línea de Colombres, el comandante de armas del valle de Rivadedeva, Ramón Noriega, y el alcalde del mismo, Rafael de Hoyos. Sí es verdad que la línea de Colombres podía parecer un obstáculo para los carlistas; también es cierto que una de las fuerzas expedicionarias pudiera entrar en Asturias y llegar a lnfiesto el 31 de enero. Operó contra esta fuerza, la columna del brigadier cristino Pardo, lo que obligó a los carlistas expedicionarios a marchar a la provincia de Palencia, donde se unieron a la fuerza del coronel Villalobos, con la que actuaron hasta regresar a Vizcaya a comienzos de marzo.
En la frontera occidental de Asturitas también tenían los cristinos sus correspondientes zozobras, pues con frecuencia las partidas carlistas gallegas salvaban los límites de las mismas, siendo los principales jefes gallegos que recorrían la parte occidental de Asturias; a la par que la oriental de la provincia de Orense y Lugo, Soto, conocido por el Monteriro; el conocido por Pena y Álvarez Fernández, que se hizo famoso por su apodo el Señorito de Bullán.
La invasión del valle de Comillas (Santander) el 8 de febrero fue realizada por fuerzas carlistas asturianas, unidas a elementos destacados de la expedición del coronel Arroyo.
No acababa de prender, con toda la intensidad que esperaban los carlistas en la provincia de Oviedo, la guerra civil, que tenía cada vez más incremento en Galicia. Los esfuerzos hasta entonces realizados por Villanueva eran vanos, y muchas veces debía buscar el refugio en las provincias gallegas que le permitieran reposar de la persecución de que era objeto, tanto él como sus hombres. Y los pocos combates que se realizaban de alguna importancia no eran más que luchas en la frontera asturiana con Lugo, tratando de cortar las invasiones de las partidas gallegas que buscaban recluta.
No puede darse ni el nombre de escaramuza a la reyerta que tuvieron unos guardias nacionales con dos carlistas que llevaban preso al teniente cristino Juan Losas. El hecho ocurrió en la aldea de Castro, liberando al prisionero el alcalde mayor de Grandas de Salime; al frente de los nacionales de su pueblo y otros vecinos, el 9 de agosto.
Mayor importancia tuvo el combate que en el pueblo de Tablado, del partido de Ibias, sostuvo la fuerza que mandaba el guerrillero Burón contra la del capitán Barqueros. Burón procedía de Fornelas (Lugo), e intentaba hacer una pequeña expedición en territorio asturiano. El combate fue bastante vivo y, según los cristinos, el carlista se vio obligado a replegarse a Galicia, aunque no puede afirmarse la exactitud de la información cristina, cuando parece que Burón recorrió durante unos días, después del combate del primero de septiembre, la provincia asturiana.
El mismo capitán Barqueros, pocos días después del combate contra los carlistas de Burón y los mandados por Soto, Álvarez y Fernández, debió luchar de nuevo en un encuentro, que al parecer resultó ser el más animado de aquellos tiempos en Asturias. Tuvo efecto en el mismo pueblo de Tablado, a primeros del mes de septiembre, y esta vez eran los que intentaban penetrar en Asturias los carlistas gallegos, que iban mandados por Sarmiento y Soto. El combate fue favorable a los cristinos, que pudieron impedir la incursión.
Para evitar el contrabando de armas, desde el mes de octubre navegó por aguas asturianas, teniendo como base de su crucero el puerto de Gijón, la fragata inglesa Magiciane, que poco intervino en la contienda, pues Asturias no era objeto de contrabando de armas.
En diciembre de 1835 se señalan varios hechos que demuestran, sin embargo, que no podía darse como completamente pacificada la provincia de Oviedo. Tales, por ejemplo, los incidentes que ocurrieron con motivo del sorteo de la quinta de Mendizábal, que había producido descontento en el país, descontento que los carlistas aprovecharon para incitar el espíritu de levantamiento. Más tarde fue el ataque de la localidad de Villanueva de Oscos, de la que se habían apoderado, a pesar de la resistencia de los nacionales, a los que socorrió la columna del comandante general de Asturias, Pérez Fanosa.
También figura la acción tenida en el lugar de Brunquete, en la Vega de Rivadeo, por las fuerzas mandadas por el coronel carlista Villanueva, que eran las mismas que habían entrado en la localidad antes citada. Por último, las dificultades señaladas por el gobernador civil de Oviedo al Gobierno sobre la incorporación de los mozos quintados, a causa de la intervención de las pequeñas partidas carlistas que recorrían el país y que dificultaban las comunicaciones, por la parte de la provincia rayana con Galicia. Es indudable que los carlistas no habían podido organizar la guerra en Asturias, y si bien no se regatearon esfuerzos, estos no se lograron como se esperaba, aun cuando en Vascongadas había un número importante de voluntarios asturianos que ponían bien alto el nombre del Principado.
Operaciones en Asturias en 1836
Primera entrada de Gómez en Asturias (del 3 al 13 de julio de 1836)
Por el puerto de Tarna, divisorio entre Asturias y León, pasaba el 3 de julio la fuerza expedicionaria del general Gómez en su marcha para Asturias y Galicia. Y después del duro y penoso ascenso del puerto, al pie del mismo descansaba la fuerza expedicionaria en Tarna. Al día siguiente, por Sobrefoz Bezanes, Campo de Caso, Abantro y Tanes, la fuerza expedicionaria llegaba para pernoctar en Ríoseco; el día 5, siguió por Condado, Muñera, Colleruelo, Pola de Laviana, Sama de Langreo y Villa, hasta llegar a la ciudad de Oviedo.
La entrada de Gómez en dicha ciudad, que había sido evacuada por las fuerzas cristinas, fue emocionante. El pueblo de Oviedo aclamaba a los batallones que entraban, acogiéndolos como libertadores. Las cifras de efectos militares recogidos en la ciudad alcanzaban cantidades tan importantes como, por ejemplo, 600 fusiles, 10.000 bayonetas y 3.200 pares de calzado; cascos militares se recogieron unos 500; en cajones se hallaron 6.000 baquetas de fusil; 16.000 piedras de chispa fueron a reforzar el almacén carlista.
Los prisioneros, en su mayor parte, pidieron ser incorporados a los batallones, por lo que el batallón de prisioneros, que mandaba el coronel Delgado desde la acción de El Rivero, quedó disuelto y los prisioneros que no quisieron engrosar las filas carlistas siguieron custodiados por una guardia, en cuyo servicio alternaban los batallones. El coronel Delgado se encargó del empleo de gobernador del cuartel general, mientras que el coronel Durán tomaba el mando de un batallón que se llamó BI-I de Asturias, formado por 320 voluntarios que se presentaron. Los carlistas descansaron en Oviedo el 6 y el 7 de julio; pero mientras estaban en la capital tuvieron un encuentro con las fuerzas cristinas que mandaba el coronel Pardiñas.
Había sabido el general Gómez que Pardiñas, con el RI provincial de Pontevedra, urbanos de Oviedo y otras poblaciones asturianas, había formado una columna de 2.500 hombres que se aproximaba a la ciudad y se establecía en el puente de Soto. Se dispuso la salida del brigadier marqués de Bóveda de Limia con BI-II, BI-IV, BI-V y BI-VI de Castilla y el EC-3 Provisional. Al llegar las fuerzas del marqués de Bóveda al río, vieron que el enemigo estaba en la parte opuesta, ocupando el puente y el vado. La infantería carlista se arrojó sobre los cristinos, pasando el río por el puente y el vado, derrotando a Pardiñas tan completamente, que quedaron en manos de los realistas 251 prisioneros y 60 muertos, con unos 280 heridos, y cogiéndoseles además 700 fusiles. La columna cristina quedó en total dispersión.
Al día siguiente, 8 de julio, dejaron la ciudad de Oviedo, marchando por la Venta de Escampredo; pasaron el río Nalón por Peñaflor y llegaron a Grado, donde descansaron ese día y el siguiente, no reemprendiendo la marcha hasta el 10 de julio, que se pasó por las casas del puente sobre el río Naranco y siguiendo por Salas hasta Espina. En Salas parece que tuvo Gómez la idea de combatir contra Espartero, pero decidió continuar el viaje, posiblemente por la escasez de municiones, ya que solo tenían 7 cargas de cartuchos.
El día 11 de julio, se pasó por Borrés y Monte Jurado; el día 12, por Lago, Berducedo, Santa María de Salime, vadeando el río Navia y descansando en Granda de Salime, donde había estado el jefe cristino Pérez Fanosa con 2.000 hombres, pero que se había retirado, abandonando las fortificaciones que acababa de construir para detener a los carlistas. Fanosa marchó a Fonsagrada (Lugo) y de allí a Lugo. El día 13 fue el último de la marcha, pues pasando por Santa María de Castro, entraron ya en la provincia de Lugo. La partida carlista que mandaba don Manuel Baragaño, más conocido por los liberales por el Cura de Felguera, se unió al batallón asturiano, siguiendo la ruta del cuerpo expedicionario, lo que permitió a los jefes cristinos apuntarse la victoria de haberlo dispersado con su partida.
Segunda entrada de Gómez en Asturias (25 al 30 de julio de 1836)
El día 25 de julio, volvieron a entrar en Asturias las fuerzas expedicionarias del general Gómez, procedentes de Galicia, pasando por el concejo de Trapa y Santalla de Oscos. El día 26, se siguió por San Julián, Nogueiroa, Vallamayor y Pezoz, donde se supo que el general Latre intentaba cerrarles el paso del río Navia. Las fuerzas expedicionarias siguieron hasta Grandas de Salime. El general Gómez, con el batallón de granaderos y un escuadrón de caballería, salió rápidamente para tomar el puente sobre el río Navia, en Santa María de Salime, lo que dio motivo a que el general Latre, viéndose adelantado en su operación por el carlista, se retirara a Fonsagrada.
Los carlistas pernoctaron aquella noche en Barducedo. El día 27, se pasó por Pola de Allende, Noceda, Pereda y Corias; pasaron a Cangas de Tineo, en donde los guardias nacionales, desde las alturas inmediatas a la población, dispararon algunos tiros a los ordenanzas que acompañaban al aposentador y comisario que iban a anunciar la llegada de la expedición. En Cangas de Tineo la fuerza expedicionaria descansó el 28 y el 29 de julio, reemprendiendo su marcha el 30 por Limez, Tremago, Carbayo, Cibea, Brañas de Abajo y Brañas de Arriba, entrando en la provincia de León por el puerto de Leitariegos.
Destrucción del batallón asturiano
En Villablino de Ceana (León), el batallón formado en Oviedo con el nombre de BI-I de Asturias fue destacado, a petición de sus voluntarios, para dirigirse de nuevo a Asturias con el propósito de continuar la guerra en el Principado: Fue nombrado comandante de dicha fuerza el Tcol José Flórez Collar, cesando en el mando del mismo el coronel Durán. El 30 de julio salió de dicho pueblo el BI-I de Asturias, dirigiéndose al puerto de Somiedo y entrando de nuevo en Asturias. Desgraciadamente, esta pequeña columna carlista sufrió ya el primer día un descalabro, pues, sorprendida por los guardias nacionales y los voluntarios, cayeron en poder de estos bastantes prisioneros.
Sin embargo, el Tcol Flórez Collar consiguió reunir a un centenar de los voluntarios; pero en Taverga se encontró con una fuerza de carabineros, mandada por el Teniente Manuel Argüelles, entablándose un vivo combate, que terminó con la retirada y dispersión de los asturianos. Disperso el batallón, se formaron varias partidas, y una de ellas el día 9 de agosto tuvo un combate con el capitán del RI provincial de Pontevedra don Ramón Noboa, en un caserío cerca de Tarna, en que de nuevo fueron batidos los carlistas. Otro grupo fue dispersado en Rebollera el día 4 de agosto, siendo esta partida mandada por Saturnino García, conocido por Fray Saturnino, que procedía de Galicia; cayó prisionero con cuatro más.
La fuerza que mandaba el Tcol Flórez Collar fue también dispersada por los guardias nacionales procedentes de la provincia de León y del concejo de Miranda (Oviedo), cayendo prisionero Miguel de Naves, ayudante del BI-I de Asturias; Jacobo Herrero, subteniente del mismo; el famoso guerrillero Manuel Baragaño, conocido por el Cura de Felguera; el presbítero Cayetano González Palacio, así como un granadero llamado Juan Meras.
Tercera entrada de Gómez en Asturias (8 al 14 de agosto de 1836)
El día 8 de agosto había librado el combate de Escaro la fuerza mandada por el general Gómez, y mientras la caballería expedicionaria y el convoy habían descendido a Tarna, por su parte Gómez había quedado en Oseja de Sajambre (León), de donde pasó a Asturias, a pesar del fuerte temporal.
El brigadier Villalobos recibió aviso en la mañana del 9 de agosto de que el general Gómez se proponía pasar a Asturias o al valle de Liébana (Santander); por lo que se puso en marcha el convoy con la caballería hacia Sobrefoz, donde, después de descansar, prosiguió la ruta hasta el pueblo de Viesgo, donde pernoctaron. Al día siguiente, 10 de agosto, emprendieron el camino, con un temporal de agua y frío, en dirección a Oseja de Sajambre; pero al llegar a lo alto de los puertos, supieron que en Oseja estaba la columna de Espartero y que el general Gómez se había internado en Asturias.
El brigadier Villalobos, que mandaba esta fuerza de caballería y el convoy, dispuso que se regresara a San Juan de Beleño (concejo de Ponga, Asturias) y de allí a Caso, donde se llegó al anochecer, habiéndose enterado de que la infantería con Gómez estaba en Cangas de Onís.
Después de descender del puerto de Besa el día 9, Gómez pernoctó en Amieva (Asturias), y al día siguiente, por San Román de Amieva y por el valle del Sella, fueron a Cangas de Onís, donde las tropas descansaron los días 11, 12 y 13 de agosto. Dado que después de los temporales y del agotamiento de las marchas por las montañas asturianas necesitaban de aquel reposo. El 11, procedente de Caso, llegaron el convoy y la caballería de Villalobos.
Reemprendió la marcha Gómez el 14 de agosto, al saber que Espartero se había situado para cerrarles el paso de Oviedo, ya que le facilitaba el retorno a Oseja de Sajambre. Siguió la misma ruta que cuando se encaminaron a Cangas de Onís por el valle del Sella, y pasando por el pueblo de Sames y San Román de Amieva, habiendo cruzado otra vez el puerto de Besa; entró el mismo día en Soto de Sajambre, el primer pueblo leonés.
Acciones guerrileras
Mientras estos acontecimientos y marchas se desarrollaban, la actividad carlista en Asturias no cesaba. Un ataque de una partida carlista en Pola de Somiedo, el 7 de agosto, contra guardias nacionales, fue de escasa importancia. El 24 de agosto, fuerzas carlistas gallegas, mandadas por el Tcol Ramos, penetraron en Asturias, teniendo un combate contra los cristinos procedentes de Ribadeo, mandados por el Tcol Ribera, en el pueblo de Illano.
El 2 de septiembre, una partida gallega que había entrado también en Asturias tuvo un combate con fuerzas de nacionales de Ribadeo en el pueblo de Peliceira (Asturias). También los gallegos mandados por el guerrillero Soto entraron en Asturias y sorprendieron a los nacionales de Cangas de Tineo e Ibias, haciéndoles prisioneros en la romería de La Regla. Por lo que, habiendo acudido en socorro de los presos una columna liberal, tuvo un fuerte combate con los carlistas cerca de Tineo (Cangas), liberando a los prisioneros.
Primera entrada de la expedición del brigadier Sanz en Asturias (28 de septiembre al 11 de octubre de 1836)
El 28 de septiembre, la columna expedicionaria mandada por el brigadier Sanz pasaba el río Deva por la barca de Unquera (Santander), y el día 29, entraba en la villa de Llanes, comenzando así su marcha por el Principado. Por Infiesto, el brigadier Sanz llegó el día 2 a Ceceda. El 3 de septiembre, llegaron a Pola de Siero, donde se encontraron con un destacamento de nacionales de caballería y de lanceros, mandados por el diputado provincial José Fernández de Cabo, que habían salido de Oviedo para reconocimiento del enemigo. Se libró un pequeño combate, quedando prisioneros de los carlistas dos nacionales, uno de ellos el oficial del gobierno político de la provincia, llamado Pedro Quintana. Los carlistas siguieron su avance hasta Oviedo, donde se presentaron el mismo día.
La primera idea de los cristinos fue limitar la defensa al fuerte de Vega, pero después se dispuso la defensa de toda la ciudad. A las dos de la tarde llegaban los batallones carlistas al campo de los Reyes y, aunque hubo algún tiroteo contra el puesto avanzado de Santullano, no tuvo importancia este pequeño choque; si no es que la guerrilla del RI provincial de Pontevedra, que se había desplegado, ante una carga de la caballería cristina, que había destacado un piquete, se tuvo que replegar. Mientras tanto, toda la fuerza expedicionaria seguía por el camino de Pumarín, dejando a un lado la ciudad, no sin que las fuerzas carlistas de flanqueo se tirotearan con las que guarnecían la capital de Asturias.
Para prevenir una posible salida de los defensores, un escuadrón de caballería se adelantó por Foncalada, apoyado con alguna fuerza de infantería. Los cristinos suponían que la operación pretendía entrar en la ciudad. Sin embargo, no hubo ataque formal, ni siquiera intimación de que abriera sus puertas. El brigadier Sanz no llevaba artillería y, por lo tanto, no podía pretender entrar en la ciudad fortificada y guarnecida si esta no le abría las puertas por retirarse la guarnición, como había ocurrido con Gómez. Sanz no intentó conquistar Oviedo; las fuerzas carlistas dejaron, pues, a su espalda la ciudad de Oviedo y marcharon a Grado; después de pasar el río Nalón, siguieron a Cornellana y luego fueron a Salas, adonde llegaron el 7 de octubre.
La marcha siguió luego por Santa Eulalia hasta Tineo. No hay nada más ridículo que el siguiente parte, dado por el coronel cristino Manuel Pérez Fanosa desde Tineo, a las ocho de la noche: «Sesenta y siete bravos nacionales de Tineo, Cangas y Navia acaban de despojar esta villa de la despreciable facción navarra con tres cargas de bayoneta dadas con valor irresistible». Es muy difícil pensar que 67 guardias nacionales derrotaron con tres cargas a la bayoneta a tres batallones de infantería y dos escuadrones de caballería, sin ninguna pérdida.
Los carlistas mandados por Sanz habían proseguido su marcha y entrado en la provincia de León por el puerto de Leitariegos el 11 de octubre.
Son pocos los hechos dignos de destacar en el Principado, salvo un combate en Pajares, cerca del puerto de dicho nombre, y que a una partida gallega, mandada por el guerrillero Sambreijo, que había entrado en Asturias y estaba en Boal, tuvo una pequeña acción el día 5, en el que había sido hecho prisionero el jefe.

Segunda entrada de la expedición del brigadier Sanz en Asturias (8 al 25 de octubre de 1836)
Sanz estaba en La Robla (León) y se le encuentra en Mieres (Asturias), el 18 de noviembre, de donde salió para Sama de Langreo. Allí se dividió la fuerza, siguiendo el convoy con los prisioneros que tenían los carlistas a Pola de Siero, mientras que otras fuerzas de infantería y caballería se aproximaron a la capital. Era la segunda vez que Sanz había querido entrar por la fuerza en Oviedo. A las doce y media de dicho día, dos batallones descendieron por la carretera de Castilla con el propósito de apoderarse del fuerte de Otero; la guarnición del mismo, mandada por el coronel Pardiñas, salió para cubrir sus accesos. Se entabló un tiroteo entre las guerrillas de un batallón carlista y las tres compañías del RI provincial de Pontevedra, mandado por Pardiñas. Otra fuerza carlista atacó la Puerta Nueva, mientras que un pelotón de lanceros hostigaba a los cristinos en el campo de San Francisco. Fuerzas cristinas hicieron una salida por la parte del campo de San Francisco. Al parecer, los carlistas fueron rechazados y el combate duró cinco horas.
La fuerza carlista se concentró en Pola de Siero, de donde marchó, y estuvo en Gijón el 22 de noviembre, pernoctando después el día 23 en Avilés, de donde siguió a Grado, pasando el río Nalón por Peñaflor. El 26 le encontramos en Cornellana, donde hubo un combate, del cual solo se sabe que se libró contra las columnas de los coroneles Tur y Sierra, sobre el río Pigueño. Se vuelve a perder la pista de la expedición; cruzó los puertos de Somiedo y de Mesa y entró de nuevo en la provincia de León, entrando en Pola de Gordón (León).
Tercera entrada de la expedición del brigadier Sanz en Asturias (noviembre de 1836)
Regresó a Asturias posiblemente por el puerto de Vegarada, estuvo en Caleao, en el concejo de Caso, el 5 de noviembre; se puede deducir que se retiró a la provincia de Santander por la parte de Llanes, por donde había entrado.
El último combate que podemos señalar en Asturias, en el año de 1836, fue en el concejo de Allande, el 25 de noviembre, con fuerzas carlistas gallegas entradas en Asturias.
Acciones en Asturias 1838
Solo algunas pequeñas partidas que libran escaramuzas de mínima importancia señalan la actividad de los carlistas asturianos en el año 1838. Apenas las partidas gallegas hacen acto de presencia en el Principado, puesto que al gran centro de actividad gallega en la provincia de Lugo había sucedido la provincia de Orense bajo el enérgico mando del brigadier Guillade. En estas condiciones poco hay que registrar en Asturias. A finales de abril murió en combate el guerrillero José Mieres. En el mes de noviembre una partida levantada en el Concejo de Ponga, que parecía iba a dar calor a la guerra en Asturias, fue derrotada y dispersada por una fuerza cristina que había acudido inmediatamente para atajar la insurrección.
Acciones en Asturias 1839
Fueron pocos los guerrilleros que tuvieron en 1839 fuerzas de alguna importancia a sus órdenes, ya que en realidad solo libraron pequeñas escaramuzas de escaso interés. Faltaron además las normales incursiones de los guerrilleros gallegos por territorio del Principado, incursiones que en otro tiempo habían sembrado la alarma entre los liberales.
Así es que en 1839, tiene la guerra en Asturias escasa importancia, y se refleja todavía más la decadencia iniciada en Santander y Castilla, después de los sucesos de Guardamino.