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Acciones en 1834
Durante 1834 y 1835, la mayor actividad de la guerra estaba en las Vascongadas y Navarra. En el resto de España, y sobre todo en Castilla la Vieja, los embates carlistas se reducían a pequeños grupos amparados en montes y terrenos tortuosos, muy favorables para ellos, desde donde realizaban una guerra de guerrillas con el objeto de obtener dinero, armas y municiones. De ello es ejemplo lo que ocurría en las estribaciones de la sierra de Gredos, en los límites de la provincia de Salamanca, donde las milicias de los pueblos meridionales salmantinos se unieron a las de otros lugares de las provincias de Cáceres y Ávila.
El 13 de marzo de 1834, tropas de milicias urbanas de Hervás, Aldeanueva del Camino, Baños y milicianos provinciales de Valladolid atacaron y deshicieron una gavilla de facciosos que infestaba el país en la sierra de Tosmontes, término de Hervás. El resultado fue hacer prisioneros a un tal Gutero, a otro llamado el Meón de Hervás y a otro de Cabezuela, habiendo matado a dos que no saben de dónde son. Se cogieron todas las armas, dos brazadas de escopetas, una carga de capotes y la jaca del comandante, Manuel Matías, alias el Manco de Hervás.
En abril, unos 200 facciosos procedentes de Portugal avanzaron hasta Hinojosa de Duero, pueblo no distante de la frontera. No queda especificado cómo fueron rechazados de este lugar, pero sí que los atacantes, sin conseguir el objetivo de aprovisionarse, tuvieron que regresar a Portugal. Hasta allí fueron perseguidos por 45 hombres (30 de a pie y 15 a caballo), dándoles alcance en el pueblo de Matalobos, donde les mataron 19, cogieron 12 caballos y 56 prisioneros, cinco de los cuales fueron fusilados en el camino de regreso sin más contemplaciones.
Incursiones similares se repitieron con frecuencia durante todos los años de la guerra, aunque solo se conozcan algunas, quizás no las más épicas, sino las que tuvieran mayor propaganda por parte de los liberales.
Además, hay que tener en cuenta que al amparo de la lucha armada se incrementan las partidas de bandidos, que con una estrategia similar a la de los facciosos se dedican a cometer sus fechorías. Son innumerables los testimonios escritos de robos en esos años. Como ejemplo baste el siguiente, perpetrado en Paradinas de San Juan por 27 hombres armados (20 de caballería). Detuvieron al alcalde y le obligaron a guiarles a la casa de la viuda de Francisco de Ávila, recién fallecido, que la había dejado bienes de consideración. Allí robaron dinero, ropa y alhajas y luego se marcharon a las dos de la noche. Enseguida 19 urbanos, al mando de Jacinto Mateos, partieron hacia Villafuerte y después hicieron diversas partidas que, recorriendo ciertos pueblos próximos, consiguen capturar a algunos individuos y recuperar efectos robados, trasladándose todo a Salamanca.
Si no se trataba de una facción carlista, su modo de actuar quería simularlo porque los agresores traían cubiertas las caras e iban vestidos con disfraces ridículos, queriendo simular tropa o facción, y además era un número bastante considerable como para ser ladrones.
Este hecho muestra cómo la milicia urbana y posteriormente la nacional tenían en su creación un objetivo claro de mantener el orden y velar por la tranquilidad de las poblaciones, aunque en muchas ocasiones resultó que fueron un instrumento de desorden. Pero sigamos con los movimientos carlistas.
La facción del Cuevillas andaba por las cercanías de Toro. De ella se fugó uno de tantos desertores que vino a ser capturado en Barba del Puerco, pueblo próximo a la frontera portuguesa. No fue el único caso; al contrario, el paso al país vecino se hizo frecuente.
Hubo un combate en el mes de octubre en la cabecera del Duero en Covaleda, al pie del Pico de Urbión (Soria), entre una partida carlista y las fuerzas cristinas mandadas por el capitán Francisco Guerrero. Los carlistas a las órdenes del coronel de caballería Lucio Nieto libraron un combate contra la columna del cristino Narciso Clavería en Castrillo de Solana (Burgos), perdiendo los carlistas al oficial Pablo Tomé, que fue fusilado. Hubo otros combates ese mes de octubre, como el sostenido por la partida mandada por el Rojo de Alustante en Alentisque (Soria); el día 22, en Ahedo de las Pueblas (Burgos), hubo otro combate entre las fuerzas cristinas de Villalobos y las fuerzas cristinas del marqués de Campoverde. El coronel Nieto luchaba el 24 de octubre en Pampliega (Burgos).
El 2 de noviembre, se combatió en Hinojar del Rey (Burgos) contra los destacamentos mandados por Ángel García Loygorri y por Ramón Boiguez; el día 4 se luchaba en Salinas de Rosío (Burgos); y al día siguiente en Tejada (Burgos). Al mismo tiempo combatían los carlistas de Igual (Burgos) en Selada de Carriedo (Santander). Merino salió victorioso en un encuentro el 16 de noviembre en Sauquillo de Paredes (Soria) contra el capitán de ingenieros Santiago Valsola; el día 17 iniciaba un ataque en Avenales (Soria) y al día siguiente derrotaba a los liberales en Brías (Soria).
Otro combate se produjo en Mucientes (Valladolid), en donde cayó prisionero el jefe de las fuerzas carlistas, el Tcol Francisco de Paula García, que fue fusilado por los cristinos; en Baltanás (Palencia) el coronel Nieto venció a la columna cristina del capitán Pablo Ramos. En Villaverde del Monte (Burgos) también se combatió ese mes contra una columna mandada por el comandante militar de Burgo de Osma, en Talvella (Soria) y en El Hornillo (Ávila).
Es de señalar el combate en las cercanías de Santo Domingo de Silos el 8 de diciembre entre las fuerzas carlistas del coronel Nieto y la columna mandada por Aspiroz; también se combatió en Vega del Pas (Santander), en Leciñana (Burgos) el día 13; y más tarde se enfrentaba Merino contra la columna del coronel Ignacio de Hoyos en Cojobar (Burgos) el 21 de diciembre. En otras incursiones, los carlistas se presentaron en Zazuar (Burgos).
Acciones en Castilla la Vieja en 1835
Acciones en el primer semestre de 1835
Mientras la incursión de Eraso discurría en las partes fronterizas de Vascongadas, más al sur, en la provincia de Burgos, estaba el general Jerónimo Merino reclutando voluntarios y, al mismo tiempo, instruyéndoles en el arte de la guerra, con el fin de organizarlos y enviarlos al Norte, pues, estando a la defensiva, no le interesaba la formación de grandes contingentes. En su centro preferido, cerca de los Pinares de Soria, pero en la provincia de Burgos, estaba en sus preparativos el general Merino. La columna que mandaba el coronel Francisco Javier Azpiroz supo que el general Merino se hallaba en Huerta del Rey (Burgos). Marchó contra los carlistas con ánimo de sorprenderlos y, después de dividir sus tropas con este fin, consiguió dar con ellos en un lugar llamado las Tenadas de las Cuerdas, situado en el declive del monte que llaman Collado Carrascal, próximo a Huerta del Rey.
Los carlistas estaban en ese momento haciendo ejercicio, y al verse atacados aquellos cien mozos, reclutas nuevos, se replegaron a la cresta de dicho Collado Carrascal, donde resistieron, pero atacados a la bayoneta fueron desalojados de sus posiciones, viéndose en el trance de retirarse hostigados por la caballería carlista. En esa acción, que se libró el día 8 de enero, murió Simón Seudino, subteniente que había sido de los voluntarios realistas de Astudillo (Palencia), y el teniente que había pertenecido a la infantería de línea, Francisco Zurbano, pereciendo ambos en la defensa. El general Merino pudo recoger un escuadrón de caballería y, aprovechando que Azpiroz parecía dispuesto a descansar sobre sus laureles, se dirigió hacia los Pinares de Soria, pasando por San Leonardo (Soria), e internándose en la región de Doruelo de la Sierra, que bañan las primeras aguas del río Duero.
El 9 de enero, una pequeña partida carlista tuvo una escaramuza con un destacamento cristino cerca de las ventas de Quintanaorduño (Burgos). Acudiendo desde Valverde de Peñahorodada, fuerzas de caballería cristina, mandadas por el capitán Padilla, libraron un combate entre Riocerezo y Rubena, con la dicha partida carlista, que iba mandada por el guerrillero conocido por Juan el de la Zamba, natural de Burgos. El día 14, la partida mandada por Santiago Lirio, junto a la de Galo, ambas de poca importancia, se tirotearon en Cabañas de Virtus (Burgos) contra los cristinos que mandaba el capitán Aguirre. El 21 de enero, el coronel Villalobos, que había pasado del valle de Losa a la Merindad de Valdivieso, tuvo una pequeña acción contra la columna que mandaba el coronel cristino coronel Abuin, en Valdenoceda (Burgos), al ser atacada por sorpresa a las once de la noche. Villalobos marchó a Soncillo, en el valle de Valdevezana, emprendiendo sus operaciones contra él, además de la columna de Abuin, la que mandaba el brigadier Barrionuevo, y una tercera que se componía de la compañía de Seguridad de Salamanca y un medio escuadrón del RC-2 de la Reina.
El coronel Villalobos había marchado a la provincia de Palencia, entrando en Osorno, luego en Santillana de Campos y, por último, en Marcilla, de donde pasaron a Frómista; pero al llegar la columna de Abuin el 28 de enero a dicho pueblo, las fuerzas de Villalobos se establecieron en el camino del mismo a Piña de Campos, entablándose un fuerte combate, terminado el cual, Villalobos siguió replegándose en dirección a Támara, al sitio llamado Ermita de Rombrada. Rehechas las fuerzas de Villalobos, reemprendieron el camino hacia la provincia de Santander, señalándose el paso de los carlistas por Terradillos de Sedano (Burgos) y Tubilla del Agua, en la misma provincia, el 31 de enero.
Mientras tanto, las partidas carlistas que mandaban Pedro Negueruela y Blanco se situaron en el valle de Losa, donde se dedicaron, conforme a las órdenes de la Junta de Castilla, a la recluta de voluntarios. Se habían establecido en Quincoces de Yuso (Junta de Oteo, Burgos), por lo que las fuerzas cristinas del general Latre marcharon sobre dicho pueblo, pero los carlistas castellanos se retiraron a Valdegovía (Álava).
El 3 de marzo, los carlistas se presentaron delante de Castro Urdiales (Santander), en la que entraron. El día 14, en Huérmeces (Burgos), a las once de la noche, fue sorprendida y copada la partida que mandaba Juanillo el de la Zamba por la columna del Tcol cristino Toledano. El jefe de la partida fue fusilado al día siguiente. También fue aprehendido en Mahamud (Burgos) el voluntario carlista Felipe Villafruela, alias el Tuerto, a quien fusilaron así mismo por considerarlo oficial carlista. Como se ve, la guerra continuaba sin cuartel, y así no es de extrañar que los carlistas fusilaran a los oficiales prisioneros, como el citado comandante de urbanos, en represalia.
El 13 de marzo, las fuerzas carlistas marchaban por Ramírez y se unieron a la del coronel Villlobos, tiroteándose desde Villaren (Palencia) hasta los alrededores de Aguilar de Campóo en la misma provincia. El día 15, se señala una pequeña escaramuza entre la caballería carlista del capitán Carrión y un destacamento de caballería del RC-2 de la Reina mandado por el alférez Juan Losada, en las cercanías de Becerril del Campos (Palencia). El 16, a medianoche, fuerzas de infantería y caballería cristinas atacaron en el pueblo de Tejada (Burgos) a un grupo de voluntarios carlistas, que se defendieron con bravura, muriendo en la acción el Tcol carlista Miguel Sainz, primer ayudante del general Merino.
Pocos días después, se combatía de nuevo en Huérmeces (Burgos), entre una pequeña partida de caballería carlista y fuerzas de voluntarios cristinos de Burgos, también de caballería, y murió el carlista Nicomedes Nieto. La villa de Pradoluengo (Burgos) se vio acometida por otra partida carlista, librándose un fuerte tiroteo en las calles de la población con los urbanos de la misma. En el pueblo de Vergaño (Palencia), habían establecido los carlistas un taller de sastrería para dotar de uniformes a los voluntarios castellanos. El 17 de marzo, llegó a dicho pueblo la columna cristina del coronel Losada, y pudo detener a dos de los sastres y recoger 16 pares de pantalones de paño pardo y 10 chaquetas, todo confeccionado, así como una cantidad de paño y lienzo.
El 18 de marzo, se combatía en Carazo (Burgos). Por la parte del valle de Carriedo operaba la partida carlista mandada por Cobos, quien perdía uno de sus voluntarios llamado Domingo Lavín, que fue hecho prisionero por los urbanos de Río Miera, cuando se hallaba en el alto de Bordilla curándose de una herida en el muslo producida por un balazo. El día 20, en los alrededores de Reinosa, se señala la presencia de una pequeña partida carlista, contra la que salió la milicia urbana de dicha población. En la espesura del bosque de un monte próximo, capturó un prisionero carlista y, como remate, este fue pasado por las armas. También fueron hechos prisioneros unos cuantos carlistas que habían descendido uniformados hasta Solórzano (Santander), por urbanos de Entrambasaguas. El 23 de marzo, se combatía en el pueblo de Fuencaliente (Soria). En este periodo, casi no suena el nombre de Merino. El gran guerrillero carlista tenía la salud muy quebrantada, y como había diseminado por toda Castilla sus fuerzas en pequeñas partidas de escasa entidad, reservándose él una de 110 lanceros, procuraba más que nada la instrucción de sus guerrilleros y el atender a la curación de sus achaques.
El incremento carlista bajo el mando de Zumalacárregui en las provincias del norte tuvo como consecuencia que, para cerrar el paso a cualquier invasión de Castilla, crearan los gubernamentales el llamado Ejército de Reserva. Se componía de dos divisiones de infantería, una de caballería, dos baterías completas y dos compañías de ingenieros. Para mandar esta fuerza, el gobierno designó al mariscal de campo José Santos de la Hera para mandar las divisiones de infantería, los mariscales de campo Manuel Latre y Mateo Ramírez, y de la división de caballería al mariscal de campo Manuel Bretón.
Esta disposición de fuerzas, que se organizaron en las provincias de Burgos y Logroño, teniendo como centro Briviesca y los campos de Bureba, representaba un nuevo obstáculo para que los carlistas vascos y navarros se comunicaran libremente con las guerrillas castellanas. Este Ejército de Reserva estuvo dispuesto para operar desde el 1 de abril, y aunque su influencia no se hizo notar en el Norte, sí fue obstáculo para partidas riojanas y burgalesas.
Entre los combates que se libraron en el mes de abril, se cita el ocurrido el día 14 en la Hinojosa (Soria) por una columna cristina mandada por Abuín; la cual, después de pasar por Acinas, Pinilla de los Berruecos, La Gallega, Rabanera del Pinar y Cabezón de la Sierra, pueblos de la provincia de Burgos, penetró por los bosques de pinares de Soria, pasando por Espejón y combatiendo en la Hinojosa.
Le opuso resistencia una pequeña partida carlista, mandada por Saurio Abad, quien murió en la acción, así como un oficial carlista, Santiago Gate. Otra fuerza carlista, mandada por el coronel Lucio Nieto, fue sorprendida por un destacamento de caballería cristina del RC-6, en los alrededores de Briviesca, por donde se había aventurado el intrépido jefe carlista. Además del coronel Nieto, murió en la acción otro lancero carlista caído prisionero, el oficial Ramón Valdivieso, pasado enseguida por las armas por orden del general La Hera, en Briviesca. Esta pequeña acción, que se libró el día 20 y que no tenía importancia alguna, por las fuerzas que intervinieron. La tuvo para los carlistas, pues privaba al general Merino de su brazo derecho, que era el coronel Nieto, quien le suplía cuando estaba postrado por la enfermedad o fatigado por los achaques propios de su edad.
La Hera quería imponerse también por el procedimiento del terror; así, dos desgraciados aduaneros carlistas que habían sido hechos prisioneros fueron fusilados en el pueblo de Tobár (Burgos), como interceptores de correos; el día 21, lo era en Burgos un carlista conocido como el Conejo, natural de Prádanos de Bureba, por el mismo delito, y el 24, también en Burgos, Basilio García, natural de Jaramillo de la Fuente, acusado de seductor de las tropas cristinas para incitarlas a la deserción.
El coronel Villalobos se encontraba en la comarca de Valderredible reclutando voluntarios y proveyendo a la instrucción de los mismos, cuando fue atacado por una columna que mandaba el Tcol Tomás de Nalda, en el pueblo de Soto (Santander), cerca de Aloños. Cayó prisionero de los cristinos Andrés Gregorio García, que fue pasado por las armas en Soncillo. El 29 de abril, combatía la fuerza mandada personalmente por el general Jerónimo Merino contra la columna cristina de Azpiróz, en las posiciones de Pumarejos, batiéndose los carlistas con decisión, a pesar de que llevaban soldados bisoños. El jefe cristino corrió peligro, pues su caballo fue herido en el combate. Antes, el día 13, se libró un pequeño encuentro en Limpias (Santander).
A comienzos de mayo, la fuerza carlista que mandaba Modesto de Celis y que tenía por campo de acción la parte occidental de Castilla, tuvo un combate con una tropa cristina en Payo de Ojeda (Palencia). Fuerzas carlistas que se habían concentrado alrededor de un nuevo jefe que acababa de entrar en Castilla procedente de Navarra, y que habían tomado cierta importancia, llamaron la atención de las columnas cristinas; temeroso el mando de que el nuevo jefe tomara gran ascendencia e insurreccionara a la parte de Santander. Este jefe carlista era Pedro María Elola, oficial que había pertenecido a la Guardia Real de Fernando VII y que, siguiendo órdenes del general Zumalacárregui, había pasado a la región montañesa con el fin de dar paso a una incursión que debía hacer el coronel Andéchaga.
La columna cristina del Tcol Nalda alcanzó en Cabañas de Trueba (Santander) a los voluntarios que había reunido Elola; pero estos, que no estaban fogueados, no pudieron ofrecer gran resistencia a las veteranas que mandaba Nalda, y se dispersaron, quedando en poder de los liberales once carlistas, entre ellos Elola, que fue fusilado. El mismo 19 de mayo, en Congosto de Valdavla (Palencia), las columnas cristinas que mandaba el coronel Losada y el comandante Morón lucharon contra una pequeña partida carlista, que se vio obligada a abandonar el pueblo.
Pero no todo eran derrotas para los carlistas. También había sus victorias que, como es natural, no registraba la prensa liberal. Tal fue el ataque a Hontoria del Pinar (Burgos), realizado el 22 de mayo por el general Merino. Se presentó ante la población, a la que cercó, emprendiendo fuertes combates hasta que se rindieron los defensores después de un corto pero empeñado tiroteo. Los cristinos eran una compañía de carabineros del BI-II y otra del tercer escuadrón de Isabel II, que se prepararon a asistir el fuerte, pero habiéndose ordenado incendiarlo, los defensores salieron resueltos a abrirse paso o perecer en la lucha. La reacción carlista fue tal que los que no murieron en la lucha rindieron sus armas.
Con esta victoria, decidió el general Merino atacar la villa de Roa, donde se presentó inopinadamente el 30 de mayo. El ataque se realizó antes del amanecer del día. Los cristinos se fortificaron en la torre de la iglesia, mandados por el teniente retirado Tomás Arranz, administrador de rentas de dicha villa, mientras que otro grupo lo hizo en la casa del corregidor Angel Ramón Muro, situada frente a la iglesia, y dominando los ángulos de la plaza. Los carlistas, para conseguir la rendición, pusieron fuego a la puerta de la casa y a toda ella por todos lados, y a la iglesia; después de incendiar 11 casas de cristinos, los invasores marcharon a las diez de la mañana.
El 2 de junio, las fuerzas carlistas que mandaban Vivanco y Carrión, compuestas de caballería, sostuvieron un combate con tropas cristinas compuestas de infantería del RI-2 de la Reina y caballería de la Guardia y Húsares de la Princesa, mandadas por el coronel Fernández Reina, en Cañizar de los Ajos (Burgos). El día 3, era aprehendido en Torrecilla de la Orden (Valladolid) el carlista Francisco Hernández, alias Richo, y el mismo día, en Doña Santos (Burgos), se libraba una acción en el lugar llamado Peña del Mojadal, entre las fuerzas mandadas por el general Merino y la columna del coronel cristino Mir.
Los carlistas habían conseguido incendiar y destruir el fuerte que se levantaba cerca de Villalba de Losa (Burgos). Una fuerza que había salido de este pueblo para reconocer el fuerte y posesionarse de él en caso de que se presentase la ocasión y ser mantenido; una vez comprobada la destrucción, se dirigió hacia Berberana (Burgos) para hostigar las fuerzas carlistas que, mandadas por el coronel Arryo, se hallaban en dicha localidad. Se trabó el combate, y al emprender la retirada los cristinos, fueron atacados duramente por los carlistas. El día 13 de junio, fuerzas carlistas mandadas por el brigadier Cuevillas lucharon por la parte de Villarana de Mena y Artiega (Burgos), con la columna que mandaba el coronel Castañeda. Por último, el 26, las fuerzas alavesas del coronel López Opacua, junto con las mandadas por el coronel Basilio Antonio Gama, lucharon en Briñas (Logroño) contra la columna que mandaba el brigadier cristino Narciso López.
El general Merino inspiraba serios temores a los cristinos, pues si bien el gran guerrillero de la Guerra de la Independencia no tenía el empuje de sus años mozos, su prestigio era tan grande que conmovía las tierras castellanas, muy particularmente el territorio que forman ahora las provincias de Burgos y de Soria. Al amparo de aquel gran prestigio se iban formando otros guerrilleros que seguían su escuela, y cuya actividad y decisión demostraban que no habían salido malos discípulos de tan excelente maestro. Y esto explica que, a pesar de las constantes derrotas con que la mentira oficial cristina anunciaba la destrucción de Merino y sus huestes, se redoblaran las columnas liberales y se emplearan los jefes de mayor capacidad castrense para terminar con tan peligroso adversario.
Acciones en el segundo semestre de 1835
Escaramuzas había en todo el territorio, la mayor parte de ellas de tan escasa importancia que no vale la pena mencionarlas, puesto que muchas tienen todo el carácter de fanfarronadas y fantasías, sin conexión con realidad alguna. Es de mencionar la librada al parecer por unos aduaneros carlistas contra fuerzas del gobierno de Madrid el 18 de julio, en la raya de las provincias de Burgos y Palencia, en los alrededores de Olmos del Río Pisuerga (Palencia), y la que tiene apariencias de mayor importancia por haber tomado parte las fuerzas que mandaba el jefe carlista Adrián Rey, contra las que mandaba el teniente cristino Echevarría, en el lugar denominado de San Martín del Monte, cerca de Cubillos del Rojo (Burgos), el 20 de julio. Estas acciones características de la guerra de guerrillas no constituían grandes combates, pero que tenían fatigadas a las tropas regulares les obligaban a diseminar sus propias fuerzas en otras más pequeñas, más vulnerables así a las sorpresas de los carlistas.
El general Merino descansaba en los Pinares de Soria y emprendió una nueva excursión hasta pasar el río Duero e internarse en la provincia de Burgos. En la madrugada del 13 de julio bajó Merino al Puerto de Campisábalo (Guadalajara), pasando por las inmediaciones de Tiermes hacia Caracena (Soria), continuó por Baldenebro y llegó a Fuentelárbol el 14 de julio, continuando a los pinares de Soria.
El 28 de julio, los carlistas de Mina tomaron las posiciones en las alturas que rodean el pueblo de Torregalindo (Burgos), con el fin de atraer a los cristinos. Los cristinos al mando del coronel Ignacio Hoyos con fuerzas del RI-3 Príncipe, RI provincial de Granada, Húsares de la Princesa, RCL-6, compañías de seguridad de Valladolid, Ávila y Segovia. Comenzó el combate a las cuatro de la tarde, consiguiendo los cristinos entrar en el pueblo, que quedó rodeado por el fuego de los carlistas. Así obligaron a los cristinos a dejar inmediatamente a su espalda el curso del río Riaza. La situación de los cristinos dentro de la población se hizo insostenible, pues las alturas y el castillo estaban en manos de Merino, que castigaba a sus enemigos desde tan excelentes posiciones. El coronel cristino Hoyos fue herido por una bala que le atravesó el costado desde el pecho a la espalda, muriendo una hora después. Los cristinos, a pesar de atribuirse la victoria, dejaron en manos de los carlistas municiones y efectos, replegándose a Moradillo de Roa, y los carlistas tomaron el camino de Castrillo de la Vega, para repasar el Duero y volver a la Sierra. Las pérdidas cristinas, aparte del coronel, fueron 15 muertos, 24 heridos y 11 prisioneros.
En los primeros días de la segunda quincena de agosto, invadió el general González Moreno la provincia de Burgos, entrando por Santa Gadea del Cid y por cerca de Miranda de Ebro. Esta localidad se puso a la defensiva y los carlistas, dejándola sitiada, continuaron a Ameyugo y Pancorbo. Mientras Moreno entraba por esta parte, otras que acompañaban al cuartel real lo hicieron por la parte de Llosa, llegando a Quincoces de Yuso, donde pernoctó el Pretendiente. Regresaron al cabo de dos días a las provincias Vascongadas.
El 19 de agosto, el general Merino combatía con tropas del coronel cristino Miguel Mir; de allí marchó hacia sierra Cebollera y mantuvo un combate en Póveda de Soria contra fuerzas cristinas del comandante general de Soria, Cistué. Este obligó a Merino a buscar refugio en Puerto de Piqueras (1.700 m), entre las provincias de Soria y Logroño. Siguiendo las alturas de sierra Cebollera y por la de Freguela, llegó Merino a Montenegro de Cameros (Soria), lo que excitó el temor de que invadiera la provincia de Logroño. Avanzó entonces la columna del coronel Narváez a Laguna de Cameros, y de allí a Lumbreras, mientras que otras fuerzas cristinas se situaban en Villoslada, en la misma provincia de Logroño.
El 29 de agosto, se libró otro pequeño combate en Pisón de Castrejón (Palencia), y en aquellos mismos días, a comienzos de septiembre, un destacamento mandado por el comandante cristino Bellver conseguía batir en Tarancueña (Soria) a una pequeña fuerza carlista mandada por Juan de la Mata, que moría en el combate.
El 26 de septiembre, había sido fusilado en Berzona (Soria) el teniente Pedro Moreno, natural de Berlangas de Roa, acusado de intentar agregarse a las fuerzas carlistas después de haberse acogido dos veces a indulto. Merino se hallaba el 19 en Barbadillo de Pez (Burgos), y el 26 fue atacado de noche, al amparo de la niebla, por fuerzas que mandaba el capitán Sanabria, en Palazuelos de la Sierra, combinada con otra columna cristina al mando del capitán Alarcón. El combate se libró en las calles de Palazuelos, en el que el caballo que montaba Merino recibió una cuchillada en el anca, quien prosiguió montado en el mismo dirigiendo la retirada.
El 3 de octubre, el jefe carlista Cuevillas, con fuerzas vizcaínas, luchaba en Salinas de Rosario (Burgos); mientras que el general González Moreno, que por el valle de Mena había penetrado en persecución de la división cristina que mandaba el general Ezpeleta, rodeaba a las fuerzas de este en Medina de Pomar. A pesar de la situación ventajosa en que se hallaba el jefe carlista, en cuanto supo que el general Fernández de Córdoba había llegado a los pasos de la Horodada, sobre el río Ebro, decidió retirarse para evitar que sus fuerzas pudieran verse entre dos fuegos.
El 14 de octubre, se libraba una escaramuza en Tenada del monte, entre Fresno de Rodilla y Temiño (Burgos); y no de mayor importancia fue la que en esos días se libró en Hierro, en el valle de Tobalina (Burgos), donde una pequeña partida mandada por el ex-carabinero Luis de Recines fue copada totalmente por los cristinos del coronel Coba.
El día 18, se combatía en Tórtoles de Esgueva (Burgos), donde el comandante cristino Morán sorprendía a las fuerzas de Merino a las once de la noche. El combate fue muy vivo, en el que cayó gravemente herido el capitán Vivar del RI provincial de Granada, y fueron hechos prisioneros cinco carlistas que fueron pasados por las armas.
El 21 de octubre, en Mantiño (Palencia), y cerca de la ermita del Cristo del Amparo, lucharon las fuerzas carlistas de Modesto de Celis contra una columna cristina mandada por el coronel Valverde, a pesar de que unos días antes los cristinos habían dicho que el jefe carlista había sido herido.
El día 27, hubo un tiroteo en Vilviestre del Pinar (Burgos) entre las fuerzas del coronel Mir y al día siguiente se libró otro en Quintanar de la Sierra (Burgos), contra el mismo jefe liberal. Fueron fusilados en Huerta del Rey Juan Estevan, alias Monzón, y Manuel Ortega, presos el día 31 de octubre.
Se hallaba el general Merino, a principios de noviembre, en una tenada cerca de Santo Domingo de Silos (Burgos), cuando al ir a la cuadra, recibió de su caballo un par de coces, pues no había reconocido la voz de su amo. Este acontecimiento le obligó a guardar reposo mientras se curaba, y, en consecuencia, dio descanso a sus enemigos, que no se explicaban su desaparición. En una casa amiga de Rabé de los Escuderos, a unos seis kilómetros de Lerma, halló cariñosa acogida y asistencia a su mal. Pero no queriendo tener expuestos sus doscientos jinetes a un mal encuentro con los cristinos, por no estar con ellos, prefirió mandarlos al Norte, por lo que, llamando al Rojo de Puendura, que era el jefe con el que tenía más confianza de los que con él operaban, le confirió el delicado encargo de atravesar la provincia de Burgos para llevar a sus voluntarios a unirse al ejército del general Eguía e incorporarlos a la caballería castellana que allí peleaba.
Así lo efectuaron, llegando sin la menor molestia a unirse a los carlistas vasco-navarros. Merino siguió curándose de su herida en la casa acogedora que le había amparado. Hasta principios de enero estuvo en su escondite el intrépido Merino, y una vez restablecido, montó a caballo, atravesando la provincia de Burgos. Consiguió llegar sano y salvo a las Vascongadas, presentándose al Rey en Oñate. La falta de Merino de los campos castellanos fue causa de que se paralizase la guerra en los meses de invierno de 1835 en Castilla la Vieja. Las partidas de Agustín Rey y de Modesto de Celis, que eran las más importantes, no llenaban el vacío dejado por Merino.
En diciembre de ese año, las partidas gallegas procedentes de la provincia de Lugo entraron en la de León, llegando hasta Vega de Espinareda (León), donde se les incorporaron 17 jóvenes, que prefirieron marchar a las filas carlistas antes que ir forzados al ejército cristino, según la quinta de Mendizábal. Se libró, antes de regresar a Galicia, un pequeño combate en Sésamo (León) contra tiradores de Ponferrada mandados por el capitán Fernández Losada.
Acciones en Castilla la Vieja en 1836
Expedición de Gómez Damas en las provincias de Burgos y Palencia
La expedición partió de Amurrio (Álava) el 25 de junio de 1836 con su ejército en dirección a Reinosa (Cantabria). Por la cornisa norte hasta Oviedo.
Llegó a las tres de la madrugada del día 26 a la Aldea de la Colina, marcha penosa y fatigante, por cuanto, para que el enemigo no se diera cuenta de la salida de la expedición, subieron los carlistas la Peña de Orduña, dando un gran rodeo, ya que, pasando por los pueblos alaveses de Repaldiza, Quejana, Maroño y Salmantón, después de descender por la Peña de Haro, entraron en la provincia de Burgos, pasando por Quincoces de Yuso, Lastras de las Torres, Castresana, Villaventín y Villalázaga.
Mientras las fuerzas de Gómez realizaban esta operación, el brigadier Andechaga entraba en la provincia de Burgos por el valle de Mena, en operación convergente con la de Gómez, y el general Villarreal, por su parte, hacía una demostración por Peñacerrada. Así, flanqueando la línea que había establecido Córdoba, la división expedicionaria entraba en Castilla.
El general Tello, con fuerzas cristinas, que había avanzado hacia Artieta (Burgos), donde le había llamado la atención Andechaga, al darse cuenta de que Gómez avanzaba en dirección a Villarcayo, emprendió una maniobra para cortarle el paso y, mientras los expedicionarios descansaban en Colina de Losa, se colocó paralelo a los carlistas en El Rivero y la caballería establecida en Villasante con un batallón. Se trabó pronto la lucha; habiendo pasado los carlistas por Tabliega y La Revilla, se empeñaron los cristinos en atajarles el paso entre La Revilla y El Rivero; pero con la mala fortuna por parte de los cristinos que fueron batidos tan completamente, que el general Tello se vio obligado a emprender la retirada, a pesar de que la caballería cristina, mandada por el brigadier Albuíl, intentó desorganizar a los carlistas atacantes.
Los carlistas pernoctaron aquella noche en Tabliega. Al día siguiente (28), marcharon a El Rivero, y de nuevo pasaron por Tabliega y La Revilla a Quisicedo. Desde El Rivero Gómez dio el parte, así como la relación de los 100 prisioneros cogidos, uno de ellos el coronel Alesón. Fue en Quisicedo donde Andechaga recogió los heridos, tanto carlistas como prisioneros liberales, para conducirlos a las Vascongadas, donde serían atendidos en los hospitales.
Por San Martín de Porres, se llegó el 29 de junio por la mañana a Soncillo; al llegar allí, supieron que las fuerzas cristinas de guarnición en el pueblo, compuestas de unos 200 hombres, al aproximarse las avanzadas carlistas, habían emprendido la fuga. Por lo que fue destacado el brigadier Villalobos para que, con un escuadrón de caballería y el batallón de granaderos, saliera en su persecución, librándose una pequeña escaramuza, en la que cayeron prisioneros de los carlistas unos 40 infantes, mientras los demás compañeros buscaban el refugio en Reinosa.
Ante el hecho de que se iban haciendo prisioneros enemigos, el general Gómez creó el llamado batallón de prisioneros, que era constituido por fuerzas cedidas por cada uno de los batallones expedicionarios para custodia de los prisioneros que se hiciesen. Quedó conferido el mando de este batallón al coronel Delgado. En el mismo día (29), pasaron por Cilleruelo de Bezana, situado sobre el camino de Reinosa, Herbosa y Santa Gadea de Alfoz, llegaron al extremo límite de la provincia de Burgos, penetrando en la provincia de Santander por los Carabeos, donde se llegó a la madrugada del 30 de junio. El paso del Ebro se hizo por Riconchos. En la marcha del 30 se hizo pasando por Hormiguera y las poblaciones de Matarrepudio y Mataporquera, para entrar en la provincia de Palencia por el Concejo de las Quintanillas y subiendo por Villavega y Cillamayor, donde se pernoctó.
La marcha del día siguiente, 1 de julio, fue por Célada de Roblecedo, Herreruela de Castillería y San Martín de Pirapertú y se pernoctó en San Salvador de Cantamuda. Fue el 2 de julio el último de esta marcha por el territorio de la provincia de Palencia, pues pasando por Vidrieros, Triollo y Alba de los Cardaños, se descansó en Camporredondo de Alba, para entrar al día siguiente en la provincia de León. El paso del Ebro por la expedición Gómez produjo grandes rumores en Santander, cuya guarnición fue reforzada inmediatamente por el BI-VIII y BI-IX de la Legión Auxiliar británica, más una compañía de chapelgorris o peseteros.
Entre la salida de la fuerza expedicionaria de Gómez para el reino de León, el 2 de julio, y la entrada en territorio riojano de la expedición del coronel Basilio García, el día 12; son pocos los hechos que se pueden señalar en territorio castellano, salvo el del comandante Domingo Domínguez, que recorrió los pueblos vecinos de Burgos, e incluso disfrazado de guardia nacional entraba en los arrabales de la vieja ciudad para reclutar nuevos partidarios carlistas y reorganizar una partida; pero habiendo sido preso por los nacionales mientras estaba realizando su cometido, fue condenado y fusilado el 13 de julio. El día 11, en una de sus constantes operaciones en las regiones fronterizas, Andechaga libró combate en Medianas (Burgos), y después de esta acción recorrió una parte de la provincia de Santander limítrofe con Vizcaya.
Expedición de Basilio García (12 de julio al 27 de agosto de 1836)
El brigadier Basilio García, con dos batallones (BI-I de Castilla del comandante Montoliú y BI-II de Navarra del Tcol Larrodé) y un escuadrón de lanceros del coronel Osma, empleó un itinerario distinto de su primera expedición. El 12 de julio, cruzó el río Ebro por el vado de Argoncillo, pasó por las provincias de Logroño, Burgos y Soria, se internó en Aragón el 15 de agosto, regresando a Soria el 25 de agosto y regresando a Navarra el 27 de agosto. Regresó con 4 batallones y 3 escuadrones, más del doble que las fuerzas con que había partido.
Cabrera en la provincia de Soria
El general Cabrera, quien penetró en los últimos días del mes en la provincia de Soria. El 24 de noviembre entró pasando por Medinaceli, de donde siguió a Almazán. En Arganza, sorprendió y dispersó a una compañía de carabineros que llevaba consigo al obispo de Pamplona, Severo Andriani, que iba a Madrid reclamado por el Gobierno para responder a cargos que se le hacían. Pasó a la provincia de Logroño con el fin de atravesar el Ebro para entrar en Navarra. Escogiendo el vado del Rincón del Soto, a cuyo pueblo llegó el 1 de diciembre, el río estaba crecido y creyó conveniente avisar al Cuartel Real para que se dispusiera a movilizar fuerzas que, distrayendo al enemigo, le permitieran salvar aquel obstáculo.
Cuando estaba escribiendo esta comunicación al cuartel real, se le anunció que la columna del general cristino Iribarren, con fuerzas superiores a las de Cabrera, estaba a la vista del pueblo. El jefe carlista ordenó que se evacuara la población, y al salir al campo se encontraron cortados por una gran acequia, por cuyo puente solo cabían dos caballos a la par. Cabrera con Miralles, y seguidos por sus ordenanzas y un escuadrón, se lanzaron sobre el puente, que atravesaron a galope, llamando la atención de las fuerzas de Iribarren; dando tiempo a que lo verificara el resto de la fuerza. Continuaron de frente ganando terreno a los enemigos sobre su derecha, hasta incorporarse con la infantería, y Cabrera, temeroso de ser envuelto por el enemigo que le seguía, atacó a los cristinos, poniendo en desorden a sus perseguidores; pero contraatacados por los cristinos, fue a su vez obligado a retroceder.
La infantería carlista, que no estaba curtida todavía en fuertes combates, pues se había reclutado en la provincia de Cuenca, se dispersó, mientras que el general Cabrera con el brigadier Miralles, al frente de la caballería, se replegaba a Arévalo de la Sierra, pasando por Yanguas y San Pedro Manrique. Miralles pernoctó en Torre de Arévalo, mientras Cabrera lo hacía en Arévalo. Cabrera se encontraba enfermo, había entregado aquella noche el mando de los restos de la fuerza expedicionaria al brigadier Miralles.
Cabrera procuró con los pocos soldados que le seguían abrirse paso entre los cristinos. Una arremetida brusca, desesperada y temeraria le franqueó la salida del pueblo, recibiendo un bayonetazo en la pierna y una cuchillada en la espalda. Continuó por la calzada que se elevaba unos 25 pies sobre el terreno natural, y al atravesarla recibió un culatazo de un soldado cristino, que le hizo rodar por la carretera. Se levantó como pudo, y saltando márgenes y arroyos, fue a caer lleno de heridas y contusiones en un punto algo distante de la lucha. La misma dirección había tomado el coronel carlista Ramón Rodríguez Cano, herido también en una mano; y conociendo a Cabrera, fue a su encuentro con el asistente que le acompañaba. Montaron a la grupa de un caballo al exánime general, y marcharon toda la noche al monte.
El día 3 de diciembre, estaba en lo alto de un cerro con sus libertadores observando si pasaban algunos dispersos, postrado con sus heridas sin curar, y los tres compañeros sin haber comido en 35 horas. Fueron encontrados por un agricultor que era simpatizante carlista, lo acogió en su casa, pero prefirió escribir al párroco de Almazán, Manuel María Morón, con el que tenía buena amistad Rodríguez Cano. La respuesta fue ofreciendo hospitalidad para el herido y, en su consecuencia, Cabrera y sus dos compañeros; disfrazados con ropas del país, llegaron a la casa del caritativo párroco. Allí se despidieron de Rodríguez Cano y su asistente, que marcharon en busca de las fuerzas carlistas.
Regreso de la expedición de Gómez
El 11 de diciembre, procedente de la provincia de Guadalajara, entraba en Castilla la Vieja, de regreso de su expedición al Sur, las fuerzas de Miguel Gómez. En dicho día, por Cañizera pisaba la provincia de Soria y seguía por Caracena, Carrascosa de Abajo hasta Fresno de Caracena, donde pernoctaba. El día siguiente, 12, seguía por Villanueva de Gormáz y Osma, pasaba el río Duero por Matanza y continuaba por Berzosa hasta Fuentearmegil, donde descansaron. El día 13 siguieron por Fuencaliente, La Hinojosa y entraron en la provincia de Burgos, descansando en Huerta del Rey. La fuerza expedicionaria iba seguida por columnas liberales y estaba muy fatigada.
El día 14, marchaban a Santo Domingo de Silos con niebla muy fría que acabó en una copiosa nevada. La columna era muy numerosa y se dividió en dos para hallar más fácilmente acomodo y víveres en los pequeños pueblos del trayecto. Al mediodía se concentró toda la fuerza en Santo Domingo de Silos, invadiendo totalmente el pueblo y llevando por delante grandes piaras de cuanto ganado habían encontrado. La fuerza carlista, después de comer el rancho en dicho pueblo, siguió por Retuerta y de allí a Covarrubias, pasando el río Arlanzón.
Con el fin de decidir si se quedarían en los montes de Soria, para después retornar al centro de España, o bien si regresaban a Vascongadas, el general Gómez convocó una reunión, a la que asistieron los brigadieres, marqués de Bóveda de Límia, Arroyo, Quílez y Armijo, y los coroneles Fulgosio, Barradas, Puértolas, Lloréns, Castillo, Barbadillo y Moya. La Junta decidió por unanimidad que era conveniente entrar en las provincias vascongadas.
El día 15 de diciembre, se siguió por Membrillas de Lara, Lara de los Infantes, Villamiel de la Sierra, Villasur de Herreros, donde se pernoctó. El 16, se marchó por Galarde, San Juan de Ortega, Freno de Rodilla, Caborredondo, Rojas, Quintanilla, Cabo Rojas y Hermosilla, donde se descansó al fin. Se partió el 17, pasando por Salas de Bureba, Castellanos de Bureba, Terminón y Tamayo, llegando al puente de Horadada sobre el río Ebro, atravesando el penoso desfiladero de la cuesta de Tamayo, a la izquierda de Oña. Prosiguieron su marcha, se encontraron con una compañía cristina de infantería que iba a apoderarse del puerto de la Horadada, y así que se dio cuenta de que los carlistas habían atravesado el río, se encerró todo en la iglesia de Gayangos; pero atacada por la artillería carlista, dicha compañía capituló.
A pesar de que ya era de noche, el general Gómez dispuso que se pasara el puerto de Mijangos, y las tropas se acantonaron en Cadiñanos y Estramiana. El 18 de diciembre, cuando ya emprendía la marcha la fuerza carlista, en Estramiana tres batallones cristinos con caballería atacaron la retaguardia del general Gómez, pero fueron rechazados por algunas compañías de cazadores carlistas. La marcha se hizo aquel día por Quintanilla-Montecabezas, San Pantaleón de Losa, San Llorente, pasándose entonces por el río Losa, Quincoces de Yuso, la Peña de Angulo y el pueblo de Angulo. Toda aquella noche se empleó para que efectuaran su paso a Vascongadas la caballería, la infantería, el hospital, el tren y los equipajes de la fuerza que acababan de recorrer España entera, después de 5 meses y 24 días de haber salido de las provincias del Norte. La última marcha, la del 19, se hizo por territorio carlista, pasando por Sanmantón a Amurrio y de allí a Orduña, donde por fin rindieron su última etapa. Estas mismas fuerzas, que llegaban extenuadas a Vascongadas el 20 de diciembre, demostraron en la noche del 24 y madrugada del 25, ante Luchana y el alto de Banderas, todo su tesón.
Acciones en Castilla la Vieja en 1837
Acciones en el primer semestre de 1837
En Castilla la Vieja, solo escaramuzas, pequeñas incursiones, ligeros combates, señalan los primeros meses del año 1837, muy particularmente en las comarcas fronterizas de Santander, Burgos y Logroño. No es que los castellanos hubieran abandonado la lucha, sino que la crudeza del invierno y los escasos contingentes de las guerrillas carlistas reducían la actividad; pues los mozos preferían pasar al Norte para alistarse en los batallones de Castilla, que tanta fama tenían, o en los lanceros castellanos, que también la habían adquirido. Ello explica que la crónica registre pocos acontecimientos hasta la expedición de Zaratiegui. Sin embargo, hay que resaltar que el día 1 de abril las fuerzas mandadas por Andéchaga tuvieron un combate con las cristinas de Castañeda en Ontaneda (Santander). En junio hizo una incursión por tierra montañesa el intrépido Andéchaga, llegando hasta Selaya (Santander). Poco antes de la salida de la expedición de Zaratiegui, el general Uranga dispuso que el comandante José María Réjula pasara a las provincias de Santander y Asturias para levantar fuerzas, pero tuvo la desgracia de que fuera sorprendido con la pequeña partida que mandaba, el 16 de julio en Fontecha (Santander), y deshecha toda su labor. El 21 de julio, en El Royo (Soria), se presentó una nueva partida, mandada por Fajardo, que libró combate en dicho punto. Otra pequeña acción que hay que señalar fue el 23 en Castro de Peones (Burgos). El 29, fue Andéchaga el que libró combate en Guardamino (Santander).
Aparte de un ligero combate en Palacios de la Sierra (Burgos) el 20 de agosto, en que intervinieron fuerzas de Zaratiegui, el acontecimiento más importante en este mes de agosto en Castilla la Vieja es la incursión por la provincia de Santander de la fuerza vizcaína mandada por Castor Andéchaga. Durante la misma desarmó a los nacionales de muchas poblaciones, entre ellas Liérganes, Villacarriedo y Selaya; amenazó Santander, después de haber recorrido Ontaneda y La Cavada, y a su regreso al valle de Carranza, salió sobre Laredo; pero, desviando su marcha, se presentó el 14 de septiembre ante Castro-Urdiales, al que puso sitio. Cortó las comunicaciones de la población y luego las conducciones de agua, hasta obligar a recibirla de Santander y Portugalete por buques costeros; el 15 tuvo un combate con la guarnición.
Entre otras acciones, hay que citar los combates librados en Alcubilla de las Peñas (Soria) y en Valdecubo (Guadalajara) el 23 de septiembre; la partida mandada por Fajardo combatió en Puebla de Eca (Soria) el 24; y las escaramuzas que tuvieron efecto en Ontavilla de Almazán y en Adradas, en la misma provincia de Soria, el día 27. El 27 y 28, los carlistas vizcaínos llegaron hasta Selaya (Santander); el 29, Andéchaga levantaba el asedio de Castro-Urdiales (Santander), pero este pueblo siguió bloqueado.
En septiembre, buena parte de Castilla la Vieja era de dominio carlista. Aranda de Duero y Segovia estaban controladas por sus tropas. En Nava del Rey y Tordesillas se producían insurrecciones y Zariategui entraba en Valladolid el 18 de septiembre. Con el intento de afianzar su conquista, se enviaron pequeñas facciones a las provincias de Palencia, León, Zamora y Salamanca. Tras unos días en Valladolid, la expedición Zariategui recibió la orden de unirse a la del pretendiente don Carlos, con lo cual abandona la ciudad.
Acciones segundo semestre de 1837
En el resto de Castilla la Vieja durante el mes de octubre, el día 1 hubo un combate en Cenicero (Logroño). El 3 se luchaba en Alcanadre (Logroño). Remigio Blanco, al frente de una partida organizada en Deza (Soria), entraba en Morón de Almazán y sostenía un combate el 10 en Alentiste (Soria). Una partida, mandada por Quintanilla, entraba el 18 en Matute (Logroño).
El 21 de octubre, previa la autorización del Rey, los batallones de Burgos y uno de Valladolid, mandados por Vinuesa, Delgado y Marrón, se separaban en Pineda de la Sierra (Burgos) de la Expedición Real para seguir operando en las provincias de Burgos y Soria. El día 23 ya sostenían un combate entre Navaleno y Talvella (Soria). Separadas para operar combinadas, las mandadas por Marrón atacaban el 29 Berlanga de Duero; pero no habiendo podido entrar en la población, marcharon a Mansilla, Huerta de Abajo y Huerta de Arriba, en la provincia de Burgos. También el 29 combatía Joaquín Arranz en Canillas de Esgueva (Valladolid), y en esta acción moría dicho jefe carlista. Quintanilla había entrado también en Estollo y Berceo (Logroño). Antes, el día 21, las fuerzas manchegas del brigadier Jara tuvieron un combate contra la columna cristina del comandante Carrascosa en Mombeltrán (Ávila). Otro combate se verificó en La Cavada (Santander).
Jara, quien antes del combate de Mombeltrán había ocupado el 20 Piedrahita, siguiendo por Villafranca de la Sierra, procedente de la provincia de Salamanca, pasó luego por Pedro Bernardo (Ávila), y el 23 regresó a la provincia de Toledo. Más tarde, Lorenzo castigó con rigor el entusiasmo carlista con que se le había recibido en Navalsán, Villafranca de la Sierra y Piedrahita.
Interesa recoger la marcha que siguió por Castilla la fuerza que, procedente de Cataluña y Cantavieja, conducían Alonso Cuevillas y el conde de Negri. Ascendía ya a 1.500 infantes y 200 caballos, y había entrado, a través de Aragón, en la provincia de Soria, bordeando la parte occidental del Moncayo. Se proponía unirse a la Expedición Real, por lo que marchó por Hinojosa del Campo, Suellacabras y Oncala; pero, viendo la imposibilidad de hacerlo, se dirigió a Navarra, pasando por San Andrés, San Pedro (Soria), Cornago (Logroño), y de allí a Grávalos, siguió a Villar de Arnedo; no pudiendo cruzar el Ebro, retrocedió hasta Aldeanueva de Ebro, cerca de cuyo pueblo tuvo una escaramuza, entrando en Navarra por el vado de Rincón de Soto el día 29 de octubre.
En este tiempo mandaban las fuerzas carlistas en Castilla la Vieja el brigadier Marrón, comandante general de la provincia de Burgos; Menargue, Vinuesa, Blanco, Fuenmayor, Hierro, Arranz; Mión, levantado en armas en el anterior mes de septiembre como comandante militar de la Tierra de Campos, en Palencia, que cayó prisionero en noviembre; Béjar, el abulense Tejedor, el salmantino Moya, el Alcabalero de Peñafiel, Garrido (el Pasiego), Romero y otros.
También la actividad sigue en diciembre. A comienzos del mes, los carlistas sufrieron una sorpresa en Gete (Burgos), y luego otra en Santo Domingo de Silos (Burgos), donde cayó prisionero el coronel Menárguez. Una fuerza carlista había entrado el día 2 en Saldaña (Palencia). Se combatía aquellos días en Zayas de Torre (Soria). El 15, en Ura (Burgos), Blanco libraba combate contra la columna Cristina de Antonio Sanabria. El mismo día, la partida asturiana de Garrido tenía un combate en Espinosa de Cerrato (Palencia) contra la columna del comandante Federico Montesión, cayendo prisionero de los cristinos el brigadier Diego de Vega, quien pasaba a Asturias con objeto de levantar fuerzas.
El 14 de diciembre, se había combatido en Torresandino (Burgos) por fuerzas carlistas del mismo Garrido. El 19 era en La Cavada (Santander), donde había lucha. También se luchó en diciembre en Navarrebisca (Ávila). En Mijares (Ávila) y en Tardelcuende (Sorh) hubo combates. El 26 fueron presos por los cristinos el coronel Béjar, su esposa, varios oficiales y voluntarios carlistas en una sorpresa cuando descansaban, celebrando las fiestas de Navidad. Antes, el 8, Leguina había copado una compañía de cazadores cántabros en Ogarrio (Santander); el 13, Igual hacía lo propio con una compañía del RI provincial de Granada; en Meruelo (Santander), Andéchaga bloqueaba Castro-Urdiales.
Acciones en Castilla la Vieja en 1838
Segunda expedición de Basilio García
En 1838 se produjeron las expediciones Basilio Antonio García, que partió de Los Arcos (Navarra) el 28 de diciembre de 1837, contaba con cuatro batallones y dos escuadrones con 200 caballos, llegando a las nueve y media de la noche a orillas del río Ebro. Se había previsto el paso por el vado de Mendavia, situado entre los puestos cristinos de Logroño y Lodosa. Pero al llegar al mismo vieron que estaba impracticable por la crecida del río. Un reconocimiento permitió hallar otro situado un poco más arriba por el vado de San Martín de Berberana, que, si bien era difícil, permitía pasar. La noche era oscura, tormentosa y fría. El paso se hizo con dificultades, pues la fuerza del agua arrastró a varios soldados y también al teniente Gustavo Philippron, de nacionalidad holandesa. Muchos expusieron su vida al intentar salvar a sus compañeros. A medianoche, estaba toda la división en la otra orilla del Ebro y dirigía su marcha hacia la cordillera que cerca corre paralela a él. Sin embargo, la expedición había quedado reducida, puesto que, además de los que murieron al vadear el río, que según Pirala serían un solo oficial y una docena de hombres, otros 200 se echaron atrás asustados por el peligro, quedándose en Mendavia, de donde fueron a Estella. Entre estos había cinco oficiales, que fueron degradados por su cobardía y mandados a distintas unidades para servir de soldados rasos.
Al amanecer del 29 de diciembre, llegaban a Corera (Logroño), de donde salieron para Ocón, para llegar la misma noche a San Vicente de la Sonsierra y a Munilla (Logroño), donde pernoctaron. Reemprendieron la marcha a las tres de la madrugada del día 30, entrando en la provincia de Soria, y pasaron por Yanguas, Villar del Río y Vizmanos, yendo a pernoctar en Gallinero, con avanzadas destacadas en Almarza. El último día del año, los expedicionarios siguieron por Cubo de la Sierra, Fuentelfresno y Ausejo de la Sierra, para llegar por Pinilla de Caradueña a Cirujales del Río y de nuevo a Ausejo de la Sierra (Soria), en cuyos pueblos descansaron, colocando su vanguardia en Almajano.
Don Basilio, con sus cerca de 2.000 efectivos, trató de dirigirse a Aragón para ponerse en contacto con Cabrera. El día de Año Nuevo de 1838, el cuerpo expedicionario marchaba por Aldehuela de Periañes, Peraniel, Almenar de Soria y Villaseca de Arciel, para descansar en Almazul. El 2 de enero, seguían por Miñana y Deza para entrar en la provincia de Zaragoza y descansar en Moros. Los cristinos mandados por Oráa se retiraron ante el avance de las tropas de don Basilio y estas siguieron al día siguiente, entrando en Calatayud y por Terrer fueron a Ateca.
El 4 de enero, pasando por Bubierca, Alhama de Aragón y Sisamón (Zaragoza), entró de nuevo en la provincia de Soria, dando fin a la etapa en Iruecha (Soria). Al día siguiente, después de pasar el río Mesa, por la provincia de Guadalajara, llegaba a Maranchón.
El día de Reyes, la columna expedicionaria pasó por Ciruelos a Riba de Saelices y siguió el siguiente por Huertahernando (Guadalajara), cruzando el río Tajo, entrando en Castilla la Vieja.
La columna recorrió diversos lugares de Andalucía y de La Mancha, y aunque fue derrotada en Valdepeñas, continuó su camino hacia el norte peninsular. El 28 de abril de 1839 cruzó el Tajo con unos 2.000 hombres, cantidad elevada y excepcional respecto de lo que eran por lo común las partidas carlistas.
Después de diversas escaramuzas, por la zona de Puente del Arzobispo se dirigieron hasta Navamoral de Plasencia, donde murió el coronel carlista Sánchez. Cruzando el río Tiétar y a través del valle de Plasencia, llegó a Béjar (Salamanca) el 1 de mayo. El día 2, los expedicionarios se entregaron al descanso, mientras se hospitalizaban heridos y enfermos.
Tras ellos iba el general cristino Ramón Pardiñas, que estaba en Plasencia el día 2 de mayo; en la madrugada del día 3, llegó a Béjar, cargando sobre el retén que mandaba el coronel Fulgosio, quien murió en el combate. Se introdujo el desorden entre los carlistas que aún estaban alojados en la ciudad, pudiendo escapar el general García y otros elementos en un sálvese quien pueda muy comprensible. Los que estaban en el fuerte no tuvieron otro recurso que rendirse, y el cuerpo expedicionario quedó deshecho.
No hubo muchos muertos ni heridos, pues fue inexistente el combate debido a la rapidez con que actuaron las fuerzas del general Pardiñas; pero sí hubo numerosos prisioneros. En la refriega, los prisioneros carlistas ascendieron a 125 jefes y oficiales y 493 de tropa; los muertos fueron 35.
«El combate fue corto aunque sangriento, y en pocos minutos las tropas gubernamentales, ocupando toda la población, triunfaron denodadamente de cuanto les opuso resistencia. El fruto de esta jornada fue matar 35 enemigos, entre ellos algunos jefes y oficiales, y hacer 618 prisioneros, de los que 120 eran personas de graduación. Esta suerte cupo a los cabecillas Jara, su hijo Ovejero, Tercero, Cuesta, Carrasco y algunos otros». El Boletín Oficial de la Provincia señalaba 126 prisioneros entre jefes y oficiales, 79 sargentos y cabos, y 455 soldados, es decir, un total de 660.
Según el parte de Pardiñas, entre los prisioneros estaban el brigadier José Jara; 4 coroneles: Cándido Tercero, Matías Ovejero, Manuel Vicerite Jorge y Félix Cuesta; un Tcol: Joaquín Sierra; 2 comandantes de caballería Julián Alcalde y José Jara (hijo); 8 comandantes de infantería: Francisco Tomás, José Borrullol Oribe, César de Tomás, Bartolomé de Vida, Juan Antonio Mesa, Miguel Martínez Carrasco, Romualdo Ravanera y Juan Antonio Polo; 3 capitanes de caballería, 19 capitanes de infantería, un teniente del EM, 32 tenientes, 34 subtenientes, 3 capellanes, 4 cadetes, 3 distinguidos, 3 comisarios de guerra, un auditor de Guerra, 3 médicos, un farmacéutico, 4 factores, un oficial de Contabilidad, un practicante. En cuanto a la tropa, 45 sargentos, 41 cabos y 409 soldados.
Don Basilio consiguió escapar con tan solo 250 hombres; consiguió volver con unos pocos hombres al país vasco-navarro dominado por los carlistas.
Expedición de Negri
Ignacio de Negri Mendizábal contaba con 8 BIs castellanos, 4 escuadrones y 2 piezas de montaña. Salió el 14 de marzo de Orduña (Vizcaya), entró en la provincia de Burgos y el 20 de marzo pasó a la provincia de Santander. Regresó el 22 de marzo a la provincia de Burgos y el 31 de marzo, entraba en la provincia de Segovia.
El 10 de abril entró en la provincia de Valladolid y el 13 entraba en la de Palencia. El 25 de abril entraban en la provincia de Burgos, donde el 27 sufrieron un desastre en el puerto de la Brújula. Negri, con los que se habían salvado, llegó el 28 a Barbadillo de Herreros (Burgos) y de allí fue a Quintrinar de la Sierra, donde reunió a cuantos dispersos estaban por aquella parte. El general Merino y el coronel Balmaseda acudieron con su caballería para auxiliar a los que huían para no caer en manos de los cristinos.
Negri, al frente de las fuerzas que pudo recoger, según los liberales, 130 infantes y 200 jinetes desmontados, marchó a Barcones (Soria) el 1 de mayo, y de allí a Rello (Soria), entrando en Aragón, siguiendo a Cetina y Sisamón, en la provincia de Zaragoza, para presentarse a Cabrera en El Poyo (Teruel).
Acciones guerrilleras en el primer semestre de 1838
En Castilla la Vieja hubo combates en Ausejo (Logroño) y en Badillo (Burgos). Una partida se presentó en Olmos de Esgueva (Valladolid). El 21 se combatió en Avellaneda (Logroño); el 25, es en Duruelo de la Sierra (Soria), donde se luchaba, y el 26, en Talveila (Soria), siendo mandados en esta acción por el brigadier Marrón. Fuerzas vizcaínas entraron en la provincia de Burgos, y el 30 y 31 se batían en Medianas y Carrasquedo y también en Villanueva de Mena.
El 13 de febrero, Andéchaga había llegado a La Cavada (Santander), y Leguina, con dos compañías, había alcanzado el pueblo de Llano (Santander), con el intento de sorprender, en una combinación de ambos, a un destacamento de cántabros, con otro de francos y una compañía del RI de Borbón, lo que consiguieron, derrotando a los cristinos, que perdieron varios muertos y prisioneros. Otaola recorrió el valle de Liendo y acampó delante de esta población. Otras fuerzas penetraron en el valle de Mena y atacan Villanueva de Mena (Burgos). En este mismo día 19, dos compañías carlistas fueron batidas por la columna del general Latre en Villasuso (Burgos). El 24 de febrero, era la partida mandada por el Pastor la que tenía un encuentro en Guardo (Palencia), y el mismo día, esta misma fuerza combatía en Villodre (Palencia). También el guerrillero Garrido tuvo un combate en Astudillo (Palencia) y entró luego en la provincia de Burgos y lucha en Sotresgudo (Burgos) el día 27.
El general Merino se separaba del cuerpo expedicionario de Negri el 19 de marzo en Quintanas de Hormiguera, y por Basconcillo del Tozo, Brulles, Coculina, Las Hormozas, Villorejo, Isar y Hornillos de Camino marchó al interior de la provincia de Burgos, atravesando la carretera de la capital a Valladolid por Tardajos y Villaibilla de Burgos. Luego el 21 la carretera de Madrid a Burgos por Sarracín, llegando así a los Pinares de Soria, que era el campo de operaciones que se había fijado.
Entre otros hechos de este mes de marzo, hay que señalar que el 21 y 22 de marzo hicieron una correría las fuerzas mandadas por Blanco, entrando en Belorado, Pradoluengo y Puras de Villafranca. En una acción desgraciada librada el 25 en Mecerreyes (Burgos), cayó prisionero el brigadier Marrón. La partida mandada por González Hierro atacó el 27 el destacamento cristino de Troapaderne (Burgos).
El 5 de mayo, hubo un combate en Riaño (Burgos). El día 6, Andechaga luchaba delante de Laredo (Santander). En Barcones (Soria) llega el día 10 una pequeña fuerza procedente de la provincia de Guadalajara y que había formado parte de la expedición García, y al día siguiente otro grupo de igual procedencia llegaba a Romanillos de Medinaceli (Soria). En Barcones (Soria) llega el 10 de mayo una pequeña fuerza que amenazaba Soria, cuya guarnición se aprestó a la defensa. Ante tal atrevimiento, las columnas de Ezpeleta y Mayols operaron concertadas contra el jefe carlista. Carrión, después de haber dejado a salvo en el Norte a Zabala y compañeros, regresó a la provincia de Palencia, donde seguían luchando Rey y Cordalias, a los que se unió la fuerza mandada por Celis, independiente de Carrión. Este recorrió Prádanos de Ojeda y Recueva, combatiendo contra Manuel Carande. Unido de nuevo a Celis, sorprendió la guarnición de Saldaña, el 17 de mayo; siguieron luego por Ribero de la Cueza (Palencia), combatieron el 19 en Cervatos de la Cueza y el mismo día entraron en Frómista. La activa persecución de que Carrión fue objeto después por las columnas combinadas de Carande, Padilla y otros, obligándole a entrar en la provincia de Santander.
El hecho más importante en el mes de mayo lo realizó el coronel Balmaseda, que el día 20 sorprendió la columna del coronel Mayols, en Hontoria del Pinar (Burgos). Más de 500 prisioneros quedaron en poder del jefe carlista. Solicitó entonces del general Ezpeleta la aplicación del Convenio Eliot, señalando para depósito de prisioneros la población de Duruelo de la Sierra (Soria). Aunque Ezpeleta no contestó claramente accediendo, lo cierto es que dicho depósito fue respetado. Merino, que quería pasar a Aragón, se presentó en Velamazán, prosiguiendo a la provincia de Guadalajara. La partida mandada por Antonio Arnáiz (el Estudiante de Villasur) libró combate en Castil de Peones (Burgos). Quintanilla se presentó el 25 de mayo en las cercanías de Ezcaray (Logroño). Carrión, que había entrado en la provincia de Santander, salió de Polientes el día 26 y copó un destacamento de 37 soldados en Villadiego (Burgos). El 27 y 28 derrotó a la columna del liberal Nailda, en Cervatos (Santander), refugiándose los cristinos tras los muros de Reinosa.
El día 1 de junio, el brigadier Balmaseda (acababa de ascender por su victoria sobre Mayols, en Quintanar de la Sierra) pasó a Palacios de la Sierra, siguiendo luego a Pradoluengo en dirección de la Sierra de la Demanda. Zurbano se había colocado en Barbadillo de Herreros, Riocavado y Huerta de Arriba, para cerrarle el paso, por lo que retrocedió Balmaseda, quien se encontró con la columna del coronel Rodríguez y libró una acción desventajosa para sus armas. El 14, se presentaba en San Esteban de Gormaz (Soria), donde cobró la alcabala de la feria, y el 17 estaba otra vez en Barbadillo del Pez (Burgos), mientras que Marrón y Quintanilla recorrían Pradoluengo y Fresneda de la Sierra Tirón (Burgos), y por Brieva de Cameros (Logroño), llevaban la alarma a la guarnición de Ezcaray. Entretanto, Balmaseda recorría el Valle del Cerrato. Se presentó el 24 de junio en Quintanilla de Abajo (Valladolid), y por Cuéllar (Segovia), siguió a Bernardos y Fuentepelayo, pero retrocedió hasta dar vista a Arévalo (Ávila), continuando luego por los alrededores de Olmedo (Valladolid), y el 28 llegaba a Montejo de la Vega de Serréeuela (Segovia); de donde siguió a Fuentepelayo y por San Miguel de Bernuy estaba el 29 en Gumiel del Mercado, habiendo batido antes una fuerza que procedía de Ávila, en Nava de la Asunción.
Tampoco estaba ocioso Carrión, que, con la caballería de Modesto de Celis y el escuadrón que mandaba, junto a la infantería de Agustín Rey, recorrían Saldaña y Frechilla (Palencia), y el 3 de junio entraba en Villada (Palencia), de donde pasó a Cisneros y el 6 llegaba frente a Carrión de los Condes. Los días 7, 8 y 9 recorrió Medina de Ríoseco y Villalón de Campos (Valladolid). En Salazar de Amaya (Burgos) libró combate, del que salió victorioso, contra las columnas reunidas de Nalda, Carande y Losada, el 20 de junio, regresando luego a la provincia de Palencia y pasando después a la de León, llevando 50 prisioneros, mientras que los cristinos de Losada se refugiaban en Aguilar de Campoo.
En ese mismo mes de junio, el guerrillero Blas García el Perdiz, que recorría constantemente la zona limítrofe de las provincias de Madrid, Toledo, Ávila y Segovia, se estableció en las Navas del Marqués (Ávila), amenazando Villacastín, recorriendo después Navalperal de Pinares, San Bartolomé de Pinares, luego Aldeavieja y por último Zarzuela del Monte (Segovia) y otros pueblos de la comarca. El 22 de junio, entraba en Arenas de San Pedro (Ávila), donde incendió 43 casas de los cristinos que se habían encerrado en el fuerte.
Tampoco estaban inactivos los que luchaban por la parte de Santander, pues el 7 de junio se combatía en Ramales, y el 12 recorrían impunemente Vega de Pas. San Roque de Ríomliera y llegaban a los valles de Toranzo, de Carriedo y de Soncillo, y más tarde entraban en Cudeyo, Ribamontan y Limpias, establecían el bloqueo de Laredo y reforzaban el de Castro Urdiales. Al mismo tiempo que Espartero atacaba Peñacerrada, el jefe cristino mandó una columna para apoderarse de Ramales, por lo que el 17 se libró una fuerte acción entre los cristinos mandados por Castañeda y los carlistas de Andéchaga, que llevaba a sus órdenes el BI-I, BI-III, BI-V y BI-VII de Vizcaya y BI-I de Cantabria, viéndose Castañeda obligado a retirarse. El día 26, había un combate en Arredondo. También el 27 las fuerzas de Goiri, con los vizcaínos, combatían en Cibaja.
Acciones guerrilleras en el segundo semestre de 1838
El brigadier Balmaseda estaba en Gumiel del Mercado el 29 de junio, de donde partió para otras de sus correrías al frente de su caballería, con movilidad casi inconcebible y conocimiento del terreno. El 2 de julio, estaba en Monasterio de la Sierra y al día siguiente se le rendía la guarnición cristina de Monasterio de Gamonal (Burgos). Luego hacía lo mismo la de Castil de Peones. Un destacamento cristino, que había salido de Briviesca, fue copado por las fuerzas de Balmaseda y este retrocedió a la provincia de Soria en busca de la columna de Abuin, pero rehuyó el combate y regresó Balmaseda a la provincia de Burgos con una provisión de granos. El 10 de julio, ya había cruzado toda la provincia y por entre Bahabón y Oquillas descendió por el valle de Esgueva. Retornó a la provincia de Soria y pasó el río Duero por San Esteban de Gormaz el día 20, donde había llegado por Covaleda. Entró en Ayllón (Soria) y el 21 se apoderó en Fresnillo de las Dueñas (Burgos) de un convoy cristino, que conducía 5.000 pares de zapatos, así como de una galera con veintiséis mil varas de lienzo, y el mismo día entraba en Riaza (Segovia).
El 22 de julio, habiendo cruzado la provincia, entraba en Cuéllar, cuya guarnición, concentrada en la iglesia, se le rindió y se unió a la fuerza carlista. Siguió por Campaspero (Valladolid) y pasa el Duero por Quintanilla de Abajo, y el día 24, después de pasar por Olivares del Duero, llegó a San Lorente del Valle (Valladolid). Conocedor de que la columna del coronel Rodríguez estaba próxima, mandó una fuerza destacada a Torresandino (Burgos), engañando así al jefe cristino, y marchó el brigadier Balmaseda a Curiel de los Ajos (actual Curiel del Duero), prosiguiendo de allí a San Martín de Rubiales (Burgos), cuya guarnición también se le rindió. Volvió a pasar el río Duero y fue entonces la guarnición de Nava de Roa (Burgos) la que se le entregó; prosiguió su ruta a Valdezate, Haza y otros pueblos, siguiendo la orilla izquierda del río hasta pasarlo por Langa del Duero (Soria). De allí sigue a Velilla de San Esteban, y el 27 estaba en Fuentearmejil y San Leonardo pidiendo raciones hasta Vinuesa.
El 5 de julio, Blas García, que después de su entrada en Arenas había retornado a Castilla la Vieja, se presentaba nuevamente delante de Arenas de San Pedro, de la que arrojó a los nacionales que la guarnecían y que se vieron obligados a buscar refugio en Piedrahita. Se le unió entonces una fuerza de 400 caballos y 200 infantes, procedentes de la expedición de Basilio García, mandada por el coronel Gómez Cálvente, aceptando Blas García las órdenes del nuevo jefe para operar combinados. Esas fuerzas tuvieron su centro de operaciones en la zona comprendida entre Monbeltrán, San Esteban del Valle y Pedro Bernardo, en la provincia de Ávila, y Navarmorcuende en la de Toledo.
Una columna compuesta de 300 infantes y 40 caballos, en su mayor parte nacionales de San Martín de Valdeiglesias, con auxiliares de Cebreros, salió de Cadalso de los Vidrios (Madrid), con el propósito de sorprender a Blas García, que estaba en Sotillo de la Adrada (Ávila). Al aproximarse los cristinos, García se retiró, evacuando la población, entrando en ella los cristinos, y cuando más confiados estaban, presentó García, sorprendiéndolos, dispersándoles y causándoles buen número de bajas. Sesenta nacionales que intentaron resistir en la iglesia, no tuvieron otro remedio que rendirse a discreción. García quedó dueño del Valle del Tiétar. Como hecho curioso, hay que citar que los liberales prisioneros dirigieron el 19 de julio una exposición al gobierno de Madrid, solicitando que se les aplicaran los beneficios del Convenio de Eliot.
El 7 de julio, había combatido el Pacorro en Santa Engracia (Logroño). El coronel Calvente y Blas García, a cuyas fuerzas se les agregaron las de Felipe Muñoz. Decidieron un atrevido golpe de mano, sorprendiendo a un convoy que debía conducir dinero para el Ejército del Norte. Con este fin, fueron el 19 de julio a Navas de San Antonio (Segovia), y por Ituero, Monterrubio, Lastras del Pozo y Marugan, llegaron a San García, donde esperaron noticias de la marcha del convoy, al que se proponían sorprender en Labajos. Supieron allí que venía fuertemente custodiado por las tropas mandadas por el comandante general de Segovia, Midón. Ante esta noticia, desistieron de su proyecto. Frustrado el plan, se dirigieron a la provincia de Ávila, dividiéndose en varias fracciones, seguidas por columnas de cristinas. Blas García llegó a Mijares (Ávila) el 22, librando combate contra la columna de Julio Losada, y marchó a la provincia de Toledo, lo que también había hecho Calvente, después de pasar por Hoyocasero (Ávila). De nuevo volvió Blas García a la comarca del Tiétar, al frente de 70 caballos, después de la desgraciada acción de Sartajada (Toledo).
A mediados de julio, Gago, que había entrado en Sahagún (León), amenaza hacer lo mismo en Villalón de Campos (Valladolid). A su regreso de las provincias vascongadas, el comandante Carrión libró combate en Guardo (Palencia) contra la columna de Carande, en la que llevó la peor parte el jefe carlista.
La movilidad de Balmaseda continuaba siendo la característica de este jefe en el mes de agosto. Destacamentos suyos recorrían la provincia y uno de ellos, el día 1 de agosto, se presentó a las mismas puertas de la ciudad de Burgos. Luego Balmaseda entró en la provincia de Soria, pasando por Herreros, Cidones y Ocenilla, siguiendo luego a la provincia de Logroño, donde atacó Villaoslada de Campo; pero fue rechazado por la guarnición, mandada por el capitán Juan de Dios Vela, por lo que regresó a la provincia de Soria y entró en Almarza, de donde siguió a El Royo y Sotillo del Rincón hasta Valdevellano de Tera. Abuin, ante su presencia, se había encerrado en la ciudad de Soria.
Balmaseda se dirigió por Abéjar (Soria) y Navaleno, entrando en la provincia de Burgos, y el 18 de agosto, salió de Huerta del Rey para La Horra, donde se le reunió la fuerza mandada por Carrión. Este marchó luego sobre Oña, mientras que Balmaseda tomó por asalto la ciudad de Roa, el 19 de agosto, quemando las casas de los nacionales que resistían en el fuerte, y luego, por Valdezate, pasó a Aguilafuente (Segovia), siguiendo después por Fuenitepelayo. Un convoy con dinero del Gobierno, que era el que habían pensado sorprender el coronel Cálvente y Blas García, había llegado a Labajos, pero al saber su jefe la proximidad de Balmaseda, retrocedió y se refugió en la ciudad de Ávila. El 22, entraba el jefe carlista en Arévalo, quedando prisionera la guarnición. De regreso, entró en Coca, Santa María de Nieva, Carbonero el Mayor, Turégano, Sepúlveda y Riaza, pasando el Duero por San Esteban de Gormaz y de allí a Berlanga del Duero, y el 30 de agosto, llegaba a Nafría la Llana (Soria), donde mandó comunicaciones a los jefes cristinos proponiendo el canje de prisioneros.
El comandante Carrión, después de su encuentro en Guardo con los cristinos, sorprendió un convoy de calzado para el ejército cristino en Espinilla (Santander). Marchó luego a Valdenoceda (Burgos), cuya guarnición se le rindió. En Arcellares se reunió con las fuerzas mandadas por Celis y el 4 de agosto, libró combate contra Castañeda en Pomar de Medina (Burgos). Entonces decidió ponerse en contacto con el brigadier Balmaseda y, al frente de su caballería, pasó por la provincia de Burgos, señalando su ruta por los destacamentos que desarmó, como ocurre en Celada del Camino, cuya guarnición se le entregó. En Villaverde del Monte (Burgos), se encontró con la columna del coronel José Coba y libra combate contra la misma. En su parte, el jefe cristino reconoció que «jamás he visto Caballería facciosa que se condujese con más bizarría y disciplina». Después de este combate, Carrión siguió para la provincia de Soria, reuniéndose con Balmaseda en los alrededores de la capital, a la que amenazaba después de su regreso de Villaoslada del Campo. Juntos Balmaseda y Carrión, marcharon a la provincia de Burgos, separándose, como hemos visto, en La Horra, el 19 de agosto, de donde partió Balmaseda para Roa y Carrión para Oña, cuya guarnición se le rindió el día 21.
Mandadas por Chaves, fuerzas toledanas entran el 3 de agosto en Arenas de San Pedro (Ávila), y el 4 llegan hasta las puertas de Piedrahita, para entrar el 5 en Candeleda (Ávila). En este mismo día, don Blas García estaba a las puertas de Barco de Ávila y el 7 entraba en Bonilla de la Sierra (Ávila). El coronel Cálvente, desde su base de Navaluenga (Ávila), mandó destacamentos a la provincia de Madrid. Pero el día 11, Chaves tuvo desgraciados encuentros con fuerzas del subteniente Felipe Murillo en La Horcajada y Aldehuela (Ávila). Cálvente, que mantenía el dominio en la Sierra de Gredos, recorrió el distrito de Barco de Ávila. El 13 había un combate en Suances (Santander). El 17, Cálvente luchaba en Hoyos del Espino (Ávila). El 18, se señala un encuentro en Olmedillo de Roa (Burgos). Fuerzas aragonesas entraron en Castilla la Vieja y ocuparon, primero Puebla de Eca (Soria), y el 19, Centenera del Campo (Soria). La partida carlista que mandaba Saturio García combatía contra la columna del coronel Carande en Hermedes de Cerrato (Palencia) el 25, así como se había combatido por otra fuerza en Adrada (Ávila) el 23. En un combate que se libra en Navaluenga (Ávila) el 28 de agosto, murió Juan Calderón, comandante de armas carlista de Pedro Bernardo. Otros combates en este mes se señalan en Baltanás (Palencia) y Ríocabado de la Sierra (Burgos).
A la preocupación que tenían los cristinos por la actividad de jefes tan audaces como el comandante Carrión, el coronel Cálvente y el brigadier Balmaseda, se unió entonces la noticia de que el general Merino había vuelto a Castilla la Vieja. El día 3 de septiembre rindió la guarnición de Calamocha (Teruel), al frente de unos 2.000 hombres; pasando por la provincia de Guadalajara, se presentó en Morón de Almazán (Soria) el día 3, rindió la guarnición de Almazán el día 4, donde incendió el fuerte y cobra los diezmos. Siguió por Fuenitepinilla el día 5, y el 7 de septiembre ya estaba en Burgo de Osma. De allí mandó destacamentos a Peñafiel (Valladolid). La proximidad de estas fuerzas hizo creer que Merino se dirigía a Valladolid. Se levantó una partida en Quintanilla de Abajo (Valladolid) y se creó tal confusión que el capitán general cristino barón de Carondelet concentró las fuerzas que tenía en la provincia y muy particularmente en Medina de Ríoseco, y se retiró a Palencia. El gobernador civil de Valladolid, Joaquín Manuel de Alba, recordando lo ocurrido con la entrada de Zaratiegui y los beneficios que había producido a la ciudad, nombró un ayuntamiento carlista, con el título de provisional, y abandonó la ciudad con las demás autoridades. Nuevas noticias pusieron las cosas en su sitio y se dieron cuenta de que todo ha sido un pánico injustificado, por lo que regresaron de nuevo; pero tuvo la caballerosidad de dar las gracias oficialmente a los carlistas por su proceder al aceptar los cargos.
Mientras tanto, Merino, desde Burgo de Osma, había marchado a la provincia de Burgos. Llegó a Pineda de la Sierra y regresó a Huerta del Rey, haciéndose dueño de todo el territorio. Pero no fue afortunado en Canicosa de la Sierra (Soria), puesto que, vendido por un traidor, tambor de sus fuerzas, fue sorprendido. Llegó hasta Ríoseco (Burgos) y de allí emprendió su marcha por la provincia de Burgos, maniobrando contra él las columnas del brigadier Abuin y los coroneles Olloqui y Parra. Recorrió entonces hasta Villamiel de la Sierra y Villasur de Herreros (Burgos), atravesó el desfiladero de la Brújula y llegó a Peñahorada y de allí a Santa Cruz de Tozo, donde combatió el 20 de septiembre contra dos batallones del RI de la Reina. Los carlistas se replegaron cuando hubo pasado la columna. Merino mandaba una fuerza compuesta de cuatro batallones y 400 caballos, además del escuadrón de lanceros del comandante Carrión, que se le había reunido en Peñahorada y que custodiaba a 250 soldados de infantería y 40 de caballería que llevaba Merino prisioneros. Los cristinos le cerraron el paso por la parte de Villarcayo, pero Merino siguió por Quisicedo y luego por San Martín de Elines (Santander), para llegar al Valle de Soba y entrar en territorio carlista en Valmaseda, el 22 de septiembre.
El brigadier Balmaseda estaba el 2 de septiembre en Covaletía (Soria), y el día 3, pasó a Quintanar de la Sierra, donde libró combate contra la columna del coronel Coba, que queda destrozada, cayendo prisionero de los carlistas dicho coronel, con 19 jefes y oficiales y más de 600 soldados del RI de Borbón y del RCL-1. Balmaseda recogió además 150 caballos, habiendo dejado los enemigos 150 muertos en e campo de batalla. Carlos V creó una cruz especial para recompensar a los que tomaron parte en esta acción. El jefe carlista atravesó la carretera general por el puerto de la Brújula y pasó el río Ebro el 5 de septiembre, por Cillaperlata, habiendo firmado su boletín de victoria en Estramiana (Burgos).
El 1 de septiembre, el comandante Carrión entró en Astudillo (Palencia); el 4, el comandante Rey luchaba contra el cristino Carande en Fresno del Río (Palencia); el día 5, se combatía en Parapertú (Palencia); el 8, es Muñoz quien aniquiló, entre Arenas de San Pedro y Ramacastañas (Ávila), a un destacamento de 30 hombres del batallón cántabro, del que hizo 8 muertos y 22 prisioneros con su teniente; el 12, Gago combatió y entró en Melgar de Fernamental (Burgos); en Puebla de Valdavia combatió el 14 de septiembre el comandante Carrión, y el 15, había entrado Gago en Saldaña, después de hacer lo mismo, dos días antes, en Mayorga (Valladolid). Al salir de Saldaña, Gago fue batido el 16 por Carande. Hubo un combate en Limpias (Santander). La ciudad de Ávila fue amenazada el 17 por Blas García. El 21, Cálvente, Chaves y Mayoral descendieron del Valle de Piedrahita y se esparcieron por los pueblos de la Moraña y desde Salobral amenazaron Ávila. Lucas Murgía sufrió una derrota en los montes de Parapertú (Palencia), territorio en el que se había batido ya el día 5, también con la columna de Nalda.
Fuerzas navarras pasaron el río Ebro y entraron en la provincia de Logroño el 19 de septiembre, y al día siguiente entraron en Arnedo, desarman a los nacionales, recorrieron Ausejo y Alcanadre y regresaron a Navarra. El día 20, se libró una acción en Urbel del Castillo (Burgos). Otra fuerza navarra pasa también el Ebro y entró de nuevo en Arnedo y luego en Tudelilla (Logroño).
En Limpias (Santander) combatió el intrépido Andéchaga el día 5 de octubre y en esta misma fecha fue el coronel Cálvente el que recorrió el campo de Arévalo y las Sierras de Fuentes y preparó una sorpresa que efectúa el día 9 en Velayos (Ávila). Los milicianos que acudían a dicho pueblo para combatir a los carlistas no encontraron a estos, pero “lo saquearon, apaleando la justicia y haciendo doble daño que los enemigos”. Una acción tuvo lugar en esta misma fecha en Aldeavieja (Ávila). El 12, los carlistas eran derrotados en Covaleda (Soria). Andéchaga recorrió del 16 al 20 el Valle de Soba (Santander), reclutando voluntarios.
Combatió el coronel Cálvente contra la columna del capitán Luciano Alguacil, en Sanchidrián (Ávila), y el 20 de octubre, el mismo jefe entró en Arévalo; de allí pasó el 21 a Ataquines (Valladolid), marchando al día siguiente a Medina del Campo, donde entró el 22 e instaló un ayuntamiento carlista. Regresó a la provincia de Ávila y, unido a las fuerzas del brigadier Rujeros y de Felipe Muñoz, atacó Piedrahita el 30 y 31. También se combatió en Matamorosa (Santander), y el 16 hubo fuerte lucha de los carlistas mandados por Andéchaga contra los cristinos de Castañeda, en Quintana de Soba (Santander).
Andéchaga, al ver al brigadier cristino Medinilla que avanzaba de La Cavada a Solórzano, se replegó de Ramales a Ampuero, recogió la cosecha de maíz en los alrededores de Laredo y, cuando se retiraba Medinilla, envió sus destacamentos para ocupar Villacarriedo y Selaya, reparó el puente de Udalla e invadió de nuevo el Valle de Soba, pero, no pudiendo guardarlo, se retiró a Lanestosa (Vizcaya); luego volvió a la provincia de Santander, ocupó Colindres y bloqueó Laredo.
El 17 de octubre, el brigadier Balmaseda, en compañía del comandante Carrión, con una fuerza que ascendía a 460 caballos y 400 infantes, entró de nuevo en Castilla la Vieja, pero esta incursión fue de menor duración, pues si bien llegó hasta la provincia de Segovia, entrando el 26 en Sepúlveda y el 27 en Riaza, pasando luego a la provincia de Guadalajara, y volviendo a Castilla la Vieja el 30 de octubre por Burgo de Osma, regresó sin nuevas importantes acciones, llegando al Norte por el mismo vado de Ircio (Burgos), por donde saliera, el 3 de noviembre.
De más importancia por su duración fue la expedición que hizo en este tiempo el general Merino, que al frente de dos batallones y tres escuadrones pasó el vado de Ircio el 25 de octubre, recorriendo la provincia de Logroño y entrando el 26 en Lagunilla del Jubera; pasó después por Padrejón, Villar de Arnedo y Tudelilla, dirigiéndose a la provincia de Soria, llegando a Vinuesa el 29. Marchó de allí a la provincia de Burgos, teniendo un combate en Viviestre del Pinar (Burgos), el día 31, siendo desfavorable esta acción a Merino, porque le batió el brigadier Hoyos.
Regresó Merino a la provincia de Soria y todavía tuvo que luchar su caballería contra Hoyos en Cabrejas del Pinar, y ante la persecución de que era objeto por las columnas de Abuin, Hoyos y Rodríguez, siguiendo el general Merino los consejos del intendente Díaz de Labandero, cambió de teatro de operaciones, marchando por Hontorio del Pinar, Arauzo de Miel, Cilleruelo de Abajo y Villafruela, de la provincia de Burgos, hasta llegar a Baltanás (Palencia), siguiendo de allí por Palenzuela (Palencia) a Castrojeriz (Burgos), a donde se llegó el 4 de noviembre, recaudando por todas partes las contribuciones. Hay que seguirte el 4 por Melgar de Fernarnental (Burgos), el 5 por Osorno y Herrera de Pisuerga (Palencia) y el 6 por Canduela, reclutando además voluntarios por los pueblos que recorría. El 7 estaba en Los Carabeos (Santander), cruzando el río Ebro por Aldea de Ebro, y se dirigió a Soncillo (Burgos). Pero antes de llegar a Soncillo retrocedieron, pues la caballería, con Merino, quedó separada de la infantería. Esta marchó a Villaescusa de Butrón y de allí a Quintanaloma, y no pudiendo reunirse con Merino, se dirigió a las provincias vascongadas.
Mientras tanto, Merino, con la caballería y una fuerza de infantería al mando del comandante Guzmán, regresó a Polientes (Santander) y de allí a San Martín de Elines. Pasó el Ebro por la parte de Los Carabeos, y en rápida marcha el 10 de noviembre cruzaba el desfiladero de la Brújula y pernoctaba en San Juan de Ortega (Burgos). De allí siguió a Salguero de Juarros el 11 y se dirigió después a la provincia de Soria, llegando el 15 a Duruelo de la Sierra. Marchó el día siguiente por Covaleda a Vinuesa y de allí fue a Viniegra de Arriba (Logroño), regresando a la provincia de Burgos pasando por Gamonal; el 18 estaba en Mansilla de Burgos y el 19 de noviembre en Robredo-Sobresierra y de allí a Medina de Pomar. Cerca de Villarcayo se separó la infantería de la caballería, siendo copada la primera por los liberales y entrando el resto de la fuerza y toda la caballería en la provincia de Álava por el valle de Tobalina.
El 1 de noviembre, Cálvente con sus fuerzas llegaba hasta los mismos muros de Ávila, asombrando al vecindario ante tanta audacia. El día 3, una fuerza carlista entraba en Mantinos (Palencia) y por aquellos días otra partida hacía lo mismo en Viloria de La Rioja (Burgos). El 7 se libraba combate en Casavieja (Ávila) y había un tiroteo con la guarnición cristina de Villanueva de Mena (Burgos). Fuerzas carlistas ocupaban el día 9 el pueblo de Liendo (Santander) y al día siguiente hacían lo mismo en Seña (Santander). Carlistas mandados por Juan Díaz luchaban y entraban en Saldaña (Palencia) y luego hacían su entrada en Carrión de los Condes (Palencia).
Reunidas las fuerzas del coronel Cálvente con las del brigadier Rujeros y de Felipe Muñoz, libraban combate contra la columna del coronel Campuzano en Burgohondo (Ávila). Por entonces se daban a conocer por Castilla la Vieja las nuevas partidas que mandaban Mediano y el Herrero de Silos. Al intentar socorrer la guarnición de Villanueva de Mena (Burgos) atacada por los carlistas, fue derrotada la columna de Castañeda, y entre las pérdidas que tuvieron los liberales, figura Reinosa, jefe de Estado Mayor de la columna. Otros carlistas entraron en Ruesga (Santander). Fuerzas de caballería, de las que había organizado el general Merino, libraron combate el 22 en Encinillas (Segovia). El 24 hubo un encuentro en Cogollos (Burgos) y el 28 una acción en Villasayas (Soria). El dominio de las armas carlistas en la provincia de Ávila se había hecho completo.
Comenzaba diciembre con el ataque de que fue objeto por el BI-VI y el BI-VII de Guipúzcoa en Ircio (Burgos) la columna del Tcol Felipe Alvarez de Sotomayor, que protegía un convoy. Hubo combate en Hinojar del Rey (Burgos) en aquellos mismos días. El día 14, en Vinuesa (Soria), luchaban los carlistas mandados por Mediano. Antes, el día 9, había sido en Serranillos (Ávila) donde se combatió. La columna de Castañeda obligaba a Andéchaga a desalojar los pueblos de Limpias y Ampuero (Santander), pero al intentar perseguir a las fuerzas del jefe carlista, fue derrotada en el puente de Udalla (Santander). La partida de Juan Díaz entra en Astudillo (Palencia) y luego en Castrojeriz (Burgos). El 19 de diciembre, libró combate una partida carlista contra la columna de Guillermo Bento en Ramacastañas (Ávila). El 22, el mismo jefe Díaz, con su partida, combatía en Amaya (Burgos). Los vizcaínos atacaron La Cavada (Santander) y entraron en Villacarriedo, Saro y Penagos. La guerra, como acabamos de ver, había sido de gran actividad en Castilla la Vieja, como ocurrió en el año anterior, muy particularmente en las provincias de Soria, Segovia, Burgos, Palencia y Santander, a las que se había agregado, manteniéndose pujantes las armas carlistas, la provincia de Ávila.
Acciones en Castilla la Vieja en 1839
Agravando la situación, las disensiones entre Maroto y Balmaseda perjudicaron al buen nombre de los carlistas castellanos. Una nueva fuerza mandada por González de Hierro había aparecido, dando preocupación a las autoridades cristinas. Operaba generalmente en la provincia de Burgos y muy particularmente en los valles de Losa y Tobalina. Los combates en todo su conjunto no tenían gran importancia, y entre ellos debemos destacar el que el día 2 de enero libraban los vizcainos mandados por Andéchaga en Udalla (Santander), y el que tuvo lugar el 13 del mismo mes en Prádanos de Ojeda (Palencia). También se había combatido por las fuerzas mandadas por Díaz contra la columna cristina del teniente Carmelo San Román, en Sobrepeña (Santander); así como el hecho de que la partida mandada por Escalera, después de haber entrado en Villasarracino (Palencia), combatió en Villadiezma (Palencia), copando a una fuerza cristina que cayó toda ella prisionera, y que estaba mandada por el alférez Mena. Los prisioneros fueron todos desarmados y puestos en libertad, no habiendo querido tomar parte con sus enemigos sino el oficial que los mandaba. Después, Escalera intentó un golpe igual, pero no tuvo éxito, en Villorquite de Herrera (Palencia).
Para estudiar la situación en que se encontraba Castilla la Vieja, fue designado el coronel Vinuesa para que diera un informe, realizando su labor. Los resultados fueron comunicados con fecha del 11 de febrero, en el que constata la buena situación de las fuerzas que mandaba González de Hierro, que estaban compuestas de unos 300 infantes y de 30 a 40 caballos y cooperaban a la izquierda del río Trueba hasta la confluencia del Nela, y de este al Ebro. Pero se lamentaba de que hubiese poca organización y que en el Valle de Losa surgieran conflictos de jurisdicción. Por la parte de la derecha del Ebro, decía que, desde Valderredible hasta Tierra de Campos, las partidas eran sin importancia y además estaban independizadas de todo mando superior; por lo que había dado orden al comandante Francisco Rodríguez para que las reorganizara, esperando que el Tcol Tomás de la Iglesia España y el comandante Agustín Rey podrían auxiliarle en esa labor.
En cuanto a la Sierra de Burgos y la de Soria, indicaba que, a pesar de la garantía que ofrecía el comandante Feliciano Blanco, las partidas tampoco tenían gran importancia, por lo que solicitaba que el obispo de León interviniera para que quedara regularizada la administración y organizada la recluta. El coronel Vinuesa se había fijado en Tobalina (Burgos) para hacer su labor. Aunque el informe está fechado en febrero, corresponde al estado de la guerra en el enero de 1839, pues daba como jefe en operaciones al comandante Blanco, quien en realidad había caído prisionero el día 24, en combate librado contra el coronel cristino Rodríguez González. También corresponde a enero la entrada de la partida mencionada por Vizcaíno en Herrera del Pisuerga (Palencia) el día 26 de enero.
Muy poco ocurrió en el mes de febrero, pero volvió a tomar importancia la guerra en el mes de marzo, cuando apareció en Castilla la Vieja la caballería mandada por el brigadier Balmaseda y el comandante Carrión. Balmaseda había sido puesto en libertad de su arresto, por orden de Carlos V, cuando este conoció los fusilamientos de Estella, y que a esta ciudad fue el brigadier para ponerse al frente de las fuerzas castellanas para luchar contra Maroto, pero no pudiendo conseguir su intento, marchó a Arróniz, donde, poniéndose al frente de su caballería, decidió pasar a Aragón o Cataluña. Pero Balmaseda no era hombre que buscara refugiarse para librarse de las acechanzas de Maroto, y, antes de acogerse bajo el mando de Cabrera o del conde de España, quiso recorrer de nuevo los campos castellanos, en los que tantos éxitos había conseguido. Después de separarse de la caballería de Carrión, estaba el 27 de febrero en Barbadillo de Herreros (Burgos) y el 3 de marzo llegaba a Santa Cruz de Juarros y de allí pasaba a Ibeas de Juarros (Burgos). Por su parte, el comandante Carrión, que se había separado de Balmaseda, entraba el 28 de febrero en Sedano (Burgos). En este mismo día, las fuerzas mandadas por Felipe Muñoz, luchaban contra la columna del capitán José Ochando en el Hoyo de Pinares (Ávila).
El brigadier Balmaseda, en esa brillante correría por Castilla, el 4 de marzo, después de pasar por Quintanilla-Sobresierra (Burgos), pernoctaba en Santa Cruz del Tozo, donde unos días antes, el 1 de marzo, había entrado también el comandante Carrión. El día 7, llegaba Balmaseda a Arenillas de Riopisuerga (Burgos), de donde pasó a Astudillo (Palencia), donde pudo descansar. Regresó a la provincia de Burgos y el 8 entraba en Royuela, de donde siguió por Tórtoles de Esgueva, Cilleruelo de Abajo y Bahabon de Esgueva, sorprendiendo el día 9 al destacamento enemigo que estaba en Oquillas (Burgos) y con su característica movilidad y rapidez entraba el día 10 en Espeja de San Marcelino (Soria), regresando luego a la provincia de Burgos, donde el día 11 estaba en Neila, de donde pasó el día siguiente a Monterrubio de la Demanda.
Allí permaneció la noche del 12 y todo el 13, saliendo el 14 para librar combate en Barbadillo de Herreros contra la columna cristina mandada por el coronel Gaspar Antonio Rodríguez, regresando el mismo día a Neila, donde permaneció el día 15. De nuevo entró en la provincia de Soria el 16 de marzo, llegando hasta Atauta, de donde prosiguió pasando el río Duero, por Aldea de San Esteban, llegando por fin a Duruelo de la Sierra, para pernoctar en Navaleno. Otra vez emprendió su marcha hacia el sur de la provincia, entrando en Langa del Duero y de allí siguió a la provincia de Burgos, hasta Hontoria de Valdearados, librando combate el 19 de marzo contra la columna del coronel cristino Schelly en Espinosa de Cervera (Burgos), pasando luego a Barbadillo del Pez (Burgos). Todavía realizó varias marchas y contramarchas, hasta que el 25 de marzo llegó a Grada del Pico (Soria), entrando entonces en la provincia de Guadalajara, de donde pasó a Aragón a finales de mes.
Mientras tanto, otras operaciones que se han de señalar son la de Carrión, que entró el 1 de marzo en Santa Cruz del Tozo (Burgos). Las fuerzas de Felipe Muñoz combatían de nuevo contra los cristinos en Hoyo de Pinares (Ávila). La partida que mandaba el coronel Amerle fue atacada en Ruijas (Santander), el 9 de marzo por la columna de Villegas, cayendo prisionero el jefe carlista. El 10 de marzo, otras fuerzas realistas atacaban Treto (Santander), y el 11, las mandadas por los coroneles Negueruela y Arroyo libraban combate contra la columna de Castañeda en San Vicente de la Barquera (Santander). También las que mandaba Gregorio Tablares tuvieron combate en Fuentes de Nava (Palencia). El 18 fue el comandante Rey el que entraba en Castejón de la Peña (Palencia) y el 25 de marzo se señala un combate habido en Calahorra de Boedo (Palencia).
Tampoco se han de olvidar los hechos de guerra, aunque no muy importantes, ocurridos en el mes de abril, debiendo destacarse un tiroteo que el día 7 hubo en Cervera del Río Pisuerga (Palencia) y un combate de poca mayor importancia en Valdespino de Aguilar (Palencia). El 10 de abril, se libraba combate en Talamillo (Burgos). El 16, los carlistas combatían en Navajeda (Santander), y en este mismo día, luchaban contra la columna del capitán J. del Campillo, en Riocabado (Burgos). El 21 hay que señalar el ataque a La Cavada y el 29 hubo otro contra el destacamento cristino que guarnecía Carrascosa de la Sierra (Soria).
En el mes de mayo, hay que destacar el ataque que el día 2 hicieron los carlistas a Pedro Bernardo (Ávila), el que libró el comandante Rey, en Villanueva de la Peña (Palencia); al que siguió el 27 otro en Vallespinoso de Aguilar. La partida que mandaba el guerrillero Bravo combatió en Payo de Ojeda (Palencia), contra la columna cristina del capitán don Jerónimo Villarrubia. Además de los citados comandantes Rey y Bravo, seguían operando con tenacidad las pequeñas partidas mandadas por Cuadrado y Escalera. A finales de mayo, circuló por Castilla una hoja con la proclama dirigida a los castellanos, fechada en Chelva, por el brigadier Balmaseda, en la que denunciaba los males presentes que ya se vaticinaron después de los fusilamientos de Estella.
El 2 de junio hubo un combate en Ampuero (Santander), librado por las fuerzas vizcaínas dependientes de Andéchaga. El 13, una pequeña partida carlista que había pasado el Ebro fue copada por los liberales en Brias (Logroño). La fuerza que mandaba Ruiz combatió contra la columna del capitán Juan José Villegas, en Sedano (Burgos), y luego contra esta misma columna cristina luchó el guerrillero Rubián, en Tesadas (Burgos). Pero la guerra iba haciéndose cada vez más difícil para los carlistas, pues les faltaba un jefe que la vigorizara y sobre todo por el desaliento que les dio la pérdida de Ramales y Guardamino. Esto es, quizá, la causa de que no se registren acciones de importancia en el mes de julio, y en agosto solo hay que destacar el combate librado en San Bartolomé de Pinares (Ávila), contra la fuerza cristina que mandaba el teniente de caballería Francisco Ziemiski.

Al conocerse el Convenio de Vergara, todavía cundió mayor desaliento, ya que Castilla la Vieja estaba más ligada a la guerra del Norte que la de Aragón y Valencia. El comandante Carrión conservaba todavía su escuadrón de 150 caballos y seguía operando por la provincia de Palencia, pero al recibir una copia del texto del Convenio, decidió acogerse a sus beneficios, lo que hizo en Villavega (Palencia), de donde pasó luego a Herrera de Pisuerga, entrando por fin en Burgos, donde juró lealtad a Isabel II.