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Acciones en el Reino de León 1834

El antiguo Reino de León comprendía las provincias de León, Zamora y Salamanca y fue una de las regiones que menos sufrieron durante la Primera Guerra Carlista. La ocupación de gran parte de la frontera portuguesa por el ejército de observación no permitía que se hicieran operaciones, y fracasaron las pequeñas partidas. Tampoco se encontró un personaje que levantara los entusiasmos de los carlistas y que diera impulso a aquellas provincias. El de mayor prestigio fue el Tcol Aguilar, pero su vida se terminó a los pocos días de haber empezado la campaña.

Apenas iniciada la guerra, surgió en Salamanca la ocasión de estrenarse contra el enemigo. Fue la salida al campo de los urbanos de Alba de Tormes el 11 de noviembre de 1833, que al mando de León Arenedo, persiguieron y apresaron a tres hombres sospechosos. La hazaña es de poca monta, pero pocos días después, al mismo grupo se le presentaba otra mayor. Entonces, en combinación con las tropas del Tcol José Urrea, se persiguió a 19 hombres que se presentaron en las inmediaciones de la villa de Alba de Tormes. La cosa continúa en Alba; el 17 de enero de 1834 subieron, aprovechando la niebla, 5 hombres hasta dicha villa. Salió entonces en alcance de los facciosos una columna de 20 infantes y 12 caballos, aquellos al mando del teniente José Salgado y del sargento primero licenciado José Vázquez de Parga, y estos al de Juan Ramón Clavijo, sargento de la caballería armada. Capturaron un prisionero, un caballo, una espada, cinco armas de fuego, 55.120 reales y otros varios efectos. Se supo que el jefe de la facción era el cabecilla Balmaseda. Los persiguieron hasta que el mismo día 17, al ponerse el sol, pasaron el puerto de la Calderilla.

En el mes de marzo de 1834, se levantó en armas en la provincia de Salamanca Manuel Mata, alias el Manco, pero se vio obligado a marchar con los voluntarios que le siguieron a Extremadura, donde le era más posible realizar sus operaciones. A finales de mes, entraba Jerónimo Merino en la provincia de Zamora, procedente de Portugal y con dirección a Castilla la Vieja. Había penetrado por las cercanías de Alcañices, sorprendiendo en la misma frontera a un puesto de vigilancia de 7 carabineros.

El 28 de marzo, se combatía en Pedralba de Pedrería (Zamora), siendo esta fuerza mandada por Casimiro Val, oficial de correos de Valladolid, y procedía de Portugal, pues, a la par que Merino, entraron varias partidas carlistas de infantería y de caballería del país vecino. El combate fue librado por el capitán de carabineros Francisco Guerrero. El día 30, otra fuerza carlista, casi toda de caballería, entraba en Torre de Aliste (Zamora). Eran estas fuerzas parte de las del movimiento de Merino, quien, después de descansar en Pino de Oro (Zamora), entraba en la provincia de Valladolid.

El 20 de abril, una columna carlista de caballería e infantería llegó a Honojosa de Duero (Salamanca), y de allí marchó a Sobradillo. Aunque estas tropas se dice que regresaban de La Fregeneda, lo cierto es que marcharon a Portugal, cruzando el río Águeda por el vado Dos Ramos y pernoctando en el pueblo de Mata de Lobos.

Una columna mandada por el teniente de caballería Francisco de Paula Muñóz del RCL-1 de Castilla, que había llegado a San Felices de los Gallegos, salió contra los carlistas, y aunque estos estaban en Portugal, cruzaron la frontera y les atacaron en Mata de Lobos; quedando prisionero, entre otros, el coronel Severo Castilla Portugal, administrador de correos de Valladolid, el capitán Casimiro Val y el comandante Manuel Jisto Salvador. Los tres fueron fusilados.

El 22 de abril, también fue batida una pequeña partida carlista de Villarino (Portugal) y quedaron prisioneros sus componentes, siendo fusilados en Aleadávila de la Ribera (Salamanca) dos oficiales capturados.

El 4 de mayo, fuerzas carlistas y miguelistas portuguesas ocuparon el pueblo de Miranda de Douro (Portugal), por lo que las autoridades cristinas de Alcañices dispusieron que salieran tropas contra ellas. Enviaron una columna móvil de carabineros al mando del comandante Francisco Guerrero, quien recobró Miranda de Douro. A mediados de mayo, se levantó una partida que fue objeto de vivas persecuciones.

En previsión de contingencias en la frontera, por si los miguelistas intentaban entrar en España, se volvió a habilitar, artillándola y reparando sus fortificaciones, la ciudad de Zamora, encargado el mando al brigadier Gaspar Diruel.

Como se ve, en el Reino de León las principales operaciones se realizaron en la frontera portuguesa. Los carlistas leoneses no dejaron de actuar bien unidos a los castellanos, con los asturianos, con los extremeños o con los gallegos.

Las pequeñas partidas carlistas apenas podían mostrarse, pero en las cercanías de Toro (Zamora) se consiguió formar una de mayor importancia que, al mando de Alonso Gago Gavias, alias el Toresano, por ser natural de esa ciudad, levantó su bandera el 2 de octubre. Fue objeto de enconada persecución, y habiendo caído prisionero uno de sus oficiales, Jose de la Roca, fue fusilado por los carlistas. Aunque son de escasa importancia los combates en la región, hay que destacar los de Villamuñio (León) y, algo de mayor importancia, el de Bembibre (León).

A veces entraron en la provincia de León partidas que operaban en las provincias de Burgos y Santander; también había partidas gallegas que operaban desde Valdeorras (Orense) y desde Lugo, que operaban en el Bierzo siguiendo la sierra de Faro.

Acciones en el Reino de León en 1835

La poca importancia de las partidas leonesas, la proximidad en la provincia de Palencia de fuerzas carlistas mandadas por jefes tan prestigiosos como Santiago Villalobos, Modesto de Celis y Epifanio Carrión, que atraían más a los carlistas de León. Todo coadyuvaba para que en las provincias de León, Salamanca y Zamora, la guerra no se hiciera sentir con tanto vigor como en otras partes, y la aparición de grupos armados pudiera ser objeto de más encarnizada persecución.

Entre los combates, hay que señalar el librado en Villafruela del Condado (León), el 15 de enero, y en el que murió el valiente jefe de partida, Francisco Sanz, conocido por el Coracero. Otra partida que se señala entre Combarros y Brazuelo, en la misma provincia de León, el 26 de enero, fue objeto de persecución por fuerzas salidas de Astorga y reducida pronto a la mitad, quedando un núcleo más importante de tan escaso volumen, que tuvo que agregarse a las fuerzas castellanas. El 2 de marzo, una importante partida, mandada por el guerrillero carlista Aguirre, combatía en Santibáñez de Rueda (León) contra fuerzas salidas de la capital y pocos días después, el mismo Aguirre tenía otro encuentro con la columna mandada por el teniente Pedro Rodríguez en las inmediaciones de Corcos de Almansa (León).

Francia, Gran Bretaña, España y Portugal habían firmado en abril de 1834 la Cuádruple Alianza con el fin de luchar contra los pretendientes absolutistas: Carlos en España y Miguel en Portugal. Eso motivó que el 23 de diciembre de 1835 llegasen tropas auxiliares portuguesas a Salamanca al mando del barón Das Antas.

Para su agasajo y recibimiento, el Ayuntamiento propuso una comida a los jefes y oficiales y un buen rancho a la tropa, pero al no haber personas que se encarguen de la propuesta, se decidió hacer en su lugar un baile en el teatro el día de Navidad, y que colaborasen en el convite individuos de la Guardia Nacional junto a varias comisiones, asignando como presupuesto de gastos hasta 10.000 reales.

De inmediato surgió la necesidad de un local para colocar el escuadrón de lanceros y cien mulas del tren de artillería. Pero la estancia en Salamanca de ese ejército suponía una carga monetaria para el Ayuntamiento, que no disponía de fondos. Por ello manifestó la imposibilidad de permanecer en esta ciudad las tropas auxiliares. Además, había que abastecerlas con lo que necesitaran, como se hizo a su paso por Ciudad Rodrigo. Por fin, el día 7 de enero de 1836 partieron con dirección al norte.

Expedición de Gómez en la provincia de León (julio y agosto de 1836)

La región leonesa alcanzó el momento de mayor intervención en la Primera Guerra Carlista en 1836, ya que, habiendo sido la misma ciudad de León el primer alzamiento carlista, durante la guerra no había llegado a tomar el incremento que en otras regiones españolas. Pero visitada la provincia de León en 1836, primero por la expedición de Gómez y más tarde por la del brigadier Sanz, fijó en momento determinado la atención del pueblo español. La primera entrada de las fuerzas mandadas por el general Gómez en la provincia de León fue el 2 de julio, cuando pasaba de la provincia de Palencia al Principado de Asturias. En dicha fecha los expedicionarios pasaron por los pueblos de Valverde de la Sierra, Siero y Boca de Huérgano, donde pernoctaron, y siguieron el día 3 por Pedrosa del Rey, Escaro, Lario, Acevedo y Maraña; de allí, emprendieron la ascensión por el puerto de Tarna y entraron aquel mismo día en Asturias.

El segundo paso de las fuerzas de Gómez fue el 30 de julio, en que, después de franquear el puerto de Leitariegos, procedentes de Asturias y Galicia, se dirigieron, dentro de la provincia de León, por los pueblos de Cobaelles de Abajo, Villafer, San Miguel de la Ceana y Villablino de la Ceana, en donde descansaron. Prosiguieron el 31 de dicho mes por Ríoscuro, Murias de Paredes, Renra, Villanueva de Omaña, Añamón, Vegarienza, y descansaron en Santibáñez. En Villablino se había separado del batallón de Asturias, mandado por el coronel Flórez Collar, que regresó al Principado.

El 1 de agosto, las fuerzas expedicionarias siguieron por Guisatecha, Riello, La Velilla, Adrados, Espinosa de los Riberos, el Ferral, San Andrés del Rabanedo y Trobajos del Camino, llegando a la ciudad de León. Entraron en la capital al atardecer, entre el entusiasmo y alegría del vecindario. En esta ciudad se descansó los días 2 y 3 de agosto, proporcionándose en sus tiendas y talleres el equipo que necesitaban después de tan largas marchas, y recogieron las armas y vestuarios de los nacionales y de la milicia provincial. Por la presentación de unos 200 voluntarios, se distribuyeron los reclutas en los batallones y además se formó un escuadrón de caballería, que tomó el nombre de EC-4 de Castilla, mandado por el comandante Victoriano Vinuesa. Al frente de los carlistas leoneses se puso don Marcelo Francisco y Garría, vicario de una parroquia, cuya actividad fue sumamente útil a las tropas expedicionarias. Gómez dio inmediatamente un bando.

Pero no perdiendo de vista el general Gómez la misión que tenía confiada, y en la esperanza de que si batía a Espartero su labor sería más fácil;

decidió emprender la marcha hacia los montes asturianos para situarse en el puerto de Tarna, y en aquellas posiciones, esperar y luchar contra él. Con este fin, con un convoy de 55 carros cargados de efectos, emprendió su marcha el cuerpo expedicionario en la madrugada del 4 de agosto. Pasó por Puente Castro, Valdelafuente y Alcahueja; atravesaron el río Torio por el Puente de Villarente, siguieron por San Miguel de Escalas, Casasola, el monasterio de Eslonza, Cifuentes de Rueda y Gradafes, donde pernoctaron. En esa población se apoderaron de 63 carros de harina que los cristinos mandaban a La Coruña, los cuales incorporaron al convoy expedicionario. Esto permitió que, hasta agotar esta reserva inesperada, no se sacaran a los pueblos de tránsito las raciones correspondientes. El día 5 de agosto, siguieron, de paso, por Llamas de Rueda; Almanza, Calavera de Abajo y Calavera de Arriba, entrándose en la provincia de Palencia, donde se descansó en Guardo los días 5 y 6.

De esta localidad se marchó el 7 de agosto, entrando de nuevo en la provincia de León las fuerzas expedicionarias; pasando por Besande, se acantonaron de la siguiente manera: el brigadier Arroyo, con dos batallones, en Siero, pueblo poco distante de Guardo, donde había entrado la división cristina mandada por Espartero. Otro batallón se instaló en Boca de Huérgano, y un cuarto batallón en Pedrosa del Rey. El general Gómez, con su Estado Mayor, la caballería, el hospital, el convoy y los prisioneros, en este último pueblo. Como punta de avanzada se situó en Riaño el batallón de granaderos. El día 8, las fuerzas partieron de Riaño, mientras que la retaguardia mandada por el brigadier Arroyo, siguiendo las instrucciones del general Gómez, emprendía la retirada con el fin de atraer al general Espartero al puerto de Terna.

Cuando supo que la vanguardia del enemigo estaba cerca de las avanzadas, abrieron el fuego; serían las diez de la mañana, y los batallones que se hallaban sobre las armas emprendieron su retirada con orden y serenidad. El brigadier envió a su ayudante para avisar al general; cuando leyó el aviso, le desagradó soberanamente, porque se le había frustrado el plan, pues si el enemigo (como sucedió) cargaba a los dos batallones que venían en retirada, era preciso protegerlos. Entonces la acción se hacía general antes de las posiciones que había pensado, distantes cerca de cuatro leguas, y no conseguiría el objeto que se había propuesto.

Eran las fuerzas del general cristino Alaix las que habían entrado en contacto con los carlistas. Gómez mandó al coronel Delgado, que con la brigada, convoy, prisioneros y hospital, emprendiera su marcha por el camino de Tarna; siempre en observación de los movimientos de las fuerzas carlistas, pero sin detenerse. Para su escolta se le confió el EC-4 de Castilla, que hacía unos días que se había formado.

Mientras tanto, Arroyo seguía batiéndose contra las fuerzas del general Alaix. Gómez se vio obligado, ante el temor de que su retaguardia fuera envuelta o cargada, a intervenir con el resto de sus fuerzas en Escaro, haciéndose el combate más intenso cuando Espartero acudió con el resto de sus fuerzas a apoyar a las de Alaix.

El brigadier Arroyo, con la mayor serenidad, fue retrocediendo hasta Escaro, en donde se hallaban las demás fuerzas carlistas, y entonces la acción se hizo general. Al llegar a la entrada del valle donde está Escaro, cerraron el camino de los cristinos los dos batallones de Arroyo, contra los que atacaron el RI-18 de Almansa, mandado por el brigadier Solano, apoyados por la caballería. Fue entonces cuando se abrieron los batallones de Arroyo para dejar paso a la caballería carlista de Villalobos, que dio una carga a la del enemigo en el poco espacio que permitía el terreno (este es un valle estrecho por donde va el camino que conduce a Tarna, siguiendo un arroyuelo, y a la derecha e izquierda está cercado de montes y cerros). Pero con tan desgraciado éxito, que la del enemigo abrió espacios, y un batallón ligero, que traía embebido, formado por compañías, abrió fuego a quemarropa sobre los carlistas, causándonos algunas pérdidas, por cuya razón volvieron grupas; pero lo estrecho del terreno les impidió maniobrar y sufrieron bastante, retirándose desde entonces camino adelante.

La caballería de Villalobos se separó de la infantería carlista; mientras esta se replegaba por Vegacerneja hacia Oseja de Sajambre, la caballería se dirigía hacia Maraña y se unía, en el descenso del puerto de Tarna, al convoy.

Es difícil precisar las pérdidas de ambos contendientes. Gómez admite unos 50 entre muertos, heridos y prisioneros. Espartero, en su parte, daba por destruida la caballería y toda la división. Su biógrafo dice que el número de prisioneros no bajó de 500.

Colocado el 8 el general Gómez con su infantería y artillería en Oseja de Sajambre, se encontraba indudablemente en situación difícil, puesto que por el valle de Burón tenía los enemigos y a sus espaldas el macizo de los montes astures. Se desencadenó un temporal en aquellas montañas y Gómez parecía tener cerrado todo camino de retirada. Entonces emprendió el paso por el puerto de Besa entre torrentes de lluvia y viento huracanado. Fue tal el temporal que, habiendo pretendido seguirle Espartero, este no pudo franquear el macizo montañoso. Sin embargo, por Soto de Sajambre y el puerto de Besa había podido descender a Mieva (Asturias). El 9 por la mañana, el general Villalobos había recibido en Tarna una comunicación de Gómez, en que le decía que pernoctaba el 8 de agosto en Oseja de Sajambre, por lo que convoy y caballería se dispusieron a unirse al general.

Otra entrada en la provincia de León, aunque muy corta en duración y recorrido, fue el 14 de agosto, cuando, descendiendo el puerto de Besa la expedición de Gómez, pasando por Soto de Sajambre, fue a pernoctar en Oseja de Sajambre. El día 15, después de pasar el puerto de Panderruedas, siguió por Soto de Valdeón, Posada de Valdeón, Santa Marina de Valdeón, y por el puerto de Renoña entraron en la provincia de Santander, descansando en Espinama.

Duelo de húsar de Ontoria contra coracero en 1839. El húsar de Ontoria con sable modelo 1815 enfrentándose contra un coracero con sable recto 1839. Autor Augusto Ferrer Dalmau.

Expedición de Sanz, en la provincia de León en 1836

En este mes de agosto solo hay que consignar que en Ermesende (Zamora) apareció una partida carlista, al parecer de muy escasa importancia. Sorprendió el pueblo de Tabara (Zamora), pero perseguida por un destacamento de carabineros, mandado por el alférez Canuto Gros, tuvo que marchar en dirección a Fuentesaúco, sin que se pueda después seguir sus huellas. Tampoco tienen gran importancia los sucesos del mes de septiembre, si dejamos aparte un pequeño combate librado por una partida gallega en San Pedro de Montes (León) en agosto. Pero en octubre volvió a tener actualidad la provincia de León, cuando la expedición del brigadier Sanz entró el 11 de octubre en la provincia, pasando el puerto de Leitariegos. Se sabe que después de pasar el dicho puerto, siguió por la parte norte de la provincia y que estuvo en Riello y, por último, en La Robla, de donde se dirigió a Asturias; no sin haber llevado el pánico a los liberales de la ciudad de León, donde se aprestaron los hombres de la guarnición a ofrecer resistencia.

La segunda entrada de las fuerzas expedicionarias en León fue de finales de agosto, probablemente el día 27, por el puerto de Somiedo. El 28 estaba en Pola de Gordón, de donde marchó, y el 30 de agosto se encontraba en La Robla, amenazando de nuevo la ciudad de León. Pero entonces se dirigió a Pardavé, en marcha para la provincia de Palencia, en dirección a Guardo, pero se le interpuso la división portuguesa del barón Das Antas y cambió su ruta hacia el norte de la provincia, pasando por Valdepiélago, luego Valdelugueros, Geniceras y Piernedo; pasando a la provincia de Oviedo por el puerto de Vegarada.

Aparte de lo que entonces, hay que anotar en octubre un combate el día 12 en Ríoscuro (León), entre guardias nacionales de León y una descubierta de caballería, probablemente de la fuerza del general Gómez que había entrado aquellos días en la provincia. Por último, el 8 de noviembre, una partida carlista, mandada por el guerrillero Valverde, tuvo un encuentro con una columna de carabineros cristinos mandados por el teniente Domingo Lago, en Villar de Ciervos (Salamanca), quedando en poder de los liberales 4 voluntarios carlistas, que fueron fusilados al día siguiente.

Acciones en el Reino de León en 1837

Las partidas carlistas en el Reino de León eran de escasa importancia, y sus acciones se reducían generalmente a escaramuzas de mínimo interés para la historia. De estos pequeños combates ha de destacarse, sin embargo, el que tuvo una fuerza carlista en el mes de mayo en Aldea del Obispo (Salamanca). Cuando llegó a Valladolid el general Zaratiegui, destacó algunas pequeñas fuerzas a las provincias de Salamanca y Zamora para levantar gente armada; pero la corta estancia en aquella ciudad y la misión de dicho general, que no era la de operar en estas provincias leonesas, fueron causa de que no se incrementara la guerra, aunque sí se reclutaran voluntarios. De estas acciones de Zaratiegui en el Reino de León se ha de subrayar, sin embargo, la ocupación de la ciudad de Toro (Zamora), sin resistencia liberal, en el mes de septiembre, por el brigadier Iturbe y la brigada guipuzcoana, de la que salieron los carlistas al adelantarse Carondelet con sus tropas hacia Valladolid.

Algo más movido fue el mes de octubre. El brigadier Jara, procedente de la provincia de Cáceres, irrumpió en la provincia de Salamanca y entró en Béjar, donde se apoderó de 15.000 duros de la hacienda cristina y 3.000 varas de paño, que fueron para hacer uniformes. De Béjar pasó a la provincia de Ávila, combatió en Mombeltrán y regresó a la provincia de Toledo. Por su entusiasmo ante los carlistas, fueron castigados muchos habitantes de Candelario y Béjar. Montejo realizó una incursión en la provincia, pasando por Gata (Cáceres), y se puso en contacto con los miguelistas armados de la parte de Guarda y Castello Branco.

Los nacionales de San Miguel de Serrezuela (Ávila) sostuvieron el 7 y 8 de octubre algunos tiroteos con artistas en los alrededores de Alba de Tormes (Salamanca). Moya mandó una partida en la provincia, pero sería deshecha por los cristinos. El 23 de octubre, el guerrillero Béjar, quien había pasado de Castilla la Vieja al Reino de León, tuvo un combate en Volvarde de la Sierra (León) y se vio obligado a regresar a Castilla. Por último, una partida organizada por el guerrillero Atanasio entra el 10 de diciembre en Villavicencio de los Caballeros (León), pero fue sorprendido y murió fusilado en Valderas el día 11 de diciembre.

Acciones en el Reino de León en 1838

Antes de la sorpresa del 3 de mayo en Béjar, hay que destacar algunos hechos de la guerra que se produjeron en las tres provincias leonesas. Aparte de las partidas que se mostraban en los partidos de Riaño, Valencia de Don Juan y Sahagún, en la provincia de León, apareció en los alrededores de Béjar (Salamanca) la partida que mandaba Montejo, en el mes de enero de 1838. Así como el fracaso del conocido por Atanasio, que, estando encargado de levantar partidas en la provincia de León, cuando comenzaba a organizar las primeras fuerzas que había reunido, cayó prisionero de los cristinos que en el mes de enero lo fusilaron en Valderas (León).

Mayor importancia tuvo la entrada en Sahagún (León) de fuerzas de la expedición del conde de Negri el 14 de abril. Estaba el cuerpo expedicionario repartido entre Becerril de Campos y Paredes de Nava (Palencia) cuando supo el general carlista que en Sahagún había un destacamento de 80 soldados y 36 caballos de francos, llamados vulgarmente peseteros. Negri dispuso que el EC-3 provisional se adelantara a los cazadores de vanguardia, cayendo sobre Sahagún, donde los cristinos, después de haberse defendido, se rindieron, quedando en llamas el fuerte y casas fortificadas. Las tropas carlistas partieron el 15, regresando a Castilla la Vieja.

El día 2 de mayo, habían entrado los expedicionarios de Basilio García en Béjar (Salamanca), sin haber hallado resistencia. Los soldados se entregaron al descanso, mientras se hospitalizaban heridos y enfermos. Las tropas del general Pardiñas llegaron en la madrugada del 3 a Béjar, cargando sobre el retén que mandaba el coronel Fulgosio, quien murió en el combate. Se introdujo el desorden entre los carlistas que estaban alojados en la ciudad, pudiendo escapar el general García y otros elementos en un sálvese quien pueda muy comprensible. Los que estaban en el fuerte no tuvieron otro recurso que rendirse, y el cuerpo expedicionario quedó deshecho.

En el mes de julio, Gago entró en Sahagún (León) y luego marchó a la provincia de Palencia. En ese mismo mes se libró un combate en Villanázar (Zamora). En el siguiente mes de agosto, Gago luchó contra la columna de Garande en San Bartolomé de Rueda, y el 10 derrotó al mismo Carande en la acción de Besande (León). También hubo en agosto un combate en Riaño (León). El 17 de septiembre Gago derrotó en Sahagún (León) a la columna de Carande. El 28 de noviembre hubo un combate en Valderrueda (León). El 22 de diciembre entraron los carlistas en Tamames (Salamanca) y el 24 hubo un combate en Pedernal (Salamanca).

Acciones en el Reino de León en 1839

No hubo mucha actividad en el reino de León en 1839, pues aunque existían algunas partidas, no se libraban más que escaramuzas de escasa importancia. Sin embargo, hay que mencionar la entrada de fuerzas carlistas en Riaño (León) el 30 de abril, así como el combate que otras fuerzas realistas libraron en el mes de junio, en Villanueva del Campo (Zamora).

Ocurría que unas veces se asomaron las partidas extremeñas por las comarcas limítrofes de Salamanca y que otras fueran los guerrilleros gallegos los que entraban en la región del Bierzo. Las pequeñas partidas leonesas recibían un apoyo con estas incursiones, y también les daban su auxilio las que, mandadas por Carrión, Rey y demás jefes castellanos, recorrían la provincia de Palencia. Así es que si no se tienen nombres que registrar de importancia en jefes o en acciones, tampoco puede decirse que la tranquilidad fuera absoluta en el reino.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-12-09. Última modificacion 2025-12-09.
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