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Biografía de Guergué
Juan Antonio Guergué y Yániz (1789-1839) nació en Aguilar de Codés (Navarra), procedía de una familia militar; un tío suyo había sido mariscal durante la Guerra de la Independencia. El 18 de febrero de 1809 ingresó en el ejército como cadete de infantería, tomando parte en numerosas acciones bélicas, entre las que cabe destacar las de Sansol, Tarazona, Arnedillo, Cornago, Yerga, Orduña, Bilbao, Salinas de Añana y Nanclares, concluyendo la campaña con el grado de teniente. Sobrino del destacado jefe realista Juan Bautista Guergué, Juan Antonio se lanzó a la campaña anticonstitucional el 22 de agosto de 1822. Al frente de 700 infantes y 60 jinetes penetró en Estella el 14 de octubre de ese año y derrotó al día siguiente a las tropas liberales del coronel Sebastián Fernández, que murió en el combate, haciendo más de 300 prisioneros.
Dirigió posteriormente las acciones de Echauri, Aranaz y Viana y participó en el combate adverso de Nazar a las órdenes de Quesada. Posteriormente, desarmó a los milicianos de Elciego (Álava) y Laguardia (Álava), ascendiendo a comandante. El 7 de enero de 1823 participó en la acción de Muniáin, y dos días después combatió a las órdenes de Santos Ladrón en Estella (Navarra). Seis días más tarde fue derrotado en la venta de Armentia por las fuerzas liberales, que pasaron por las armas a la mayor parte de los 70 prisioneros realistas que lograron capturar. Tras la intervención francesa, participó en los bloqueos de Pamplona y Lérida, terminando la campaña como teniente coronel.
El 12 de agosto de 1827, siendo Tcol del RI provincial de Logroño, contrajo matrimonio con Francisca de Paula Hita, cuyo padre era poseedor del palacio de cabo de armería de Legaria, y al quedarse viudo en breve plazo, contrajo nuevas nupcias con Ramona Hita, hermana de la anterior. El 3 de diciembre de 1831 dio a luz a una hija bautizada con el nombre de Francisca Javiera Basilia, por haber sido el futuro general carlista Basilio García su padrino de bautismo. Durante el último año del reinado de Fernando VII, cuando era coronel del RI provincial de Logroño, fue separado del mando por ser sospechoso de carlismo, e iniciada la guerra se colocó bajo las órdenes de Zumalacárregui, distinguiéndose en el sitio y toma de Treviño.
Inicio de la expedición
Ascendido a brigadier en agosto de 1835, le fue encargada una expedición en Cataluña con intención de unificar las fuerzas catalanas. Puede considerarse como la primera expedición carlista de envergadura. El 8 de agosto de 1835 salió de Estella al frente de 2.500 infantes y 105 jinetes, mientras el general Pastors, al frente del ejército cristino de Cataluña, encomendó a los generales Manuel Gurrea y Joseph Conrad, jefe de la División Auxiliar Francesa, la interceptación de los carlistas.
Guergué estaba secundado por jefes de tanto prestigio como los coroneles Torres, O’Donell y Blas María Royo, todos los cuales estaban llamados a jugar un papel en la historia del carlismo catalán.
Su misión consistía en unificar, organizar y aumentar las fuerzas catalanas e impulsar la guerra allí. La tarea no era sencilla, pero las circunstancias le fueron favorables debido a la quema de conventos y exclaustraciones por la radicalización liberal.
La importancia que se daba al éxito de esta empresa se ve confirmada por el hecho de que tan solo un mes más tarde de la derrota de la batalla de Mendigorria, González Moreno estuviera dispuesto a desprenderse de una columna de 2.565 infantes y 105 caballos y una caja de 20.000 reales. Estaba compuesta por:
- Estado Mayor al mando del coronel Blas María Arroya, con el Tcol Gabriel Lazy y Tcol José María Fortún; Tcol de caballería Bernardo Alonso Santocildes para misiones de inteligencia.
- BIL de Guías de Navarra (favorito de Zumalacárregui), que estaba mandado por el coronel José Juan de Torres, tenía 2 jefes, 32 oficiales y 597 voluntarios, 631 en total.
- BI-I de Castilla, formado por pasados del ejército liberal, que tenía fama de ser los mejores del ejército y que estaba al mando del coronel Juan O’Donnel (hermano de Carlos de caballería), disponía de 2 jefes, 23 oficiales y 546 voluntarios, 571 en total.
- BI-VII de Navarra al mando del Tcol Joaquín Sagués, con 2 jefes, 32 oficiales y 623 voluntarios, 657 en total.
- BI-IX de Navarra del Tcol Sebastián Echarte, con 2 jefes, 30 oficiales y 459 voluntarios, 491 en total
- Columna de Rivera de Navarra: una fuerza irregular al mando de Victoriano Cordeu, alias el Rojo de San Vicente, con 2 jefes, 5 oficiales y 208 voluntarios.
- EC de lanceros de la Legitimidad al mando del comandante Miguel Lordán, que se componía de 20 oficiales y 105 caballos; había otro escuadrón formado por 10 oficiales, que serviría de cuadro para nuevas unidades.
- Bía de montaña con 2 piezas sobre acémilas.

La expedición emprendió la marcha el 8 de agosto, atravesó Navarra, pasando el 13 de agosto por Castillo Nuevo, último pueblo de Navarra en la Sierra de Navascués el día 13. Al día siguiente cruzaron el río Alagón por el puente situado entre Martes y Arres, continuando por Paternoy, al amparo de los riscos de la Sierra de la Peña, pernoctando en Ena, Osia y Centenera.
El 15 de agosto hicieron una marcha de 14 horas pasando por Javierrelatre, y después cruzaron el río Gállego, dirigiéndose hacia el Tozal del Águila, y por Arguis tomaron rumbo a Yequeda, sobre el río Isuela, cerca de Huesca. Durante esta marcha consiguieron hacer algunos prisioneros e interceptar un correo de Francia procedente de Jaca, haciéndose con las cartas del embajador cristino en Paría, el duque de Frías, dirigidas al gobierno de Madrid.
A la mañana siguiente del 16 de agosto, llegaron a Huesca, la guarnición de la ciudad había huido a Barbastro. Los carlistas entraron en la ciudad, siendo recibidos por el Cabildo de la catedral y el Ayntamiento, que salieron de los muros para recibirles. Lo primero que hizo fue retirar las armas a los urbanos y abrir un banderín de enganche. Nombró al Tcol de caballería Alonso Santocildes al mando de la guarnición de la ciudad con varias compañías de guías, que abandonaría con la llegada del brigadier cristino Gurrea.

Guergué en el Alto Aragón
El 17 de agosto, continuó la marcha pasando por Tierz, Ballestán, Siétamo y Angües, llegando a Barbastro, donde hicieron alto el 18 de agosto. La alarma cundió entre los gubernamentales y el propio capitán general cristino, Felipe Montes, decidió marchar contra los carlistas. Por su parte, Gurrea, viéndose burlado por Guergué, había iniciado la marcha de forma que el 18 de agosto se encontraba en Ayerbe al frente de unos 3.000 hombres y 200 caballos, fuerza muy superior a la expedicionaria.
Los carlistas no encontraron resistencia en Barbastro, pues los cristinos habían abandonado la ciudad al aproximarse la expedición. En la ciudad se quedó el BI-I de Castilla con su coronel O’Donnel, que formó un nuevo batallón denominado BI-I de Aragón con voluntarios de la ciudad y de Huesca, al mando de Antonio Mombola, canónigo de Tortosa. Ante la proximidad de las fuerzas del capitán general Antonio Montes, mientras que Mombiola se encaminó hacia el sur, ocupando San Esteban de Litera, con avanzadas en Tamarite de la Sierra y Monzón, Montes ocupó Tamarite y Monzón, obligando a Mambiola a trasladarse al límite de Cataluña. O’Donnel, siguiendo instrucciones de Guergué, se mantuvo un tiempo más en Barbastro, y ante la llegada de Montes, cruzó el río Cinca, y pasando por Estadilla, su retaguardia fue acosada por un escuadrón del RCL-6 al mando del capitán Foxá, que no pasó de un tiroteo de escasa importancia, uniéndose a Guergué en Benabarre.
La fuerza principal expedicionaria continuó la marcha el día 19, y tranquilamente, sin presión, cruzó el río Cinca pasando por Estadilla y Graus, llegando a Benabarre, donde dio descanso a la tropa y esperó a que se unieran Santocildes y O’Donnel.

Reunida de nuevo la Expedición, llegó a Roda de Isábena (Huesca), derrotó una columna procedente de Benasque, donde se había hecho la concentración de los milicianos urbanos de los valles de Bardají y de Lierp, reunidos antes en Egea (Valle de Lierp), formando también en esa masa de hombres los milicianos de Tamarite de Litera, Alcampel y otros. Los carlistas atacaron a la fuerza cristina, a la que derrotaron completamente y dispersaron, cayendo prisioneros los comandantes de las milicias urbanas de Tamarite y Alcampel. La derrota de los cristinos en Roda de Isábena puede decirse que fue la única acción librada por los carlistas en su paso por el Alto Aragón.
La expedición carlista pudo seguir sin entorpecimiento a Cataluña, siendo el último pueblo aragonés que ocuparon los carlistas el de Aren, y junto al llamado Congost de Sopeira, por donde se deslizan las aguas del Noguera y Ribagorzana.
El coronel Mombiola se situó con el BI-I de voluntarios de Aragón en la frontera de Lérida, ocupando el pueblo de Baldellou (Huesca). Al aproximarse una columna cristina mandada por Francisco Calvo, las fuerzas de Mombiola se replegaron al puente de Tragó (Lérida), donde tuvieron un fuerte tiroteo. Le siguieron ya por Cataluña. Esto ocurría el 29 de agosto, y se puede considerar la última operación de este mes.
Entrada de Guergué en la provincia de Lérida
La expedición carlista había penetrado en la provincia de Lérida, después de franquear el paso del río Noguera Ribagorzana. Las fuerzas cristinas del general Montes, combinadas con las del brigadier Gurrea, seguían los pasos de la división de Guergué, pero no le alcanzaron hasta que este había penetrado en territorio catalán.
A finales de agosto Guergué entró en Cataluña, y en Alta Montaña estalló un movimiento general de entusiasmo. Fueron muchos los carlistas que se presentan solicitando armas; de inmediato se le unieron 500 hombres al mando de Borgés, y el 25 de agosto se le incorporó el coronel Jacinto Orteu con otros 3.500. El 26 de agosto, eran dos tenientes del RI de Zamora quienes se presentaron con sus 33 hombres y los paisanos que les habían ayudado a desarmar a los nacionales de Orgaña.
Pero pronto comenzaron a producirse intentos de rebelión, pues varios batallones navarros quisieron retirarse a sus tierras. Fue seguido por el general Bernelle; sus marchas y contramarchas le permitieron ocupar diversas poblaciones, aprovechando las armas de los milicianos para equipar sus batallones y formar otros nuevos con voluntarios como el BI-I de Vich y el BI-I del Ampurdán.
Montes entró en Cataluña por Arén, y cuando avanza por el término de Sopeira, se dio cuenta de que en el pequeño lugar de Espluga Freda, en lo alto del puerto inmediato, los carlistas tenían tomadas las posiciones que protegían su retaguardia en su marcha hacia Talarn y Tremp. Era el 27 de agosto. Llevaba cuatro días ya en Cataluña la fuerza de Guergué. Este se había detenido en Tremp para conocer la situación de la guerra y estudiar el plan de su campaña a realizar.
Montes ordenó a Gurrea que forzase el paso, pero el jefe cristino no tuvo trabajo, porque los carlistas han proseguido su marcha hacia el interior de la provincia, y habían dejado Tremp, pasando el río Noguera Pallaresa por el puente de dicha población. La retaguardia carlista seguía el movimiento general de la expedición, y tras ella marchaban Montes y Gurrea, ocupando los lugares que los carlistas iban abandonando. El alzamiento de la Montaña catalana representaba un gran peligro para la fuerza, que se encontraba con la posibilidad de verse atacada en retaguardia cuando librara combate con el enemigo. Es indudable que el paso del Noguera Ribagorzana no presentó dificultad alguna, y sin oposición cruzó el 27 de agosto por el puente.
Guergué pudo marchar hacia Puebla de Segur, y después, siguiendo senderos que cruzan la Sierra de Boumort y por la línea del valle de Cabó, llegar a Orgañá, que los expedicionarios ocuparon. De Orgaña, un grupo considerable, descendiendo por la cuenca del río Segre, llegó hasta Coll de Nargó y de allí fue destacado el Tcol Santocildes para ocupar Aliana. Los destacamentos cristinos de Oliana y Peramola se retiraron a Pons, mientras que en las orillas del río Segre en Tragó y Oliana estaban las avanzadas carlistas.
El 29 de agosto Guergué estaba en Orgañá, mientras que el Coll de Nargó estaba ocupado por el coronel Torres con los guías de Navarra, y el coronel Orteu, con fuerzas catalanas que acababan de incorporarse. Oliana y Tragó estaban ocupados por Santocildes. El 31 de agosto continuaba la retirada, y fueron abandonados Orgañá y Coll de Nargó, como también las avanzadas de Oliana, mientras pasaban a ocupar las aldeas de Castells, Tahús y La Guardia, para regresar a la Cuenca de Tremp. Por aquellos pueblos de la parte alta de la Cuenca permanecía Guergué hasta que por Tremp, Talarn y el puente de Montañana, regresaron a Aragón el día 5 de septiembre.
Para esta marcha había fraccionado su división en dos columnas. Una la manda personalmente él mismo. La otra la confía al coronel O’Donnell. El punto de reunión era Graus, para el día 6 de octubre. No se conoce el motivo para el repliegue de Guergué; tal vez era la pobreza del territorio y escasez de recursos o tal vez porque en la cuenca de Talarn era donde tenía más apoyos; 200 se habían apuntado en la ciudad y 3.000 en la zona.
Con esta maniobra había despistado a las unidades carlistas, que no sabían a dónde se dirigían los expedicionarios; les extrañaba el regreso a Aragón de Guergué. Los expedicionarios no pudieron cruzar el río Cinca porque una horrorosa tormenta había formado aluviones torrenciales sobre aquel sector de dicho río. Se vio obligado a dirigirse a la parte alta del Pirineo aragonés, desde donde, en la imposibilidad de franquearse el paso hacia Navarra, decidió Guergué volver a Cataluña. El paso por la ruta que conduce directamente a Talarn no era la más favorable, y Guergué, que encontró cerradas las vías estratégicas hacia el Este y el Oeste, tomó rumbo al Norte, y el 9 de septiembre penetraba en Cataluña por Vilaller, habiendo pasado por Montanuy, último pueblo de Huesca. El día 10 estaba en Pont de Suert.
Gurrea había seguido el movimiento de Guergué y se hallaba con sus avanzadas en Buira (Huesca). Pastors, que había ocupado el paso de San Juan del Herm, creyó más prudente descender a Gerri de la Sal, que cubría el camino para Pobla de Segur. Se atribuye a la maniobra de Pastors el que Guergué pudiera salir de su difícil posición. Es más cierto el hecho de que, alcanzado por este el curso del Noguera Pallaresa, su situación había cambiado y, de quedar cerrado el puerto de San Juan, siempre tenía el recurso de buscar un camino conocido, bajando directamente al valle del Cabó.
La maniobra atrevida que realizó Guergué fue la de adentrarse en la parte más escabrosa de los Pirineos, remontando el Noguera de Tor hasta Coll, pequeña aldea perteneciente al municipio de Barruera, donde pernoctó el 11 de septiembre. La marcha del 12 de septiembre fue algo admirable, por los esfuerzos que tuvieron que realizar, pues desde Barruera y Durro debieron cruzar los grandes montes que separan las cuencas de los dos ríos Noguera. Probablemente se acercaron por el valle de San Nicolás y ascendiendo las alturas entre el pico de Serví (2.755 m), pico de Peguera (2.982 m) y pico Montseny (2.881 m), cruzando el río Flamisell por los lagos de Capadella para llegar por las estribaciones de la Sierra dels Encantats a Escaló, junto al río Pallaresa.
Es indudable que la expedición carlista llegó a Escaló fatigada por las penalidades, pero al llegar a la ciudad la situación cambió al ver abierto el camino hacia el Sur, en dirección a Guerri, y el camino del Norte en dirección a la frontera. Descendió por el Noguera Pallaresa hasta Llavorsí y remontó el río Santa Magdalena, pasó por Romadriu cruzando el Ras de Conca por el puerto San Juan de Herm, y pasando por Castellbó pernoctó cerca de Seo de Urgel.
Es de pensar el asombro de los cristinos destacados en Benasque, del general Montes, del francés Bernello y de Pastor, que se hacían la ilusión de estar cerrándole el paso a Guergué hacia el Mediodía, cuando se enteraron de que, después de pernoctar el día 12 en Castellbó, el 14 reposaba en Noves, entre Orgañá y la Seo de Urgel.
La distribución de las fuerzas que rodeaban a Guergué era: Gurrea, a retaguardia, lo que daría a entender que el general cristino le había seguido por San Juan del Herm. La verdad es que Pastors, al darse cuenta de que Guergué se había lanzado por la divisoria de aguas del Noguera Pallaresa y del Segre, había temido por la Seo de Urgel, y abandonó Gerri para marchar a la histórica plaza fuerte. En Gerri le había sustituido Gurrea. El comandante Sebastián se había colocado aguas abajo del Segre, y no debía haber pasado todavía el Coll de Nargó.
La acumulación de fuerzas en la Seo de Urgel hacía impracticable una ofensiva sobre ella. Romper por el sur, es decir, hacia Orgañá, tenía grandes ventajas. Se adentraría en Cataluña al romperse el círculo de que está rodeado; se acercaría a las fuerzas carlistas catalanas, que estaban cerca, en el macizo del Cadí, o en las orillas del Segre, y podían acudir en ayuda de Guergué en un momento dado.
Guergué dispuso que el batallón de Guías de Navarra, el de voluntarios de Barbastro y la columna de la Ribera se situaran antes del amanecer en las inmediaciones de Orgañá y márgenes del río Segre, para atacar a Sebastián, si este intentaba pasar el río. Se encargó del mando de estas fuerzas al coronel Torres. Mientras tanto, el BI-VII y el BI-IX de Navarra y BI de Castilla quedarían en Noves, para prevenir cualquier ataque por la parte de Pastors. El plan de Guergué salió como era de esperar: ni Gurrea ni Pastors inquietaron a los carlistas, y como Sebastián intentó avanzar, las fuerzas cristinas fueron batidas por el coronel Torres, quien al rechazarlas, les hizo buen número de prisioneros y abrió el camino del Segre, es decir, que el cerco de hierro había sido roto. La acción de Orgañá fue llevada a cabo por fuerzas evidentemente fatigadas.
En ese mismo 15 de septiembre, Guergué con sus fuerzas había quedado en Noves a la expectativa de que Pastors avanzara a Orgañá. En esta población y en Oliana, que ocuparon al día siguiente, descansaron los carlistas.
Abandonando Orgañá, siguieron hacia el Bajo Segre, recibiendo la incorporación de las fuerzas carlistas de la zona: Samsó, Porredón y Borges, aumentando sus efectivos.
Sebastián, cuando recibió la noticia de la derrota de Torres y el buen trato que habían recibido los prisioneros y heridos, el capitán general interino de Cataluña no dudó en escribir a Guergué para darle las gracias, y se ofreció en caso recíproco en hacer lo mismo. El brigadier carlista le contestó que solo había cumplido con el Convenio de Elliot y le envió una copia para que diera su conformidad.
Guergué a su espalda no tenía enemigos de consideración; Gurrea había marchado a Navarra, Pastors estaba encerrado en Solsona con los maltrechos restos de las columnas de Sebastián y de Churruca. Envió su vanguardia por el reconocimiento que el coronel O’Donnel había ejecutado sobre Pons, Torá y Sanahuja; estas dos últimas habían sido abandonadas, no así Pons, que quedó bloqueada, mientras O’Donnel se situó en Vilanova de la Aguda, desde donde ejercía su vigilancia sobre las rutas de Pons a Calaf, de Pons a la Seo y de Biosca a Solsona.
Guergué, al saber la marcha de Pastors, desde Basella remontó el curso de la Ribera Salada y, pasando por Castellar, marchó sobre Solsona, llegando la madrugada del 22 de septiembre delante de la ciudad. Acampó tranquilamente al pie de los muros y ocupó el convento de los Capuchinos, situándose muy cerca de la puerta del Castillo, enviando una invitación de rendición al gobernador de la ciudad. Este respondió que necesitaba dos horas para consultar con el ayuntamiento y sus oficiales. Pasado el plazo, el gobernador dijo que defendería la ciudad.
Celebraron un consejo de guerra en la capilla de los Capuchinos, y todos los presentes opinaron que debían perseguir a Pastors, pero Guergué les dijo que tenía órdenes de volver al Alto Pirineo para facilitar la entrada del conde de España.
Vista la respuesta del gobernador de Solsona, Guergué marchó hacia la provincia de Barcelona, dejando que Porredón (Ros de Eroles) mantuviera el sitio o bloqueo de Solsona y que Borges, que acababa de derrotar a los cristinos en Alentorn y Artesa de Segre, haciéndoles 50 prisioneros, y en Castell de Areny, donde habían cogido 25, se encargara de Pons, relevando a las fuerzas de O’Donnell; todos ellos, a las órdenes del coronel Samsó.
Guergué en las provincias de Barcelona y Gerona
Con parte de las fuerzas expedicionarias, marchó Guergué por Olius, cruzó el río Cardoner y pasó por Navés, último pueblo de la provincia de Lérida, por la riera Aiguadora, entrando en la provincia de Barcelona, y siguió por Correa, Castellserá y Espuñola, y de allí fue directamente a Olván. Las guarniciones cristinas de Caserras y Gironella, al enterarse de la proximidad de los carlistas, abandonan las localidades, y Guergué, por su parte, para impedir cualquier salida del gobernador de Berga, Oliver, hizo bloquear esa población. De Olvan, por Bonayre, Carrer del Bonayre y Vilalta de Marlés, prosiguió a Prats de Llausanés, donde realizó la misma operación que en Berga, bloqueándola con fuerzas catalanas. Las partidas catalanas de Puig, Caballería y Sobrevías, a las que se les había unido, quedaron destinadas a los bloqueos en el Bergadan y en el Llusanés.
Guergué, entretanto, por Santa María de Corcó llegó a la provincia de Gerona. Pasó por delante de Olot, se tiroteó con una descubierta de caballería que había salido de la plaza, dejando establecido el bloqueo después de intimar la rendición. Siguió con la columna expedicionaria por Castellfollit de la Roca hasta San Jaime de Llierca. Su vanguardia se encontró con dos compañías del RI de América y se entabló un tiroteo; los cristinos retrocedieron y el 28 de septiembre buscaron refugio en un caserío cerca de Montagut.
En la mañana del 29 de septiembre, después de parlamentar con el jefe del Estado Mayor, coronel Royo, decidieron entregarse a la condición de que, entregando las armas y equipos, los que quisieran podrían entrar en las filas carlistas, y los que no serían protegidos hasta incorporarse a una guarnición cristina. 3 oficiales y 131 se unieron a los carlistas, y 2 oficiales y 23 soldados fueron conducidos hasta las cercanías de Figueras y puestos en libertad sin haber sufrido el menor insulto ni maltrato.
El mismo día 29, Guergué pasaba a la vista de Besalú, a la que intimó a la rendición; pero en vista de que se apresta para resistencia, prosiguió su marcha por Lladó, donde ocurre un lance gracioso, aunque no para todos. La guarnición de Lladó, al aproximarse la vanguardia carlista, abandonó el pueblo, y cuando ya había pasado el cuerpo principal de la columna, creyendo que toda la división estaba ya más allá del río Manol, volvió al pueblo. Pero aconteció que de improviso surgió la retaguardia carlista, formada por el BI-VII de Navarra, y tal barullo hubo de armarse, que entraron todos revueltos en Lladó, quedando así prisionera la dicha guarnición. Guergué dispuso que el BI-VII de Navarra pernoctara en Lladó, mientras que las fuerzas principales lo hacían en Cistella. De esta marcha obtuvo Guergué buen botín de armas en los pueblos, desarmando a los milicianos y entregándolas a los suyos, que constituyeron nuevos batallones como los presentados por Jaime Guitart, que formaron el BI-I de Vich y el BI-I del Ampurdán, y que fueron agregados a la expedición.

Ante el avance de los carlistas, el gobernador de Figueras había marchado a Navata; pero al situarse Guergué en Cistella, temió verse desconectado de la plaza fuerte y regresó a Figueras. Allí fueron puestos en libertad los prisioneros del RI de América cogidos en el caserío cerca de Montagut. Guergué permaneció el día 30 de septiembre en Cistella, disponiendo las operaciones que se iban a realizar en el Ampurdán. Entre el material que recogió figuraban varias camas que mandó al Santuario de Nuestra Señora del Hort para el hospital allí instalado.
Mientras tanto, los carlistas catalanes tampoco estaban ociosos. Tristany, por su parte, se batía contra la columna del comandante Sebastián, reforzada por la de Coll en el Estany (Barcelona), el mismo día 22 de septiembre. El 23 era en Gerri de la Sal (Lérida), donde los carlistas luchaban contra el gobernador de Talarn, Ramón Domínguez. En la madrugada, al ser sorprendidos por los cristinos, cayó prisionero Melchor Plá, que fue fusilado el 24, una vez comprobada su calidad de oficial carlista. El mismo 24 de septiembre, en las alturas de Santa María de Oló, camino del Estany, luchaba de nuevo Tristany contra la columna de Ayerbe. También se combatió en aquellos días en Capellades (Barcelona). El 29, en Bobera (Lérida), la columna cristina de Mascareñas tuvo un tiroteo con los carlistas, y la misma fuerza, otro encuentro, al entrar el mismo día en Cabacés (Tarragona).
Guergué se había quedado en Cistella. Allí dispuso la división del cuerpo expedicionario en pequeñas y múltiples columnas, para recorrer el Ampurdán. Los primeros cuatro días de octubre se emplearon en penetraciones. Su radio de expansión hacia el Coll del Pertús, que comunica a España con Francia; Agullana y San Lorenzo de la Muga. Y hacia el sur, hasta Bañolas.
Al avance de las fuerzas de Guergué, las guarniciones eran abandonadas y las milicias cristinas huían despavoridas, y donde había una plaza fuerte, allí se encerraban las fuerzas que podían alcanzar sus muros; ninguna columna cristina de tantas como había en Cataluña se interpuso al paso de Guergué; su sola presencia bastaba para que las comarcas enteras se le entregasen.
La ocupación del Ampurdán fue un éxito más, siendo incruenta, pues nadie disputó el paso a los carlistas. Un destacamento compuesto de cuatro compañías de guías que llegó a la Junquera, apoderándose de la Aduana, después de incendiar el fuerte, emprendió la persecución de los urbanos e individuos del resguardo de Hacienda que se fugaron ganando el coll de Pertús, en la zona divisoria de Francia y España. Los carlistas se detuvieron en la frontera misma, pero los urbanos y aduaneros, considerándose seguros en territorio francés, empezaron a tirotear a los carlistas. Mandaba a estos el Tcol Alonso de Santocildes, el cual ordenó que se contestara a los cristinos y se puso entonces en comunicación con el jefe francés del fuerte de Bellegarde (Francia). Solicitó de él que se desarmara a los internados, lo que fue dispuesto inmediatamente, pero para la entrega del armamento debería consultar con su superior.
El 5 de octubre, Guergué ordenó el repliegue de todos los destacamentos y columnas que tenía dispersas. Una vez reunidas, reemprendió la marcha a Olot, para reforzar las tropas que bloqueaban a la ciudad. El 6 de octubre, tomaron posiciones y estrecharon el cerco. Envió una oferta de rendición al gobernador de la ciudad, José Fábregas, que rechazó. Guergué, que tenía que estar en la frontera para la llegada del conde de España, dejó al coronel O’Donnel que asediara Olot con 7 Cías del BI-I de Castilla, 4 Cías del BI-IX de Navarra, la columna de la Ribera de Navarra, una Cía de cazadores catalanes y los BIs de Grau y Brujó, además de la caballería al mando de Lordán y la partida de Tristany. Se sabía que una columna mandada por el gobernador de Vich, coronel Juan Beccar, con el BI-II y BI-XII de nacionales de Barcelona; las formaciones de Sebastián y Calvet, una compañía de Guías de Solsona y otra de francos de Blanes. La vanguardia la mandaba el comandante Nat.
Al llegar la columna cristina, en el Grau de Olot fue hostigada a retaguardia por fuerzas carlistas catalanas. Pero el combate no se libró en verdad hasta que pudieron reunirse en Las Presas. Este ocurrió el 9 de octubre, cuando ya Guergué había marchado a desempeñar su misión en el Pirineo. O’Donnell con el BI-I de Castilla, resistió valientemente el ataque enemigo. Se dirigió a la línea ocupada por los catalanes, y se vio envuelto, cayendo prisionero. Los carlistas se retiraron del asedio y el coronel Becquer pudo entrar en Olot. La guarnición había aguantado durante 12 días y estaban en trance de capitular al haber consumido la mayor parte de las municiones.
En esta última marcha al Pirineo, Guergué maniobró hábilmente para despistar al enemigo. Tomó el rumbo de Castellfullit de la Roca, y de aquí a Besalú, y luego a Lladó. Después de un movimiento de retroceso, pudo cubrirse, deslizándose al abrigo del valle de la Muga, hasta Baget, desde donde podía estar ya a la vista y acecho de los colls de Maltrem, de Pragent y de Vermadell, que parecían los más indicados para que, por uno de ellos, según las circunstancias, entrara el conde de España en tierra catalana. El Conde estaba en Ceret (Francia); había aceptado el mando carlista de Cataluña, a instancias de Carlos V, según carta autógrafa del Rey que le había llevado personalmente el comandante Joaquín Gilde Bernabé.
Aunque los presuntos fugitivos de Francia estaban más cerca de Ceret, del coll del Miquelets, del coll de la Creu de la Canonja y, sobre todo, del coll de Labajol, se debieron creer estos más vigilados, y por ello interesaban también mucho los colls (collados) de donde bajan las aguas primeras del Ritorp. Desde Baget pasó Guergué a Molló, y, estando allí a la expectativa, vino el comandante de armas carlistas de Vilallonga a comunicarle los informes que había recibido de que el conde de España había sido detenido por las autoridades francesas.
La detención se había consumado en Coutonges, cuando el Conde, con un grupo de 120 carlistas, entre ellos 14 oficiales, se dirigía a España. Fueron sorprendidos por un destacamento francés del RI-17 de línea. Fue traicionado por el guía que los conducía a la frontera. El Conde fue llevado a Perpiñán, siendo encerrado en la Ciudadela de Lila (Francia).
Guergué pensó dirigirse a Navés (Lérida), donde estaba la Junta Gubernativa de Cataluña, para tomar decisiones de acuerdo con la misma, y el mismo 16 de octubre emprendió su marcha.
En esa primera quincena de octubre se señalan todavía importantes acciones en el resto de Cataluña. Las fuerzas que mandaba Porredón y Orteu continuaban, por orden de Samsó, frente a Solsona. Se levantó el bloqueo el 13 de dicho mes, después de varios ataques infructuosos por la parte del Palacio Episcopal, por la puerta de Travesat y por los Hornos de la Muralla, y se retiraron dichas fuerzas a Oliana.
También a comienzos del mismo mes, los carlistas que se habían situado en el castillo de Querol, antigua fortaleza de los barones de Cervelló, y que se conservaba en buen estado, se vieron sitiados por los cristinos, extremando su resistencia los defensores.
En Querol había no solo una guarnición carlista, sino un hospital, por lo que, entre los que vivían al amparo de sus muros, figuraban muchas mujeres. No habiéndoles socorrido a tiempo, pudieron, en la mañana del 5 de octubre, escapar, sin que se dieran cuenta los sitiadores, descendiendo por una ventana, y así, al entrar por fin los cristinos, no hallaron a nadie.
Unos días más tarde, el 21 de octubre, fuerzas de chapelgorris o peseteros se presentaron en Querol, y después de sacar 18 acémilas cargadas de muebles, hicieron volar el castillo con cargas de pólvora. Todavía volvería, sin embargo, Querol a figurar entre los sitios ocupados casi constantemente por los carlistas. En la defensa de Querol murió el cura párroco de Montagut, Salvador Lluch.
El 24 de octubre, Tremp fue atacada por fuerzas carlistas. Estaba defendida por el comandante Domínguez Orti, su gobernador. En Gerri de la Sal, ocupada también por los carlistas, una fuerza mandada por el capitán Jopín, de la Legión Extranjera, realizó una sorpresa, muriendo en la defensa el comandante de armas carlista de la misma Emeterio Merli, pero reaccionaron los carlistas, arrojaron a los franceses y destruyeron las fortificaciones.
Aquellos mismos días hubo un combate en los alrededores de Figuerola de Orcau y Conques (Lérida) entre las fuerzas carlistas que se habían apoderado de dicho pueblo y la columna de Domínguez Ortiz. Por su parte, Cortasa había establecido el bloqueo de Balaguer, que duró del 8 al 11 de octubre, habiendo sido socorrida por la columna de Niubó, quien, al perseguir a Cortasa, consiguió establecer combate con los carlistas el día 14, en Camarasa (Lérida), con desventaja para los carlistas.
El 10 de octubre se volvieron a presentar delante de Tremp los carlistas, mandados por Borges, durando el ataque hasta el día 11, pero se retiraron al saber que se aproximaba en socorro de la villa la columna extranjera del coronel Conrad. Las partidas mandadas por Pablo Mañé con Masros atacaban Piera, defendida por los urbanos del pueblo con los de Capellades. También hubo combate con una pequeña partida de carabineros en el pueblo de Caralps (Gerona), y así mismo eran carabineros los que aguantaron otro ataque carlista en el fuerte de Pineda (Barcelona). El 12 se luchaba en las alturas de Matagalls, en el monte Montseny (Barcelona). En Caserras (Barcelona) lucharon juntos Puig y Caballería contra el gobernador de Berga, el coronel Oliver.
El 17 de octubre, los carlistas bloquearon Guimerá cuando se dirigían a L’Ametlla de Segura. Los cristinos los interceptaron y se vieron forzados a refugiarse en el castillo. La tarde del 19 de día, la artillería disparó con bala rasa cinco disparos y los sitiados pidieron parlamentar, sin llegar a ningún acuerdo; los cañones dispararon otros 9 disparos y a las cinco de la tarde, el comandante Rosset se rindió. Inmediatamente después de la rendición de los carlistas, el Rosset de Belianes y 33 soldados fueron fusilados por orden del coronel Niubó de la Legión Extranjera Francesa de Ferrary, pues el Convenio de Eliot no había llegado aún a la guerra en Cataluña; otros 12 carlistas fueron fusilados en Verdú, 22 en Tárrega y 3 en Igualada. Los prisioneros supervivientes fueron deportados a la isla de Cuba.
Guergué con sus fuerzas bastante reducidas, pues desde el 10 de octubre las había dividido en tres columnas: una de catalanes, que desplazó hacia el centro del Principado; otra al mando de Tristany, con fuerzas de este y de Tarragona, más el BI-IX de Navarra, fueron a operar al corregimiento de Manresa, con el fin de que la división expedicionaria pasara más desapercibida en su marcha a Baget y Molló. Guergué marchaba a Navés, para reunirse con la Junta Gubernativa y también para recoger los elementos de su cuerpo expedicionario que se había desarticulado, y muy particularmente la caballería, que iba con Tristany.
De Molló (Gerona) marchó en una marcha rápida a Perafita (Barcelona), continuando a Gironella y de aquí a Caserras y Montclar, para entrar en la provincia de Lérida por Navés. En esta villa estaba la Junta carlista, cuyo presidente era el canónigo Roque Canal, compuesta además por Montaner, Sans, Ferrery Muntadas, y el secretario, héroe de la guerra de la Independencia en Cataluña, Mauricio Carrió. La Junta ofreció la presidencia de la misma al brigadier Guergué, al mismo tiempo que el mando del ejército en el Principado. Contestó que ni su honor ni su delicadeza le permitían aceptarlo, pero que, sin embargo, seguiría en el mando interino hasta que el Rey dispusiera lo contrario o designara un nuevo jefe.
Reorganización de las fuerzas carlistas
De Navés, pasando por la casa de Vilardeny, siguiendo por Clariana, Santa Susana y San Justo de Ardevol al Santuario de Nuestra Señora de Pinós. El 22 de octubre, por la tarde, llegó a Torá, donde se dispuso a reorganizar las tropas del Principado, donde permaneció cerca de diez días (hasta el 1 de noviembre), organizando los mandos y divisiones. Dejó organizadas las fuerzas catalanas en cinco divisiones con un total de 22.363 infantes y 395 jinetes:
- La Primera o de los Pirineos Orientales a las órdenes del propio Guergué (cuerpo expedicionario).
- La Segunda o de Gerona, que incluía Mataró y Vich al mando de Ignacio Brujó, se dividía en dos brigadas, a las órdenes de Martín Albert y del Tcol Patricio Zorrilla.
- La Tercera o de Lérida, al mando del coronel José Juan de Torres, que había mandado el batallón de Guías de Navarra de la fuerza expedicionaria, y eran jefes de brigada Antonio Borges y Bartolomé Porredón.
- La Cuarta o de Manresa; el mando lo ostentaba Benito Tristan y los jefes de brigada eran Juan Caballería y Clemente Sobrevías.
- La Quinta o de Tarragona al mando del coronel Matías de Vall, y tenía como jefe de la primera brigada José Masgoret, y la segunda brigada interinamente estaba a las órdenes de Manuel Ibáñez.
En esa quincena se señala el combate librado en Arbucias (Gerona) el 16 de octubre, entre las fuerzas carlistas mandadas por el Tcol Zorrilla y el jefe cristino Rodríguez Soler.
El 22 de octubre, en Rialp (Lérida), hubo un combate, pero el más importante fue el que hubo el día 23 en San Quintín de Mediona (Barcelona), en el que el jefe de los peseteros Pep de la Po sorprendió a las partidas de Pitxot, Pablo Mañé y Masrós. Después de un vivo tiroteo, los carlistas se retiraron, quedando prisioneros de los liberales 8 voluntarios, que al día siguiente fueron fusilados. Esta victoria cristina la pudieron obtener los hombres de Pep de la Po porque los carlistas los habían dejado avanzar, creyendo que eran de los suyos.
Al día siguiente de esta acción, acudieron a San Quintín de Mediona las columnas mandadas por los gobernadores de Vich y Manresa. Las rechazaron los carlistas, y los cristinos “sufrieron gran descalabro”.
El 25 de octubre, la columna cristina de Antonio Azpiroz combatía en Pobla de Segur (Lérida). Por la provincia de Barcelona se sembró la alarma en los alrededores de la capital, cuando se supo que una partida había recorrido varios pueblos, entre ellos Esparraguera, Pallejá y San Cugat del Vallés, este situado en las inmediaciones de Barcelona.
En el bando cristino, fue nombrado nuevo capitán general a Espoz y Mina, el famoso guerrillero. Llegó el 22 de octubre y comenzó la reorganización de sus fuerzas, que dividió en 7 brigadas y las confió al mando: La BRI-I al brigadier Gurrea, la BRI-II al coronel Antonio Espiróz, la BRI-III al brigadier Magrath, la BRI-IV al coronel Sebastián, la BRI-V al coronel Montero, la BRI-VI al coronel Nimbó, y la BRI-VII al coronel Osorio.
Regreso de la expedición de Guergué
Guegué, después de recorrer Castellfollit de Riubregós, Cunill, San Martín de Sasgayolas, Prats del Rey y Fonollosa, regresó el 4 de noviembre a la provincia de Lérida, emprendiendo una marcha con todas sus fuerzas; pasó a Comabella (Lérida), Olujas y de allí a Bellvehí, Torrefeta y Torroja. En esta villa dio a conocer la distribución que había hecho de las fuerzas de Cataluña. De allí marchó a Hostafranch, luego a Verdú, continuando por Vilagrasa y Anglesola. Tuvo un fuerte tiroteo con la guarnición de Tárrega, al atacar la población por tres puntos distintos. Los navarros se apoderaron del arrabal de Ofegat, y por el camino del mismo atacaron la población; otros lo hicieron por la carretera de Vilagrasa, mandados por Tristany, mientras que los de Tarragona, mandados por Ibáñez, lo hacían por la parte de la carretera de Verdú. El combate duró todo el día, puesto que empezó a las diez de la mañana del día 6 y terminó poco antes de ponerse el sol. Fueron a pernoctar los navarros a Anglesola, los catalanes de Tristany en Vilagrasa y los de Tarragona, con Ibáñez, en Verdú.
Prosiguió Guergué su marcha a San Martín de Maldá, luego a Belianes y, siguiendo después por Borjas Blancas, Hostal de Llop y Vinaixa, se dirigió a la provincia de Tarragona, siendo esta la última marcha por Cataluña, antes de replegarse a la provincia de Lérida para regresar a Navarra.
El día 8 de noviembre, entraba en la provincia de Tarragona la expedición de Guergué, y la caballería navarra persiguió a los nacionales de Vimbodí y Esplugas de Francolí, que se retiraban a Montblanch. Los carlistas pasaron rápidamente por Vimbodí y Esplugas, y alcanzaron los cristinos a la entrada misma de Montblanch; los dispersaron y Guergué entró en Montblanch, ordenando que fueran demolidas las fortificaciones, como se había hecho en los pueblos que había recorrido y se hizo también en Barberá, cuya guarnición la abandonó, ocupándola un destacamento carlista. Continuó el día 9 por Vilavert, La Riba y Picamoixons a Valls, donde la guarnición se aprestó a la defensa.
Después de ser intimidada a la rendición y en vista de la negativa, retrocedió Guergué a Fonscaldas, atravesó el Coll de Lilla y, por Figuerola, marcha a Pla de Cabra, donde pernoctó. El 10 de noviembre, por Cabra, Coll de Cabra y Barbará, marchó a Sarreal, de donde tomó el camino de la provincia de Lérida, pasando por Forés, Belltall, Pasanant y Vallfogona de Riucorp, y de allí, por Verdú y Vilagrasa, siguiendo por Figuerosa, llegó a Torroja, donde pernoctó el día 11.
El 12 de noviembre, pasaron por Bellvehi, Gra, Castillo de Las Sitges y Cabanabona a Pons, e hizo noche.
Los cristinos marcharon entonces sobre las huellas de los carlistas, ocupando Agramunt y Puigvert de Agramunt. En este último pueblo encontraron fuerzas tarraconenses, que les ofrecieron alguna resistencia, pero lograron posesionarse los cristinos de la localidad. El brigadier Guergué dejó el mando de la división al coronel Royo y marchó a San Lorenzo de Morunys para entrevistarse con la Junta y obtener de la misma la autorización para regresar a Navarra.
El 14 de noviembre, las fuerzas navarras, con los batallones catalanes, marcharon, bajo las órdenes de Royo, por Sanahuja y Biosca, a pernoctar en Torá. Cundía ya entonces el descontento de los navarros por verse tanto tiempo lejos de su tierra, que se traducía en algunos actos de indisciplina. Para calmar esa actitud, Royo dispuso que se hiciera una marcha de Torá a Oliana, atravesando las montañas nevadas y pasando por Pinelly Basella, a donde llegaron después de penosos esfuerzos. Lo que aumentó la indisciplina de los navarros, particularmente del batallón de Guías, descontento porque le habían separado de su jefe, el coronel Torres, para darle el mando de la división de Lérida.
Durante esta primera quincena también se notaron otros combates en Cataluña. Al amanecer del día 7, las fuerzas de tanto Borges, Porredón y Orteu salieron de Talarn para atacar Tremp. La columna del coronel Joseph Conrad, compuesta de la Legión Extranjera y nacionales de Gerri de la Sal, Tremp, Pobla de Segur, Figuerola de Orcau y Salás de Pallars, salió a su encuentro, librándose un fuerte combate, retirándose los carlistas. La víspera, Conrad había atacado el pueblo de Puebla de Segur; el coronel Torres, que estaba apoyado por Porredón y Orteu, se retiró, dejando un prisionero que se había pasado de la Legión, que fue inmediatamente fusilado.
El día 11 de noviembre, la columna del coronel García Luna se dirigía con un convoy desde Vich a Barcelona. Los mandados por Puig Oriol le esperaban en las abruptas pendientes de la sierra de Bertí y de Puig-Gracios. Se entabló fuerte combate en los alrededores de San Miguel del Fay (Barcelona), y si pudo al fin pasar el convoy, los cristinos sufrieron bastantes pérdidas, entre ellas herido gravemente el capitán Juan Marcó, del BI-XII de voluntarios de Cataluña. Otros combates se señalan en aquellos días, como el de San Quirico Safaja (Barcelona), donde el BI-IX de voluntarios de Cataluña, mandado por el comandante Francisco Bellera, consiguió dispersar a una partida carlista.
En el ataque por los carlistas al pueblo de Monistrol de Montserrat, consiguieron entrar en la localidad, retirándose a la llegada de la columna de socorro mandada por el ayudante de campo de Espoz y Mina, Cayetano Cordero. También se combatió en San Celoni (Barcelona), donde se presentó con su fuerza el Tcol Zorrilla; pero defendida por el comandante de armas don Juan Claret, fue socorrida a tiempo por la columna de Rodríguez Soler.
El 18 de noviembre, Guergué llegó a Oliana en unión de la Junta de Cataluña, encontrándose con que los batallones navarros estaban medio insurrecionados, por lo que decidió enviar al Rey un oficial de su confianza a fin de que le expusiera el estado exacto de su situación, pues él ya había escrito varias veces pidiendo el envío de fuerzas de otras provincias. Su propósito era mantener la expedición en Cataluña cuanto tiempo le fuera posible, dirigiéndola después al Norte al mando del coronel Torres. Con él irían también 3.000 catalanes, a fin de que este refuerzo permitiera a don Carlos enviarle un contingente similar sin que sus tropas experimentasen disminución alguna.
La situación era cada vez más preocupante, hasta el punto de que Guergué escribió a Torres (que se había separado de la expedición al ser nombrado comandante general de Lérida), para que se uniera con él y tratara de restablecer el orden aprovechando el ascendiente que tenía sobre su antiguo batallón de Guías.
Las tropas navarras volvieron a quejarse, amenazando la disciplina interna con sus deseos de retorno a sus lares. Pero todo fue inútil; el 21 de noviembre, el BI-VII de Navarra se declaró en abierta rebeldía. Las fuerzas cristinas que se habían concentrado en Tremp, unidas a otras que habían seguido desde Agramunt y Guisona por Oliana, Isona y Aramunt, se presentaron en las cercanías de Pueble de Segur. Guergué ordenó que se formara la fuerza y se desplegara para librar combate. En esta situación insurreccionada, el BI-VII de Navarra se marchó por el camino de Salás de Pallars, en dirección a Talarn, pero se pudo al fin convencer a aquellos díscolos de que volvieran, con la promesa de que solo se empeñaría combate en caso de que atacara el enemigo.
El 21 de noviembre, durmió la división en Puebla de Segur, pues los cristinos se retiraron a Tremp sin combatir. El 22 dispuso Guergué que Cordeu marchara a Navarra. Esto calmó los ánimos. Cordeu se encaminó a la provincia de Huesca, y más tarde hizo lo propio la fuerza navarra a las órdenes de Guergué, pasando por Talarn y entrando en la provincia de Huesca por el puente de Montañana.
El día 25 chocaron en Angüés (Huesca) las tropas de Guergué con las de la legión francesa, que al mando de Conrad trataba de impedirle el paso; se produjo la batalla de Angüés, y pudo seguir el camino pasando cerca de Huesca y regresando a Navarra. Peor suerte tuvo la caballería expedicionaria, que, habiendo salido con anterioridad de Cataluña, fue sorprendida el 30 de noviembre en Aoiz (Navarra), pues dejó aproximarse a las tropas liberales pensando que se trataba del resto de su columna y sufrieron fuertes pérdidas.
Terminó así la primera de las grandes expediciones carlistas, que si bien no obtuvo resultados tan positivos como en algunos momentos hubiera podido esperarse, sirvió de base para la reorganización del carlismo catalán, que a partir de su paso cobra una indudable fuerza.
Final de Guergué
Guergué fue nombrado segundo comandante general de Vizcaya por el infante Sebastián Gabriel en la época en que estuvo al frente del ejército. Guergué fue ascendido a mariscal de campo a causa de los méritos contraídos cuando obligó a Espartero a retirarse desde Zornoza a Bilbao. Al salir del norte la Expedición Real, Uranga fue nombrado jefe del ejército del norte, quedando a su lado, como jefe de Estado Mayor, el general Guergué, a quien algunos autores consideran el auténtico artífice de los éxitos que durante su mando consiguió el ejército carlista, entre los que se hallaba el haber recuperado la línea de Zubiri.
En 1837, obtuvo el cargo de mariscal de campo y comandante general de Vizcaya. En 1838 fue nombrado general en jefe del Ejército del Norte, siendo reemplazado por el general Rafael Maroto.
A partir de ese momento, Guergué dejó de jugar un papel relevante desde el punto de vista militar, y se retiró a su casa de Legaria, donde fue detenido por orden de Maroto a mediados de febrero de 1839, y conducido a Estella. Allí fue pasado por las armas, en compañía de los generales Sanz y García, el brigadier Carmona y el intendente Uriz. Todos ellos estaban fuertemente comprometidos con el sector “apostólico” del carlismo, y Maroto temía que se encontrasen conspirando en su contra, de lo que nada se prueba en la Memoria redactada por Arizaga con posterioridad.
