Guerras Carlistas Tercera Guerra carlista en 1873 Operaciones en Andalucía, Extremadura y Murcia en 1873

Operaciones en Andalucía 1873

El brigadier Antonio Arjona era el encargado de provocar un alzamiento en Andalucía, y para que tuviese gran resonancia, se pensó en fraguar una conspiración entre la guarnición de Granada. Los trabajos iban tomando cierta importancia, pues se habían comprometido ya varios sargentos, cuando en enero se descubrió lo que se venía preparando, y los principales complicados tuvieron que marcharse de la ciudad, entre ellos el brigadier Arjona. Este jefe poco tiempo después enfermó y falleció en Madrid en ese mismo año.

Sin embargo, los carlistas no quisieron permanecer indiferentes, y por los meses de marzo y abril se señalaba la presentación de varias partidas. Una de ellas mandada por José Ortega, que se disolvió inmediatamente, pues fue muerto su jefe en una escaramuza. En Sierra Morena apareció otra, que tuvo su centro de organización en Baños de la Encina (Jaén), y en Vilches (Jaén) hubo otra de poca importancia y que no llegó a subsistir más que pocos días. Mayor importancia tenía la que se presentó entre Andújar y Marmolejo, con unos 60 hombres, que fue perseguida por los guardias civiles con elementos de caballería, pero que tuvo que replegarse a las orillas del río Jándula y después diseminarse entre los riscos de Sierra Morena.

El 1 de marzo, se levantaban tres partidas en la provincia de Granada. Una se formó en un cortijo cerca del polvorín del Fargue, a una legua de la capital, que había de operar en tierra de Guadix, país escabroso y con una sola carretera. Otra se organizó en el paseo de la Bomba, a orillas del Genil, que se dirigía a las Alpujarras, terreno muy quebrado, y que por Sierra Nevada se podía comunicar con la de Guadix. La otra, estratégicamente considerada, debió formarse en Alhama, país escabroso y sin vías de comunicación, y que en caso de apuro podía darse la mano con la de la Alpujarra, por la Sierra de Lújar, o con una que operaba en Vélez-Málaga, por Sierra Tejea.

Las partidas de Guadix y la Alpujarra se sostuvieron diez o doce días; pues aunque contaban con malísimo armamento y ningunas simpatías, el terreno les ayudaba, y solamente sucumbieron al cargar sobre ellas el entonces brigadier Salamanca, gobernador militar de Málaga, cayendo unos prisioneros y ocultándose otros.

La del Salar de Loja, por no haberse presentado el jefe que debía mandarla, fue capitaneada por Carlos Cruz Rodríguez, que más tarde pasó al ejército del Norte; fue sorprendida antes de reunir la gente, como no podía menos de suceder, dada la proximidad de Loja, población grande y muy liberal.

Prisioneros carlistas en las mazmorras de la Alhambra, Granada en 1873.

Todas estas partidas habían tenido un origen común, y su intento era formar un núcleo importante, con el cual, aprovechándose de que las tropas republicanas de Granada iban a salir para combatir a los cantonalistas de Málaga, entrarían en Granada y se posesionarían de la plaza con los elementos comprometidos en la misma. También hubo algunos preparativos en la provincia de Córdoba, y se presentó una pequeña partida cerca de Lucena, pero fue pronto dispersada. Cerca de la estación de Bobadilla (Málaga), también se formó una partida que tuvo corta vida por la incesante persecución de que le hizo una fuerza de voluntarios que había salido de Antequera.

En septiembre de este año, las fuerzas mandadas por Aznar, procedentes de la provincia de Murcia, recorrieron varios pueblos del partido judicial de Vélez-Rubio, pero una columna de carabineros y guardias civiles les obligó a regresar a Murcia. Como en la provincia de Granada se notaban síntomas de agitación carlista, a finales de septiembre el capitán general de aquella región hizo salir una fuerza que dividió en cuatro columnas, a fin de mantener el país en paz.

A primeros de septiembre, las fuerzas mandadas por Morendón pasaron desde el sur de Ciudad Real a la provincia de Córdoba, sorprendiendo a un capitán y 28 guardias civiles que fueron hechos prisioneros y desarmados, siguiendo la fuerza carlista hasta Torrecampo (Córdoba). Inmediatamente, salieron dos columnas, que reunidas bajo el mando de Jiménez, marcharon sobre Torrecampo, donde descansaban los carlistas. Morendón salió a la vista de la vanguardia enemiga, compuesta de un escuadrón de caballería y media compañía de cazadores, librándose un empeñado combate, en el que los carlistas, para no ser envueltos por fuerzas muy superiores, se vieron obligados a replegarse por el camino de Guijo (Córdoba), conteniendo a los enemigos. Los republicanos se atribuyeron una gran victoria, aunque solo pudieron confesar que los carlistas tuvieron 7 muertos, entre ellos el brigadier Tercero, y 40 heridos, entre los que se contaba el brigadier Morendón, jefe de la fuerza, ya que habían recogido 100 fusiles, además de dar como perdidos por los carlistas 15 caballos; pero también ellos declaraban que sus pérdidas habían sido de un oficial muerto y dos heridos, uno de los cuales falleció al día siguiente, 6 soldados muertos y 9 heridos, y la pérdida de 14 caballos. Pero los carlistas, además, se llevaron a 16 prisioneros de la columna republicana, mientras que Jiménez solo pudo rescatar a los guardias civiles prisioneros en Sierra Morena. Esta partida carlista fue de nuevo atacada, pero ya en los límites de la Mancha y Andalucía; en el valle de Piedra Hule, con algunas pérdidas.

En la provincia de Sevilla se formó en Marchena una partida que salió el día 7 de octubre. Estaba mandada por el coronel José Díez de la Cortina y Cerrato, conde de Cortina de la Mancha. Estaba compuesta de sus hijos Juan, José y Rafael Díez de la Cortina y Olaeta de 18, 17 y 14 años de edad, su sobrino Alejandro Díez de la Cortina, de 18 años, del abogado José María Sañudo y Torre, del capellán Casimiro Pallejero y Torre, 10 criados y servidores de la casa y 3 voluntarios del pueblo. Esta pequeña partida se dirigió rápidamente a la Mancha, para agregarse a las fuerzas que mandaba el general Sabariegos y luego siguieron a las órdenes del coronel Villar. También por la parte de la provincia de Almería, en sus límites con la de Murcia, hubo alguna partida carlista de escasa importancia.

Operaciones en Extremadura 1873

A primeros de enero de 1873, apareció una partida mandada por el brigadier Crisanto Gómez con 25 hombres reclutados en Garlitos (Badajoz), pero ante la persecución de que era objeto, marchó a la Mancha.

En el mes de febrero, el jefe carlista Alonso, conocido por Mulita, desde la provincia de Toledo marchó a Extremadura, pasando por Castilblanco con dirección a la comarca de La Serena (Badajoz), pero los republicanos maniobraron de tal forma, que le obligaron a abandonar sus proyectos y regresar a Castilla.

Extremadura quedaba solo como camino de paso para los carlistas que iban o venían de Portugal, hasta que el 1 de septiembre, habiendo sido nombrado el general Sabariegos comandante general de La Mancha, Toledo y Extremadura, dio un impulso al movimiento carlista entre los extremeños. Con varios jefes y voluntarios procedentes de La Mancha, se presentó en la provincia de Cáceres, entrando en Logrosán. Habiendo aumentado su fuerza, recorrió varios pueblos, entre ellos Herguijuela (Cáceres), quemando el Registro Civil y ordenando la incorporación a su partida de los mozos de la reserva, internándose luego en la Sierra de Guadalupe, desde la que marchó a Berzocana (Cáceres), y de allí a la provincia de Badajoz. Estuvo entonces recorriendo tanto una provincia como la otra, hasta que una columna mandada por el comandante Tuco le avistó en Navalvillar de Pela (Badajoz). Allí se empeñó un fuerte combate en el que los carlistas llevaban la ventaja, cuando los republicanos recibieron el refuerzo de un escuadrón de lanceros del RC-6 de Montesa. Saberiegos decidió volver a la Mancha, pasando por Herrera del Duque (Badajoz) y Villarta de los Montes (Badajoz) para entrar en la provincia de Ciudad Real.

Sabariegos fue destinado después a Galicia, entregando entonces el mando de las fuerzas de La Mancha a Regino Merjeliza, y, por lo tanto, Extremadura quedaba a las órdenes de este. Una partida que entonces apareció fue la mandada por Hurtado de Mendoza, y en octubre apareció en Hoyos (Cáceres) la capitaneada por Rosendo García, que se mantenía generalmente sobre la raya de Portugal.

Volvió Sabariegos a la Mancha y Extremadura y entró en una incursión procedente de la provincia de Ciudad Real, en la provincia de Badajoz, pasando por Herrera del Duque, marchando luego a Guadalupe (Cáceres), y a punto estuvo de entrar en la ciudad de Trujillo. Se halla Sabariegos en Retamosa (Cáceres) el 6 de noviembre, cuando se presentaron ante aquella población fuerzas de la Guardia Civil, de infantería y de caballería, mandadas por el capitán Antonio González. Sabariegos había salido de la población para hacer frente a los republicanos, quienes comenzaron a batirse en retirada. Cuando Sabariegos estaba observando los últimos tiroteos de aquel combate, habiendo avanzado a Deleitosa. (Cáceres), fue alcanzado por una bala perdida, muriendo inmediatamente. Pero las fuerzas que había mandado Sabariegos permanecieron firmes, sin que se desorganizaran por la pérdida de su jefe y, en consecuencia, siguieron mandadas por el brigadier Ramón Infante, quien, pocos días después, tuvo la suerte de poder vengar la muerte de su general.

El 9 de noviembre, Infante pasó por Villar del Pedroso (Cáceres) y se volvió a enfrentar con la columna del capitán González, la misma que había estado en la acción de Retamosa. El combate duró cinco horas, quedando la columna republicana totalmente cercada, en un terreno que les era imposible utilizar para la maniobra, y agotadas las municiones de la columna, González se rindió a los carlistas cuando tenían ya 4 muertos y 2 heridos. El brigadier Infante se apoderó de las armas y efectos militares de los rendidos, y sin tener en cuenta la muerte de su jefe, puso en libertad a los prisioneros.

En Extremadura quedó entonces como comandante general carlista el brigadier Illanes, quien batió a los republicanos en Logrosán (Cáceres), y más tarde copó al escuadrón del tercio de la Guardia Civil de Extremadura y la primera compañía del mismo, en Cañamero (Cáceres), y luego batió a los republicanos en la acción de Talarrubias (Badajoz). No tardó el brigadier Illanes en pasar al Norte. Cuando fue nombrado el brigadier Amador del Villar para sustituir a Saberiegos como comandante general de La Mancha, Toledo y Extremadura, quedaban por la provincia de Cáceres unas pequeñas partidas mandadas por Luengo; mientras que las de Muñoz, Hervás y la de Padilla, conocido por Telaraña, entraban de vez en cuando en Herrera del Duque y Siruela, procedentes de La Mancha.

Operaciones en Murcia 1873

La región murciana no figura en hechos de importancia en la campaña de 1873. Pendiente particularmente de las partidas levantadas en la provincia de Alicante más que en la de Murcia; es en la alicantina donde tienen su principal teatro de operaciones. Por otra parte, la provincia de Albacete estuvo más pacificada que en la Primera Guerra, muy particularmente en cuanto se refería a La Mancha albaceteña, y, por lo tanto, no se menciona mucho en los anales de este periodo de guerra.

Sin embargo, entre las partidas que figuraban en la Mancha, la de Joaquín Aznar pasaba por Abanilla el 16 de febrero con dirección a Orihuela para invadir esta población, lo que consiguió. El 28 de este mismo mes, la partida mandada por García Montes, más conocido por Roche, estuvo en Caudete (Albacete), donde se incautó de los fondos de la recaudación de contribuciones, marchando de allí a la Sierra de Santa Bárbara. En estas sierras fue alcanzado por la columna del capitán de la guardia civil Joaquín Arnal, librándose un pequeño combate, terminado el cual, García Montes regresó a la provincia de Alicante.

El 4 de marzo García Montes se presentaba en el túnel de Managa, a 9 kilómetros de Venta la Encina, donde cortó las líneas férrea y telegráfica. El capitán de la guardia civil Troyano de la Infanta acudió para ahuyentar a los carlistas cuando estos se retiraban, cruzándose algunos disparos. El 27 de marzo otra vez fue García Montes quien se hizo notar, pues entró en Ontur (Albacete) al frente de 120 hombres, y se tenía la impresión de que procuraba cortar la línea férrea de Cartagena. Efectivamente, el 28 de marzo, García Montes se aproximó a la estación de Agramón (Albacete), donde tuvo un encuentro con una columna mandada por el capitán Manuel Mates, pero no pudo llevar a cabo su propósito de entrar en Agramón e incendiar la estación. Aunque pretendieran los republicanos que había sido dispersada esta partida, la verdad es que llegó al monasterio de Santa Ana, por la parte de Jumilla (Murcia), que ocupaba el día 31, después de verse obligada la columna del capitán Párraga a evacuarla, dándose la casualidad de que García Montes llevaba 150 hombres, es decir, más que cuando tuvo el encuentro de Agramón.

La partida de García Montes se la vio el 13 de abril en Fuenteálamo (Albacete), marchando luego a Ontur (Albacete). Por esta causa salió una columna de la capital de la provincia, enfrentándose el 17 con los carlistas, en la casa de La Matanza, término de Liétor (Albacete). Se retiraron 105 carlistas formando dos partidas, la principal mandada por García Montes, que fue a la sierra de Salinas, y la menor, de unos 50 hombres a las órdenes de Manuel Rico, que desde entonces figuraría como jefe de partida independiente.

Después de unos meses de relativa calma en esa región, al estallido de la revolución cantonalista, volvieron a agitarse las partidas carlistas. Las partidas mandadas por Rico y Ruesca señalan su presencia por el término de Jumilla (Murcia), aunque las demás fuerzas alicantinas, como las de García Montes, Fúster, Mergeliza, Aznar y Morán, todavía se las señala en la región valenciana. No solo era el término de Jumilla el que visitaron, sino que también se señalaba en el de Yecla, habiéndose propuesto los carlistas mandados por García Montes entrar en esta última población. Efectivamente, el 20 de agosto las fuerzas mandadas por García Montes atacaron la guarnición compuesta de voluntarios de la República, pero difícilmente hubieran podido contener el ímpetu de los carlistas si no hubiese llegado en su socorro una fuerte columna, mandada por el coronel de la guardia civil Pedro Anca. García Montes se vio obligado a retirarse, y hallándose en Hoya del Pozo (Murcia), el Tcol de la guardia civil Pérez de Ribera salió contra los carlistas, replegándose estos hasta las faldas de la sierra de Carche, librándose un pequeño combate, al final del cual Pérez de Ribera, alegando la fatiga de sus hombres, se retiró a Yecla. No tardó esta población en ser de nuevo visitada por los carlistas, mandados esta vez por Ruesca y Rico, y como ya no estaba el coronel Anca con su columna, satisfizo la contribución que le fue impuesta, el 24 de agosto.

El 11 de septiembre, de nuevo fue Yecla el objetivo de los carlistas. En la madrugada de dicho día invadieron la población, retirándose los voluntarios a la iglesia, donde se hicieron fuertes. Los carlistas se incautaron de los fondos de la Administración de rentas, así como de cuantos caballos y armas pudieron encontrar. A las ocho de la noche se retiraron, sin haber podido reducir a los refugiados en la iglesia. El día 25, cerca de Calasparras (Murcia), hubo un pequeño combate entre una fuerza carlista que se había emboscado en un barranco y una fuerza de guardias civiles y movilizados. En este mismo mes, el día 12, en su incursión por la provincia de Alicante, el coronel Santés entró en Tarazana de la Mancha (Albacete), desarmando a los voluntarios que la guarnecían.

El 14 de octubre, el coronel Alcober, comandante general de Alicante y Murcia, llegaba a la estación de Venta la Encina, en donde destrozó el material de ferrocarril, cortando la línea férrea y la telegráfica, y trasladó luego sus fuerzas a Caudete, aprovechándose del ferrocarril. Tal noticia causó estupor, por lo que, temiendo que los carlistas se dirigieran a Almansa, salieron varias columnas, tanto de Albacete como de Alicante y Yecla. Los carlistas, que estaban en sierra de Salinas, libraron combate en el sitio llamado La Bioda, continuándose después en la sierra del Serratejo y en la posición de la Poyada. Portillo, que mandaba a los republicanos, consiguió batirlos, quedando entre los prisioneros el coronel Alcober. Los carlistas fueron vistos entonces por Moratalla y Calatrava, que fueron socorridas por una columna de carabineros. El 28 de octubre fue vista por los alrededores de Yeste una partida que recorría los pueblos de la falda del Calar del Mundo.

El 2 de noviembre las fuerzas mandadas por García Montes entraban a las once de la noche en Hellín, al frente de 417 hombres. De la población se llevó el tabaco que había en depósito y los fondos municipales, y quemó el Registro Civil. El día 3, los carlistas llegaron a Socovos (Albacete) y contra ellos marchó la columna de Portillo. Los carlistas habían seguido a Benizar (Murcia), y ante la proximidad del enemigo entraron por el desfiladero que les conducía a Nerpio. A pesar del gran temporal, la columna de Portillo le siguió, y en el caserío de Sabinar (Murcia) atacó a los carlistas, empeñándose una enconada acción, muy desventajosa para los carlistas, pues cayó prisionero, entre otros, el jefe de la partida Pablo Rico y gravemente herido el coronel Vicente Morán, que falleció a las pocas horas. Esta desgraciada acción fue un golpe muy duro para los carlistas que luchaban en esta región.

El 11 de noviembre, una pequeña partida fue vista en el término de Caudete, aunque en esta población se presentaron, acogiéndose a indulto, 42 individuos procedentes de la partida de Rico. Esta nueva fuerza parecía que estaba mandada por Pedro Purtó Bonaplata. La presencia del coronel Santés en Iniesta (Cuenca) causó alarma en Albacete, por lo que fueron llamadas las distintas columnas, así como fuerzas procedentes de Madrid y Córdoba. El día 30, la partida de Armar, procedente de la provincia de Ciudad Real, llegaba a Minaya y entraba en la provincia de Cuenca.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-12-27. Última modificacion 2025-12-27.
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