Guerras Carlistas Tercera Guerra carlista en 1873 Operaciones en Cataluña 1873

El infante don Alfonso en Cataluña

El infante don Alfonso y su esposa María de las Nieves habían cruzado la frontera de Cataluña y habían llegado a la casa de la Muga a fines de diciembre, ya en territorio español. El día 1 de enero estuvieron en Saderra, y al día siguiente, pasando por La Míana, fueron a Casa Cugulera, y de allí, el día 3, a casa Batlle de Sallent, en donde hallaron la mejor acogida. El 4 de enero, el infante estuvo en la ermita de Finestres, donde tuvo una entrevista cordial con el brigadier Savall el día 8, y después de la cual, por Casa Badia, regresó a Casa Batlle el día 9. Con motivo de un pequeño combate librado el 10, los infantes pasaron a Casa Cugulera, y luego el 11, por La Miana, a Casa Surroca; el 12 salieron de esta última y por el camino de Batet volvieron a Casa Batlle. Las peripecias y las impresiones de esta estancia en las masías catalanas las recuerda fielmente doña María de las Nieves al contar la campaña de 1873.

El 23 de febrero, los infantes pudieron incorporarse a las fuerzas que mandaba Savalls. Por las proclamas que hizo circular Souvras, se sabía de su presencia en España. Lo curioso es que don Alfonso entró en España para combatir a los amadeístas, y que cuando se incorporó a Savalls tenía enfrente a los republicanos, aunque en realidad eran los mismos jefes y soldados. Los carlistas habían pasado un período difícil que todavía no había terminado. De vez en cuando algún éxito se podía señalar, pero en realidad la persecución era incesante. Las fuerzas combinadas de Castells y Tristany lucharon contra las columnas de Medaviela y Mola en la ruta de Puigreig a Gironella, que protegían al convoy que marchaba a Berga, pero la reacción amadeista obligó a los carlistas a replegarse sobre Olbán desde Gironella.

El Infante Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este y su esposa María de las Nieves de Braganza.

Operaciones en enero de 1873

El 6 de enero, las fuerzas mandadas por Tallada entraban en Riudecols (Tarragona), pero no pudieron vencer la resistencia de los voluntarios, que se habían refugiado en la iglesia. Otra tentativa infructuosa en este sentido fue la ejecutada contra Vilaseca de Solsina (Tarragona) el día 9. Por su parte, Castens, reunido con Ferrer y Panera, entraba en Alcanar (Tarragona), y de allí fueron a Roquetas, en la misma provincia. En Torre del Español (Tarragona) fue sorprendido Vallés. La estación de Olesa de Montserrat (Barcelona) fue quemada.

Nasarre y Camats atacaron Tremp (Lérida), donde los voluntarios se defendieron en la iglesia, pero convencidos de que no podía esperar socorro, se rindieron, capitulando a los vencedores que respetaron religiosamente el convenio. No era tan afortunado Guiu, que en Congost (Barcelona) no pudo sacar provecho del ataque a un convoy que custodiaba la columna de Parera.

Durante el 9 de enero, se ensayó un cañón de la casa Barbieri y se inauguró un taller destinado a la reparación de armamento. Mientras, Castells ocupó Santa Pau al frente de 200 hombres y allá esperó que llegara Rafael Tristany.

El brigadier José Cabrinetty salió de Olot y avanzó por el camino de Santa Pau con el objetivo de encontrar a los concentrados, que estaban en Mieres, a las órdenes de Savalls, Auguet, Frigola, Bosch, Muxí y otros. Los carlistas disponían de 1.000 hombres. Al día siguiente, 10 de enero, en Sallent, junto a Mieras (Gerona), la columna mandada por Cabrinetty tuvo un choque con una partida mandada por el coronel Frígola, quien murió en esta lucha. Ruiz de Larramendi, de acuerdo con Valles y Tristany, hizo un proyecto para apoderarse de Igualada, el 15 de enero, pero fracasó su propósito. Una fuerza mandada por Vila de Prat tuvo un tiroteo cerca de Vich, sin mayores consecuencias.

Al finalizar el mes de enero, la villa de Ripoll fue asaltada por los carlistas a las órdenes de Jerónimo Galcerán, Vila de Prat, Climent y otros cabecillas. Al cabo de un cuarto de hora de haberse iniciado el ataque, la población permanecía totalmente cercada por los carlistas, pero al fin los asediados consiguieron rechazarlos. Los asaltantes sufrieron muchas bajas, mientras que los asediados (según la prensa liberal) no tuvieron que lamentar ninguna. A las 10 de la noche todavía se escuchaban disparos esporádicos, que se prolongaron hasta las 3 de la madrugada. Entonces los carlistas, al darse cuenta de que se les acercaban las columnas del ejército gubernamental, abandonaron las posiciones alrededor de la villa.

Operaciones en febrero de 1873

El día 1 de febrero, se supo que los carlistas habían fusilado al señor Simón Pedrosa en San Felíu de Pallarols (Gerona). El grupo, dirigido por Ferrer, a las órdenes superiores de Savalls, que había ejecutado a este propietario, también mató a dos liberales en San Esteban de Bas y al estanquero de Lliurona.

El día 4 en Viladrau (Gerona). La línea férrea entre Martorell y Gélida fue cortada. Se atacó Tordera (Barcelona). Durante el día 7 de febrero, los carlistas se apoderaron de la estación de ferrocarril de Sils y requisaron la correspondencia oficial que transportaban los trenes que iban hacia el norte y hacia el sur.

Hubo combates en Vistabella (Tarragona) y Santa Pau (Gerona). Se entró por sorpresa en Esparraguera (Barcelona), y quedaron bloqueadas Vich, Roda del Ter, Centellas e Igualada por no haber pagado las contribuciones, lo mismo que la Seo de Urgel y Solsona.

Cabrinetty atacó con artillería a los carlistas que, durante el día 18, se habían apoderado de Santa Pau y, aunque la batalla fue dura porque hubo abundantes muertos y heridos en ambos lados contendientes, la prensa no mencionaba que los ocupantes del pueblo hubiesen sido desalojados. En realidad, los carlistas ocuparon la zona del Collsacabra a lo largo de toda la guerra.

En San Pedro de Osor (Gerona), ya ensangrentada por otros combates, libró una acción de guerra el brigadier Savalls el 20 de febrero. La columna republicana que mandaba Hidalgo conseguía batir a las partidas de Vera y Manso de Rocallaura en Conesa (Tarragona), y después dispersarlas en Cevallá del Condado.

En San Quirico de Besora el 24 de febrero, el infante se presentó a los voluntarios carlistas. En la Casa Batlle de Sallent se habían hecho los últimos preparativos. Guiados por Felipe de Sabater, fueron los infantes a Las Presas, y luego a Vidrá. En el pueblo de Las Presas fueron recibidos los infantes por las autoridades y el clero, así como todo el vecindario, con el mayor entusiasmo. Allí les esperaba el brigadier Savalls. Prosiguieron su marcha, y el 25, después de haber pernoctado en Vidrá, se presentaron a los voluntarios de Gerona, que, constituidos en dos batallones, estaban en dicha localidad. Savalls dio una orden general felicitándose de la caída de la dinastía italiana y haciendo grandes elogios de la Infanta, que se prestaba a compartir las penalidades de la guerra. El Infante dio el día 28 una alocución a los catalanes.

Tercera Guerra Carlista en Cataluña. Teatro de operaciones del Ejército de Cataluña. Atlas Topográfico de la narración militar de la Guerra Carlista de 1869 a 1876.

Operaciones en marzo de 1873

Toma de Ripoll (16 de marzo)

Se había proyectado tomar por sorpresa la plaza de Berga, pero este proyecto fracasó. Más cerca de la realidad estuvo el comandante Sabater cuando trató de apoderarse de Conanglell (Barcelona), en donde estaba la remonta de la Artillería. Esperaba que se le auxiliara desde el interior, y así estuvo bloqueando del 7 al 9 de marzo, pero tuvo que retirarse el 10 al llegar fuerzas en socorro de los sitiados.

Los Infantes marcharon a Gironella; y de allí a Perafita, San Pedro de Torelló, Vidrá, Moiltesquiu a Ribas, donde se confirmó el mando de las provincias de Barcelona y Gena a favor de Savalls, con Sabater como JEM. Marcharon luego sobre Ripoll y atacaron los batallones BI-I, BI-III y BI-IV de Gerona y la compañía de zuavos, y después de enconada lucha, los carlistas se apoderaron de la villa el 16 de marzo. Ripoll estaba guarnecida por carabineros que se defendieron heroicamente; pero no pudiendo resistir el empuje de la facción y encerrados en la iglesia, tuvieron que capitular. Los ocho desdichados carabineros que defendían el puente de San Eudaldo fueron muertos al disparar contra los carlistas que iban a detenerlos.

Durante el ataque fue utilizado un cañón, mejor dicho, un artefacto que parecía deber hacer sus funciones, que los voluntarios llamaron La Chocolatera, que era en realidad la primera artillería carlista en esta guerra, y que estaba bajo el mando personal del coronel Segarra, que resultó herido al estallar el dicho artefacto. Vayreda relata con emoción este episodio en su cuadro literario La Chocolatera. Una vez entrados los carlistas en Ripoll.

Don Alfonso había encargado a Jerónimo Galcerán que se situase en el monasterio de la Gleva (Barcelona) para proteger el ataque, a fin de detener las columnas enemigas que viniesen desde Barcelona a socorrer a los asediados. Efectivamente, la previsión de don Alfonso se cumplió y supieron que acudían en su socorro la columna republicana que mandaba el general Martínez Campos. Posiblemente, parte de los refuerzos viajaban en ferrocarril porque otros cronistas han explicado que Galceran cayó mortalmente herido cuando asaltaba un tren. Lo cierto es que el prestigioso comandante carlista murió en el intento. Pero la columna gubernamental de Martínez Campos consiguió romper la barrera de las fuerzas carlistas y llegar a la vista de Ripoll, donde fue rechazada por los carlistas.

Al caer mortalmente herido este jefe, los voluntarios sintieron más empeño en vengar su muerte, y a las órdenes del comandante Massachs, derrotaron totalmente a sus enemigos. Para sustituir a Jerónimo Galcerán en el mando de su batallón, fue nombrado su hermano José.

Toma de Berga (27 de marzo)

En toda Cataluña proseguía la lucha. En una acción en La Pileta, término de Pobla de Granadella (Lérida), perdió la vida el bravo teniente coronel Tellada, el 8 de marzo. El coronel Vallés entró en Perelló (Tarragona), desarmando a los voluntarios de la República.

Otra victoria carlista fue la toma de Pobla de Segur (Lérida) por Tristany, a quien se rindieron sus defensores después de fuerte lucha.

El 27 de marzo, se produjo la toma de Berga por el infante don Alfonso. La plaza estaba mandada por el comandante Ramón Morales con unos 500 efectivos. Las fuerzas carlistas estaban formadas por el batallón de Zuavos, BI-I de Barcelona, BI-I y BI-III de Gerona; atacaron a las fuerzas isabelinas que guarnecían el pueblo de Berga. Morales se rindió ante la imposibilidad de su defensa; sería sometido a consejo de guerra y condenado a muerte por traición.

Berga (Barcelona) durante la Tercera Guerra Carlista.

En este mismo día, las fuerzas mandadas por Vila de Prat se apoderaron del fuerte de Bagá. En este fuerte fueron hechos 15 prisioneros, que fueron a reunirse con los 500 hechos en Berga. El infante don Alfonso dio las órdenes concernientes para que se conservaran las vidas de los prisioneros, pero desobedeció Savalls y fueron pasados por las armas 67 prisioneros que pertenecían al cuerpo de los voluntarios de la libertad (llamados cipayos). Al saberlo, se indignó el Infante, más por la inhumanidad del hecho que por haber desobedecido sus órdenes; dispuso que todos los que estaban presos fueran puestos inmediatamente en libertad. El botín de los carlistas fue importante, ya que se recogieron 500 fusiles “Remington” y 8.500 fusiles “Berdan”, además de 1.200 carabinas y 340.000 cartuchos.

Extraído el botín de guerra de Berga y abandonada por los carlistas, esta plaza fue ocupada de nuevo por los republicanos, ya que llegaron a ella las columnas de Cabrinetty y Martínez Campos. El general Contreras, que había reemplazado en la capitanía general a Garninde, no había podido verificar la operación de socorro ni acudir antes a Berga, por lo que fue inmediatamente relevado por el general García Velarde.

Operaciones en abril de 1873

Savalls se contuvo y entonces, Alfonso propuso el asalto y ocupación de Gerona, la cual estaba defendida por una fuerza de 1.000 hombres. El proyecto de Alfonso no tenía por objetivo la permanencia en la ciudad, con el fin de convertirla en la capital catalana del carlismo, sino que el Infante planeaba la entrada en ella para cobrar las contribuciones y, una vez terminada la recaudación, abandonarla rápidamente. Además, está claro que con la conquista de Gerona, aunque fuera momentáneamente, Alfonso hubiera conseguido ponerse una medalla de gran mérito.

Savalls, al respecto, remoloneaba y pidió una reunión de jefes para consultarles el proyecto. El encuentro de Alfonso y Savalls con Auguet, Vila de Viladrau y el coronel Cortazar (cuñado de Savalls y su JEM) se llevó a cabo en la Cellera. De entrada, ni Auguet, ni Vila, ni Cortazar tomaron partido en uno u otro sentido. Savalls se mostró reticente y opuso al proyecto de Alfonso el numeroso contingente que formaba la guarnición de la capital y las nuevas fortificaciones que la defendían. Entonces, el resto de jefes se decantaron por la inacción.

El 6 de abril, Cucala, no pudiendo mantenerse en el Maestrazgo, pasó el río Ebro para acogerse a la protección de los catalanes.

Savalls emprendió el 10 el ataque de Puigcerdá, pero, socorrida la plaza por Cabrinetty, tuvieron que abandonar el asedio los carlistas, resultando de ello que se agriaron todavía más las relaciones entre el Infante y Savalls.

El 19 de abril, Savalls abandonó a los infantes. Don Alfonso le pidió que, por lo menos, permitiera que el batallón de Auguet permaneciera con él, pero Savalls le respondió que su amigo no quería cargar con el peso muerto que suponía el Estado Mayor del Infante y todo el equipo que transportaba.

Por entonces, Gerona permanecía, todavía, sometida al asedio total. Los carlistas ocupaban los alrededores de la capital y la prensa significaba las partidas de carlistas que se habían instalado en Palau Sacosta, Fornells de la Selva y Bescanó, donde Auguet mantenía a 200 infantes y 20 jinetes, así como San Gregorio (Gerona).

No había podido impedir Vila de Prat que Cabrinetty pasara por Ribas del Fasser. Hay que señalar otro combate el 23, cuando Vila de Viladrau luchaba ventajosamente en Tordera. El 27, hubo acción de Calaf (Barcelona), y el 28, hubo lucha contra la columna del comandante Martorell en Viladrau. En fin, en La Galera (Tarragona), los valencianos sufrieron una importante derrota.

Operaciones en mayo de 1873

En el mes de mayo enardeció los ánimos de los catalanes la noticia de la victoria de Eraúl, en Navarra. El brigadier Savalls publicó el día 1 con este motivo un entusiasta bando a las provincias de Barcelona y Gerona. El día 2, el coronel Vallés fue nombrado comandante general de Tarragona.

El 7 de mayo, desde el cuartel de San Quirico de Besora, Savalls emitió otro bando para prohibir la impresión y reparto de periódicos de cualquier tendencia liberal, amenazando a los infractores con multas y, en el caso de que reincidieran, con la quema de sus imprentas y el fusilamiento. Esta era la respuesta que daba a la obstinación del gobierno republicano en impedir la impresión y reparto de la prensa carlista.

El día 13, los carlistas habían penetrado por sorpresa en Mataró (Barcelona), y el 17, el Infante, con las fuerzas de Tristany, sorprendía y derrotaba a un escuadrón de caballería del RC-1 de carabineros de Calatrava, en Sanahuja (Lérida), cayendo herido el Tcol republicano Ricardo Infante, y siendo hechos prisioneros un ayudante teniente, un alférez, un segundo profesor veterinario y 46 soldados, con 51 caballos equipados. Las noticias oficiales dadas por el Gobierno, que recoge Pirala, pretenden que los carlistas fusilaron a 24 prisioneros, lo que probablemente fuera incierto.

Sobre el 20 de mayo, se recuperó la circulación por ferrocarril entre Barcelona y Gerona, pero los trenes quedaron reducidos a dos convoyes diarios. Hasta el momento, a la huelga de maquinistas, que estaban asustados por los asaltos carlistas, se sumaron los destrozos que estos ocasionaban a las vías y a las estaciones, por lo que se había tenido que interrumpir la circulación entre las capitales. Se decía que pelotones de carlistas aparecían en medio de las vías en recodos que exigían que el convoy avanzara lentamente y le obligaban a detenerse. Si no lo conseguían, disparaban contra el maquinista, o se subían a los vagones sin que les fuera necesario esforzarse demasiado. Los asaltantes registraban los compartimentos a la busca de soldados gubernamentales, armas y la correspondencia oficial. En ocasiones, descubrían a personas conocidas por su ideología liberal o republicana, o a militares enemigos, y los secuestraban.

El 25 de mayo, Savalls luchó contra Cabrinetty en Viladrau. El día 26 en San Hilario de Sacalm (Gerona), el 26 en San Pedro de Torelló, el 27 en un bosque cerca de Gravalosa (Barcelona), contra la columna mandada por el coronel Tomaseti, el 27 se libraba un combate por Savalls en Borredá.

El 27 de mayo, los Infantes se dirigieron a Gironella para encontrarse con Savalls. Por el camino toparon con Juan Castells, al cual Alfonso había nombrado su ayudante, después de haberlo destituido de jefe de la comandancia de Barcelona, aunque el viejo seguía haciendo su voluntad, cobrando imposiciones allá por donde pasaba. Alfonso le recriminó por insubordinado y Castells, al cabo de unos días, se separó de nuevo de la compañía del Infante para continuar la guerra particular que llevaba a cabo.

El 30 de mayo, Savalls combatía en Santa María de Olost. En Alpens se libró combate contra Cabrinetty. En la provincia de Tarragona, Vallés atacaba Secuita.

El nuevo capitán general republicano de Cataluña, Mercia Velarde, dio orden para el levantamiento de un somatén general, pero el brigadier Savalls publicó un bando diciendo que todo individuo o corporación que levantase somatén sería castigado con pena de muerte. Era tal la fuerza carlista en Cataluña y tal el respeto que inspiraba Savalls, que el bando del capitán general de Cataluña no fue ejecutado, ni siquiera iniciado.

Operaciones en junio de 1873

El 9 de junio, en Artés, el Infante nombraba cronista del cuartel general al teniente auditor de guerra Manuel Milá de la Roca.

Acción de Oristá (12 de junio de 1873)

En la jornada del 12 de junio, el infante don Alfonso, acompañado por Martí Miret, mandaba las fuerzas realistas, y atacó la columna republicana el coronel Juan Alvarez. La acción fue muy disputada. Quedaron en poder de los carlistas dos piezas de artillería, que fue la iniciación de una verdadera artillería en Cataluña.

Acción de Oristá (12 de junio de 1873). La caballería carlista capturando un cañón. Autor Ricardo Balaca.

El 18 de junio hubo una acción en Las Garrigas (Lérida), y el 22 en Margalef (Tarragona) hubo otro combate.

Acción de Prats de Llusanés (25 de junio de 1873)

Durante el 25 de junio ocurrió la batalla que enfrentó a las tropas dirigidas por don Alfonso de Borbón a un contingente importante del ejército republicano a las órdenes del brigadier Cabrinetty en Prats de Llusanés (Barcelona). La fuerza del Infante estaba formada por los voluntarios de Martí Miret y de Cucala, así como por parte de los efectivos carlistas de Lérida, Tarragona y Barcelona, hasta un total de 1.800 hombres. Cabrinetty contaba con tres batallones de reclutas castellanos que sumaban 1.500 hombres. La caballería carlista, de la cual formaba parte, fue cercada en la cumbre de la pequeña meseta que se llamaba La Cadira de Galceran. Los jinetes del Infante se vieron obligados a escapar de la trampa tomando el camino de bajada entre los enemigos que desde los márgenes los fusilaron sin compasión. Finalmente, los carlistas se retiraron de Prats de Llusanés, pero nadie ha sabido garantizar, con certeza, quién ganó aquella batalla.

Operaciones en julio de 1873

El 30 de junio subieron al monasterio de Montserrat) el Infante con el batallón de zuavos y otra fuerza de Guías para pasar los días de Pascua en la montaña santa, donde se venera la patrona de Cataluña. Los Intantes y sus fuerzas estuvieron el 30 de junio y el 1 de julio concurriendo a los actos piadosos.

Savalls consiguió el 7 de julio que la guarnición de San Quirico de Besora, compuesta de dos compañías del RI-14 de América, se le rindiera.

Acción de Alpens (9 y 10 de julio de 1873)

El general republicano Cabrinetty, que antes se había consagrado a perseguir a Savalls, desde la entrada del Infante lanzaba constantes bravatas de que cogería a la infanta doña María de las Nieves, pero aunque no pasaban de bravatas, sin embargo, había gran saña en la persecución.

En el entorno de Alpens (Barcelona), los carlistas habían reunido fuerzas de las partidas de Savalls, Huguet, Camps, Miret y otros jefes carlistas.

Entre los días 9 y 10 de julio, las fuerzas de Cabrinetty y las de los carlistas, dirigidos por Alfonso, Savalls, Auguet, Camps y Vila de Prat, se enfrentaron en Alpens. El mérito de la victoria que obtuvieron los carlistas fue atribuido a Savalls. Durante los días anteriores a la lucha, Savalls y Cabrinetty jugaron al escondite hasta que el carlista escogió el lugar que le convenía para montar la trampa al liberal. Se dice que Alfonso y María de las Nieves sirvieron de anzuelo, puesto que los carlistas hicieron correr el rumor de que los Infantes permanecían en una casa de Alpens, a fin de llamar la atención de Cabrinetty.

Acción de Alpens (9 y 10 de julio de 1873). Mapa de la zona. Atlas topográfico de la narración militar de la Guerra Carlista de 1869 a 1876.

Antes, a las cuatro de la tarde, los Infantes, acompañados de 1.200 hombres, habían abandonado Alpens, pero, una vez estuvieron en las afueras, quizá debido a que se dieron cuenta de que Cabrinetty se acercaba por el camino de Santa Eulélia de Puigoriol, retrocedieron hacia Alpens. El alcalde, justo cuando hubo visto que los carlistas, a las cuatro de la tarde, se largaban del pueblo, había enviado un mensaje a Cabrinetty para advertirle del abandono. Pero la información no resultaba exacta, pues un grupo de voluntarios carlistas había permanecido escondido en las casas de la plaza de la iglesia. Cabrinetty se percató de que las tropas de Alfonso y de Savalls volvían a Alpens y quiso llegar antes que ellos a la población.

Las fuerzas carlistas estaban situadas alrededor del pueblo. Auguet cerró el camino del norte, Camps el del sur y Vila de Prat el que llevaba a Prats de Llusanés. Los zuavos de Alfonso fueron reservados, previendo que Auguet podría necesitarlos. La necesidad surgiría y el batallón de zuavos participaría activamente en la lucha. Los liberales llegaron al pueblo hacia las ocho de la tarde, a punto de anochecer. El general Cabrinetty no sospechaba la emboscada que le habían tendido, y desplegó sus efectivos en abanico, pero, según explican los informes militares del gobierno, los soldados se desperdigaron demasiado y el cerco carlista se cerró sobre Cabrinetty cuando este, junto con un puñado de sus oficiales, hubo penetrado en la población. Cabrinetty resultó muerto por una bala que le penetró en la nuca y sus oficiales también cayeron muertos o heridos.

Batalla de Alpens (9 y 10 de julio de 1873). Muerte del general Cabrinetty al inicio de la batalla. Autor Vicente Giné.

El oficial de intendencia Vicente Reina, que tenía como misión defender un convoy de caudales. La tropa se ve sorprendida por una fuerza carlista mucho más numerosa y se entabló el tiroteo, el ataque a la bayoneta y la lucha cuerpo a cuerpo. El oficial Reina, envuelto por el enemigo, lo desafía, sin más armas que su sable y pecho, mientras los últimos de sus hombres esgrimen el fusil para dar el posterior bayonetazo.

Batalla de Alpens (9 y 10 de julio de 1873). Muerte del oficial de intendencia Vicente Reina. Víctor Morelli Sánchez-Gil.

Las tropas republicanas hicieron frente a sus enemigos sin mando y durante varias horas, en plena noche. Los durísimos combates dejaron cerca de un centenar de muertos, la mayoría liberales, al son de los valses y las marchas militares interpretadas por un grupo de músicos carlistas. Algunos republicanos pudieron escapar, pero a la 01:30 horas de la madrugada se rindieron 900 republicanos. También consiguieron 2 cañones, 42 mulos, 50 caballos, 1.200 fusiles y 10.000 duros.

Batalla de Alpens (9 y 10 de julio de 1873). Los infantes doña María de las Nieves de Braganza y don de Alfonso de Borbón. Autor un pintor polaco.

Carlos VII recompensó a los carlistas que habían tomado parte en la victoria con la medalla de Alpens, y el brigadier Savalls recibió el título de marqués de Alpens.

Asalto carlista de Igualada (17 y 18 de julio de 1873)

Prosiguiendo su campaña victoriosa, los carlistas decidieron dar un golpe sobre Igualada, luchándose encarnizadamente el 17 y 18 de julio. Por un batallón del RI-25 de Navarra, junto con 250 voluntarios, se resistió con energía, pero al impulso de su entusiasmo los carlistas entraron a la bayoneta, apoderándose de la población. 600 prisioneros, entre ellos el Tcol Francisco García Muñoz, comandante militar de la plaza, más de un millar de fusiles; era el botín de guerra que proporcionaba la victoria a los carlistas catalanes. Figuraba entre lo recogido los instrumentos de música de la banda del regimiento de Navarra, y los músicos, prisioneros como sus compañeros de cuerpo, solicitaron ingresar en las filas carlistas, y así músicos e instrumentos conquistados en Igualada fueron la banda que después encabezaba en sus desfiles y marchas al batallón de zuavos carlistas.

Asalto carlista de Igualada (17 y 18 de julio de 1873). Entrada de los carlistas en la ciudad.

Sin embargo, hubo pérdidas, siendo de notar, entre ellas, la del jefe del batallón de zuavos, el holandés Ignacio Wihls, muerto heroicamente al asalto de una barricada; empuñando la bandera del batallón y animando a sus zuavos con aquella frase que ha quedado histórica: “Los zuavos van donde va la bandera”, y entre los heridos estaba el comandante Marti. Una columna republicana mandada por Martí, conocido por el Xic de les Barraquetes, intentó socorrer a los defensores de Igualada, pero fuerzas carlistas destacadas le derrotaron en Odena y se vio obligado a replegarse.

Pronunciamiento de Freixa

Hubo un hecho que pudiera haber tenido mucha importancia; sin embargo, no tuvo la resonancia que se esperaba. El coronel de la guardia civil Cayetano Freixa había decidido pasarse a los carlistas, pronunciándose. El acto se había preparado por intervención del agente carlista Aillaud de Caseneuve. El 22 de julio a la una de la madrugada salió el coronel Freixa al frente de su tercio con el Tcol Prior, formando un conjunto de 200 infantes y 200 jinetes. Al llegar al pueblo de La Palma de Cervelló, el coronel Freixa expuso su intención de pasarse a los carlistas a los oficiales, de los que solo tres hicieron manifestaciones en contra, pero que se unieron a los demás en ruta hasta Corbera.

Al llegar a esta población, donde, según se creía, estarían los carlistas, y para lo cual había dado órdenes el Infante al coronel Baró, el coronel Freixa explicó a los guardias civiles el propósito que llevaba, recordándoles lo que venía sufriendo el Cuerpo y cómo se había asesinado a varios guardias en los sucesos de Alcoy. Los guardias en su mayoría contestaron aclamando a Carlos VII, pero los tres oficiales que ya en La Palma de Cervelló habían demostrado discrepancia, solicitaron que se les permitiera volver a Barcelona, pues ellos eran isabelinos. Por lo visto, los isabelinos y alfonsinos estaban mejor sirviendo a los republicanos que bajo la bandera carlista. En esto supieron que una fuerza se aproximaba, y como se decía que llevaba tocado rojo, Julio de Aillaud de Caseneuve fue a reconocerlos, averiguando que se trataba de los voluntarios de la República, del Xic de les Barrequetes, que llevaban barretina roja.

Mientras tanto, al no presentarse los carlistas, creaba inquietud, que fue aprovechada por los guardias civiles a la llegada de una fuerza de caballería republicana procedente de Barcelona, dispensándose los reunidos. De todos los allí presentes, solo el coronel Freixa, el comandante Camacho, 2 capitanes y 2 alféreces llegaron a presentarse ante el Infante. De todos los individuos de tropa, solo dos soldados de la guardia civil a caballo permanecieron con los carlistas.

Otro suceso de este mismo mes de julio fue el día 26, en que una fuerza republicana mandada por Moreno marchó sobre el santuario de Nuestra Señora de Hort, donde estaban los prisioneros que tenían los carlistas, y a pesar de haber intervenido para impedirlo el coronel Vila de Prat, los prisioneros que, procedentes de la acción de Alpens, estaban allí custodiados, fueron rescatados.

Sobre el 30 de julio, se supo que Savalls había llegado a Lloret de Mar. Arrastraba dos cañones de los que había tomado a Cabrinetty en la acción de Alpens. Savalls se alojó en la casa del notario Josep Antoni Rodés y situó los cañones en la puerta. En Lloret, Savalls recibió a dos señoras que le pidieron clemencia por sus respectivos maridos, a los cuales los carlistas habían condenado a muerte. Savalls concedió el perdón a los condenados y decretó que fueran liberados. El periodista que daba la información comentaba que, tratándose de Savalls, esta medida constituía una rareza.

Mientras tanto, la capitanía general de Cataluña era un desfile de generales republicanos. García Velarde había sido relevado por Patiño, después de los sucesos de Igualada, donde se le insultó y hasta amenazó por la turba indisciplinada que le gritó: ¡Que baile! Después cesó Patiño, quien fue reemplazado por Acosta, pero este, al cabo de los días, dejó el mando al brigadier Cañas.

Operaciones en agosto de 1873

Berga siempre había estado hostigada, y después de un ataque infructuoso el 29 de julio, el bloqueo se convirtió en un verdadero asedio y, para obtener el éxito, era conveniente e imprescindible que los republicanos no pudieran recibir refuerzos ni auxilios.

En el primer día de agosto, don Alfonso asaltó Caldes de Monbui y se preparó para volver a Berga. Precisamente, en esta fecha el Infante recibió una comunicación de Savalls en la que le informaba que se había recuperado de la enfermedad que tenía y que había recibido la visita de una comisión de ampurdaneses, los cuales le reclamaban que se pusiera al frente del levantamiento general que se preparaba en aquella comarca. Savalls pedía autorización para dirigirse al Ampurdán, pero don Alfonso consideró que la nueva conquista de Berga era prioritaria.

El asedio de Berga empezó el día 3 de agosto. Nuevamente, la lucha que se desarrolló no fue favorable a los carlistas. Se cerraba el paso de las columnas de socorro, pero la columna del coronel Casanova, ayudada con el refuerzo de la del brigadier Reyes, consiguió forzar el paso de Gironella, el 8 de agosto, y en consecuencia Berga queda liberada.

El día 6 se combatió en La Figuera y el 3 se atacó Caldas de Montbey. También los carlistas habían atacado Tortellá (Gerona), y cuando en socorro de los republicanos acudió una columna, entre Argelaguer y Tortellá, se libró un combate que permitió que pasasen los libertadores.

El 14 de agosto el Infante no había obtenido resultado en el ataque a Balsereny (Barcelona), en el que murió el comandante carlista Salcedo, pero el día 16, las columnas de Casanova y Reyes, mandadas por el general Cañas, capitán general de Cataluña, fueron completamente batidas por las fuerzas carlistas mandadas por Cayetano Freixas en la sangrienta acción de Caserras, en que los republicanos perdieron otro cañón.

Incendio de Tortellá (21 y 22 de agosto de 1873)

El 20 de agosto, don Carlos se encontraba en Ripoll; se trasladó a la Garrocha, por Vallfogona y collado de Cannes, aprovechando la noche, para llegar a Tortellá. Los voluntarios republicanos de Tortellá obstruían el paso fronterizo y mataban a los carlistas que allí encontraban. Alfonso, conociendo el problema, ordenó la ocupación del pueblo. Las tropas carlistas, provenientes de Ripoll, se presentaron en el lugar durante el atardecer del día 21. Enseguida rodearon a la población y empezó la lucha por las calles del pueblo. Ante la acometida de los carlistas, varias decenas de voluntarios y vecinos se encerraron en la iglesia del pueblo. Durante la noche continuaron los combates, pero fue al día siguiente cuando se cerró más el asedio a la iglesia, donde seguían resistiendo los defensores. Los carlistas conminaron a la rendición de sus defensores, pero estos la rechazaron. Ante esto, decidieron incendiar el pueblo, que ardió durante dos días.

Incendio de Tortellá (21 y 22 de agosto de 1873).

La noticia del incendio de Toretellá llegó a Olot y Ripoll. El alcalde y jefe de las milicias de Olot, Joan Deu, salió inmediatamente hacia el pueblo de la Alta Garrocha al frente de 300 voluntarios de la libertad. Durante el día 22, una columna del ejército gubernamental llegó a Tortellá. Los carlistas salieron del pueblo para atacar a un destacamento de voluntarios republicanos del alcalde de Olot. Entonces, el pueblo volvió a ser ocupado por una columna del ejército pedida por el coronel Juliá Udasta, que venía de Gerona con voluntarios republicanos de muchos pueblos y ciudades gerundenses (Gerona, Figueras, la Junquera, Vilabertran, Rosas, Vilajuiga, Avinyonet, etc.). Se juntaron a las fuerzas provenientes de Bañolas y Olot para atacar a los carlistas que todavía corrían cerca de Tortellá, dirigiendo la evacuación de los civiles e intentando apagar las llamas.

Sin embargo, los carlistas no habían dejado el asedio y continuaban disparando y reavivando de la manera que podían las llamas. Con esta situación, Udasta decidió salir del pueblo para reunirse con los voluntarios de Olot y todos ocupar Castellfollit, que era la puerta de Olot y de la montaña. Una vez que los soldados dejaron Tortellá, los carlistas volvieron a entrar y con ellos los voluntarios del pueblo que se encerraron de nuevo en la iglesia.

Acción de Argelaguer (24 de agosto de 1873)

Entonces los militares liberales improvisaron un cuartel general en Argelaguer, desde donde empezaron a avanzar en dirección a Castellfollit. En ese momento, la infantería carlista de la zona que se replegaba, ordenadamente, fue sobrepasada por una carga de caballería carlista. La vista de los jinetes cabalgando contra sus perseguidores les animó de modo que giraron para seguirlos. Los soldados, al ver lo que les venía encima, volvieron hacia Argelaguer.

Sin embargo, no pudieron evitar que la caballería entrara en contacto con su retaguardia cerca de la masía de Can Orts. En esta carga tomó parte el escritor Marian Vayreda, que explica en su libro autobiográfico Records de la última carlinada que la falta de un adiestramiento militar de los caballos evitó que los escuadrones carlistas capturaran a muchos hombres de la retaguardia enemiga. Al final, la columna liberal pudo retirarse, ordenadamente, hacia Besalú y dejaron Argelaguer a manos de los carlistas. Sin embargo, los carlistas abandonaron el asedio de Tortellá y se dirigieron hacia Santa Pau, por lo que Argelaguer fue recuperado por los voluntarios de Tortellá.

Operaciones en septiembre de 1873

Empezó el mes de septiembre con la buena noticia del restablecimiento de las líneas ferroviaria y telegráfica que unían Barcelona y Gerona. Pero la empresa ferroviaria todavía se mostraba reticente respecto al grado de seguridad existente, por lo que no puso en servicio todos los convoyes que exigía el servicio. El gobernador militar recomendó que se llevara a cabo el blindaje de todas las máquinas y de algunos vagones, lo que fue aceptado por la empresa y empezaron los trabajos, en Barcelona, para proteger el material ferroviario.

En la provincia de Tarragona estaba desarrollando una brillante campaña el brigadier Pámies, y junto con Vilallonga, Agramunt y Miret entra en Santa Coloma de Queralt, desarmando a los voluntarios de Tarragona. De mayor importancia fue la acción que el mismo Pámies libró en Albiol (Tarragona) el 4 de septiembre contra dos columnas, en una de las cuales iba el diputado Pedro Bové y el presidente de la Diputación de Tarragona, Estivill, y la otra mandada por el coronel Font y a las órdenes del delegado de la Diputación Sanahuja. Todas estas fuerzas eran de voluntarios de la República, de los alistados por la Diputación. La derrota fue completa, y en el campo de batalla quedó el cadáver del diputado provincial Sanahuja.

Los restos de ambas columnas pudieron refugiarse en La Selva del Campo, y allí hubieran tenido que entregarse si no hubiese llegado en su socorro una columna del ejército republicano mandada por Icazo. Más afortunado fue el brigadier Cañas, que obtuvo alguna ventaja en la acción de Puigreig, donde hubo combates el 22, 23 y 24 de septiembre.

Operaciones en octubre de 1873

El 2 de octubre, los carlistas consiguieron entrar en Valls (Tarragona), y después de luchar en las calles de la misma se replegaron, habiendo muerto en esta acción el comandante Gargallo. La Junquera (Gerona) también fue atacada, pero pudo ser socorrida. El día 13, el coronel Vallés entraba en los arrabales de Mora de Ebro.

Acción de Prades (19 de octubre de 1873)

Pero la acción más importante fue la de Prades el 19 de octubre, porque si bien fue un desastre republicano, costó a los carlistas uno de sus mejores jefes. La columna republicana del Tcol Maturana fue batida completamente por los carlistas mandados por el coronel Pámies. En medio del combate, Pámies recibió el refuerzo del Tcol Agramunt, que acudió con el BI-I de Tarragona. La acción terminó con la victoria carlista, pues el Tcol Maturana murió en el combate. Los prisioneros, 4 capitanes, 5 tenientes, un alférez y 160 soldados y clases pertenecientes al BIL-I de cazadores de Barcelona, fueron conducidos a la frontera de Francia y allí puestos en libertad; 500 fusiles “Berdan“, un cañón, municiones y el botiquín figuraban entre los trofeos adquiridos por los carlistas. Pero el coronel Pámles resultó gravemente herido, falleciendo de sus heridas, por lo que fue reemplazado por el coronel José Moore.

Hubo también combates en Castellfollit del Boix (Barcelona), y por incumplimiento de los compromisos adquiridos por la Compañía de Ferrocarriles con los carlistas, fueron incendiadas varias estaciones, entre ellas la de La Granada y San Sadurní de Noya.

Acción de Prades (19 de octubre de 1873). Mapa de la zona. Atlas topográfico de la narración militar de la Guerra Carlista de 1869 a 1876.

A finales de mes, el día 29, los defensores de Mora de Ebro pudieron recibir refuerzos y ahuyentar a los carlistas, que, sin embargo, habían conseguido ocupar Benisanet y Miravet. El comandante Cerdá tuvo un encuentro con la columna Delatre en Amacellas (Lérida).

La cuestión Savalls

Las discrepancias que habían comenzado entre el Infante y Savalls al entrar aquel en Cataluña, habían ido en aumento. El fusilamiento de los prisioneros de Berga causó, casi podía decirse, la ruptura total entre el Infante y el jefe carlista catalán. Este, muy poco disciplinado, un poco acostumbrado a hacer su voluntad, sin condiciones para subordinarse, amando más la guerra que la organización militar y sintiéndose, por lo tanto, más guerrillero que militar, no podía encajar en la manera de ser del Infante, ordenado, meticuloso, disciplinado jerárquicamente y siempre con gran seguidor a la ordenanza militar. Las cuestiones que se suscitaron entre ambos fueron llevadas más allá de lo normal por ambas partes, porque ninguno trató de acercarse al otro, y ninguno buscó reconciliación.

El Infante relevó a Savalls de su mando y este fue al Norte y volvió rehabilitado. El Infante entonces decidió marchar al Norte para entrevistarse con su hermano Carlos VII. En previsión de su ausencia, entregó la comandancia general del ejército real de Cataluña a Rafael Tristany. El 7 de octubre partieron los Infantes y con ellos el marqués de Laborde. Formaban la escolta el batallón de zuavos mandados por el comandante Giner y la escolta de caballería a las órdenes de Alberto de Borbón. Pasaron por San Jaime de Frontanyá y por Castellar de Nuch, y por fin cruzaron la frontera en condiciones especiales y pernoctaron, con escenas pintorescas en casa de los señores de Junoy, en territorio francés.

Castellar de Nuch (Barcelona) durante la Tercera Guerra Carlista

En Perpiñán esperan recibir la contestación a la carta que ha dirigido el Infante a don Carlos, por mediación del vizconde de Bagaes, su ayudante, y mientras tanto residieron en casa del conde de Lazerme. Por fin una carta de la reina Margarita daba la correspondiente autorización para pasar al cuartel real. De Perpiñán fueron a Burdeos, donde visitaron a la Reina, y de allí fueron a Biarritz, hospedándose en casa de madame de Laborde, y en fin, por Dancharinea entraron en España, y fueron a Estella y tuvieron el honor y la gloria de asistir a la Primera batalla de Montejurra. Conferenció el Infante con Carlos VII y este, que no quería prescindir de Savalls, porque lo consideraba leal y útil; y, por otra parte, no quería disgustar a su hermano, buscó una solución de compromiso, y quizás entonces le viene la idea de que don Alfonso le será más útil en el Centro, ya que su labor en Cataluña había sido buena, pero tenía su talón de Aquiles en la cuestión Savalls.

Operaciones en noviembre de 1873

En ausencia del Infante, había quedado en Cataluña como comandante militar Rafael Tristany, tipo muy militar, que si bien no llega a romper con Savalls, la indisciplina de este no dejaba de causarle quebraderos de cabeza.

Savalls hizo una nueva tentativa en noviembre para apoderarse de Puigcerdá. La obsesión de Savalls para entrar en Puigcerdá era porque creía que en el juzgado de aquella villa estaba un proceso de trabucaires en el que figuraba él y lo quería destruir. Según el mismo Plá, tal proceso se guardaba en Santa Coloma de Farnés, población simpatizante del carlismo y en la que se entraba y salía con facilidad y sin resistencia.

El 6 de noviembre Savalls tomaba, después de un violento combate al frente del BI-II Barcelona y del BI-I de Gerona, la muy liberal población de Cardedeu (Barcelona), y todavía batía a las fuerzas que, salidas de Granollers, iban en socorro de los defensores.

El día 13, se intentaba un golpe de mano para apoderarse de Bañolas (Gerona). El ataque fue anunciado con la música de la marcha real orquestada por la banda del general. Los asaltantes pertenecían a los cuatro batallones mandados directamente por Savalls, al BI-II de Barcelona y al que mandaba Vila de Prat. Los asaltantes colgaron escaleras en las fortificaciones y treparon por ellas, pero los defensores respondieron con un nutrido fuego de fusilería y lanzando granadas de mano. La lucha se prolongó durante la noche y el día siguiente, pero al llegar el día 15, los carlistas se retiraron a Santa Coloma de Farners, dejando pequeñas partidas en el sitio de Olot. Savalls hizo fusilar a seis prisioneros.

Olot era una ciudad eminentemente liberal y contaba con unas cuantas fábricas textiles y de adobo de pieles. Savalls conminó nuevamente al alcalde de Olot, Joan Deu, a la rendición. El alcalde era republicano hasta los tuétanos; no respondió al requerimiento de Savalls. Entonces, el ampurdanés ordenó el bombardeo de la ciudad y, junto con Auguet, avanzó sus posiciones ocupando las masías cercanas al río Fluviá. Por la noche, los cañones de los defensores continuaron relampagueando contra las posiciones carlistas. De madrugada, estos atacaron con todas sus fuerzas, pero fueron rechazados.

El 18 de noviembre, Francisco Tristany intentó un ataque sobre Berga que fracasó. El 22, Aymami, con el BI-I de Gerona, rindió el destacamento republicano de la estación de Sils, y el Tcol Puigvert, con el BI-III de Gerona, hizo lo mismo con los 60 voluntarios que guarnecían la estación de Empalme, y después de incendiarla, siguió con BI-III de Gerona y una compañía del BI-II a Tordera, cuya estación también fue quemada. Todos los prisioneros hechos por Puigvert y Aymami fueron puestos en libertad, habiéndose recogido unos 108 fusiles.

El brigadier republicano Salamanca, operando contra los carlistas, tuvo encuentros en Margalef (Tarragona) y en El Bruch (Barcelona). Pero los carlistas, ocupando Torredembarra, consiguieron cortar las comunicaciones directas entre Barcelona y Tarragona.

El 28 de noviembre, se presentó Auguet con el BI-I y BI-II de Gerona, y mientras el BI-III de esta provincia hostigaba preparando el asalto de Olot, las otras dos fuerzas quedaron en reserva, y cuando las columnas de Reyes y Casalis acudían en socorro de Bañolas, Auguet las derrotó completamente, por lo que los defensores, al conocer esta derrota republicana, se rindieron. Los carlistas pusieron en libertad a los prisioneros.

Operaciones en diciembre de 1873

Considerando que la ocasión había llegado, Savalls, con el BI-I de Gerona y BI-II de Barcelona, trató de apoderarse de Olot de nuevo, comenzando el 9 de diciembre el asedio. El alcalde republicano Deu, organizó la resistencia de tal forma, que habiendo conseguido rechazarlos de las posiciones que habían ocupado, Savalls abandonó su propósito.

Ese mismo día 9, Moore luchaba contra una columna republicana a la que obligaba a encerrarse en Rodoñá (Tarragona). El 13, era en Capellades (Barcelona) el lugar de un fuerte combate entre las fuerzas mandadas por Miret y la columna del brigadier Salamanca. Moore, el 18, derrotaba al enemigo que se refugiaba en Secuita (Tarragona) y después batía al enemigo en Castellvell (Tarragona). También Moore atacaba el 29 la población de Alforja y combatía después contra el brigadier Salamanca en Más de Barberáns.

Tampoco estaban sin actuar los carlistas de la provincia de Lérida. El coronel Agramunt obtenía excelentes resultados recorriendo Biosca, Suñé, Sudanell y Montoliú, casi a las puertas de Lérida, para pasar el Ebro y celebrar la fiesta de la Natividad en Roquetas (Tarragona). Los voluntarios de la República de Calella estaban defendiéndose, casi sin esperanzas de verse socorridos, cuando pudo llegar hasta ellos la columna mandada por Cañas, que obligó a los carlistas a retirarse.

El año 1873 en Cataluña. Fue un año de victorias, aunque había comenzado como año de penalidades. Sí, en Cataluña ya no se había conseguido lo ocurrido en el Norte, que la mayor parte de las provincias fuesen totalmente ocupadas por los carlistas; pero era debido a la extensión del territorio, que a la movilidad del enemigo. Muchos eran los pueblos que ya no estaban intervenidos por las autoridades dependientes de Madrid. Posteriormente, este dominio carlista se acentuaría en los años siguientes.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-12-21. Última modificacion 2025-12-21.
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