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Situación en México tras la muerte de Morelos
Tras la muerte de Morelos, los grupos insurgentes lucharon de manera aislada; aproximadamente 20.000 rebeldes continuaron en pie de lucha. Las fuerzas más disciplinadas de los insurgentes se encontraban distribuidas de la siguiente manera: Manuel Mier y Terán en Tehuacán, Guadalupe Victoria en Puente de Rey, José Francisco Osorno en Zacatlán y los llanos de Apan, cada uno de ellos contaba con unos 2.000 hombres; los hermanos Ignacio y Ramón López Rayón operaban con 700 hombres en el cerro del Cóporo; en el sur Nicolás Bravo, Julián de Ávila y Pablo Galeana mandaban unos 800 hombres; mientras que Vicente Guerrero en la Sierra Madre del Sur, Ramón Sesma en Silacayoapan y Juan del Carmen en la zona de la Mixteca baja contaban con 500; en el lago de Chapala persistían 800 hombres bajo los mandos de José Santana, Encarnación Rosas y del padre Marcos Castellanos; en Michoacán, Manuel Muñiz, Garza y Correa contaban con unos 4.000 hombres; el presbítero José Antonio Torres (homónimo del insurgente que había tomado Guadalajara en 1810 y muerto en 1811) tenía reclutados 800 hombres en El Bajío; Víctor Rosales operó en Zacatecas con 300 hombres.
Por añadidura, comenzaron a destacar Pedro Moreno, que se estableció en el cerro del Sombrero cerca de León; Patricio López en Santa Gertrudis; José Antonio Couto en las Cumbres de Maltrata; el doctor Ignacio Couto en el cerro Palmillas; Melchor Múzquiz en Monte Blanco; José María Villapinto en Boquilla de Piedras; y Pedro Ascencio junto con el cura José Manuel Izquierdo en el Cerro Goleta.
Durante esta etapa, el guerrillero español Francisco Javier Mina, de ideología liberal, organizó desde los Estados Unidos una expedición con 300 hombres para apoyar la lucha de los insurgentes, pues su objetivo personal era luchar contra el régimen absolutista de Fernando VII. Mina era un navarro que había luchado en su país y puesto en práctica la guerrilla en la región de los Pirineos en contra del absolutismo de la Corona española, huido a Francia y después a Inglaterra, donde conoció a Servando Teresa de Mier. Fue el fraile dominico quien lo entusiasmó respecto de la lucha por la emancipación de la Nueva España. Finalmente, viajó a los Estados Unidos, desde donde se había embarcado para combatir del lado de los insurgentes novohispanos, entrando al país por la costa de Tampico.
Mientras los efectivos insurgentes habían disminuido considerablemente, en ese estado de cosas, las fuerzas realistas superaban los 40.000 efectivos:
- En la capital, la división de México, el propio virrey Félix María Calleja contaba con 2.700 hombres.
- En Apan, el coronel Manuel de la Concha tenía 1.510.
- En Huejutla, el coronel Alejandro Álvarez de Güitán tenía 151.
- El Ejército del Sur del brigadier Ciriaco del Llano contaba con 6.699.
- La división de Veracruz del mariscal de campo José Dávila tenía 6.482.
- Para la defensa de convoyes, el coronel Francisco Hevia contaba con 978.
- En la Isla del Carmen el coronel Cosme de Urquiola tenía 339.
- La división de Acapulco del coronel José Gabriel de Armijo contaba con 2.651.
- En Toluca, el Tcol Nicolás Gutiérrez tenía 282.
- En Ixtlahuaca, el coronel Matías Martín y Aguirre tenía 787.
- En Tula, el coronel Cristóbal Ordóñez tenía 888.
- En Querétaro, el brigadier Ignacio García Rebollo tenía 991.
- El Ejército del Norte, mandado por el coronel José Castro, tenía 3.803.
- El Ejército de Reserva del mariscal de campo José de la Cruz contaba con 3.363.
- La división de las Provincias Internas de Oriente al mando del brigadier Joaquín Arredondo, tenía 3.987.
- La división de las Provincias Internas de Occidente al mando del mariscal de campo Bonavia, tenía 279.
- En la Antigua California, el capitán Argüello contaba con 109.
- En la Nueva California, el Tcol Pablo Sola tenía 3.605.
A esta fuerza, se debía agregar un número de realistas indeterminado que se encontraban en pueblos pequeños.
Junta de Jaujilla
La junta subalterna de gobierno formada por el general Manuel Muñiz, el abogado Ayala, Dionisio Rojas, José Pagola y Felipe Carvajal, se estableció en Taretan. En febrero de 1816, el general insurgente Juan Pablo Anaya, siguiendo el ejemplo de Mier y Terán, sorprendió a los miembros en la hacienda de Santa Efigenia, reduciéndolos a prisión. Este hecho indignó a los jefes insurgentes que se encontraban en la zona. El comandante José María Vargas arrestó a Anaya y a sus seguidores, pero antes de ser pasados por armas lograron escapar. Vargas formó una nueva junta gubernativa en Uruapán, siendo encabezada por él mismo en compañía de Remigio Yarza, Víctor Rosales, el presbítero José Antonio Torres, José María Izazaga, Manuel Amador y José de San Martín.
Juan Pablo Anaya se reunió con Ignacio López Rayón y lo convenció de no reconocer a esta junta. Vargas y San Martín viajaron para negociar con el antiguo presidente de la Junta de Zitácuaro. A pesar de que Rayón nunca reconoció a esta junta, se renombraron a sus integrantes. La Junta de Jaujilla, la cual se conoció con este nombre porque se instaló en el fuerte de Jaujilla, en las ciénagas de Zacapu, quedó conformada con Ignacio Ayala, Mariano Tercero, José Pagola, Mariano Sánchez Arriola, Pedro Villaseñor y José de San Martín; como secretario del despacho de guerra fue nombrado Francisco Lojero y como secretario de hacienda, Antonio Vallejo. Durante esta reorganización, el doctor José María Cos recobró su libertad, volvió con López Rayón, pero no permaneció en el Cóporo, optando por acogerse al indulto que Félix María Calleja había ofrecido a todos los rebeldes durante la captura de Morelos. Cos vivió en Pátzcuaro hasta 1819, fecha en la que falleció.
Últimas campañas realistas ordenadas por Calleja en 1816
En los llanos de Apan, de febrero a abril de 1816, el coronel realista Manuel de la Concha enfrentó a los insurgentes dirigidos por Francisco Osorno. A pesar de la victoria que este último obtuvo sobre su subalterno Juan Rafols el 18 de abril, tres días más tarde el propio de la Concha infligió una fuerte derrota a los rebeldes, quienes fueron perseguidos por Anastasio Bustamante. Osorno pudo escapar, pero muchos de sus subalternos se rindieron y se acogieron al indulto, incorporándose a las filas realistas.
En Huauchinango, el insurgente Mariano Guerrero se rindió ante el capitán Francisco de las Piedras, mientras que Alejandro Álvarez de Güitián venció a un pequeño grupo de insurgentes que se habían fortificado en Tlaxcalantongo. En Huichapan, el sargento mayor Casasola persiguió a los hermanos Rafael y José Manuel Villagrán, últimos familiares de Julián. Una vez vencidos, se acogieron al indulto. Manuel Mier y Terán dio órdenes de fortificar el cerro de Santa Gertrudis, dejando a cargo a Francisco Miranda, el lugar fue asediado sin éxito por Saturnino Samaniego pues a la defensa del sitio se unió Juan Mier y Terán.
En Pénjamo, Agustín de Iturbide logró dispersar a las fuerzas mandadas por el presbítero José Antonio Torres; enseguida, Pedro Monsalve continuó la persecución de los insurgentes llegando hasta Comanja, pero en ese lugar fue rechazado por Pedro Moreno. En el sur, el comandante Pío María Ruiz fue obligado a replegarse en Huetamo por Vicente Guerrero.
En julio de 1816, Manuel Mier y Terán realizó una malograda expedición a Coatzacoalcos con la finalidad de ser abastecido de 4.000 fusiles por el aventurero estadounidense William Davis Morrison. El 1 de septiembre, fue sorprendido en Playa Vicente por el comandante realista Pedro Garrido y, aunque Mier y Terán pudo retirarse, Morrison cayó preso y más tarde fue fusilado. En su ruta de retirada, la expedición insurgente fue nuevamente atacada el 10 de septiembre en Tlacotalpan por el comandante Juan Bautista Topete. Mier y Terán logró la victoria, logrando escapar a Tehuacán, lugar al que llegó el día 22 del mismo mes.
Pocos días antes, Juan Mier y Terán había sido derrotado por el comandante realista Antonio Núñez Castro en Coxcatlán. Los sobrevivientes de este grupo de insurgentes pudieron reunirse con las fuerzas de Patricio López en la sierra de Oaxaca. Durante el mes de agosto, Manuel de la Concha ordenó a Anastasio Bustamante realizar una campaña de persecución en los Llanos de Apan, la cual fue un éxito, pues obligó a Francisco Osorno a abandonar la zona, restableciendo la seguridad de los caminos para los convoyes realistas. Osorno huyó a Tehuacán para reunirse con las fuerzas de Mier y Terán.

Juan Ruiz de Apodaca, nuevo virrey de Nueva España
Llegada de Ruiz de Apodaca a México
En los primeros días de septiembre, el teniente general Juan Ruiz de Apodaca desembarcó en Veracruz para sustituir a Félix María Calleja como virrey de Nueva España. Su caravana fue atacada en Perote por el insurgente Antonio Vázquez Aldana, pero gracias a la intervención oportuna del coronel Márquez Donayo, Apodaca logró llegar a Ciudad de México el día 20 de septiembre. Un mes más tarde, Calleja se dirigió a Veracruz escoltado por Márquez Donayo. A su regreso a España, Fernando VII le otorgó el título de conde de Calderón como premio a su desempeño. Años más tarde, sería nombrado jefe de un ejército destinado a la reconquista de Nueva España, pero el propósito de ese ejército nunca se llevó a cabo. Vivió sus últimos años como capitán general en Valencia.
La política del nuevo virrey Apodaca fue más indulgente, prohibió el fusilamiento de prisioneros insurgentes con el objeto de lograr la pacificación por medios más humanitarios y promovió aún más los indultos.
El 7 de noviembre, se lograron aún tres victorias realistas: José Morán pudo dispersar un avance de las fuerzas insurgentes comandadas por Francisco Osorno y Mier y Terán en las inmediaciones de San Andrés Chalchicomula; varios subalternos se acogieron al indulto.
Cerca de Actalán, Vicente Guerrero sufrió una derrota en contra de Saturnino Samaniego durante la batalla de la Cañada de Los Naranjos, sucedida el 7 de noviembre de 1816, en el combate del paso de la Cañada de Los Naranjos, cerca de la localidad de Acatlán de Osorio, Puebla. Unos 480 insurgentes mandados por Vicente Guerrero fueron derrotados y desalojados de las alturas por las fuerzas realistas de los comandantes Saturnino Samaniego y Antonio Flon cuando estos se dirigían por la ruta de Huajuapan a Izúcar con 120 infantes de Guajanato y 40 jinetes de Huajuapan. Los insurgentes sufrieron 60 muertos y los realistas 4 muertos.
Ese mismo día, Manuel Mier y Terán fue derrotado en las Lomas de Santa María, en Michoacán
Melchor Múzquiz fue vencido y capturado en el fuerte del Monte Blanco por el coronel Márquez Donayo. Hacia finales del mismo mes, Carlos María Llorente realizó una campaña en Túxpam y Huauchinango, extinguiendo las aduanas que había establecido Guadalupe Victoria; en este regimiento realista comenzó a destacar Antonio López de Santa Anna. Desde La Antigua, el Tcol José Rincón incursionó a Boquilla de Piedras, capturando el pequeño puerto que era un punto de comunicación para acopio de armas de los insurgentes. Durante la defensa del lugar murió el insurgente José María Villapinto.
Capitulaciones e indultos
A finales de noviembre de 1816, José María Vargas, quien había formado la Junta Gubernativa de Uruapan, se acogió al indulto, entregando el fuerte de Carrizalillo al Tcol Luis Quintar. Pocos días después, Fermín Urtiz hizo lo mismo con la fortificación de San Miguel Curistarán. En diciembre, Antonio Linares sostuvo escaramuzas con Ignacio López Rayón y Juan Pablo Anaya en Pátzcuaro; cuatro meses antes, la isla de Janitzio había sido ocupada por un destacamento realista al mando de Agustín Aguirre. El 7 de noviembre, las fuerzas insurgentes de Rafael López Rayón fueron destrozadas en Tancítaro por Pedro Celestino Negrete.
Durante cuatro años, un grupo de insurgentes, bajo los mandos de José Santana, Encarnación Rosas y del cura Marcos Castellanos, resistieron en la isla de Mezcala del lago de Chapala el constante asedio ordenado por José de la Cruz. Desde 1812, varios realistas como Pedro C. Negrete, Rosendo Porlier, Ángel Linares, José Navarro, José Antonio Serrato, José María Narváez, Manuel Pastor o Marcelino Croquer fracasaron en el intento de tomar este reducto. Los rebeldes incursionaban furtivamente durante las noches hacia las costas del lago, obteniendo víveres y armamento que era enviado por José María Vargas, llegando a atacar poblaciones como Ocotlán.
Durante sus correrías secuestraron la falúa Fernando en su trono, convirtiéndose este suceso en una afrenta para los sitiadores. Cuando la balanza de los triunfos comenzó a inclinarse a favor de los realistas, de la Cruz mandó talar las costas del lago y dispuso 8.000 hombres para fortalecer el bloqueo a la isla. Fue hasta el 25 de noviembre de 1816, cuando se negoció la capitulación e indulto. No se sabe de la suerte de Encarnación Rosas, aunque probablemente murió durante algún asalto; a José Santana se le designó la gobernación de la misma isla y murió en 1852; el cura Marcos Castellanos regresó a Ajijic, en donde murió en 1826. En el momento de la capitulación, las fuerzas insurgentes contaban con 800 hombres y 17 cañones.
Matías Martín de Aguirre y Pío María Ruiz incrementaron la campaña contra el cerro del Cóporo, ordenando quemar todas las sementeras a la redonda, al igual que los pueblos de Púcuaro, Santa Catarina Ocurio y Encarnación. Sin recibir auxilio alguno durante dos meses, Ramón López Rayón convocó a una junta con sus subalternos. Después de discutirlo, presentaron su capitulación y aceptación al indulto el 2 de enero de 1817. Cinco días más tarde, los realistas tomaron posesión del lugar en donde encontraron 30 piezas de artillería, 350 soldados y más de 1.000 civiles que se habían refugiado bajo el amparo de los insurgentes.
Una triple ofensiva realista organizada desde Teotitlán por el coronel Manuel de Obeso, desde la Mixteca por los comandantes Félix de la Madrid y Saturnino Samaniego, así como desde Puebla por el coronel Francisco Hevia, se dirigió hacia Tepexi de la Seda, Tehuacán y Cerro Colorado para atacar a los hermanos Juan y Joaquín Mier y Terán, así como a Francisco Osorno. Después de 19 días de combate en diversos frentes, el 21 de enero de 1817, Manuel Mier y Terán capituló y se acogió al indulto ante el capitán Bracho. De igual forma Francisco Osorno se rindió ante el mayor Juan Ráfols el 11 de febrero en San Andrés Chalchicomula. Casi al mismo tiempo el insurgente Manuel Pérez fue hecho prisionero al abandonar el fuerte de Santa Gertrudis, Ramón Sesma capituló el fuerte de San Esteban y el brigadier realista Melchor Álvarez venció a los insurgentes Miguel Martínez y José María Sánchez en Silacoayapan.
El 8 de marzo, Carlos María de Bustamante se indultó en Veracruz y fue sometido a prisión en San Juan de Ulúa durante algún tiempo. Entre el 4 y el 10 de marzo, el coronel Ordóñez tomó en Guanajuato la meseta conocida como Mesa de los Caballos, la cual era defendida por el cura Carmona y Encarnación Ortiz. El 20 de mayo, en el rancho de la Campana, cerca de Tacámbaro, fuerzas realistas de Miguel Barragán sorprendieron a un grupo insurgente; durante este combate murió Víctor Rosales. Irónicamente, la operación fue guiada por el ex insurgente y vocal de la Junta de Jaujilla, Manuel Muñiz, quien se había indultado pocos días antes.
Por otra parte, Vicente Guerrero fue sitiado por las fuerzas de Gabriel Armijo en Xonacatlán durante 30 días, pudo romper el sitio, pero durante la acción murió Juan del Carmen. Guerrero se marchó a Veracruz para conseguir armas con Guadalupe Victoria, quien había sido forzado a dejar Nautla y retroceder a Misantla. El presbítero José Antonio Torres pudo fortalecerse en el cerro de San Gregorio, cerca de Pénjamo, realizando sus operaciones militares coordinadas con Pedro Moreno, que se resguardó en el cerro del Sombrero en la serranía de Comanja.
El 9 de febrero, Ignacio López Rayón, quien no había reconocido la autoridad de la Junta de Jaujilla, fue arrestado por Nicolás Bravo; el antiguo presidente de la Junta de Zitácuaro fue trasladado a Patambo. Esta era la situación en Nueva España al final del primer tercio de 1817.
Expedición de Francisco Javier Mina
Preparación de la Expedición
Francisco Javier Mina Larrea era conocido por su tío Francisco Espoz y Mina el famoso guerrillero de la Guerra de la Independencia Española. Era un estudiante en Zaragoza durante la invasión francesa a España. Empuñó las armas como voluntario del Ejército de la Derecha y Centro en su lugar de nacimiento. Luchando contra los invasores fue hecho prisionero y trasladado a Francia en 1810. Al regresar a su patria, en 1814, quedó consternado con la determinación de Fernando VII de abolir la Constitución de Cádiz y de las órdenes de aprehensión que se habían girado en contra de los políticos y pensadores de ideología liberal. Manuel de Lardizábal y Uribe le ofreció un puesto de mando en Nueva España para luchar contra los insurgentes, pero lo rechazó indignado pensando que la causa de los americanos era la misma que la de los españoles europeos. Se unió a su tío Francisco Espoz y Mina para luchar a favor de la restauración de la Constitución, pero al fracasar tuvo que exiliarse en Londres, huyendo por Francia.
Pasó algún tiempo en Bayona y desde allí embarcó para Londres, Inglaterra, donde conoció a fray Servando Teresa de Mier, sacerdote mexicano, quien escribía sobre la Guerra de Independencia de México, y planeó formar una expedición para ayudar a los insurgentes de la Nueva España, invitando a Mina y a otros a dirigirse con él a Nueva España.
Algunos lores británicos liberales posibilitaron la reunión de algo más de 20 oficiales españoles, italianos e ingleses, embarcándose el 15 de mayo de 1816 en Liverpool rumbo a los Estados Unidos. El 30 de junio llegan a Norfolk, Virginia, donde tuvo enormes dificultades para sacar adelante su empresa. Mina se reunió con un grupo de agentes hispanoamericanos para organizar la expedición. Manuel Torres, Miguel Santa María y José Rafael Revenga ayudaron a obtener el financiamiento de un grupo de comerciantes de Baltimore, mientras que Pedro Gual actuó como su agente de prensa. En septiembre, Mina navegó en dos barcos a la isla de Galveston.
Finalmente, pudo armar 3 barcos (Cleopatra, Neptuno y Congreso mexicano) y una fuerza de 250 hombres al mando del corsario francés Louis-Michel Aury. La expedición zarpó el 27 de septiembre de Baltimore hacia Puerto Príncipe (Haití); el general Alexandro Petion, quien anteriormente había protegido a importantes líderes insurgentes, como Simón Bolívar, les dio su apoyo.
En la isla de Haití, la expedición sufrió la deserción de aventureros angloamericanos y, una vez que se rehicieron a la mar el 23 de octubre, su siguiente paso fue desembarcar en el puerto de Galveston (Texas) con la intención de reunirse con el comodoro Luis d’Aury, quien dominaba los litorales de la región, a donde arribó el 24 de noviembre de 1816.
El puerto de Galveston fue el lugar donde empezaron a conjuntarse las fuerzas que integrarían la expedición de Mina, entre ellas las que estaban bajo el mando del insurgente Henry Perry, las cuales se habían establecido algunos meses antes en Texas. Entre los reclutas, se encontraba Juan Davis Bradburn, quien además había ayudado al contingente de Juan Nepomuceno Almonte a llegar a Nueva Orleans. Con la llegada de Mina a la isla de Galveston, pronto se estableció un campamento y se inició la construcción de un fuerte, así como la distribución del armamento, ropa y uniformes.
Mina había llegado a la isla con un navío y un bergantín, los cuales, al no poder fondear en el puerto, se trasladaron a Nueva Orleans. La compañía militar, que estaba integrada por extranjeros, se denominó Guardia de Honor del Congreso Mexicano, al mando de la cual quedó el coronel Guilford Dudley Young, quien había nacido en Connecticut. El coronel estuvo de acuerdo en que la insurgencia reuniera de manera gradual a las unidades militares extranjeras con las nacionales, mientras aprendían el idioma español.
A principios de enero de 1817, Mina aceptó la invitación de uno de sus agentes para hacer un viaje a Nueva Orleans con el objetivo de analizar una posible ofensiva a Pensacola, y aprovechó el viaje para adquirir dos buques: el Cleopatra y el Neptuno. En Galveston, Aury tuvo la intención de cambiar su base a Matagorda, por la problemática entrada y salida de los barcos en el puerto, pero el coronel Perry, junto con sus 80 angloamericanos, se opuso a la medida, lo que molestó a Aury, y permaneció leal a Mina, por lo que la tensión entre ambos jefes llegó a su clímax cuando el corsario francés quiso reprender a Perry, quien ya tenía el apoyo de la mayor parte de la tropa. Se reconciliaron cuando Aury reconoció como general a Mina; ambos jefes se integraron a las filas del comandante español, cuyas fuerzas quedaron bajo las órdenes de Montilla, quien era el jefe de su Estado Mayor. Dentro de la organización militar, se encontraba el RI de la Unión, cuyo uniforme era similar al del RI-14 británico. Uno de los hombres reclutados en este cuerpo fue John Davis Bradburn.
La base militar de la expedición de Mina finalmente cambió de sede, al ubicarse, como lo había pensado Aury, en Matagorda, para lo que fue necesario quemar el puerto de Galveston. Al regreso de su viaje el 16 de febrero de 1817, Mina realizó los últimos preparativos de su expedición hacia México. La Corona española se mantuvo al tanto de lo que ocurría con esta amenaza y dio órdenes para organizar las tropas necesarias para combatirla. La expedición zarpó de Galveston el 6 de abril, con la escuadrilla compuesta por el buque insignia Cleopatra, donde se encontraba Mina, su Estado Mayor, la Guardia de Honor y el RI-1; el Neptuno; dos bergantines que habían sido aprehendidos por Aury, en los cuales se encontraba a bordo el RI de Perry; una goleta armada, con el comodoro Aury al mando, y la compañía de artillería y caballería a cargo del coronel Ruuth; así como la goleta Elena Tooker.
El 15 de abril de 1817, la flotilla de Javier Mina no tuvo problemas para desembarcar en la barra de Soto la Marina, Tamaulipas, en la desembocadura del río Santander, población que tomó al estar abandonada. Los ejércitos realistas que se encontraban en las cercanías ignoraban la llegada del navarro, aunque días después, enterado de este desembarco el virrey Apodaca, los barcos insurgentes fueron atacados por una flotilla española compuesta por la fragata Sabina y las goletas Proserpina y Belona; los barcos Cleopatra y el Neptuno, pertenecientes a los voluntarios extranjeros, quedaron inutilizados, el segundo de ellos como consecuencia de la persecución y el mal tiempo. Entre los jefes y oficiales más importantes que integraban las fuerzas militares insurgentes que iniciaron su camino tierra adentro, se encontraban Adrián Woll, Juan Arago, Manuel Costilla, Lorenzo Goñi, Juan Ramsey, Carlos Bork y Juan Davis Bradburn. El número y la estructura de los cuerpos, así como sus comandantes más importantes, que eran en total 308 efectivos:
- Guardia de Honor bajo el mando del Coronel Young con 31 hombres.
- Caballería (húsares y dragones) del mayor Maylefeler integrada por 134 hombres.
- El RI de la Unión a cargo del mayor Stiling
- RI-1 del capitán Traviso compuesta por 64 hombres.
- Artillería: 5 hombres; los criados armados, 12 hombres; y los ordenanzas con 5 hombres.
Después de establecerse en Soto la Marina, la expedición de Mina inició la construcción de fuertes para la defensa ante un posible ataque realista. Después del desembarco, las condiciones del ejército insurgente se vieron cada vez más complicadas porque sus víveres ya no eran suficientes; su flota, después de haber sido atacada, se vio en la necesidad de abandonar las costas, y fue así como perdió una de sus fuentes de abastecimiento. El 24 de mayo de 1817, Mina decidió retirarse rumbo al centro del país, disposición que no fue aceptada por Henry Perry.

Perry, al saber que su jefe inmediato, el coronel Young, se encontraba fuera del campamento, aprovechó la oportunidad para convencer a la tropa de regresar a Matagorda, Texas. Al llegar a aquella localidad, durante un intento por tomar un punto fortificado por los realistas, él y la mayoría de sus hombres perdieron la vida. Algunos de los miembros de su destacamento, como Juan Davis Bradburn, tomaron la decisión de permanecer en el ejército de Mina y seguir bajo las órdenes del mayor Stirling, quien sustituyó a Perry al frente del RI de la Unión. Mientras tanto, el ejército realista se mantuvo al acecho de la expedición libertaria, la cual emprendió su viaje, a principios de junio, rumbo al valle del Maíz, San Luis Potosí, una ciudad que contaba con un importante comercio en la región y con buen número de pobladores. Los cuerpos militares llegaron a establecerse en las cercanías de la ciudad en espera de la expedición de Mina; la batalla fue inevitable y terminó con una victoria total de los insurgentes, entre los que combatió el Tcol Juan Davis.
Batalla en la hacienda de Peotillos (14 de junio de 1817)
Mina salió de su campamento el 24 de mayo con 300 hombres, apoderándose de 700 caballos en la hacienda del Cojo, y dejó la plaza al mando del Tcol catalán José Sardá. Posteriormente, se internó en la sierra de Tanchipa, pasando el 5 de junio por Horcasitas, El Abra, y Baltazar (actual Antiguo Morelos), donde durmieron, para inmediatamente internarse en el estado de San Luis Potosí.
El 6 de junio, tomó el valle del Maíz; el 14 de junio llegó a la hacienda de Peotillos, en el actual estado de San Luis Potosí, donde preparó su siguiente batalla porque sabía que el enemigo bajo el mando del coronel Benito Armiñán se encontraba muy cerca y con un número de elementos superior: 600 de infantería, 1.100 de caballería y los expedicionarios, mientras que el navarro solo contaba con 172.
Para ello, formó un cuerpo que iría en la vanguardia; en él se encontraban algunos integrantes del RI de la Unión, los cuales se batieron con denuedo ante el adversario. Entre las líneas de batalla se encontraban la Guardia de Honor y el RI de la Unión bajo el mando del coronel Young. El liderazgo de Mina y la valentía de sus hombres lograron una gran victoria sobre un ejército mucho mayor en número. Al terminar la refriega, Mina manifestó su preocupación por los heridos, entre los que figuraba Davis Bradburn, quien resultó gravemente herido del cuello. De acuerdo con lo declarado por William Davis Robinson, uno de los testigos y miembro de la expedición de Mina, los heridos fueron trasladados por las tropas realistas a San Luis Potosí, pero es de suponer que en el caso de Davis no fuera así, porque poco tiempo después estuvo presente en la batalla del Sombrero, ubicado a 20 kilómetros de León, Guanajuato, prueba fiel de su arrojo y valentía al enfrentar al enemigo a pesar de no estar en las mejores condiciones.

Batalla de Los Arrastraderos (28 de junio de 1817)
El 19 de junio, llegaron a Real de Pinos; el 22 de junio, Mina tuvo la oportunidad de entrevistarse con Pedro Moreno, uno de los líderes insurgentes de la región del Bajío, quien se había establecido en el cerro del Sombrero con un considerable contingente militar. El 24 de junio, entró en el fuerte del Sombrero (a unos 12 km de la ciudad de Lagos de Moreno, Jalisco, y a 20 km de la ciudad de León, Guanajuato). Ambos jefes decidieron llevar a cabo acciones conjuntas de defensa, ya que las autoridades virreinales ordenaron perseguir, hasta sus últimas consecuencias, a los insurrectos, ante el temor de que la ciudad de Querétaro fuera tomada. En esos momentos, las noticias sobre las victorias de las tropas de Mina en contra del ejército realista ya habían llegado a la Junta insurgente establecida en Jaujilla, Michoacán.
Mientras tanto, en Soto la Marina, los soldados que dejó fueron derrotados, siendo aprehendido, entre otros, el cura Mier (fray Servando).
El 28 de junio, en un punto conocido como Los Arrastraderos (o Arrastres) en la actual localidad de San Juan de los Llanos, Guanajuato. Los insurgentes mandados por Javier Mina derrotaron a las fuerzas realistas comandadas por el coronel Cristóbal Ordóñez, que murió en el campo de batalla.
Batalla del cerro del Sombrero
El cerro del Sombrero se encuentra en un accidentado paisaje natural guardado por desfiladeros y barrancos; se construyó el fuerte del Sombrero, escenario donde la expedición de Mina sufrió una dolorosa derrota en agosto de 1817. Los realistas, bajo el mando del mariscal de campo Pascual Liñán con un poderoso ejército (unos 2.500 efectivos y 14 piezas de artillería), gradualmente fueron sitiando el fuerte. Su estrategia consistía en dividir sus fuerzas en cuatro agrupaciones: tres para sitiar el fuerte y otra, con mil hombres al mando de Juan Rafols, que correría entre León, Silao y Guanajuato para vigilar y neutralizar los movimientos del padre Torres y evitar cualquier tipo de auxilio al fuerte.
Mina, por su parte, al darse cuenta de la situación, tuvo que retirarse del lugar sin ser visto, para obtener ayuda; al mando de sus fuerzas quedó el coronel Young, quien se encargó de iniciar un diálogo con el enemigo para llegar a un acuerdo y firmar la capitulación, pero los insurgentes clamaban lo contrario: la defensa de la fortaleza a costa de sus vidas.
Por lo tanto, el comandante angloamericano decidió dirigir la defensa del fuerte con bizarría. Al principio, Young evitó que el sitio fuera tomado y logró que los españoles sufrieran numerosas pérdidas humanas, pero esto no impidió un nuevo asalto en el que una bala de cañón le arrebató la vida. Su lugar fue ocupado por el Tcol Juan Davis Bradburn, quien, a partir de ese momento, sería el comandante de las fuerzas norteamericanas de Mina que se encontraban establecidas en el fuerte.
El experimentado Tcol pronto se vio en la necesidad de tomar decisiones fundamentales; el 19 de agosto, en medio de un escenario de muerte y desolación, organizó la retirada de sus hombres, pero fueron sorprendidos por una segunda ofensiva realista. En el momento en que intentaron bajar por una barranca, hombres, mujeres y niños padecieron un terrible miedo ante la embestida del enemigo. Algunos sobrevivientes que intentaron escapar, fueron pasados por las armas, y algunos otros, como Juan Davis y Pedro Moreno, tuvieron la oportunidad de regresar al fuerte con la esperanza de reorganizar la defensa, pero, al no existir las condiciones propicias, tomaron la decisión de destruir lo que podría ser útil al ejército español.

Batalla en el fuerte de Los Remedios, en el cerro de San Gregorio
Una vez que salieron de la zona de peligro, Moreno y Davis volvieron a integrarse a las tropas de Mina, las cuales se encontraban establecidas en el fuerte de los Remedios, único lugar donde las fuerzas insurgentes del Bajío tenían numerosos hombres, quienes muy pronto serían asediados por las tropas realistas, las cuales poco a poco tomaron importantes posiciones en la región. Fue por esa razón que Mina tomó la determinación de iniciar una estrategia para despejar el sitio de la fortaleza ocupada por sus tropas bajo el mando del Padre José Antonio Torres.
Mina organizó a un pequeño grupo de hombres en el fuerte de Los Remedios y salió de allí para continuar su campaña por El Bajío. El 3 de septiembre, realizó la toma de la hacienda del Bizcocho en San Diego de la Unión; después se dirigió a San Luis de la Paz y el valle de Santiago para seguir aumentando el número de su ejército. Fue perseguido nuevamente por Anastasio Bustamante, a quien tuvo que hacer frente en la hacienda de La Caja.
Mientras tanto, Pascual Liñán, con una fuerza de 6.000 hombres, comenzó el sitio del fuerte de Los Remedios, el cual fue defendido por José Antonio Torres al mando de 1.500 hombres. Mina solicitó ayuda a la Junta de Jaujilla y presentó un plan para ayudar a escapar a los hombres de Torres que se encontraban sitiados; la estratagema consistía en atacar la ciudad de Guanajuato para así distraer la atención del ejército de Liñán. Sin embargo, el 27 de octubre, los hombres de Mina fueron atacados por el regimiento del Tcol José María Nova en la hacienda del Venadito. Durante el combate murió Pedro Moreno, Mina fue capturado y puesto a disposición del coronel Orratia, quien al día siguiente entró en Silao con Mina prisionero y la cabeza del coronel Moreno clavada en una lanza. El virrey Apodaca fue premiado con el título de conde de Venadito por esta acción.
Por órdenes de Pascual Liñán, el 11 de noviembre de 1817, Javier Mina, que tenía 28 años, fue fusilado por la espalda por soldados del BI de Zaragoza en el cerro del Bellaco o cerro Borrego, cerca de Pénjamo, a la vista de los defensores del fuerte de Los Remedios. Sus restos descansan en la Columna de la Independencia en la Ciudad de México.
Los realistas desempeñaron una vigorosa ofensiva que provocó considerables bajas en las tropas insurgentes; la población civil que se hallaba refugiada en la fortaleza vivió momentos aterradores cuando, al abandonar el fuerte, recibió una lluvia de metralla que provocó muertos y heridos, entre ellos mujeres y niños. Entre los militares que resultaron heridos durante la contienda, se encontraba el Tcol Juan Davis Bradburn, quien, a pesar de la terrible ofensiva española, pudo salir con vida el 1 de enero de 1818. Los enfermos y heridos que no lograron escapar fueron impunemente fusilados por las armas realistas; entre ellos se encontraban algunos de los expedicionarios angloamericanos, como Crocker y el doctor Hennessey. El sitio a la fortaleza de Los Remedios duró cuatro largos meses, a pesar de los intentos de apoyo a las fuerzas insurgentes que realizó la Junta de Jaujilla. La victoria española prácticamente dejó bajo su control la región del Bajío. La mayoría de los líderes insurgentes en aquella región se vieron reducidos a seguir aislados en la lucha, con pocos hombres y armamento, así como perseguidos continuamente por las partidas españolas.
Juan Davis logró huir y estableció contacto con el ejército de Vicente Guerrero. Tal parece que su propósito tuvo éxito, ya que, de acuerdo con su expediente militar, Bradburn obtuvo el grado de Tcol el 3 de octubre de 1819 bajo las órdenes de Guerrero, grado que ostentó durante algo más de tres años. A partir de que Davis formó parte de las filas del Ejército del Sur, inició un momento muy importante en su vida, puesto que empezó a relacionarse con los personajes políticos y militares más importantes de los últimos años de la guerra: estuvo al lado de Guerrero y, pocos meses después, con Agustín de Iturbide, comandante del Ejército Realista del Sur, quien, al tomar su cargo, cambió radicalmente sus planes e intentó dialogar con los insurgentes para convencerlos de una posible alianza que alcanzara un mismo objetivo: la independencia de México.
Situación en otras zonas de México durante 1817
Los jefes insurgentes siguieron operando de forma independiente. En Orizaba, Ignacio Couto fue rechazado por el coronel José Ruiz durante los primeros meses de 1817; su grupo de 75 hombres fue obligado a replegarse a Palmillas, en donde fue sitiado durante todo el mes de julio por el coronel Santa Marina. Los insurgentes intentaron escapar, pero fueron capturados y fusilados en Huatusco y Orizaba. Couto fue llevado a Puebla para ser ejecutado, pero logró evadir la prisión con la ayuda de José Manuel de Herrera; sin embargo, no regresó a las armas debido a que a él, y a su hermano José Antonio, se les concedió el indulto meses más tarde.
Las guerrillas de Nautla, mandadas por Serafín Olarte, fueron derrotadas por completo por Carlos María Llorente. Al caer estas posiciones, Guadalupe Victoria, en lugar de indultarse, prefirió refugiarse en la zona de Jamapa y no volvería a aparecer en escena hasta 1821.
Durante mayo y junio, Benedicto López pudo rechazar en Maravatío los asedios del mayor Pío María Ruiz, mientras que Nicolás Bravo reconstruyó la fortaleza del cerro del Cóporo, logrando derrotar el 1 de septiembre al coronel Ignacio Mora en la batalla del Cerro de Cóporo. La fortaleza fue sitiada en noviembre por el comandante Márquez Donayo; Bendicto López intentó romper la línea sitiadora para llevar alimentos y pertrechos, pero el 29 de noviembre fue liquidado por los realistas. Ramón López Rayón, que ya se encontraba indultado, indicó a Márquez Donayo los sitios vulnerables de la fortificación, de tal suerte que el lugar fue tomado el 1 de diciembre, aunque Bravo logró escapar.
Vicente Guerrero se fortaleció en Poliutla y Ajuchitlán, logrando rechazar los ataques de Gabriel de Armijo. En la costa del Pacífico, los insurgentes Isidoro Montes de Oca y Francisco Mongoy hicieron lo mismo con las fuerzas realistas mandadas por José Joaquín de Herrera y José Aguilera. En cambio, el 17 de octubre, el padre José Manuel Izquierdo y Pablo Ocampo sucumbieron ante los ataques de los coroneles Marrón y Manuel Gómez Pedraza en Alahuistlán; solamente Ocampo logró escapar. El 10 de diciembre, en las cercanías de Huetamo, un grupo de realistas dirigidos por el ex insurgente José Antonio de la Cueva y por el cura José Felipe Salazar se disfrazaron de insurgentes para así capturar a José Sixto Verduzco, y al día siguiente a Ignacio López Rayón. Nicolás Bravo intentó realizar el rescate, pero de igual forma fue capturado por los hombres de Gabriel de Armijo el 22 de diciembre en el rancho de los Dolores en la Sierra Sur.
Resistencia de Guerrero
Vicente Ramón Guerrero Saldaña (1782-1831) se unió a las tropas de José María Morelos en El Veladero desde 1811. Por eso estuvo supeditado a la Junta de Zitácuaro y al Congreso de Chilpancingo, juró la Constitución de Apatizingán, reconoció la autoridad de la Junta de Jaujilla y las que posteriormente se formaron en la ranchería de Zárate y en la hacienda de las Balsas, reconociendo de esta forma la legalidad y continuidad insurgente. Hasta 1814 su papel fue secundario, pero después de las derrotas de Valladolid y Puruarán fue comisionado por Morelos para mantener la revolución en el sur, zona cuya geografía conocía muy bien por sus actividades como arriero y comerciante anteriores al estallido de la lucha armada.
En 1816, rechazó el indulto ofrecido por el virrey Apodaca y prefirió mantenerse en pie de lucha. Participó en un sinnúmero de acciones militares, a veces favorables y a veces desfavorables, las cuales tuvieron lugar en La Mixteca, en la Costa Chica, en la Costa Grande, a lo largo de la zona del río Mezcala y en Tierra Caliente. Sus perseguidores más importantes fueron los comandantes realistas Félix de la Madrid y Gabriel de Armijo.

Sitio al fuerte de Jaujilla
Desde el 15 de diciembre de 1817, el coronel Matías Martín de Aguirre y el coronel José Barradas iniciaron con una fuerza de 1.000 hombres el sitio al fuerte de Jaujilla, donde la defensa estuvo a cargo del coronel insurgente Antonio López de Lara y de los capitanes Christie y Devers. Los vocales de la Junta de Jaujilla, Antonio Cumplido, Ignacio Ayala, el canónigo José de San Martín, así como los secretarios Francisco Lojero y Antonio Vallejo, huyeron del sitio para establecerse en la ranchería de Zárate en el partido de Turicato, aunque Ayala prefirió dimitir y su lugar fue ocupado por Pedro Villaseñor.
El 3 de febrero, el presbítero José Antonio Torres levantó una fuerza de 300 hombres en Pénjamo para ayudar a romper el sitio, pero su ataque fue rechazado. Por la intercepción de un correo, los miembros de la Junta de Zárate fueron sorprendidos el 18 de febrero, pero lograron huir, con excepción de José de San Martín, quien fue aprehendido y encarcelado por tres años. Finalmente, después de casi tres meses de sitio, los insurgentes del fuerte de Jaujilla capitularon el 6 de marzo de 1818.
Los miembros de la Junta de Gobierno se reorganizaron en la ranchería de Zárate en Huetamo; esta vez fue conformada por José Pagola, Mariano Sánchez Arriola y Pedro Villaseñor, decidiéndose relevar del mando al presbítero José Antonio Torres debido a que por causas desconocidas había pasado por armas a su segundo, Lucas Flores, y a Remigio Yarza, quien fuera firmante de la Constitución de Apatzingán. En su lugar fue nombrado el coronel Juan Arago, militar que había llegado en la expedición de Javier Mina. Torres se negó a reconocer la autoridad de la Junta de Zárate, prefiriendo unirse a los coroneles Encarnación y Francisco Ortiz, con quienes logró reunir 1.500 hombres, pero fueron derrotados por el coronel realista Anastasio Bustamante el 28 de abril de 1818. Tras la derrota, Torres se unió con Miguel Borja y con un pequeño grupo de 300 hombres reconoció como única autoridad a Ignacio Ayala, pero su fuerza fue perseguida y dispersada por el coronel Márquez Donayo. Torres fue abandonado por la mayor parte de sus seguidores y finalmente murió durante una pelea con un subalterno. Entretanto, la Junta de Gobierno fue nuevamente sorprendida el 10 de junio, siendo capturados y fusilados por el capitán realista Tomás Díaz, José Pagola y el secretario José Bermeo. Sánchez Arriola y Villaseñor huyeron a la hacienda de las Balsas, en donde se establecieron bajo la protección de Vicente Guerrero. Mariano Ruiz de Castañeda fue nombrado vocal de la nueva Junta.
Vicente Guerrero como general en jefe de las tropas del sur
Constituida la nueva Junta del Balsas, la cual se hizo llamar Superior Gobierno Republicano, se ratificó el nombramiento de Vicente Guerrero como general en jefe del Ejército del Sur. Con esta investidura, el caudillo se dedicó a reclutar nuevas fuerzas y reorganizar a las existentes para construir un fuerte en el cerro de Santiago, al que se llamó fuerte de Barrabás. El 1 de abril de 1818, debido a una traición, Guerrero fue atacado por Gabriel de Armijo en el campamento de San Gregorio. El general insurgente fue perseguido hasta Zacatula, en donde los capitanes Isidoro Montes de Oca, Pablo Galeana y Pedro Mongoy, al mando de 300 hombres, confrontaron a los realistas. El combate se mantuvo durante varios días y sin ninguna victoria definida; Armijo se trasladó a Teloloapan y los insurgentes hacia Coahuayutla.

Batalla de El Tamo (15 de septiembre de 1818)
El 15 de septiembre de 1818, el general realista Gabriel Armijo realizó una nueva ofensiva con una fuerza de unos 800 efectivos procedentes de Valladolid. En las cercanías de la localidad de El Tamo, Michoacán, unos 1.300 insurgentes mandados por Vicente Guerrero se enfrentaron a los realistas, y tras dos horas de combate los realistas tuvieron 200 muertos, 100 heridos y 500 prisioneros, que se pasaron a los insurgentes. Con esta victoria y las armas capturadas, Guerrero incrementó su fuerza de 1.800 efectivos.
Batalla del cerro de Barrabás (30 de septiembre de 1818)
El 30 de septiembre, las tropas insurgentes del general Vicente Guerrero y las del ejército realista del general José Gabriel de Armijo volvieron a enfrentarse en las faldas del cerro de Barrabás, en particular en el pueblito de San Agustín, a un kilómetro al sur de Zirándaro. Los realistas de Armijo atacaron muy fuerte a los insurgentes, obligándolos a formar un cuadro estratégico, y solo mediante él logran resistir los embates realistas. Pero el general Guerrero infundió el ánimo a su gente, y poco a poco la fuerza insurgente empezó a imponerse sobre los realistas, que finalmente corrieron despavoridos a través de un pequeño bosque en donde se internaron, perseguidos por los insurgentes. En su loca carrera llegaron al pueblo de Zirándaro entrando precipitadamente, y así corriendo entraron a la iglesia, posesionándose de ella y cerrando las puertas, colocando tiradores en la nave y en la torre del campanario.
Ya era de noche, por lo que ambos bandos suspendieron las acciones, y el general Guerrero aprovechó para formar un pequeño parapeto para pasar la noche frente al pueblo. Al día siguiente se vuelven a enfrentar, pero los realistas eran muy fuertes en la iglesia, por lo que el sitio se prolongó durante siete días. Los realistas dentro de Zirándaro no tenían agua ni comida y el pueblo estaba contra ellos, pues era insurgente, por lo que no aguantaron más y salieron huyendo, abandonando sus armas. Así el general Guerrero recogió 400 fusiles y luego se lanzó a la reconquista de la Tierra Caliente, empezando con Ajuchitlán, Coyuca, Tetela del Río, Cutzamala, Huetamo, Tlalchapa, la hacienda de Cuauhlotitlán, etc. Con un mayor ejército, se fortificó en Huetamo, Cutzamala, Tlachapa y la hacienda de Cuauhlotitlán, en donde también provocó fuertes bajas a los realistas. Durante estas campañas comenzó a destacar el insurgente Pedro Ascencio Alquisiras.

Capitulaciones insurgentes durante 1818
En Nueva Galicia, el insurgente Gordiano Guzmán Zonas de Tecalitlán y Tuxpan, pero fue abatido a mediados de noviembre por el coronel Rafael Cevallos en un punto conocido como Piedras de Lumbre. En la misma provincia, la Junta de Balsas nombró al coronel Santiago González como comandante militar de la zona oriental, quien fue perseguido por el Tcol Hermenegildo Revuelta, quien logró hacerlo huir a Silao en el mes de septiembre. Durante el curso de 1818, otros jefes insurgentes se indultaron, entre ellos Vicente Vargas y el padre Melgarejo en Toluca, Inclán en Xochimilco e incluso Rafael Villagrán, quien había vuelto a tomar las armas durante el tiempo de la expedición de Xavier Mina, en Huichapan. En el área de Veracruz, a pesar de que Guadalupe Victoria se encontraba refugiado, existieron algunos levantamientos por parte de los indígenas de Coxquihui, quienes atacaron Xalapa, y de algunos otros grupos insurgentes que atacaron La Antigua. Para contrarrestar estos brotes, Apodaca ordenó a Ciriaco del Llano y al coronel José Barradas realizar campañas militares para reducir las fortificaciones de la zona.
Campañas realistas durante 1819
En enero de 1819, el virrey Apodaca destituyó del mando de la provincia de Veracruz al mariscal de campo José Dávila, nombrando en su lugar a Pascual de Liñán. Durante el mismo mes, en la zona de Jamapa, varios oficiales insurgentes se acogieron al indulto. El 2 de febrero, Liñán otorgó la libertad a Carlos María de Bustamante. En Nueva Galicia, Hermengildo Revuelta continuó persiguiendo a los pequeños grupos insurgentes que quedaban en la zona. Durante el mes de marzo, en la cañada de Huango, Vicente Lara, con una fuerza de 1.500 hombres, logró vencer a un grupo de 100 insurgentes que eran dirigidos por el coronel Juan Davis Bradburn. Este pudo escapar para unirse a Vicente Guerrero. Poco después de esta derrota se indultaron Mariano Tercero, quien a la sazón era vocal de la Junta Gubernativa, y Juan Pablo Anaya. En el mes de julio lo mismo hicieron Juan Arago y Pablo Erdozaín.
En El Bajío, el regimiento de Anastasio Bustamante logró la captura del guerrillero Andrés Delgado alias el Giro, quien murió en manos del alférez Castillo el 3 de julio en las cercanías de Santa Cruz; su cabeza fue exhibida en Salamanca. En la Sierra Gorda aún continuaban resistiendo al regimiento del realista Casanova un pequeño grupo de insurgentes bajo los mandos del coronel Miguel Borja y del doctor José Antonio Magos. El virrey Apodaca envió para reducir a este grupo al brigadier Melchor Álvarez, quien se hizo acompañar de algunos ex insurgentes que conocían la zona y que previamente se habían indultado. De esta forma, durante el mes de junio fue capturado y fusilado el guerrillero Guadalupe González en el llano de Montenegro; casi de inmediato el doctor Magos solicitó el indulto. Borja resistió hasta el 28 de diciembre, fue vencido en San Miguel el Grande y se le llevó a Querétaro, lugar en donde se le otorgó el indulto.
Vicente Guerrero llevó la guerra con Gabriel de Armijo hasta Chilapa, pero durante sus combates, la Junta fue sorprendida en las Balsas y, en consecuencia, Mariano Sánchez Arriola fue capturado y fusilado. Así fue como desapareció el único centro directivo de la revolución. Pedro Ascencio se fortaleció en Tlatlaya, mientras que Guerrero hizo lo propio en Coahuayutla. A mediados de junio se integró a las fuerzas realistas de la zona el teniente coronel José Antonio de Echávarri, quien logró capturar el fuerte de Barrabás. Nuevas ofensivas realistas de Pío María Ruiz y Barragán forzaron a Guerrero a cruzar el río Balsas hacia Michoacán, siendo vencido el 5 de noviembre en la batalla de Agua Zarca, Guerrero logró salvarse saltando a un precipicio y ocultándose en la serranía del actual estado que lleva su nombre. Tras la derrota, el caudillo insurgente cruzó nuevamente el río, pero esta vez, en dirección hacia la Sierra Sur.