Guerras de Independencia Hispano-Americanas Independencia de Ecuador Campaña de Sucre en Ecuador 1821. Batalla de Genoy

Batalla de Genoy (2 de febrero de 1821)

El 11 de enero de 1821, en Bogotá, Sucre fue nombrado por Bolívar comandante del Ejército del Sur, en reemplazo del general Juan Manuel Valdés; era la fuerza que, desde 1820, operaba en Popayán y Pasto. Sucre no recibió el cargo porque las razones de índole estratégica y política hicieron que Bolívar anulase tal designación y le diese comisión para marchar a Guayaquil, donde reemplazaría al general José Mires y asumiría la misión que se le había encomendado: la de hacer que dicha provincia se incorporase a la República de la Gran Colombia y tomar el mando de las tropas que hubiese en Guayaquil, como pasos previos para la liberación de Quito, que era el propósito principal de las operaciones que se ejecutasen.

General Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá.

El general Manuel Valdés esperaba triunfar y pasar sobre Pasto para ubicarse mínimo a orillas del río Guiatara, donde tendría lugar el encuentro con los dos comisionados.

Pasto, llamada “la Puerta del Sur”, controlaba todas las vías terrestres entre las ciudades de Popayán, Quito y Lima.

El pueblo pastuso prefería la monarquía española, que les era conocida desde hacía siglos, a la república, que les resultaba un término abstracto que no comprendían.

El comandante de las fuerzas realistas en la zona era el coronel Modesto Basilio García, que, tras conocer la derrota en la batalla de Boyacá (7 de agosto de 1819), se replegó con sus tropas a la provincia de Pasto, teniendo el conocimiento de que los pastusos permanecían fieles a la corona española.

En enero de 1821, partió el general Manuel Valdés con unos 2.000 efectivos desde Popayán; el paso por el Valle del Patía era temido por los republicanos debido a las guerrillas que acechaban. El paso de Valdez no fue ajeno y fueron hostigados durante todo el recorrido.

El 1 de febrero, con los hombres cansados y con hambre, llegaron a Pasto y al día siguiente continuaron el recorrido.

El ejército republicano al mando del general Manuel Valdés, que estaba compuesto por los batallones de Cauca, Neiva, Guías de Apure y Albión (Legión Británica), se dirigió hacia Pasto. En Genoy, las milicias de Pasto se situaron estratégicamente entre las rocas y barrancos de la parte alta del sector y dieron buena cuenta de los batallones republicanos. El desorden fue tal que, como bien dice el general republicano Manuel Antonio López: “Cuando nuestra vanguardia llegó al pie de la Loma de Genoy, se encontró con todas las tropas enemigas parapetadas detrás de los barrancos y las piedras, y, sin una disposición preliminar del general Manuel Valdés, empezó el ataque por el centro; la mayor parte de nuestros soldados se habían atrasado en una marcha forzada casi a la carrera; los que iban llegando entraban en combate sin atender a que cuerpos se unían; los del Cundinamarca se mezclaban con los del Neiva, los Neiva con los del Cauca, los del Cauca con los del Cundinamarca, y nadie pensaba sino en hacer fuego sobre el enemigo…En esta mal dirigida acción, perdimos veinte oficiales, entre los cuales recuerdo como más conocidos míos al teniente coronel Lucas Carvajal, al capitán Isidoro Ricaurte, a los tenientes Pedro Vélez, José Barea y Juan José Rebolledo, de Popayán; a los subtenientes Castro y Benjumea, algunos ingleses del Batallón Albión, y saliendo herido el subteniente Hermenegildo Correa…El general Valdés huyó con la caballería, y nuestra infantería emprendió la fuga en dispersión”.

Debió realizar una horrible retirada; al llegar al puente sobre el río Mayo, se encontró con Antonio José de Sucre, quien acudía en su auxilio para sumarse a la conquista de Quito. Enterados de la situación real, Sucre y Valdés regresaron juntos a El Trapiche, actual municipio de Bolívar, en el departamento del Cauca, donde Sucre trató de organizar sus desarticuladas tropas.

Regresaron a Popayán y un mes después, el 6 de marzo, llegaron a Santiago de Cali. En esta ciudad comenzó el Sucre, la conformación de un ejército de 2.000 hombres, reuniendo los 1.000 que le quedaban después de la derrota de Valdés en la batalla de Genoy, junto con los nuevos que iba a reclutar, para embarcarlos en Buenaventura.

Ese mes de marzo, Santiago de Cali era un hormiguero de tropas. Al pequeño poblado confluían soldados reclutados en todas las poblaciones del valle geográfico del río Cauca. Con ese contingente, el general Sucre pretendía cruzar la Cordillera Occidental, llegar a Cali, para llegar al mar y luego embarcarse en la isla de Cascajal, actual Buenaventura, con destino a Guayaquil. Se hizo un acopio de tropas en el Valle del Cauca para cruzar la impresionante maraña del camino de Felidia y de Mulaló hacia la Cordillera Occidental y llegar al Pacífico.

Sucre iniciaba en Cali la organización del batallón de Santander, enfrentando los problemas que implican la escasez de personal apto para el reclutamiento, la carencia de medios necesarios, la logística indispensable que incluía la falta de embarcaciones para transportar la tropa hacia el territorio de la Real Audiencia de Quito.

Armisticio

Después de la batalla de Genoy, Bolívar nombró comisionados al coronel Antonio Morales y al Tcol irlandés Josef Moles para ir a Pasto a intentar un armisticio y una delimitación de terrenos. Esto no fue recibido con agrado por parte pastusa, negándose en principio, pero al final se acordó delimitar la zona por el río Mayo, la parte izquierda para la corona española y la derecha para la Gran Colombia.

El 10 de febrero firmó el armisticio el comandante español de la ciudad de Pasto, el coronel Basilio García, en medio de un ambiente de crispación pastusa.

Mientras en El Trapiche, Sucre recibió recomendaciones muy precisas del capitán caleño Eusebio Borrero, quien le indicaba invadir a Quito por el puerto de Guayaquil, evitando el paso por Pasto defendido por los ríos Mayo y Juanambú. Debían regresar entonces a Cali primero y utilizar la vía marítima de cabotaje entre los esteros de Buenaventura a Guayaquil en el Pacífico.

Fin del armisticio y reanudación de las hostilidades

Previendo quizás lo vulnerable que era el armisticio, desde su comienzo las cabezas visibles de ambos bandos fueron enfáticas en prevenir a sus subordinados y a sus tropas en terreno para que siempre estuvieran muy preparados para el momento en que expirara el cese de hostilidades. El envío de tropas republicanas a Guayaquil, los vacíos en materia de demarcación de límites y los reiterados reclamos por infracciones al tratado fueron factores que daban cuenta del alto nivel de vulnerabilidad en esos tiempos de tregua por los lados del Sur.

Finalmente, el 10 de marzo, Bolívar comunicó al general en jefe español Miguel de La Torre que, recurriendo al artículo 12 del armisticio de Trujillo, se veía forzado a reemprender anticipadamente las hostilidades debido a la falta de recursos para sostener el ejército y a las reducidas esperanzas de entablar las negociaciones de paz. Durante estos meses de tregua no se había conseguido que los enviados españoles, el brigadier de la Armada José Sartorio y el capitán de fragata Francisco Espelius, se sentaran a dialogar con los delegados republicanos José Rafael Revenga y José Tiburcio Echeverría.

En razón de estos impasses, Bolívar informó que los 40 días convenidos en el artículo 12 del Armisticio empezarían a contar desde el momento mismo en que fuera recibida esa notificación, que se estimaba lo fuera en un plazo no mayor a 10 días. Así entonces, se calculaba que el 1 de mayo podía romperse definitivamente la tregua.

Pocos días antes de que Bolívar oficializara a su contraparte la terminación del armisticio, ya el secretario de Guerra, Pedro Briceño, había instado estratégicamente al vicepresidente Santander para que advirtiera a los jefes militares de la costa del Caribe y del Sur que estuvieran atentos a ganar en esta coyuntura el mayor terreno posible. Sobre todo, se les recomendó estar preparados para defenderse, por si el enemigo incurría en alguna traición al intentar un golpe de sorpresa.

En desarrollo de la referida orden, el 24 de marzo el vicepresidente Santander instó al general Pedro León Torres y al gobernador del Cauca, el coronel José Concha, para que, por medio de un bando, avisaran a los pueblos sobre este rompimiento. En tanto que el Ejército del Sur debía estar listo para actuar y superar cualquiera de las dificultades que habían retardado el avance más allá del paso del Juanambú, demora que había traído graves consecuencias para los planes republicanos.

Pero, más allá de las directrices superiores, a nivel regional el objetivo era no precipitarse a tomar una decisión desfavorable, prepararse mejor y obtener ventajas para el reinicio de la guerra. Así, entonces, mientras que en la costa del Caribe se mantuvo vigente la fecha del 1 de mayo para la reanudación de las operaciones en vista de la evidente superioridad de los republicanos, en el sur la situación obligó a replantear la estrategia.

Mediante una nota confidencial, el 30 de marzo, Santander urgió a los generales Torres y Sucre para que, si algún incidente inesperado los llenaba de temores para reanudar operaciones por estar en condiciones de desventaja, debían detener las comunicaciones notificatorias de cese de tregua. Tanto Bolívar como Santander eran conscientes de que el jefe del Ejército del Sur no contaba aún con la suficiente capacidad militar para atacar al Pasto, en tanto que el general Sucre tampoco estaba preparado para invadir Quito. La idea era que, en el momento indicado, ambos oficiales debían emprender simultáneamente sus campañas con el fin de acrecentar las posibilidades de éxito.

Aymerich y García se mostraron mucho más desconcertados con estas vacilaciones en el bando republicano y se sentían, además, indignados por la amenaza de la falsa noticia difundida ampliamente sobre la supuesta marcha que había emprendido el general Bolívar hacia estas tierras del Sur. El 12 de mayo, Aymerich respondió negativamente a la propuesta de aplazamiento bajo el argumento de que no había llegado a Quito ninguna noticia por parte de sus superiores, ni había recibido la visita de comisionados españoles que dieran cuenta del cambio de planes en relación con lo estipulado en el armisticio. Le recordó a Torres el cúmulo de antecedentes de violación del tratado, entre los cuales, el más grave era el auxilio a Guayaquil como táctica soterrada para invadir Quito.

No obstante, el alto funcionario español abrió una esperanza para admitir la propuesta de prolongación del armisticio, siempre y cuando salieran inmediatamente de Guayaquil las tropas republicanas de refuerzo. Su otro condicionamiento tenía un trasfondo estratégico, pues aspiraba a que el adversario cediera todo el territorio comprendido desde la línea divisoria del río Mayo hasta la población del Tambo, en inmediaciones de la ciudad de Popayán. Estos dos requisitos fueron tajantemente rechazados el 24 de mayo por la alta oficialidad republicana, ante lo cual las partes quedaron abocadas a retomar las hostilidades el 27 de mayo.

Las fuerzas republicanas apostadas a lo largo de esta línea divisoria no ofrecían mucha seguridad, por lo que no quedó otra opción que replegarlas hacia el cuartel general de Popayán y, desde allí, intentar la máxima resistencia posible. El balance de fuerzas evidenciado en esta coyuntura hizo que algunos combatientes republicanos se pasaran al bando realista al perder las esperanzas de un triunfo remoto.

Desde el día 26 de mayo, se mandó redoblar la vigilancia militar y el trabajo de maestranza para la elaboración de lanzas. Para fortalecer la defensa en Popayán, hubo necesidad de levantar trincheras en los ángulos de las principales manzanas de la ciudad. Mientras tanto, el vicepresidente Santander coordinaba acciones dirigidas a engrosar el pie de fuerza del Ejército del Sur: 300 reclutas enviados de Bogotá, 4 compañías del batallón Paya de Antioquia, 300 reclutas de las provincias de Socorro y Tunja, y 100 más de Honda, mientras que del depósito de Neiva fueron despachados 400 reclutas. Todo esto, sumado al envío de más de 15.000 pesos, suscitó en el general Torres la ilusión momentánea de contar con la capacidad para defenderse de la avanzada realista y emprender la ofensiva sobre Pasto y Quito. Un total de 200 hombres se destinaron para reforzar la amenazada guarnición de Barbacoas.

En pocos días, las fuerzas realistas invadieron el valle del Patía y, el 12 de junio, iniciaron el asedio sobre el cuartel general republicano. Como era de esperarse, ningún apoyo recibió el general Torres de los payaneses cuando sonó la alarma, pues casi todos huyeron despavoridos, y se comprobó, una vez más, el sentimiento de apego que todavía suscitaba en estos vecinos la figura del Rey, que los hacía comparables en esos momentos con los pastusos. De igual modo, el cabildo terminó disuelto y sus miembros abandonaron la ciudad; algunos de ellos, sin pasaporte, mientras que funcionarios de rentas y correos se unieron también a la desbandada. No obstante, cuando Basilio cumplía más de una semana de asedio, decidió abandonar la ciudad al convencerse de que no era fácil mantenerla ocupada militarmente y optó por retirarse a Pasto, pero no antes de dejar reactivadas las guerrillas patianas como punto infranqueable de defensa; fuerzas que cometieron atropellos por fuera del tratado de regularización de la guerra.

Tras la retirada española, Torres logró recuperar el dominio sobre Popayán. Así entonces, después de culminado el tiempo de armisticio, de nuevo la situación se estancó, como estaba antes de la firma del Tratado, pues ninguna de las dos fuerzas beligerantes lograba conquistas definitivas más allá de la frontera militar del valle del Patía, por lo que se prolongó un año más la lucha militar en estos territorios. Aunque el general Bolívar había prometido liberar el sur en el mes de mayo, después de concluido el armisticio, en fin de cuentas cambió de planes y enfocó su mira en la conquista de su natal Caracas.

Después del triunfo alcanzado en la capital venezolana en el mes de julio y de la capitulación de la plaza de Cartagena a principios de octubre, se despejó mucho más el camino para que Bolívar acopiara una mayor fuerza. Pudo emprender, al año siguiente y bajo su mando, la gran operación militar para penetrar el territorio del Patía y el Juanambú hasta invadir Pasto, cuya rendición se daría finalmente el 6 de junio de 1822.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-11-08. Última modificacion 2025-11-08.
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