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Plan de Iguala (24 de febrero de 1821)
Una vez que Iturbide logró establecer la paz con los insurgentes, comenzó su campaña epistolar. Envió una carta a Juan José Espinosa de los Monteros con el borrador del plan. Con la finalidad de ganar más adeptos, mandó emisarios para explicar sus intenciones a los comandantes realistas Pedro Celestino Negrete, Anastasio Bustamante y Luis Cortazar. Se reunió personalmente en Sultepec con el teniente coronel Miguel Torres. El compadre de Iturbide, Juan Gómez Navarrete, informó a los diputados, que se encontraban en Veracruz a punto de zarpar hacia España, el plan que se iba a proclamar. La mayor parte de ellos recibió con desconfianza la noticia.
El Plan de Iguala o Plan de Independencia de la América Septentrional fue un documento político proclamado por Agustín de Iturbide el 24 de febrero de 1821 en la ciudad de Iguala, en el cual se declaraba a la Nueva España como país soberano e independiente.
Sus cuatro principios fueron:
- Establecer la independencia de México.
- Mantener la monarquía encabezada por Fernando VII o alguno de los miembros de la Corona española.
- Establecer la religión católica como la única.
- Establecer la unión de todas las clases sociales.
Más tarde, estos tres principios (Religión, Independencia y Unión) se convertirían en las Tres Garantías que promovió el ejército que sustentaría al gobierno, al que, por la misma causa, se le llamó Ejército Trigarante. El plan exhortaba a los insurgentes a incorporarse al ya mencionado Ejército Trigarante, cuyo líder sería Agustín de Iturbide.
El Plan de Iguala contiene una extensión de 17 artículos conocidos como Tratados de Córdoba. En los cuales se estipulaba que el gobierno que adoptaría México como nación independiente sería el de una monarquía moderada. Dicha corona sería otorgada a Fernando VII, miembro de la Casa de los Borbones, o, en su defecto, a algún otro infante de España para devolver a la corona, en el entonces México independiente, el poder que la Constitución española de 1812 le había quitado en España.

El plan preservaba, además, la supresión de distinciones étnicas entre los habitantes que había sido establecida por la Constitución de 1812 y que estaba plenamente en vigencia; conservaba la igualdad de todos los individuos y, por lo tanto, en adelante todos mantendrían los mismos derechos de los cuales ya gozaban.
Para gobernar al nuevo país en lo que llegaba un príncipe a ocupar la corona, el plan proponía la creación de una «Junta Gubernativa» y, posteriormente, una Regencia que se encargaría de gobernar en lo que se elegía al nuevo emperador. Además, convocaría a las Cortes para elaborar una Constitución.
El plan era una reacción a los movimientos liberales que sucedían en España, en lo que se llamaría el Trienio Liberal. Tras un pronunciamiento militar realizado en Sevilla por Rafael de Riego, este logró obligar a firmar al rey Fernando VII una constitución parlamentaria de corte liberal, la Constitución española de 1812. Este trienio liberal dura entre 1820 y 1823, cuando Fernando VII consiguió que la Santa Alianza (Prusia, Austria y Rusia) enviase un ejército compuesto por 95.000 soldados en ayuda del rey (ejército llamado los Cien Mil Hijos de San Luis), restaurando el Antiguo Régimen y el absolutismo tras la batalla de Trocadero.
El 27 de febrero de 1821, apenas tres días después de haber redactado el Plan de Iguala, Agustín de Iturbide hizo llegar al virrey Juan Ruiz de Apodaca una copia de su manifiesto, así como al arzobispo Pedro de Fonte y a otros funcionarios de la Nueva España. En una carta particular, Iturbide le pidió a Apodaca presidir la Junta Gubernativa que se contemplaba en el plan. Le dijo que no creía que Fernando VII hubiese jurado voluntariamente la Constitución de Cádiz y que, si el monarca o su familia accedían a gobernar Nueva España, se podría redactar una constitución moderada, la cual permitiría reintegrar las preeminencias de las que habían sido despojados los miembros de la Iglesia.
De inmediato, el Virrey rechazó el ofrecimiento y organizó una junta para determinar la estrategia militar que se implementaría en contra de los sublevados. La junta fue presidida por el propio Virrey, en su carácter de capitán general de la Nueva España, y convocó a la cúpula militar del virreinato. Participaron los mariscales de campo Pascual Liñán y Francisco Novella; los brigadieres Manuel Espinosa Tello, Manuel de Sota Riva, Melchor Álvarez, Francisco Javier de Gabriel y Antonio Morán; así como el coronel Juan Sociats.
El día 3 de marzo, Apodaca publicó un bando exhortando a todos los habitantes a no leer los planes seductores de Iturbide, los cuales eran contrarios a la Constitución que se había jurado en mayo.
Esta postura fue secundada por el Ayuntamiento de México. Los absolutistas que habían participado en la Conspiración de La Profesa vieron que el Plan de Iguala trastornaba sus planes originales, pues estos tan solo consistían en proclamar la independencia de la colonia para erigir un trono al monarca absoluto o a alguno de los infantes de España. El 14 de marzo, Apodaca declaró a Iturbide fuera de la protección de la ley, ofreció un indulto general a quienes hubiesen jurado el Plan de Iguala, siempre y cuando reiterasen su juramento de fidelidad a la Constitución y al Rey.
Al coronel Juan Rafols le dio instrucciones para que marchara de Toluca a Santa Fe, con el fin de proteger la fábrica de pólvora y el abastecimiento de agua de la capital; movilizó algunos batallones y escuadrones de las provincias cercanas para reforzar la capital. Mandó formar una división de reserva que fue nombrada como Ejército del Sur, con una tropa de 5.000 hombres inicialmente bajo el mando del mariscal de campo Pascual de Liñán y como segundo el brigadier Javier de Gabriel. El coronel José Gabriel de Armijo fue llamado para ser nuevamente comandante general del Sur, ordenándole que vigilara los movimientos de Iturbide y los informara de inmediato. Se unieron el BI de Castilla del coronel Francisco Hevia, el BI del Infante Carlos, parte de la caballería del RC del Príncipe y parte de la tropa comandada por el coronel Juan Ráfols que se encontraba en Tejupilco.
Formación del Ejército Trigarante
La idea de la creación de este ejército era marchar por todo el país difundiendo el Plan de Iguala y el Desarme, para unir más personas a su causa. El 24 de febrero se promulgó el decreto para la creación de este ejército como aparecía en el Plan de Iguala, y era llamado Trigarante, debido a las tres garantías que defendía: Religión católica como única tolerada en la nueva nación, independencia de México hacia España y unión entre los bandos de la guerra. También, en esa fecha, el sastre José Magdaleno Ocampo entregó a Iturbide el pendón trigarante, que había sido confeccionado por encargo del coronel. Actualmente, se celebra ese día en México como el Día de la Bandera, y a la Bandera Trigarante se la considera el primer pendón de la época independiente.
La bandera durante el plan de Iguala estaba dividida por tres barras diagonales y no verticales, y en el centro de cada banda había una estrella dorada de ocho puntas. Estas tres estrellas estaban colocadas diagonalmente, pero en sentido inverso al de las barras. La primera franja, empezando por la parte superior, era blanca y simbolizaba la pureza de la religión católica, principio activo de unidad nacional; la segunda era verde y simbolizaba el ideal de independencia política de México, no solo con relación a España, sino también de toda otra nación; la tercera era roja y representaba el ideal de la unión entre los indígenas, mestizos, criollos, españoles peninsulares y todo aquel que naciera o viviera en México, sin distinción de casta o raza. Las estrellas representaban las tres garantías y la voluntad de cumplirlas.

Iturbide pretendió dividir a sus fuerzas en dos grandes grupos: las que mandaba él, tropa de línea, pasarían a Valladolid, emprendiendo una marcha por la tierra caliente; mientras que las tropas insurgentes de Guerrero y Ascencio quedarían encargadas de controlar la comandancia del sur y extender la rebelión por Oaxaca, intentando también tomar el puerto de Acapulco.
El primer jefe contaba con unos 1.300 a 1.400 hombres en Teloloapan, más 200 que se encontraban en Tlacotepec; además, estaban las fuerzas insurgentes de Vicente Guerrero y Pedro Ascencio, quienes mandaban de 2.500 a 3.000 hombres.
Inicialmente, se articuló en 7 divisiones, y al final de la guerra fueron doce. Cada comandante de división hizo la guerra de manera diferente para intentar responder con efectividad a los movimientos de las tropas virreinales y aprovechar las condiciones geográficas de los diversos teatros de operaciones. El mando de las divisiones se realizó de manera equitativa entre exrealistas y exinsurgentes. Referente a los realistas, nombró comandantes de la 2ª, 4ª, 5ª y 6ª divisiones a los coroneles José Antonio de Echávarri y Rafael Ramiro, así como a los tenientes coroneles Mateo Quilty Valois y Francisco Manuel Hidalgo, respectivamente. Por su parte, al frente de la 1ª y la 3ª divisiones se nombró a Vicente Guerrero y a Pedro Ascencio Alquisiras, primeros caudillos insurgentes que reconocieron el Plan de Iguala; mientras que la 7ª división quedó bajo el mando del coronel Nicolás Bravo, afamado insurgente que se había adherido a la trigarancia en Iguala, pocos días después de haberse redactado el plan del 24 de febrero.
Aunque el Ejército Trigarante estaba organizado en siete divisiones, para entonces no se trataba de un ejército numeroso. Los hombres que guarnecían el cuartel general de Teloloapan se contabilizaban entre 1.400 y 1.500 efectivos; las tropas mandadas por Pedro Ascencio y Vicente Guerrero, que habían establecido una línea defensiva ante un probable ataque de la fuerza de Liñán, sumaban en conjunto unos 1.500; la DI-4 del coronel Rafael Ramiro, que estaba desplegada en la comunidad poblana de Tlacotepec con la misión de trasladar al Cerro de Santiago los fondos monetarios con que se disponía, se acompañaba de 200 hombres; por último, Nicolás Bravo se había movilizado a Chilpancingo prácticamente sin compañía, con la orden de levantar tropas de “donde pudiese”.
De este modo, en sus inicios el Ejército de las Tres Garantías contaba con un estado de fuerza de unos 3.000 efectivos aproximadamente, nada comparable a los miles de insurgentes que siguieron a Miguel Hidalgo o a José María Morelos en su momento. Al estar desprovisto de personal, el primer desafío que enfrentó Iturbide fue acrecentar sus fuerzas, pues confiaba en que con ello reduciría la voluntad de lucha del enemigo. Con esa intención buscó el apoyo tanto de sus excompañeros realistas como de antiguos militantes de la insurgencia, autoridades religiosas y personas con cargos políticos.
Guerrero y Alquisiras desarrollaron una guerra de guerrillas, buscando, generalmente, cortar el paso a los contingentes enemigos para que las enfermedades y el clima insalubre les hicieran estragos. En cambio, Bustamante, Santa Anna y, en menor medida, Quintanar, decidieron emprender una guerra ofensiva basada en la batalla frontal y en el asalto a las poblaciones. Por otra parte, Bravo, Herrera y Filísola emprendieron una guerra defensiva, limitándose, la mayoría de las veces, a proteger las poblaciones ya ganadas y a establecer fuertes bloqueos de caminos para interceptar víveres y pertrechos de guerra. De esta manera, cada comandante emprendió un tipo de guerra diferente según sus necesidades, su carácter y su experiencia militar previa.
Conquista de Querétaro
Las tropas del gobierno virreinal, en los momentos de la proclamación del Plan de Iguala, cubrían una vasta extensión de Nueva España, divididas en cuerpos más o menos numerosos y en guarniciones que resguardaban los lugares y puntos de más importancia. En las provincias internas de Oriente gobernaba el brigadier Joaquín de Arredondo, y las tropas que le obedecían habían sido aumentadas con un batallón del RI Fijo de Veracruz. El mariscal de campo Alejo García Conde era comandante general de las internas de Occidente, y su hermano Diego, brigadier en el ejército real, tenía el mando en Durango, cuya guarnición se hallaba reforzada con el BI de Zamora a las órdenes del coronel Rafael Bracho.
La división, que obedecía al mariscal José de la Cruz en Nueva Galicia, era fuerte; con la sección que a las órdenes del brigadier Pedro Celestino Negrete había concurrido al asedio del fuerte de Los Remedios, y la cual volvió a sus antiguos acantonamientos, se escalonaba desde Colima hasta Guadalajara y fuertes destacamentos cuidaban de Zapotlán, Los Reyes y Apatzingán. La importante intendencia de Zacatecas, que en lo militar dependía de Nueva Galicia, estaba defendida por el BI de Navarra, que había tomado el nuevo nombre de Voluntarios de Barcelona. Y en la vecina de San Luis de Potosí se hallaba la mayor parte del RI de Zaragoza, que era considerado como uno de los mejores cuerpos de las tropas reales.
El temible Bajío, nunca domado por completo, y asilo de numerosas guerrillas en toda la época de la revolución, estaba ocupado por más de 6.000 soldados realistas, incluyendo en este número los auxiliares que allí había levantado el coronel Antonio Linares, comandante general de la intendencia de Guanajuato.
Una brillante caballería a las órdenes del coronel Anastasio Bustamante y del Tcol Cortazar vigilaba los populosos centros de la llanura y perseguía en las quebradas de la sierra a las partidas insurgentes que incesantemente aparecían por aquellos contornos.
En la provincia de Michoacán, cuyo mando militar era ejercido por el Tcol Manuel Rodríguez de Cela, había también un considerable número de tropas; aparte de la guarnición de Valladolid, había una unidad volante al mando del Tcol Miguel Barragán recorriendo el sur de la provincia, en combinación con las tropas de Nueva Galicia y con las del comandante Marrón destacadas en la desembocadura del río de las Balsas. Querétaro y la Sierra Gorda estaban guarnecidos por varios cuerpos de infantería y caballería al mando del brigadier Luances, y el camino entre Querétaro y la capital estaba custodiado por el coronel José María Novoa.
México capital estaba guarnecida por grandes depósitos de artillería y municiones, el RI de Órdenes Militares, varias compañías de marina y algunos escuadrones, entre los que se contaba el mandado por José Morán, marqués de Vivanco. En Puebla se encontraban el BI de Extremadura, el BI Fijo de la ciudad y gran parte del RC Fieles de Potosí, a las órdenes del Tcol Zarzosa. La Mixteca Alta estaba guarnecida por Samaniego, y la provincia de Oaxaca, cuyo mando militar lo ejercía el coronel Manuel de Obeso, que contaba entre sus tropas al antiguo BI de Saboya, al BI de Tehuantepec y al BI de Guanajuato.
La intendencia de Veracruz, por su especial importancia y vasta extensión, estaba fuertemente guarnecida. El coronel Hevia, aparte de tener a su cargo las villas de Orizaba y Córdoba, escoltaba hasta Puebla los convoyes que subían de Veracruz. La costa de Sotavento, desde Alvarado y Tlacotalpan, y el vasto espacio que se extiende hasta la Sierra de Tuxtepec estaban confiados al capitán de fragata Juan Bautista Topete. En la de Barlovento se hallaba situada una fuerte guarnición al mando del capitán Antonio López de Santa Anna; y en la parte septentrional que se extiende hasta Tampico y por el interior limita con la Huasteca Potosina, había una fuerza mandada por el capitán Carlos María Llorente. Por último, en la villa de Jalapa y la fortaleza de San Carlos de Perote, estaban repartidos los regimientos de Tlaxcala, los dragones de España y la columna de granaderos, al mando respectivamente de los coroneles Calderón, Juan Horbegoso y Agustín de la Viña.