Guerras de Independencia Hispano-Americanas Independencia de Nueva Granada Regreso de Bolívar al Apure

Antecedentes

Bolívar, después del Congreso de Angostura, regresó a Apure conduciendo 450 infantes ingleses y 100 venezolanos. Bolívar llegó al cuartel general de Páez en el Caujaral de Cunabiche, a finales de marzo, con la resolución de buscar y atacar a los realistas.

Pidió informes a Páez sobre las fuerzas realistas; este le contestó que ascendían a 6.000 efectivos. Bolívar no quiso creer que los realistas tuviesen tantas fuerzas; pero los prisioneros europeos que hizo llamar le dijeron que constaba del mismo número que Páez había dicho. Todavía se negó a creerlo, y les preguntó el número de batallones, hizo una cuenta con las plazas de que se componían y aseguró que el enemigo no podía tener más de 3.000 hombres.

Para distraer las fuerzas realistas de Caracas, a fin de que Urdaneta ocupase esa ciudad con 1.500 hombres que pusieron a su disposición en la isla Margarita. Si Morillo acudía allí, Bolívar le seguiría con todo el ejército, que en ese momento eran 3.000 infantes y 1.500 caballos.

El 25 de marzo, cruzaron el río Apure en San Juan de Payara; resolvió ponerse en marcha para Achaguas con objeto de atacar a Morillo.

Combate de Gamarra (27 de marzo de 1819)

A cinco leguas de esa ciudad se encontraron con el BI-II de Valencey (227), a las órdenes del coronel José Pereira, y 200 hombres de caballería, al mando de Narciso López, en un trapiche, llamado de la Gamarra, rodeado de bosques por todas partes. Bolívar lo mandó atacar con cuatro batallones que fueron dispersados en menos de un cuarto de hora. Tres veces atacaron y tres veces se fueron rechazados por los ataques a bayoneta y obligados a huir vergonzosamente. Según Morillo, sus pérdidas fueron de más de 300 hombres, entre heridos y muertos. 29 prisioneros, entre los cuales había cuatro oficiales que permanecieron en poder de los realistas, con algunos fusiles y otros equipos.

Pereira, sabedor por algunos prisioneros de que aún quedaba un batallón que no había entrado en acción y 1.500 hombres de caballería a quienes el terreno impedía maniobrar, se puso en retirada sobre Achahaguas. Cruzaron el río en las lanchas oportunamente recogidas y se situaron bajo la protección de Morillo a unos 20 o 30 kilómetros y cubiertos por el río Apure.

Los dos bandos se adjudicaron la victoria. En este encuentro fue empleado por vez primera el rifle, versión superada del fusil, por el BIL de rifles, provisto de estas armas. Participaban en dicho BIL gran cantidad de indios de la misión de Caroní.

Bolívar, por falta de lanchas, no pudo pasar el río para destruirlos, pero llevó su ejército hacia abajo hasta encontrar un vado en la sabana descubierta, donde la caballería pudo proteger el paso del ejército por el río. Logrado el punto conveniente, cerca de Guasimal, el ejército cruzó el río en la madrugada del 28 de marzo y avanzó en la llanura despejada a provocar a Morillo, quien, encerrado en Achaguas y rodeado de bosques, permanecía impasible esperando la Quinta división a cargo de La Torre y Calzada, a la sazón en marcha a lo largo del bosque del río hacia su campamento. Morillo no se movió de sus posiciones atrincheradas.

Convencido Bolívar de que el jefe español no tomaría la ofensiva antes de recibir todos sus destacamentos, se retiró hacia el río Arauca para reunirse con Páez.

Batalla de Las Queseras del Medio (2 de abril de 1819)

El 30 de marzo, Bolívar se dirigió al sur para situarse en los Potreritos Marrereños, a la derecha del río Arauca. Morillo salió de Achaguas formando un dispositivo en las orillas del río Arauca, en los sabanales llamados las Queseras del Medio.

El 2 de abril, ambos ejércitos se encontraban enfrentados con el río Arauca de por medio. Súbitamente, el impulsivo Páez se lanzó con 153 de sus mejores jinetes lanceros a cruzar el río a nado, y en 3 columnas se dirigió al galope en dirección al campamento realista.

Morillo movió su ejército con la caballería al frente (cerca de 1.000 jinetes) y entonces Páez emprendió la retirada en la dirección donde Bolívar había apostado una unidad de infantería. Así continuó la operación hasta el momento en que Morillo adelantó un escuadrón bajo el mando de Tcol Narciso López, quien lo dividió en 2 columnas y con ellas trató de rodear la fuerza de Páez.

Por su parte, Páez ordenó a Juan José Rondón que atacase a López para hacer que este reuniese su escuadrón en una sola columna. López imprudentemente echó pie a tierra con sus carabineros; Rondón cargó, mató a algunos y pudo efectuar su retirada sin que lograsen cercarlo. Las dos columnas realistas se reunieron alejadas del grueso. Páez levanta la lanza y se oye su famoso grito: «¡vuelvan caras, carajo!».

Batalla de Las Queseras del Medio (2 de abril de 1819). José Antonio Páez ordena a sus jinetes dar la vuelta para atacar a la caballería española que los perseguían diciendo “vuelvan las caras, carajo”. Autor Arturo Michalena.

Los llaneros, al oír el grito, volvieron grupas, hicieron frente a enemigo y se lanzaron contra los carabineros realistas, que volvieron a echar pie a tierra para usar sus carabinas, siendo completamente arrollados; los supervivientes arrollaron a los escuadrones que venían detrás. La caballería realista se retiró con precipitación y se echó sobre su propia infantería, la cual no fue arrollada gracias a la decisión de Morillo de trasladarla rápidamente a un bosque vecino, donde las sombras de la noche completaron su protección. Allí se guareció también la caballería perseguida, no sin que antes los llaneros dieran buena cuenta de ella hasta llegar al pie del bosque.

La artillería realista quedó en el campo y las bajas fueron apreciadas en 400 hombres, contra 2 muertos y 6 heridos de las tropas de Páez, entre ellos el Tcol Manuel Arráiz y los capitanes Francisco Antonio Salazar y Juan Santiago Torres.

De regreso al campamento, los 151 sobrevivientes de aquel combate fueron condecorados con la Cruz de los Libertadores y saludados con una proclama de Bolívar, la cual termina: «Lo que se ha hecho no es más que un preludio de lo que podéis hacer».

Morillo se retiró maltrecho de nuevo a Achaguas. Desde allí intentó aprovisionarse recolectando caballos y vacunos, pero numerosos destacamentos de guerrillas insurgentes hostigan permanentemente sus tropas: Nonato Pérez en el alto Apure, Antonio Rangel en Nutrias, Peña en el Trapiche, Urquiola en Calabozo y Villasana en el poblado del Baúl.

Después del combate, Bolívar con todo el ejército se retiró a Mantecal hacia el Este, no considerándose bastante fuerte para empeñar una batalla contra Morillo, cuyas fuerzas de infantería eran superiores.

Entretanto, Páez marchó para Achaguas, adonde llegó Bolívar después de dejar su infantería en Mantecal. De Achaguas salieron juntos con dirección a Barinas, y estando el ejército reunido en el hato de Cañafístola, inmediato al paso de Setenta, por donde iban a cruzar el río Apure; Bolívar mandó hacer alto y ordenó a Páez que fuese a Guasduaito a prender al coronel Nonato Pérez, y hacerse cargo de las fuerzas que allí tenía, trayendo al ejército más de 500 caballos que conservaba en dehesa.

Actuación de Páez en Apure tras la partida de Bolívar

El 23 de mayo, en el consejo de guerra que se celebró en el caserío el Sesenta, se acordó que Páez se quedara en el Apuré mientras Bolívar se dirigió a Nueva Granada.

Según lo convenido, Páez quedó conservando el Apure con el encargo de llamar la atención de los realistas por el camino de San Camilo a Cúcuta, e internarse, si era posible, hasta los valles de este nombre. Para esto era preciso destruir unas fuertes guerrillas realistas que al mando del comandante Silva tenían sus guaridas en Guaca, y allí se dirigió inmediatamente, porque era imprudente dejarlas en retaguardia. Páez logró dispersar dichas guerrillas; pero no pudo destruirlas completamente, porque le fue imposible perseguirlas en aquellos terrenos cubiertos de bosques, que no daban fácil acceso a la caballería.

Estando en Guaca, supo que los realistas tenían un punto fortificado y guarnecido, llamado San Josesito, antes de llegar al pueblo de San Cristóbal, en el tránsito a Cúcuta, punto que era imposible tomar, y mucho menos con caballería. Además, para llegar a él había que atravesar 20 leguas de monte y barrizales donde no encontrarían pasto para los caballos; en vista de tan insuperables obstáculos, Páez resolvió regresar a Achaguas para organizar una fuerza de infantería y caballería, con la que, internarse hasta Guanare, provincia de Barinas, se proponía impedir que el general Latorre pasara a dar auxilio a los realistas de Nueva Granada.

Después de organizar sus fuerzas, se puso en marcha. Pero en el Paso del Frío, viendo los obstáculos que oponía la inundación de las sabanas por las crecidas de los ríos, mandó que la infantería, compuesta de criollos e ingleses, regresase a Achaguas. Con solo la caballería se dirigió a Guanare, dejando a un lado la ciudad de Nutrias, cuya plaza no podía atacar sin fuerzas suficientes de infantería.

Antes de moverse, dio órdenes al coronel Aramendi para hacer un ataque sobre la capital de Barinas con el regimiento de La Muerte, para dispersar o distraer las fuerzas que había batido pocos días antes, y que después se reuniese con él en Guanare.

Combate de la Cruz (20 de julio de 1819)

El 17 de julio, Páez continuó la marcha por el camino que conduce al pueblo de la Cruz, que, según sus guías, era el mejor para reunir las guerrillas que obraban en aquellos contornos. Después de una marcha de tres días consecutivos, no encontraron ningún paraje con provisiones para las tropas, ni un sitio seco donde descansar. Finalmente, acamparon el 19 de junio por la noche a una legua de dicho lugar. Allí le informaron los espías de que una columna de 350 infantes y algunos carabineros, al mando del Tcol Duran, acababa de tomar posesión del pueblo. Tenían objeto de batir las guerrillas, continuar operando en aquellos contornos, quemar el pueblo, destruir las plantaciones y llevar prisioneros a los habitantes a Nutrias.

Se preparó inmediatamente para atacar dicha columna, y al amanecer del 22 de junio ya se encontraban a la orilla del pueblo, sin que los realistas hubieran detectado sus movimientos. Mientras tomaba disposiciones para organizar el ataque, se escapó un tiro a uno de los carabineros, y con objeto de no dar tiempo a los realistas para preparar la defensa, dio orden a la Guardia que avanzara al trote sobre la plaza. El movimiento no pudo hacerse sin alarmar a los realistas, que ya se habían hecho fuertes en la iglesia cuando llegó la Guardia, que pudo fácilmente rechazar los ataques de esta.

Entonces Páez con el resto de las fuerzas avanzó hasta las esquinas de la plaza en que se hallaba la iglesia; trabaron los húsares el combate, y cuando ya habían penetrado hasta el centro de la plaza, mandó a la Guardia que entrara de nuevo al ataque. Cien cazadores realistas, del RIL Barinas, cargaron a la bayoneta contra los húsares, y los obligaron a replegarse a una esquina de la plaza, cuando la Guardia penetró en ella para atacar a los realistas por retaguardia; pero por una desgraciada coincidencia, los cazadores de Barinas vestían un uniforme igual al de los húsares, con lo que engañada la Guardia, tanto más cuando el denso humo de la pólvora, no permitía distinguir claramente los objetos, suspendió inmediatamente el ataque. Rompieron los realistas un fuego horroroso, y la Guardia se vio obligada a retirarse. En la carga habían sido muertos, entre otros, el coronel Urquiola y el capitán Prado, y heridos también varios oficiales y soldados.

Viendo el enemigo que la iglesia no les ofrecía un lugar muy ventajoso para la defensa, la abandonaron y fueron a parapetarse en una casa de tejas, cercada de tapias, que estaba como a una cuadra de distancia de la iglesia. Allí rechazaron los repetidos ataques de Páez, pero volvieron con tal coraje, que los oficiales cortaban con sus sables los balaustres de las ventanas, y los soldados se esforzaban en derribar el portón de la casa a trancazos; pero viéndose expuestos al mortífero fuego que hacían los realistas desde su ventajosa posición, tuvieron en más de una ocasión que suspender el ataque. En uno de estos, fue muerto el capitán Pedro Juan Gamarra al penetrar por un portillo formado entre la cerca y las paredes de la casa.

Viendo Páez que era imposible penetrar allí sin las herramientas necesarias para abrir brecha, dio orden de suspender el ataque, asegurando que esa misma noche serían dueños de la casa. Páez puso cuatro guerrillas de húsares desmontados en las inmediaciones, con orden de hacer fuego a las ventanas que ocupaban los realistas. Los húsares causaron muchas bajas en los defensores, apiñados en aquel estrecho recinto, obstruido por una multitud de cadáveres.

Al caer la noche, formó sus fuerzas para el ataque, pues había descubierto, un sendero que había escapado a la observación durante los ataques de la mañana. Atacaron, pues, la casa por dicho punto y la ocuparon con poca resistencia. El comandante, 30 soldados y el heroico cabo se escaparon en el momento de la entrada de los insurgentes, guiados por el capitán americano Yarza, de modo que solo encontraron dentro de la casa una multitud de cadáveres y heridos. Con razón decían los realistas en el parte que dieron de este encuentro que «aquella casa no estaba defendida por tropas del rey, sino por un triste hospital anegado en sangre».

En la casa encontraron 200 fusiles y muchas municiones almacenadas. Las pérdidas de Páez fueron 5 oficiales, 4 sargentos y 20 soldados muertos; 11 oficiales y 85 soldados heridos.

Después de este combate, al quedar mermadas sus fuerzas, Páez no pudo continuar a Guanaré y decidió replegarse hacia Achaguas, escoltando a los heridos para evitar que fueran hechos prisioneros cerca de Nutrias, por la guarnición realista acantonada allí.

Captura de 11 embarcaciones realistas

Tuvieron que sufrir grandes penalidades durante la marcha, pues tuvieron que alimentarse con frutas silvestres, cruzando siempre esteros anegados de agua y atravesando a nado algunos caños hondos, hasta que llegaron al pueblo de Santa Catalina, donde embarcó a los heridos para Achaguas, y atravesaron el río Apure por el Paso del Frío. Páez volvió a establecer su cuartel general en aquella ciudad. El 3 de septiembre, se incorporó en este lugar el comandante Antonio Díaz con una escuadrilla de lanchas cañoneras, y sabiendo que los realistas tenían en el puerto de Nutrias otra de 11 lanchas armadas y aparejadas para bajar a reunirse con las que estaban en San Fernando, dispuso que Díaz se situara con sus embarcaciones en la boca del Apure Seco y que allí permaneciese oculto para atacar de improviso la escuadrilla realista cuando viniera bajando el río.

Díaz ejecutó la orden y el día 30 de septiembre, frente al pueblo de Apurito, se apoderó de todas las 11 embarcaciones realistas. Díaz bajaba con su escuadrilla a situarse en la boca del río de la Portuguesa, para impedir que por sus aguas y las del Apure se recibieran socorros para la plaza de San Fernando. Estando allí, fue atacado por la escuadrilla realista, pero Díaz logró arrollarla, hasta el extremo de que los realistas tuvieron que echar anclas en la ribera izquierda de la Portuguesa y defender desde tierra las embarcaciones con la infantería que llevaban a bordo.

Díaz regresó a Achaguas con sus heridos, habiendo perdido en ese combate a su segundo, el comandante M. Muñoz.

Actividades en la época invernal

A principios de octubre, estando Páez en el hato de la Yagua, el general Soublette en su paso para Angostura, se presentó para comunicarme que en Guasdualito habían quedado 1.500 reclutas al mando del coronel Justo Briceño, los cuales había ordenado Bolívar que se pusieran a sus órdenes. Dispuso que bajasen de Achaguas, y con ellos y con los demás que fueron llegando sucesivamente de Nueva Granada, se formaron, después de instruirlos en Apure. Se formaron varios batallones, que más adelante, cuando se abrió la campaña del año de 1820, fueron a reforzar al Ejército Libertador, que debía obrar por el Occidente de Caracas.

Casi todo el año 20 se pasó en reunir e instruir reclutas, domar caballos, coger y castrar toros, y ponerlos en dehesa para tener reses cuando el ejército abriera la campaña, y en enviar armas para la Nueva Granada. Sin embargo, de la inacción en aquella época, el ejército de Apure era una amenaza permanente contra las fuerzas realistas de Venezuela, para impedir su unión con las que existían en la Nueva Granada.

El único movimiento en aquella época fue una marcha a Barinas en el mes de enero, encontrándose en el tránsito con Bolívar, que venía de Nueva Granada con dirección a Guayana. Pasó una noche con Páez, y le informó de que el objeto de la marcha era solamente una diversión, para proteger las guerrillas que tenía obrando por llanos de Calabozo y San Carlos y en aquella misma provincia, y al mismo tiempo tener sus tropas en movimiento y actividad. Aprobó Bolívar estas disposiciones y continuando su marcha hacia Guayana, siguió Páez hacia Barinas, ciudad que ocupó; pero después de permanecer en ella algunos días, regresó, sin encontrar tropiezo en el tránsito, a Apure por la vía de Nutrias.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-11-01. Última modificacion 2025-11-01.
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