Guerras de Independencia Hispano-Americanas Independencia de Perú Batalla de Junín (6 de agosto de 1872)

Formación del ejército libertador

Desde Pativilca, Bolívar comenzó las acciones para aumentar el Ejército Unido Libertador del Perú. Nombró como jefes principales del ejército unido a los generales grancolombianos Antonio José de Sucre, José María Córdova y Jacinto Lara. Ningún peruano formó parte del estado mayor siendo que solo el general José de La Mar estuvo a cargo de la rama peruana del ejército.

Bolívar escribió instrucciones precisas sobre todo lo referido a las armas del ejército, en sus cartas incluyó instrucciones desde cómo hacer las correas y cómo herrar los caballos. Así ordenó que los jefes militares tomaran del norte peruano los recursos necesarios, la mayoría fueron obtenidos mediante amenaza y otros fueron simplemente arrebatados de sus dueños. La orden de Bolívar respecto a utilizar la riqueza que hubiere en las iglesias dio lugar a abusos y saqueos por parte de los jefes militares grancolombianos.

Para el 30 de marzo de 1824 el Ejército Libertador Unido se encontraba en las siguientes posiciones: el BI de Vargas en Huaraz; el BIL de Voltígeros en Carhuaz; el BI de Pichincha en Cara; el BI de Bogotá en Pomabamba, los granaderos de Colombia y de los Andes en Yungay; el BI-I del Perú en Huari; los húsares del Perú en Huánuco; el BIL de Rifles y BI Vencedor en Cajabamba; los coraceros del Perú en Trujillo; el BI-II y el BI-III del Perú con la Legión Peruana en Cajamarca y las guerrillas dispersas por todo el territorio que servían de avanzadas.

Durante todo ese tiempo, la guerra se desarrollaba en el mar. El almirante Martin George Guisse, jefe de la escuadra peruana, destruyó los barcos de guerra españoles que asediaban las costas peruanas, permitiendo que llegasen pertrechos y refuerzos desde Colombia y asediando constantemente la fuerza realista acantonada en el Callao bajo el mando de José Rodil.

Sucre y Bolívar discutían sobre la estratega militar a seguir; Sucre deseaba realizar un ataque preventivo tomar Jauja y llegar hasta el valle de Izcuchaca y Bolívar prefería ahorrar sus fuerzas hasta recibir refuerzos, y se oponía a ocupar terreno que no pudiesen consolidar. Los refuerzos enviados por Páez desde Venezuela llegarían en mayo.

En cuanto a Bolívar su posición, hasta el momento de la concentración en Cerro de Pasco, fue: Trujillo del 7 de marzo al 12 de abril; Otuzco, donde se enteraría de la pugna entre La Serna y Olañeta, entre el 13 al 19 de abril; Santiago del 20 al 26 de abril; Huamachuco del 27 de abril al 9 de mayo; Huaraz del 10 de mayo al 17 de junio; Huánuco del 18 de junio al 6 de julio; Huariaca del 7 de julio al 27 de julio; Cerro de Pasco el 29 de julio.

Batalla de Junín (6 de agosto de 1824). Movimientos de fuerzas antes de la batalla.

Bolívar consiguió levantar una fuerza de 8.700 hombres, de los cuales 1.000 eran jinetes, a los que hay que sumar 1.500 montoneros locales, con lo que la fuerza total era de 10.200 efectivos. Este ejército, reconstruido con tesón, fue concentrado en Cerro de Pasco el 1 de agosto de 1824, en la zona comprendida entre Cerro Pasco y Rancas, a unos 4.300 metros sobre el nivel del mar. Su composición era la siguiente:

  • Mando:
  • Director de la guerra: general en jefe Simón Bolívar.
    • Secretario general: doctor José Faustino Sánchez Carrión.
    • Secretario militar: coronel Tomás de Heres.
    • JEM: GB (general de brigada) Andrés de Santa Cruz.
  • Cuartel General
    • Comandante en jefe: general de división Antonio José de Sucre.
    • Estado Mayor: GB Agustín Gamarra. Ayudantes: coronel Francis Burdett O’Connor y coronel Manuel Soler.
    • Cirujano mayor: sargento mayor Antonio Merich.
    • Comandante de caballería: GB Mariano Necochea.
    • Comandante de la caballería colombiana: coronel Lucas Carvajal.
    • Comandante de la caballería peruana GB Guillermo Miller.
  • División de Vanguardia (1ª de Colombia)
    • Mando: el GB José María Córdoba, siendo su JEMel Tcol Antonio Guerra.
    • Infantería: BI de Caracas del coronel José Leal, BI de Pichincha del coronel Manuel León, BIL de Voltigeros del Tcol Pedro Guash y BI Bogotá del Tcol José León Galindo.
    • Caballería: RC de granaderos de Colombia (2) del sargento mayor Felipe Otto Braun, EC de granaderos de los Andes del coronel Alejo Bruix y EH del Perú de Isidoro Suárez.
  • División del Centro (peruana)
  • Mando: gran mariscal José de la Mar.
    • Infantería: BI-I del coronel Francisco de Paula Otero, BI-II del coronel Ramón González, y BI-III del coronel Miguel Benavides, todos del Perú.
    • Caballería: RH del Perú (2) del coronel Antonio Placencia.
    • Artillería: 6 piezas al mando del mayor Fuentes.
  • División de Retaguardia (2ª de Colombia)
    • Mando: GB Jacinto Lara, siendo su JEM el coronel Manuel Martínez de Aparicio.
    • Infantería: BIL de Rifles del coronel irlandés Arthur Sandes, BI Vencedor de Boyacá del coronel Ignacio Luque y BI de Vargas del coronel José Trinidad Morá.
    • Caballería: RH de Colombia (3) del coronel Laurencio Silva.

Las guerrillas locales, que fueron ganadas por Bolívar, también jugaron un papel importante durante la campaña. Estaban compuestas por gente del pueblo, airada por las represalias de los realistas, y también por bandoleros que aprovechaban la convulsión de la guerra para sacar alguna ganancia. Conocían bien el territorio, espiaban, sabían dónde obtener recursos y andaban en constante observación y hostigamiento. El general Miller fue enviado a tomar el mando de los 1.500 montoneros que ocupaban la zona entre Pasco y Reyes.

Miller fue encargado al frente de los montoneros para hostigar a las fuerzas de Canterac en Jauja e impedir la comunicación de estas con las de Lima y El Callao. El otro propósito de la misión de Miller, no menos importante, era emplear la guerrilla para labores de espionaje y ofrecer a Sucre, su superior inmediato, información sobre el terreno, la ubicación, número y abastecimiento del enemigo. El general inglés entregó entonces información útil para la ofensiva que se preparaba sobre las posiciones de Canterac a mediados de 1824. El otro papel a destacar de las guerrillas fue la cobertura de las vanguardias del Ejército Unido. La tarea de esta operación preventiva y protectora tocó a las partidas de Francisco de Paula Otero, Carreño, Huavique, Francisco Vidal, Quispe Ninavilca, Aldao, Delgado Guzmán, Isidoro Villar y otros cien más.

A estas fuerzas hay que sumar la movilización de miles de civiles peruanos enganchados forzosamente en largas filas de cargadores siguiendo al paso del ejército, amenazando con fusilar a quienes demoraran la columna o no aportaran el acopio de víveres. Ante la resistencia de los pobladores frente a la imposición de los militares, el coronel Aldao propuso «fusilar a todos los peruanos que no fueran decididos por la causa justa de América». Sucre le respondió: «Tome usted medidas duras».

Situación de las fuerzas realistas

A inicios de 1824 el ejército español en el Perú estaba organizado de la siguiente forma: el general Canterac, jefe del Ejército del Norte (8.000 hombres), tenía en Huancayo su cuartel general; el brigadier Rodil, con una columna en Ica, custodiaba hasta Chincha, es decir, una franja de 100 km en la costa sur; 1.000 efectivos protegían el Cuzco, capital del Perú realista y residencia del virrey La Serna; el general Gerónimo Valdés, comandante del Ejército del Sur (3.000 hombres), tenía por base la ciudad de Arequipa y sus fuerzas estaban repartidas entre esta provincia y la provincia de Puno; el general Olañeta, jefe de una división dependiente del Ejército del Sur (4.000 hombres), ocupaba desde Oruro el Alto Perú; 2.000 hombres más componían columnas móviles o guarniciones subalternas.

Estos números indicaban una evidente superioridad de 18.000 hombres frente a los 6.000 de Bolívar. El virrey La Serna se encontraba en comunicación constante con sus generales y preparaba todo para una incursión sobre El Callao, Lima y el norte del Perú entre abril o mayo, después de terminada la estación de lluvias. Pretendía sumar 3.000 hombres del ejército de Valdés con los 8.000 de Canterac en Jauja y posicionar las fuerzas del general Olañeta en el Desaguadero, esto último con el propósito de observar la costa desde Arequipa a Iquique y acudir pronto a cualquier punto al que fuera llamado.

Lima y El Callao cayeron en poder realista gracias a la rebelión de la fortaleza Real Felipe.

Olañeta, el virrey La Serna, quien no podía permitir una división en su ejército en un momento tan provechoso para la causa monárquica, comisionó al general Gerónimo Valdés con el Ejército del Sur a proponer un arreglo pacífico con Olañeta. El general Valdés se entrevistó con Olañeta en Tarapaya, a las afueras de Potosí, el 9 de marzo de 1824; aceptó las exigencias de Olañeta, convino en la destitución de La Hera y Maroto y en que el propio Olañeta nombrase un gobernador en el Alto Perú a sus órdenes. No había, al parecer, más motivos para que Olañeta mantuviera su actitud rebelde. Sin embargo, aquel se sintió amenazado con la presencia de las tropas de Valdés que, con la excusa de atacar las montoneras de José Miguel Lanza, las mantuvo acantonadas en Cochabamba y La Paz, faltando a lo pactado en Tarapaya. Comenzando el enfrentamiento.

Esta disensión fue aprovechada por Bolívar para poner en marcha su ejército y atacar a Canterac. Bolívar sabía que mientras Valdés estuviera comprometido en el Alto Perú, La Serna pospondría toda ofensiva en su contra. Era un golpe de fortuna que no podía dejar pasar.

En 1824, el virrey La Serna enfrentaba tanto a los independentistas como a las fuerzas rebeldes de Olañeta. Es por esto que tuvo que dividir al ejército bajo su mando en dos fuerzas principales: el Ejército del Sur, bajo el mando del mariscal Gerónimo Valdés; y el Ejército del Norte, bajo el mando del mariscal José de Canterac. El Ejército del Sur se destinó a combatir a Olañeta, mientras que el Ejército del Norte se destinó a hacer frente a los independentistas.

Al margen del Ejército del Norte y del Ejército del Sur, existían fuerzas realistas dispersas en otras partes del territorio peruano. Se trataba de cuerpos militares más pequeños, ubicados, entre otros lugares, en ciudades de la sierra sur, como el Cuzco, donde estaba el virrey, y Arequipa; o en la costa, donde los realistas habían recuperado Lima y el Callao a finales de febrero de 1824.

El Ejército del Norte del TG José de Canterac estaba compuesto de unos 6.000 infantes y 1.300 jinetes en 3 divisiones:

  • DI-1 de Rafael Maroto Yserns con el BI-I del Real Infante, BI-I del Imperial Alejandro, BI de Burgos y BI de Cantabria.
  • DI-2 de Juan Antonio Monet con el BI de Castro (de Chiloé), BI Victoria (ex-Talavera), BI de Guías del General (Alto Perú), BI del Centro (ex-Azángaro), BI-II de Cuzco.
  • DC de Ramón Gómez de Bedoya con unos 1.300 jinetes RD de la Unión (3), EH de Fernando VIII, RD de Perú (4).
  • Bía de artillería con 9 piezas.

Movimientos previos

A mediados de junio, Bolívar salió con el ejército desde Huaraz para trasmontar la Cordillera Blanca y dar inicio formal a la campaña. La travesía se efectuó por tres caminos diferentes: el de Huaraz a Chavín, el de Recuay a Huallanca y el de Chiquian a Jesús, senderos llenos de obstáculos; allí Bolívar observó el modo de trabajar de los mineros, a quienes, por decreto especial, había eximido del servicio militar.

El 24 de junio de 1824, el grueso del ejército quedó concentrado en Huánuco. Desde allí el ejército fue distribuido en dos cuerpos que tomaron la ruta que pasa por Huariaca y la que conduce a Yanahuanca. Durante los primeros días de julio, alarmado por un reconocimiento que hizo Canterac hasta Cacas, Bolívar resolvió concentrar el ejército en Cayna; pero, dado que el general español no avanzó como esperaba, dispuso que la reunión se efectuara en Michivilca, en el valle del Huachar. Desde este punto avanzó a Cerro de Pasco el 1 de agosto de 1824. Al día siguiente, en Sacramento, llanura entre Rancas y Pasco, Bolívar pasó revista a sus 8.700 hombres y les arengó.

El 3 y 4 de agosto todo el Ejército Unido marchó sobre el río Jauja, Cochamarca y El Diezmo, a unas siete leguas de Pasco. Allí se sumaron 700 montoneros a caballo a los húsares del Perú, que eran mandados por el coronel argentino Manuel Isidoro Suárez.

El 5 de agosto llegaron los realistas a Carhuamayo, donde tomaron posiciones la artillería y la infantería al mando del general Maroto. Canterac practicó con la caballería un reconocimiento sobre Pasco donde, para su sorpresa, se enteró de que el ejército enemigo avanzaba en dirección a Jauja por el camino de Yauli, opuesto al tomado por los españoles; es decir, Canterac y Bolívar marchaban sobre las márgenes opuestas de la laguna de Junín (actual Chinchaycocha) a 4.000 metros sobre el nivel del mar.

El general español, temeroso de que Bolívar envolviera su retaguardia, regresó sobre su infantería en Carhuamayo y ordenó un cambio de frente en su línea.

Batalla de Junín (6 de agosto de 1824. Movimientos de fuerzas previos a la batalla.

Desarrollo de la batalla

Durante la madrugada del 6 de agosto, tanto el Ejército Unido como el Ejército Real del Perú se dirigían a Reyes. El general español salió de Carhuamayo hacia Reyes para sacar ventaja al enemigo. Bolívar, bien informado por las guerrillas que mandaba Miller de los movimientos realistas, dispuso desde Conocancha hacer una marcha forzada directo a Reyes con el objeto de cortar el paso a Canterac, quien, percibido de las fuerzas enemigas y de una posible pérdida de contacto con Cuzco, optó por la retirada al sur.

Bolívar, cuyo ejército no había terminado de franquear la sierra, divisó en la distancia a los realistas, que se retiraban por la pampa de Junín.

En esos momentos, Bolívar contaba únicamente con su caballería, que estaba mandada por el general argentino Mariano Necochea y que estaba formada por 9 escuadrones en 2 divisiones:

  • DC de Colombia al mando del coronel Lucas Carvajal con RC de granaderos de Colombia (2) de Otto Philipp Braun, y RH de Colombia (3) del coronel Laurencio Silva.
  • DC del Perú al mando del general William Miller con EC de granaderos de los Andes del coronel Alejo Bruix y RH del Perú (3) del coronel Antonio Placencia, y un número desconocido de montoneros a caballo.

Estas fuerzas recibieron instrucciones de fijar a los realistas para dar tiempo a que llegase la artillería y la infantería que se encontraban a 5 km de distancia. Para ello debían seguir en columna hasta llegar a la pampa, donde el terreno permitía desplegar para el ataque. Encabezando la formación iba el RC de granaderos de Colombia (2) de Otto Philipp Braun, seguido por el EC de granaderos de los Andes al mando de Alejo Bruix, el RH de Colombia (3) del coronel Laurencio Silva y el RH del Perú (3) del coronel Antonio Placencia.

El TG Canterac, al ver el movimiento, se percató de la excelente ocasión que se le ofrecía. Sus fuerzas estaban reunidas y le permitía atacar con la caballería, infantería y artillería a la vez. Él mismo se puso al frente de la caballería (1.300) que pensaba que era más numerosa y de excelente calidad.

Canterac desplegó con el EH de Fernando VII y el RD de La Unión (3) en línea y RD de la del Perú (4) en las alas, formados en columna para propiciar el envolvimiento; hecho esto, se lanzó a la carga. Fue tal la celeridad que quería imprimir a la acción, que las unidades partieron al galope, cuando lo normal es iniciarla a paso, pasar al trote y galopar solo en los últimos metros antes del choque, para que los caballos lleguen descansados.

Batalla de Junín (6 de agosto de 1824. Despliegue de fuerzas y desarrollo.

Cuando se inició la carga, la caballería independentista estaba saliendo del trecho por el que venía y comenzaba a desplegarse en la pampa, pero cuando únicamente los granaderos de Colombia habían formado en línea de batalla, fue cargada por la caballería realista, mientras el EH-3 del Perú aguardaba en la quebrada de Chacamarca su turno para entrar en la línea.

Los granaderos de Colombia y los granaderos de los Andes fueron los primeros en desembocar por el abra (apertura entre montañas) e inmediatamente formaron en línea de combate. Desmontaron y recibieron a pie firme el choque de la caballería española enristrando sus largas lanzas a modo de picas, esperando el ataque realista.

Los granaderos fueron arrollados por el ímpetu de la carga; el jefe de la caballería independentista, el general Necochea, recibió 7 heridas y fue hecho prisionero, aunque posteriormente sería rescatado. Únicamente una parte de los granaderos de Colombia, al mando del mayor Braun, lograron abrirse paso entre las filas contrarias, quedando en posición ventajosa, mientras que el resto de la caballería independentista se replegaba perseguida por la realista.

El general Miller, que había recibido orden de flanquear con 250 peruanos (EH-2 y EH-3 del Perú) la línea derecha realista, terminó atacando de frente, aunque, impedido por el pantano y con el enemigo encima, retrocedió con sus jinetes montados.

Batalla de Junín (6 de agosto de 1824). Los húsares de Perú cargando en columna al mando de Miller. Autora Etna Velarde.
Batalla de Junín (6 de agosto de 1824). Los húsares de Perú cargando en columna al mando de Miller. Autora Etna Velarde.
Batalla de Junín (6 de agosto de 1824). Los húsares de Perú cargado en columna (1). Autor Marcos Casimiro Ninahuanca.

Al presenciar el crítico momento, el general Bolívar, que junto a su estado mayor había estado observando el combate sobre una loma, a orilla del lago, se retiró a retaguardia, preocupándose en reunir los dispersos de su caballería y acelerar la marcha de la infantería.

El combate parecía ganado para Canterac, quien hasta el momento, en palabras del propio Miller «había dado una carga maestra».

Sin embargo, contra lo esperado, el jefe español comenzó a ver esfumarse la victoria cuando su caballería, sin conservar el orden o mantener reserva fuerte, se lanzó a la persecución. Una parte acosaba a la caballería de Miller y la otra al resto de los independentistas del desfiladero. En medio de la asechanza no había notado Canterac que el EH-1 peruano, al mando del Tcol Isidoro Suárez, estaba a su derecha.

Batalla de Junín (6 de agosto de 1824). La carga del primer escuadrón de húsares de Perú. Autor José Gómez Fernandez.

Suárez aguardó el paso de los realistas hasta quedar el campo despejado para dar orden de atacar por la retaguardia a los que perseguían a Miller. El ataque inesperado de los húsares peruanos generó confusión entre los realistas, que se encontraban dispersos y además sus caballos estaban agotados por la carga a galope durante un kilómetro a 4.000 metros de altitud.

Batalla de Junín (6 de agosto de 1824) Rázuri y la carga de los húsares del Perú. Autor Pedro David Osorio Chávez.

Miller vio en esta acción una oportunidad de reorganizar la caballería independentista y mandó volver caras. Los realistas quedaron así amenazados por el frente y la retaguardia. Por otro lado, los demás escuadrones independentistas aprovecharon el éxito del ataque de Suárez para rehacer sus fuerzas y volver a la ofensiva.

El escenario era aplastante para los realistas. Miller y Suárez arremetían por su derecha. Silva y Carvajal, ya desplegados en la pampa, arrollaban el centro, y Braun, con Camacaro, la izquierda. La caballería realista, dividida, sin orden, hostigada por todos lados, terminó en retirada.

Bolívar, que desde un cerro próximo a Junín observaba el combate, hizo montar en ancas a una compañía de tiradores al mando del capitán Pringuel para dar persecución. El mayor Braun logró acosar a los fugitivos hasta las filas de su propia infantería.

Secuelas de la batalla

Los realistas pudieron escapar, aunque siendo acosados durante varios días. El Libertador, ante el arribo de la noche, la fatiga de su caballería y la lejanía de las tropas españolas, mandó a la infantería pernoctar en la propia llanura de Junín. Había perdido, según el dato oficial de su jefe de Estado Mayor Santa Cruz, 3 oficiales y 42 soldados muertos y 100 heridos. El 7 de agosto, al toque de diana, dispuso la marcha de todo su ejército hacia el pueblo de Reyes, a una legua del sitio de la batalla. La compañía de tiradores y la caballería regresaron con varios prisioneros realistas hechos en la persecución.

Las bajas de los realistas fueron 248 entre muertos y heridos y 80 prisioneros. Sin embargo, el verdadero desastre de la campaña de Junín para los realistas estuvo en la retirada. De acuerdo con Dellepiene, en la retirada, los realistas perdieron unos 3.000 hombres entre desertores, rezagados, enfermos y extraviados, a lo cual hay que sumar al abandono de almacenes, armas y municiones.

A pesar de no ser perseguidos por el ejército independentista, sino solo seguidos y hostigados por partidas de montoneros, los realistas se replegaron a marchas forzadas hasta Jauja, adonde llegaron el día 7 y, al día siguiente, a Huayucachi, tras haber recorrido unos 160 kilómetros. Luego, marcharon hacia el actual Ayacucho, pasando por Huanta y Huamanga, adonde llegaron el 22 de agosto. Para octubre de aquel año, la menguada fuerza de Canterac llegó a Cuzco para ponerse a órdenes del virrey.

Lejos de continuar la marcha persiguiendo a los realistas, las tropas lideradas por Bolívar permanecieron hasta el 8 de agosto en Reyes, celebrando el triunfo. Este pueblo pasó a llamarse Villa Heroica de Junín y luego, por decreto de la dictadura militar iniciada en 1968, Heroica Ciudad de Junín. A su vez, los húsares del Perú pasaron a ser oficialmente denominados húsares de Junín.

Batalla de Junín (8 de agosto de 1824). Alegoría de la batalla.

El jefe Canterac narró que la derrota de su caballería y la proximidad de la infantería independentista, superior a la suya, le obligaron a salir del campo para evitar la destrucción total de sus fuerzas. Escribió en su parte: «No sé hasta dónde tendré que continuar mi retirada y con qué medios lo haré, si el enemigo trata de hostigarme siguiéndome con empeño». Solicitaba entonces el virrey el auxilio de Valdés, cinco o seis mil hombres, y el regimiento de la Guardia para reanimar su abatida caballería. En el escape precipitado cortó puentes e incluso hizo volar el de Iscuchaca; dejó a Bolívar provisiones, armas y ganado. A Rodil, gobernador de El Callao, le mandó enviar 200 hombres del escuadrón San Carlos a Cañete para evitar que los montoneros de Yauyos cortaran comunicaciones con la costa. Por otro lado, el brigadier Maroto, hastiado de sus desatinos militares, le abandonó con un grupo de partidarios para ir con el virrey.

Las consecuencias del triunfo de Junín fueron: La desmoralización del ejército realista del norte. La ruina de la fama de su caballería, tenida por imbatible hasta entonces. La entrega a Bolívar de caballos, municiones y recursos. La ganancia para los republicanos de las provincias de Tarma, Lima, Huancavilca, Huamanga y una porción del Cuzco. El centro del Perú quedó en manos del Ejército Libertador.

Canterac perdió prestigio y el virrey La Serna asumió en persona el mando del ejército. Esta derrota hizo que el virrey llamara como refuerzos a las tropas realistas que, mandadas por el mariscal Gerónimo Valdés, combatían a Olañeta en el Alto Perú. Así, y a pesar de haber vencido a Olañeta en la batalla de La Lava, acontecida el 17 de agosto de ese año, Valdés tuvo que detener su campaña militar y regresar del Alto Perú para unirse a las fuerzas del virrey.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-11-07. Última modificacion 2025-11-07.
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