Guerras de Independencia Hispano-Americanas Independencia de Perú Movimientos en el primer semestre de 1821

Movimientos del Ejército Libertador del Perú en el primer semestre de 1821

El 25 de noviembre de 1820 se produjo el combate de Chancay. Chancay es una pequeña localidad que se encuentra en territorio peruano, sobre la costa del océano Pacífico. Una partida de reconocimiento de 25 granaderos a caballo al mando del capitán Juan Pascual Pringles, había recibido la orden de marchar a la caleta de Pescadores, a 15 km de Chancay, donde debía aguardar al comandante colombiano Tomás Heres, y a varios oficiales del BIn Numancia, para transmitirles una orden y aguardar la respuesta.

La partida realizó una marcha forzada durante la noche desde su campamento hasta el lugar indicado, llegando allí al amanecer, cuando de improviso fue atacada por tres escuadrones realistas al mando del coronel Gerónimo Valdés, entablándose un desigual combate en el cual los independentistas fueron derrotados y las bajas fueron dos terceras partes de su fuerza (3 muertos y 11 heridos). Pringles con los supervivientes tomó la costa del mar y, en vez de rendirse, galopó hacia la orilla, internándose en las aguas ante la vista atónica de los realistas. El coronel Valdes, asombrado al ver este acto de arrojo y heroísmo, le ofreció una capitulación honrosa que lo salvó junto con los soldados que quedaban. Posteriormente, el general San Martín otorgó a Pringles y a sus hombres una condecoración con el lema: “Gloria a los vencidos en Chancay”. Los realistas, expresando su respeto hacia ellos, hicieron acuñar cinco medallas, una para cada uno, con la leyenda: “La Patria a los vencidos, vencedores de Pescadores”.

Los primeros días de enero de 1821, San Martín intentó atacar a los realistas en la zona de Chancay. Para llevar a cabo este objetivo, San Martín y su ejército abandonaron sus acantonamientos de Huaura el 5 de enero. La derecha del ejército libertador avanzó hacia Ancón, donde se encontraba la escuadra libertadora. La izquierda, en tanto, se situaba en Palpa. Álvarez de Arenales debía unirse en Chancay con el grueso del ejército republicano para poder dar inicio al plan ofensivo. Para ello, Álvarez de Arenales salió de Cerro de Pasco el 20 de diciembre de 1820, llegando a Huamantanga el 30. Pero como se diera cuenta de que el movimiento se estaba retardando, aceleró la marcha, pero a pesar de ello llegó con retraso respecto al día prefijado para la conjunción de las fuerzas. Como consecuencia de este retraso, el plan quedó sin ser llevado a la práctica. El 8 de enero Álvarez de Arenales llegaba a Chancay y se encontraba con San Martín. El 13 ambos se replegaban sobre Huaura.

Los realistas, que avanzaban persiguiendo a los independentistas, detuvieron su marcha por orden del virrey. Ellos pensaban que el plan de San Martín consistía en alejarlos del ejército de Lima, por lo que decidieron no prestarse al supuesto juego. Los realistas localizaron su acantonamiento en Aznapuquio.

San Martín decidió abrir campaña simultáneamente por el centro y sur del Perú, así como también por la misma Lima, tratando de crear un ambiente desconcertante e inquietante para los realistas. Se trataba de que ellos se sintieran avasallados ante la profundidad y extensión de los movimientos independentistas, los cuales convulsionarían todo el Perú y, por lo tanto, los pondría en dificultades y, sobre todo, los haría tomar conciencia de su situación crítica. Los resultados fueron del todo halagadores para San Martín, ya que como resultado de su plan las fuerzas realistas tuvieron que abandonar Lima en el mes de julio de 1821.

Campaña de Miller a los puertos intermedios (13 de marzo al 23 de mayo de 1821)

La expedición enviada hacia el Sur estaba a cargo del Tcol británico Guillermo (William) Miller. El 13 de marzo zarparon en el navío San Martín y las fragatas O’Higgins y Valdivia (ex Esmeralda), un total de 500 infantes del BI-IV de Chile y 100 jinetes, al mando de Miller.

El 13 de marzo, la expedición zarpó del puerto de Huacho (al norte de Lima) y, conducida por el almirante Cochrane, al sur desembarcó en Pisco en la noche del 21 de marzo. Dos días después, las tropas independentistas habían ocupado la importante hacienda de Caucato y todo el valle de Chincha.

El virrey, al informarse de este nuevo movimiento, encargó al comandante Andrés García Camba con 200 jinetes para batir a Miller, para lo cual este jefe realista se situó en la orilla norte del río Chincha, a mediados de abril.

Al llegar al lugar, las tropas de ambas fuerzas se vieron afectadas por las calenturas estacionales (paludismo) propias de la región y que igualmente causaron importantes bajas en el ejército independentista. En tan solo un mes, la fuerza de Miller había tenido 28 muertos y 180 enfermos por este mal; él mismo enfermó y hubo de ser transportado a sus buques. Similar era la situación en el campo realista, donde también cayó enfermo el comandante García Camba. Privados ambos jefes del mando de sus tropas, sus segundos sostuvieron una serie de escaramuzas menores, pero manteniendo fundamentalmente una mutua actitud defensiva.

Mientras tanto, el audaz Cochrane, a bordo del buque San Martín, bombardeó El Callao el 2 de abril.

Miller decidió embarcar a los enfermos a bordo de las fragatas O’Higgins y Valdivia y hacer que los trasladasen a Huacho. Con los sanos Miller llevando consigo 100 negros liberados de las haciendas de la zona que le sirvieron para cubrir las bajas que había tenido. De los hacendados realistas obtuvieron también 6.000 duros en metálico, 500 botijas de afamado aguardiente de Pisco, 1.000 cargas de azúcar y otras tantas de tabaco. Luego continuó rumbo al sur, llegando a Arica el 4 de mayo, donde Cochrane trató de intimar la rendición al gobernador realista bombardeando la ciudad, pero este, que contaba con 300 soldados y 6 cañones como guarnición, se negó a ello.

Cochrane intentó entonces desembarcar en la zona sur de Arica durante la noche y, tras muchos trabajos y peligros, sus hombres lograron saltar a tierra en una zona de peñascos y precipicios y teniendo las municiones mojadas por el fuerte oleaje. Ante el temor de ser sorprendidos en esa condición por las tropas realistas, optaron por regresar a los buques. La madrugada confirmó sus sospechas, pues en las alturas de los acantilados se encontraban parapetados los soldados realistas. Un nuevo intento de desembarco al norte la noche siguiente tampoco tuvo éxito. Durante este tiempo, el gobernador de Arica había ordenado que los caudales del puerto fueran transportados al interior, de lo cual se percató Miller al ver que una numerosa columna de animales de carga abandonaba el puerto bombardeando este puerto.

No deseando desaprovechar la oportunidad, Miller desembarcó esta vez en Sama, algo más al norte de Arica. Allí Miller dividió sus efectivos en dos grupos: un grupo que pasó a ocupar Arica, al mando de Soler, y otra al mando del propio Miller y que pasó a Tacna.

En Tacna, Miller formó una columna peruana con 2 compañías de infantería realista, pasadas a los independentistas, aumentada con paisanos de Tacna hasta formar un batallón, a la cual entregó una bandera azul con un sol en el centro como distintivo del flamante RI «Independientes de Tacna». Esta fue una de las primeras enseñas en reunir a los peruanos decididos por la independencia; entre estos se encontraba el Tcol Bernardo Landa, quien por su conocimiento de la geografía de la región daría valiosos servicios durante las siguientes acciones. Al tener noticia de estos hechos, la guarnición de Arica se retiró del puerto, el cual fue ocupado por un grupo de marineros de la escuadra de Cochrane al mando del capitán británico Wilkinson. Seguidamente, se capturó 120.000 duros y 6 barras de plata, así como también gran cantidad de mercancías que se guardaban en los almacenes.

Ante esta situación, el general realista Juan Ramírez Orozco, comandante general del ejército del Alto Perú, ordenó que fueran desplazados con urgencia refuerzos de los batallones Gerona y del Centro estacionados en las ciudades de Oruro y La Paz, los cuales debían reunirse con el coronel José Santos de la Hera, quien marchaba ya de Arequipa con dos compañías de infantería y un escuadrón de caballería.

Combate de Mirave (22 de mayo de 1821)

Comprendiendo lo delicado de su situación, Miller abandonó Tacna con 310 infantes del BI-IV de Chile, 70 granaderos a caballo y 60 voluntarios tacneños a caballo, con los cuales avanzó resueltamente sobre la columna del coronel José Santos de la Hera antes que pudiera recibir refuerzos.

Miller fue guiado por el Tcol peruano Bernardo Landa y Vizcarra, natural de Moquegua; atravesó el desierto que mediaba entre el pueblo de Buena Vista y Mirave (15 leguas) en tan solo 20 horas, llegando a medianoche al punto ocupado por los realistas, aunque sin saber que en ese lugar tenían establecido su campamento, una avanzada realista que se encontraba pastando la caballada en un alfalfar descubrió a las tropas independentistas y dio la alarma al coronel de la Hera. Miller tuvo entonces que retirarse precipitadamente bajo el fuego enemigo perdiendo 1 oficial y 17 soldados. Ambas fuerzas pasaron la noche a la expectativa con el arma al brazo y sosteniendo algunos tiroteos.

A las 4 de la mañana del 22 de mayo, Miller, con sus tropas convenientemente formadas, se decidió al ataque inmediatamente. A pesar de la mucha oposición que encontraron, forzaron el paso y tomaron posesión de una casa al lado opuesto del valle, y a tiro de fusil del campo realista. El capitán Plaza con 50 infantes y 25 caballos, acompañado del capitán Hinde con algunos cohetes, distrajo a los realistas. Se sostuvo un vivo fuego de ambas partes hasta romper el día, y entonces advirtieron a los realistas formados en las alturas.

La celeridad con que ejecutó esta maniobra impidió a los realistas ocupar una loma a su izquierda y, una vez con el terreno a su favor, sus fuerzas lograron expulsar a las de la Hera tras un corto, pero reñido combate que duró 15 minutos, en los cuales los soldados realistas combatieron con valor desesperado, pues tenían cortada su retirada por un monte cortado a pique por un precipicio. Quedaron en el campo 96 muertos y 157 prisioneros, la mayoría de ellos heridos; tan solo unos 60 infantes y 80 jinetes lograron escapar. Las bajas independentistas en el ataque fueron 25 hombres muertos y heridos; entre los primeros, el cirujano escocés Welsh cuya pérdida fue muy sensible para Miller y Cochrane, los que, unidos a los 18 hombres perdidos en la escaramuza del día anterior, dieron un total de 43 bajas.

Cuando el combate había terminado ya, hicieron su aparición en el campo los refuerzos realistas provenientes de Puno, los cuales, al mando del Tcol Rivero, avanzaron sobre la posición ocupada por los independentistas, pero viendo que ya la acción estaba terminada y que habían llegado demasiado tarde, optaron por retirarse.

Miller había logrado interponerse entre las fuerzas realistas y evitar que unidas le presentaran un combate que le podría haber sido adverso por la superioridad numérica de estas. Con los restos de sus fuerzas, el coronel de la Hera tomó el camino de Moquegua, siendo hostigado en su retirada por un destacamento de soldados y montoneros al mando del coronel Landa enviado en su persecución.

Combate de Calera (26 de mayo de 1821)

El Tcol Rivero, al ver la derrota de sus compañeros, se retiró dirigiéndose hacia Arequipa; Miller fue tras él en su persecución. El 26 de mayo, las dos fuerzas chocaban en Calera. Las tropas del Tcol Rivero, carentes de cohesión, se desbandaron ante la aproximación de Miller; muchos fueron tomados prisioneros y 20 se pasaron a los independentistas, quienes regresaron a Moquegua.

A consecuencia de la firma del Armisticio de Punchauca, la misión de Miller llegó a su fin. El 19 de julio llegaba al puerto de Arica y zarpaba el 22, llegando a Pisco el 1 de agosto de 1821.

Segunda campaña de Álvarez Arenales

En abril de 1821 se dio inicio a la Segunda campaña de Álvarez de Arenales por la sierra central del Perú. Para esta nueva oportunidad, el jefe republicano llevaba un total de 2.116 efectivos a los que se debían unir los 600 hombres a cargo del coronel Agustín Gamarra. Según el punto segundo de las instrucciones dadas a Álvarez de Arenales, y que se encuentran suscritas por San Martín, en Huaura, el 20 de abril de 1821, los cuerpos del ejército destacado para incursionar por segunda vez por la Sierra Central serían los siguientes 2.116 efectivos.

  • BI Numancia (800) del coronel Tomás Heres.
    BI-VII de los Andes (600) del coronel Pedro Conde.
  • BIL de cazadores (400) del coronel José María Aguirre.
  • RC de granaderos (300) del coronel Rudecindo Alvarado.
  • Bía de artillería (16) con 4 cañones.
Segunda campaña de Álvarez de Arenales por la sierra central del Perú.

El 21 de abril Álvarez de Arenales salía de Huaura con todos los efectivos a su mando. El 28 llegaba a Oyón y en dicho punto se le unían los 600 efectivos del coronel de Gamarra. Allí se informaron de que las fuerzas de Ricafort y Valdés habían descendido a Lima, quedando solo en la sierra una división (900) al mando de José Carratalá.

El 9 de mayo las fuerzas independentistas abandonaron Oyón rumbo a Cerro de Pasco, donde llegaron dos días después. Carratalá, sabedor de este desplazamiento, ordenó abandonar Cerro de Pasco. Álvarez de Arenales, al llegar a dicho punto, encargó a Alvarado salir en búsqueda de las fuerzas realistas, pero debido a la impericia de este jefe, que hizo un desplazamiento sumamente lento, las fuerzas de Carratalá pudieron escapar con toda facilidad. Incluso Carratalá, al pasar por la ciudad de Reyes, ordenó incendiarla.
El 20 de mayo las fuerzas patriotas ingresaron en la ciudad de Tarma, para de allí pasar a Jauja. Como los realistas se encontraban situados en Concepción, Arenales destinó una división, al mando de Gamarra, para enfrentarlos. El 24, por la noche, las fuerzas comandadas por Gamarra llegaban sorpresivamente al punto donde se encontraban las fuerzas realistas comandadas por Carratalá. Sin embargo, desaprovechó la oportunidad de atacar en ese momento, decidiendo esperar el día siguiente para atacar. Esto permitió a Carratalá informarse de su crítica situación y de inmediato ordenar la movilización de sus fuerzas. Cruzó el río Mantaro por la localidad de Chupaca y de esta manera se alejó del peligro.

Álvarez de Arenales no cejó en su empeño de batir a los realistas, pero la firma del Armisticio de Punchauca (23 mayo) impidió nuevamente que lograse su objetivo.

Pero apenas expirado el plazo del primer armisticio, Álvarez de Arenales reinició la búsqueda de las fuerzas realistas, cayendo sobre la localidad de Huando y logró desbaratar un batallón del ejército realista. Sin embargo, nuevamente tuvo que detener su accionar a consecuencia de la prórroga del armisticio. A la espera del término de la tregua, situó sus fuerzas en Jauja.

Allí fue informado del movimiento de las fuerzas realistas al mando de Canterac, las cuales, habiendo salido de Lima, se internaban por la Sierra Central con dirección hacia Huancavelica, con la intención de unirse con la división de Carratalá. Álvarez de Arenales consideró conveniente impedir dicha conjunción de fuerzas realistas y para ello planeó batir a las fuerzas de Canterac. Avanzando para cumplir este objetivo, su vanguardia llegó a Izcuchaca, pero Álvarez de Arenales, por órdenes de San Martín, que le advertía de lo inconveniente de comprometerse en un ataque en el cual no estuviese seguro del triunfo, decidió no atacar a los realistas.

Realizó un movimiento retrógrado sobre Huancayo y Jauja, viniendo a recibir órdenes de San Martín de trasladarse de inmediato a Lima. En cumplimiento de ello, emprendió marcha hacia la capital, pero en pleno desplazamiento, se informó del movimiento de las fuerzas realistas al mando del virrey La Serna, las cuales, habiendo abandonado Lima a principios de julio de 1821, se trasladaban hacia la Sierra Central con el objeto de reunirse con las fuerzas de Canterac.

Álvarez de Arenales trató de impedir esta reunión, pero creyendo que La Serna se desplazaría a través de la quebrada de Yauli, marchó hacia dicha zona a donde llegó el 23 de julio, punto este donde confluyen las quebradas de San Mateo y Huarochirí. Pero desafortunadamente para Álvarez de Arenales, La Serna había tomado otra vía, lo que le iba a permitir, no sin contratiempos, llegar a su objetivo y unirse con las fuerzas de Canterac. A Álvarez de Arenales no le quedó otra alternativa que la de continuar su progresión hacia la capital, donde llegó el 23 de agosto de 1821, que ya había sido ocupada por San Martín.

Campaña realista de Mariano Ricafort

El brigadier realista Mariano Ricafort, después de su fracasado intento de alcanzar a Álvarez de Arenales durante la primera campaña de este por la sierra central, se dirigió a Lima, dejando en dicha zona un destacamento al mando de Carratalá. Pero como recibiera órdenes de volver a incursionar por la Sierra Central, Ricafort volvió sobre dicha región. Poco después recibiría 1.200 efectivos enviados desde Lima, al mando del brigadier Gerónimo Valdés, reuniéndose las fuerzas realistas en el pueblito de Mito, desde donde se dirigieron hacia Concepción, para lo cual debieron cruzar el puente Balsas, sobre el río Mantaro. Llegaron a dicho puente el 3 de marzo, pero no pudieron atravesarlo aquel día debido a la resistencia de una partida guerrillera, la cual desde la margen oriental del citado río impedía su pase. En esta resistencia jugaron un papel importantísimo las famosas heroínas Toledo, cuya acción queda no solo en boca del recuerdo legendario, como algunos otros hechos de nuestra historia, sino que consta expresamente nada menos que en las propias Memorias de Álvarez de Arenales.

Las famosas heroínas Toledo, una mujer y dos hijas, defienden el puente.

Las Toledo, tres damas (madre y dos hijas) enroladas en una partida guerrillera, muy astutamente y en pleno fragor de la batalla, se acercaron al borde del puente y cortaron las amarras del mismo, aunque no totalmente, de tal manera que quedara totalmente debilitado. Cuando parte de las fuerzas de Ricafort intentaban alcanzar el otro lado del puente, este cedió ante el peso, cayendo estrepitosamente, llevándose consigo a un gran número de soldados realistas, los cuales morirían ahogados en las aguas del caudaloso Mantaro. Solo al día siguiente las fuerzas de Ricafort pudieron reconstruir el puente y llegar a Concepción, pueblo que fue saqueado e incendiado por su decidida actitud separatista.

Combate de Ataura (12 de abril de 1821)

Ricafort ordenó a la división al mando de Valdés dirigirse a Jauja, mientras los 2.400 soldados de la división de Ricafort iban a Cerro de Pasco, donde llegarían el 25 de marzo,​ las tropas de Valdés continuaron con rumbo a Jauja. En la mañana del 12 de abril, una tropa de varios miles de indios les salió al paso en Ataura, un puente sobre un afluente homónimo del Jauja.​ Estaban agrupados en una masa densa de 3.000 guerreros, creyendo que era el mejor método de defensa, que dominaba la orilla opuesta a sus enemigos. Tenían un cañón y muchos fusiles, pero su fuego era desordenado e ineficiente.​ Sin embargo, la mayoría solo tenía hondas y macanas (chales). Valdés ordenó a su caballería cargar sobre los indígenas, que respondieron haciendo un fuego desordenado y arrojándoles piedras con sus hondas e intentando detenerla con sus lanzas.

Luego vino la carga de la infantería en guerrilla, abriéndose paso por el camino real y disparando al gentío que se ubicaba en las laderas de los cerros circundantes.​ La caballería se encargó de atacar con sus sables y los indios cesaron su resistencia y huyeron en pánico.

De 400 a 500 indios resultaron muertos, muchos de ellos ahogados en el río; se hicieron unos 300 prisioneros. De no haber sido por la actuación de los oficiales realistas, muchos más hubieran muerto. También se capturó un cañón, muchos fusiles y los pocos caballos que tenían. Los realistas llegaron a Jauja. Poco después se le unieron allí las fuerzas comandadas por Ricafort.

Desde ese punto se dirigieron a Tarma, pasando luego a Cerro de Pasco, a donde llegaron el 25 de abril. Informados de que las fuerzas independentistas al mando de Gamarra se encontraban en Oyón, Ricafort envió hacia esa localidad a Carratalá. Gamarra, sabedor de este movimiento, prefirió abandonar Oyón. La división de Valdés tomó el camino de San Mateo, siendo hostigada por los montoneros y debiendo ser auxiliada por la división de Rodil, con cuya ayuda pudo arribar a Lima sin mayores dificultades el 10 de mayo.

Combate de Quiapata (2 de mayo de 1821)

Por su parte, la división de Ricafort tomó el camino de Canta. En la mañana del 2 de mayo, su vanguardia, constituida por la compañía de cazadores (80) del BI Imperial Alejandro, atravesaba la quebrada de Quiapata; fue repentinamente atacada por la partida que era capitaneada por el conocido montonero Cayetano Quirós con 200 efectivos.

Posicionados en las alturas de la quebrada, los montoneros abrieron un nutrido fuego de fusilería sobre los cazadores realistas, el cual fue acompañado por el gran desprendimiento de galgas (enormes piedras que eran lanzadas cuesta abajo), causando con ello la confusión y desorganización de la columna realista. Esta se encontraba en una posición desventajosa, y no pudieron oponer una resistencia ni rechazar el ataque. Dispersada la compañía y luego de perder un oficial y 19 individuos de tropa muertos, el resto de ella con su capitán Garrido fue hecha prisionera en su mayor parte, pereciendo un número no determinado de soldados ahogados en el río durante su desesperada retirada.

Cuando el resto de la división encabezada por el mismo Ricafort llegó al lugar, los montoneros de Quirós retornaron a las alturas desde donde continuaron combatiendo hasta agotar sus municiones, después de lo cual se retiraron sin ser perseguidos por los realistas. Durante esta acción, el brigadier Ricafort fue herido de gravedad cuando una bala le alcanzó en la parte inferior de la pierna, quebrándole la tibia y el peroné, y debiendo ser conducido el resto del trayecto en camilla, lo que, unido al lastimoso estado de sus hombres, produjo una honda impresión entre los habitantes de Lima, cuyas campanas había ordenado el virrey fueran echadas al vuelo para saludar el regreso de la división.

A consecuencia de sus heridas y las que posteriormente recibiría en uno de los combates durante el primer sitio del Callao, el brigadier Ricafort quedó permanentemente incapacitado para el servicio, retornando a España poco después. Cayetano Quirós y sus montoneros continuarían sus exitosas correrías por la Sierra Central hasta abril de 1822, en que, derrotado por fin por las fuerzas del general José Carratala, sería luego capturado y fusilado en la plaza de Ica junto a otros republicanos el 5 de mayo de 1822.

En la Sierra Central quedaron las fuerzas realistas mandadas por el brigadier José Carratalá, el cual tendría que vérselas con algunas divisiones de Álvarez de Arenales, que, habiéndose unido con Gamarra en Oyón, a finales de abril, decidieron batirlas. Álvarez de Arenales encargó a Alvarado adelantarse para batir en Cerro de Pasco a las fuerzas de Carratalá, pero debido a la lentitud del desplazamiento de Gamarra, Carratalá pudo salir de dicha localidad, dirigiéndose a la ciudad de Reyes, a la cual incendió por su actitud independentista. Pasó luego a Concepción. Entretanto, las fuerzas de Álvarez de Arenales pasaban por Tarma y Jauja.

Informado Álvarez de Arenales de que Carratalá se encontraba en Concepción, envió a Gamarra para que lo batiese, pero este jefe desaprovechó una brillante oportunidad para derrotarlas, dando ocasión para que las fuerzas de Carratalá cruzasen el Mantaro por Chupaca y se dirigiesen a Huancayo, desde donde se dirigieron a Huancavelica.

Álvarez de Arenales llegó a Huancayo y allí encargó a Aldao avanzar hacia Izcuchaca y a Alvarado tomar Huando, con la finalidad de cortar la retirada realista hacia Huancavelica. Pero el plan fracasó debido a la prórroga del Armisticio de Punchauca, aprovechando Carratalá la oportunidad para trasladarse a Huamanga.

Evacuación realista de Lima

Entre finales de junio y comienzos de julio de 1821, las fuerzas realistas, por orden del propio virrey La Serna, evacuaron totalmente Lima. El primer grupo en salir fue el comandado por Canterac, quien al mando de 1.500 efectivos salió de la capital el 26 de junio. Tomó la quebrada de Cañete rumbo a Huancavelica, donde pensaba unirse con Carratalá. Informado de que Álvarez de Arenales se encontraba acantonado en Jauja, Canterac ordenó a Carratalá situarse en la localidad de Chongos. Álvarez de Arenales, al tener noticias del desplazamiento de Canterac, intentó batirlo y para ello dejó Jauja y pasó a Huancayo. Desde allí hizo avanzar a su vanguardia hacia Izcuchaca, pero el plan vino a frustrarse al recibir una misiva de San Martín aconsejándole no arriesgar una batalla si no existían claras posibilidades de triunfo.

El 12 de julio (el día anterior Álvarez de Arenales había llegado a Huancayo), Canterac, después de una difícil marcha, en la cual se vio tremendamente hostigado por las guerrillas capitaneadas por el comandante Villar, llegó a Chongos y se reunía con Carratalá. Como Álvarez de Arenales retrocedió hacia Huancayo, las fuerzas realistas pudieron pasar sin mayores contratiempos hacia Izcuchaca. Álvarez de Arenales pasó de Huancayo a Jauja, lugar desde donde recibió información sobre la salida de las fuerzas realistas al mando nada menos que del propio virrey La Serna.

La Serna, capitaneando el resto del ejército realista, salió de Lima el 6 de julio de 1821. Debido a la hostilidad de las guerrillas mandadas por Villar, no pudo seguir la ruta de Huarochirí y Cañete como lo había planeado, teniendo que hacerlo por Topará. Pero en esta nueva ruta tampoco logró librarse de las partidas guerrilleras, esta vez capitaneadas por Francisco de Vidal y por los efectivos de Necochea.

Álvarez de Arenales, informado de la salida del virrey y de su marcha rumbo a unirse con las restantes divisiones realistas, planeó enfrentarlas, lo que no pudo llevar a cabo por el desconocimiento de la ruta que seguían los realistas. Álvarez de Arenales creyó que habían tomado la quebrada de Yauli y es por ello que el 23 de julio llegaba a dicho pueblo. Las fuerzas realistas mandadas por La Serna marchaban por Topará, aunque siempre hostigadas por las guerrillas. Como en el pueblo de Bujama, Necochea fuera reemplazado por Febres Cordero, este nuevo jefe independentista y Vidal siguieron obstaculizando el desplazamiento realista. La Serna, que había planeado dirigirse a Huancayo, tuvo que dirigirse hacia Huancavelica, desde donde ya sin dificultades pasaría a Huancayo y Jauja, reuniéndose con Canterac el 4 de agosto de 1821.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-11-05. Última modificacion 2025-11-05.
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