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Antecedentes
Mientras se desarrollaba la batalla de Ocaña, Albuquerque a quien se le había ordenado distraer la atención del enemigo con el ejército de La Mancha, hizo lo que pudo. Habiendo conseguido concentrar a unos 10.000 hombres en Almaráz, envió una columna sobre el Tajo para hacer un ataque demostrativo contra el CE-II desde más allá del río, y con otra amenazó el puente de Talavera desde el lado cercano. Pero Heudelet, que estaba al mando del CE-II, pronto descubrió que en realidad era un ataque demostrativo y que no contaba con el apoyo de los ingleses, a pesar de haber dicho que Wellington se estaba acercando.
La campaña de Del Parque fue más vigorosa y más desafortunada. Mientras yacía en los pasos sobre Béjar y Baños, recibió las primeras noticias de la retirada de las tropas de Godinot y Marcognet hacia Madrid, cuando Soult los convocó para reforzar el ejército principal. Razonó que, dado que ahora solo tenía al CE-VI, disminuido una brigada, en su frente; podía repetir el éxito de Tamames, porque Marchand era más débil que en octubre, mientras que él era mucho más fuerte. Por consiguiente, ignoró una orden de la Junta de extender sus operaciones hacia el sur y unirse a Albuquerque en el valle del Tajo. En cambio, marchó una vez más sobre Salamanca el 18 de noviembre, el día antes del desastre de Ocaña. Atacó una BRI periférica de la fuerza de Marchand desde Alba de Tormes y la empujó con fuerza hacia el cuerpo principal. No podía esperar enfrentarse a 30.000, Marchand evacuó rápidamente Salamanca el 19 de diciembre y se retiró, como lo había hecho en octubre, detrás del Duero, concentrando todo su cuerpo en Toro. Envió demandas urgentes de ayuda tanto a Kellermann en Valladolid como a Soult en Madrid.
Cuando llegaron, Areizaga ya estaba resuelto y el ejército de Castilla la Nueva podía prescindir de tantos refuerzos como fueran necesarios. La BRI de Marcognet, la que había sido prestada del CE-VI, fue enviada primero de regreso desde Segovia, el punto al que había llegado en su marcha hacia el sur, y Soult ordenó que siguiera la DI de Gazan del CE-V.
Mientras tanto del Parque, aún ignorante del desastre del sur, había ocupado Salamanca el 20 de noviembre, y al día siguiente se dirigió hacia Cantalapiedra y Medina del Campo, con el objeto de lanzarse entre Marchand y Kellermann y la capital. Este fue un paso excelente y, de no ser por lo ocurrido en Ocaña, podría haber tenido resultados considerables, ya que el ejército de Izquierda debería haber acabado con la pequeña fuerza francesa en Castilla la Vieja.
Kellermann, sin embargo, había visto el peligro de la retirada de Marchand a Toro, y le había ordenado acercarse hacia el este y ocupar Medina del Campo, como punto estratégico que debía sostenerse para mantener el contacto con Madrid. Así sucedió que el 23 de noviembre la BRI de Labassée y 4 regimientos de caballería, procedentes de Tordesillas, llegaron a Medina del Campo justo cuando la BRI de Marcognet, que volvía de Segovia, entraba en la localidad por el otro lado. Apenas se habían reunido, cuando se informó de la aproximación del ejército de Del Parque por la carretera de Salamanca. Los 2 brigadieres franceses pensaron por un momento en luchar, y se ordenó a la caballería que hiciera retroceder a la vanguardia española. Ahuyentaron con facilidad a los jinetes de Anglona, que iban a la cabeza de la larga columna, pero fueron rechazados por la infantería de Ballasteros, que formaron en cuadros con eficacia y los ahuyentaron con un fuego de fusilería. Al ver que se acercaba todo el ejército español, Marcognet y Labassée evacuaron Medina del Campo y se retiraron a Valdestillas. Con un empujón más los españoles podrían haber cortado la línea entre Valladolid y Madrid.
El 24 de noviembre, todo el CE-VI y la DD de Kellermann, con uno o dos BIs de las guarniciones de Castilla la Vieja, se concentraron en Puente de Duero, con su vanguardia en Valdestillas. En caso de ser atacados, deberían irse por detrás del Duero y abandonar todo contacto con Madrid; porque no había más de 16.000 efectivos disponibles, y se vieron obligados a situarse en defensiva. Pero, para su sorpresa, del Parque no avanzó. Esa mañana se había enterado del desastre de Ocaña, y supuso que ya debían de estar en marcha refuerzos para Kellermann. Por lo que resolvió recuperar las montañas sin demora y renunciar a Salamanca y sus otras conquistas. Con esta prudente resolución se separó de Medina del Campo y se marchó apresuradamente en retirada, dirigiéndose no a Salamanca, que estaba demasiado en la llanura, sino a Alba de Tormes.
Los días 26 y 27 de noviembre, la caballería francesa ni siquiera logró ponerse en contacto con la retaguardia de del Parque y no encontró más que algunos rezagados en el camino. Pero en la tarde del 28 de noviembre, los escuadrones de vanguardia informaron que se habían topado con todo el ejército español acampado en masa en torno a la localidad de Alba de Tormes.
El duque del Parque se había alegrado de haberse librado de sus perseguidores y sería sorprendido en una posición de lo más desafortunada. En efecto, el general español, confiado en haber dejado muy atrás a los franceses, había ordenado el alto a sus tropas a fin de comer los ranchos en torno al Tormes. En un gravísimo error, solo la DI-3 y la DI-55, cruzaron el Tormes para acampar; las otras tres DIs: la DI de vanguardia, la DI-1 y la DI-2 acamparon por el lado donde se aproximaban los franceses. La caballería española recibió órdenes de enviar patrullas hacia la retaguardia en profundidad a fin de vigilar un posible avance francés. Por ineptitud o desobediencia las órdenes no se cumplieron, desplegando tan cerca del cuerpo principal que las fuerzas de cobertura, que dieron la alarma cuando los franceses estaban encima.
La caballería española que prestaba servicio de cobertura, informó de la aproximación francesa, al principio el general español pensó que se trataba de una partida avanzada de reconocimiento francés. Pero cuando los vigías apostados en la torre de la Armería y de la iglesia de Santiago gritaron “que vienen los franceses” y tocaron a rebato desde el campanario de la villa, sorprendieron a los fatigados soldados españoles que se afanaban en la preparación de su rancho para la comida.
Despliegue de fuerzas
Los españoles se apresuraron a entrar en la línea de batalla unos 22.500 de infantería, 1.200 de caballería y 18 piezas de artillería y desplegaron:
- Flanco derecho la DI-1 de Losada con 8.336 efectivos: Granaderos provinciales de Galicia (2), RI León (2), RI Aragón (2), Voluntarios de la Corona (2), RI del General (1), RI de La Unión (2), RI Betanzos (2), RI Orense (2) y Cía de Guardias Nacionales.
- Centro la DI-2 de Belveder con 6.759 efectivos: RI Rey (2), RI Zamora (2), RI Sevilla, RI Toledo (2), RI Hibernia (2), Voluntarios de Navarra (1), RI Santiago (1), RI Lovera (2).
- Flanco izquierdo la DI de vanguardia de La Carrera con 7.413 efectivos: RI Príncipe (3), RI Zaragoza (3), RIL de Cataluña (2), RI Gerona (1), RI Barbastro (1), RI Escolares de León (1), RI Vittoria (1), RI Monforte de Lemos (1), RI Voluntarios de la Muerte (1).
- Caballería bajo el príncipe de Anglona con 1.200 efectivos RC Borbón, RC Sagunto, RC granaderos de Llerena, RD Reina, RC Provisional y RC de cazadores de Ciudad Rodrigo.
La DI-3 asturiana de Ballesteros con 10.000 efectivos y la DI-5 leonesa de Castrofuerte con 5.473 efectivos estaban más allá del río apenas estaban comenzando a reunirse, y tomaría algún tiempo volver a cruzar el estrecho puente, pero a pesar de todo, 24.000 hombres estaban en la orilla derecha preparándose para luchar. La DI-4 gallega de Mahi con 7.000 efectivos se encontraba en Ciudad Rodrigo.
Desarrollo de la batalla
Kellermann avanzó con la caballería, en vanguardia los cazadores y húsares de la BRCL de Lorcet, y detrás su DD con 6 RDs, en total 3.000 efectivos; su infantería estaba a 16 km de distancia. Si la esperaba, del Parque tendría tiempo de cruzar el río y tomar una posición defensiva detrás de él. El general francés, por lo tanto, resolvió arriesgarse a un ataque con caballería sin apoyo, contra una fuerza de todas las armas, con la esperanza de detenerlo hasta que llegara la infantería: DI-1/VI de Merchand (RIL-6, RI-36, RI-69 y RI-76) y DI-2/VI de Mathieu (RIL-25, RI-27, RI-59 y RI-50).
Sin un momento de retraso, Kellermann ordenó a la BRCL de Lorcet con 400 efectivos (RH-3 y RC-15 de cazadores) que cargaran contra la derecha y el centro españoles, fueron seguidos por los 3.000 dragones en 6 RDs (3, 6, 10, 11, 15 y 25) en tres líneas sucesivas la primera línea bajo Millet (RD-3 y RD-6), la segunda (RD-10 y RD-11), y la tercera bajo el general Carrié (RD-15 y RD-25) y 18 cañones a caballo en 3 Bías.
BRCL de Lorcet cargó contra la caballería española de Anglona que había desplegado para cubrir el despliegue de las 3 DIs españolas, los jinetes españoles, ni siquiera cruzaros sables, sino que huyeron vergonzosamente, algunos cruzaron el puente. Lorcet se lanzó contra las divisiones españolas que estaban fase de formar para la batalla, la infantería española realizó disparos contra los franceses que realizaron cuatro cargas, Lorcet se retiró al paso para reagruparse detrás de los dragones.
Esto dio tiempo a la caballería española para reagruparse y volver a ponerse delante de la infantería, y a la infantería española para reagruparse. El RD-15 y RD-25 cargaron en columna por los flancos contra la caballería española, y la segunda línea de infantería española, mientras el resto desplegaba para cargar de frente. La caballería española apenas pudo resistir unos minutos; arrollada, huyó desordenadamente y aplastando a sus propios infantes de la DI-1 de Losada y parte de la DI-2 de Belvedere. Aprovechando el desorden, Kellermann ordenó cargar de frente a los otros 4 RDs.
Desesperados y rotas sus formaciones vieron como los miles de dragones franceses caían sobre ellos pasándolos a cuchillo a la vista de sus lejanos compañeros. Cientos de muertos y heridos quedaron tendidos en el campo de batalla. Otros 2.000 caen prisioneros con toda la artillería. El resto huyó atropelladamente hacia el puente, bloqueando a las tropas que del Parque trataban de pasar al otro lado, produciéndose un atasco.
Kellermann luego reunió a sus escuadrones y los dirigió contra la división de La Carrera y los batallones restantes de la de Belveder. Estas tropas formaron en cuadros sobre un terreno elevado los Tejares, los soldados españoles resistieron valientemente y rechazaron la carga.
Pero estaban separados del puente, al que solo podían alcanzar mediante un peligroso movimiento de flanco sobre terreno accidentado. Kellermann amenazó a los españoles con pasarlos a degüello si no se rendían incondicionalmente, Mendizábal la rechazó con la altanería.
Kellermann, cuya infantería aún no había llegado, se contentó con fijar los cuadros españoles en su lugar mediante una serie de cargas parciales. De esta forma logró inmovilizar a las tropas españolas en la ribera occidental durante dos horas y media.
La infantería y los cañones franceses comenzaron a llegar. La Carrera vio que sería fatal esperarlos y ordenó a sus batallones avanzar a paso de carga hacia el puente, a fin de cruzarlo como fuese. Esto se hizo naturalmente en desorden y con ciertas pérdidas; pero ya estaba anocheciendo y la mayor parte de la vanguardia española se escapó.
Mientras los españoles apresuraban al puente, la BRI en cabeza de la DI-1/VI de Marchand atacó Alba, de la que expulsó a algunas tropas reunidas de la división de Losada, que habían ocupado la ciudad para cubrir la retirada de La Carrera. Esto se hizo con facilidad, porque del Parque no había llevado sus dos DIs intactas, prefiriendo usarlas como una segunda línea detrás de la cual los demás podrían retirarse. Alba fue asaltada y los franceses tomaron 2 cañones, que habían sido situados detrás de una barricada en su salida principal.
Allí cesó la lucha: los españoles habían perdido 5 banderas, 9 cañones, la mayor parte de su equipaje, y unos 3.000 muertos o capturados. Las bajas francesas fueron menos de 300 en total.
Secuelas de la batalla
La llegada de noche y el bombardeo francés sobre Alba de Tormes, junto con la desmoralización de muchas de las tropas; trajo tanta confusión, que, ante el aviso infundado de que la caballería francesa había vadeado el río y cargaba de nuevo sobre ellos, del Parque no quiso luchar de nuevo, y ordenó a su ejército que se alejara al amparo de la noche.
El desorden que siguió fue espantoso: las DIs que habían estado en la batalla se dispersaron y se fueron en todas direcciones, unas hacia Ciudad Rodrigo, otras hacia Tamames, otras por el camino del cerro que conduce a Tala y al Paso de Baños. Muchas de las tropas leonesas en masa, aunque no se habían comprometido, también dejaron sus colores en la oscuridad. Pasó un mes completo antes de que del Parque pudiera reunir todo su ejército, que, una vez reorganizado, resultó tener 26.000 hombres, a pesar de todas sus desgracias. Por lo tanto, parecería que, además de las pérdidas en la batalla, unos 3.000 hombres debieron haberse marchado a sus hogares.
El duque fijó su cuartel general en San Martín de Trebejos en la Sierra de Gata, y dispersó su infantería en acantonamientos alrededor de Béjar, Fuenteguinaldo y Miranda de Castanar. Teniendo solo la región en ruinas alrededor de Coria y Plasencia, y el pequeño distrito de Ciudad Rodrigo para alimentarlos, estas tropas sufrieron espantosas privaciones durante el invierno, viviendo de medias raciones a duras penas con bellotas. A mediados de enero habían perdido a 9.000 hombres por fiebre, disentería y hambre.