Campaña en Extremadura. Batalla de Talavera

Antecedentes

Wellesley desde el primer momento en que partió de Lisboa, había considerado la expedición contra Soult solo como una operación preliminar necesaria para la expedición más importante contra Víctor. Hubiera preferido, haber dirigido su primer golpe contra el ejército francés en Extremadura, y solo había sido inducido a comenzar su campaña por el ataque a Soult por la necesidad política de liberar Oporto. Abandonó la persecución de Soult en Galicia porque el camino era accidentado e impracticable, y le alejaba de su base natural de operaciones.

Recibió noticias el 19 de mayo desde Montalegre, que decían que Víctor ya estaba en movimiento, y aparentemente a punto de asumir la ofensiva. Mackenzie informó desde Abrantes, con algunos signos de consternación, que una fuerte columna francesa acababa de caer sobre Alcántara y había expulsado de ella al pequeño destacamento portugués que cubría su frente.

En consecuencia, Wellesley dirigió la marcha de todo su ejército hacia el sur, dejando que las levas locales de Silveira y Botilho vigilasen Galicia y protegiesen las provincias al norte del Duero.

Si Wellesley hubiera podido adivinar que para el 1 de julio que los 3 CEs franceses en el norte de España el CE-II se Soult, CE-V de Mortier y CE-V de Ney estarían todos fuera de las montañas y concentrados en el triángulo Astorga-Zamora-Valladolid, habría tenido que reformular su plan de operaciones. Pero el 19 de mayo, tal conjunción parecía muy improbable, y el general británico no pudo haber considerado probable que un ejército francés de 55.000 hombres, disponible para operaciones, se reuniera en el Duero central, en el momento en que se había comprometido en las operaciones en el Tajo. De hecho, durante algunas semanas después de su partida de Oporto, la información del norte hizo que tal concentración pareciera improbable.

Hasta finales de junio, Wellesley no tenía motivos para temer una concentración de tropas francesas sobre su flanco en el valle del Duero. Solo al mes siguiente se supo que el CE-II de Soult estaba en Puebla de Sanabria y de CE-VI de Ney en Astorga. Para entonces el ejército británico ya había cruzado la frontera de España y había comenzado sus operaciones contra CE-I de Víctor.

En el momento en que Wellesley partió de Montalegre y se dirigió hacia el sur, aún no había establecido los detalles de su plan de campaña. Parecía haber dos líneas de acción para él. La primera era apoyarse en Almeida y Ciudad Rodrigo, y avanzar sobre Salamanca. Este movimiento, que podría haber comenzado en la segunda semana de junio, sin duda habría desordenado todas las disposiciones francesas en el norte de España. No había ninguna fuerza de consideración dispuesta a oponerse, salvo CE-V de Mortier; parte de cuyas fuerzas estaban ausentes con Kellermann en Asturias. Este CE-V no podía detener al ejército británico, y una marcha audaz colocaría a Wellesley en una posición en la que podía interceptar todas las comunicaciones entre las tropas francesas en Galicia y las de Madrid y sus alrededores.

El movimiento era tentador, pero demasiado peligroso, ya que la única fuerza con que podía contar eran las 20.000 tropas del propio ejército, apoyadas por los 12.000 o 15.000 regulares portugueses que Beresford pudo reunir entre el Duero y el Tajo. Los españoles no tenían tropas en esa dirección, salvo la guarnición de Ciudad Rodrigo y uno o dos BIs que Carlos de España había levantado en las fronteras de León y Portugal. Por otro lado, la noticia de que los británicos estaban en Salamanca o en Toro seguramente obligaría a Ney, Soult y Kellermann a evacuar Galicia y Asturias y acudir rápidamente en ayuda de Mortier. Sus fuerzas reunidas eran demasiado fuertes, para 35.000 hombres de Wellesley y Beresford. La idea de un movimiento en Salamanca, fue, por tanto, descartado.

La otra línea de acción era una marcha contra el CE-I de Víctor. Tal movimiento podría llevarse a cabo de dos maneras. Sería posible avanzar contra su flanco y retaguardia manteniéndose al norte del río Tajo, y atacando, por Coria y Plasencia, en Almaráz y su gran puente de barcas, a través del cual corría la comunicación entre el CE-I y Madrid. Esta operación tendría que ser realizada únicamente por el ejército británico, mientras que el ejército español de Extremadura, actuando desde una base separada, se mantenía en contacto con Víctor pero evitando comprometerse. Víctor situado en una posición central entre las fuerzas de Wellesley y Cuesta, ciertamente intentaría vencer a uno de ellos antes de que tuvieran la oportunidad de unirse.

La otra opción era operar contra Víctor no en líneas separadas, sino cruzando el Tajo, uniéndose a los españoles en algún lugar de las cercanías de Badajoz y cayendo sobre Víctor con la fuerza reunida de ambos ejércitos. Este movimiento sería menos peligroso que el otro, ya que aseguraría la concentración de un ejército de una fuerza suficiente para aplastar a los 25.000 efectivos del CE-I Pero solo haría retroceder a Víctor sobre Madrid y las reservas del rey José.

Antes de tomar cualquier decisión entre los dos planes, Wellesley escribió a Cuesta, desde Oporto, el 22 de mayo, una carta en la que le pedía que expresara su opinión sobre la mejor forma de combinar las operaciones de los ejércitos británico y español. Le informó que las tropas que habían derrotado a Soult ya se dirigían hacia el sur, que el jefe de la columna llegaría al Mondego el día 26 y que el conjunto se concentraría cerca de Abrantes a principios de junio. En ese lugar habría que elegir entre las dos posibles líneas de acción para atacar a Víctor: la que conducía a Almaráz, y la que seguía al sur de Extremadura. Unos días después, Wellesley envió a un oficial de su estado mayor, el coronel Bourke, para coordinar las operaciones.

Wellesley había resuelto no llevar con él a los regulares portugueses que había empleado en la campaña contra Soult. Estaban destinados a formar un ejército de observación, no fuera que el CE-V de Mortier, o cualquier otra fuerza francesa, pudiera tener la oportunidad de asaltar el frente entre el Duero y el Tajo durante la ausencia de los británicos en el sur. Beresford quedó al mando, recibió la orden de organizar sus tropas para poder apoyar a Almeida y resistir cualquier incursión desde Salamanca o Zamora. El cuerpo principal del ejército estaba en Guarda, sus reservas en Coimbra. La división portuguesa que había estado en el Zezere en compañía de las tropas de Mackenzie, también se puso a disposición de Beresford, de modo que tenía unos 18 BIs, 4 RCs y 5 o 6 Bías, una fuerza de entre 12.000 y 15.000 hombres. Tenía la misión de conectar el ala izquierda de Wellesley con la derecha de Silveira, y reforzar a cualquiera de ellos si era necesario.

La única fuerza portuguesa que Wellesley había decidido utilizar para la campaña en Extremadura era el BI la Legión Leal Lusitana, al mando del coronel Mayne, que había estado estacionado en Alcántara observando los movimientos de Víctor.

Cuando Wellesley inició su marcha, tenía la impresión de que su plan de campaña podría ser resuelto por los movimientos de Víctor y no por los dispositivos de Cuesta. La rapidez de su avance se debió en parte a la noticia del ataque del Víctor a Alcántara, una operación que, al parecer, podría convertirse en el preludio de una incursión en fuerza sobre Portugal central. Wellesley no podía creer que presagiara una invasión real con planes serios, convencido de que Víctor tendría que dejar una gran proporción de su ejército para observar a Cuesta, que no podía disponer más 12.000 hombres para operaciones en el valle del Tajo. Pero tal fuerza sería suficiente para asolar la zona alrededor de Castello Branco y Villa Velha, y golpear la línea de defensa de Mackenzie en el Zezere.

Víctor, incluso después de haber recibido la DI de Lapisse, se consideraba demasiado débil para marchar sobre Cuesta y empujarlo por las montañas hacia Andalucía, o para caer sobre Portugal central con un avance a lo largo del Tajo. Había recibido información vaga sobre la formación del cuerpo de observación de Mackenzie en el Zezere, aunque aparentemente no había descubierto que había un fuerte contingente británico en sus filas. Pero tenía la impresión de que si cruzaba el Guadiana con fuerza, para atacar a Cuesta, los portugueses avanzarían hacia Extremadura y cortarían sus comunicaciones; mientras que si marchaba contra los portugueses, Cuesta se movería hacia el norte para atacar su retaguardia.

En consecuencia, mantuvo durante algún tiempo una actitud puramente defensiva, manteniendo sus tres divisiones de infantería concentradas en una posición central, en Torremocha, Montanches y Salvatierra (cerca de Cáceres); mientras permanecía con los alemanes de Leval y los dragones de Latour-Maubourg en las cercanías de Mérida, observando a Cuesta y enviando columnas volantes arriba y abajo del Guadiana para vigilar la guarnición de Badajoz y las guerrillas de la sierra de Guadalupe. No había olvidado las órdenes del Emperador de que debía prepararse para ejecutar un ataque de distracción a favor del mariscal Soult, cuando se enterara de que el CE-II se dirigiera a Lisboa.

Pero, como todos los demás generales franceses, ignoraba la posición y la suerte de Soult. El 22 de abril, el personal del cuartel general de Madrid no había recibido más que un vago rumor de que el CE-II había entrado en Oporto un mes antes. No obtuvieron información fiable sobre sus actividades hasta mayo estaba muy avanzado. Víctor, por lo tanto, dependiendo del rey José para recibir noticias del norte de Portugal, la insurgencia portuguesa y gallega habían logrado mantener un bloqueo completo de Soult y, en consecuencia, habían frustrado todos los planes de Napoleón para combinar las operaciones del CE-I y el CE-II.

Batalla de Alcántara (14 de mayo de 1809)

Víctor se vio impulsado a una actividad espasmódica en la segunda semana de mayo, con la noticia de que una fuerza portuguesa había cruzado la frontera y ocupado Alcántara; donde el gran puente romano que cruzaba el Tajo proporcionaba una línea de comunicación entre el noroeste y el centro de Extremadura. Este destacamento estaba formado únicamente por el BI-I de la Legión Leal Lusitana del coronel Wiliam Mayne, y por un solo BI de milicias recién levantadas en el distrito de Idanha. Llevaban con ellos los 6 cañones de la batería de la Legión y un escuadrón de caballería. Wellesley había enviado esta pequeña fuerza de 2.000 hombres para que sirviera de puesto avanzado para el cuerpo de Mackenzie en el río Zezere. Pero el rumor magnificó su fuerza y Víctor llegó a la conclusión de que formaba la vanguardia de un ejército portugués que pretendía concertar una operación combinada con Cuesta, amenazando la comunicación del CE-I, mientras los españoles atacaban su frente.

Basándose en este falso supuesto, Víctor tomó la DI-2 de Lapisse (RIL-16, RI-8, RI-45 y RI-54) y una brigada de dragones de la DD-1 de Latour-Maubourg, y marchó a Alcántara el 11 de mayo. El 14 de mayo, la avanzada al acercarse al río, fue recibido en Brozas por las fuerzas de cobertura de Mayne, a quienes pronto condujo hasta las puertas de la pequeña ciudad.

Al estar Alcántara situado en el lado sur del Tajo, era imposible defenderlo, pero las milicias y los legionarios portugueses hicieron una defensa temporal en la ciudad, sobre todo en el convento de San Benito, donde contraatacaron, sorprendiendo a los franceses, retirándose a continuación al puente.

Mayne había puesto barricadas y minado el puente, había colocado sus cañones para controlar el paso y construido trincheras para su infantería a lo largo de la orilla norte. Después de apoderarse de la ciudad, Víctor abrió un intenso fuego de artillería y fusilería contra el destacamento portugués.

Se encontró con una vigorosa respuesta desde la otra orilla, que duró más de tres horas antes de que la defensa comenzara a flaquear. El mariscal se negó muy apropiadamente a enviar su infantería para intentar tomar por asalto el puente hasta que su artillería hubiera silenciado a los defensores. Hacia el mediodía, la milicia de Idanha, que ya había sufrido pérdidas considerables, abandonó sus trincheras y huyó. Acto seguido, Mayne ordenó detonar la carga explosiva en el puente, pero lamentablemente, el puente romano aguantó incluso el poder de la pólvora; solo un lado del arco se rompió; la corona de la bóveda se mantuvo firme y el paso aún era posible.

La Legión aún se mantuvo firme, aunque había perdido a muchos hombres y había visto desmantelado uno de sus cañones y silenciado el resto por la artillería francesa. Pero cuando Víctor envió la brigada delantera de la DI de Lapisse al puente, logró forzarla. Mayne retiró a sus legionarios en buen orden al paso de Salvatierra, dejando tras de sí un cañón y más de 250 muertos y heridos, era el 14 de mayo, y había perdido la cuarta parte de sus 1.000 hombres del único batallón que había llevado todo el peso de la lucha.

Víctor no fue más allá de Alcántara, después de haberse convencido de que la fuerza portuguesa que había hecho una resistencia tan meritoria consistía en una débil brigada y no formaba la vanguardia de un ejército, se empeñó en invadir Extremadura.

Después de permanecer no más de tres días en Alcántara y tratar en vano de obtener noticias sobre el paradero de Soult, que en ese momento estaba siendo perseguido más allá de Guimaraes y Braga en el extremo norte, el mariscal retiró sus tropas a Torremocha, cerca de Cáceres.

Su avance, aunque solo había durado 6 días, y no había sido empujado más unos cuantos km más allá de Alcántara. Pero había perturbado mucho al general Mackenzie, quien temía ser el siguiente objetivo del CE-I.

Wellesley le escribió que no tenía por qué alarmarse, que Víctor no podía prescindir de más de 12.000 hombres para su ataque, y que las 8.000 tropas británicas y portuguesas detrás del Zezere, eran suficientes para mantener las operaciones defensivas hasta que llegase el ejército principal. Expresó su opinión de que la fuerza francesa en Alcántara era un mero grupo de reconocimiento, enviado con el propósito de averiguar qué había sido de Soult.

Mackenzie, que reveló una exagerada falta de confianza en sus tropas portuguesas, se sintió profundamente aliviado al ver que el enemigo se retiraba el 17 de mayo. Había avanzado desde Abrantes y tomado una posición defensiva a lo largo de Sobreira Formosa para resistir a Victor, pero lo había hecho con muchos esfuerzos y estaba contento de ver pasar el peligro. Cuando Víctor se retiró a Extremadura Central, Mayne regresó con la debida cautela y volvió a ocupar el puente de Alcántara.

El CE-I de Víctor evacua Extremadura

Wellesley, por lo tanto, estaba perfectamente justificado en su confianza de que nada había que temer en esta dirección. Los franceses no podrían haberse atrevido a emprender más que un ataque limitado en dirección a Castello Branco. Las órdenes del rey José a Víctor no habían prescrito, y el mariscal había logrado aún menos. En su carta de disculpa a Jourdan, explicó que con mucho gusto habría dejado la DI de Lapisse en Alcántara, o incluso la habría adelantado un poco hacia Portugal; si no le hubiera resultado absolutamente imposible alimentarlo en el distrito pedregoso y desnudo al norte del Tajo, donde el ejército de Junot casi había muerto de hambre en noviembre de 1807. El campesinado de las aldeas en 15 leguas alrededor de Alcántara había, según declaró, se fue a las montañas con su ganado, después de enterrar su maíz, y le había resultado imposible encontrar comida para el consumo de una sola división, ni siquiera por tres días.

Durante la ausencia de Víctor en Alcántara, Cuesta había enviado una parte de sus tropas para hacer una incursión en Mérida, el puesto avanzado del mariscal en el Guadiana. Falló por completo; la guarnición, 2 BIs de la división alemana de Leval, se mantuvieron cómodamente en un gran convento en las afueras de esa ciudad, que Víctor había reformado y convertido para acoger una pequeña fuerza. Al enterarse de que descendían los españoles desde las montañas, el rey José ordenó al duque de Belluno que los atacara de inmediato. Pero ante la mera noticia de la aproximación del mariscal, Cuesta llamó a su destacamento a los desfiladeros, barriendo al mismo tiempo a los habitantes de todos los pueblos del Guadiana, junto con su ganado y sus provisiones.

A principios de junio, Víctor comenzó a presionar al Rey y a Jourdan para que abandonaran su dominio sobre Extremadura meridional y retrocedieran hacia el Tajo. Instó a que su posición era muy peligrosa, que el ejército de Cuesta había aumentado hasta una fuerza de 22.000 infantes y 6.000 caballos, sobre todo desde que los portugueses habían vuelto a tomar posesión de Alcántara.

Su argumento principal era que debía ser reforzado hasta una fuerza que le permitiera atacar Andalucía, o que se le permitiera retirarse del agotado distrito entre el Guadiana y el Tajo, para buscar una región donde sus hombres fueran capaces de vivir. La única zona donde el campo aún estaba intacto era el norte del Tajo, alrededor de las localidades de Plasencia y Coria, los valles del Alagón y Tiétar. Mover al ejército en esa dirección implicaría la evacuación de Extremadura Central, sería necesario abandonar Mérida, Trujillo y Cáceres, con el sacrificio de cierto prestigio. Pero a menos que el CE-I pudiera ser reforzado, y esto, como Víctor debía suponer, era imposible, no había otra alternativa.

La situación interna del ejército empeoraba día a día. “Las tropas tienen media ración de pan: pueden conseguir poca carne, a menudo ninguna. Los resultados del hambre se están haciendo sentir de la manera más deplorable. Los hombres van al hospital a un ritmo de varios cientos por día”. Unos días después, Víctor agregó: “Si pudiera reunir suficiente galleta para alimentar al ejército durante tan solo siete u ocho días, no me sentiría tan incómodo. Pero no tenemos harina para entregar a cambio de una ración de pan, por lo que no podemos hornear galletas”. Y nuevamente agregó: “Toda la población de esta región se ha retirado dentro de las líneas de Cuesta, después de destrozar los hornos y los molinos, y sacar hasta los restos de comida. Parece que el enemigo está resuelto a matarnos de hambre y dejar un desierto frente a nosotros si avanzamos … Estimando cuidadosamente todas mis provisiones, encuentro que apenas tengo lo suficiente para 5 días a mano. Estamos amenazados por una hambruna absoluta, que solo podemos evitar si nos mudamos, y no hay acantonamiento adecuado en todo el espacio entre el Tajo y el Guadiana: todo el país está arruinado”.

El rey José y Jourdan respondieron a la primera de estas lúgubres cartas prometiendo enviar al CE-I 300.000 raciones de galletas e instando a su comandante a reanudar su ataque a Alcántara, con el fin de amenazar a Portugal y desvincularse de Soult; que el día en que se redactó su despacho, estaba en Lugo, en el norte de Galicia, a unos 500 km en línea recta desde el cuartel general de Víctor. Recibieron la respuesta de que tal movimiento era imposible, ya que Mayne acababa de volar el puente de Alcántara y ahora era imposible cruzar el Tajo.

Pocos días después llegó a Madrid la noticia de que Soult había sido derrotado y expulsado de Portugal. ¡Habían necesitado tres semanas para que información de esta trascendente importancia llegara al Rey! Gravemente alarmados, José y Jourdan enviaron a Víctor su permiso largamente negado para retirarse de Extremadura y colocarse detrás del Tajo. No parecía haber adivinado que el victorioso Wellesley haría su próximo movimiento contra el CE-I, sino que desembarcaría en Castilla la Vieja a través de Ciudad Rodrigo y Salamanca, por lo que su idea principal era fortalecer a Mortier y al ejército en el valle del Duero. Por lo tanto, coincidió con sus opiniones de que Víctor debería retroceder hasta la línea del Tajo, una concentración general de todas las tropas francesas en la Península parecía aconsejable, ante la necesidad de resistir el supuesto ataque a Castilla la Vieja. Otro motivo para adoptar una actitud defensiva fue la triste noticia de Aragón, donde Suchet, tras su derrota en la batalla de Alcañiz, se había retirado en Zaragoza y lanzaba desesperados llamamientos de refuerzos a Madrid.

Así, el CE-I evacuó Extremadura entre el 14 y el 19 de junio y, cruzando el Tajo, se dispuso en una posición en la orilla norte, con su ala derecha en Almaráz y su izquierda en Talavera. Allí Víctor tenía la intención de resistir, confiando en que con el ancho río frente a él, fácilmente podría rechazar cualquier ataque por parte del ejército español.

Desavenencias entre Wallesley y Cuesta

Wellesley cruzó la frontera portuguesa en dos columnas, y entró en Plasencia, 200 km al oeste de Madrid, el 9 y 10 de julio de 1809. La información de Wellesley sobre las disposiciones francesas era: que el CE-I de Víctor se estaba retirando ante él hacia Talavera y Madrid; que era probable que el CE-VI de Ney permaneciera en Galicia; que el estado del CE-II de Soult era tan malo que le impedía actuar en su contra; y que el CE-V de Mortier estaba en Valladolid. Con Soult y Mortier al norte, Wellesley estaba preocupado por su flanco izquierdo.

El 10 de julio, Wellesley hizo el corto viaje a Casas del Puerto, en el otro lado del río Tajo, para consultar con el general Cuesta y ver de primera mano la calidad de su sustancial del ejército español. A su llegada, Wellesley revisó los RIs españoles y se formó la opinión, en palabras de Fortescue, de que, aunque físicamente en forma, “no estaban capacitados y ni disciplinados”.

El 11 de julio, Wellesley y Cuesta tuvieron una difícil conferencia de cuatro horas para elaborar un plan de campaña. Cuesta, anciano y enfermo, sospechaba profundamente de que Wellesley intentaba reemplazarlo.

Pero cuando Wellesley y Cuesta comenzaron a coincidir por primera vez sobre su movimiento conjunto contra los franceses en Extremadura, Víctor estaba todavía en sus antiguos acantonamientos, y su esquema de operaciones había sido esbozado sobre la hipótesis de que se encontraba en Mérida, Torremocha y Cáceres. Fue con el propósito de atacarlo mientras aún ocupaba esa posición avanzada, que Cuesta redactó su documento de respuestas a las consultas de Wellesley y lo envió a Abrantes para que se reuniera con el general británico a su llegada.

Wellesley y Cuesta sabían que CE-I de Víctor se encontraba más allá de Talavera con unos 22.000 efectivos, mientras que otros 13.000 estaban en reserva en Madrid al mando del rey José y su jefe de estado mayor Jourdan. Sebastiani estaba con otros 10.000 hombres en Madridejos, al sureste de Toledo, observando al ejército español de Venegas, compuesto por 20.000 hombres, que avanzaba hacia Madrid.

El acuerdo entre Wellesley y Cuesta fue difícil. Wellesley estaba preocupado por su flanco izquierdo y quería que Cuesta separara una fuerza sustancial para ocupar los pasos sobre las montañas a su izquierda, no deseando para eso utilizar tropas británicas. Cuesta se negó a destacar una gran fuerza, al ver esto como una estratagema para reducir su autoridad. Finalmente, una pequeña fuerza española y portuguesa fue enviada al flanco izquierdo.

A la derecha, Venegas debía presionar a Sebastiani para que regresara al río Tajo.

Los refuerzos británicos llegaban a Lisboa para el ejército de Wellesley, pero estaban detenidos por la escasez de carros para llevar equipos, suministros y efectivo para el tesoro de Wellesley. Algunos regimientos que llegaron al ejército británico eran el RDL-23, el RI-48 y el RI-61.

El 17 de julio, el ejército de Wellesley dejó Plasencia, cruzó el río y llegó a Tierar Oropesa el 20 de julio.
El ejército de Cuesta llegó a Velada el 21 de julio, unos 20 km al este de Wellesley.
Se produjeron las primeras escaramuzas entre patrullas de caballería.

Batalla de Talavera (28 de julio de 1809)

Movimientos previos

El 22 de julio, los ejércitos español y británico avanzaron de nuevo, moviéndose en columnas paralelas, el español de la izquierda. Cuando los españoles se acercaron a Gamonal, se enfrentaron a la división de dragones de Latour-Maubourg. Los dragones franceses desmontaron y esperaron que los españoles atacasen. La caballería española no atacó a los dragones franceses, incluso con la llegada de la infantería española, no se realizó ningún movimiento agresivo contra los hombres de Latour-Maubourg.

Cuando la BRDL de Anson británica (RDL-23 y RDL-1 KGL) apareció, los dragones franceses montaron, y se retiraron alrededor de la parte norte de Talavera y cruzado el río Alberche.

Durante este enfrentamiento, el general Charles Stewart intentó tres veces liderar la caballería española en un ataque contra los dragones de Latour-Maubourg mientras los franceses se retiraban, pero los españoles no cargaron. La BRDL de Anson intentó atacar a los dragones franceses, pero fue disparada por una batería de artillería a caballo francesa y sufrió algunas pérdidas.

Fortescue informó que la característica más importante de la acción del día fue que Víctor descubrió por primera vez que había tropas británicas con Cuesta. Esto, a su vez, desencadenó la orden de Napoleón de que un objetivo primordial de los ejércitos franceses era asestar una derrota decisiva a los británicos y poner fin a su intromisión en la península española.

Para lograr este fin, el rey José había estado manteniendo correspondencia con Soult para reunir al CE-II, CE-V y CE-VI para un avance hacia Portugal.

Soult, sin embargo, requirió que los 3 CEs se reunieran en Salamanca y que la principal prioridad para los recursos franceses era restaurar la capacidad de combate de su propio cuerpo, que se había quedado sin artillería, armas y equipo después de su desastrosa retirada de Portugal.

El rey José era consciente de que los británicos avanzaban por el río Tajo hacia Madrid con el ejército español de Cuesta. Ordenó a Soult que se moviera hacia el sur contra el flanco izquierdo de los ejércitos británico y español, era la maniobra que temía Wellesley. Mientras José avanzaba por el río Tajo desde Madrid con su reserva, se reunió con Sebastiani en Toledo y marchó para combinar sus fuerzas con Víctor para el enfrentamiento con Wellesley y Cuesta.

En la noche del 22 de julio, la DI de Mackenzie y la BRDL de Anson acamparon frente a la derecha de Víctor, con el resto del ejército de Wellesley a su retaguardia y el ejército de Cuesta más allá de Talavera.

Wellesley pretendía atacar a Víctor el 23 de julio, antes de que pudiera ser reforzado por la fuerza de reserva de José desde Madrid, pero Cuesta no estaba dispuesto a cooperar. El ataque fue aplazado por un día, tiempo suficiente para que Víctor se retirase y la oportunidad de luchar contra él, antes de que pudiera ser reforzado por Sebastiani y José se había perdido. Cuesta persiguió al ejército de Víctor hacia Toledo. Wellesley se negó a acompañarlo e insistió en que las autoridades españolas le proporcionasen los animales de tiro que necesitaba para transportar suministros para sus tropas.

Mientras tanto, los distintos cuerpos franceses estaban en movimiento. Soult ordenó a Ney y a sus otros comandantes subordinados que marcharan a Salamanca. Al recibir el informe de Víctor de que se retiraba, José cambió el destino de su marcha de Talavera a Toledo. El 25 de julio, José llegó a Vargas, al norte de Toledo, el CE de Sebastiani llegó a la ciudad de Toledo, mientras que Víctor se detuvo en el río Guadarrama, a 17 km al oeste de la ciudad, concentrando así el CE-I francés, CE-IV y el CE de Reserva, un ejército de 46.000 efectivos.

El ejército español de Venegas, siguiendo a Sebastiani, recibió varias órdenes contradictorias de la Junta Suprema de Sevilla y de Cuesta y se detuvo en la carretera de Madrid desde el sureste, perdiendo contacto con Sebastiani.

Ese mismo día, la DI de Mackenzie con dos regimientos de caballería cruzó el río Alberche, un afluente del río Tajo.

El ejército español de Cuesta estaba aún más adelantado, en Torrijos, a unos 25 km de Toledo. Al descubrir que el ejército francés concentrado ascendía a 40.000 hombres, Cuesta comenzó a retroceder.

Las DIs británicas de Sherbrooke y Mackenzie avanzaron para cubrir la retirada española.

José y sus mariscales decidieron atacar y en la mañana del 26 de julio avanzado a Torrijos. En Torrijos, la caballería francesa contactó con la retaguardia española de la DI de Zayas y el RC Calatrava y RD Villaviciosa. La caballería francesa hizo retroceder a la retaguardia española durante 5 km hasta Alcabón, los dragones de Latour-Mauburg acorralaron y acuchillaron al RD Villaviciosa, su coronel el barón de Armendáriz, que había dirigido la evacuación del RD de Dinamarca, fue hecho prisionero por los franceses. La división de caballería de Alburquerque avanzó para cubrir la retirada.

Víctor detuvo el avance y sus jinetes se dispersaron en busca de forraje para sus caballos, lo que permitió a las formaciones españolas escapar sin ser molestadas. Después de algunas horas, Víctor finalmente avanzó otros 5 km hacia Santa Olalla, donde su cuerpo acampó para pasar la noche.

El ejército de Cuesta, desorganizado por su intempestiva retirada, alcanzó el río Alberche, afluente del el río Tajo, que desemboca a 5 km al este de Talavera. Durante la tarde del 26 de julio, Wellesley después de llevar hacia delante la DI de Sherbrooke para cubrir a las tropas españolas, intentó persuadir a Cuesta para que cruzara el Alberche hacia la orilla occidental. Cuesta se negó. Después de que Wellesley finalmente repitiera su petición a Cuesta casi de rodillas, el español comenzó el cruce del río en las horas antes del amanecer del 27 de julio de 1809, bajo la protección de las DIs británicas de Mackenzie y de Sherbrooke.

A sugerencia de Wellesley, el ejército de Cuesta formó una línea defensiva que se extendía desde la ciudad de Talavera hacia el norte, hasta una pequeña meseta llamada Pajar de Vergara. El arroyo Portina seguía la línea española y discurría 1,5 km más hacia el norte, emergiendo de entre dos colinas escarpadas, el cerro de Medellín en el lado oeste y el cerro de Cascajal en el lado este del arroyo Portina. Más allá de los dos Cerros se extendía una llanura, con escarpadas montañas más allá, llamada sierra de Seguilla.

Ataque a casa de las Salinas

Wellesley planeaba enfrentarse al ejército francés a lo largo de la línea del arroyo Portiña, la derecha española con base en la ciudad amurallada de Talavera y la izquierda británica en el cerro de Medellín.

La DI-3 de Mackenzie, la retaguardia británica, cruzó el río Alberche y marchó hacia un grupo de edificios llamados casa de Salinas, a unos 5 km de la línea a lo largo del arroyo Portiña.

Sin esperar que los franceses hubieran cruzado el río Alberche, la DI-3 de Mackenzie se detuvo en la casa de Salinas, sin tomar las debidas precauciones para la defensa. Al parecer, los soldados británicos quemaron una serie de refugios que las tropas de Víctor habían construido allí previamente, o quizás estaba limpiando de ramas y arbustos la zona para despejar sus campos de tiro y de vigilancia. El caso es que el humo originado, cubrió algunas zonas del río Alberche al atardecer; y la circunstancia fue aprovechada por Víctor para enviar la DI-2/I de Lapisse a efectuar el vadeo rápido del río, tras lo cual, la infantería francesa avanzó a través del bosque y el monte bajo sin ser detectada.

La DI-2/I de Lapisse se acercó a las tropas británicas sin ser observada y disparó una descarga a la BRI-II/3 de Donkin, que cayó principalmente en el RI-87, causándole unas de 150 bajas, entre ellos 11 oficiales muertos y heridos. Los el RI-87 y RI-88 británicos huyeron en la confusión, aunque el tercer regimiento el RI-60, se mantuvo firme.

Wellesley fue informado del ataque y se adelantó para hacerse cargo de la situación. Escapó por los pelos de ser herido o capturado por las tropas ligeras francesas. Wellesley retiró los RI-24, RI-31 y RI-45 de la BRI-I/3 de Mackenzie, a través de una zona boscosa a campo abierto, en el que hicieron retroceder a las columnas francesas que avanzaban, mientras que la BRI-II/3 de Donkin se reagrupaba en retaguardia.

Los franceses enviaron a los escuadrones de Merlin (RH-10, RC-26 de cazadores, ulanos polacos y caballos ligeros westfalianos). Wellesley envió las BRDs de Anson, Cotton y Fane para proteger la retirada y pidió ayuda a Cuesta, que envió a los jinetes de Albuquerque, pero un intenso fuego de la artillería a caballo francesa hizo que se retiraran.

Las bajas británicas en el enfrentamiento fueron casi 450 hombres muertos, heridos o capturados. La RI-87 sufrió 200 bajas, de las cuales 34 fueron hechos prisioneros.

Ejército británico

Los británicos disponían de 20.735 efectivos (16.556 de infantería, 3.168 de caballería, 1.011 de artillería) y 30 cañones bajo el teniente-general Arthur Wellesley:

• DD (división de dragones) bajo William Payne con 2.969 efectivos:
  • BRD-I de Henry Fane con RD-3 de la Guardia (525) y RD-4 (545).
  • BRDL-II de Stapleton Cotton con RDL-14 (464) y RDL-16 (525).
  • BRDL-III de George Anson con RDL-23 (459) y RDL-1 KGL (451).
• DI-1 de John Coape Sherbrooke con 5.964 efectivos:
  • BRI-I/1 de Guardias bajo Henry Campbell con BI-II/1 Coldstream (970) y BI-I/3 escoceses (1.019), 1 Cía del RI-60 (56).
  • BRI-II/1 de Alan Cameron con BI-I/61 (778), BI-II/83 (535) y 1 Cía RI-60 (51).
  • BRI-III/1 del barón de Langwerth BIL-I KGL (604), BIL-II KGL (678) y 2 Cías ligeras KLG (106).
  • BRI-IV/1 del barón Löw con BIL-V KGL (610) y BIL-VII KGL (557).
• DI-2 de Rowland Hill con 3.905 efectivos:
  • BRI-I/2 de Christopher Tilson con BI-I/3 Buffs (746), BI-II/48 (807), BI-II/66 (526) y 1 Cía RI-60 (64).
  • BRI-II/2 de Richard Stewart con BI-I/29th (598), BI-I/48 (807) y BI combinado (RI-42, RI-79 y RI-92) (609).
• DI-3 de Randoll Mackenzie con 3.474 efectivos:
  • BRI-I/3 de Randoll Mackenzie con BI-II/24 (787), BI-II/31 (733) y BI-I/45 (756).
  • BRI-II/3 de Rufane Donkin con BI-II/87 (599), BI-I/88 (599), 5 Cías del RI-60 (273).
• DI-4 de Alexander Campbell con 2.960 efectivos:
  ◦ BRI-I/4 de Alexander Campbell con BI-II/7 (431), BI-II/53 (537) y 1 Cía RI-60 (56).
  ◦ BRI-II/4 de James Kemmis con BI-I/40 (745), RI-97 (502), BI-II combinado (625), 1 Cía del RI-60 (56).
• Artillería:
  • Royal Artillery: 3 Bías con 681 artilleros: Lawson (6×3), Sillery (6×6) y Elliot (6×6).
  • KGL: 2 Bías con 330 artilleros: Rettberg (6×6) y Heise (6×6).

Ejército español

El teniente-general Gregorio García de la Cuesta y Fernández de Celis, capitán-general de Castilla contaba con 34.800 efectivos (28.000 de infantería, 6.000 de caballería, 800 de artillería) y 36 cañones:

• DI de vanguardia bajo el brigadier José-Pascual de Zayas:
  • Infantería: BIL-II voluntarios de Cataluña, BIL-II cazadores de Barbastro, BIL cazadores de Campo Mayor, BIL cazadores de Valencia y Albuquerque, BIL-II cazadores Voluntarios de Valencia, BIL tiradores de Extremadura.
  • Caballería: Cazadores de Sevilla, Cazadores Granada, Cazadores de España, RC Calatrava, RD Villaviciosa, lanceros de Andalucía.
  • Artillería: Bía de Michelena (6 cañones)
• DI-1 de Juan Berthuy, marqués de Zayas con RI Cantabria (3), BG provinciales, RI Canarias (1), BIL tiradores de Mérida, BI provincial de Trujillo, BIL tiradores de Cádiz, BIL cazadores de Serena. Bía de 6 cañones.
• DI-2 de Vicente Iglesias con BI-II del RI Mallorca, RI Velez-Málaga (3), RI de Osuna (2), BI voluntarios Extranjeros, BI provincial de Burgos. Bía de 6 cañones
• DI-3 del marqués de Portago con RI Badajoz (2), BIL-II de cazadores de Antequera, RI Imperial de Toledo (1), BI provincial de Badajoz, BI provincial de Guadix, BI-I de Trujillo, BI voluntarios de Osuna. 1 Bía de 6 cañones.
• DI-4 de Rafael Manglano con RI Irlanda (2), RI Jaén (2), BI-III de Sevilla, RI Leales de Fernando VII (1), BI-II de voluntarios de Madrid, BI voluntarios de la Corona, BI-II suizo de Reding, RI Trujillo (2). 1 Bía de 6 cañones.
• DI-5 de Luis Alejandro Bassecourt con RI Real Marina (2), BI África (3), RI Murcia (2), RI Reina (1), BI provincial de Sigüenza. 1 Bía de 6 cañones.
• DC-1 de Juan de Henestrosa con 2 RCs de línea (Rey y Calatrava), 4 RCs de cazadores (voluntarios de España, Imperial de Toledo, Sevilla y Madrid), 3 RDs (Reina, Villaviciosa y Cáceres), RH Francos de Castilla, y RC lanceros de Jerez.
• DC-2 del duque de Albuquerque con Carabineros Reales (1), RC Infante, RC Alcántara, RC Borbón, RD de Pavía, RD Almansa, RH-1 de Extremadura, RH-2 de Extremadura, RC cazadores de Toledo.

Ejército francés

Estaba mandado nominalmente por el rey José-Napoléon Bonaparte, aunque el mando efectivo lo ostentaba el mariscal Jean-Baptiste Jourdan, jefe de los ejércitos del Rey de España con 46.138 efectivos y 64 cañones:

• CE-I bajo el mariscal Claude-Perrin Víctor, duque Belluno con 19.310 efectivos y 24 cañones:
  • DI-1/I de François-Amable Ruffin con 5.286 efectivos: RIL- 9 (3), RI-24 (3), RI-96 (3), 1 Bía a pie de 8 piezas.
  • DI-2/I de Pierre Belon Lapisse con 6.862 efectivos: RIL-16 (3), RI-8 (3), RI-45 (3), RI-54 (3). 1 Bía a pie de 8 piezas.
  • DI-3/I de Eugène-Casimir Villatte con 6.135 efectivos: RIL-27 (3), RI-63 (3), RI-94 (3), RI-95 (3). 1 Bía a pie de 8 piezas.
  • BRCL-I/I de Octave Beaumont con 980 efectivos; RH-2 (3) y RC-5 de cazadores (3). Bía a caballo 6 piezas.
• CE-IV bajo el general Horace-Francois-Bastien Sebastiani con 15.456 efectivos y cañones:
  • DI-1/IV de Louis Liger-Belair con 8.118 efectivos: RI-28 (3), RI-32 (3), RI-58 (3), RI-75 (3). 1 Bía a pie de 8 piezas.
  • DI-2/IV de Jean-François Leval con 4.537 efectivos: RI Holanda (3), RI Nassau (3), RI de Baden (3), RI de Hesse (3), RI de Frankfort (1). 1 Bía a pie de 8 piezas.
  • DI-3/IV destacada en Toledo, solo quedaba RI-4 polaco (2, 1.800).
  • BRCL-I/IV François-Eugène Merlin con 1.188 efectivos: RC-10 de cazadores (3), RC-26 de cazadores (2), RC de ulanos de Legión del Vístula (4), RCL Wesfaliano (2). Bía a caballo 6 piezas.
• Reserva de caballería con 5.635 efectivos:
  • DD-1/R de Marie-Victor de Fay Latour-Maubourg con 3.279 efectivos: RD-1 (2), RD-2 (2), RD-4 (2), RD-9 (2), RD-14 (2), RD-26 (2). Bía a caballo de 6 piezas
  • DD-2/R de Jean-Baptiste Milhaud con 2.356 efectivos: RD-5 (2), RD-12 (2), RD-16 (2), RD-21 (2), RH-3 holandés (4). Bía a caballo de 6 piezas

Despliegue anglo-español

Mientras Wellesley seleccionaba la posición desde la cual resistir el avance francés, se vio envuelto en demasiados deberes para supervisar la disposición adecuada de las tropas británicas a lo largo de la posición que había seleccionado.

Debido a la edad e indisposición del general Cuesta, Wellesley se hizo responsable de posicionar las tropas españolas a lo largo de la línea desde la ciudad de Talavera hasta el Pajar de Vergara. Mientras hacía esto, Wellesley fue llamado para lidiar con el ataque sorpresa a la división de Mackenzie en la Casa de Salinas.

En consecuencia, Wellesley no estuvo disponible para supervisar la disposición de los RIs británicos a lo largo de la línea de arroyo Portiña. Por lo que hubo un grado significativo de confusión. Debido a órdenes defectuosas, la BRI de la KGL (Legión Alemana del Rey) marchó hacia el oeste, teniendo que ser llamada y dirigida a su posición designada cuando cayó la noche.

Algunos comandantes de brigada británicos no adoptaron la posición correcta y varios desconocían si estaban en la primera o en la segunda línea.

Con estos fallos, durante el transcurso de la tarde y noche del 27 de julio, el ejército de Wellesley desplegó a lo largo de la línea del arroyo Portiña, al norte del Pajar de Vergara al cerro de Medellín, en este orden: de derecha a izquierda:

• Flanco izquierdo en el cerro de Medellín se encontraba la BRI-II/3 de Donkin en la cima con una Bía, la BRI-II/2 de Stewart en la ladera sur y la BRI-I/2 de Tilson en la ladera norte.
• Centro detrás de arroyo Portiña: la BRI-I/1 de Guardias, con la BRI-I/3 de Mackenzie, luego otra Bía, la BRI-II/1 de Cameron, la BRI-III/1 KGL de Langwerth con otra Bía.
• Flanco derecho en el Pajar de Vergara: la DI-4 de Campbell, con 1 Bía defendida por la BRI-I/4 de Campbell en el pajar y la BRI-II/4 de Kemmis a su izquierda.
• Reserva: La BRDL-II de Cotton en la retaguardia del flanco derecho británico, con las BRDL-III de Anson y la BRD-I de Fane en la retaguardia del centro.

Los españoles desplegaron entre el pajar de Vergara y el río Tajo en dos sectores:

• Sector Norte: bajo el general Erguía en primera línea la DI-3 de Portago enlazando con los británicos y DI-4 de Manglano, en segunda línea la DI-5 de Bassecourt, con la DC-1 de Henestrosa como reserva.
• Sector Sur: propio Cuesta en primera línea la DI-2 de Iglesias contactando con el sector norte y la DI de vanguardia de Zayas hasta el Tajo, en segunda línea la DI-1 del marqués de Zayas, con la DC-2 del duque de Albuquerque de reserva.

Ataque nocturno francés (27 de julio de 1809)

Los BIs de la BRI-IV/1 KGL llegaron a la línea a última hora de la noche, después de un día agotador y muchos soldados se quedaron dormidos.

Víctor, después de su éxito sobre la DI-3 de Mackenzie en la Casa de Salinas, llevó al resto de su cuerpo sobre el río Alberche y avanzó hacia las posiciones de Wellesley. La DI-1/I de Ruffin al frente a la derecha británica, seguida por la DI-3/I de Villatte, con la DI-2/I de Lapisse en la izquierda británica, seguidas por los 2 regimientos de caballería de Beaumont; la DD-1/R de Latour-Maubourg esparcida por la llanura a la izquierda, frente a las posiciones españolas.

Estaba planeado que el CE-IV de Sebastiani tomaría la izquierda del avance francés, pero sus tropas aún se acercaban por la orilla este del río Alberche, solo la BRCL-I/IV de Merlín había cruzado.
Víctor decidió probar suerte en solitario, lanzando un ataque en el momento del crepúsculo sobre las 19:00 horas del 27 de julio. La infantería y los cañones de la DI-1/I de Ruffin se movieron hacia el cerro de Cascajal, las piezas a caballo habían comenzado a cañonear el cerro Medellín desde el vecino cerro del Cascajal, y a ellas se unió pronto casi toda la artillería del CE-I.

Antes de que el ataque se materializase tuvo lugar un incidente que, aunque de escasas consecuencias materiales, pero que tuvo una gran repercusión en la imagen que se hizo Wellesley del ejército español. Mientras Víctor bombardeaba cerro Medellín y preparaba su ataque, la BRCL-I/IV de Merlín intentaba establecer contacto con la línea defensiva española sobre el Camino Real de Talavera. Moviéndose entre olivares y sembrados, los jinetes de Merlin provocaron la alarma en las líneas británicas y españolas.

Los británicos hicieron fuego de artillería, mientras los españoles lanzaban una descarga generalizada de fusilería a lo largo de gran parte de su frente. La combinación de la aparición francesa, el fuego de artillería, y la gran descarga de fusilería, provocó el pánico en parte de la línea española. Resonó el grito de traición, probablemente porque algunas unidades confundieron su propio fuego con el enemigo, pensando que se encontraban sobrepasados. Y de repente 4 BIs españoles abandonaron la línea y emprendieron la huida. Afortunadamente, la desbandada no se extendió, y las tropas de segunda línea que mantuvieron sus posiciones.

Los 3 RIs de la DI-1/I de Ruffin comenzaron a avanzar a las 21:00 horas, cuando aún no se había desvanecido del todo la luz del día. El RIL-9 atacó por el centro del cerro, el RI-24 debía atacar por el flanco norte, y el RI-96 por el flanco sur del cerro.

El RIL-9 cruzó el arroyo de Portiña y subió el cerro de Medellín, donde se encontraba la BRI-IV/1 del barón Löw (BI-V y BI-VII de KGL) en la ladera sur del Cerro, siendo completamente sorprendidos por el ataque a la bayoneta francés. El BI-VII KGL resultó destrozado en gran medida, mientras que el BI-V resultó gravemente desordenado. En pocos minutos los alemanes tuvieron 109 muertos y 88 heridos y capturados.

El RIL-9 francés continuó subiendo el Cerro y capturó la cresta, empujando el piquete de la BRI-II/2 de Stewart. El RI-96 francés debería haber llegado para completar la perforación de la línea británica, que habría creado una crítica situación para Wellesley, pero se había retrasado en su movimiento en el cruce y luego se detuvo cuando fue visto y disparado por algunas tropas de la BRI-III/1 de Langwerth. El RI-96 quedó desorientado en la oscuridad. Mientras tanto, el RI-24 francés se perdió en la oscuridad al norte del cerro de Medellín y no encontró tropas británicas, estando demasiado lejos de su objetivo e ignorante de dónde estaba realmente.

La línea británica quedó completamente alertada del ataque al cerro de Medellín. El general Hill jefe de la DI-2, estaba dando órdenes a la BRI-II/2 de Stewart para apoyar a los batallones KGL de Löw, cuando vio a hombres disparando desde la cima del cerro de Medellín. Hill cabalgó hacia los hombres, considerándolos británicos, gritando que dejaran de disparar. Hill estaba rodeado de soldados de infantería franceses, uno de los cuales le agarró las riendas y le pidió que se rindiera. Hill se liberó y galopó por la ladera de la montaña, dejando a su comandante de brigada muerto por disparos.

Al llegar a la BRI-II/2 de Stewart, Hill ordenó a los RIs que formaran una columna abierta de compañías y los condujo a atacar RIL-9 francés en la cima; el BI combinado a la cabeza, seguido por el RI-29 y el RI-48. El BI combinado fue detenido y retrocedió, el RI-29 los adelantó y cargó colina arriba. Al llegar a la cima del cerro de Medellín, la Cía en cabeza del RI-29 realizó una descarga contra los franceses y a continuación cargaron, haciéndoles retroceder hacia el barranco.

Todo el RI-29 entonces avanzó en oblicuo por la pendiente hacia el arroyo Portiña, para controlar el BI de reserva del RIL-9, que estaba subiendo la colina, rechazándoles y desorganizándoles. Los 3 BIs derrotados del RIL-9 se reunieron en el arroyo Portiña y volvieron a subir a la cima del cerro de Cascajal, abandonando su ataque.

Los franceses del RI-96 se movieron hacia la izquierda, cruzaron el arroyo Portiña y enfrentó con la BRI-III/1 del barón de Langwerth. Tras intercambiar voleas con la KGL, el RI-96 también se retiró. El primer ataque de Víctor al cerro de Medellín había terminado.

Los BIs de Wellesley sufrieron menos de 400 bajas por el ataque de infantería y el cañoneo inicial, la mitad por parte de la BRI-IV/1 KGL del barón Löw. Se desconocen las bajas francesas, pero parece probable que el RIL-9 tuviera bastantes.

Fortescue afirmó: “Ningún elogio puede ser demasiado alto para el RI-29, que prácticamente derrotó las 3 BIs del RIL-9 francés con una sola mano, y, por lo tanto, de manera decisiva estableció la superioridad de las tropas británicas sobre su enemigo”.

Después de este enfrentamiento, Wellesley ordenó que la batería de cañones de Rettberg subiera a la cima del cerro de Medellín y reposicionó a la infantería, permitiendo que el RI-29 permaneciera en la cima, donde hizo alarde de sus colores, el RI ocupaba el extremo izquierdo de la línea británica. Los RIs a la derecha del RI-29 eran el BI combinado y el RI-48 de la BRI-II/2 de Stewart; a continuación, la BRI-I/2 de Tilson, flanqueado por BRI-IV/1 del barón Löw, y la BRI-II/3 de Donkin a retaguardia.

Los piquetes británicos se desplegaron a lo largo del arroyo Portiña, intercambiando disparos con los centinelas franceses; a veces disparando por su propio bando.

A la medianoche, las tropas españolas desataron un intenso fuego, lo que llevó a Arthur Wellesley a creer que los franceses estaban lanzando otro ataque. Pero este no era el caso.

Ataque principal francés (28 de julio)

Para el resto de la noche del 27 de julio, los franceses oían moverse armas de infantería y en la parte superior del Cerro de Cascajal. Víctor estaba decidido a renovar su ataque a la luz del día.

Jourdan, el jefe de estado mayor del rey José, presente en el campo de batalla, estaba esperando hasta que el CE-II de Soult comenzara su movimiento a través de los pasos de montaña para emerger en las líneas de comunicación de Wellesley. Sin embargo, Víctor insistió en realizar el ataque y el José y Jourdan cedieron, temiendo las consecuencias si Víctor informaba de la disputa a Napoleón.

El ataque francés estaba mejor organizado, pero se enfrentaba a una posición defensiva ya organizada. La línea francesa, de norte a sur era:

• CE-I de Víctor:
  • DI-1/I de Ruffin, a pesar del fracaso en el primer ataque y las importantes bajas, sobre todo el RIL-9, avanzaría por el valle entre el cerro Medellín y la sierra de Segurilla para asaltar al cerro de Medellín desde el norte de nuevo.
  • DI-3/I de Villatte, que debería atacar el cerro de Medellín por el centro.
  • DI-2/I de Lapisse debería atacar el cerro Medellín desde el Sur.
  • BRCL-I/I de Beaumont avanzaría detrás de la DI-1/I de Ruffin para envolver el flanco izquierdo británico.
• CE-IV de Sebastiani atacaría el centro británico, cubierto por DI-1 británica de Sherbrooke, entre el cerro Medellín y el norte del Pajar de Vergara:
  • DI-1/IV de Liger-Belair para fijar el centro y evitar el envío de refuerzos al cerro Medellín.
  • DI- 2/IV de Leval, atacaría el punto de unión aliado sobre el Pajar de Vergara, con el apoyo RI-4 polaco de la DI-3/IV.
  • BRCL-I/IV de Merlin avanzaría detrás de la DI-1/I de Ruffin para envolver el flanco izquierdo británico.
• Reserva de infantería: La Guardia Real y parte de la DI de Dessolles, que el Rey había llevado consigo.
• Reserva de caballería los la DD-2/R de Milhaud debían mantener ocupado a Cuesta, la DD-1/R de Lautour-Maubourg desplegó a retaguardia del centro.

A su vez, el rey José ordenó al CE-IV de Sebastiani que no atacara hasta que se viera que el CE-I de Víctor tuviera éxito. Estas instrucciones aseguraron que los regimientos franceses se comprometieran poco a poco y sin apoyo mutuo.

Desertores franceses durante noche, revelaron el plan de ataque a Wellesley. De madrugada, el comandante británico se encontraba en el cerro de Medellín, observando las columnas francesas: la DI de Ruffin en el borde del barranco del arroyo Portiña, esperando avanzar; la DI de Villatte en la cima del cerro de Cascajal, con 30 cañones en batería al frente; y la caballería de Beaumont en apoyo.

De la artillería francesa, 30 cañones estaban en la cresta del cerro de Cascajal, 30 más en las laderas inferiores y el resto con el CE-IV.

Mientras que el ejército hispano-británico total excedía en número al francés de 55.000 a 45.000, las tropas francesas que enfrentaban la sección británica de la línea eran 30.000 contra 16.500 tropas británicas y alemanas, con una artillería sustancialmente más pesada y numerosa.

A las 05:00 horas del 28 de julio, un cañón realizó un disparo desde el cerro de Cascajal para señalar el comienzo del ataque francés, seguido por un aluvión de fuego de todas las piezas francesas contra las tropas británicas que defendían el cerro de Medellín. La BRI-II/2 de Stewart y BRI-I/2 de Tilson retrocedieron detrás de la cresta del cerro de Medellín, mientras la Bía de Rettberg luchaba por responder el cañoneo francés.

Con el inicio del bombardeo, las tropas ligeras francesas se apresuraron hacia delante, seguidas por las columnas de infantería. La mayoría de los disparos de los cañones franceses pasaron por encima de las cabezas del RI-29, que estaban detrás de la cresta de la pendiente.

El general Hill vio comenzar el avance francés, a pesar de la cortina de humo que envolvía las posiciones francesas y dio la orden de retirar las compañías ligeras británicas de la orilla del arroyo Portiña.
Una vez que la infantería francesa estuvo cuesta arriba, los cañones franceses dejaron de disparar para evitar golpear a sus propios hombres.

Los RIs de la DI-1/I de Ruffin se formaron en un orden diferente al del ataque de la noche anterior. El RIL-9 estaba a la derecha, con su línea de avance sobre la llanura al norte del cerro de Medellín, el RI-24 estaba en el centro y el RI-96 a la izquierda. El asalto francés del RI-24 y del RI-96 cayó en la BRI-II/2 de Stewart (BI-I/29, BI-I/48 y BI combinado). La infantería de Ruffin subió por la ladera del cerro de Medellín en columna cerrada, con un frente de alrededor de 150 hombres y una profundidad de 9 hombres. La infantería británica fue llamada a ponerse de pie y se alineó en el borde de la cumbre.

Los hombres de Stewart esperaron hasta que la infantería francesa estuvo a corta distancia, antes de realizar una descarga que detuvo el avance francés. El RI-96 francés fue sometido, además, a un fuego en su flanco izquierdo de los BILs KGL, retrasados en Sherbrooke. La línea francesa vaciló y luego fue cargada por los BIs británicos, empujándolos colina abajo y hasta el otro lado del barranco del arroyo Portiña.

Al ver sus compañeros RIs rechazados, el RIL-9 abandonó su avance hacia el norte del cerro de Medellín y regresó de nuevo a su posición inicial, uniéndose a los soldados de RI-24 y RI-96 de la línea posterior a la cumbre del cerro de Cascajal. El segundo ataque de Víctor había fallado.

La infantería británica fue nuevamente sometida al fuego de los cañones franceses mientras volvían a subir a sus posiciones detrás de la cima del cerro de Medellín.

La DI-2 de Hill sufrió bajas de unos de 750 muertos, heridos o capturados, el propio Hill resultó herido y obligado a abandonar el campo de batalla, y Tilson asumió el mando de su DI-2.

Las bajas francesas fueron más numerosas. El RI-24 y el RI-96 perdieron 40 oficiales y alrededor de 1.100 hombres entre muertos, heridos o capturados, la mayoría de los heridos habían quedado en la pendiente que conducía a la posición británica.

Los cañones franceses continuaron disparando durante una hora completa, y sus disparos cayeron entre los grupos de tropas británicas que recogían a los heridos y muertos, británicos y franceses, de la ladera.

Pausa en la batalla

Alrededor de las 08:30 horas, el cañoneo cesó y oficiales y soldados de ambos bandos bajaron al arroyo Portiña para beber el agua fangosa, mezclarse y hablar sin importar el bando.

Durante la pausa, Wellesley ordenó a las BRDs de Fane y Anson que formaran hacia el oeste del cerro de Medellín, listas para contrarrestar cualquier movimiento adicional por el lado norte. También se colocaron 2 cañones en un espolón norte del cerro de Medellín.

La BRI-II/3 de Donkin se trasladó al cerro de Medellín, uniéndose a la BRI-II/2 de Stewart y la BRI-I/2 de Tilson.

Alrededor de las 10:00 horas, José y su personal subieron a la cima del cerro de Cascajal para reconocer la situación. Tuvo lugar una discusión sobre el próximo movimiento del ejército francés.

Víctor instó a un nuevo ataque, diciendo que el anterior ese día había fallado porque el CE-IV de Sebastiani no había participado.

El jefe de estado mayor Jourdan, estaba en contra de otro ataque, insistiendo en el peligro de que los españoles pudieran avanzar y abrirse paso a través del ejército francés, conduciéndolo hacia el norte, hacia las montañas y dejando el camino a Madrid abierto a españoles y británicos.

Víctor declaró que si José podía contener a las tropas españolas, asaltaría el cerro de Medellín con las sus 3 DIs.

En medio de las discusiones acaloradas, llegó un despacho de Soult diciendo que no podía llegar a Plasencia hasta entre el 3 y 5 de agosto. Esta noticia hacía imprescindible la lucha, ya que José no podía separar una fuerza suficiente para mantener Madrid contra el avance del ejército español de Venegas, que venía del sureste y todavía se enfrentaba a Cuesta y Wellesley con fuerza suficiente.

Se decidió que Víctor realizara un tercer intento de tomar el cerro de Medellín, mientras que José atacaba el ala española.

Nuevo ataque general francés

Víctor nuevamente asignó el asalto principal a la maltrecha DI-1/I de Ruffin, presumiblemente sobre la base de que estaba en la posición correcta y tomaría tiempo y sería arriesgado apartarla del camino y reemplazarla por otra de sus divisiones.

La DI-1/I de Ruffin debía avanzar con los 3 RIs alrededor del norte del cerro de Medellín, apoyados por una BRI de la DI-3/I de Villatte. La DI-2/I de Lapisse iba a atacar a la izquierda de la DI-3/I de Villatte. 30.000 infantes franceses atacarían a 16.500 infantes británicos.

El RI-4 polaco de la DI-3/IV de Sebastiani y la DI-2/IV alemana de Leval iban a atacar las divisiones británicas en el centro y la derecha de Wellesley.

La caballería francesa se distribuiría a lo largo de la retaguardia en apoyo de la infantería atacante: la DD-1/R de Latour-Maubourg detrás del CE-IV de Sebastiani, la BRCL-I/I de Beaumont detrás de Villatte y la BRCL-I/IV Merlín apoyando el ataque de la DI-1/I de Ruffin, en la llanura al norte del cerro de Medellín.
Sobre las 11:00 horas, el personal británico vio una nube de polvo que indicaba que el CE-IV de Sebastiani avanzaba. Al mismo tiempo, la infantería ligera francesa apareció en la sierra de Segurilla, al norte del cerro de Medellín.

Wellesley tenía claro que se estaba produciendo un nuevo ataque francés, lo que le obligó a buscar refuerzos en Cuesta, quien envió la DC-2 de Aberquerque y una Bía de artillería a caballo. Estas tropas se formaron detrás de las brigadas de dragones británicos de Fane y Anson al oeste del cerro de Medellín.

El ataque francés recayó inicialmente sobre la derecha británica, donde las compañías ligeras de la BRI-I/4 de Campbell fueron sorprendidas en la zona de viñedos y muretes alrededor del Pajar de Vergara, perdiendo prisioneros ante las tropas alemanas de la DI-2/IV de Leval. Momentos después los hombres de Leval llegaron a la línea principal de la BRI-I/4 de Campbell (BIL-II/7 de fusileros, BI-II/53), que estaban desordenadas a fondo por su avance a través del terreno irregular.

Reforzada por el BI-I/40, la línea de Campbell, con su flanco derecho apoyado en el Pajar de Vergara, hicieron descargas contra el avance de los alemanes, mientras que los cañones británicos en el reducto en el Pajar de Vergara dispararon metralla en su flanco izquierdo.

El BI de vanguardia alemana recibió descargas de canister y volvió corriendo. Los otros BIs alemanes vacilaron bajo las descargas británicas, a lo que Campbell ordenó avanzar a su brigada, liderada por el RI-7 de fusileros. Los BIs alemanes restantes también huyeron a los viñedos, dejando una batería de cañones.

Los BIs de la DI-2/IV de Leval que se estaban enfrentando a los españoles también se retiraron y toda la DI retrocedió.

Campbell mantuvo a sus batallones bajo estricto control y detuvo la persecución, devolviéndolos a la línea original, disparando los cañones abandonados en el camino.

Hacia el final de la acción entre la BRI-I/4 de Campbell y la DI-2/IV de Leval, la DI-2/I de Lapisse y la DI-3/IV de Sebastiani atacaron a la DI-1 británica de Sherbrooke. Las 2 DIs francesas, precedidas por un enjambre de escaramuzadores, cruzaron el arroyo de Portiña y avanzaron en sólidas masas contra la línea de las BRI-IV/1 de Löw, BRI-III/1 de Langwerth, BRI-II/1 de Cameron y la BRI-I/1 de la Guardia de Campbell. La infantería británica y alemana esperó hasta que la primera línea de las columnas francesas estuvo a 50 metros, disparó una devastadora descarga y a continuación cargaron a la bayoneta. Los franceses cedieron confundidos y fueron empujados a través del arroyo Portiña.

Al otro lado del arroyo, Cameron detuvo a sus hombres y los volvió a formar. Sin embargo, los alemanes y los guardias a pie siguieron adelante, en un desorden creciente, hasta que fueron atacados en números abrumadores por las segundas líneas de las divisiones de Lapisse y Sebastiani. Al mismo tiempo, los cañones franceses del cerro de Cascajal dispararon contra el flanco izquierdo de las brigadas alemanas, causando terribles bajas. Las brigadas alemanas y de la Guardia de a pie fueron enviadas de regreso a través del arroyo Portiña por la triunfante infantería francesa.

El momento era crítico para el ejército de Wellesley. Los franceses parecían haberse roto el centro. La BRI-I/3 de Mackenzie se adelantó desde la segunda línea para enfrentarse a los franceses que avanzaban, mientras que el RI-48 bajó del cerro de Medellín para ayudar a los BIs alemanes en retirada.

El RI-48, RI-24, RI-31 y RI-45 formaron una línea, abriendo sus filas para permitir que los RIs en retirada pasaran a través, cuando llegaron los franceses, se produjo un duelo de disparos de mosquete, durante el cual, el coronel Donnellan, al mando del RI-48, fue herido de muerte. Pronto, BRI-II/1 de Cameron y la BRI-I/1 de la Guardia de Campbell, seguidos por los batallones alemanes, se reagruparon y se unieron a los RIs de la BRI-I/3 de Mackenzie para enfrentarse a los franceses, que comenzaron a vacilar.

El general Lapisse fue muerto, instando a sus hombres a seguir, su muerte asestó un duro golpe a la moral de la DI-2/I, que retrocedió, dejando expuesto el flanco de la DI-3/I de Sebastiani.

La BRD-II de Cotton (RDL-14 y RDL-16) puso en marcha una carga en el flanco izquierdo de la DI-3/IV de Sebastiani (RI-4 polaco) y el conjunto del centro francés comenzó a caer de nuevo.

En palabras de Fortescue: “De este modo, la contienda en el centro llegó a su fin, ambos bandos sufrieron pérdidas espantosas en una de las peleas más tenaces que se produjeron durante todo el transcurso de la guerra”.

Hacia el final de la lucha en el centro, los alemanes de la DI-2/IV de Leval fueron nuevamente lanzados al ataque, para cubrir el flanco izquierdo de la DI-3/IV de Sebastiani. Fueron fácilmente repelidos por RIs españoles y las dos brigadas de la DI-4 de Campbell.

Mientras retrocedían, los alemanes fueron cargados por el RC Rey con el coronel de la Lastra al frente, era otro de los veteranos de Dinamarca, los BIs alemanes de Frankfort y Hesse fueron cargados e hicieron fuego contra los jinetes españoles, causando varios heridos entre ellos el propio coronel, que fue herido en el brazo por una bala de fusil. Los jinetes del Rey continuaron la carga sin darles tiempo a formar en cuadro.

Los alemanes se refugiaron en un olivar para defenderse mejor, pero los españoles no cesaron en su persecución y entraron en el olivar al galope, llegando hasta un claro donde los franceses había una batería asentada. Los jinetes tomaron los 4 cañones que fueron llevados a las líneas propias, mientras los demás jinetes continuaron persiguiendo a los alemanes. Otros 7 de los cañones de Leval que no pudieron llevarse porque no tenían medios, fueron capturados por las tropas de Campbell. Esta carga fue alabada por todas las partes e incluso llegó a la Cámara de los Comunes.

Durante el ataque francés en el centro, los cañones franceses en el cerro de Cascajal dispararon un fuerte bombardeo sobre las tropas británicas en el cerro de Medellín, causando graves bajas, particularmente en la BRI-II/3 de Donkin.

Cuando la lucha en el centro alcanzó su punto culminante, Víctor inició su avance por el lado norte del cerro de Medellín, la DI-1/I de Ruffin a la derecha, con el RIL-9 avanzando sobre la Sierra de Segurilla; con la DI-3/I de Villatte a la izquierda, encabezada por el RIL-27. El avance francés estuvo sometido al fuego de los cañones británicos en el cerro de Medellín.

Una fuerte ovación del centro parece haber sido suficiente para asegurarle a Wellesley que las cosas estaban saliendo bien y haber sido el detonante para que ordenara a Anson que atacara a los franceses que se movían por el cerro de Medellín, apoyados por los dragones de Fane.

Viendo a la BRD-III de Anson avanzado, con el RDL-23 a la derecha y el RH-1 KGL a la izquierda, los RIs franceses formaron en cuadros.

El RDL-23 se dirigió a atacar al RIL-27, mientras que el RH-1 se dirigió al RI-24 y RI-96. Bajo el fuego de los cañones franceses en el cerro de Cascabal y de la infantería ligera en la sierra de Segurilla, la caballería ligera pasó del trote al galope en una etapa temprana de su avance. El RDL-23, de forma inesperada, se encontró con un arroyo que discurría transversal a su frente. Moviéndose demasiado rápido para detenerse, muchos de los dragones fueron derribados. La infantería francesa del RI-27 abrió un fuego mortal sobre los dragones indefensos.

Los primeros húsares fueron igualmente derribados por el mismo arroyo, pero estaban más lejos de los franceses. El RDL-23 y RH-1 KGL se reagruparon y continuaron con su carga, RH-1 cargó contra los infantes franceses siendo batidos por los cuadros del RI-24 y el RDL-23 fue rechazado por RIL-27 siendo cargados por la BRCL-I/IV de Merlin.

El RDL-23 perdió 207 muertos, heridos o desaparecidos, con 224 caballos perdidos, de una fuerza total de 480. Mientras que la infantería francesa se vio obligada a permanecer en cuadro, fueron sometidos a fuertes cañonazos por parte de cañones británicos y españoles que les impidió avanzar.

Una consecuencia de los disparos en la zona fue que se incendió la hierba de la vertiente norte del cerro de Medellín, que se extendió por la llanura hasta la sierra de Segurilla. Las DIs de Ruffin y Villatte retrocedieron.

Finalmente, llegó un informe de Milhaud de que los españoles avanzaban por la izquierda francesa. Este informe resultó ser falso, pero eran las 18:00 horas y parecía claro que todos los ataques habían fracasado. A pesar de las enérgicas objeciones de Víctor, José ordenó una retirada general a las posiciones que ocupaban al comienzo del día.

Durante la noche, Víctor recibió información de que Wellesley buscaba marchar alrededor de su flanco derecho. La información era incorrecta, pero hizo que Víctor pusiera a su cuerpo en una retirada precipitada. Sebastiani, al ver el movimiento de Víctor, se sintió obligado a conformarse y también se retiró.

José, al ser informado de las actuaciones de sus subordinados, ordenó una retirada general y, de la noche a la mañana, el ejército francés cruzó el río Alberche, retomó su antigua posición en Cazalegas y la batalla de Talavera llegó a su sangriento final.

Bajas de la batalla

Las bajas en Talavera estuvieron entre las más altas registradas durante la Guerra Peninsular. Muchos oficiales superiores resultaron muertos o heridos. Entre los británicos, el mayor-general Alexander Mackenzie, y el brigadier Langwerth. El general de división Hill y los generales Henry Campbell y Alexander Campbell resultaron heridos.

En el lado francés, El general Lapisse, uno de los oficiales de campo más experimentados del ejército, había sido muerto junto con muchos otros oficiales superiores de regimiento.

El ejército británico tuvo las siguientes bajas: muertos 34 oficiales y 643 suboficiales y tropa; heridos 196 oficiales y 3.719 suboficiales y soldados; desaparecidos, 8 oficiales y 639 suboficiales y soldados. En total: 5.363.

Para el ejército español no se conocen resultados detallados. El general Cuesta declaró que 1.201 hombres (incluidos 51 oficiales, uno de ellos el general Manglano heridos) la mayoría huidos.

Teniendo en cuenta que el ejército español no estuvo muy comprometido, el total de muertos y heridos habría sido de unos 400 o 500 hombres como máximo según la evaluación de Charles Oman. Así, para los aliados, el total las bajas y los desaparecidos ascendieron a unas 6.600.

El ejército francés perdió 46 oficiales y 716 suboficiales y tropa muertos; 220 oficiales y 6.081 suboficiales y tropa heridos; un oficial y 205 suboficiales y tropa desaparecidos, en total 7.268.
Según Les trophés de la France de Vérillon, los franceses tomaron cuatro banderas inglesas en Talavera, sin embargo, no hay ningún registro británico de pérdida de los colores del regimiento, por lo que pueden haber sido banderas lisas o colores de campamento.

Las dificultades para tratar a los heridos en Talavera fueron otro motivo de discordia, aunque en este caso poco podían hacer las autoridades españolas. La ciudad estaba devastada, y la mayor parte de sus habitantes habían huido. Una ciudad de apenas 7.000 habitantes difícilmente podía sostener al inmenso número de heridos de todos los ejércitos producidos en la batalla, que llegaban probablemente a los 5.000. Simplemente, el acondicionamiento de locales como hospitales y el transporte de los heridos hasta ellos debió ser una actividad titánica. Inevitablemente, muchos debieron ser dejados en las calles de la ciudad hasta encontrarles un alojamiento, y los cirujanos no daban abasto para atender tal número de pacientes. Es de suponer que muchos heridos fallecieron por no poder recibir una atención adecuada.

El coronel Mackinnon, que a partir del 31 de julio se hizo cargo del mando de las tropas británicas en Talavera, narra como la mayor parte de los heridos fueron alojados en los conventos de la localidad, o en casas abandonadas por sus propietarios. Los más leves fueron enviados a sus unidades en cuanto fue posible; pero, aun así, la concentración de heridos en Talavera seguía desafiando cualquier gestión medianamente razonable con los escasos recursos disponibles.

La victoria táctica lograda por los aliados no servirá de nada, pues la colaboración anglo-española no prosperó. Wellesley, muy descontento con la actuación hispana, descubrirá el 3 de agosto que las tropas de Soult le cortaban su ruta de suministros con sus bases en Portugal y se retiró hacia allí. Los españoles se replegaron a la cuenca del Guadiana.

Los franceses reforzaron Madrid, aunque el propio Napoleón lamentó su derrota en Talavera, achacándola al no haber estado allí, lamentándose: “Qué ocasión perdida…!Treinta mil ingleses a cien leguas de la costa, y no haberlos derrotado… Lo que es, Dios mío, un ejército sin jefe!”.

Por esta victoria, Wellesley obtuvo el título de vizconde de Wellington y una renta anual de diez mil libras.