Guerras Napoleónicas Guerra de la Independencia (1813) Asedio de Pamplona (25 de junio al 31 de octubre de 1813)

Llegada de los aliados

Antes de sus operaciones de mayo contra Mina, Clauzel había depositado 54 cañones de campaña dentro de la fortaleza de Pamplona. El 15 de junio un convoy llegó desde Francia con comida para 2.500 Hombres. Después de la destrucción de la base de Mina, Clauzel regresó a Pamplona el 18 de junio, dejando atrás al general Louis-Pierre-Jean Aphrodise Cassan y una guarnición que incluía a 2 BIs del RI-52, 1 BI del RI-117 y 800 hombres de la 3ª Legión de Gendarmería.

José Bonaparte en su retirada después de la derrota de Vitoria, llegó a Pamplona en la tarde del el 23 de junio, con un pequeño cortejo, entre los que figuraban varios generales y los ministros O’Farrill y Azanza. A la una de la mañana del 25 de junio, José Bonaparte salió de Pamplona por la puerta de Francia en dirección a la frontera francesa. A lo largo de la mañana del 25 de junio, se presentaron delante de Pamplona las primeras avanzadillas del ejército aliado, ocupando los puntos estratégicos del entorno de Pamplona.

Mientras llegaba el cuerpo de reserva de O’Donnell, la fortaleza tuvo que ser bloqueada por tropas del ejército principal, hasta que llegaran los andaluces, estaban tomando el castillo de Pancorbo y se esperaba su llegada el 10 de julio. El esquema adoptado fue que la DI-2 se situaría en el lado norte de Pamplona, la DIL y la DI-7 que había regresado de la persecución de Clauzel se sumarían el 2 de julio. El 3 de julio, la DI-7 sería relevada por la DI-4. El 5 de julio llegó la DI-6 de Clinton y relevaría a la DIL que seguiría a la DI-7. La mayor parte de la caballería se quedó en el asedio, siendo obviamente inútil en los Pirineos excepto en pequeñas partidas de exploración.

El resultado de esos arreglos fue dejar 3 DIs (3, 4 y 6), y casi toda la caballería, para el bloqueo de Pamplona y enviar 4 DIs (2, 7, Ligera, y Silveira) para limpiar el Bazán y para establecer comunicaciones con el cuerpo de Graham en el Bajo Bidasoa.

Pamplona quedó a cargo del general Cassan con 3.800 soldados de guarnición y 80 cañones pesados montados en las murallas, con la misión de obstaculizar el avance aliado resistiendo hasta nueva orden. También dejaron a sus enfermos y soldados incapacitados dentro de la ciudadela, así como 40 prisioneros del RI-71 highlanders capturados en Vitoria.

La ciudad estaba construida sobre una meseta plana de poca altura, con el río Arga corriendo inmediatamente debajo de sus muros en los lados norte y noreste, donde actuaba como un foso intransitable. En los lados sur y sureste había una muralla, con la fuerte ciudadela que se proyecta hacia el sur. Dos los fuertes periféricos a cierta distancia de las murallas fueron menospreciados, siendo juzgado por Cassan que estaban muy alejadas de la fortaleza principal, y requerían de grandes guarniciones, por lo que las abandonó y las destruyó. El campo en ambas orillas del Arga era plano y fértil, cubierto, incluso muy cerca de las murallas, con huertas y campos de trigo, cuyos productos no estaban maduros cuando comenzó el bloqueo.

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Plan de defensa de Pamplona en 1813. Autor Jacques Vital Belmas.

Cassan realizó preparativos para aguantar un inminente asedio. Destruyó los fuertes de tierra exteriores, que podrían servir a los aliados, y se replegó dentro de las murallas a todos sus hombres, encerrándose tras hacer acopio de víveres y municiones para varios meses. Disponía de 411.967 raciones de pan y galleta, que podían servir para el abastecimiento de unos 77 días. Las provisiones de arroz eran 1.088.000 raciones. La carne era escasa, tan solo 141.051 raciones, también era insuficiente el vino y disponían de sal y de abundante aguardiente. Si el asedio se prolongaba, las dificultades de avituallamiento se agudizarían.

La ciudad de Pamplona tenía 14.000 habitantes, y ante tan precarios recursos alimenticios, Cassan muy pronto adoptaría medidas para prolongar el abastecimiento de víveres. Obligó a que abandonaran la ciudad los familiares de los insurgentes o simpatizantes con la guerrilla, así como las personas sospechosas de obrar contra los intereses de los franceses.

También debían salir de la ciudad quienes no disponían de víveres suficientes para aguantar tres meses de asedio. Estas disposiciones pretendían asegurar la alimentación de la tropa y la población.

En ese sentido, el 27 de junio, se elaboró un nuevo censo de población y una comisión requisó los productos que habían dejado en sus casas las personas que habían salido de la ciudad. El 28 de junio la ración de carne se redujo a la mitad, compensada por el incremento de la ración de arroz. El 8 de julio el consumo de carne fresca se sustituyó por tocino. Desde el 24 de julio la ración de arroz se limitó. Como el vino era escaso desde el primer momento no se repartió entre la tropa y los oficiales, quedó reservado a los hospitales. El aguardiente, más abundante, lo destinó Cassan como estimulante excepcional para las acciones bélicas. Al descartarse el riesgo de asalto, volvió a distribuirse en la dieta.

Un mes después de comenzar el asedio, la precariedad de víveres ya empezaba a ser evidente. Cassan diseñó un plan con dos objetivos. El primero tener ocupada a la tropa, evitando la ociosidad. El segundo, mantener en vilo a los sitiadores; aunque también buscaba incrementar el almacenamiento de víveres. Como Pamplona estaba rodeada de campos de cereales, algunos árboles frutales y era el tiempo de la cosecha, los militares de la guarnición, al anochecer, efectuaron algunas salidas de las murallas, con el fin de obtener algo de grano, y de forraje para caballos y bueyes. Las salidas al principio del cerco fueron una vez por semana, después cada dos días y diarias al final del bloqueo.

Mientras que las fuerzas anglo-portuguesas bloqueaban la ciudad, los ingenieros militares construían 9 reductos a una distancia de 1.200 a 1.500 metros de la fortaleza, cada reducto tenía una guarnición interna de 200 a 300 hombres y estaban fuertemente equipados con artillería de campaña capturada en Vitoria. Los británicos de Picton pronto emplazaron baterías en los fuertes y en las colinas cercanas de Mendillorí, Mutiloa, Cordovilla, Baranain y Santa Lucía.

Las tropas de O’Donnell llegaron a Pamplona el 12 de julio, liberando a las 3 DIs anglo-portuguesas de Dalhousie. Los 14.183 soldados de O’Donnell fueron organizados en 2 DIs mandadas por los generales Creagh 6.454 en 7 BIs con y Echevarri con 6.617 en 7 BIs y una BRC al mando del general Bárcena con 828 en 2 RCs. Entre las fuerzas había 284 artilleros.

Wellington insistió en que no era necesario el envío de piezas de artillería de asedio para apoyar a los 12 cañones de campaña de O’Donnell. Los cañones de asedio aliados fueron reservadas para el asedio de San Sebastián. El bloqueo español de la ciudad se pudo mantener gracias a un cordón interno de piquetes ubicados alrededor de la ciudad. El exterior del cordón incorporaba pueblos fortificados y a los 9 reductos construidos por los ingenieros, cada uno armado con 2 cañones. Tan eficaz fue el bloqueo que no existió comunicación entre la guarnición francesa y el mariscal Soult.

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Plano de Pamplona publicado en 1842.

Intento de alivio

El 25 de julio, el mariscal Soult cruzó la frontera con un gran ejército para liberar la ciudad.

El 26 de julio, los sitiados en Pamplona vivieron ese día con expectación y esperanza, al comprobar que la ayuda francesa estaba en camino. Detectaron que existían signos de alarma entre sus enemigos. La guarnición de Cassan escuchó los lejanos sonidos de la batalla al noreste, en la dirección del puerto de Ibañeta. El ruido provenía de una escaramuza entre las DIs francesas de Clauzel y la DI-4 británica de Cole en Lizoáin.

Señales que fueron en aumento conforme transcurría el día. Algunos oficiales contemplaron la posibilidad de que las fuerzas de la guarnición de Pamplona salieran fuera del recinto amurallado y atravesaran las líneas del ejército aliado acudiendo en apoyo de las fuerzas que iban en su auxilio, con el fin de envolver a los sitiadores. Esta actuación quedó descartada por Cassan, que juzgaba que la ciudad se quedaría indefensa y que sería ocupada de inmediato por los sitiadores.

El 27 de julio las fuerzas de Soult habían llegado al pueblo de Sorauren, a escasos km al norte de Pamplona, los sitiados observaban signos de proximidad de las tropas francesas, contemplaron la llegada de heridos, escucharon explosiones, y comprobaron el nerviosismo de los sitiadores. La DI-3 de Picton y la DI española de Pablo Morillo comenzaron a ocupar posiciones cerca de la ciudad, lo que indicaba que las tropas francesas podían estar cerca. La DI española de O’Donnell en el lado sur de Pamplona marcharon para lograr unirse con los aliados en la tarde del mismo día. Cassen ordenó una salida por sorpresa para contactar con Soult, cruzaron Villava por el lado norte de la fortaleza, logrando que los sitiadores huyeran en un primer momento, hasta que más regimientos gallegos y asturianos del general Carlos de España les empujan de nuevo a la ciudadela. Esa noche, las fogatas del campamento de la DI francesa de Foy eran visibles a 8 km de distancia.

El 28 de julio, parecía que la situación había cambiado, ya que los aliados habían recibido tropas de refuerzo. Ese día, la DI de Carlos de España logró ocupar el lado sur de Pamplona.

El 29 el estruendo del combate se retiraba hacia el noroeste, y estaba claro que el ejército de alivio de Soult se estaba retirando. Al día siguiente, los franceses se habían retirado. La esperanza por ser liberados iba desapareciendo.

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El BI-IV/4 prusiano de Isenburg (cuarto regimiento extranjero) en Pamplona en 1813. Autor Jack Girbal.

Asedio de agosto a octubre

Pese a la enorme decepción de haber fracasado el alivio de Pamplona, Cassan se las arregló para mantener la moral de su guarnición durante al menos tres meses. Las fuerzas españolas enviaron emisarios a la guarnición principal para anunciar la victoria de los aliados en la batalla de San Marcial del 31 de agosto y la batalla de Bidasoa del 7 de octubre con el fin de convencer a los franceses de que su situación era muy desfavorable. Sin embargo, Cassan se encontraba decidido a resistir, pero se enfrentaba con una guarnición sin suministros. El campo cerca de las murallas de Pamplona era fértil y poseía bastantes campos de trigo, debido a esto las tierras fueron el foco de actos de recolección realizados desde julio hasta septiembre por las tropas de Cassan con el fin de conseguir alimentos para sus tropas. Normalmente, el comandante francés enviaba una fuerza de 500 soldados que quebraba sus posiciones dentro del cordón de piquetes. Las tropas solían cosechar el trigo y las patatas hasta que se toparon con una guarnición de la infantería española haciendo que se retirasen de Pamplona con la comida que habían obtenido.

El 9 de septiembre, al día siguiente de la rendición de la guarnición francesa de San Sebastián, los sitiados ejecutaron otra salida para mostrar su determinación, hiriendo en el muslo a Carlos de España, y a otros oficiales y soldados. Antes de volver a las murallas, la guarnición sufrió unas 100 bajas. Cassan llevaría a cabo más acciones similares para intentar escapar, sabiendo que no recibiría auxilio de Francia.

Después de que se acabaran las cosechas, Cassan inició expediciones para recoger leña. Para finales de septiembre, solo tenía comida disponible para alimentar a la mitad de su guarnición. El comandante francés intentó sacar a la población civil de Pamplona, pero Carlos de España ordenó a sus tropas que abriesen fuego y los civiles volvieron a la ciudad. En su desesperación, Cassan ordenó matar a todos los caballos para que sirviesen como alimento. No obstante, esto no fue suficiente, ya que los hambrientos soldados también se alimentaron de perros, gatos y ratas así como de raíces desenterradas.

A finales de septiembre Wellington ordenó a las 2 DIs andaluzas de O’Donnell dirigirse al frente, siendo sustituidos por una DI del Tercer ejército del duque del Parque, la del príncipe de Anglona, unos 5.000 hombres, que acababa de llegar después de una larguísima marcha desde el bajo Ebro.

El 10 de octubre, Cassan sufrió otras 100 bajas en otra salida con en la que esperaba atravesar las líneas españolas, disponiendo incluso la voladura del castillo tras él; pero no tuvo éxito y se vio obligado a volver. O´Donell advirtió a la guarnición que sus tentativas de huida eran inútiles, por hallarse los pasos de los Pirineos custodiados por los 8.000 guerrilleros y milicianos de Espoz y Mina.

Para octubre, había más de 1.000 hombres en el hospital, muchos de ellos con la enfermedad del escorbuto. En ese momento, había muchas deserciones de soldados alemanes, italianos, belgas y españoles; que se habían unido anteriormente al ejército imperial. El 24 de octubre los víveres de los defensores se habían agotado, y Cassan envió un oficial para negociar la rendición. Pretendía tener el paso libre de toda su guarnición con sus 6 cañones hasta la frontera francesa. Wellington no permitió ninguna capitulación honrosa, ordenó que los últimos franceses que quedaban en España fueran apresados y encarcelados en Inglaterra. Cassan amenazó con destruir las fortificaciones de Pamplona y luchar para dirigirse a la frontera francesa. Más tarde Cassan admitiría, en un informe al gobierno francés, que eso solo fue un engaño, ya que debido al hambre sus soldados apenas podían recorrer 5 km.

Carlos de España le respondió señalando que había 25.000 soldados aliados entre Pamplona y la frontera francesa. El general español prometería que en caso de que los franceses destruyesen la fortaleza, el ordenaría la ejecución de todos los prisioneros y la caza indiscriminada a cualquier francés que escapase. Wellington solicitó mediante una carta la ejecución de todos los oficiales franceses y el castigo de los soldados con la Decimatio (castigo romano que consistía en matar a uno de cada diez).

Rendición de la ciudad

Después de reconsiderarlo, Cassan solicitaría que sus soldados fuesen intercambiados bajo la promesa de que su guarnición no lucharía con los aliados durante un año y un día. Carlos de España se negó, señalando que los oficiales franceses eran famosos por no cumplir sus compromisos. Finalmente, Cassan tuvo que aceptar las condiciones de Carlos de España, permitiendo a sus soldados marchar con los honores de guerra, pero obligándolos a deponer las armas a 274 metros de las puertas de Pamplona y serían enviados a campos de prisioneros en Inglaterra. Salieron 1.200 soldados famélicos que depusieron las armas.

La tropa de la guarnición de Pamplona sería conducida al puerto de Pasajes, desde donde embarcaría en dirección a Inglaterra. No obstante, se les permitió que los suboficiales y soldados permanecieran con sus mochilas y los oficiales con sus espadas.

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Asedio aliado de Pamplona (Asedio de Pamplona (25 de junio al 31 de octubre de 1813). La guarnición francesa de Pamplona encabezada por el general Cassan se rinde al mariscal de campo Carlos de España, quedando como prisioneras de guerra. Autor Francisco Vela Santiago.

Pese a estar disponibles para ser intercambiados, los soldados enfermos también fueron tomados como prisioneros. Los funcionarios franceses que se encontraban en Pamplona podían ser intercambiados por ciudadanos españoles en Francia, no obstante se le daría total libertad a las mujeres, niños y hombres mayores de 60 años. Además, los desertores españoles y británicos junto con las tropas pro-francesas serían mantenidas por sus captores. Como dato curioso, se dice que un número pequeño de prisioneros de guerra españoles pro-franceses lograron escapar de sus castigos utilizando uniformes franceses o haciéndose pasar por mujeres francesas.

El 1 de noviembre, los españoles entraron en la ciudadela, hallando, 800 heridos y 1.000 enfermos. Se permitió a personas no combatientes y a los heridos y enfermos, mantenerse en Pamplona hasta su mejoría.

Las pérdidas francesas fueron de 500 muertos en combate y por enfermedades. Mientras que las pérdidas españolas fueron de unas 2.000 entre muertos y heridos.

Wellington opinó que las fuerzas españolas habían sido negligentes con respecto a permitir que los franceses consiguiesen comida. El comandante británico pensaba que si los campos de trigo hubiesen sido quemados y los huertos hubiesen sido destruidos; Pamplona habría caído tres semanas antes. De hecho, la capacidad de resistencia de las tropas de Cassan forzó a las tropas de Wellington a mantenerse en el paso de Roncesvalles en donde las constantes lluvias y nevadas provocaron que numerosos soldados fueran enviados al hospital. Además, Wellington se negó a ordenar a su ejército dirigirse hacia Francia después de que Pamplona fuera tomada. Debido a esto, Cassan había realizado un buen servicio a su Emperador.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2023-10-03. Última modificacion 2023-10-03.
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