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Asalto aliado a Leipzig
Al amanecer del día 19, la mitad de los soldados de la Grande Armée habían cruzado sin contratiempos el río Elster, marchando felices por haber escapado del cerco aliado. Alrededor de la capital los aliados reanudan los ataques. El cerco se estrechaba a medida que estos avanzaban y los franceses se replegaban al interior.
Entre las 08:00 y las 09:00 horas de la mañana, las últimas fuerzas francesas restantes fueron arrojadas a la ciudad. El zar de Rusia y el rey de Prusia llegaron detrás de Probstheida y ordenaron un asalto a Leipzig. Tan pronto como todas las baterías pudieron desplegarse, comenzó un bombardeo de la ciudad.
- El ejército de Silesia (Blücher) atacaría la puerta de Halle.
- El Ejército de Bohemia (Schwarzenberg) marcharía contra la Puerta de San Pedro.
- El Ejército del Norte (de Bernadotte) marcharía contra el Hinter y la Puerta Grimma.
- Ejército de Polonia (Bennigsen) contra las Puertas Spital, Sand y Windmill.
- Los cosacos (Platov) cruzarían el río Pleisse.
Las calles de Leipzig estaban llenas de tropas francesas en retirada. Su paso era difícil debido al equipo abandonado. Napoleón había ordenado la preceptiva voladura del puente después de que todos lo hubiesen cruzado. Con tal misión, lo barrenaron temprano un cabo y cuatro zapadores al mando del coronel Montfort, que esperaba recibir información sobre la hora en que la retaguardia francesa pasara por el puente, tras lo cual debía ordenar su voladura, para obstaculizar la obvia persecución de los ejércitos aliados.
Bonaparte salió de Leipzig por la Puerta de San Pedro escoltado por su Vieja Guardia con un convoy de carros y bagajes; poco antes había concluido su entrevista con el rey de Sajonia sobre la deserción de sus súbditos el día anterior. Tras el Emperador y su séquito comenzaron a cruzar el puente centenares de carruajes repletos de malheridos y enfermos, seguidos de la penosa columna de lesionados que aún pueden caminar.
Para el mediodía, el CE-IV francés de Bertrand aún mantenía a los austriacos y prusianos alejados de Lindenau, mientras en las afueras y el interior de Leipzig se defienden con gran parte de la artillería el CE-VII de Reynier. El diezmado CE-VII de Poniatowsky y el CE-XI de MacDonald, luchando de cerca contra las vanguardias aliadas, que prácticamente tenían ya rodeada la capital excepto el camino de Erfurt.
Alegando que no sabía quién mandaba la retaguardia, el coronel Montfort se fue a Lindenau (no a Leipzig), aparentemente para averiguarlo, dejando al cabo a cargo de las demoliciones.
A las 13:00 horas, el cabo a cargo de la voladura, no sabía nada del coronel ni había recibido información sobre el fin de la evacuación, cuando divisó una avanzadilla de caballería prusiana cargando contra la columna de heridos que intentaban cruzar el puente de Líndenau. Deduciendo que este hecho significaba el final, al no haber tropas capaces de proteger el sector, y porque los lesionados suelen retirarse en último lugar, el cabo aterrorizado voló precipitadamente el puente, mientras todavía estaba lleno de franceses en retirada. Este fallo convirtió una brillante acción retardadora en una derrota definitiva. Unos 30.000 soldados quedaron varados en Leipzig y lucharon desesperadamente por escapar.
Las escenas dramáticas recordaron el cruce del río Beresina en 1812 en Rusia. Los que aún no habían cruzado se abalanzan sobre el puente pontones, que al poco se hundió bajo el peso de centenares de soldados y decenas de carros. Las tropas restantes buscaron otra ruta para salir de Leipzig, algunas nadaron y lograron cruzar, pero otras fueron disparadas por escaramuzadores aliados y se ahogaron.
El general Bennigsen llegó al este de Leizpig con el Ejército de Polonia, emplazando 50 piezas de artillería pesada con las que bombardeó la ciudad durante toda la tarde, a estas se sumaron progresivamente todas las demás piezas aliadas, a lo cual acabaron replicando todas las piezas francesas; dando lugar a un denso intercambio de cañonazos en el que intervienen al principio cerca de 2.000 cañones, y que se prolongó hasta el anochecer.
Mientras, zapadores rusos fueron demoliendo los muros de la periferia y la mayoría de los soldados franceses aún ilesos desertaron o huyeron al oeste más o menos organizados; otras unidades aisladas en el exterior de la capital fueron aniquiladas o se rindieron en masa; su determinación se fue desmoronando por la avalancha de soldados aliados en avance.
Por entonces Napoleón había llegado a Markranstadt, donde fue informado de la tragedia, disponiendo que el CEC-II de Sebastiani vuelva al río Elster para cubrir la huida de los atrapados en Leipzig que consiguiesen por sus propios medios arribar a la orilla occidental; allí encontrarán unos 2.000 hombres semidesnudos que habían cruzado a nado; en el río flotaban decenas de cadáveres.
Asaltos de los aliados a la Puerta de Halle
El diezmado CE-XI ruso de Osten-Sacken abrió la acción del día con un asalto a Pfaffendorf por parte de los RILs jägers 8, 39, 49 y 50. La DI-32/VII de Durutte abandonó el pueblo en llamas y retrocedió sobre el río Parthe, muy crecido. El CE-X ruso de Kapzevich atacó el reducto delante del río con los RI de Arhangelsk y Old Ingermanland.
La artillería francesa abrió fuego y detuvo a los rusos. Sin embargo, regresaron y junto con los RILs jägers 29, 38 y 45 atacaron el reducto nuevamente. Los franceses los rechazaron una vez más. Kapzevich era obstinado e hizo un tercer intento. Esta vez los 5 RILs jägers fueron apoyados por los RIs de Ekaterina (2) y Rilsk (1) del CE-VIII de Saint-Priest. El tercer asalto ruso también fracasó.
La puerta de Halle, que estaba fuertemente bloqueada, finalmente se rompió cuando el CE-III prusiano de Bülow penetró a través del suburbio de Georgen en la retaguardia francesa. A las 12:00 horas, Durutte se retiró de la puerta de Halle y se unió a la retirada general alrededor del norte de la ciudad y fuera a Lindenau en la fatídica calzada. Ahora los rusos avanzaron de nuevo; el RI de Ekaterina lideró la carga hacia el suburbio de Halle. Hubo una dura lucha cuerpo a cuerpo en la Gerbergasse en la que no se dio cuartel ni se tomó prisionero.
La Puerta Blind estaba defendida por la DI-22/VI de Friedrichs. El primer asalto fue realizado por un BG prusiano y fue rechazado por el RI-23 francés. Dos batallones prusianos derrotaron a los 330 hombres del RI-70 y tomaron a todos como prisioneros. La DI-22/VI de Friedrich retrocedió lentamente. Luego, los prusianos penetraron en la retaguardia de los polacos en la Puerta Halle y los obligaron a retirarse. Permitió a los rusos ganar mucho terreno.
Asaltos de los aliados a la Puerta Grimma
La Puerta Grimma estaba en la parte este de la ciudad. Los muros estaban aspillados y cada una de las dos casas que flanqueaban la puerta estaba ocupada por un batallón francés. La infantería quitó las tejas de los tejados para crear más puestos de tiro. La puerta estaba cerrada y con barrotes y una masa de carros, vigas, tablones, muebles y barriles se habían apilado contra el interior.
En la plaza Johannes había seis batallones de infantería francesa. La Puerta Grimma estaba defendida por la DI-39/XI alemana de Marchand de hessianos y badenses.
Los fusileros prusianos encontraron una pequeña puerta que no tenía barricadas y sus zapadores la derribaron con sus hachas. El batallón de fusileros asaltó las casas a ambos lados de la puerta. Algunas paredes tenían aspilleras y para evitar las balas de mosquete, los fusileros apretaban la espalda contra la pared y; tan pronto como un mosquete francés se asomaba por las aspilleras, lo agarraron para capturarlo o dañarlo. Sin embargo, la artillería francesa infligió algunas bajas a los prusianos y los obligó a retroceder. Bülow respondió desplegando numerosos cañones prusianos y rusos y silenciando las piezas francesas.
La infantería francesa, la Guardia hessiana y los fusileros hessianos de la Guardia participaron en un tumulto. Parte de la infantería de Baden y un grupo de coraceros franceses y ulanos polacos atacaron a los jägers rusos. La caballería y la infantería rusa y prusiana contraatacaron. Un grupo de badenses situado en la muralla de la ciudad disparó indiscriminadamente a ciegas contra la masa de badenses, polacos, franceses y rusos frente a ellos. Otros badenses se refugiaron en las casas.
La infantería rusa salió a la calle en gran número y avanzó contra los franceses en el cementerio y la iglesia. Hubo numerosas luchas a la bayoneta e intercambio de disparos de mosquetes a quemarropa.
Las primeras unidades prusianas en asaltar la Puerta Grimma fueron un fusilero y un batallón Landwehr. Algunos de los franceses fueron expulsados de las ventanas superiores, sin embargo, los franceses avanzaron desde la explanada en gran número y querían forzar a los prusianos a entrar en Totengasschen. Los prusianos se vieron obligados a retroceder con los franceses pisándoles los talones. Los badenses se unieron a la persecución y se involucraron en un combate con los prusianos.
Los fusileros hessianos de la Guardia fueron aislados y se entregaron a los prusianos cerca de la puerta interior de Grimma. Los aliados entraron en el centro de la ciudad e inundaron las calles. Los jägers rusos, prusianos y austríacos se apresuraron a perseguir a los franceses, italianos y polacos que huían. Dispararon contra la masa de fugitivos, que intentaban cruzar el río.
Sin embargo, algunos de los franceses y polacos, aunque estaban en el agua hasta las axilas (el río estaba crecido), ¡siguieron cargando y disparando! El BI de la Guardia italiana de Milán intentó defender el Teatro. Los jägers rusos lo asaltaron y lo tomaron. Ya no había ningún cuerpo organizado de tropas francesas al oeste del río, excepto los polacos de Dabrowski, que constituían el último cuerpo formado de tropas francesas. Dabrowski finalmente se rindió a la 13:00 horas. Sin embargo, algunos de sus soldados se negaron a rendirse y escaparon. Siguieron luchando en lugares dispersos hasta el final.
La retirada se volvió cada vez más confusa a medida que las diversas columnas convergían por las calles de Leipzig. Había muchos rezagados y heridos. Algunos de los sajones y badenses dispararon contra los franceses.
Poniatowski junto a MacDonald, con 1.000 hombres restantes, hicieron el último intento de estabilizar la defensa. Poniatowski dirigió su último ataque en el que la mayoría de los oficiales y suboficiales de su CE-VII resultan muertos o heridos, el mismo recibió una herida de bayoneta por encima del corazón, siendo sucedido en el mando por el general Sokolnicki. Aunque gravemente herido, intentó cruzar el Pleisse. No se sabe si se ahogó en el intento o si fue rematado por los escaramuzadores de los aliados que disparaban desde la orilla.
En el exterior de Leipzig los enfrentamientos terminar al anochecer, cuando unos 400 ulanos prusianos se dedicaron a masacrar a los heridos indefensos que encontraban cerca de los restos del puente de Lindenau y en el camino de Erfurt, siendo rodeados y exterminados sin piedad por los jinetes del general Sebastiani.
Secuelas de la batalla
En los tres días de lucha en torno a Leipzig, entre el 16 y el 19 de octubre, Napoleón había perdido 45.000 hombres entre soldados muertos o heridos en combate, entre los que cabe destacar a los mariscales jefes de CE como Poniatowski, Ney, Marmont, Souham y Bertrand, generales CEC como Latour-Maubourg, Sebastiani o Pajol y generales de división como Compans, Lefol, Maison, Meunier, Laferiere Leveque, Gros y Brayer. Además, los franceses perdieron otros 15.000 prisioneros de los aliados.
En total, las bajas de la Grande Armée son espantosas, cifrándose en 68.000 hombres y 300 cañones; el 29 % de sus soldados y el 43 % de su artillería. De estos, unos 23.000 soldados estaban enfermos o heridos graves, que en su mayoría quedaron en Leipzig y la orilla oriental del Elster, siendo capturados o asesinados por los aliados. Los muertos serían unos 15.000 hombres del total.
Entre los aliados de los franceses, destaca el sacrificio y arrojo de los polacos, que además de la pérdida del bravo príncipe Poniatowski, tuvieron muertos o heridos a sus generales Zoltowski, Bronikowski, Grabowski, Rozniecki, Uminski y Malachowski; del total de bajas polacas fueron 7.500, el 62 % de su fuerza inicial.
Para los coaligados había sido una victoria costosa, pues aunque fuesen en todo momento superiores en número ha tenido unas 54.000 bajas; la mayoría muertos o heridos. De estos al menos 21.000 fueron rusos, 14.000 austriacos o húngaros, y 16.000 prusianos o alemanes, que en proporción habían perdido el 20 % de sus fuerzas iniciales. Los suecos tuvieron 400 bajas.
Esta batalla es la mayor de las Guerras Napoleónicas, supone el fin de la hegemonía francesa en Europa y la primera vez que Napoleón, estando al mando, fue derrotado.