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Situación en 1792
Francia no estaba preparada para la guerra, el tesoro estaba vacío, reinaba el caos en el ejército y el pueblo sufría un ataque de histerismo colectivo.
Se difundió el rumor de que algunos jefes del ejército estaban confabulados con el enemigo, y el 29 de mayo se decretó la disolución de la Guardia Real.
El 8 de junio se aprobó el reclutamiento de 20.000 guardias nacionales, que confluirían en París el 14 de julio, para conmemorar la fiesta de la Federación (toma de la Bastilla).
En los primeros días de julio, los ejércitos aliados se concentraban en las fronteras con Francia, la amenaza exterior unió a todas las fuerzas políticas y el 11 de julio la Asamblea Legislativa decretó la movilización general, se hizo un llamamiento a todos los franceses con la frase: “¡Ciudadanos, la patria está en peligro!”. Al día siguiente se emitió un decreto para crear nuevos batallones que se leyó en todas las plazas de Francia.
Solemnemente en París se presentaron 15.000 voluntarios.
Se desató una campaña de agitación que centró sus ataques contra la monarquía. En medio de este estado de agitación, el 25 de julio el duque de Brunswick, jefe del ejército aliado, emitió un manifiesto, redactado por un noble francés absolutista emigrado, en el que amenazaba de muerte a todos los guardias nacionales que defendiesen París o tomasen represalias contra la familia real. Su difusión en Francia contribuyó a exaltar el movimiento popular.
Asalto a las Tullerias (20 de agosto de 1792)
El rumor que se extendió por París de que el Rey iba a dar un golpe de Estado, aceleró los planes de la insurrección. La iniciativa la tomaron los cordeliers, los cabecillas de los guardias nacionales federados y los dirigentes de las secciones parisinas donde predominaban los sans-culottes, que desde el 26 de julio habían formado una especie de comité que volvería a reunirse el 4 y el 9 de agosto. Este último día se decidió iniciar la insurrección, después de conocerse que la Asamblea Legislativa había rechazado la petición de las secciones del destronamiento del Rey. El día 5, el embajador norteamericano Gouverneur Morris visitó a los reyes, y anotó: “nada digno de mención, salvo que se mantuvieron toda la noche en vela, en espera de ser asesinados”.
Al amanecer del día 10 de agosto, se pusieron en marcha hacia las Tullerías dos columnas de guardias nacionales federados y de sans-culottes. La primera con unos 5.000 efectivos provenía eran de la margen izquierda del Sena y la segunda de unos 15.000 efectivos, al mando del cervecero acomodado Antoine-Joseph Santerre, de las secciones del este de la capital, el número aumentaba a medida que avanzaban.
A esa hora ya estaba organizada la defensa del palacio real a cargo de unos 800 guardias suizos, a los que se habían sumado más de mil guardias nacionales leales a la Asamblea Legislativa y algunos cientos de voluntarios provenientes de la antigua Guardia Real. Los artilleros se colocaron en Pont-Neuf (Puente Nuevo) con las instrucciones del departamento para evitar la unión de estas columnas, pero Manuel, el secretario de la ciudad, les pidió que se retiraran y luego se autorizó el paso.
Hacia las seis de la mañana el rey Luis XVI les pasó revista, después de haber dormido muy poco, pero tuvo que volver rápidamente al palacio ante avance de los insurgentes. Las fuerzas leales parecían suficientes para hacer frente a los 20.000 hombres que sumaban las dos columnas de insurgentes, pero la detención de su jefe, el marqués de Mandat a las 07:00 horas por la Comuna insurrecta proclamada por los rebeldes, les privó de un mando unificado, lo que resultaría fatal.
Más decisiva aún resultó la decisión del Rey de seguir el consejo del diputado Pierre-Louis Roederer de abandonar las Tullerías junto con su familia para acogerse a la protección de la Asamblea Legislativa, siendo escoltados en su camino a pie hacia las 08:30 horas por unos 450 defensores de las Tullerías, reduciendo así las fuerzas que defendían el Palacio Real.
Los guardias suizos y los voluntarios que defendían las Tullerías se negaron a rendirse a pesar de que su jefe estaba detenido y el Rey y la familia real ya no estaban en el palacio, por lo que se inició el combate. Los guardias suizos abatieron a varios centenares de rebeldes, pero recibieron la orden del rey garabatea una nota en la que ordena a los suizos que dejasen de inmediato las armas y se retirasen a sus barracones.
Cuando intentaron huir a través de los jardines fueron acribillados por las fuerzas insurgentes, los heridos fueron rematados con bayonetas y picas, y solo unos 150 lograron llegar a la Asamblea. Cuando los insurgentes entraron en el palacio asesinaron a los miembros de la servidumbre, al considerarlos traidores, y luego cortaron algunas cabezas de los cadáveres y las exhibieron clavadas en sus picas. Unos 60 prisioneros suizos del Ayuntamiento fueron masacrados allí. Otros morirían en prisión como resultado de sus heridas.
El Rey y la familia real cuando llegaron a la sala donde se reunía la Asamblea Legislativa, habían sido acomodados en la tribuna destinada a los periodistas.
Como gobierno transitorio y de acuerdo con la Comuna insurgente se constituyó un Consejo Ejecutivo Provisional, formado por los antiguos ministros girondinos y el cordelier Georges Danton, que ocupó la cartera de Justicia. También se formó, asimismo por exigencia de la Comuna insurrecta, un tribunal extraordinario que sería el encargado de juzgar los crímenes de la corte.
El Rey, la Reina y sus hijos y la hermana del monarca fueron encarcelados en la Torre del Temple. Por un decreto de la Asamblea podrían tener servidumbre y otras comodidades relativas como disponer de libros o poder dar pequeños paseos. Los guardias que los custodiaron fueron sans-cullottes de la Comuna, que tenían prohibido ejercer ningún tipo de violencia ni contra el rey ni contra su familia.
El 17 de agosto el general Lafayette hizo un último intento para liberar a la familia real, pero sus soldados se insubordinaron y el general optó por huir a las líneas austríacas. Dos días después cruzaban la frontera francesa del este las fuerzas prusianas al mando del duque de Brunswick.
La Convención Nacional se reunió por primera vez el 20 de septiembre de 1792 y asumió todos los poderes de la República que proclamó al día siguiente: el ejecutivo, el legislativo e incluso el judicial, al asumir la función propia de un tribunal supremo, como se comprobaría en el juicio al que sería sometido el rey Luis XVI, siendo condenado y guillotinado en enero de 1793.
Situación del ejército francés
En medio del caos, el peligro mayor residía en el ejército, que contaba con 82.000 efectivos, excluyendo las guarniciones fronterizas. Se organizó en tres ejércitos:
- Ejército del Norte bajo Lafayette cubría la frontera desde Dunkerque a Malmédy, estaba dividido en dos cuerpos de ejército uno de 24.000 efectivos estacionado en la frontera flamenca y otro de 19.000 efectivos conocido como el CE de las Ardenas, estaba estacionado cerca de Sedán.
- Ejército del centro, llamado de Metz, con 17.000 hombres que ocupaba el trecho entre Montmédy y los Vosgos, estaba bajo el mando del mariscal Luckner.
- Ejército del Rin con 22.000 efectivos entre los Bosgos y Basilea, bajo el general Armand Louis de Gontaut, duque de Lauzun, y duque de Biron, conocido como Biron, que había combatido en América.
- Reserva. A retaguardia en Soissons, se encontraba una turba desorganizada e indisciplinada, con el nombre de ejército de reserva.
El 11 de agosto, Lafayette, que se hallaba en Sedán, se enteró del asalto a las Tullerias, y ordenó al general Arthur Dillón, que estaba en Pont-sur-Sambre y al general Charles François Dumouriez que estaba en el campo de Maulde, marchar sobre París. El primero que era realista, aceptó, el segundo que era amigo de los girondinos, rehusó obedecer.
Al enterarse del motín, la Asamblea envió comisarios a Sedań, pero fueron hechos prisioneros y encarcelados por Lafayette. Se mandaron a otros el 18 de agosto que otorgaron a Dumouriez el mando del ejército Norte. Al día siguiente, al saber que el ejército había perdido la confianza en él, Lafayette cruzó la frontera de Luxemburgo junto con muchos de los oficiales, rindiéndose a los austriacos. Al mismo tiempo, Luckner que se hallaba en Metz y era amigo de Lafayette, rehusó también a aceptar el decreto, siendo reemplazado por el general François Christophe Kellermann y enviado a Châlons para hacerse cargo de las tropas de segunda línea. Casi todos los oficiales superiores de Luckner fueron destituidos, y en el ejército del Rin, solamente Biron aceptó plenamente el decreto.
Batalla de Valmy (20 de septiembre de 1792)
Inicio de la invasión
Las fuerzas aliadas estaban formadas por 3 ejércitos:
- Ejército izquierdo bajo el príncipe Hohenlohe-Kirchberg con 15.000 efectivos austriacos, estaba basado en el Palatinado, maniobraría por la izquierda.
- Ejército central o principal bajo el Charles-Guillaume-Ferdinand de Brunswick con 42.000 prusianos, 5.500 hessianos y 4.500 emigrados bajo el coronel-general Louis de Frotté, se dirigiría desde Coblenza a Lorena por entre el ejército de Kellermann que se encontraba en Metz y el ejército de Dumourietz concentrado en Sedán.
- El ejército derecho bajo François Sebastien Charles Joseph de Croix, conde de Clerfayt que se encontraba en Bélgica que avanzaría hacia el sur por el flanco derecho prusiano.
Cuando los 3 ejércitos coincidiesen en Lorena, se cruzaría el río Mosa y se ganaría la ruta a París.
El problema en el ejército aliado era la diferencia de criterio entre el rey Federico Guillermo y el duque de Brunswick. El rey simpatizaba con los aliados, mientras que el duque los detestaba. En cuanto a la estrategia el Rey era partidario de ir directamente a París, donde el pueblo los recibiría con los brazos abiertos, mientras que Brunswick era partidario de capturar en esa campaña las fortalezas fronterizas, donde establecería depósitos e invernaría, preparando la campaña para el año siguiente. Le horrorizaba la idea de internarse en Francia en otoño, manteniendo a sus espaldas fortalezas no conquistadas.
El escritor y pensador alemán Johann Wolfgang von Goethe acompañó al ejército. Había sido invitado por Karl August, duque de Sajonia-Weimar, quien mandaba un regimiento de coraceros prusianos.
El 12 de agosto al amanecer, tropas ligeras prusianas llegaron territorio francés. El 15 de agosto, el ejército prusiano llegó al campamento entre Sierck y Luxemburgo, y el general Clairfayt, a la cabeza de los austriacos, cortó la comunicación entre Longwy y Montmédy. El 19 de agosto, 22.000 austriacos atacacaron al mariscal Luckner en Fontoy. El 23 de agosto, después de un bombardeo de tres días, Longwy se entregó a los aliados, quienes luego marcharon lentamente hacia Verdún, indefendible. El coronel Beaurepaire, que defendía el lugar, indignado por la cobardía del consejo municipal que quería capitular, toma una pistola y se suicidó. El joven Marceau, que quería como Beaurepaire defender a toda costa la ciudad, finalmente se rindió 3 de septiembre de 1792. Los prusianos permanecieron en la ciudad 9 días, desperdiciando un tiempo precioso, pero el mal tiempo les hizo permanecer allí.
El 24 de agosto llegó a París la noticia del cerco de Longwy, y se ordenó a Dumouriez dirigirse a Sedán, donde descubrió el lastimoso estado en que se encontraba el ejército. Al enterarse de que Verdún estaba amenazada, envió 2 BIs bajo el Tcol Galbaud para reforzar la guarnición, pero no pudieron alcanzar la fortaleza. El 31 de agosto, Dumouriez se encontraba en Bazeilles, desde donde escuchó los cañonazos procedentes de Verdún.
Con la capitulación de la fortaleza de Verdún el 2 de septiembre, el camino a París está abierto. Algunos ministros están pensando en abandonar la capital el mismo día, pero Danton se lanzó a la Asamblea: “Para derrotarlos, caballeros, necesitamos audacia, aún audacia, siempre audacia, y Francia se salva”.
Los aliados para ir a París tenían que atravesar el bosque de Argonne que era una barrera formidable. Una pequeña cadena montañosa, el terreno densamente arbolado que corría a unos 65 km de norte a sur. Barrancos y arroyos bordeados de pantanos atravesaban el bosque. Un ejército cargado de carros, carretas y cañones podría atravesar el Argonne solo por cinco caminos siguiendo pasos naturales. Desde Verdún se encontraban el paso de Les Islettes en el camino a Châlons y el paso de La Chalade en el camino a Reims. Desde Stenay se encontraba el paso de Grandpré en el camino a Verennes, el paso de Croix-aux-Bois en el camino a Vouziers y el paso Chesne-Pouleux en el camino a Rethel. Dumouriez ocupó y atrincheró los pasos para convertirlos en las Termópilas francesas, estableciendo los campamentos principales en Les Islettes bajo el teniente-general Arthur Dillon y en Grandpré bajo Dumouriez.
El 10 de septiembre, el ejército aliado inició el movimiento, y estableció el campamento en Landres, delante de Grandpré, al que llamaron Drecklager (campo de inmundicias), los hessianos se situaron en Les Islettes y Clerfayt frente a Croix-aux-Bois. Los aliados reconocieron las posiciones francesas, que consideraron muy fuertes para un ataque frontal.
El paso de Croix-aux-Bois estaba defendido por el coronel Colomb, un veterano de la guerra americana, con 2 BIs, un Escón y 4 piezas de artillería, que informó que la posición era inexpugnable. Dumourier le ordenó dejar un capitán con 100 hombres y regresar, ya que estaba convencido de que el ataque sería por Grandpré.
Clerfayt enterado por un campesino de la retirada, ordenó tomar el paso con un destacamento de cazadores y húsares, que tomaron el paso el día 12 de septiembre. Al enterarse de la pérdida, Dumouriez ordenó al general Chazot con 8 BIs, 5 Escóns y 4 cañones que retomara el paso. El día 13 de septiembre, retomó el paso, pero un contraataque prusiano lo expulsó, regresando sin ser perseguido.
La situación de los franceses era muy comprometida, pero Dumourietz, dándose cuenta de la lentitud de los prusianos, así como el mal tiempo que dificultaba los movimientos, ordenó mantener Les Islettes y la Chalade, y desalojar Grandpré, retroceder sobre Sainte-Menéhould a 6,5 km de Les Islettes.
Mientras Brunswick decidió entablar negociaciones con Dumourietz, envió al coronel Messembach para negociar una entrevista con Dumourietz, el coronel fue llevado al puesto de mando del general Duval, pero Dumourietz se negó a entrevistarse, al regresar informó de que había actividad de retirada en el campamento francés. El rey prusiano ordenó que se atacara inmediatamente, y envió un cuerpo de 1.5000 prusianos para perseguir a los franceses.
El cuerpo de Chazot que eran unos 10.000 efectivos, fueron sorprendidos en el llano de Montcheutin. Aunque al principio consiguieron rechazar la carga, algunos fueron presa de pánico y huyeron en todas las direcciones. El pánico se extendió a todo el cuerpo y unos 2.000 soldados huyeron durante 50 km o más, difundiendo rumores salvajes hasta Chalons y Reims de que el ejército había sido destruido y que el enemigo marchaba libremente hacia París. “¡Estamos traicionados! ¡Todo está perdido!” decían los fugitivos en pánico, “el ejército ha sido destrozado y los generales se han pasado al enemigo”.
El ejército aliado desaprovechó la oportunidad y no atacó, sino que esperó a que todo el ejército cruzase los pasos, y llegase el tren de suministros desde Verdún, que llegó el 18 de septiembre.
Mientras Doumourietz se dedicó a restaurar el orden y esperar las fuerzas de Kellermann, que llegó a Valmy el 19 de septiembre con el ejército del Centro con unos 16.000 efectivos en 17 BIs y 30 Escóns, lo que elevó la fuerza total francesa a 36.000 hombres, pero el ejército estaba bajo un liderazgo dividido. Aunque Dumouriez tenía la mayor fuerza, solo podía ofrecer consejos y observaciones porque Kellermann no estaba bajo su mando. El ejército del Centro acampó a lo largo del camino de Chalons en la aldea de Dommartin-la-Planchette. Kellermann se dio cuenta de que era un lugar peligroso. Entre su campamento y las tropas de Dumouriez había un gran estanque. Detrás de él estaba el río Auve, que estaba bordeado de humedales. A 3,5 km de distancia se encontraba el pueblo de Valmy en la cima de una colina que ofrecía un escenario perfecto para su artillería.
Desarrollo de la batalla
En la noche del 19 de septiembre, los prusianos se adelantaron y acamparon en Somme-Tourbe. Goethe escribió que el rey se instaló en un hotel, mientras que el duque de Brunswick ocupaba «una especie de cobertizo» junto al hotel. Decidieron atacar al día siguiente cortando la retirada del ejército francés y obligarle a una batalla campal, donde sus disciplinadas tropas se impondrían.
El 20 de septiembre comenzó como una mañana fría de niebla. Solo 34.000 efectivos de la coalición, casi todas prusianas, estuvieron presentes cuando Federico Guillermo II y el duque de Brunswick los enviaron contra los franceses. Miles más de fuerzas estaban sosteniendo fortalezas capturadas o vigilando el Argonne. Los austriacos de Clerfayt y los emigrados franceses estaban a varios km al noroeste. Se retrasaron en su marcha desde Grandpré debido informes de fuerzas francesas inexistentes en su camino.
Los prusianos desplegaron sus fuerzas en:
- Vanguardia bajo el príncipe de Hohenlohe con 3 BRIs:
- BRI-I del general Wolffradt con 3 BIs y 1 Bía 8×6.
- BRI-II del general Heizberg con 5 BIs 1 Bía 8×6
- BRC-III del general Kleist con 10 EDs, 10 EHs y 1 Bía 8×6.
- DI del duque de Brunswick con 2 BRIs:
- BRI del general Rhomberg con 5 BIs.
- BRI del general Thadden con 6 BIs.
- DI del conde de Kalkreuth con 3 BRIs:
- BRI del general Wittinghof con 6 BIs.
- BRI del príncipe Real con 6 BIs.
- BRI del príncipe de Baden con 3 BIs.
- DC de Lottum con la
- BRC de Weimar con 5 ECs.
- BRC de Jlow con 5 ECs.
- BRD de Normann con 10 EDs.
- BRD de Tschirsky con 5 EDs.
- Cuerpo destacado:
- BRM (brigada mixta) del general Eben con 2 BIs, 5 EHs y 12×6 cañones.
- BRM del general Köhler con 2 BIs, 5 EHs y 4×6 cañones.
Después del día, el ejército de Kellermann llegó a la colina de Valmy. Sin la niebla, habría sido fácil ver las ventajas defensivas del sitio. Rematado por un solitario molino de viento, la colina con sus suaves pendientes era el punto más alto en un gran panorama de país agrícola ondulado. Pocos árboles o bosques interrumpieron la vista de los campos y pastos abiertos.
Al norte había una elevación llamada monte Hyron (Yron) paralela al pequeño río Bionne. Al sur estaba el camino de Chalons, más allá del cual estaba la aldea de Gizaucourt cerca del río Auve. Hacia el oeste, el camino de Somme-Tourbe se unía al camino de Chalons. En el cruce de la carretera había otra elevación, no tan alta como la de Valmy, marcada por una posada llamada Cabaret de la Lune. La posada estaba a unos 2,5 km el molino de Valmy.
Avanzando a ciegas por la niebla, 3 EHs prusianos de la vanguardia, se toparon con una pequeña fuerza francesa que ocupaba una elevación llamada la Lune en frente de Valmy.
La porción principal de la fuerza prusiana estaba llegando a una granja llamada Maigneux, no muy lejos del camino de Chalons. El mayor Karl August Ludwig von Massenbach, un oficial de estado mayor prusiano, cabalgó con el hijo del duque de Brunswick, el conde Forstenbourg. Después de recorrer un km, se encontraron en la Lune. Los húsares prusianos habían alejado a los franceses de la posada el Cabaret de la Luna.
Forstenbourg y Massenbach vieron que su ejército debía mantener el terreno elevado de la Lune, que dominaba el campo circundante y el camino de Chalons. Cabalgaron para informar al duque de Brunswick de la importancia de la Lune. El Duque envió una Bía y un BG. Massenbach en persona tomó otra Bía y se dirigió a la Luna.
Al mismo tiempo, Dumouriez se enteró de que la Lune había sido abandonada y ordenó al general Jean-Pierre François de Chazot que la retomara. Antes de obedecer la orden, Chazot se detuvo para pedirle la opinión de Kellermann. Resultó que Kellermann estaba de acuerdo con Dumouriez en que la colina era una posición vital que debía mantenerse. Chazot luego cumplió con sus órdenes y se dirigió a la Lune.
Cuando Massenbach y su batería se dirigían hacia la Lune, vieron a Chazot acercándose a lo lejos, se apresuraron y asentaron sus cañones. Detrás de ellos llegaba el BG, sus tambores se mezclaron con el ruido de las primeras descargas de metralla disparadas contra Chazot. Las alturas de la Lune colgaron en la balanza por unos momentos. Desde la derecha, cruzando el río Auve, el coronel Erich Magnus von Wolffradt llegó con 10 EHs. Chazot se retiró, dejando la Lune en manos de los prusianos.
Kellermann al ver que era un ataque en toda regla, ordenó asentar 18 cañones en Valmy junto con las fuerzas de primera línea. Luego ordenó a la segunda línea con otros 18 cañones dirigirse a Valmy, y por alguna razón extraña también la caballería se subió a Valmy, en consecuencia una masa de infantería artillería y caballería se arremolinaron alrededor del molino. Afortunadamente la niebla ocultó el desorden a los prusianos, y pudo organizar sus efectivos. Los 40 cañones franceses estaban bajo el TG Francois-Marie d’Aboville. El sexagenario había servido de adolescente en la batalla de Fontenoy en 1745 y luego mandó la artillería del conde Rochambeau en la batalla de Yorktown en 1781.
Marchando hacia el sureste desde sus campamentos en Somme-Tourbe y Somme-Suippes llegó la porción principal del ejército de coalición en dos columnas. Una columna estaba bajo el duque de Brunswick y Federico Guillermo II, y la otra bajo el teniente-general Frederick Adolf, conde de Kalkreuth. Todavía moviéndose en la niebla, los prusianos formaron una línea con su flanco derecho más allá de la Lune, y su izquierda en el río Bionne. El coronel prusiano George Friedrich von Tempelhoff mandaba los 58 cañones en la Lune, protegido por la infantería prusiana.
Dumouriez permaneció en su campamento, pero creía que Kellermann había elegido un lugar pobre para enfrentarse a los prusianos. La colina de Valmy estaba demasiado expuesta a los cañones enemigos. Los franceses estaban muy apretados y los flancos eran vulnerables. Por esas razones, Dumouriez envió al veterano general bávaro Henri Christian Michel de Stengel al monte Hyron, y para reforzarlo su derecha situó a su retaguardia 16 BIs bajo el general Beurnonville. Para reforzar su flanco izquierdo, envió 9 BIs y varios Escóns a Valence, y 12 BIs y 6 Escóns al camino de Châlons al este de Orbeval como reserva.
Se levantó la niebla, y Brunswick que estaba con Federico Guillermo II, vieron que en frente no había una masa desorganizada, sino un ejército desplegado para la batalla. Kellermann al verlos puso su gorro en la punta del sable y comenzó a gritar “¡Vive la nation!”, sus soldados le imitaron y pusieron sus gorros en las puntas de las bayonetas y gritaron “¡Vive la nation, vive la France, Vive notre general! un clamor que duró varios minutos.
A continuación se produjo el famoso duelo artillero que se prolongaría durante varias horas, los enemigos estaban separados por una distancia de 1.300 metros, una distancia larga para los cañones de la época, además el terreno arcilloso estaba tan empapado que los proyectiles no rebotaban, sino que se enterraban en él. Tempelhoff había mandado concentrar el fuego en el molino de Valmy, un proyectil alcanzó al caballo de Kellermann, el comandante francés escapó de graves daños, pero varios oficiales de su personal cerca de él fueron muertos o gravemente heridos.
Cada bando realizó unos 20.000 disparos, pero los daños que causaron fueron escasos. Federico Guillermo llegó a la conclusión de que solo podía hacer una cosa, asaltar las posiciones. Mientras lo discutía con Brunswick, ocurrió un hecho en Valmy.
Kellermann había cometido el error de reunir demasiadas tropas en la cresta desencadenó una crisis. Con considerable descuido, los carros cargados de pólvora estaban estacionados cerca de las formaciones de soldados de infantería cerca del molino de viento. Un proyectil enemigo golpeó un carro de municiones aproximadamente a las 14:00 horas. La explosión resultante provocó la explosión de dos carros de pólvora cercanos. “Vi filas enteras arrastradas por la explosión … sin que se rompiera la línea”, escribió Kellerman en su informe.
El fuego y el humo de la explosión eran visibles desde las líneas aliadas. Goethe y sus compañeros «se regocijaron en la travesura que probablemente le causó al enemigo«. Y durante algunos minutos, hubo un daño considerable. Fragmentos de carros destrozados y caballos destrozados llovieron entre los soldados. Dos BIs salieron disparados de su posición cerca del lugar de la explosión, dejando atrás a muchos camaradas muertos o heridos.
Los carreteros no eran soldados, sino granjeros obligados al servicio de emergencia por el régimen jacobino. Aterrorizados se alejaron rápidamente con sus carretas aún cargadas. Sin la mayor parte de sus municiones, las baterías en la colina Valmy redujeron su fuego. Aboville rápidamente llevó más municiones a la cresta, y la artillería francesa reanudó su fuego.
Una densa nube de humo cubrió a los artilleros franceses que dejaron de hacer fuego, y lo mismo hicieron los artilleros prusianos, que no podían ver el objetivo.
Brunswick y su personal vieron el caos temporal en las líneas francesas. Parecía un buen momento para lanzar un ataque, y el Duque envió a su infantería hacia delante. Avanzaron varios centenares de metros, cuando comenzaron a recibir fuego de la artillería francesa, que estaba compuesta por tropas profesionales del antiguo ejército real. También pudieron ver que los franceses habían reorganizado sus líneas y que la caballería francesa estaba en sus puestos.
Kellermann, se volvió a quitar el sombrero, lo colocó en la punta de su sable y levantó el brazo de su espada en el aire, gritando: «¡Vive la nación!» Electrificados por el ejemplo del general, los soldados respondieron: “¡Vive la nación! ¡Vive la France! ¡Vive Notre General!.
En medio de los vítores, los músicos del ejército tocaron las nuevas melodías que inspiraron el movimiento revolucionario: «Ça ira«, «La Carmagnole» y «La Marsellesa«. Tan popular fue la segunda canción que los nuevos soldados reclutados entre los radicales campesinos y de la clase trabajadora se llamaron «carmagnoles«. «La Marsellesa» sigue siendo el himno nacional de Francia. «El grito de Valmy» se convirtió en un momento legendario en la historia de Francia. Los soldados lucharían no por el rey, sino por su nación.
Brunswick se volvió a los que le rodeaban y dijo “Caballeros ya veis a que clase de tropa a los que hemos de enfrentarnos, esos franceses solo esperan a que avancemos para cargar contra nosotros”.
Decidió celebrar un consejo de guerra en el que dijo “No debemos atacar aquí”, y añadió “el asalto posiblemente fracasará y en caso de triunfar poco sacaríamos con él” dijo el duque a su personal. El rey Federico Guillermo no se opuso.
Más tarde, el Duque le dijo a Massenbach que la situación tenía un parecido inquietante con la batalla de Nauheim de 1762 durante la guerra de los Siete Años. En Nauheim, las tropas francesas ocuparon una altura muy parecida a la cresta que Kellerman sostuvo en Valmy. Brunswick, bajo la impresión de que solo se enfrentaba a una parte del enemigo, lanzó un ataque contra la cresta. Desconocido para él, toda la fuerza francesa estaba a la mano, y el error del duque trajo una dolorosa derrota sobre sus tropas. Tres décadas después, Brunswick no quiso repetir Nauheim.
Después de la retirada del avance prusiano a las 4 de la tarde, los prusianos cruzaron la carretera y cortaron el camino Chalos-París. El rugido de la artillería disminuyó a medida que se hizo evidente que no habría más ataques ese día. A las 6 de la tarde comenzó a llover y cesaron los disparos, ese día se habían gastado unas 20.000 rondas de municiones de artillería cada bando.
Horas después Kellermann al amparo de la oscuridad retiró su ejército a las alturas de Voilemont.
Secuelas de la batalla
Las bajas francesas fueron aproximadamente 200 muertos y entre 500 y 600 heridos. Las pérdidas prusianas fueron un oficial de artillería y 44 hombres muertos, y cuatro oficiales y 134 hombres heridos por un total de 183 víctimas, según un relato prusiano detallado. El despliegue de Kellermann de tantas tropas en un pequeño espacio en las alturas expuestas de Valmy contribuyó al aumento del número de franceses. La observación de Goethe de las bolas de cañón que caen en el suelo arcilloso húmedo sin rebotar y rodar explica en parte por qué un cañoneo tan pesado dio como resultado pérdidas bastante bajas para un enfrentamiento importante.
“El cañoneo apenas había cesado cuando el viento y la lluvia comenzaron de nuevo, e hicieron que nuestra condición fuera más incómoda en el suelo de arcilla esponjosa”, escribió Goethe. Solo había cuatro habitaciones en el maltratado Cabaret de la Lune. El rey de Prusia y el duque de Brunswick ocuparon cada uno una habitación. Tres príncipes empacaron en otra habitación con algunos de los ayudantes del rey. El cuarto estaba lleno de soldados heridos, incluido el compañero que Massenbach había cuidado esa mañana. Los oficiales del personal dormían en el comedor.
El resto de los prusianos hicieron lo mejor que pudieron al aire libre donde estuvieron expuestos a los elementos. Massenbach dormía sobre un fardo de heno, con las riendas atadas al tobillo. Goethe y sus compañeros no tenían refugio. Su solución fue “enterrarnos en la tierra y cubrirnos con nuestras capas”. Incluso «el duque de Weimar no despreciaba este tipo de entierro prematuro«, escribió Goethe.
Aunque su batalla fue exitosa, Kellermann y Dumouriez acordaron que su posición era peligrosa. Dejando sus fogatas encendidas, como si se hubieran acomodado para pasar la noche, el ejército se escapó. Al día siguiente encontró a los franceses en una línea mejor situada al sur del río Auve.
Las tropas francesas todavía bloquearon Grandpré. Interceptaron manadas de ganado y carros de suministros con destino al ejército aliado. Mientras tanto, el campesinado se resistió a ayudar a los invasores. Los desertores prusianos informaron a los franceses que habían sido reducidos a comer caballos muertos durante el cañoneo.
Mucho más mortales que las armas francesas fueron los patógenos invisibles que propagaron la disentería a través de las fuerzas de la coalición. El brote mortal de lo que los franceses llamaron la couree Prussienne fue lo suficientemente grave como para ganarse un lugar en la literatura médica del siglo XIX. Por supuesto, se desconocía el papel de los microbios en causar enfermedades, y esta epidemia durante la campaña de Valmy a menudo se atribuyó a los soldados que comían uvas y papas inmaduras. En vano, los cirujanos del ejército trataron a los pacientes al sangrarlos o dosificarlos con ruibarbo, ipecacuana o incluso limonada.
Aproximadamente 12.000 del ejército de 42.000 hombres cayeron con disentería, y una gran parte de ellos murió.
El 25 de septiembre, el general Veneur fue hecho prisionero durante una incursión francesa. A petición personal de Federico Guillermo II fue liberado, Dumouriez aprovechó para enviar un memorándum al Rey, exponiendo las razones para finalizar la guerra, también envió café y azúcar, sabedor de que carecía de ellos.
Brunswick acogió la idea con prontitud, al recibir noticias perturbadoras de Polonia. El 27 de septiembre recibió un segundo memorándum sobre la separación de Prusia de Austria, que fue rechazado por el Rey.
La noche del 30 de septiembre al 1 de octubre, Brunswick levantó el campamento en la Lune y diestramente retiró su ejército a la orilla del río Mosa, al parecer Dumouriez los dejó pasar por el Argonne. A principios de octubre, los prusianos abandonaron Verdun. La disentería y las largas e inseguras líneas de suministro finalmente indujeron al ejército de coalición a abandonar Francia por completo el 23 de octubre.
El gobierno de París nombró a Dumourietz comandante en jefe de los ejércitos franceses, y le autorizó a llevar a cabo su plan para conquistar los Países Bajos austriacos. El 6 de noviembre las fuerzas bajo su mando derrotaron a los austriacos en la batalla de Jemappes.
Incluso el héroe de Valmy no estaba por encima de la sospecha y la denuncia, y Kellermann fue encarcelado durante más de un año cuando cayó en conflicto con los radicales en París. Tras su liberación, pasó a una larga carrera en la administración militar y en la política francesa. Mientras estaba en el servicio de Napoleón, fue nombrado duque en 1808. Marcando su victoria de 1792, Kellerman tomó el título de duque de Valmy. Después de la caída del Primer Imperio, permaneció en el gobierno de la restaurada monarquía borbónica. Siguiendo sus deseos, tras su muerte en 1820, el corazón del duque fue enterrado en el campo de batalla de Valmy.
Batalla de Jemmapes (6 de noviembre de 1792)
Antecedentes
Francia había decidido exportar la revolución más allá de sus fronteras, el ejército francés bajo las órdenes de Dumouriez se estaba preparando para enfrentarse al ejército austriaco para liberar a Bélgica. La revolución alcanzó picos de popularidad en toda Europa e incluso en Inglaterra. Los principales beligerantes, el rey de Prusia y el archiduque de Austria, estaban más interesados en los asuntos polacos que en la guerra contra Francia. Se estaban preparando con el zar de Rusia para una segunda partición de la desafortunada Polonia después de que esta haya intentado en vano reformar sus instituciones a imagen de Francia.
Mientras el ejército francés hacía frente a la invasión austro-prusiana en Valmy, el duque Albert de Saxe-Teschen, con 20.000 austriacos y 52 piezas de artillería, había invadido Flandes y sitiado a Lille el 9 de septiembre. Pero la heroica resistencia de esta ciudad y la noticia de la retirada de los prusianos, hizo que Dumouriez, libre para hacerse cargo y ejecutar su propio plan de invasión en los Países Bajos austriacos, reunió un ejército de 40.000 hombres en Valenciennes.
Apoyado por Valence y Labourdonnaye, el 28 de octubre, avanzó de Valenciennes a Mons por Quarouble y Quiévrain.
El 3 de noviembre, alcanzó los puestos avanzados austriacos, que ocupaban, en la llanura, frente a los atrincheramientos, los pueblos de Quareignon, Pâturage, Wames, Frameries y el Bousou donde se levantaba un molino que dominaba el pueblo.
El ejército francés incluía en sus filas algunos batallones de voluntarios refugiados belgas. El 3 de noviembre, esta infantería, unida a la vanguardia, comandada por Beurnonville, atacó sin cañones los puestos avanzados austríacos que expulsó de la aldea de Thulin. Pero llevados por su éxito, tuvieron la imprudencia de perseguir al enemigo en la llanura frente a Boussu. Luego los húsares imperiales cargaron contra ellos, los envolvieron y cortaron a 4 compañías. El RI de Chamborand avanzó intrépidamente y, aunque fue mucho más bajo en número, logró sacar a los belgas, pero no sin haber sufrido demasiado.
Beurnonville, preocupado por este fracaso, iba a dar a sus puestos avanzados la orden de retroceder, cuando Dumouriez fue informado. Sintió toda la importancia de tal comienzo que podría poner en peligro el resultado de la campaña, y resolvió repararlo de inmediato. Reforzando Beurnonville con tres BRIs bajo las órdenes del duque de Chartres, ordenó al día siguiente atacar las aldeas de Montreuil y Thulin.
Los austriacos no los defendieron y se retiraron al molino Boussu. Dumouriez, que acompañó a la vanguardia, notó que esa posición estaba débilmente protegida; entró directamente y la tomó. El ataque fue tan brusco que el enemigo no lo apoyó. Uno de sus BIs, que intentaba resistir, hizo que los cazadores franceses cortaran a 500 hombres.
La captura del molino de Boussu fue seguida por la ocupación de Frameries, Wames y Pâturage, y el ejército francés llegó así delante de la posición de Jemmapes.
El día 5, el pueblo de Quareignon fue atacado sin dejarse llevar, y Dumouriez pasó su día reuniendo a las tropas y haciendo los preparativos para el ataque general que planeaba para el día siguiente.
Despliegue de fuerzas
El ejército austriaco estaba mandado por el duque Albert de Saxe-Teschen, el gobernador de los Países Bajos austríacos. Aunque tenía más de 20.000 efectivos disponibles, estaban dispersos en una larga línea defensiva, por lo que en Jemappes lucharon con solo 11.600 de infantería, 2.170 de caballería y 56 cañones. Con este poder, trató de defender la cresta de Cuesmes de 8 km de largo que corría desde Mons en la izquierda austriaca hasta Jemappes en el lado derecho.
- Flanco derecho austriaco estaba mandado por el mariscal de campo Franz Freiherr von Lilien, con:
- BRI del archiduque Carlos con 2 BGs).
- BRM Konrad von Valentin Kaim con 2 BIs, 3 EHs, y Freicorps (7 Cías).
- Centro por Franz Sebastian de Croix, conde de Clerfayt con la
- BRI del MG Estanislao Mikovény con 2 BGs y 1 BI.
- BRD con 4 EDs, alrededor de la aldea de Cuesmes y Beaulieu.
- Flanco izquierdo por Johann Peter Freiherr von Beaulieu con
- BRM del MG Alexander von Jordis con 3 BIs, 1 EH, y Freikorps serbio (5 Cías).
- Reserva con
- BRC del general Lamberg con 4 EDs y 2 ECs, alrededor de la aldea de Cuesmes.
- 2 BIs en Beaulieu y un BI estaba en Mons.
El ejército austriaco se posicionó en las marismas alrededor de los bosques y ríos Trouille, con dos represas en la retaguardia. La única otra forma de retirada era a través de Mons.
Dumouriez tenía el doble de hombres que los austriacos. Su ejército consistía 32.000 de infantería, 3.800 de caballería y 100 cañones y fue apoyado en Jemappes por otros 4.000 hombres y 15 cañones bajo el mando del general François Harville. Los BIs de Dumouriez contenían 13 BIs voluntarios de 1792. Los hombres de Harville también eran voluntarios, pero la mayoría de los comandantes mayores eran soldados experimentados o aristócratas.
- Ala derecha estaba mandada por el general Pierre de Ruel, marqués de Beurnonville.
- Centro, el duque de Chartres, que había asumido el nombre de general Egalite, y más tarde se convertiría en el rey Louis-Philippe de Francia.
- Ala izquierda por el general Louis Marie de la Caussade Ferrand, que también llevaba el nombre de Jean Henri Becays Ferrand. Harville debía reforzar la derecha.
Dumouriez planeaba usar la superioridad numérica de su ejército para superar la posición austriaca. El plan era que Harville y Beurnonville atacaran primero y rodearan a la débil izquierda austriaca. Ferrand capturaría Quaregnon antes que Jemappes. Beurnonville atacaría el centro austríaco mientras Harville se dirigiría a Mont Palisel para cortar la retirada austriaca.
Desarrollo de la batalla
El ejército francés pasó la noche bajo las armas. Al amanecer del 6 de noviembre, Dumouriez completó sus instrucciones. Le ordenó a d’Harville que siguiera los movimientos del ala derecha, que se mantuviera siempre a la misma altura, que se extendiera más allá de la izquierda de los austriacos por Berthaimont, y que los cortara la retirada, mientras continuaba por las laderas de Pallizel que dominaban a Mons.
A las 07:00 horas, comenzó el cañoneo que se prolongaría hasta las 10:00 horas.
Beurnonville, con el ala derecha, recibió la orden de comenzar la batalla atacando el ala izquierda de los austriacos, en las mesetas de Cuesmes. Esta llanura estaba defendida con cinco grandes reductos. Otros atrincheramientos, apoyados por abatís, casas almenadas, barrancos o caminos huecos, se extendían en el frente de la línea austriaca, desde Cuesmes hasta Jemmapes. Solo en el centro, que correspondía al del ejército francés, estaba el bosque de Flenu una abertura con un camino que conducía a la última aldea, y este camino estaba custodiado por algunos escuadrones de caballería austriaca.
El ala izquierda francesa estaba mandada por los tres generales Ferrand, Blottesfières y Rozières. El primero que era el más antiguo, dirigiría el ataque a Quareignon y giraría a la derecha del enemigo. Finalmente, el duque de Chartres, con el centro, debía marchar sobre Jemmapes, cuando las posiciones del ejército austriaco hubieran sido batidas.
A las 08:00 horas, el ataque comenzó tanto a la derecha como a la izquierda. Dumouriez, que había ido a la izquierda para presenciar el ataque a Quareignon, descubrió que se llevaba a cabo débilmente. Sin embargo, llevó en su ayuda de un refuerzo de 4 BIs que, bajo las órdenes del general Rozières, acudieron a apoyar e impulsar a la infantería ligera belga y francesa.
Dumouriez luego ordenó a Rozières que continuara su marcha por la carretera principal, que combatiera contra los 8 Escóns que se encontraban allí y que atacara a la izquierda de Jemmapes con la infantería. También ordenó al general Ferrand que atacara el pueblo de frente y hacia la derecha, pero a la bayoneta, tan pronto como viera al general Rozières atacar por el flanco izquierdo.
Ese ataque debía llevarse a cabo en columnas de batallones. Las tropas debían pasar la aldea en el mismo orden y solo desplegar cuando Ferrand se hubiera unido a su derecha, a la izquierda de la división central. Varios oficiales de EM quedaron en la escena para informar sucesivamente sobre el progreso del ataque al general en jefe, quien se unió al centro al cuerpo del duque de Chartres.
Allí, como en el ataque a la izquierda del enemigo, Dumouriez esperó hasta las 11:00 horas para recibir noticias de Beurnonville y Ferrand. Luego envió a su ayudante de campo, el general Thouvenot, a la izquierda, con órdenes de dirigir el ataque y unirse a él solo cuando fuera el dueño de la parte de Jemmapes frente a la izquierda.
Thouvenot descubrió al llegar que el general Ferrand se había vuelto loco, no se había decidido, y que Rozières se estaba escondiendo detrás de las casas de Quareignon. Tomó el mando, sacudió las columnas, avanzó rápidamente hacia el flanco derecho y el frente de la aldea, y se atacó los reductos a la bayoneta con impetuosidad.
Según otros historiadores, Ferrand fue detenido al salir de Quareignon por prados pantanosos y zanjas que retrasaban su marcha durante mucho tiempo e impidieron que la artillería lo siguiera. Sin embargo, había superado esos obstáculos cuando Thouvenot llegó, y atacó Jemmapes a la bayoneta y ganó. Se expuso a todos los peligros con un vigor que la edad no había disminuido. Su caballo fue muerto debajo de él, e inmediatamente se colocó a pie a la cabeza de los granaderos, a quienes dirigió la carga intrépidamente.
La contradicción es aún mayor en los relatos del ataque llevado a cabo a la izquierda del enemigo. Beurnonville, que llegó a las alturas de Cuesmes, no había progresado. Dos de sus BRIs desplegaron a la izquierda frente a los reductos defendidos por los granaderos húngaros. 10 Escóns de húsares, dragones y cazadores estaban cien pasos atrás, expuestos, como la infantería, al fuego de las baterías austriacas, que los tenían de enfilada. Y, por un error inconcebible, la artillería del general d’Harville, quien, desde las alturas de Sipply, pensó que creía que se trataba de regimientos enemigos, los cañoneó por detrás. Finalmente los soldados aún tenían en frente, además de los reductos, una gran caballería lista para cargarlos y destruirlos.
Era una difícil situación de las tropas reunidas en la altura de Cuesmes. Beurnonville atacado por la artillería propia y enemiga y a punto de ser envuelto, pensó en retirarse, cuando Dumouriez, llegó a la meseta, tomó el mando del ataque, reemplazando a Dampierre, que estuvo ausente, dispersó a la caballería enemiga.
La otra versión dice que Beurnonville estaba pensando en retirarse, cuando Dampierre de repente tomó la audaz resolución de salvarlo atacando la izquierda del enemigo. A la cabeza del RI de Flandes y los BIs de los voluntarios de París, de los cuales él precedía a cien pasos, se arrojó sobre los BIs enemigos, tomó el primer reducto y volvió los cañones contra los austriacos, haciendo 1.600 prisioneros.
Es imposible conciliar los detalles de estas dos versiones, lo cierto es que los reductos de Cuesmes fueron tomados, abriendo una brecha en el despliegue enemigo.
En el centro, en el momento en que comenzó el ataque en el ala izquierda en el pueblo de Jemmapes, el centro, se pusieron en marcha para cargar a la bayoneta. Las columnas de ataque, avanzaron rápidamente, cruzaron la llanura lo suficientemente rápido para tener pocas bajas. Pero una BRI que avanzaba por el hueco abierto en medio del bosque de Flenu, al ver de repente emerger algunos escuadrones enemigos, dudó y se detuvo detrás de una casa. Esta vacilación produjo desorden en los batallones. Dumouriez envió un joven oficial para dar la orden enérgica a su general Drouin y devolvió a la BRI al combate. Luego el oficial corrió hacia el cuerpo de caballería encargado de proteger la marcha de la infantería, y la ordenó enfrentarse con la caballería enemiga.
Sin embargo, el desorden se había transmitido a los cuerpos más cercanos, y la BRI situada a la izquierda del general Drouin se había detenido bajo el fuego mortal de los reductos, que lo disparaban a media distancia. Estaba teniendo muchas bajas. Los soldados ya estaban comenzando a mezclarse y acurrucarse, una señal segura de una huida inminente. El momento era crítico. La caballería austriaca, al percibir estos primeros síntomas, ya se había precipitado en la llanura para desbordar las columnas francesas y atacarlas de flanco, cuando el duque de Chartres, se dirigió hacia este lugar, reunió a las tropas sacudidas, y los condujo a los atrincheramientos enemigos.
La caballería se precipitó sobre los reductos con la misma impetuosidad que la infantería. Comenzó una lucha obstinada, pero pronto los austriacos se encontraron en fuego cruzado por la llegada del general Ferrand, que acababa de llevar a Jemmapes con la bayoneta. La obstinada defensa continuó por unos momentos. Pero finalmente los franceses se impusieron. Se tomaron los reductos y se ganó la victoria en este punto, es decir, en el centro y a la derecha del pueblo. Más de 400 austriacos, que intentaban huir, se ahogaron en el río Haisne.
Dumouriez, después de ordenar el ataque en el centro, fue a las mesetas de Cuesmes, donde la audacia de Dampierre acababa de poner a Beurnonville en posición de reanudar el ataque con posibilidades de éxito. Todavía quedaban por eliminar 3 de los 5 reductos.
Los austriacos habían logrado con la ayuda de unos pocos refuerzos, reformar su posición bajo la protección de sus baterías. Opusieron una resistencia tan mortal que el general en jefe, ignorando lo que estaba sucediendo delante de Jemmapes, dudo en realizar un contraataque u ordenar la retirada, y ordenó a la caballería austriaca cargar contra las columnas que avanzaban. La infantería francesa aguantó la carga con muchas bajas, haciendo un baluarte con los cadáveres de hombres y caballos.
La caballería francesa aprovechó esa circunstancia para cargar contra los jinetes austriacos, que fueron rechazados en el camino a Mons. Finalmente se despejó el camino hacia los reductos defendidos por los granaderos húngaros. La resistencia húngara fue desesperada, pero finalmente se vieron obligados a abandonar sus reductos, abarrotados de cadáveres. El barón Keim fue muerto a la cabeza de los húngaros y los austriacos fueron expulsados de todas sus posiciones, se retiraron desordenamente a Mons.
Todo había terminado, en la derecha, que el general en jefe aún no sabía el resultado del ataque en el centro y la izquierda. Estaba galopando, seguido de 6 ECs de cazadores, cuando el hermano del duque de Chartres, el duque de Montpensier, se apresuró a contarle la victoria ganada en el centro después de una sangrienta lucha. Thouvenot le llevó noticias casi igualmente felices del ataque a la izquierda, la captura de Jemmapes y la derrota de Clairfayt. Eran solo las 14:00 horas.
Dumouriez envió de inmediato a d’Harville la orden de ir al monte Pallizel, para cortar la retirada a los austriacos, pero la lentitud de este general, hizo que el movimiento fuera completamente inútil.
El ejército recibió una distribución de pan y brandy, y se tomó dos horas de descanso, Dumouriez hizo que las filas se reformaran de nuevo y avanzaran para ocupar los suburbios de Mons e interceptan la retirada al duque de Sajonia-Teschen. Pero ya era demasiado tarde. Los austriacos habrían encontrado fuerzas para huir. Se retiraron sin ser molestados.
Solo los suburbios de Mons fueron ocupados la noche de la batalla, y la ocupación de la ciudad se pospuso hasta el día siguiente, que fue evacuada durante la noche, al mismo tiempo que se levantaban las baterías para reducirla.
Secuelas de la batalla
Los franceses informaron de unos 650 muertos y 1.300 heridos. Los austriacos reportaron 305 muertos, 513 heridos, más 423 hombres y 5 cañones capturados. Muchas de las bajas austriacas fueron causadas por la abundante artillería francesa. El RI-41 de Bender sufrió bajas especialmente pesadas, perdiendo 14 oficiales y 400 de tropa. Mons se entregó a los franceses el día después de la batalla y Bruselas cayó el 14 de noviembre. La población francesa «se volvió loca de alegría» en esta primera victoria ofensiva de la guerra.
A primera vista, Jemappes no fue una impresionante victoria francesa. Los austriacos sufrieron 818 bajas y perdieron a otros 423 hombres hechos prisioneros, mientras que Francia tuvo una tasa de bajas más alta y no pudo evitar la fuga de un ejército mucho más pequeño para defender una posición de peligro. Sin embargo, en el contexto de la situación en 1792, con el ejército francés en el caos debido al exilio de muchos de sus oficiales experimentados, fue un gran éxito. La victoria en Jemappes, lograda por voluntarios sin experiencia sobre los regulares austriacos, aumentó en gran medida la confianza del gobierno revolucionario en París y alentó su tendencia a la guerra agresiva.
Los franceses disfrutaron de una enorme superioridad numérica con 40.000 infantes, 3.000 jinetes y 100 cañones contra un ejército austríaco contando 11.628 infantes, 2.168 jinetes y 56 cañones. En el plazo de un mes a los ejércitos franceses invadieron la mayor parte de los Países Bajos austriacos (actual Bélgica).
En el flanco derecho, el ejército de las Ardenas dirigido por Jean-Baptiste de Cyrus de Valence avanzó por el río Meuse hacia Huy. En el camino, Valence dejó una fuerza bajo Louis-Auguste Juvénal de Harville Ursinos poner sitio a Namur. Dumouriez a sí mismo con el ejército de Bélgica capturó Lieja. El ejército del Norte mandado por Francisco de Miranda sitió Amberes. Se le unió una columna bajo Benôit Guerin de Berneron que marchó primero a Ath al noreste de Lovaina.
Mechelen (Malinas) capituló a Henri Michel de Cristiano Stengel con 6.000 franceses el 16 de noviembre 1.792 y su guarnición un BI austriaco del RI38 de Württemberg quedó en libertad. El 27 de noviembre, Stengel con 8.000 soldados del ejército de Bélgica ganó una acción menor en Voroux-lez-Liers cerca de Lieja sobre Anton Sztáray y 4 BIs austriacos. Amberes cayó el 29 de noviembre ante 17.600 la infantería de Miranda y 1.245 de caballería. La guarnición austriaca un BI del RI-17 de Hohenlohe, 2 Cías del RI-59 de Vierset y 4 Cías del RI de voluntarios de Würzburg, además de 140 artilleros se rindieron después de perder dos muertos y cuatro heridos. Los franceses capturaron 57 cañones de campaña, 50 cañones regimentales 3 libras, 3.150 fusiles y 1.523 quintales de pólvora. Los 2.599 hombres de la guarnición de Namur con Johann Dominik von Moitelle se rindieron el 2 de diciembre de Valence y Harville después de cuatro semanas de asedio. Los defensores austriacos incluían 2 BIs del RI-36 de Kinsk y 1 BI del RI de Vierset, 2 Cías del BI jäger Le Loup, medio EH del RH-32 de Esterhazy y 90 artilleros. La DI de Harville contaba 13.256 de infantería, 1.425 de caballería y 266 artilleros
Esta primera ocupación francesa de Bélgica sería de corta duración, pero en los pocos meses que los revolucionarios lograron alienar a la población, imponiendo sus ideas de libertad a una población conservadora.
La victoria en Jemappes fue un paso importante en la dirección de los triunfos militares de la República Francesa. Además, aseguró que la mayoría de las batallas libradas en 1793 ocurrirían fuera de las fronteras de Francia.
Guerra en otros frentes en 1792
Frente piamontés
Después de la victoria de Valmy el 20 de septiembre, los revolucionarios realizaron un ataque en todos los frentes. En el sur ejército Var, bajo el mando del general Jacques Bernard d’Anselme, con una fuerza de 13 a 15 mil hombres, cruzó el río Var e invadió el condado de Niza el 28 de septiembre, que pertenecía al reino de Sardinia, aliado de Austria. Obligó a la ciudad de Niza a rendirse al día siguiente a las 4 de la tarde, pesar de la resistencia implacable de las tropas sardas del general Thaon de Revel.
Esa importante conquista le entregó 100 piezas de artillería, 5.000 fusiles, un millón de cartuchos, una fragata y una corbeta armados con sus cañones, que estaban en el puerto, y un arsenal naval bien abastecido. Fue nombrado comandante en jefe del ejército establecido en Niza el 7 de noviembre, y continuó, pero con menos éxito, el curso de sus operaciones. Las lluvias, la nieve, la miseria en la que se encontraban sus soldados, que carecían de ropa, zapatos y municiones, lo obligaron, después de un ataque innecesario a Saorge, a limitarse a la ocupación de Sospel y a ocuparse de las dependencias en las proximidades de esa ciudad.
En noviembre de 1792, el general Anselme, construyó el puente de Saint-Laurent sobre el Var. Las órdenes gubernamentales y la necesidad de proporcionar recursos para su ejército le hicieron renunciar a esta ciudad. Junto con el almirante Truguet, formó un plan para apoderarse de Oneille. El ejército naval apareció ante este lugar el 23 de noviembre e inmediatamente se envió un parlamentario para instar a los magistrados de esta ciudad a que les abrieran las puertas. Pero esta delegación fue recibida por disparos que hirieron al oficial y mataron a siete personas a su alrededor. La ciudad fue bombardeada el mismo día y tomada al día siguiente, y los franceses solo la abandonaron después de haberla saqueado y reducido a cenizas. Pero luego reinó el desorden en el ejército, que ya no observaba ninguna disciplina, y se entregó a todo tipo de violencia y depredaciones hacia los habitantes del condado de Niza.
Estos abusos revelaron los barbets, estos campesinos y pastores defensores de la fe católica y las libertades de sus tierras. El general Anselme fue acusado de carecer de la energía para suprimir estos excesos. Publicó en diciembre de 1792 un memorial que justifica su conducta, en el que intentó demostrar que había reprimido el saqueo. Rechazó la indigencia de sus tropas en Montesquiou y protestó por la pureza de sus sentimientos republicanos. Los comisionados enviados por la Convención para examinar su conducta estaban lejos de estar satisfechos con las razones que alegaba. Por el contrario, le achacaron todos los trastornos por su debilidad y su descuido. Fue llamado a París el 16 de diciembre y reemplazado provisionalmente por el general Brunet. Salió de Niza el 23 y fue suspendido de sus funciones por los representantes el 27 de diciembre.
Campaña de Renania
Otro éxito francés fue la audaz expedición de Alsacia a Alemania realizada por Adam-Philippe, conde de Custine, que era popular entre sus subordinados que le llamaban el “general del bigote” liderando el recién creado ejército de los Vosgos con 14.300 efectivos. Cruzó la frontera el 29 de septiembre y atacó a Speyer el mismo día y lo conquistó al día siguiente, capturando a casi 2.500 prisioneros y 55 piezas de artillería. Esta conquista le abrió las puertas al Palatinado.
Como recompensa por su victoria, fue nombrado general en jefe del Ejército del Rin el 6 de octubre y ocupó sucesivamente Worms y Philippsburg sin luchar, Mainz (Maguncia) fue capturada el 21 de octubre y Fráncfort del Meno el 22.
En el Rin, Custine ayudó a propagar ideas revolucionarias a través de proclamaciones e impuso fuertes contribuciones a la nobleza y al clero. El 8 de noviembre se enfrentó a un cuerpo prusiano en el Lahn, pero poco después se vio obligado a evacuar Fráncfort y a recurrir a Maguncia (Mainz) frente al ejército prusiano, librando varios enfrentamientos para frenar la progresión de sus adversarios. En última instancia, se las arregló para mantenerse en esa ciudad, pero víctima de abrumadores rumores en su contra, fue obligado a escribir a las autoridades revolucionarias para justificarse.
Fue defendido en particular por Maximilien Robespierre durante una sesión en el club de los Jacobinos el 12 de diciembre de 1792. Sin embargo, era sospechoso a los ojos del Comité de Seguridad Pública, que lo convocó a París a principios de 1793 para pedirle explicaciones. La inocencia de Custine fue llevada rápidamente a la luz y se le permitió regresar a su puesto.