Guerras de Independencia Hispano-Americanas Fase preinsurreccional (1808-11) Causas de la independencia

Ataques británicos al virreinato de la Plata

Antecedentes

Hacia julio de 1805 el ministro de guerra británico entregó instrucciones secretas al mayor general David Baird, quien en combinación de la escuadra de Home Popham y fuerzas de las tres armas (caballería, artillería e infantería) debían conquistar la colonia holandesa del Cabo de Buena Esperanza, un enclave nodal para el manejo del pasaje del Atlántico Sur al océano Indico, y de fundamental importancia para los británicos. Dice Popham al respecto: «Tan importante consideré esta noticia, no solo por la ventaja que se derivaría de la conquista en sí del Cabo de Buena Esperanza, sino también por la facilidad que esta colonia daría para la proyectada conquista de la costa oriental de la América del Sur

Popham declararía en el juicio que se le inició luego de la primera invasión, del cual saldría libre de culpa, que se había enterado de que la guerra con India se había terminado (se refiere a la Segunda Guerra Maratha entre 1803-05), y de la victoria en la batalla de Trafalgar por parte de Nelson (21 de octubre de 1805), y que se convenció de que podría disponer de cierta cantidad de fuerzas para un ataque sorpresivo al río de la Plata. Distintos agentes y espías británicos en aquellas costas le hicieron llegar noticias del débil estado de las defensas, principalmente de la ciudad capital virreinal, Buenos Aires. A esto había que sumarle la más que interesante noticia de una enorme fortuna atesorada en el fuerte de Don Juan Baltasar de Austria, donde actualmente se encuentra la Casa Rosada del gobierno argentino. Los espías que trabajaban para los británicos, uno de los más conocidos, Willian Porter White, de origen norteamericano, le hicieron llegar noticias directas a Colonia del Cabo. Es así que convenció al general Baird que le prestara algunos hombres para una expedición, sumando como jefe de las fuerzas de tierra al recién llegado coronel Willian Car Beresford, ascendido o promocionado a general para mandarlos.

Se puede decir entonces que esta empresa fue de alguna manera privada, dado que los 1.600 hombres llevados a las tierras del río de la Plata como préstamos, le redituaron al mayor general David Baird, en Ciudad del Cabo la suma de 23.990 libras del tesoro que sería capturado por las fuerzas británicas. El coronel Beresford obtuvo 11.195 libras, el Comodoro Popham 7.000, si así sucesivamente, cada soldado y marino que intervino se recibió 30 libras por cabeza. Para localizar una causa directa para esta primera expedición, se debe pensar que la básica suma de 30 libras era una verdadera fortuna para entonces, y que el tesoro de fondos públicos del virreinato del Río de La Plata, que van a conseguir llevarse era de 1.291.323 pesos plata, de los cuales solo llegaría a Londres un millón, el resto sería repartido entre los integrantes de la expedición como botín. Pero esto no debe sorprender, dado que, valga la redundancia, este proceder era “moneda” corriente en este tipo de operaciones.

Las fuerzas británicas se decantarían en una expedición a Buenos Aires por dos motivos: el primero, netamente económico, que era el tesoro en el fuerte; y el segundo, de índole táctico militar, dado que Buenos Aires era una ciudad abierta, es decir, sin muros, muy fácil de penetrar. En el plano estratégico, si la idea era someter o apoderarse de la boca o entrada al Río de la Plata, se podría decir que sería lo correcto para dominar la región, teniendo en cuenta que al estuario de la Plata llegan las aguas de dos de los principales ríos de América del Sur: el Uruguay, que lleva a hacia dentro del continente hasta la provincia de Río Grande del Sur (que era, a la sazón, la más rica provincia del imperio portugués en Brasil y centro económico del que sería luego Imperio del Brasil, cuestión que además explica la insistencia de los portugueses y luego de los brasileños en posicionarse en Uruguay para ellos mismos) y, por otro lado, también llegan las aguas del Paraná, que es mucho más importante todavía, dado que lleva por el interior del territorio del virreinato, y luego con su afluente, el río Paraguay hasta el mismísimo Mato Grosso.

Primer ataque británico a Buenos Aires 1806

El 14 de abril de 1806 la escuadra británica del comodoro Home Popham partió desde la ciudad del Cabo una fuerza comandada por Beresford. Hizo escala en Santa Elena donde se reforzó. La flota la componía los navíos Diadem (buque insignia, 64), Raisonable (64), Diomede (50), fragatas Leda (44) y Narcissus (36), bergantín Encounter (12), y los transportes Walker, Wellington, Melantho, Triton y Ocean, con el RI- 71 highlanders al mando del Tcol Denis Pack, 50 de infantería de Marina de santa Elena, un destacamento de artillería con 6 cañones y algunos dragones.

Para esa fecha, en el apostadero naval de Montevideo se encontraban la fragata Asunción (34), las corbetas Fuerte (26) y Atrevida (20), el bergantín Ligero (14), goleta Paz (10), la sumaca Paraná y unas 20 cañoneras. En Buenos Aires, goletas Belén (2) y Santo Domingo (2). Fuerza apta para luchar contra corsarios, pero fuera de condiciones de combate contra una fuerza naval organizada.

El 25 de agosto, desembarcaron en Quilmes más de 1.500 hombres mandados por el general William Carr Beresford, y marcharon sobre Buenos Aires. La finalidad de la operación era ocupar la plaza con el mercado más importante de toda la región.

Dos de los mayores barcos, el Raisonable (64) y el Diomede (64) fueron dejados frente a Maldonado y Montevideo, respectivamente, para mantener el bloqueo y evitar las comunicaciones con otros puntos de la costa.

Primer ataque de los ingleses a Buenos Aires en 1806. Fuerzas inglesas dirigiéndose a la ciudad. Grabado coloreado de José Cardona, Museo Naval de Madrid.

En un avance sin mayores dificultades y los británicos ocuparon la Plaza Mayor de la ciudad e hicieron flamear su bandera en el fuerte. El virrey Sobremonte se hace del tesoro virreinal y huye hacia la ciudad de Córdoba para organizar allí la resistencia, dejó al brigadier Ignacio de Quintana como jefe de la plaza con órdenes de negociar la rendición.

El tesoro fue interceptado por los ingleses gracias a la información que proveyeron comerciantes temerosos de que los ingleses, al no tener el tesoro, robaran sus propiedades. La aceptación de la situación por parte de algunos comerciantes, todo parecía estar encaminado al éxito militar y político de la operación inglesa. Pero para la abrumadora mayoría del pueblo sentía como una afrenta a su dignidad la presencia del invasor, y así comenzó a gestarse una resistencia armada para expulsar a las tropas inglesas.

Primer ataque de los ingleses a Buenos Aires en 1806. Fuerzas inglesas cargando el tesoro.

Una de las primeras cosas que Beresford mandó a realizar fue el desarme de toda la población, apoderándose también de las armas y la pólvora que estaban almacenadas en el fuerte de Buenos Aires, de esta manera se sustrajo “106 cañones de diversos calibres, 2.064 fusiles con guarnición de latón, 2.064 bayonetas, 618 carabinas, 4.672 pistolas, 1.208 espadas y una enorme cantidad de balas y pólvora.

El capitán de navío Santiago de Liniers, habiendo viajado a Montevideo antes de la rendición, comenzó a organizar milicias para reconquistar Buenos Aires. Lo hizo con la ayuda del gobernador Martín de Alzaga en la ciudad y de Juan Martín de Pueyrredón en los alrededores. El 4 de agosto desembarcaron en la actual localidad de Tigre y se dirigen a la ciudad de Buenos Aires, acampando en la Chacarita y en los Corrales de Miserere, donde se sumaron nuevos hombres a las fuerzas de la reconquista.

El 10 de agosto, los criollos marcharon hacia el viejo parque de artillería de la ciudad. Liniers ofreció la rendición a Beresford mediante una carta.

Por otro lado, la escuadrilla española dirigida por el teniente de navío Juan de Vargas, que estaba estacionada en el río de las Conchas, debía presentarse el 11 de agosto a la vista del enemigo en son de ataque, como una maniobra de distracción en función también de impedir la colaboración de la flota británica en auxilio de sus efectivos en tierra. Esa misma noche, Beresford entendiendo la inminencia del ataque español, decidió embarcar a su personal, o lo que pudiese, en principio, soldados heridos y enfermos, mujeres y niños, puesto que sí, efectivamente, había en el contingente invasor unas 70 mujeres y 40 niños que acompañaban al RI-71. Era bastante usual en esos tiempos, cuando una expedición era de larga duración, algunos soldados solían llevar a sus mujeres e hijos con ellos. En la noche entre el 11 y el 12 pudieron embarcar solamente a los soldados enfermos y heridos.

Liniers había definido un plan de ataque a las posiciones británicas en principio en tres columnas, que luego variaría debido al accionar previo de partidas sueltas de miñones y voluntarios que hostigaban dentro de la ciudad, por eso anticipó la hora del ataque aprovechando el entusiasmo y el éxito que tenían esos ataques de guerrillas.

La primera columna estaba al mando del capitán Manuel Martínez con los blandengues de la frontera de Buenos Aires y un cañón, por Florida y Perú hasta la calle Victoria (actual Hipólito Yrigoyen) doblando hacia la Plaza Mayor para apoderarse del Cabildo. La segunda al mando del capitán de fragata Juan Gutiérrez de la Concha con la Cía-2 de voluntarios de Colonia, y algunos marinos, con un cañón de a 18 y un obús de 6, que serían reforzados en combate por Liniers con la Cía-2 de dragones. Irían detrás de la primera columna, pero en Rivadavia deberían doblar para atacar la catedral. La tercera columna al mando del coronel Pinedo con Voluntarios de Colonia, otros de Montevideo, marineros y voluntarios Patriotas de la Unión, con un cañón de a 4 y un obús de 6 pulgadas, doblarían en Sarmiento y después en San Martín para atacar la Catedral junto con la segunda columna. Finalmente, la cuarta columna al mando de Liniers con las Cías 1, 2 y 3 de dragones, algunos voluntarios Patriotas de la Unión, un cañón de a 18 y otro de a 4, irían por Sarmiento hasta la actual Reconquista para atacar el flanco de la Recova.

Primer ataque de los ingleses a Buenos Aires en 1806. Plano de la reconquista de la ciudad de Buenos Aires el 12 de agosto.

El 12 de agosto, las tropas de Liniers avanzaron sobre el Retiro y derrotaron a las tropas inglesas apostadas allí, luego convergieron sobre la Plaza Mayor las distintas columnas para lo que sería la acción decisiva, ya que les impedía a los británicos cualquier conexión militar con sus fuerzas que se encontraban en las afueras de la ciudad. Es así que, ganando terreno, aunque con cuidado por la metralla de los cañones británicos. Esto cambiará al posicionarse los cañones propios, que se fueron a emplazar a una cuadra de la plaza, y con muchas bajas de los atacantes ganaron finalmente los balcones y azoteas, obligando a los británicos a reconcentrarse en la Recova y el Fuerte.

Los combates tomaron otra dimensión y se tornaron más violentos y encarnizados entre las calles, los británicos trataron de resistir desde las terrazas. Finalmente, los invasores se replegaron al fuerte, quedando completamente rodeados. Beresford se ve obligado a capitular ante Santiago de Liniers.

Primer ataque de los ingleses a Buenos Aires en 1806. Rendición del general británico Beresford ante Santiago Liniers. Autor Charles Fouqueray, museo Histórico de Argentina.

Las bajas fueron de 200 españolas contra alrededor de 300 británicas. Lo cierto que la jornada de la Reconquista había terminado, pero no la presencia de los británicos, porque si bien todos serían prisioneros, la flota seguía dando vueltas, intacta, y muy pronto se llegaría una segunda oleada o invasión diez veces más grande y a la cual habría que enfrentarse de forma más ingeniosa. Se recuperó todo el armamento requisado por los británicos, y se ganaron unos 1.500 fusiles de alta calidad británicos, los famosos Brown Bess, a los que muy pronto se les daría uso. También se capturaron 2 obuses y 4 cañones.

Se decidió el traslado de los prisioneros británicos al interior en tres tandas o remesas, de 400 soldados a Mendoza, otros 400 repartidos en Santiago del Estero, San Luis y San Miguel de Tucumán, y otra finalmente a Córdoba con 400 más. En el caso de los jefes, el general Beresford, el Tcol Pack y 7 oficiales más fueron a Lujan, 13 a Capilla del Señor, 32 a San Antonio de Areco, uno a San Nicolás, 4 a la estancia de Felipe Otarola, 2 a la de José Antonio Otarola y 2 a la de Marcos Zavaleta.

Ante la inminencia de otro ataque británico, esta vez más poderoso y mejor planificado, Liniers ya con el mando militar, decidió organizar las fuerzas posibles para enfrentar tal situación. El 4 de septiembre le comunicaba al virrey: «Tengo casi coordinados tres escuadrones de voluntarios, cuyos individuos han servido todos en la Reconquista, quienes por sí se obligan a uniformarse y mantener caballos a pesebre; cada escuadrón debe componerse de 120 jinetes, armados solo con sables y pistolas, vestidos a lo húsar; si a cada uno de estos escuadrones se agregasen 200 hombres, particularmente paraguayos, quienes, además del sable y la pistola llevasen carabinas, vendríamos a tener un cuerpo de 960 hombres de caballerías» y agregaba “Con las demás corporaciones por naciones que se pueden hacer, no creo que bajen de 5.000 los que esta ciudad pueda presentar sobre armas».

Finalmente, estaban los tercios de españoles, el Cuerpo de Gallegos, el Tercio de Andaluces, el Tercio de Catalanes o Miñones, el Tercio de Vizcaínos y el Tercio de Montañeses. En total había unos 8.000 hombres, de los cuales 5.000 eran americanos o criollos y 3.000 peninsulares, allí se empezaba a notar la enorme diferencia en los números que más tarde tendrían su peso.

Cuerpos de milicias creados en la ciudad de Buenos Aires en 1806.

Ataque británico al Río de La plata

Cuando el comodoro Popham se apoderó de Buenos Aires en 1806, había pedido refuerzos a Londres. Alistaron 1.400 hombres que estaban en Africa; por su parte, una escuadra con 4.000 efectivos al mando del brigadier Samuel Achmuty debía ponerse a las órdenes de William Beresford, a quien creían que aún era gobernador de Buenos Aires.

Otra flota, que transportaba unos 4.200 soldados al mando del brigadier Craufurd, había salido del Cabo con proa a conquistar Chile. En el ínterin llegó a Gran Bretaña la noticia de la rendición inglesa del 12 de agosto, entonces le ordenaron olvidarse de Chile, poner proa al Río de la Plata para ponerse a disposición del TG Juan Whitelocke, que el 24 de febrero de 1807 había sido nombrado comandante en jefe de todas las fuerzas británicas.

Este zarpó de Inglaterra en marzo con instrucciones precisas y amplios poderes, llevando otro contingente de 1.630 hombres, con lo cual la cifra de la fuerza operativa comprendía un total de 12.000 hombres, sostenidos por una poderosa escuadra. Mientras esperaba la llegada del brigadier Craufurd, Achmuty resolvió con la anuencia del contralmirante Stirling (comandante de la flota que transportó a la expedición y que había reemplazado a Popham en el Estuario de la Plata) apoderarse de Montevideo, para lo cual contaba con algo más de 1.932 hombres al mando del Tcol Backhouse.

Con estas fuerzas se realizaría un primer intento de toma de Montevideo, el 28 de octubre de 1806, pero ante su fracaso dirigieron sus miras a Maldonado, a unas 30 leguas de Montevideo, que era un lugar también muy interesante a tomar en cuenta si se pensaba seriamente dominar el estuario del Río de la Plata, con sus 18×24 cañones, más y tres baterías en la playa del mismo puerto, con 4×18 cañones cada una. Lograron tener éxito en Maldonado, por lo tanto, el virrey Sobremonte decidió enviar fuerzas a fin de reconquistar dicho lugar, ya que era lógico pensar que desde allí volverían a intentar otro ataque a Montevideo. Se envió entonces al RC de voluntarios de caballería de Montevideo al mando del teniente de fragata retirado Agustín Abreu, y en la villa de San Carlos se produjo un enfrentamiento en donde fueron finalmente rechazados por los británicos, perdiendo a sus principales jefes, entre ellos Abreu y al capitán José Martínez.

Mientras tanto, Montevideo aumentaba sus efectivos con la llegada del Virrey con 729 soldados cordobeses, 120 dragones de Buenos Aires y 500 paraguayos y otros efectivos más. Sin embargo, la presencia del Virrey en Montevideo no fue muy bien recibida por el gobernador Ruiz Huidobro, quien también veía la falta de apoyo y deterioro de la figura gobernante del virreinato.

Por otro lado, desde Gran Bretaña se estaban ya despachando fuerzas para enviar a la América del Sur, por un lado, una fuerza al mando del brigadier John Craufurd, (el 12 de noviembre) destinada en principio a Chile, y otra que ya había partido hacia el 9 de octubre al mando del brigadier Achmuty al Río de la Plata, esta última con unos 2.996 efectivos con los regimientos y compañías en 19 transportes escoltados por el navío Ardent (74), que el 14 de diciembre llegaría a Río de Janeiro para reabastecerse y finalmente el 5 de enero de 1807 ancló en Maldonado. Un mes antes, el 3 de diciembre, el contraalmirante Charles Stirling había entregado la orden del Almirantazgo al comodoro Popham de que sería reemplazado por Stirling con la orden de regresar a Gran Bretaña, en donde se le realizará un juicio del cual salió indemne.

Tiempo después, para evitar rivalidades entre los dos jefes de tierra (Craufurd y Achmuty) de igual graduación, y para unificar el mando de todas esas fuerzas bajo un militar de mayor graduación, va a ser elegido el teniente general John Whitelocke.

Batalla del Cardal o del Cordón (20 de enero de 1807)

El 14 de enero la flota se desplegó frente a Montevideo y el 15 de enero Auchmuty desembarcó a 10 kilómetros de esa plaza, en la zona de la playa del Buceo, muy cerca del sitio en el que se apostaba la fuerza de Sobremonte, quien envió solamente un pequeño destacamento de caballería, que se dispersaron tras una muy débil resistencia, mientras Sobremonte llevaba su campamento hacia el oeste, a la zona del arroyo Miguelete.

Ruiz Huidobro contaba con una guarnición de 3.000 hombres, pero las fortificaciones, si bien parcialmente inconclusas, permitían plantear una estrategia defensiva hasta la llegada de refuerzos.

Sin embargo, pese a la oposición del Cabildo y a no estar convencido él mismo, presionado por el pueblo y parte de la tropa, el gobernador ordenó efectuar el 20 de enero de 1807 una salida general contra las posiciones inglesas.

Tras rechazar al destacamento de Sobremonte, los británicos se habían establecido el lunes 19 de enero en una loma entre Tres Cruces y la actual Avenida Rivera, aproximadamente en la línea del actual bulevar General Artigas frente a la entrada del actual parque José Battle y Ordóñez y a 3,5 km de la Ciudadela. Desde allí, el comandante británico destacó patrullas por el actual barrio del Cordón, un terreno de quintas con montes de duraznos y altos maizales limitados en los caminos por cercos de tuna.

Las fuerzas españolas, 2.362 hombres, en su inmensa mayoría milicianos de la ciudad, estaban al mando de Lecocq, siendo su segundo el Tcol Francisco Javier de Viana:

  • Vanguardia (334), estaba compuesta de 2 compañías de Miñones (al mando del teniente de navío José Obregón) y 1 compañía del Real Cuerpo de Marina (al mando del teniente de navío José Corvera).
  • Ala izquierda (690), mandada por el sargento mayor Juan Antonio Martínez estaba integrada por el Regimiento Fijo de Montevideo (270 veteranos), 60 marineros, la 1ª compañía de cazadores Voluntarios de Montevideo (Mateo Magariños, 60 hombres), el Tercio de húsares del Gobierno (300 al mando de Hipólito Mordeille) y 3 cañones al mando del capitán Colombo.
  • Centro del dispositivo, consistía en 650 hombres, al mando del comandante Juan Francisco García de Zúñiga, y estaba formado por el batallón de Milicias de Montevideo y 2 cañones.
  • Ala derecha (688), al mando del coronel Agustín José de Pinedo estaba formada por el RI de Buenos Aires (260 hombres), la 1ª compañía de Blandengues de Montevideo (88), el escuadrón de milicianos de la provincia de Córdoba (100) y el del Paraguay (130), la 1ª compañía de cazadores Voluntarios de Montevideo (70 hombres al mando del sargento mayor Nicólas de Vedia), la 1ª compañía de Voluntarios del Yi y Cerro Largo (40) y un obús.

Las fuerzas británicas sumaban un total de 5.000 hombres al mando del brigadier Samuel Auchmuty, quien tenía por segundo al brigadier William Lumley:

  • Ala derecha mandada directamente por Lumley estaba compuesta por el BIL-II/95 de rifles (mayor Gardner) y el BIL (Tcol Brownigg) y se acodaba sobre la actual avenida Ocho de Octubre, cerca de Tres Cruces.
  • Centro mandado por el Tcol Thomas Joseph Backhouse sumaba al RI-47 (Backhouse), RI-38 Staffordshire (Tcol Spencer Thomas Vassal) y RI-87 Royal Irish (Tcol Edward Butler) y se desplegaba en el actual parque José Batlle y Ordóñez.
  • Ala izquierda al mando del coronel Gore Browne y consistía en el RI-40 Somersetshire (mayor Campbell) acodado sobre el Camino Real (actual Avenida Rivera).
Batalla del Cardal o del Cordón (20 de enero de 1807). Fase 1 y fase 2. Autor D’Albenne sobre un plano de 1867.

A las 7 de la mañana del 20 de enero, Lecoq inició el avance en tres columnas por la calle del Cordón, actual Avenida 18 de Julio, con el objetivo de arrollar el flanco izquierdo de los británicos y aislar al ejército sitiador, separándolo de la escuadra.

En las cercanías del Santo Cristo del Cordón, una imagen que estaba entonces al costado del camino, donde hoy está la Universidad, se produjo el primer choque con la vanguardia británica, unos 400 hombres, comenzando el llamado combate del Cordón o del Cardal.

La vanguardia y el centro de Lecocq hicieron retroceder a la vanguardia inglesa mientras la columna derecha española intentaba flanquear con la escasa caballería el ala izquierda británica marchando en paralelo a la costa (por la actual calle Encina torciendo luego por la calle Brasil).

Lecocq reinició el avance por el Camino Real buscando el flanco izquierdo británico, pero el coronel Browne con 3 compañías del RI-40 al mando del mayor Campbell consiguió estabilizar el frente mientras el general Lumley desplegaba a las compañías de rifles del RIL-95 y del BIL en forma paralela al camino seguido por las columnas españolas para que se infiltraran por los maizales y cayeran sobre el flanco izquierdo de los defensores. El movimiento no fue advertido por los españoles hasta que las tropas emboscadas y a buen recaudo abrieron fuego a quemarropa, causando una matanza.

Atacados por el frente por Browne, destrozados por el fuego de flanco y habiendo sufrido cientos de bajas, Lecocq ordenó la retirada a la ciudad, quedando los británicos dueños del campo.

La caballería, con la excusa de que no podían acercarse por los cercos de tunas (cactus), se retiró al campamento de Las Piedras, donde la mayor parte desertó, mientras el resto permanecía sin intervenir en la campaña final.

Las cifras de bajas son muy variables, pero se pueden estimar las pérdidas españolas en 800 hombres: 200 muertos, 400 heridos y 200 prisioneros, más la pérdida de un cañón y gran número de fusiles, mientras que los ingleses tuvieron 149 bajas en total, 1 oficial y 19 soldados muertos y 6 oficiales y 123 soldados heridos.

Ocupación británica de Montevideo

Montevideo fue sitiada a partir de esa fecha y su toma se inició alrededor de las 02:00 de la madrugada del 3 de febrero, habiendo sido precedida por varios días de bombardeo de la parte más débil de la muralla defensiva en un punto muy cercano al sitio de la moderna catedral anglicana. Una vez que la brecha fue lo suficientemente grande, el asalto comenzó bajo intenso fuego desde dos bastiones contiguos en poder de los defensores, y fue obstaculizado por pieles que los defensores agregaron a la pared para llenar parcialmente la brecha. Las bajas entre los soldados británicos fueron numerosas, ya que las tropas buscaron un punto de entrada, mientras estaban atrapadas en un fuego cruzado constante.

Finalmente, la brecha fue pasada, primero por el capitán Renny del RI-40, quien murió en el acto de intentar atravesar la brecha, y en segundo lugar por el teniente Harry Smith, del RIL-95. Una vez dentro de las murallas, los británicos continuaron encontrando una fuerte resistencia, pero gradualmente se dispersaron y obligaron a los defensores a retroceder. En este punto de la batalla, dos destacados oficiales británicos, el Tcol Brownrigg del RI-11 y el Tcoll Vassal del RI-38, resultaron mortalmente heridos.

Una forlorn hope fue formada por un pequeño destacamento del RI-54. A esta le siguieron las compañías combinadas de élite de infantería ligera y granaderos de los regimientos implicados, así como del RIL-95. Los siguientes en la fila fueron el RI-38, seguido por el RI-40. Dos destacamentos de caballería, del RDL-17, del RDL-20 y del RDL-21, formaron la reserva y la retaguardia, junto con el RI-47 y un pequeño destacamento de reclutas por el RI-71 Highlander. También estuvo presente un destacamento de Royal Marines. Los refuerzos para los defensores llegaban desde Buenos Aires, por lo que el rápido éxito de la operación era esencial.

Asalto británico de Montevideo en 1807. Cuadro del teniente George Robinson.

Mientras tanto, al otro lado de la península, en el que se encuentra la Ciudad Vieja de Montevideo, el RIL-87 esperaba junto con una compañía del RIL-95 en la segunda puerta principal de la ciudad, la puerta de San Pedro. Al escuchar el ruido de la batalla dentro de las murallas, el RIL-87 no pudo esperar a que sus camaradas les abrieran la puerta, según el plan de ataque. Después de escalar el muro, atacaron a los defensores por detrás. Durante la operación, el RIL-87 capturó una bandera de una de las formaciones defensoras, que actualmente se exhibe como la «Bandera de Montevideo» en el museo del Royal Irish Fusiliers en Armagh, Irlanda del Norte.

Luego, el RIL-95 ocupó la torre de la catedral de la ciudad y pudo utilizar el moderno rifle Baker con gran efecto contra la principal fortaleza de la ciudad, la Ciudadela. Esto, junto con el avance general británico a través de la ciudad, llevó al gobernador Ruiz Huidobro a aceptar la oferta de rendición incondicional de Auchmuty alrededor de las 05:00 de la madrugada.

Liniers que con 2.000 milicianos se dirigía a Montevideo, llegó a Colonia; pero se detuvo allí al no encontrar los caballos prometidos por Sobremonte y que eran necesarios para llegar a su destino. El 4 de febrero, al saber que la plaza había caído (el sitio duró 17 días), Liniers regresó a Buenos Aires.

La toma de Montevideo costó a los británicos 118 muertos y 279 heridos, se desconoce las bajas de los españoles.

Aunque hubo algunos saqueos, que fueron rápidamente reprimidos por los oficiales británicos, a las 08:00 de la mañana un residente local informó que los civiles estaban efectuando sus actividades normales en las calles y mezclándose con las tropas británicas. La ocupación de la ciudad por el ejército británico duraría hasta septiembre de 1807, cuando las tropas fueron retiradas en cumplimiento del acuerdo firmado tras la rendición de las fuerzas británicas en Buenos Aires en julio de 1807.

El 5 de marzo, Colonia fue ocupada sin resistencia por un destacamento británico al mando del Tcol Pack. A raíz de ello, con tropas de Buenos Aires y de la Campaña Oriental a órdenes del coronel Elío, se pretendió reconquistar la localidad, pero el 8 de junio en el arroyo San Pedro, esas fuerzas fueron sorprendidas por Pack y derrotadas.

Segundo ataque británico a Buenos Aires

El 10 de mayo llegó a Montevideo el TG John Whitelocke, nuevo comandante británico en el Río de la Plata, con la misión de someter a la provincia de Buenos Aires. Las fuerzas del brigadier Craufurd y la escuadra del almirante Murray llegaron el 15 de junio, siendo los transportes dirigidos a Colonia. Pronto comenzaron los preparativos para la expedición a Buenos Aires. Las informaciones que obtuvieron acerca de las características del terreno de sus futuras operaciones eran escasas y difusas. Para la ocupación de Montevideo se destinaron 1.353 hombres. Alrededor de 8.000 hombres con 18 cañones constituyeron la fuerza expedicionaria que el 28 de junio desembarcaron en la ensenada de Barragán.

Al día siguiente 29 de junio, desembarcaron las tropas y los pertrechos, Whitelocke resolvió avanzar sobre Buenos Aires antes de que comenzasen las lluvias. Formó sus tres grupos:

  • Vanguardia, bajo el mando del MG Gower, estaba formada por la BRIL de Craufurd (RIL-95 de rifles y BIL de cazadores) y la BRI de Lumley (RI-36, RI-88), en total 2.150 hombres con 4 cañones.
  • Grueso, bajo el mando del propio TG Whitelocke, estaba formado por la BRI de Achmuty y otros cuerpos, en total 3.847 hombres y 2 cañones.
  • Retaguardia, bajo el mando del Col Mahon, con 1.644 hombres, 6 cañones y 200 marineros desembarcados para ayudar en su arrastre.

Con grandes inconvenientes avanzaron las tropas, cruzando bañados y arroyos, vigiladas y hostigadas por grupos de la caballería española.

El 1 de julio, la vanguardia llegó más allá de Reducción (Quilmes), seguida a poca distancia por el grueso. Al día siguiente, calculándose que el puente de Barracas (o de Gálvez) estaría ocupado por el enemigo, la vanguardia recibió orden de cruzar el Riachuelo aguas más arriba, lo que efectuó por el Paso Burgos, esquivando el encuentro con las fuerzas defensoras situadas cerca del puente.

Segundo ataque británico a Buenos Aires 1807. Tropas británicas cruzando el arroyo las Conchitas, al sur de Buenos Aires.

Una vez cruzado el riachuelo, la vanguardia continuó hacia las alturas de los Corrales de Miserere, encontrando allí fuerzas españolas en posición detrás de los cercos de las quintas. La BRIL de Craufurd, sin esperar a la BRI de Lumley, retrasada en el pasaje del Riachuelo, atacó con ímpetu al adversario, desalojándolo de la posición y apoderándose de su artillería.

Desde el 27 de junio, existía en Buenos Aires la situación de alarma y todas las tropas estaban acuarteladas. El día 29 se recibió el aviso del desembarco británico el día anterior en la Ensenada de Barragán, avanzó sufriendo el hostigamiento de los húsares y debiendo pasar la noche prácticamente en vela debido al constante tiroteo de los defensores de la ciudad.

A su vez se produjo el inesperado arribo de la embarcación Nuestra Señora del Carmen, procedente de Cádiz. La nave traía varios pliegos oficiales, entre los que se encontraba la Real Orden dictada el 23 de octubre del año anterior para todos los virreinatos. La misma disponía que, en caso de muerte o enfermedad del virrey, tanto el mando político y militar, como así también la Presidencia de la Real Audiencia, recayera en el oficial militar de mayor rango, siempre y cuando no esté por debajo del de coronel. Correspondiendo por ello el mando al brigadier de la Real Armada Santiago de Liniers, promovido el 3 de marzo.

El 30 de junio, de que una columna inglesa se había detenido en la estancia de Rodríguez, a siete leguas de la ciudad.

Liniers, el 1 de julio, había resuelto marchar con todas las tropas para situarse al otro lado del riachuelo a fin de presentar combate al enemigo fuera del radio urbano. El Cabildo acordó continuar en sesión permanente mientras subsistiese la gravedad de la situación. El 2 de julio se avistó al invasor, pero este, en lugar de seguir su marcha sobre el puente de Gálvez, se desvió hacia su izquierda para pasar el río más arriba. Dejando una parte de las fuerzas para cubrir el puente, Liniers siguió al enemigo en una dirección paralela para provocarlo al combate. Pero la vanguardia británica, ya había cruzado el riachuelo en Paso Burgos.

Temiendo por la suerte de la ciudad, que había quedado desguarnecida de tropas, Liniers regresó al puente para dirigirse a los Corrales, a fin de cerrar el camino al adversario. Atacadas en este punto las tropas españolas cuando acababan de situarse en posición detrás de unos cercos, no pudieron sostenerse y se retiraron. Una parte se retiró con Liniers hacia la Chacarita de los Colegiales y el resto buscó refugio en la ciudad, en donde también habían sido llamadas las tropas que defendían el puente de Gálvez. Liniers desmoralizado por este golpe, lo dio todo por perdido.

En la ciudad, el alcalde Martín de Álzaga, improvisó la defensa. Se concentraron las fuerzas en la Plaza Mayor y sus inmediaciones, reuniendo toda la artillería disponible, abriendo pasos, levantándose trincheras y ocupándose las azoteas con las tropas disponibles y con los vecinos que voluntariamente pedían armas para defender sus hogares. Después del mediodía, llegó Whitelocke a los Corrales de Miserere con el grueso, habiendo quedado la retaguardia del Col Mahon en Reducción hasta nueva orden. Casi al mismo tiempo, Liniers se presentaba en la ciudad con 1.000 hombres y daba nuevo impulso a las medidas de defensa ya iniciadas por el Cabildo durante su ausencia. Su presencia infundió nuevo aliento a los ciudadanos, y desde entonces nadie dudó en la victoria.

Segundo ataque de los ingleses a Buenos Aires en 1807. Tropas británicas acercándose a la ciudad. Autor Madrid Martínez.

En este momento crucial, Whitelocke no intentó entrar en la ciudad, sino que exigió la rendición de la ciudad.

El 4 de julio, Whitelocke envió a la ciudad una segunda intimación, la cual fue rechazada. Perdida su esperanza de una ocupación incruenta, el TG británico reunió a sus jefes para darles la orden de ataque, mientras prevenía a la retaguardia de Mahon que el día 5 avanzase hasta el puente de Gálvez, donde esperaría órdenes.

El 5 de julio, las tropas británicas formaron en tres grupos para ataque:

  • Ala izquierda el brigadier Achmuty con el RI-38, el RI-87 y el RI-5, que en cinco columnas sobre la Plaza de Toros y puntos adyacentes.
  • Centro el brigadier Lumley con el RI-36 y el RI-88 highlander avanzaría en cuatro columnas paralelas por las calles comprendidas entre la Plaza de Toros y la Plaza Mayor, hasta llegar a las manzanas de casas próximas al río que deberían ocupar.
  • Ala derecha el brigadier Craufurd con el BIL de cazadores y el RIL-95 de rifles, en dos columnas por las calles del sur de la Plaza Mayor y próximas a esta.
  • El Tcol Guard con el RI-45 en dos columnas ocuparía la Residencia.

Con un disparo de cañón del centro a las 06:00 de la mañana, se iniciaría el avance simultáneo.

El dispositivo de defensa español se había organizado la defensa en 3 líneas:

  • Primera línea guarnecida por el BI-3 de patricios, tenía como misión seguridad y vigilancia, tenía su centro en la plaza de Lorca y debía alinearse en la calle de Lima para controlar los movimientos británicos, una vez replegados se incorporarían a la reserva.
  • Segunda línea estaba situada alrededor en 3 o 4 calles de la Plaza Mayor, tenía como puntos fuertes las iglesias de San Miguel (húsares, cazadores, Cía de montañeses, parte del tercio andaluz), convento de la Merced (cuerpo de arribeños y 2 Cías de patricios) y el Real colegio de San Carlos (4 Cías de patricios), su misión era que los británicos no pudieran acceder a la Plaza Mayor.
  • Tercera línea a una calle de la Plaza Mayor se había dividido en tres grupos: flanco derecho con bandera encarnada, defendía el Retiro y la Plaza de Toros (fuerzas de marina, 1 Cía del BI-III de Galicia, 1 Cía del Tercio de Galicia, 1 EH, 1 Cía del Cuerpo de Naturales y Castas, una fracción de los patricios de la Unión) a cargo del capitán de navío Gutiérrez de la Concha, en el centro estaba el fuerte estaba guarnecido por 3 Cías de patricios, artilleros de marina y otros cuerpos, y la derecha una guarnición en casa próximas a la Residencia, con unos 50 hombres.

A las 06:00 de la mañana del 05 del julio, una vez dada la señal convenida. En el ala izquierda británica del brigadier Achmuty avanzó sobre la Plaza de Toros. Detenidas sus fuerzas por el fuego de los que la defendían, el RI-38 mediante un rodeo, cayó sobre El Retiro y se apoderan del punto. Quedaba así la Plaza de toros entre dos fuegos y sus defensores, que ya habían tenido 263 hombres fuera de combate, juzgaron imposible continuar la resistencia y se rindieron a los británicos. El RI-87 y el RI-5, cuyos caminos de avance eran los más próximos a la Plaza de Toros, alcanzaron la ribera y fueron después a reunirse en dicha plaza con el RI-38, que ya la había ocupado.

En el grupo central los el RI-36 y el RI-88 highlander encontraron una resistencia tenaz, siendo diezmado el RI-36 y obligado a rendirse RI-88. Una columna de 1.000 hombres de dragones y carabineros, partiendo de la Plaza Lorea y luego de cuatro cuadras bajo fuego, se encontró con los patricios, andaluces y gallegos, siendo rechazados con grandes pérdidas. La mandaba el Col Kington que mortalmente herido, junto con su segundo, el capitán Burrel, que fueron abandonados en el momento del rechazo.

Segundo ataque británico a Buenos Aires (5 de julio de 1807). El RI-1 de patricios enfrentándose al RI-88 higlanders.

En el ala derecha, las columnas del RIL-95 de Craufurd y RIL de cazadores de Pack lograron llegar hasta el río, pero cuando quisieron doblar hacia el Fuerte, se hallaron en gravísimo riesgo.

Atacadas desde todas las direcciones y acorraladas en un espacio cada vez más pequeño, se guarecieron en el convento de Santo Domingo y casas cercanas, pretendiendo continuar la resistencia. Pero hostigadas por tropas que acudían incesantemente, y batidas también por los cañones del Fuerte, debieron rendirse a discreción. El Tcol Henry Cadogan con su tropa fue uno de ellos.

Segundo ataque británico a Buenos Aires (5 de julio de 1807). Defensa de los accesos a la Plaza Mayor.
Segundo ataque británico a Buenos Aires (5 de julio de 1807). Defensa de la Plaza Mayor por el tercio de patricios.

En cambio, el RI-45 tuvo mejor suerte, pues se apoderó de la Residencia sin mucho esfuerzo.

Al final del día 5 de julio, los británicos solamente habían logrado ocupar los dos puntos extremos: la Plaza de Toros y la Residencia; pero el núcleo central o llave de la defensa había quedado inconmovible. Sus pérdidas en el ataque fueron considerables, pues ascendían a unos 2.500 hombres entre muertos y prisioneros. Los defensores, a su vez, habían pagado caro su triunfo: además de unos 800 prisioneros tomados por los ingleses en la Plaza de Toros y en la Residencia, sus bajas fueron 302 muertos, 514 heridos y 105 extraviados.

Liniers intimó a la rendición al invasor, para que desista de reanudar el ataque, se embarcase y evacuase a sus tropas hacia Montevideo y el Río de la Plata; prometiendo devolverle todos los prisioneros que tenía en su poder, incluidos los de la Primera Invasión.

Los ingleses contestaron al día siguiente, rechazándola y proponiendo en su lugar un armisticio de 24 horas para recoger a los heridos. El mismo no fue aceptado, Liniers ordenó un ataque de artillería mientras los tiradores seguían hostigando a los británicos.

Esto hizo reflexionar a Whitelocke sobre la situación crítica de sus tropas frente a la tenacidad y al número del adversario, pidiendo el cese del fuego y enviando el 7 de julio al MG Gower para firmar los términos de la capitulación, cuyos puntos principales fueron escrupulosamente cumplidos por ambas partes. Los mismos establecían que:

  • Ambas partes restituirían a los prisioneros de guerra en su poder.
  • Las tropas británicas de Buenos Aires se embarcarían para la otra banda del río en un plazo de diez días y Montevideo sería evacuada en el término de dos meses.
  • Cada parte entregaría tres oficiales de alta graduación hasta el cumplimiento de estos puntos.
Segundo ataque británico a Buenos aires en 1807.La partida del general John Whitelocke y el vicealmirante Murray, 180”. Autor Charles Forqueray.

A raíz de la capitulación de Buenos Aires fueron entregados por los ingleses 2.064 fusiles e igual número de bayonetas, 618 carabinas, 4.672 pistolas, 1.208 espadas, 400.000 balas para fusil y 131.840 cartuchos con bala para fusil, carabina y pistola, además de 106 cañones y munición de artillería.

Whitelocke abandonó la cuenca del Río de la Plata llevándose consigo las fuerzas británicas en Buenos Aires, Montevideo y Colonia. A su regreso a Gran Bretaña fue sometido a consejo de guerra y destituido, principalmente por rendirse en Montevideo. Posteriormente, Liniers fue nombrado virrey del Río de la Plata y el cabildo ratificado por la Corona.

Esta operación militar llevó a la creación de cuerpos de voluntarios, en su mayoría criollos, que armados y organizados, se volverán centrales en la concentración de poder e influencia para los eventos por venir, la Revolución de Mayo de 1810, que los tendría nuevamente como protagonistas, ya preparados y en plena conciencia de sus capacidades. Es por esto, que la Gran Invasión Británica a la cuenca del río de la Plata, será uno de los principales antecedentes del proceso independentista de esta región.
Ese mismo año, la familia real portuguesa se estableció en Río de Janeiro debido a la invasión napoleónica de Portugal. Bolívar regresó a Caracas. En Haití estalló la guerra por el control de la isla.

Causas de la independencia

Conflictos sociales

Diferencias sociales

La sociedad hispanoamericana estaba segmentada en función del origen de sus pobladores. Los cargos principales de la administración política, económica, militar y religiosa son ejercidos por los españoles. Con el paso del tiempo, algunos de estos cargos fueron asumidos de manera directa por los descendientes de los mismos, los criollos, o de manera indirecta a través de las dádivas y corruptelas que los administradores hispanos consintieron y fomentaron. El resto de grupos sociales, mestizos, pardos, negros, indios o zambos, quedan relegados como mano de obra y sujetos al pago de tributos, a la mita o las levas.

Levantamientos indígenas

El descontento que provocaron las reformas de la metrópoli, hicieron que surgieran revueltas de mayor o menor impacto encabezadas por indígenas a lo largo de todo el siglo XVIII. El alzamiento de Yucatán de 1761 tuvo como protagonista al indígena maya Jacinto Uc de los Santos, conocido como Jacinto Canek. Fue el antecedente de los levantamientos que las reformas económicas provocarán. También, la primera reforma tributaria, en 1763, fue respondida con motines en Quito, Puno, Puebla, Guanajuato, San Luis Potosí o Patzcuaro, sin olvidar los levantamientos originados por la expulsión de los jesuitas de 1767.

La segunda y principal reforma, en 1776, provocaron una oleada de alzamientos protagonizados por criollos, indígenas y mestizos con desiguales reivindicaciones, pero con el objetivo de mejorar el estilo de vida.

En Nueva Granada, los comuneros del Socorro se levantaron en 1781 contra la subida de impuestos y recurrirán al cabildo como primer paso, que anulará dicho aumento. En esta ocasión, y ante la posterior movilización de indios y negros, los criollos que habían alentado en un principio el movimiento acabarán sumándose a las autoridades para evitar un conflicto social.

En esas mismas fechas, en el Virreinato del Río de la Plata, José Gabriel Túpac Amaru encabezó el mayor levantamiento indígena desde la conquista. El objetivo era modificar el sistema de trabajo de la población indígena. Estas aspiraciones no coinciden con los intereses de los criollos, propietarios de los bienes de producción. La radicalización y la agresividad de las protestas condicionarán las relaciones entre criollos e indígenas en el proceso posterior de independencia del Perú. Durante esa época, se sucedieron las revueltas criollas, como es el caso del levantamiento de la villa de Oruro en 1781 o la rebelión india de los hermanos Catari, también en el Alto Perú en el año 1780.

Causas económicas

Monopolio comercial

España imponía un monopolio comercial que prohibía a las colonias comerciar con otras potencias, lo que limitaba su desarrollo económico y generaba descontento entre la burguesía criolla y los comerciantes americanos.

Explotación Económica

La Corona española buscaba aumentar sus ingresos a través de altos impuestos y la explotación de recursos, perjudicando los intereses económicos locales y fomentando la resistencia.

Causas ideológicas

Expulsión de los jesuitas

Varios de los representantes del nacionalismo criollo novohispano eran miembros de la Compañía de Jesús. En el siglo XVIII esta congregación desempeñaba una importante labor en la evangelización de los indígenas del norte del virreinato. A la par de esta obra, produjeron un conjunto de documentos que dan cuenta de pueblos que hoy se encuentran extintos. La importancia de la Compañía en la vida de Nueva España y en el virreinato de La Plata radicaba en su gran actividad a favor de la cultura, tanto a través de la educación como en la producción y difusión del conocimiento. Esta actividad le permitió establecer una red de relaciones que involucró a la Compañía en otras esferas, especialmente con miembros de la élite agrícola, comercial y minera.

A la salida de los jesuitas, fueron sus pupilos los que retomaron el impulso renovador de la Compañía. Entre ellos se puede señalar al astrólogo Antonio de León y Gama, al físico José Mariano Mociño, al filósofo Benito Díaz de Gamarra y al enciclopedista José Antonio Alzate. Un importante número de personas adheridas a la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País eran familiares, alumnos o patrocinadores de miembros de la Compañía. Esta corporación adquiere importancia en la historia novohispana porque ayudó a conservar el espíritu renovador de los jesuitas y favoreció la difusión de la Ilustración en Nueva España. A través de los miembros de este grupo, los jesuitas pudieron mantener contacto con el país del que fueron desterrados y finalmente pudieron volver cuando la colonia accedió a su independencia.

El estilo de trabajo de la Compañía de Jesús puso en alerta a varios gobiernos europeos, tanto por su apoyo al papado como por su actividad intelectual y las alianzas que habían establecido. Los jesuitas fueron expulsados de varios territorios durante la segunda mitad del siglo xviii, incluyendo los dominios españoles por la Pragmática Sanción de 1767. Esto no solo implicó la salida de miembros extranjeros de la congregación, sino el destierro de numerosos criollos. Algunos autores opinan que la expulsión de los jesuitas fue la primera afrenta de los monarcas españoles hacia sus súbditos americanos.

Algunos de los jesuitas desterrados habían sido figuras centrales de ese movimiento intelectual que reivindicó a Nueva España frente a su metrópoli y que llegó, incluso, a proponer la necesidad de emancipar a la colonia. Uno de ellos fue Francisco Xavier Clavijero, que tuvo que publicar su Historia antigua de México en Italia y en el idioma de ese país. En esa obra, Clavijero emprende una amplia defensa de América frente a Europa, comenzando por las cuestiones naturales y concluyendo con la reafirmación de todos los americanos a través de la reivindicación del pasado indígena.

Las consecuencias de la expulsión de la Compañía de Jesús no se circunscribieron únicamente a cuestiones ideológicas. En varios puntos de Nueva España hubo manifestaciones de rechazo a esta medida tomada por la Corona. El virrey Carlos Francisco de Croix envió a José Gálvez con quinientos soldados a contener la oposición en ciudades como Guanajuato, San Luis de la Paz, Pátzcuaro, Uruapan, Valladolid y San Luis Potosí. En Guanajuato fueron decapitados los promotores de la oposición.

Revoluciones liberales: Francia y los Estados Unidos

Sin duda, dos movimientos marcaron la historia del final del siglo XVIII. Uno fue la Revolución francesa, y el otro, la independencia de Estados Unidos. Tanto la una como la otra tenían su sustento en las ideas de la Ilustración. A su triunfo, las revoluciones en Francia y los Estados Unidos proclamaron la igualdad de los hombres ante la ley y dieron amplias libertades a los ciudadanos; una categoría que nacía precisamente con el iluminismo francés. Desde luego, estas ideas no eran del todo desconocidas en las colonias españolas. Se sabe, por ejemplo, que el cura Miguel Hidalgo era simpatizante de la Ilustración, y que muchos de aquellos que participaron en la Guerra de Independencia de México conocían con mayor o menor profundidad las ideas del liberalismo.

Causas coyunturales

Invasión Napoleónica de España

La ocupación de España por Napoleón Bonaparte en 1808 y el arresto del rey Fernando VII crearon un vacío de poder y una crisis de lealtad en las colonias, dando lugar a los primeros movimientos juntistas y avivando las llamas de la independencia.

Debilidad y crisis de la Monarquía Española

La debilidad política y la inestabilidad de la monarquía española, sumadas a la pérdida de tropas y recursos durante la Guerra de la Independencia española, crearon el contexto propicio para los levantamientos independentistas.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-10-20. Última modificacion 2025-10-20.
Valora esta entrada
[Reduce texto]
[Aumenta texto]
[Ir arriba]
[Modo dia]
[Modo noche]

Deja tu comentario

Tu comentario será visible en cuanto sea aprobado.

Tu email no se hará público.