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Primera Junta de Buenos Aires
La Revolución de Mayo fue una serie de hechos que tuvieron lugar en Buenos Aires, capital del virreinato del Río de la Plata, entre el 18 y el 24 de mayo, que acabaron con la formación de la Junta de Gobierno.
Las noticias sobre la caída de la Junta Suprema Central llegaron a Buenos Aires a bordo del buque de guerra británico Mistletoe, y generaron una enorme agitación en la ciudad.
El 18 de mayo, el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros le pidió al pueblo que se mantenga fiel a la Corona. Al día siguiente los criollos reclaman un cabildo abierto para discutir la nueva organización política. Debatir si el virrey Cisneros, que gobernaba en nombre del rey, tenía o no autoridad tras la deposición de Fernando VII y la caída de la Junta Suprema Central, que gobernaba en su nombre. En caso de que no tuviera autoridad, se promovía la tesis de que el poder debía volver al pueblo, que pasaría entonces a organizar su propia junta de gobierno.

El 20 de mayo, el virrey recibe a los criollos, funcionarios y jefes militares para tranquilizarles.
El 21 de mayo, comenzaron las reuniones del Cabildo Abierto y al día siguiente decidieron que era tiempo de que el virrey Cisneros abandonase el poder.
El 23 de mayo, el cabildo formó una junta de gobierno poniendo a Cisneros como presidente. El 24 de mayo, el pueblo se levanta en la Plaza de Mayo y protesta fervorosamente en contra de esta decisión exigiendo la renuncia de toda la junta de gobierno.

El 25 de mayo, se formó Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del Señor Don Fernando VII, como la de Quito utilizaron la máscara de Fernando VII para ocultar sus objetivos independentistas con el fin de evitar represalias. Estaba constituida por Cornelio Saavedra jefe del RI de Patricios como presidente; Mariano Moreno y Juan José Paso como secretarios; y Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Domingo Matheu, Juan Larrea y Manuel Alberti como vocales.

La Primera Junta envió una comunicación a las provincias del virreinato del Río de la Plata para que reconocieran su autoridad y enviaran representantes.
La Junta de Buenos Aires, organizó una expedición que persiguió extender y legitimar su autoridad. Varias ciudades del interior aprobaron y reconocieron al nuevo gobierno, sin embargo, provincias como Asunción, Córdoba y Montevideo lo rechazaron. Esta oposición significó un enfrentamiento en varios frentes contrarrevolucionarios locales que fueron sofocados por las fuerzas de la junta a través de tres campañas militares en cada una de estas ciudades.
El 29 de mayo de 1810 la Primera Junta transformó los batallones milicianos existentes en regimientos. Estas unidades fundacionales eran las siguientes:
- RI-1 (ex BI-I de Patricios).
- RI-2 (ex BI-II de Patricios).
- RI-3 (ex Cuerpo de Arribeños).
- RI-4 (ex Tercio de Montañeses).
- RI-5 (ex Tercio de Andaluces).
- RG de Fernando VII.
- Cuerpo de Artillería Volante.
- Escuadrón de Húsares del Rey (o Húsares de Pueyrredón).
- Batallón de Castas (indios, pardos y morenos libres).
Muchos de los primeros comandantes fueron civiles u oficiales de graduación inferior, puestos al frente de las tropas más por su convicción política y su carisma de mando que por sus capacidades militares.
En el Norte, la noticia de la destitución de Cisneros e institución de la Junta Nacional Gubernativa llegó a Postosí el 17 de junio y a Chuquisaca el 20 del mismo mes. La primera reacción del gobernador intendente de Charcas, Vicente Nieto, fue desarmar el cuerpo de patricios de Buenos Aires que había llegado el año anterior. Expulsó a los oidores de la Real Audiencia y al fiscal Juan Antonio Álvarez de Arenales, apresuró la requisa de armas e invitó a gobernadores norteños a un congreso para establecer un plan de acción contra Buenos Aires.
Francisco de Paula Sanz, gobernador de Potosí, fue el único que respondió a la invitación de Nieto. La asamblea se efectuó un mes después y se convino en pedir que las cuatro intendencias del Alto Perú fueran incorporadas al virreinato de Lima.
Se designó al general José de Goyeneche como militar para la defensa y concentración de tropas. Cabe destacar en este sentido que ya se habían movilizado milicias de Arequipa, Puno y Oruro.
En contrapartida, Cochabamba reconoció a la Junta de Buenos Aires, pero el 14 de setiembre un golpe de mano depuso a su gobernador y el virrey del Perú, José Fernando Abascal y Sousa, nombró un reemplazante. Pero Francisco del Rivero y otros complotados se apoderaron de la guarnición y el pueblo los apoyó. El nuevo gobernador renunció y, a petición del pueblo, el gobierno fue puesto en manos de Rivero. El 23 de setiembre se procedió a informar a Buenos Aires que Cochabamba adhería a la causa.
Combate de Cotagaita (27 de octubre de 1810)
A mediados de octubre, Rivero con una fuerza de 2.000 hombres atacó Oruro y la tomó al mando de Esteban Arce. El 24 de setiembre el pueblo de Oruro proclama su adhesión a Buenos Aires.
Todo lo expuesto anteriormente expresa la situación desventajosa tanto estratégica como políticamente que se presentaba contra Goyeneche quien decidió conjuntamente con Vicente Nieto establecer un puesto de avanzada en Cotagaita al mando de capitán de fragata José de Córdoba y Roxas con unos 1.1175 hombres y 10 cañones encuadrados en el BI de milicias de Puno (350), BI provincial de Potosí (200), ED voluntarios de Chichas (200), Cías veteranas del Real Borbón (150), Cuerpo de voluntarios del Rey (150), Cuerpo de lanceros de Cinti (100 indígenas), y 25 artilleros.
El primero en entrar en el suelo enemigo fue el mismo Güemes mandando tropas de Salta y Jujuy, es así como el 3 de setiembre tomó un pequeño campamento realista donde se apoderó de valiosa información como el sitio de la vanguardia realista, órdenes, armas y fuerzas que aglomeraba los del rey.
Llegado el Ejército Expedicionario a las órdenes del general González Balcarce se incorporó Güemes con su partida de observación. Conocedor de sus méritos, confió a Güemes la misión de ocupar la ciudad de Tupiza, la que tomó sin resistencia alguna. Luego Güemes seguiría a Tarija, donde formaría una división de voluntarios que se sumaría a los ya reclutados en los valles de Salta y Jujuy.
Entretanto, el grueso de las fuerzas realistas al mando de José de Córdoba había establecido su cuartel general en Cotagaita, a 400 kilómetros al norte de Jujuy.
Córdoba había adoptado una actitud defensiva y se atrincheró esperando la llegada de los revolucionarios.
González Balcarce tomó la iniciativa, primero se aseguró de haber recibido las cargas de municiones de la artillería, luego avanzó y se situó en Cazón a 3 leguas de las trincheras realistas.
Antes de atacar, envió un emisario diciendo que no venían a derramar sangre, ni a conquistar, sino a liberar. Invitación que fue inmediatamente rechazada.
Ante la negativa se inició el ataque, que empezó aproximadamente a las 10:30 de la mañana del 27 de octubre, cuando la artillería revolucionaria abrió fuego a tiro largo. Córdoba y Rojas hicieron lo mismo con dos cañones. Después se produjo el avance revolucionario por ambas faldas de las dos serranías que limitan la quebrada. Más tarde observó lo mismo cuando los pelotones o piquetes enemigos se desplegaron en su frente. Cuando unos 80 hombres avanzaron con el obús de seis pulgadas hacia un molino ubicado donde pasa el camino de la quebrada de Portugalete. Córdoba y Rojas evaluaron las ventajas que tendría ese obús enemigo para hacer fuego cruzado y de rebote desde esa posición. Sin pérdida de tiempo, envió dos compañías de veteranos del Real de Borbón y dos de Voluntarios del Rey que salieron de los reductos 4 y 5, cruzaron el río, subieron el monte y los desalojaron antes de que pudieran consolidarse en el terreno, todo al costo de solo cuatro heridos. Se tomaron dos prisioneros.

Las fuerzas de González Balcarce abandonaron la insegura zona del molino y movieron el obús hacia el centro de la línea desde donde siguió disparando, esta vez a tiro corto.
En el extremo este de Cotagaita, soldados del RI de Pardos y Morenos ocuparon las elevaciones cercanas al cerro del lado sur por donde pasa el camino de la quebrada de Cinti. Desde esa posición sostuvieron un fuerte intercambio de disparos utilizando el cañón de 4 libras y fusilería. La respuesta de Córdoba y Rojas fue reforzar esa posición con granaderos de Potosí y parte de la división de Puno que contuvieron, río de por medio, al RI de Pardos y Morenos.
A las 14:30 horas, después de cuatro horas de intercambio de disparos, González Balcarce reconoció que era imposible, y decidió retirarse. Los realistas no intentaron perseguirlo, puesto que no contaba con cabalgaduras ni con ánimos.
Las bajas revolucionarias fueron de 3 muertos y 6 heridos según parte de González Balcarce, 2 prisioneros y pérdida del cañón, 10 desertores. Las bajas realistas fueron de 4 heridos, según el parte de Córdoba.
Este sería el primer choque entre revolucionarios y realistas, de lo que fue la guerra por la independencia en campo abierto.
Batalla de Suipacha (7 de noviembre de 1810)
Después del desfavorable combate de Cotagaita ocurrido el 27 de octubre, las fuerzas revolucionarias se vieron obligadas a retirarse en dirección a Tupiza sin ser perseguidas por los realistas.
El 5 de noviembre, las fuerzas realistas comenzaron la marcha hacia Tupiza, después de recibir a Nieto con 100 veteranos granaderos provenientes de Chuquisaca y a Basagoytía con 350 hombres de las milicias de Puno y de Arequipa, por lo que al día siguiente Balcarce desalojó ese pueblo, que fue ocupado al día siguiente por 1.200 realistas, y se situó en Nazareno el 6 de noviembre, ubicado sobre el río Suipacha frente a la población de Suipacha, en donde recibió por la noche un refuerzo de 200 hombres provenientes de Jujuy con dos piezas de artillería, junto con municiones y la paga de las tropas.
Córdoba había recibido informes falsos sobre la moral combativa de las fuerzas de González Balcarce, convenciéndose de que marchaban descontentos y mal armados y, por lo tanto, sería relativamente fácil dispersarlos, tampoco se había enterado de la llegada de refuerzos con municiones y cañones.
El Ejército del Norte tenía inferioridad numérica, 800 realistas con 4 cañones contra 600 patriotas con 2 cañones. Formaban parte del ejército realista de observación los veteranos del Real Borbón y del Cuerpo de Voluntarios del Rey, este al mando del capitán José Fernando de Fontaneda, que habían partido de Buenos Aires en 1809 para reprimir las sublevaciones del Alto Perú y que luego formaron el BI Fernando VII.
Cuando el 7 de noviembre la vanguardia realista tomó contacto visual con las tropas de Balcarce, este había ocultado gran parte de su infantería y artillería entre los cerros y quebradas vecinas.
Situados frente a frente sin atacarse hasta las 03:00 de la tarde, González Balcarce se impacientó e ideó un plan para forzar a Córdoba a atacarlo, para eso hizo adelantar 200 hombres sobre la playa del río y con dos cañones abrió fuego, lo que dio inicio al enfrentamiento cuando Córdoba destacó algunas fuerzas en guerrilla. González Balcarce desplegó más tropas y Córdoba envió batallones para reforzar a sus guerrillas abandonando sus posiciones seguras. González Balcarce ordenó simular una retirada en aparente desorden, haciendo caer en la trampa a Córdoba, quien dio la orden de perseguirlos con todas sus tropas hasta las proximidades de la quebrada de Choroya.
Allí las fuerzas de González Balcarce que en apariencia huían, giraron para enfrentarlos, mientras las tropas de infantería y la artillería que estaban ocultas entre los cerros aparecieron de repente, emboscando a los realistas, quienes se dieron a la fuga arrojando banderas, armas y municiones, siendo perseguidos durante tres leguas. La batalla duró media hora y concluyó con una fácil victoria para los revolucionarios, ya que los realistas abandonaron el campo de batalla en fuga, dejando la artillería. Fueron tomados 150 prisioneros realistas. La aparición de indígenas para observar la batalla desde los cerros hizo pensar a Nieto que se trataban de fuerzas de refuerzo y se precipitó en fuga sin esperar el resultado de la batalla.

En la batalla, junto con las tropas provenientes de Buenos Aires (275 combatientes), participaron, salteños, jujeños, oraneses, tarijeños, cinteños y la caballería chilena de Tupiza, comandada por el coronel Pedro Arraya. Martín Miguel de Güemes, quien estaba al frente de los salteños fue posteriormente a la batalla (ya en Potosí) despojado de su rango militar por desavenencias con Castelli y devuelto a Salta, mientras que sus tropas fueron incorporadas al Ejército del Norte. Las evidencias históricas señalan a Güemes como el ejecutante de las acciones de Suipacha, sin embargo, Castelli no lo menciona en el parte de batalla.

El ejército realista que luchó en Suipacha sufrió una completa derrota, perdió sus 4 cañones, sus tiendas de campaña, armas, municiones, 10.000 pesos en plata, víveres y se desintegró por completo.
El triunfo de Suipacha tuvo un fuerte efecto moral, los jefes realistas del Alto Perú perdieron todo su prestigio, que se vio reflejado en el pronunciamiento de las ciudades de Potosí el 10 de noviembre apresando a su gobernador Paulo Sanz, Chuquisaca, La Paz y Cochabamba (en donde Esteban Arze consiguió el triunfo de Aroma el 14 de noviembre) en favor de la Junta de Buenos Aires, ciudad en donde produjo una euforia generalizada.
En el momento de la batalla, Juan José Castelli se hallaba en Yavi, desde donde el 8 de noviembre informó a la Junta sobre la victoria, redactando dos días después en Tupiza el parte completo, llevado a Buenos Aires por el mayor de patricios Roque Tollo.
Batalla de Aroma (14 de noviembre de 1810)
En septiembre de 1810, el Ejército del Norte enviado por la Junta de Buenos Aires para hacer reconocer su autoridad en el Alto Perú, salió de la ciudad de Salta penetrando en la quebrada de Humahuaca. El avance de la expedición estimuló a que el 14 de septiembre se produjera la Revolución de Cochabamba. La insurrección fue liderada por el coronel Francisco del Rivero, quien con milicias del valle de Cliza derrocó al gobernador intendente José González Prada, siendo proclamado jefe político y militar. Lo secundaban Esteban Arce y Melchor Guzmán (alias el Quitón). El 23 de septiembre, se procedió en Cochabamba a la jura y reconocimiento de la Junta de Buenos Aires.
El 6 de octubre de 1810 se produjo el Pronunciamiento de Oruro, encabezado por el subdelegado de Hacienda y Guerra Tomás Barrón, adhiriendo a la Junta de Buenos Aires. El recién llegado ministro contador José María Sánchez Chávez decidió resistir, encerrándose con los caudales junto con las escasas fuerzas veteranas y solicitando ayuda al general Juan Ramírez Orozco. A su vez, los revolucionarios de Oruro solicitaron ayuda a los de Cochabamba.
Rivero envió a Oruro unos 2.000 soldados al mando de Esteban Arce de los cuales por lo menos unos 200 de ellos eran de infantería que se encontraban armados con fusiles de estaño, unos 500 eran de caballería y el resto eran los cívicos urbanos al mando de Guzmán. Llevaban dos cañones de estaño, garrotes y hondas. Eufronio Viscarra relata, sin embargo, que la fuerza era de 1.000 hombres divididos en 10 compañías, auxiliados por 174 indígenas que transportaban los pertrechos. Señala que solo un tercio tenía armas de fuego.
Esteban Arce llegó a esa ciudad el 20 de octubre de 1810 y reemplazó a Sánchez Chávez por Manuel Contreras. Luego de reforzar sus tropas con milicias locales, salió el 12 de noviembre junto con Guzmán y con 1.500 hombres mal armados al encuentro de las tropas realistas que el general Ramírez había enviado para sofocar la insurrección de Oruro. Estas tropas, 450 infantes veteranos y 150 dragones con dos piezas de artillería, estaban al mando de Fermín Piérola (otras fuentes mencionan 800 hombres).
El 14 de noviembre se produjo la batalla sobre un suelo muy accidentado, en donde la caballería cochabambina consiguió envolver a los realistas lo que culminó con el triunfo de Arce y la persecución del ejército realista en dirección a La Paz, teniendo este la mitad de sus fuerzas muertas o prisioneras.


Piérola intentó resistir en Sicasica, pero su ingreso en el pueblo fue impedido por sus habitantes. Continuó hacia Cajamarca y luego a Viacha, en las afueras de La Paz, en donde se hallaba Ramírez Orozco, quien repasó el río Desaguadero con sus tropas y los caudales públicos a mediados de noviembre. El 15 de noviembre ordenó al coronel Domingo Tristán y Moscoso que, en caso de que se produjera un levantamiento en La Paz, desalojara la ciudad con lo que pudiera salvar. Luego de la victoria y durante la persecución de los realistas, las tropas milicianas cochabambinas se dispersaron, retornando solo un grupo pequeño a Cochabamba.
Rivero anunció al pueblo sobre la victoria en la batalla de Aroma por los cochabambinos. El triunfo de Aroma terminó con el ejército realista en el sur del Alto Perú.