Guerras de Independencia Hispano-Americanas Fase preinsurreccional (1808-11) Operaciones en Uruguay en 1811

Grito de Asencio o de Admirable Alarma (28 de febrero de 1811)

Fue la decisión tomada por criollos de la Banda Oriental el 28 de febrero de 1811, a orillas del arroyo Asencio, al suroeste de Mercedes (Uruguay), de emprender las primeras acciones revolucionarias contra las autoridades realistas españolas de Montevideo, adhiriéndose a la Junta de Buenos Aires.

En enero de 1811, Francisco Javier de Elío llegó a Montevideo desde España con el título de virrey del Río de la Plata, y desde ese momento inició los preparativos para declarar la guerra a Buenos Aires, lo que haría el 12 de febrero. Para ello toma una serie de medidas fiscales que le permitieran hacerse de recursos: regularización de títulos de propiedad de tierras para el pago de la contribución, solicitud de donativos patrióticos, impuestos a las importaciones de cuero, tabaco, control del contrabando permitiendo el comercio solo a buques autorizados y a través de intermediarios nacionales. Estas medidas perjudicaban a hacendados, comerciantes, barraqueros y navieros en su actividad mercantil, que venía decayendo por la situación de crisis y el control español del comercio, ya que impedía el comercio con los ingleses.

A estas medidas fiscales se sumaron los empréstitos forzosos al clero, empleados, propietarios, artesanos, hacendados, comerciantes, y el uso de la fuerza para coaccionar a los pueblos a reconocer la autoridad de Montevideo. En consecuencia, algunos jefes militares al servicio del gobierno español, pero con gran asidero en la campaña oriental, se pasaron al bando revolucionario, como fue el caso del capitán de blandengues, José Gervasio Artigas el 15 de febrero de 1811, quien abandonó la guarnición realista de Colonia del Sacramento y se puso bajo las órdenes del gobierno de Buenos Aires. El gobierno revolucionario, que le dio el grado de teniente coronel, 150 hombres y 200 pesos para iniciar el levantamiento de la Banda Oriental contra el poder español.

Pero los preparativos revolucionarios habían comenzado en diciembre de 1810, cuando el alférez Justo Correa fue enterado de la posible presencia de tropas porteñas en el territorio de la Banda Oriental. Inmediatamente, dio paso a la convocatoria a desertores y paisanos a levantarse en armas. Desde todos los rincones se movilizaron los hombres, acudiendo al llamado de los caudillos locales. En enero de 1811, Pedro José Viera, conocido como Perico el Bailarín, se sumó a la llamada de Correa con 28 hombres. En febrero le siguió Venancio Benavides.

El día 24 de febrero llegó la esperada noticia, la declaración de guerra por parte de Buenos Aires. Ya para el 26 de febrero, los revolucionarios, ocultos en un bosque sobre el arroyo Asencio, en el actual departamento de Soriano, alcanzaban a unos 300.

Allí fueron descubiertos por fuerzas realistas, pero por un ardid desarrollado por los revolucionarios se logra engañar a una partida de 25 blandengues y 30 españoles que fueron capturados el 27 de febrero al ingresar al monte.

Al día siguiente, 28 de febrero, bajo un mando disputado, entre cuyos cabecillas sobresalían Pedro José Viera y Venancio Benavides, un grupo de vecinos y pobladores realizó ese día un pronunciamiento revolucionario y procedió luego a la toma de la población cercana de Mercedes y Santo Domingo Soriano.

El Grito de Asencio (28 de febrero de 1811). Autor Diógenes Hequet.

Con Benavides al mando de las tropas, los revolucionarios capturaron las poblaciones de El Colla, actual Rosario, el 20 de abril y San José, el 25 de abril. El 26 de mayo sitiaron Colonia del Sacramento, que cayó una semana después.

Combate de San José (25 de abril de 1811)

La insurrección se extendió rápidamente por los pueblos de la Banda Oriental, y fue enérgicamente apoyada por el gobierno porteño: la ayuda consistió en enviar al capitán Manuel Antonio Artigas y al capitán José Rondeau en apoyo de los revolucionarios, y posteriormente a las fuerzas con las que el brigadier Manuel Belgrano había realizado la fracasada Expedición Libertadora al Paraguay.

Belgrano organizó sus fuerzas y avanzó en dirección a Montevideo, llevando a Benavides como jefe de una de sus divisiones, que era exclusivamente de caballería local, y, por lo tanto, la más móvil. Este logró dos pequeños triunfos en Soriano y El Colla y posteriormente se dirigió hacia Colonia del Sacramento. En el camino recibió orden de Belgrano de desviarse hacia San José.

En la tarde del 24 de abril, el jefe de otra división del ejército de Belgrano, capitán Manuel Artigas, se presentó ante la villa de San José e intimó rendición al Tcol Joaquín Gayón y Bustamante, quien la rechazó.

Artigas atacó las casas de las afueras del pueblo, en que los soldados realistas se habían parapetado, y los obligó a retirarse hacia la plaza central. No obstante, dado que estaba cayendo la noche, esperó al día siguiente para atacar.

En la madrugada del 25 de abril, las fuerzas de Artigas, ya reforzadas por los hombres de Benavides, iniciaron un intercambio de disparos sin mayores consecuencias. Cerca ya del mediodía, los atacantes se lanzaron a un ataque masivo a la bayoneta. Artigas fue herido y el mando pasó a Benavides, que en un ataque que duró ocho minutos, logró derrotar a las fuerzas defensoras y tomar prisioneros a casi todos, causándoles además 3 muertos y 10 heridos, apoderándose de la artillería.

Combate de San José (25 de abril de 1811). Las fuerzas realistas se enfrentan a los rebeldes de la Banda Oriental del Río de la Plata. Autor Diógenes Hecquet.

El capitán Artigas moriría como consecuencia de las heridas recibidas en este combate a fines del mes de mayo.

La captura de la villa de San José aisló completamente a Montevideo del puerto fortificado de Colonia, que fue abandonado semanas más tarde. El virrey Elío intentaría rechazar la convergencia de las tropas independentistas sobre Montevideo enviando un poderoso ejército, aprovechando que Belgrano había sido separado del mando. Pero las tropas realistas fueron completamente derrotadas en la batalla de Las Piedras por José Artigas, primo de Manuel Artigas.

Batalla de las Piedras (18 de mayo de 1811)

En los primeros días de mayo, el teniente coronel y jefe de las milicias patrióticas en la Banda Oriental, José Gervasio Artigas, decidió llevar a cabo un plan ofensivo consistente en avanzar sobre Montevideo, desplazándose con sus fuerzas hacia Guadalupe. Artigas pidió a José Rondeau, quien había sustituido Belgrano, dos compañías de infantería, Rondeau le envió un BI de Patricios (250).

Artigas acampó en Canelones, el 12 de mayo, con 700 hombres, incluidos los 250 patricios y dos piezas de artillería. Con fuerzas tan inferiores no podía llegar a Montevideo.

Artigas ordenó a su hermano Manuel Francisco, destacado en Maldonado, y en camino de Pando, se le incorporase a marchas forzadas, con 300 jinetes que le siguieron.

Una copiosa lluvia, que comenzó a caer desde la noche del 12 mayo, hasta la mañana del 16; la unión de los dos Artigas se realizó el 17 por la tarde.

El virrey del Río de la Plata, Francisco Javier de Elío, designó al capitán de fragata José Posadas como jefe de las fuerzas regulares que guardaban la plaza fuerte realista. Posadas instaló su cuartel general en San Isidro Labrador de Las Piedras, en las cercanías de Montevideo, para librar allí un enfrentamiento decisivo contra los revolucionarios.

Los fuerzas de Artiga llegaron a conformar un ejército de 1.030 hombres (546 de caballería y 454 de infantería y 20 de artillería) con 2 cañones (4 en algunas fuentes), encuadrados en un RC de blandengues (250), 2 Escóns de gauchos (296), BI de patricios de Buenos Aires (250), 2 Cías de milicias y blandengues (98).

Las milicias de Posadas estaban constituidas por unos 1.000 efectivos (600 jinetes, 350 infantes y 64 artilleros) con 4 piezas de artillería (2×2 y 2 obuses); de las cuales cerca de 200 desertarían y pasarían al bando revolucionario en medio del fragor de la lucha.

Al amanecer del 18 de mayo, primer día despejado después de 5 días de lluvia copiosa, ambas fuerzas se encontraban a unos 10 km de distancia.

Artigas destacó 200 hombres de caballería para atraer a los realistas fuera de su campamento en Las Piedras. A la vez aprontaba al resto de sus fuerzas. Al ser vista esta partida por los realistas, Posadas determinó enviar a su vez una fuerza de caballería a verificar el número de la fuerza enemiga, así como su ubicación. Esta partida se alejó más de lo conveniente, siendo cargados por los revolucionarios, que adelantaron todo el dispositivo.

Batalla de las Piedras (18 de mayo de 1811). Los gauchos en la batalla.

Esto obligó a Posada a moverse para evitar que su caballería fuera envuelta, juntando así todas sus fuerzas. La posición que ocupa entonces era desventajosa por tratarse de una contrapendiente, por lo que Posada rápidamente ordenó trasladarse a una loma dominante, en la que adoptan una formación en triángulo, contando como base a su infantería y el resto con las milicias de caballería. La artillería fue situó dos obuses en el centro y un cañón en cada extremo.

Los revolucionarios avanzaron desplegando a la infantería en orden de batalla para fijar a las fuerzas realistas bajo el mando del propio Artigas, en la extrema derecha un destacamento de caballería mandada por su hermano Manuel Francisco Artigas con el fin de envolver a los realistas y cortar su retirada, la caballería del ala derecha estaba mandada por Antonio Pérez y debía atacar el flanco izquierdo realista, y la caballería de la izquierda mandada por Juan León debía atacar el flanco derecho realista.

Batalla de las Piedras (18 de mayo de 1811). Ataque de la infantería patriota a la infantería realista. Autor Diógenes Hequet.

Se intercambió un intenso fuego de artillería, siendo más efectiva la española al ser más potente por su calibre, número y por la pericia de sus artilleros, casi todos negros y pardos mandados por oficiales españoles o criollos.

En ese punto se produjo la deserción y pase a los revolucionarios de buena parte de la caballería de Posada (unos 200 efectivos), lo que provoca el desánimo en el resto de sus fuerzas.

Entonces se produjo el ataque de la infantería patriota, con un gran intercambio de fuego de fusilería, siendo más efectivo el fuego de los revolucionarios, que logran tomar uno de los cañones realistas y quebrar su perímetro defensivo. En ese momento, Artigas mandó a la caballería de sus alas a realizar el doble ataque de flanco a efectos de atacar la retaguardia enemiga, a la vez que ordena a su hermano Manuel Francisco que con sus 250 hombres ejecutara un movimiento envolvente que cortase la retirada realista hacia Las Piedras.

Batalla de las Piedras (18 de mayo de 1811). Ataque de la caballería revolucionaria. Autor Manuel Rosé.

Disminuidos en número y quebrada su moral, cundió el desorden y la desbandada de las fuerzas realistas, que intentaron formar un cuadro y replegarse hacia las Piedras intentando formar una última posición defensiva, el cuadro fue rápidamente desorganizado.

Viéndose envueltos y sin posibilidades de resistir, el jefe realista decidió rendirse a discreción. Después de varias horas de dura lucha, las tropas españolas habían quedado derrotadas; y los revolucionarios americanos habían obtenido la primera gran victoria sobre los españoles. Posada izó la bandera de rendición ante Artigas, quien no recibió personalmente la espada del jefe vencido, sino que envió al sacerdote Valentín Gómez a hacerlo.

Batalla de las Piedras (18 de mayo de 1811). El capitán español José de Posadas rindiéndose al cura Valentín Gómez. Autor Juan Luis Blanes, museo Casa de Rivera, Montevideo.

La guarnición realista que había quedado en Las Piedras se rindió al ayudante mayor Eusebio Valdenegro.

Quedaron en el campo de batalla 11 revolucionarios muertos y 28 heridos, mientras que en el campo realista los muertos fueron 97, los heridos 61 y 482 los prisioneros y las 4 piezas de artillería.

La batalla de Las Piedras fue en primer gran triunfo militar de la revolución libertadora del Río de la Plata, que elevó el espíritu revolucionario.

Asedio de Montevideo (21 de mayo al 12 de octubre de 1811)

Aprovechando el efecto de la moral de su victoria, Artigas exigió la rendición de Montevideo. Rechazada esta el 21 de mayo, la sometió a un estrecho sitio, privándola de recursos y estableciendo sus huestes en el Cerrito.

Se dirigió, pues, a Rondeau, pidiéndole, a fin de aprovechar la desmoralización del enemigo y los pocos elementos con que este contaba, solo 500 hombres y las dotaciones indispensables para la artillería, que apurara su marcha, o le enviara refuerzos, armas y municiones sobre todo, para asaltar la plaza.
José Rondeau se incorporó al sitio con sus fuerzas y Estado Mayor el 1 de junio con 5.000 voluntarios orientales.

La ciudad tenía muros de 9 metros de altura y 6 de ancho, con cuatro bastiones rodeados por un foso. El sistema de defensa de la ciudad se completaba con la fortaleza del Cerro, el fuerte de San José del Real de San Felipe y Santiago y la isla de las Ratas, ubicada en la bahía, donde los realistas habían construido una batería, depósito de pólvora y un centro de detención. La nueva batería y sus fortificaciones, que contaban con 10 piezas, (6×24, 2×18 y 2×12, había sido diseñada el 15 de marzo por el brigadier José del Pozo y Marquy, jefe de ingenieros de Montevideo.

Ciudad de Montevideo en el siglo XIX en el periodo español con los principales edificios.

No obstante, el bloqueo era incompleto, por cuanto la escuadra realista mantenía el control del Río de la Plata y los ríos Uruguay y Paraná. Así, Montevideo estuvo en condiciones de impedir la caída de la plaza y bloquear a su vez por mar al puerto de Buenos Aires, mientras efectuaba incursiones en los ríos interiores para hostigar a las poblaciones ribereñas, crear o acentuar disensiones y asegurar el abastecimiento mínimo de la ciudad.

Con 50 cañones y el control aún indiscutido del río, la ciudad era inexpugnable para un ejército sitiador de escasa artillería, por lo que las fuerzas al mando de Rondeau se limitaron fundamentalmente a asegurar el control de los accesos a la ciudad de manera que no pudieran proveerse de alimentos y agua (los pozos quedaban fuera de sus límites) más que por medio de su flotilla. Mientras, la artillería revolucionaria bombardeaba la plaza, de día con sus cañones y de noche con los morteros construidos por el ingeniero Ángel Monasterio.

A mediados de 1811 el bombardeo a los bastiones de Montevideo estaba a punto de concluir por falta de pólvora, por lo que se pensó en atacar la batería enemiga en la isla de las Ratas, en la bahía de la ciudad, y capturar el depósito de pólvora que allí existiera. Rondeau y Soler acordaron llevar a cabo el proyecto y pusieron al mando de la infantería y del mando de la operación al capitán del RD de la Patria, Juan José Quesada, quien conformó una fuerza de 67 voluntarios (7 oficiales, 1 sargento, 6 cabos y 53 soldados), incluyendo los bogadores procedentes de los diversos cuerpos que participaban del bloqueo.

Bahía y ciudad de Montevideo en el siglo XIX. Vista desde el cerro.

Quesada nombró como su segundo al teniente de dragones José Caparrós, mientras que el mando de los botes, provistos por pescadores del arroyo Miguelete, correspondía al teniente de Marina Pablo Zufriategui, quien tenía por segundo al piloto y ayudante interino de artillería Vicente Barbas.

Las tropas se concentraron en el caserío de las Filipinas, en las cercanías de la desembocadura del arroyo Miguelete, y allí se trasladaron los botes en carretas y con el mayor sigilo. El 13 de julio, día previsto para el asalto, se produjo una fuerte tormenta que obligó al general Rondeau a suspender la operación. Esa misma noche, la tormenta desprendió dos botes de la fragata española Ifigenia, uno de ellos de 22 remos, los que tras varar en arroyo Seco fueron capturados por los revolucionarios.

Con los nuevos botes y el más grande de los pescadores partieron el 15 de julio desde la Cala del Sastre (a la altura de playa Capurro), al norte de la ciudad sitiada, organizados en seis piquetes.

Antes de tocar las costas de la isla fueron detectados por un centinela quien les requirió el santo y seña. Quesada respondió que eran refuerzos enviados desde la plaza, con lo que dio tiempo a los botes de atracar, tras lo que las primeras líneas saltaron al foso sirviendo de escala a sus compañeros que sobre sus espaldas alcanzaron la muralla. El centinela finalmente dio la alarma y fue muerto con un disparo de fusil, lo que despertó al resto de la guarnición.

Los incursores iniciaron el asalto a la costa sin mayor resistencia. El comandante de la plaza, capitán Francisco Ruiz, corrió con una pistola en una mano y una mecha encendida en la otra para dar fuego al cañón cargado a metralla que apuntaba al desembarcadero, pero fue también eliminado a puñaladas, tras lo cual el resto de la guarnición se rindió.

Por falta de espacio no se tomaron prisioneros, limitándose a transportar a los siete prisioneros que encontraron en la isla.

El ataque dejó temporalmente fuera de operación uno de los enclaves fundamentales del cerrojo defensivo de Montevideo. Por otra parte, la gran cantidad de pólvora obtenida fue de gran ayuda para las fuerzas bloqueadoras teniendo en cuenta su grave carencia y el hecho de que sus líneas de abastecimiento de todo aquello que no fuera provisto por la campaña oriental debía atravesar los ríos controlados en mayor o menor grado por la escuadra realista o sus escuadrillas.

Intervención portuguesa

La situación de Elío en Montevideo se tornaba cada vez más premiosa. Vigodet había sido desalojado de la Colonia, caída en poder de Benavides, que la sitiaba. Toda la esperanza de Elío, se basaba en la protección que había demandado y obtenido de Río Janeiro. La princesa Carlota había acudido a su demanda, y conseguido del rey Juan, su esposo, una orden para que el capitán general de Río Grande, Diego de Souza, invadiera sin demora el territorio del Uruguay, “en defensa de los derechos de su augusto hermano”.

Souza invadió el territorio del Uruguay con su ejército pacificador, que constaba de 3.000 hombres y dos baterías montadas, el 17 de julio de 1811.

Las fuerzas destinadas a invadir la Banda Oriental, fueron organizadas en dos columnas al mando de Manuel Márquez de Souza y Joaquín Javier Curado. La primera de ellas se concentró en Bagé; la segunda en las márgenes del Guirapuitá; que en lo sucesivo se llamaría campamento de San Diego.

Las fuerzas portuguesas iniciaron la invasión el 17 de julio, cuando de Souza, al frente del “Ejército Pacificador de la Banda Oriental”, se dirigió hacia el Yaguarón. El 19 se halla en el paso de Valente, en la margen occidental del Río Negro, desde donde ordenó a Manuel Márquez de Souza que se estableciera en el Pirahy; el 21 de julio en el paso de Aceguá y el 26, desde la Guardia del Pirahy, ordenó a Manuel Márquez de Souza, quien con la división de vanguardia había entrado en la villa de Meló el día 24, recomendándole la organización de los cuarteles para la tropa en dicha villa hacia la cual se dirigía seguidamente.

El 26 de julio, Diego de Souza llegó al cuartel general en Cerro Largo sin contratiempos. El 9 de agosto, dispone la partida de embarcaciones hacia el Cebollatí y barra del arroyo San Luis y el transporte de piezas de artillería, pertrechos y municiones.

Souza se dirigió hacia el Cebollatí; el 19 de agosto, se encontraba en el Paso de Cruzde dicho río; el 23 está acampado en la margen occidental del mismo, desde donde expresó al comandante de la guardia de Sagunto, que modificará su plan de operaciones en virtud del cual, el gobierno de Buenos Aires no reconocía a las tropas de su mando el carácter de pacificadoras. Ordenó, por lo tanto, la destrucción de todos los enemigos que se dirigieran a la frontera.

Entre el 9 y el 15 de septiembre fijó su cuartel general en la isla del Paraguay en la laguna Merín, desde donde se dirigió hacia la fortaleza de Santa Teresa. Permaneció en Santa Teresa hasta el 3 de octubre de 1811, en que dispuso que sus divisiones se dirigieran hacia Maldonado. En Santa Teresa queda destacado el comandante José Antonio de Porciúncula. El 12 de octubre pasa por San Carlos; en la misma fecha ocupa Maldonado. Después de ocupar ese punto, los invasores prosiguieron avanzando mediante movimientos de diversas fuerzas parciales.

A finales de octubre de 1811, las avanzadas portuguesas se hallaban próximas al lugar que ocupaba el ejército sitiador de Montevideo. En noviembre algunas de esas partidas llegaron hasta paso del Cuello y San Román y en diciembre se han posesionado de Colonia, Mercedes, Arroyo de la China, Gualeguay, Gualeguaychú y Belén. Entretanto el cuartel general del ejército portugués de Diego de Souza permaneció en Maldonado, de allí se movió el 16 de marzo de 1812 en dirección a la costa del río Uruguay a la altura de Paysandú a cuyas inmediaciones llega el 2 de mayo de 1812 para atrincherarse luego en la confluencia del arroyo de San Francisco y el río Uruguay a la espera de socorros.

Mientras tanto, los sitiadores de Montevideo ante el resultado de la batalla de Huaqui, allá en el Norte, pensaban en oponerse al paso del portugués y en apresurar la toma de Montevideo. Pedían recursos a Buenos Aires; estos prometían, pero los recursos no llegaban. Y los portugueses avanzaban, devastando el país. Las poblaciones huían ante el invasor, incendiaban sus viviendas, arreaban sus ganados, hacían la táctica de tierra quemada al conquistador y afluían en torno de Artigas. Comenzaba el éxodo del pueblo oriental.

Elío mientras tanto, perfeccionaba las fortificaciones, e instruía a los suyos, y enviaba una escuadrilla a bloquear a Buenos Aires, y a realizar un bombardeo: arrojó sobre la ciudad algunas bombas que causaron pocos daños, pero que alarmaron mucho a la población.

El gobierno de la capital mandó entonces comisiones que tratasen con Elío; que se le revelase, sobre todo, el objeto verdadero de la invasión portuguesa. Pero en esos momentos llegó a Montevideo la noticia de haber sido derrotada en la batalla de Huciqui, en el Alto Perú, el Ejército del Norte que había vencido en la batalla de Suipacha, y Elío exigía el abandono total de la Banda Oriental como condición para cualquier arreglo. Estas condiciones no eran aceptables ni para la opinión pública de Buenos Aires ni mucho menos para los orientales.

El 10 de septiembre de 1811 se reunieron los vecinos de extramuros de Montevideo convocados por Rondeau con una delegación del gobierno de Buenos Aires integrada por el deán Gregorio Funes, Juan José Paso y Manuel de Sarratea y se habían manifestado contrarios al armisticio bajo esos términos.

No obstante, al volver la delegación a Buenos Aires caía la Junta y asumía el Primer Triunvirato, compuesto por Chiclana y los ya citados, Paso y Sarratea. Estos estaban decididos a avanzar con el armisticio y el 7 de octubre de 1811 se cerró un acuerdo por el cual se cesaban las hostilidades, se levantaban ambos bloqueos, se retiraban los ejércitos de Buenos Aires y de Portugal y se entregaban a Elío las villas entrerrianas de Concepción del Uruguay, Gualeguay y Gualeguaychú.

El 10 de octubre, en un paraje conocido como la quinta (o chacra) de la Paraguaya, hubo una segunda reunión de vecinos con José Julián Pérez, representante del Triunvirato, en negociaciones con Elío, sin resultados. El 12 de octubre se levantó el sitio a Montevideo y el 20 de octubre se firmó el armisticio, ratificado al día siguiente por Elío y el 24 por el Triunvirato.

El 12 de octubre de 1811 el ejército sitiador se retiraba de la línea frente a Montevideo. El ejército marchaba a cortas y pausadas jornadas, como esperando una contraorden para volver a ocupar el sitio. Entre el 14 y el 17 de octubre cruzó la columna el río Santa Lucía, presumiblemente por el paso del Soldado, en dirección hacia el río de San José, donde acampó.

Allí, el 23 de octubre, Artigas recibió la noticia de la ratificación del armisticio suscrito por el gobierno de Buenos Aires y el de Montevideo, por el cual se confirmaba el levantamiento del sitio y se dejaba al territorio de la Banda Oriental bajo la jurisdicción de Elío.

Éxodo del Pueblo Oriental

El pueblo oriental se reunió en la Asamblea de San José y resolvió aceptar por obediencia el acuerdo entre el gobierno porteño y los realistas de Montevideo, pero también mantenerse en armas contra la invasión portuguesa y emigrar del territorio nuevamente controlado por Elío; con lo que se iniciaría el Éxodo del Pueblo Oriental, donde un número aproximado de 16.000 personas entre milicianos y civiles marcharon con sus posesiones al norte conducidos por Artigas.

La decisión de abandonar a los orientales fortaleció el liderazgo de Artigas y la percepción de constituir si no una nación, al menos una entidad social y de intereses propios y la voluntad de construir una organización política que los respaldara frente a los intereses de Buenos Aires, que se habían manifestado claramente indiferentes ante su destino y traicionado su lucha.

Decididos los orientales a abandonar el territorio, iniciaron desde San José la marcha hacia las puntas de Arroyo Grande, donde se hallaban el 30 de octubre. Debían vadear el río San José a la altura del arroyo Pintos, dado que, en la época, esa ruta era indicada como la más conveniente para salvar la distancia del litoral a Montevideo. El 31 llegaban ya a la vera del arroyo Monzón, desde donde Artigas elevó al gobierno de Buenos Aires un oficio en el cual expone la situación de la campaña oriental, el ejército y las familias que le seguían. El 2 de noviembre, Artigas estaba en el arroyo Perdido, desde donde impartió órdenes a Ambrosio Carranza para que se sostuviera en Paysandú hasta su llegada y auxiliase a los caciques indígenas. El 3 de noviembre, desde Cololó, hizo saber al juez comisionado del distrito de Soriano, que no podría fijarse en Mercedes “ni menos mantenerlo con algunas tropas”. Decidido Artigas a no fijarse en Mercedes, la columna se dirigió hacia el Río Negro, que fue vadeado por el paso de Yapeyú entre el 11 y el 13 de noviembre de 1811.

Éxodo del Pueblo Oriental 1811. Ruta seguida.

El 14 de noviembre, Artigas tenía instalado su cuartel general en el arroyo Negro. Después ocupó Paysandú,10 cuyo punto ya ha abandonado el 21 de noviembre con los emigrantes que lo siguieron, siempre en dirección al norte; el 24 de noviembre se encontraban en el arroyo San Francisco; cruzaron el río Queguay. El 1 de diciembre, acamparon en el arroyo Quebracho, el 4 de diciembre esn Chapicuy, el 7 de diciembre se hallaban en el río Daymán próximos a Salto. Sobre el 10 de diciembre, las familias iniciaron el paso del río Uruguay hacia la costa occidental, cuyo pasaje prosiguió hasta fines del mes de diciembre. En los últimos días de ese mes habían pasado la mayoría de las familias el río Uruguay quedando el grueso del ejército en el territorio oriental.

Artigas cruzó el río Uruguay en la primera semana de enero de 1812. Las familias acamparon en la costa occidental a la espera de que el gobierno de Buenos Aires accediera a la solicitud formulada por su jefe el 14 de diciembre de 1811, en el sentido de que se les autorizara para instalarse en el punto de Concepción del Uruguay que les ofrecía mayor seguridad. No satisfecha esta aspiración, los emigrados permanecieron acampados en el Salto Chico costa occidental, hasta que se resolviera sobre su destino.

Días después, el 23 de enero, Artigas, que debía dirigirse al distrito de Yapeyú cuyo gobierno le había sido encomendado, consultó al gobernador de Corrientes Elias, Gal van, acerca del punto más apropiado en aquella jurisdicción, para la instalación de su cuartel general, en consideración a los objetivos militares y de las familias, teniendo en cuenta su seguridad y la conveniencia de separarlas del ejército. Galván, el 4 de febrero de 1812, le indicó como lugar a su criterio más ventajoso la Capilla del Pilar en el partido Curuzú – Quatiá.

Éxodo del Pueblo Oriental 1811. Las familias trasladándose con sus enseres.
Éxodo del Pueblo Oriental 1811. Autor Diógenes Hequet.

Indudablemente, Artigas pensó trasladarse a aquella zona, pero el problema que planteaba la permanencia y expansión de los portugueses en el litoral, determina la necesidad de emprender operaciones militares que hacían variar los planes antiguos. En consecuencia, propuso al gobierno de Buenos Aires, el 15 de febrero desde el Salto Chico occidental, dar principio a la campaña de acuerdo a un minucioso plan.

Artigas envió tropas hacia las misiones occidentales ocupadas por fuerzas portuguesas, quienes reclamaron a Buenos Aires para que tomaran medidas contra Artigas. El 16 de marzo de 1812 Diego de Souza avanzó sobre Paysandú.

En la segunda quincena de abril, se abrirían las operaciones, ello explica el pasaje del ejército y las familias orientales que se negaron a abandonarlo, a la costa oriental. El 10 de abril, se había terminado la penosa travesía del río, instalándose el campamento artiguista en el Salto Chico oriental; a su frente, en la costa occidental, quedaba una guardia de treinta hombres para auxiliar el pasaje de algunas familias y de la tropa que fuera llegando.

Éxodo del Pueblo Oriental 1811. Cruce del río Uruguay.

Se registraron en el padrón 4.031 personas, la cuarta parte de los censados eran niños (unos mil). Además, se contabilizaron 847 carretas, aparte de 6.000 hombres que formaban el ejército y unos 8.000 bueyes.

El armisticio fue mal visto por todos. Elío fue relevado por la Junta de Cádiz y Gaspar de Vigodet se puso al frente del gobierno. Artigas, desde sus campamentos en el territorio de la actual provincia de Entre Ríos, continuaba sus escaramuzas contra portugueses y realistas. Los portugueses, que habían sido requeridos y luego despedidos, se negaron a hacer efectiva la evacuación del territorio oriental. En cuanto a Buenos Aires, el frente norte se había estabilizado, por lo que cuando Vigodet exigió al Triunvirato acciones contra Artigas, este rechazaría la intimación, por lo que 6 de enero de 1812 se cerraba el puerto de Montevideo y Vigodet daba por implícitamente roto el armisticio.

Tras un ultimátum del Triunvirato a la corte portuguesa, la mediación de Inglaterra logró que en mayo de 1812 se firmara un armisticio, el Tratado Rademaker-Herrera, que aseguró la evacuación portuguesa de la Banda Oriental.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2025-10-21. Última modificacion 2025-10-21.
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