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Antecedentes
Tras la victoria de los realistas y el fin de la Primera República de Venezuela muchos venezolanos emigraron hacia las Antillas, y otros, orientales, hacia la isla de Trinidad, desde donde planearon una ofensiva a tierra firme para liberar el este venezolano.
De Trinidad pasaron hacia el islote de Chacachacare (entre el golfo de Paria y el mar Caribe, junto a Trinidad y Tobago, adonde en una asamblea Santiago Mariño fue nombrado jefe de la expedición y planearon las operaciones. Tras la firma del Acta de Chacachare los orientales se embarcan en una goleta cargada con municiones y zarpan hacia tierra firme, cruzan las Bocas del Dragón y desembarcan en la península de Paria. El grupo, conocido como “los 45 de Chacachare”, se dividen en dos grupos: el primero al mando del coronel Santiago Mariño y el segundo con José Francisco Bermúdez.
Con Mariño estaban Jean Baptiste Bideau, un mulato, natural de la isla antillana de Santa Lucía, por entonces colonia francesa, que fue el encargado operacional de la empresa a través del reclutamiento de hombres y la compra de embarcaciones; y Pablo Pietri, un comerciante corso, que era el encargado de negocios, además ser amigo muy cercano de Mariño.
El día 12 de enero, Mariño con un grupo de hombres zarparon rumbo a Güiria, localidad que tomó la madrugada del 13, poniendo en fuga al jefe militar realista Juan Gabazo. Consecutivamente, dos días después, José Francisco Bermúdez, al mando de 75 hombres, conquistó Punta de Piedra e Irapa. Gabazo consiguió entonces reunirse en Yaguaraparo con Francisco Javier Cervériz, el cual traía refuerzos de Cumaná. Ambos jefes realistas reorganizaron una ofensiva con 400 soldados con el objeto de recuperar en Irapa; no obstante, fueron derrotados. El hermano de Bermúdez, José Bernardo, dirigió una columna hacia el sur, tomando Maturín el 2 de febrero.
Tras conocer los sucesos de oriente, Monteverde zarpó de La Guaira con unos 550 hombres hacia oriente. El 25 de mayo, intentó tomar Maturín, pero fue derrotado por Manuel Piar que disponía de 300 mujeres, 150 de infantería y 150 de caballería, en la batalla del Alto de Los Godos o Tercera Batalla de Maturín. Fue uno de los cinco intentos realistas de tomar la región y fue notable la participación de mujeres en el combate, tales como Juana Ramírez “la Avanzadora”.

Monteverde encargó las operaciones en oriente al brigadier Juan Manuel Cajigal y se dirigió hacia Caracas vía Barcelona para intentar detener el avance de la invasión de Bolívar al occidente del país. El 3 de agosto Mariño entraba en Cumaná y el 18 llegó a Barcelona.
Mariño, que lideraba la resistencia en Güiria contra el bloqueo naval y terrestre realista, compuesto de 1.500 hombres y 13 buques comandados por Francisco de Sales Echeverría, obligó a los monárquicos levantar el sitio para enfilarse sobre Cumaná, controlada entonces por Antoñanzas. Se inició entonces la incursión de Mariño y sus huestes para tomar una de las principales ciudades del oriente nacional.
En el trayecto se apoderó de Los Magüeyes, Corocillos y Cumaná. La ciudad cumanesa le hizo una fuerte resistencia que se prolongó durante diez días, cayendo finalmente el 2 de agosto de 1813. Mariño tomó Cumaná, en parte, gracias a la ayuda proferida por Juan Bautista Arismendi, quien se había hecho con el control de la isla Margarita en junio. Conquistada la ciudad, Mariño hizo fusilar a 47 europeos y fue proclamado Libertador de Oriente.

Por otra parte, al conocerse la caída de Cumaná, el pueblo de Yaguaraparo fue abandonado por Cervériz y ocupado por las tropas insurgentes de José Francisco Bermúdez. Entonces las miras de Mariño apuntaban a Barcelona, otro importante reducto realista. Para tal cometido, ordenó a Piar moverse por tierra con 700 soldados, mientras otro contingente era dirigido por mar. Cariaco, Carúpano y Río Caribe, a su vez, capitularon ante los republicanos. Finalmente, el 19 de agosto de 1813, el jefe realista Cajigal huía de Barcelona, dejándola a merced de Mariño.
La Campaña de Oriente, cuya duración fue de ocho meses y en la que se logró diez triunfos de armas (dos en Güiria, dos en Irapa, tres en Maturín, uno en Cumaná, uno en Yaguaraparo y uno en Barcelona), concluyó militarmente, con la liberación de casi todas las zonas importantes del oriente, exceptuando Guayana, y con la elección, por unanimidad de los jefes involucrados, de Mariño como general en jefe de las fuerzas del Oriente en su natal Margarita.

Segundo asedio de Puerto Cabello
Tras la Campaña Admirable, Simón Bolívar entró en Caracas el 6 de agosto de 1813. Inmediatamente, se preocupó de acabar con todos los enclaves realistas en la costa para que toda expedición española no encontrara una cabeza de playa. El punto más importante era la plaza fortificada de Puerto Cabello. El sitio comenzó el 26 de agosto bajo las órdenes de Bolívar y Rafael Urdaneta. Sin embargo, Bolívar había cometido un error: en lugar de avanzar sobre Caracas, muchos de sus partidarios y opositores consideraron que debió marchar contra Puerto Cabello, refugio de los dirigentes realistas, y acabarlos de un solo golpe. Cuanto finalmente lo hizo se encontró con la defensa del coronel vizcaíno Antonio Zuazola, a quien capturaría y colgaría en el Fortín Solano.

El 31 de agosto una escuadrilla insurgente intentó asaltar el puerto, pero fracasó. Todo cambió el 13 de septiembre, el coronel Carlos Miguel Salomón llegó a La Guaira con 1.300 soldados veteranos españoles del RI de Granada y varios buques de guerra. Desconociendo que Caracas estaba en manos de insurgentes, fue recibido por José Félix Ribas con sus tropas disfrazadas de realistas y casi fue capturado. Logró escapar y desembarcar en Puerto Cabello al día siguiente.
Bolívar decidió levantar el asedio el 17 de septiembre para atraer a Salomón a librar una batalla campal, abandonando la seguridad de su fortaleza. Ese mismo día, José Félix Ribas fue ascendido a general de división. Por aquel entonces, las fuerzas realistas aumentaban su poder considerablemente, pero estaban dispersas en sus baluartes, permitiendo ser batidas por separado.
Batalla de Vigrima (23-25 de noviembre de 1813)
Un mes después, Ribas fue asignado a viajar a la ciudad de Valencia con tropas compuestas mayormente por estudiantes de Caracas, conocidos como escuadrón de Escolares. Otros 1.500 soldados, incluyendo el escuadrón de Agricultores, se unieron a las fuerzas de Ribas.
De camino a Valencia, habiendo pasado por Guacara al norte del lago de Valencia, se encontraron con las tropas españolas de Salomón que, habiendo salido de Puerto Cabello en dirección contraria a Ribas, se dirigían a tomar la capital de la república, por la vía de los valles de Aragua.
Las fuerzas de Ribas comprendían BI de estudiantes de Caracas (500) del coronel Leandro Palacios, el EC-2 de agricultores (200) del comandante Francisco Antonio Paul, Escuadrón de Escolares (100). Estas unidades habían sido formadas con la urgencia que demandaba Bolívar en carta a Ribas del 11 del mismo mes. En dicha comunicación, le pidió a Bolívar que sin pérdida de tiempo hiciese marchar a San Carlos, cuánta tropa pudiese reunir en Caracas, La Guaira y valles de Aragua, pues los realistas se habían reforzado considerablemente.
El 23 de noviembre, a las 06:00 de la mañana, atacaron los insurgentes. Una columna bajo el mando del coronel Luciano D’Elhuyar cargó por la izquierda hacia la cúspide, mientras que el general Ribas lo hacía por el centro. Después de 6 horas volvieron los republicanos a sus posiciones originales, sin haber podido atraer a los contrarios, a pesar de las falsas retiradas que llevaron a cabo. Al final de jornada llegó Bolívar, procedente de San Carlos, con los batallones Valencia, Girardot y el 5º de la Unión. El coronel Manual Villapol fue herido al caer desde lo alto de unos riscos o peñascos durante la acción. En el fuego cruzado quedaron heridos otros oficiales insurgentes: Francisco Vélez, José María Trujillo, Francisco Marcano y Francisco San Juan, mientras que las bajas entre los realistas fueron considerables.
Se reanudó el ataque el 24 de noviembre y se combatió durante todo el día, sin más resultado que el mantener al enemigo en sus posiciones.
El 25 de noviembre, procedió Ribas al asalto final, para lo cual organizó sus fuerzas de la manera siguiente: el BI Girardot (comandante Luis Lamprea) constituyó el ala izquierda del dispositivo; el BI-V de la Unión (coronel Luciano D’Elhuyar) formó la derecha; el centro, bajo el mando del general Ribas, estaba integrado por el BI Valencia (Tcol Manuel Gogorza) y los escuadrones Agricultores y Escolares (comandante Francisco Antonio Paúl); en total, unos 2.000 hombres.
A las 12:00 horas, reiniciaron el ataque los insurgentes. El BI Girardot se apoderó de las inexpugnables alturas de la derecha de la posición defensiva, mientras que el BI-V de la Unión desalojaba a los realistas de todos sus puntos de la izquierda; otro tanto hacia el centro, en medio de intenso fuego de fusilería y artillería. El combate se prolongó durante 6 horas, no cesó sino entrada ya la noche.
Aprovechando el cese de operaciones y al abrigo de las sombras nocturnas, el coronel Salomón efectuó la ruptura del contacto de sus fuerzas e inició el repliegue. El resultado de la acción fue el abandono general, por los realistas, de todos los puntos que ocupaban en los cerros de Vigirima y Patanemo. Allí hallaron los insurgentes un bien organizado sistema de atrincheramiento y obstáculos varios.
Las pérdidas de ambos contendientes fueron considerables. En manos de los vencedores quedaron 3 piezas de artillería, varios fusiles y otros suministros. Por Patanemo los realistas se retiraron a Puerto Cabello, perseguidos por el BI-V de la Unión, con órdenes de seguir hasta la propia base portuaria.
Un total de 110 bajas fue el reporte de las filas insurgentes: un oficial muerto, 10 heridos; 10 soldados muertos y 89 heridos. Mientras que en el recién estrenado RI de Granada, obligado a replegarse a Puerto Cabello, hubo 600 muertos; así como la captura de 3 cañones y de todo su parque.
José Félix Ribas, con las tropas independentistas que evitaron la toma de Caracas, se trasladó de Vigirima a Valencia y de allí a Puerto Cabello, donde tomó el mando de las fuerzas sitiadoras de esa ciudad. Con ellas tomó por asalto al pueblo exterior y los fuertes de Trincherón y San Luis, aunque no pudo tomar el castillo de San Felipe.
La derrota de los realistas del RI de Granada en el valle de Vigirima distrajo unos días a Bolívar hacia el norte, lo que tuvo consecuencias peligrosas al dar tiempo a las dos concentraciones de realistas de las ciudades de Coro y de Apure, de reunirse en Araure, en junto contaban 3.700 combatientes, al mando de José Ceballos y los llaneros de José Antonio Yáñez. Así reunidos, los ejércitos españoles en la pequeña ciudad amenazaban el occidente de la república e inmediatamente a la ciudad de San Carlos.
Bolívar salió de Caracas con el batallón Aragua del coronel Florencio Palacios. Entretanto, el brigadier Rafael Urdaneta le traía refuerzos, uniendo sus fuerzas el 7 a 8 de noviembre. Las fuerzas de Urdaneta sumaba de 700 a 800 efectivos que incluían el batallón Caracas (Tcol coronel José Rodríguez), dos compañías del Valencia, una compañía del batallón Agricultores de Caracas (capitán Francisco Piñango), y un piquete de caballería (José Antonio Guzmán). Durante tres días marcharon a través de la sierra hasta llegar a Cabudare, desde donde divisaron al campamento monárquico a una legua de distancia. Las tropas realistas dominaban el camino real en la vereda de Tierras Blancas, en la ruta entre Santa Rosa y Barquisimeto.
Batalla de Tierrita Blanca (10 de noviembre de 1813)
Estando en Caracas, Bolívar había reclutado hombres, pedido ayuda al brigadier Santiago Mariño, realizó sus primeras medidas administrativas, reglamentó sueldos, raciones, uniformes, divisas y graduaciones e instituyó la orden militar de los Libertadores. Después, vio su oportunidad de reabrir las rutas terrestres hacia Nueva Granada, cerradas desde octubre, y anular a los focos de Coro y Maracaibo, así que decidió atacar antes que llegara el escuadrón Soberbios Dragones de Caracas del coronel Luis María Rivas Dávila. Tenía poco tiempo, pues su situación empeoraba porque las guerrillas realistas proliferaban cada vez más.
Bolívar salió de Caracas con el batallón Aragua del coronel Florencio Palacios. Entretanto, el brigadier Rafael Urdaneta le traía refuerzos, uniendo sus fuerzas del 7 al 8 de noviembre. Las fuerzas de Urdaneta sumaban de 700 a 800 efectivos que incluían el batallón Caracas (Tcol José Rodríguez), dos compañías del Valencia, una compañía de infantes del batallón Agricultores de Caracas (capitán Francisco Piñango), y un piquete de caballería (José Antonio Guzmán). Durante tres días marcharon a través de la sierra hasta llegar a Cabudare, desde donde divisaron al campamento monárquico a una legua de distancia. Las tropas realistas dominaban el camino real en la vereda de Tierras Blancas, en la ruta entre Santa Rosa y Barquisimeto.
El coronel realista Jose Ceballos disponía de 700 infantes, 300 jinetes, 50 artilleros y 9 piezas de artillería ligera, mientras que Bolívar disponía de 1.100 infantes y 200 jinetes apoyados por 2×4 cañones. Siendo las fuerzas similares.
Bolívar dividió su infantería, compuesta por los batallones Aragua, Caracas y parte del de Agricultores, en tres grupos a cargo del coronel Florencio Palacios (derecha), el coronel Joseph Ducaylánota (izquierda) y el teniente coronel José Rodríguez (centro). El batallón de Palacios actuaba como vanguardia. Tenían 2×4 cañones sacados de Valencia por Urdaneta estaban mandadas por el subteniente Santiago Mancebo. La caballería estaba como reserva y se encontraba muy mal organizada a las órdenes de Fernando Guzmán.
La batalla comenzó a las 08:00 horas. Ceballos colocó su infantería y artillería en una loma protegida por profundos barrancos, dominando el camino real, y atrás, entre ese lugar y la ciudad de Barquisimeto estaba su caballería. Sin embargo, había un sendero oculto que llevaba directamente a su retaguardia. Bolívar llevó a su caballería por esa ruta y atacó sorpresivamente a los jinetes enemigos. La caballería insurgente, unos 200 hombres en sus monturas, cargó en masa contra sus realistas, envolviéndolos, dispersándolos y haciéndolos refugiarse en la laguna de Las Piedras, en el camino a Carora, en el otro extremo de la ciudad. El Estado Mayor de Ceballos también estaba allí y tuvo que retroceder. Los agricultores a caballo entraron en los templos de San Juan y La Paz, ubicados en las salidas de la ciudad que llevaban a Tocuyo y Carora, y empezaron a repicar las campanas en señal de victoria.
Entretanto, la infantería insurgente avanzaba sobre las líneas enemigas, escalando el cerro donde estaban y obteniendo cierta ventaja. Sin embargo, luego Rodríguez se negó a ayudar a Ducaylá por un agravio que le cometió y para empeorar todo para los insurgentes. Pero por una desgracia, cuyo origen no está averiguado, empeñado ya el combate entre las infanterías, con ventaja de la insurgente, se oyó inesperadamente el toque de retirada. Sorpresivamente, una trompeta sonó en señal de retirada, haciéndola desordenarse y huir cuando infantes realistas les atacaron, que empezaron a perseguirlos. Los infantes insurgentes fueron envueltos cuando intentaron ejecutar la retirada. Bolívar, Urdaneta y todos los oficiales intentaron reorganizar a los hombres, pero sus esfuerzos fueron en vano. Díaz da una versión distinta: a eso de las 10:00 horas la batalla parecía perdida para los realistas, con su infantería en retirada, pero entonces el coronel Ceballos cargó con 100 jinetes sobre los infantes enemigos, causando confusión. Este éxito dio ánimos a la infantería realista, que se reagrupó y atacó de inmediato.
La oportuna llegada de Rivas Dávila y sus Soberbios Dragones cubrió la retirada de la infantería a orillas del río Cabudare, que desde ese punto pudieron retirarse sin ser molestados. Los Soberbios Dragones obligaron a sus enemigos a retirarse y salvó a los infantes, aunque solo lograron retirarse algunas compañías del Aragua.
Las bajas insurgentes fueron de unos 400 muertos y unos 400 prisioneros. Se capturaron 700 fusiles, 2 cañones y 3 banderas. Los prisioneros fueron ejecutados en el campo, especialmente los peninsulares, que fueron muertos a machetazos. Las bajas realistas se desconocen.
De noche, Urdaneta acampó con los sobrevivientes en el monte El Altar, en las márgenes del río Cojedes, mientras Bolívar volvía a San Carlos para preparar sus fuerzas. Le dio órdenes al brigadier de reunir a los insurgentes dispersos en El Altar. Después, Urdaneta le siguió a San Carlos, mientras Bolívar dirigió a Valencia, donde concentraría un nuevo ejército para batir a Ceballos.
Los soldados vencidos recibieron el castigo de ser organizados en un batallón llamado “Batallón sin Nombre”, y no le permitió llevar banderas hasta que cobrase una en el campo.
Batalla de Araure (5 de diciembre de 1813)
Antecedentes
El Libertador salió para San Carlos el 27 de noviembre. En la tarde del 30 de noviembre, Bolívar pasó revista a sus soldados y al día siguiente comienza el camino a Barquisimeto. El 1 de diciembre, Bolívar se preparó para salir de San Carlos en persecución del brigadier español José Ceballos, quien desde noviembre ocupa posiciones cerca de Barquisimeto.
El 2 de diciembre, la descubierta de Bolívar formada por los Valerosos Cazadores, se enfrentó a las fuerzas de cobertura realistas situadas en el paso principal del río Cojedes, y en las alturas de la montaña del Altar; en el enfrentamiento solo hubo un caballo insurgente herido, y los realistas tuvieron varios muertos, y dejando en poder insurgente algunos fusiles y municiones y muchos víveres abandonando los puestos que ocupaban. Los cazadores pernoctaron en el Altar y el resto del ejército en el paso de Cojedes, Caramacate, y Onoto; el cuartel general se situó en Caramacate.
Bolívar suponía que Ceballos seguía en Barquisimeto. Sin embargo, el 3 de diciembre, después de capturar e interrogar a unos guerrilleros cerca de Onoto, se enteró de la unión de Yáñez y Ceballos en Sarare, decidiendo ir a Araure. Acampó en Camoruco, donde dejó al escuadrón de Agricultores mandado por Coto Paúl y el escuadrón de Escolares, sumando ambos 100 jinetes, para asegurar su retirada a San Carlos, pues estaba la guerrilla realista de Carlos Blanco. A continuación cruzó el río Cojedes y llegó a Agua Blanca. En la tarde siguiente llegó a Araure, donde imposibilitado Bolívar de realizar una observación directa de las posiciones realistas, que se habían situado en el cerro La Galera, detrás de Araure, decidió junto al mayor general Rafael Urdaneta, ejecutar una exploración con algunos oficiales de caballería. Bolívar y el general Urdaneta con dos piquetes de caballería, hicieron sus exploraciones y descubiertas sobre el enemigo y acordaron que el ejército acampara en la última sabaneta de Agua Blanca, a la vista de Araure.
Al anochecer, las patrullas de vigilancia insurgentes observan que Ceballos ilumina la circunferencia de su campamento “con inmensas candeladas»; sin duda, para evitar una sorpresa o golpe de mano por parte insurgente. Aplazado el combate para el siguiente día, e iluminado el campamento español con aquellas enormes fogatas, Bolívar y su Estado Mayor celebraron un consejo de guerra para atacar el día siguiente las posiciones realistas.
Fuerzas enfrentadas
Las fuerzas realistas mandadas por el brigadier José Ceballos lo componían las siguientes unidades:
- Infantería: BI de Miguel Correa; cuerpos de Remigio Ramos, Andrés Torrellas y el intendente Isidoro Quintero, cuerpo guerrillero de Pedro Luis Inchauspe, RI de Sagunto del coronel Antonio Yáñez, BI Numancia, infantería del comandante Antonio Puy, en total 2.000 infantes.
- Caballería: escuadrones del comandante José Antonio Puy, escuadrones del coronel Antonio Yañez, escuadrones de El Tocuyo, caballería del canario José Yáñez conformada por lanceros a las órdenes del terrible “Ñaña”. En total 1.500 jinetes.
- Artillería: 10 piezas.
Las fuerzas insurgentes mandadas por Simón Bolívar se componían de las siguientes unidades:
- Infantería: BI Barlovento (coronel Vicente Campo Elías), BI Valerosos Cazadores (coronel Manuel Manrique), BI veterano de Vigirima (coronel Manuel Villapol), Batallón Sin Nombre (coronel Florencio Palacios), infantería de Barinas (coronel Manuel Antonio Pulido), BI Valencia (coronel Manuel Gogorza Lechuga) y BI La Guaira. En total 2.000 infantes, a los que hay que sumar 2.000 milicianos y auxiliares sin armas.
- Caballería: Escolta Soberbios Dragones de Caracas (coronel Luis María Rivas Dávila), escuadrón Escolares, escuadrón Agricultores, escuadrones de San Carlos y Calabozo (comandante Teodoro Figueredo), escuadrón de Barinas (coronel Pedro Briceño Pumar), escuadrón de Caracas (comandante Francisco Piñango). En total, unos 1.000 jinetes.
- Artillería: 4 piezas.

Inicio de la batalla
Los insurgentes dispusieron a su infantería en cuatro columnas: la primera columna, marchando como vanguardia, incluía el BI de Valerosos Cazadores de Manrique y el BI de Pulido; la segunda columna el Batallón Sin Nombre de Palacios y el BI Valencia de Gogorza formaba el centro; la tercera columna la formaban el BI de Vigirima de Villapol y el BI La Guaira; y la cuarta columna: el BI Barlovento de Campo Elías quedaba como reserva.
Los realistas tomaron posiciones defensivas, controlaban la villa de Araure, situada en una ladera suevamente inclinada con la cordillera ubicada a sus espaldas y al frente la llanura homónima, ubicada entre los nacientes ríos Cojedes y Turen y que se va elevando hasta llegar a un punto llamado La Galera, apoyaban su flanco izquierdo en las orillas del río Acarigua y el derecho en un tupido bosque. En ambas alas estaba la caballería, un poco adelantada al centro, formado por los infantes y artillería. Esta última tenía dos baterías un poco adelantadas, pero protegidas por tiradores. Su zona de la llanura presentaba algunos matorrales, lo que facilitaba ocultar sus movimientos. A partir de La Galera se extiende otra gran llanura más elevada hasta la vega del río Acarigua.
El domingo 5 de diciembre de 1813, a las seis de la mañana, Bolívar dispuso que la vanguardia de Manuel Manrique (BI de Valerosos Cazadores y BI de Pulido) reforzada con 200 caballos marchara oblicuamente sobre La Galera, a objeto de realizar un “prudente reconocimiento” y determinar si las columnas realistas estaban en llano alto o cerca del río Acarigua. Bolívar y el resto del ejército se dirigió al pueblo de Araure.
En el pueblo, Bolívar se informó de que el ejército español eran solamente 3.500 efectivos.
Por el camino real de Guanare y un sendero a mano derecha, Manrique subió a la Galera con un resultado funesto: poco después de atravesar la quebrada de Araure y alcanzada la meseta, Tomás Planas con una compañía de cazadores cargó contra una línea española apostada frente a la laguna. Rudesindo Canelones corrió con sus carabineros para sostenerlo y Manrique se sumó a la refriega con el resto. La imprudencia costó 200 muertos a los insurgentes, aunada a la pérdida total de la caballería de cazadores. Se salvaron el jefe Manrique y 20 jinetes por tener los mejores caballos, quienes regresaron a galope hasta el pueblo para informar a Bolívar de lo ocurrido.
En La Galera, quienes sobrevivieron fueron llevados al campamento de español, donde fueron fusilados sin contemplaciones. Mientras tomaron de los caídos sus armas y uniformes, se capturaron 500 fusiles que se usaron para armar a algunos soldados realistas que portaban lanzas.
Ataque a La Galera
Informado Bolívar del desastre de la vanguardia, ascendió a La Galera y formó a sus fuerzas frente a los cadáveres de sus compañeros caídos. Al llegar a la colina, debajo de un inmenso árbol donde actualmente se levanta un monumento, Bolívar dispuso sus fuerzas en 3 columnas cerradas y apoyadas por 4 piezas de artillería:
- La derecha a cargo del coronel Manuel Villapol con el batallón de veterano de Vigirima; la centro a cargo del coronel Florencio Palacios con el batallón Sin Nombre.
- La izquierda del coronel Vicente Campo Elías con el batallón Barlovento;
- La caballería tenía como misión de defender los flancos o cargar en masa sobre el enemigo, según cómo se desarrollaran los acontecimientos.
- A la derecha estaban los jinetes de Barinas y Caracas (coronel Briceño Pumar y capitán Ortiz).
- A la izquierda los de Calabozo y San Carlos (Tcol Juan Landaeta y comandante Teodoro Figueredo).
- En reserva los Soberbios Dragones y el escuadrón de lanceros de Ospinos. Las unidades de reserva tenían órdenes de matar a todo aquel que intentara retroceder, servían de escolta a Bolívar y formaban con el parque y el Estado Mayor la tercera línea.

Los cuerpos se formaron bajo el fuego de la artillería realista y luego marcharon en perfecto orden, deteniéndose cuando las filas se desordenaban y siguiendo con paso más ligero. Las dos líneas revolucionarias avanzaron hasta quedar a tiro de pistola, momento en que se les ordenó responder el fuego, que la infantería sostuvo intensamente, logrando que los realistas cedieran y aminoraran su fusilería en apenas cinco a diez minutos y consiguiendo mantener el orden.
Mientras tanto, las partidas de caballería de los capitanes Nicolás Briceño y Mateo Salcedo consiguieron asaltar y capturar dos cañones que cubrían las alas realistas. El batallón Sin Nombre, se lanzó lanza en mano por el centro, mientras la infantería de los flancos cargaba a la bayoneta. El choque de sables, fusiles y lanzas deja tendidos en la circunferencia de la laguna más de 1.000 muertos, en el que los realistas fueron vencidos y comenzaron a retroceder.
Descompuesta la infantería realista, Ceballos ordenó a Yáñez, alias Ñaña cargar con sus lanceros por el flanco derecho, en una maniobra envolvente para atacar su retaguardia.
Carga de la caballería
Desde la colina, Bolívar ordenó a la caballería de Briceño detener el choque, tornándose una mezcolanza de hombres y animales. Siendo inferior en número, la caballería de Barinas comenzó a retroceder. Entonces, Bolívar comprometió la escolta de Dragones Soberbios y los lanceros de Ospino, que era la caballería que le quedaba que cargaran contra el flanco de los lanceros de Ñaña, se produjo otra mezcolanza de hombres y caballos, la caballería de Barinas, liberada de la presión, se reagrupó volvió a la carga al mando de Urdanete. Los lanceros de Yáñez se dispersaron y huyeron, dejando abandonada a la infantería, cuya línea estaba ya rota. Los infantes insurgentes pudieron rodear la laguna, alcanzar el campamento español y se apoderaron de las banderas de Numancia y Borbón.

A las 13:00 horas todo había terminado.
Sobre la retirada española escriben el Padre José Félix Blanco y el general Urdaneta que, en el espanto de la fuga, muchos realistas creyeron que el mejor modo de salvarse era subirse a la copa de los árboles de donde los bajaron a balazos “tirándolos como monos”.
Secuelas de la batalla
Las cifra de bajas es muy diferente según las versiones, pero se puede estimar para los realistas en 800 muertos y 900 prisioneros (600 fueron fusilados en Asunción). Los insurgentes tuvieron unos 500 muertos y otros 500 heridos.
Mientras Bolívar ejecutaba la persecución del ejército español hacia el pueblo de La Aparición de Nuestra Señora de la Corteza, desde la tarde del 5 de diciembre de 1813 un grupo de oficiales y soldados recorrió el campo de batalla para colectar todo el material de guerra abandonado por los realistas. Con el título de “Anexo”, la lista del material recogido se publicó poco después en una hoja suelta, editada por Juan Baillio, quien era el impresor del provisorio gobierno. El botín descrito era: 9.000 pesos, 800 fusiles, 9×6, 1×4 y 2×3 cañones, y 8 de bronce; 40 cajas de guerra con algunos pitos; 4 banderas de infantería, la de Numancia, dos de Borbón, y otra de sangre o encarnada; 260 cartucheras, 30 cajones de cartuchos con balas, 16 cargas de pertrechos de cañón, 2 cajones de lanzas, 25 barras de acero, 125 cargas de sal, diversas cargas de víveres como frijoles, galletas; 2 cargas de sebo, y muchas bestias de carga y de silla, aperadas. Las bajas insurgentes se estiman en 800 muertos.
La batalla de Araure permitió recuperar el sur de la antigua provincia de Caracas. Derrotadas las divisiones realistas venidas desde Coro con el brigadier José Ceballos y las caballerías del canario José Yáñez procedentes del Apure y Barinas, Bolívar reorganizo sus fuerzas en el pueblo de La Aparición de Nuestra Señora de la Corteza. Un día después de la batalla, el 6 de diciembre de 1813, Bolívar dispuso que el coronel Vicente Campo Elías subiera por Biscucuy para tomar posesión de El Tocuyo, mientras Manuel Villapol y el batallón Barlovento, tomaría Barquisimeto y San Felipe.
El coronel Ramón García de Sena y el mayor general Rafael Urdaneta, por su parte, deberán poner rumbo hacia Barinas para liberarla del catalán José Puy. Marchan reforzados con las columnas de Francisco Conde y Florencio Palacios al frente del victorioso “Vencedor de Araure”, fuerza a la que reforzó con el escuadrón de Soberbios Dragones y la caballería de Barinas. Llegarán a esa capital la madrugada del 7 de diciembre de 1813 y pudieron liberar cerca de 115 prisioneros puestos en capilla por orden de Puy, entre quienes se encuentra el futuro lancero, José Antonio Páez.
En Aparición, Bolívar hizo un reconocimiento al valor del Batallón Sin Nombre entregándole una bandera capturada, la del batallón Numancia. También en el mismo lugar ordenó el fusilamiento de 600 prisioneros realistas.

El derrotado José Ceballos escapó por la serranía de Biscucuy, rodeó los llanos y consiguió huir a Nutrias, donde se embarcó con varios oficiales a Guayana, apareciendo en Coro varios meses después acompañado del capitán general Cajigal para armar un nuevo ejército. Yáñez huyó por el camino de Guanare a Nutrias con de 200 a 300 hombres, consiguiendo refugio en San Fernando de Apure. El Estado Mayor de Yáñez logró huir a Coro y Barquisimeto. Sin jefe quedaron los 800 infantes que se consiguieron reunir en El Tocuyo y Siquisique. Por su parte, el regimiento Granada se retiró con muchas dificultades a Coro, quedando reducido a 400 efectivos.
Sin embargo, la destrucción de los ejércitos realistas de Apure y Coro no significó nada para los caudillos monárquicos en el resto del país. Mientras los planes insurgentes se centraban en ocupar Coro, las negociaciones para unir fuerzas entre Bolívar y Mariño fracasaban, cada uno estaba más interesado en acabar con los realistas que quedaban en su territorio. Bolívar se quedó en pausa esperando la ayuda de Mariño, pues necesitaba de la poderosa caballería oriental para enfrentar a los llaneros. Esta inacción volvió estériles las victorias en Occidente, permitiendo a los caudillos llaneros recuperarse. En unos meses los realistas de Apure y Coro volverían a la ofensiva.
Además, no podía pagarles a sus tropas y, como carecía de apoyo popular, no podía reemplazar las bajas con la misma facilidad que los realistas. Las deserciones empezaron a mermar sus fuerzas y sus levas fueron un fracaso. Después de la batalla de Araure proyectó reclutar de 10.000 a 12.000 hombres, pero en la práctica apenas se alistaron 1.500.
En esos momentos un nuevo peligro amenazaba las propiedades de las familias aristocráticas en el valle de Aragua, rica región entre Valencia y Caracas: el ejército del Tcol José Tomás Boves apodado el León de los Llanos.