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En el otoño del año 57 AC, Servio Sulpicio Galba fue enviado con la legión XII Fulminata y parte de la caballería que regresaban de la Galia Bélgica; para abrir un camino a través de las montañas con el fin de mantener una ruta comercial a través de los Alpes y los aborígenes de Mont-Joux (Gran San Bernardo).
Galba abandonó el territorio de los alóbroges en el extremo oriental del lago de Ginebra, y se adentró en el país de los nantuates. Después de algunos combates y capturar varias fortalezas, se firmó la paz con los nantuates.
Dejó detrás dos cohortes de acantonamiento y continuó hasta territorio de los veragros. Alcanzado el río Vicus cerca de Octoduro (la actual Martigny). La ciudad estaba separada por el río en dos partes, ocupó ambas y comenzó a instalar su cuartel de invierno en la orilla derecha. Tras tomar la ciudad pasó a controlar la región y hacerse con el paso estratégico del Gran San Bernardo.
A los pocos días después de la instalación del campamento, ante el asombro de los romanos (que habían tomado la precaución coger a muchos niños como rehenes), los exploradores de Galba anunciaron que los aborígenes de la izquierda del río Vicus se habían levantado.
Una multitud de guerreros veragros, con la ayuda de sus vecinos sedunos, habían salido de las colinas y hostigaban el campamento romano con sus flechas. Después de seis horas de batalla, los galos casi habían tomado el lugar. Las tropas romanas estaban agotadas y con las pila agotadas, decidieron realizar un a salida por sorpresa de la fortaleza, cogiendo a los galos totalmente desprevenidos y los obligaron a huir, dejando 10.000 bajas y posteriormente quemaron las casas del pueblo.
Ante el temor de que sus enemigos se estuvieran reorganizando después de la batalla de Octoduro, y esperando nuevos ataques en el invierno, los romanos retrocedieron a tierra de los alóbroges.