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Napoleón emperador
La Paz de Amiens del 27 de marzo de 1802 no duró mucho tiempo, ninguna de las partes firmantes había quedado satisfecha con los términos del tratado y ambas lo incumplieron reiteradamente. Gran Bretaña dio por terminado el acuerdo de paz y declaró la guerra a Francia el 16 de mayo de 1803. Inmediatamente, la armada británica impulso un bloqueo naval en las costas francesas.
El 18 de mayo de 1803, el Cónsul Vitalicio de la República de Francia emitió un decreto por el cual se nombra a sí mismo Emperador de Francia, que gobernaría como Napoleón I. Ese mismo día Nelson, fue nombrado comandante de la flota inglesa del Mediterráneo.
El 2 de diciembre, en una solemne ceremonia oficiada en la catedral de Notre Dame de París, Napoleón es ungido por el Papa Pío VII; sin embargo, no le ciñó la corona tal y como exigía la tradición carolingia. En su lugar el propio Bonaparte se coronó así mismo como Napoleón I, emperador de Francia, para distanciarse de sus predecesores, los reyes borbónicos. A continuación nombró emperatriz a su esposa Josefina.
Alrededor de la familia imperial se formará una nueva corte nobiliaria, desprovista de los privilegios que tuvieran los aristócratas franceses anteriores a la Revolución Francesa.
Muchos de los admiradores del corso interpretan su coronación como una traición absoluta a los ideales revolucionarios que decía defender; como el célebre músico Beethoven, que borraría el nombre del general de su obra «Sinfonía Heroica«. A su vez, el nuevo emperador francés prohibiría La Marsellesa, hasta entonces el himno de la República, por revolucionario.
Napoleón estaba ensoberbecido por su propio poder, y ambicionaba abiertamente reorganizar el mapa de Europa, unificando todo el continente bajo su égida, pretendiendo emular la gloria de los Imperios romano y carolingio.
Sin embargo, como no era aristócrata de nacimiento, los reyes europeos jamás le reconocerían como igual, considerando esta auto-coronación como una vulgar farsa.
Reformas militares de Napoleón
Creación de la Legión de Honor (19 de mayo de 1802)
Napoleón Bonaparte creó la Legión de Honor, una condecoración e institución que distinguiría a los soldados que actuasen valerosamente en el campo de batalla, o a quienes presten a Francia un servicio civil ejemplar; junto a ella se podría percibir una pensión.
Se trataba de una cruz blanca esmaltada, que cuelga de una cinta de seda roja. Bonaparte llevó a veces esta insignia para mostrarla en público. La Legión como institución tenía un hospital para atender a sus miembros.
La medalla iba acompañada de una pensión o sobresueldo anual muy apreciado por quienes la recibían, y su cuantía se estipula en función del rango: un soldado cobraría 250 francos, un oficial 1.000, y un oficial de alta graduación, hasta 5.000.
El honor que acompaña a la cruz era auténtico: los soldados tenían la obligación de presentar armas al paso de los condecorados en señal de respeto. En algunos cafés franceses no cobraban a quienes la lucían y los gendarmes no pedían la documentación a quienes la portan.
Más importante para muchos era que la única persona que podía imponerla fuera el mismo Napoleón, que lo hacía siempre en una solemne ceremonia.
Durante las guerras napoleónicas, unos 48.000 hombres obtuvieron la Legión, solamente 1.200 de ellos eran civiles. En 1806 ya había 13.000 galardonados, y desde 1807 los soldados aliados de Francia también podrían ser condecorados; en 1814 la Legión de Honor contaba con 25.000 miembros vivos.
Las primeras condecoraciones fueron impuestas por Napoleón el 16 de agosto de 1804.
Creación de los cuerpos de ejército
Napoleón desarrolló entre 1800 y 1803 una nueva unidad militar: el cuerpo de ejército, su más importante contribución a la organización estratégica, aunque el concepto ya fuese enunciado y aplicado por el mariscal Broglie en 1761, durante la Guerra de los Siete Años.
Los cuerpos de ejército serían mandados por un mariscal, agrupando de 2 a 4 divisiones, es decir, de 20.000 a 40.000 soldados apoyados por entre 60 y 120 cañones.
Gracias a esta innovación, los ejércitos franceses, que en aquellos tiempos contaban con unos 400.000 hombres, podrán desconcentrarse incrementado su flexibilidad de maniobra, al aumentar sus zonas de control, y disfrutarán de ventajas logísticas, pudiendo abastecerse sobre el terreno con mayor facilidad, al ser unidades más reducidas.
También agilizarán su capacidad de respuesta táctica al avanzar los cuerpos separados, marchando cada uno desplegado en unidades de jinetes exploradores, vanguardia, flancos y reserva, que podrán reagruparse con celeridad cuando alguno contactase con el enemigo.
Este tipo de unidades entrarían por primera vez en combate en 1805 y por su éxito serán emuladas por los demás ejércitos europeos progresivamente.
Las principales unidades tácticas del cuerpo de ejército eran las divisiones, generalmente compuestas por 4.000 a 10.000 de infantería o de 2.000 a 4.000 jinetes. Las divisiones a su vez estaban formadas por dos o tres brigadas de dos regimientos cada una y apoyados por una BRA (brigada de artillería) de 3 o 4 baterías, cada una con 6 cañones de campaña y 2 obuses, haciendo un total de 24 a 32 cañones. Las divisiones eran también unidades administrativas y operativas permanentes, comandadas por un GD y también capaces de acciones independientes.
Las medias brigadas de infantería desaparecieron, recuperando en antiguo nombre de regimientos, existiendo 90 RIs de línea y 27 RILs. El 20 de septiembre de 1804 se estableció que cada RI francés debía contar con 4 BIs al que se sumaría otro de reserva en 1808. Cada BI estaría formado a su vez por 6 compañías, cada una de 120 hombres. De ellas, 4 serían de fusileros, una de granaderos y una de voltigeurs (infantería ligera de élite), el BI de reserva solo tenía 4 compañías de fusileros. Esto daba a cada regimiento un número de soldados cercano a los 4.000 hombres, de los cuales unos 480 serían voltigeurs y 480 granaderos. Se distinguían porque los fusileros llevaban los cordones del gorro o shaque y el cuello de la casaca blancos, los granaderos rojos, y los voltigeurs amarillos). El número de RIs aumentaron durante la guerra hasta tener 156 RIs de línea y 37 RIL.
La caballería estaba formada por 80 regimientos, clasificados como caballería pesada (12 RCCs de y 2 RCs carabineros), caballería ligera (10 RHs y 26 RCs de cazadores) y caballería media o de reserva (30 RDs). Este número permaneció hasta 1814, el número de regimientos de caballería se elevó a 100 aumentando 2 RCCs, 9 RCs caballos ligeros o lanceros, 5 RCS de cazadores y 4 RHs. Cada regimiento de caballería se componía de 4 escuadrones, cada uno con dos compañías numeradas de la 1 a la 8.
Los constructores de puentes del ejército de Napoleón (los pontoneros), eran una parte indispensable de la maquinaria militar. Sus principales contribuciones eran ayudar al emperador a desplazar sus fuerzas cruzando obstáculos acuáticos mediante la construcción de puentes de pontones. Las capacidades de sus pontoneros permitían a Bonaparte flanquear al enemigo cruzando ríos cuando el enemigo menos lo esperaba, y en el caso de la gran retirada desde Moscú, salvar al ejército de la completa aniquilación en la batalla del Berezina. Puede que no obtuvieran la gloria, pero Napoleón valoraba mucho a sus pontoneros, y llegó a tener hasta 14 compañías de estos dentro del ejército.
Mariscales de Francia
Napoleón recuperó el antiguo máximo rango militar que se concedía tradicionalmente en el ejército francés, pero con el título de mariscal del Imperio. En tiempos de la monarquía, este cargo era una más bien un título civil honorífico, pero Bonaparte pretendía darle un valor militar práctico.
Podrían ascender al mariscalato aquellos generales de división que demostrasen grandes dotes de organización, así como una lealtad incondicional al Imperio. Los mariscales estarían al mando de cuerpos de ejército, agrupaciones de varias divisiones, y durante las maniobras o batallas podían tomar sus propias decisiones tácticas en el marco de las estrategias dictadas por el Emperador y su Estado Mayor.
El mariscalato se creó en 1804 con 18 mariscales: Augereau, Bernadotte, Berthier, Bessières, Brune, Davout, Jourdan, Kellerman, Lannes, Lefebvre, Masséna, Moncey, Mortier, Ney, Murat, Pérignon, Sérurier, y Soult.
Muchos de ellos servirían en el ejército en campaña, pero otros permanecerían en altos puestos del gobierno durante gran parte de su carrera, como Saint-Cyr y Moncey.
Los mariscales que participasen en acciones destacadas serían premiados por el Emperador con dignidades nobiliarias como ducados o principados, títulos acompañados de privilegios honoríficos y sustanciosas rentas económicas: serán la nueva aristocracia del Imperio.
A diferencia de lo que ocurría en el Antiguo Régimen, en el Imperio todo soldado podía ascender en el escalafón según su valía, por méritos adquiridos en actos de servicio. Muchos de los mariscales procedían de los ejércitos de Italia y el Rin, procediendo de extracción social muy variada. Como diría Napoleón al respecto: “Todo soldado lleva en su mochila el bastón de mariscal.”
Creación de la Guardia Imperial (19 de mayo de 1804)
El 3 de enero de 1800, el Consulado decretó la creación de la Guardia Consular, un cuerpo de soldados de élite para salvaguardia del Cónsul Napoleón Bonaparte. Tras su proclamación como Emperador, esta unidad pasa a denominarse Guardia Imperial.
Los guardias debían haber participado en tres campañas o tener tres años de experiencia en combate, haber sido heridos en acto de servicio o poseer un historial de probada valentía, y ser patriotas franceses de buena conducta. Como requisitos físicos se les exige estar sanos para luchar, ser menores de 25 años de edad y tener una estatura superior a 178 cm.
De todos los requisitos, el más restrictivo era la estatura, formidable para la época: muchos solían hacer trampas, como colocarse barajas debajo de los pies para aumentar su talla.
Estas estrictas condiciones se mantendrán hasta 1806, cuando se amplía la edad hasta los 35 años y se rebaja la estatura de los cazadores a 172 cm, pero se pidieron 10 años de experiencia. Desde 1813 se exigirían 12 años de experiencia a los oficiales. En 1815 se exigirían 20 años de servicio para formar parte de las mejores unidades, las de la Vieja Guardia.
Napoleón reforzó progresivamente la Guardia con nuevas unidades, en 1804 tenía 9.798 efectivos. Hasta reunir en 1814 112.482 efectivos, un 33 % de la masa de maniobra de la Grande Armée. La artillería de la Guardia tenía 96 cañones en mayo de 1811 y llegaría a poseer hasta 196 piezas en abril 1813. La Guardia Imperial era cosmopolita, ya que además de franceses, había en ella polacos, belgas, holandeses, tártaros y mamelucos.
Los guardias tenían privilegios dentro de la Armée. Solo se cuadraban ante Napoleón, presentando armas y tocando música; ante los demás mariscales sus hombres solamente saludaban. En cambio, todos los soldados franceses debían ponerse firmes a su paso, incluso durante las marchas; esto se debe en parte a que los rangos de la Guardia equivalían al siguiente superior de las tropas de línea, así por ejemplo, los infantes rasos de la Guardia equivalen a cabos de línea.
El salario de los soldados dependía de su rango y del tiempo de servicio. Un sargento de la Guardia puede ganar unos 810 francos al año aproximadamente, casi el cuádruple que uno de línea. De las pagas se deducían cantidades para la comida y el uniforme, que en el caso de un húsar podía costar 3.000 francos. Las recompensas y pensiones eran un 50 % superiores a las percibidas por las tropas de línea.
Además, los guardias disponen de excelentes barracones de los acuartelamientos o los mejores alojamientos que se puedan conseguir en campaña: limpios, cómodos y ventilados; en algunas ocasiones el propio Bonaparte inspecciona aspectos como la longitud de las camas o la calidad de la comida, donde nunca falta el pan blanco. Los guardias se costeaban las cocineras, pajes, candiles, etc. Sus caballos eran igualmente bien alimentados y estabulados.
El gran doctor Dominque Jean Larrey era el cirujano mayor de la Guardia Imperial, una de las grandes figuras de la historia de la sanidad militar. Organizó un sistema de evacuación y tratamiento de heridos que contaba con ambulancias y quirófanos móviles, aunque la ignorancia médica de la época limitaba su atención. El primer hospital de la Guardia estaba en Gross Caillou.
El equipamiento de la Guardia sería siempre el mejor que se pudiera fabricar en serie y se pudiera costear, llegando a disponer de una red de proveedores de muy alta calidad. Varía según las unidades, pero existen ciertos estándares comunes. A veces suelen ser similares a los equipos de las tropas de Línea, pero con acabados mucho más elaborados y ornados.
Cada infante de la Guardia lleva un fusil modelo año IX, que medía 152 cm, con un calibre de 1,75 cm y 4,5 kg de peso, con su bayoneta de aro y sección triangular, de 46 cm, y dos cartucheras de cuero negro con 30 disparos. Algunas unidades llevan un mosquetón de 1,11 m. La espada normal era, inicialmente, el sable corto de estilo Briquet, modelo año IX.
La mochila de piel de ternera curtida con dos correajes de ante se atiene a la normativa del año X, aunque en 1806 se añadieron tres correas más. Era pequeña, llenándose con 2 paquetes de cartuchos, bizcocho para 4 días, pantalones y polainas de repuesto, gorra de noche, cepillo de calzado, blanquizal y algunos enseres personales, pesando entre 15 y 20 kg.
Los infantes llevan sujeta a ella un plato de metal, una marmita y un gorro, chacó o casco de repuesto, según requiera su unidad. También llevarán otros artículos útiles aunque no reglamentarios, como una cantimplora o botella, salchichas de paño para llevar harina, o carteras de lona terciadas sobre un hombro.
Los jinetes de caballería portan el sable estándar modelo año XI, curvo y de 88 cm de longitud. Los dragones usan el modelo año IX, similar al de los oficiales de infantería, con filo de 103 cm y una carabina modelo año XIII de 141 cm y 4,3 kg. La caballería llevaría la pistola modelo año XIII, de 35 cm. Los caballos eran muy bien tratados, recibiendo al día una ración de 6,5 kg de forraje o heno, 5 kg de paja y 8,5 litros de avena.
En 1812 se establecerán las tres categorías elementales de tropa de la Guardia, según su grado de destreza, veteranía y especialización, que se especifican a continuación:
- Joven Guardia: inicialmente constituida por veteranos con al menos una campaña, así como por brillantes oficiales jóvenes, normalmente formaban las tropas de los RIs de voltigeurs, tiradores, flanqueadores y de la Guardia Nacional; parte de la artillería de la Joven Guardia, personal de los trenes de suministros y equipajes.
- Guardia Media: consistente en veteranos de 3 a 5 campañas. Estaba compuesta por 5 Cías de 200 hombres cada una, mandadas por un teniente. Formaron los RG-2 y RG-3 y RI-2 de cazadores; tropa y parte de los oficiales del RC-2 de lanceros, fusileros, velites, parte del tren de artillería, obreros.
- Vieja Guardia: era la crème de la crème del ejército de Napoleón. La Vieja Guardia se componía de los veteranos con más tiempo de servicio (de 3 a 5 campañas). Estaba compuesto por 8 Cías de unos 100 hombres cada una bajo el mando de un capitán. Formaban los RG-1, parte de los RG-2 y RG-3, RI-1 de cazadores, RC-1 de cazadores a caballo, RD-1, RC-1 de lanceros, mamelucos, gendarmes, marines, zapadores, veteranos, artillería de la Vieja Guardia; los fusileros y parte de la artillería de la Joven Guardia, parte de los oficiales del RC-2 de lanceros, parte del tren de artillería; oficiales de los voltigeurs, tiradores y flanqueadores y de la Guardia Nacional.
Las distintas armas de la Guardia estaban mandadas por 4 mariscales; inicialmente Davout tendría a su cargo a los granaderos, Soult a los cazadores, Bessiéres a la caballería y Mortier a la artillería y los marines. Estas jefaturas irían cambiando con el transcurso del tiempo; por ejemplo Murat mandaría la caballería imperial en muchas campañas.
Latas para alimentos en el ejército francés
En 1795, durante las Guerras Revolucionarias, el periódico Le Monde publicó la noticia de un concurso convocado por el gobierno; por el que se premiaría con 12.000 francos a la persona que fuese capaz de presentar algún método por el cual se pudiese conservar comida durante mucho tiempo sin tener que emplear los tradicionales potes de cristal. Napoleón, una vez que ascendió al Consulado, siguió patrocinando este desafío.
El interés de esa convocatoria no era gastronómico, sino militar, pues se pretendía utilizar el hallazgo del ganador en la logística de los ejércitos franceses, que debían desplazarse durante periodos prolongados por territorios donde podían no encontrar abastecimientos que requisar o robar, práctica tristemente habitual en tiempos de guerra. Los tarros de cristal no eran prácticos, pues se rompían con facilidad durante los avatares de las maniobras.
Un cocinero, Nícolás Appert, ganó el certamen con su idea de encerrar alimentos como carne o vegetales en recipientes de hojalata en un proceso de esterilización y vacío realizados mediante calor. Estas robustas latas debían abrirse con cuchillos, como las bayonetas que llevaban todos los soldados contemporáneos, aunque también pueden abrirse con hachas de zapador o reventarlos a pedradas.
Durante este año de 1804 Appert instalaría su primera fábrica de conservas de vacuno. Sus grandes latas pasarán a ser parte indispensable del equipamiento militar francés; este eficaz método de conservación no sería adoptado por los británicos hasta pasados unos 6 años, pues hasta entonces los soldados franceses lograron mantenerlo en secreto, de ahí que muchos confundan su fecha de su invención.