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La flota franco-española en Cádiz
El 20 de agosto, la flota franco-española del almirante Villaneuve arribaba en el puerto gaditano, concentrando allí un total de 18 buques de línea franceses y 15 españoles, 4 fragatas francesas y 2 bergantines.
La escuadra española embarcaba a unos 11.800 marinos e infantes de marina, con una potencia de fuego de 1.330 cañones.
La escuadra francesa embarca a unos 14.180 marinos e infantes de marina, con una potencia de fuego de 1.527 cañones.
El estado de la flota española era lamentable. La antigüedad media de los buques franceses era de 9 años, mientras que los españoles tenían unos 24 años; antes de partir de Cádiz algunos oficiales españoles tuvieron que repintar los cascos de sus navíos a expensas de su propio bolsillo, para no avergonzarse ante los franceses. Los barcos también carecían de algunos equipamientos, repuestos y provisiones.
Las dotaciones españolas pasaban por un mal momento. Algunos oficiales hacía meses que no cobran sus salarios, y una reciente epidemia de fiebre Amarilla había causado estragos entre los marinos y pescadores, debiéndose reclutar a labradores y artesanos inexpertos para recargar las baterías o maniobrar el velamen. La enfermedad mató también a miles de cabezas de ganado, por lo que la carne empezaba a escasear.
Sin embargo, los cuadros de oficiales españoles eran buenos, destacando a hombres como el almirante Gravina y Churruca, que despreciaban a Villanueve por la incompetencia que había mostrado en los últimos meses. Napoleón le ordenó dirigirse hacia Cartagena para reunir a más barcos españoles, pero era difícil que la flota combinada pueda salir de Cádiz sin enfrentarse con la escuadra británica de Nelson.
El 1 de octubre, había empezado los preparativos para partir, pretendiendo partir el 7 de octubre, pero el mal tiempo retrasó su salida durante 10 días. El 16 de octubre Villeneuve comunicó su plan de batalla a sus subordinados: dividiría sus 33 buques de línea en dos cuerpos de batalla, uno de observación con 12 buques bajo Gravina con dos escuadrones bajo el primero bajo su mando y el segundo bajo el contraalmirante Magón; y el cuerpo principal bajo Villeneuve con 21 buques dividido en 3 escuadrones cada uno de 7 barcos, la vanguardia bajo el vicealmirante Álava, el centro bajo Villeneuve, y la retaguardia bajo el contraalmirante Dumanoir, los buques de línea españoles y franceses serían intercalados por orden de Napoleón:
- Escuadrón de vanguardia bajo el vicealmirante Álava: Pluton (F, 74), Monarca (E, 74), Fogueaux (F, 74), Santa Ana (E insignia, 112), Indomptable (F, 80), San Justo (E, 74), Intrepide (F, 74), y la fragata Rhin (F, 40).
- Escuadrón centro bajo el almirante Villeneuve: Redoutable (F, 74), San Leandro (E, 64), Neptune (F, 80), Bucentaure (F insignia, 80), Santísima Trinidad (E, 130), Heros (F, 74), San Agustín (E, 74); la fragata Hortense (F, 40); bergantín Furet (F, 18).
- Escuadrón de retaguardia bajo el contraalmirante Dumanoir: Mont-Blanc (F, 74), San Francisco de Asís (E, 74), Duguay-Trouin (F, 74), Formidable (F insignia, 80), Rayo (E, 100), Scipion (F, 74), Neptuno (E, 80); la fragata Cornelie (F, 40).
- Primer escuadrón de observación bajo el teniente-general Federico Gravina: San Juan Nepomuceno (E, 74); Berwick (F, 74), Príncipe de Asturias (E insignia, 112), Achilles (F, 74), San Ildefonso (E, 74), Argonaute (F, 74); la fragata Themis (F, 40); el bergantín Argus (F, 18).
- Segundo escuadrón de observación bajo el contraalmirante Charles Magon: Swiftsure (F, 74), Argonauta (E, 80), Algesiras (F insignia, 74), Montañés (E, 74), Aigle (F, 74), Bahama (E, 74); la fragata Hermione (F, 40).
Las plazas de infantería de marina que faltaban en los navíos para dotarlos, según las Reales Ordenanzas fueron cubiertos por soldados del ejército de tierra, que no habían pisado nunca la cubierta de un barco para luchar. Se verían afectados por mareos y la incomodidad de un medio al que no estaban acostumbrados. Lo mismo pasó con los artilleros. Los infantes fueron reclutados entre los RIs de infantería de guarnición en Cádiz, el RI África y el RI Soria, que curiosamente había participado en la Amada Invencible.
El 15 de octubre, Villeneuve recibió noticias de Bayona de que Bonaparte había ordenado su sustitución por el almirante Rosilly, para hacerse cargo de la flota franco-española. Por lo que decidió lavar su honor antes de su llegada haciéndose a la mar, en la creencia de que no había una flota británica fuerte cerca y que Nelson todavía estaba en Inglaterra. Dejando fragatas de piquete para vigilar el puerto de Cádiz, Nelson había mantenido su flota principal bien mar adentro.
La flota británica en Cádiz
El 28 de septiembre, cerca del estrecho de Gibraltar la flota británica recibió más barcos de refuerzo traídos por el almirante Collingwood, reuniendo un total de 33 navíos. Poco después de hacerse con el mando Nelson, el contraalmirante Thonas Louis fue enviado con 6 buques a Malta para escoltar un convoy, por lo que su fuerza se redujo a 27 buques de línea.
En total, la escuadra inglesa embarca a unos 23.300 marinos e infantes de marina, con una potencia de fuego de 2.148 cañones. Pero además disponían de 4 fragatas y 2 bergantines.
El estado de los buques británicos era excelente, eran barcos muy maniobreros y bien artillados, con una antigüedad media de 17 años. Algunos fueron capturados a los franceses en 1798 en la batalla del Nilo, como el Tonant (80) y el Belleisle (74).
Las dotaciones inglesas eran soberbias, con marineros profesionales bien adiestrados en las maniobras y el empleo de artillería, con la que practican a diario. Los oficiales eran muy competentes, aunque impongan una abusiva disciplina. El conjunto confiere a esta escuadra británica grandes capacidades, convirtiéndola en la mejor flota del mundo.
La flota de Nelson se mantuvo en alta mar, y se preparaban minuciosamente para el combate, los artilleros diariamente hacían prácticas de tiro, y la comida era generosa para todos, aunque su mejor baza era su constante navegación. Eran además, avituallados constantemente por barcos venidos desde Inglaterra o colonias británicas en el exterior, o principalmente de países aliados como Portugal o Marruecos. Aunque de prolongarse el bloqueo la escuadra británica sufriría los desperfectos propios de estar en la mar tanto tiempo y los hombres caerían en una rutina muy dañina para la moral.
Durante los días siguientes, Nelson celebró en su camarote del Victory (100) unas cenas a las que invitó a los comandantes de su escuadra, informándoles de la última táctica que ha ideado para romper la línea de batalla de la flota franco-española, llamándola humorísticamente “Nelson’s Touch” (Toque de Nelson). En esencia era atacar en dos columnas independientes para romper la línea enemiga en el centro y destrozar su retaguardia, librando una batalla tumultuosa en la que la pericia e iniciativa de los capitanes británicos se impondría, había prometido la destrucción de al menos 20 buques enemigos.
Dado que disponía de menos barcos decidió formar solo dos columnas una bajo su mando con 12 buques y otra bajo Collingwood con 13 buques:
- Columna de Nelson: Victory (100), Temeraire (98), Neptune (98), Conqueror (74), Leviathan (74), Ajax (74), Orion (74), Agamemnon (74), Minotaur (74), Spartiate (74), Britannia (100), Africa (64).
- Columna de Collingwood: Royal Sovereign (100), Belleisle (74), Tonnant (80), Mars (74), Bellerophon, (74), Colossus (74), Achilles (74), Polyphemus (64), Revenge (74), Swiftsure (74), Defence (74), Thunderer (74), Defiance (74), Prince (98), Dreadnought (98).
- Otros barcos: fragatas: Euralyus (36), Naiad (38), Phoebe (36), Sirius (36); bergantines: Pickle (12), Entreprenante (8).
Maniobras entre Cádiz y Trafalgar (19 a 20 de octubre)
El 8 de octubre, Villaneuve convocó un Consejo de guerra abordo de su buque insignia, el Bucentaure (80), para discutir la última orden dada por Napoleón: que la flota hispano-francesa zarpe hacia Cartegena para buscar más refuerzos. El almirante español Gravina, no quería abandonar el puerto gaditano para obligar a que los ingleses mantener su bloqueo en mar abierto durante las tormentas invernales, que les causarían muchos daños.
El 17 de octubre, los espías españoles en Gibraltar revelaron que 4 navíos ingleses habían zarpado al Mediterráneo y que otros 2 estaban amarrados a puerto. Por entonces Nelson había ordenado el bloqueo de Cádiz, atacando a cualquier barco que intentase aprovisionar a la armada combinada. Villaneuve comienza a considerar la posibilidad de un ataque.
El 19 de octubre a las 06:00 horas, Villaneuve ordenó levar anclas al enterarse de que Napoleón ha ordenado destituirle por desobediencia, y nombró en su lugar al almirante Rosilly. La oficialidad española ve la salida como temeraria, pero el almirante francés se excusa en los informes gibraltareños, que apuntarían a que Nelson tuviese menos barcos.
A las 09:30 horas, el vigía del buque inglés Mars, de la escuadra de Nelson, comunica a este mediante banderas: que el “Enemigo sale de puerto”. El vicealmirante le indica a su oficial de señales que ordene a toda la flota: “Persecución general, sureste”.
Nelson había establecido una línea de barcos para comunicación visual, empleando banderas de día y luces de linternas por la noche. Dos fragatas británicas vigilaban de cerca a la armada combinada, e informan de sus maniobras al Defence (74), que a su vez las transmite al Mars (74), y este las comunica al Victory (100), el buque insignia del vicealmirante Nelson.
El día 20 de octubre, las maniobras de la armada combinada dejan entrever la inexperiencia de los marineros españoles. Los capitanes intentan formar en línea de batalla, pero solo consiguen tres líneas separadas con los barcos distanciados entre sí. Villaneuve dirigió su flota hacia el estrecho de Gibraltar.
Al anochecer, hacia las 19:00 horas, el vigía del buque francés Redutable (74) vio las luces de señales de las fragatas inglesas que les perseguían. En la armada franco-española no se disponía de un código similar, recurriéndose a altavoces para comunicar la noticia de un barco a otro, para cuando llegó al Bucentaure (80) de Villaneuve serían las 20:30 horas.
Villanueve ordenó a sus barcos que intenten formar en línea de batalla, algo habitual en todas las armadas en esos momentos.
Batalla de Trafalgar (21 de octubre de 1805)
En la madrugada del 21 de octubre de 1805, con viento del oeste, Nelson ordenó su flota para iniciar el ataque.
Los capitanes británicos había comprendido perfectamente lo que se les pedía. Nelson había explicado sus tácticas repetidamente durante las semanas anteriores, hasta que el capitán de cada barco conocía su función.
Al amanecer, la flota combinada hispano-francesa y la escuadra británica navegan cerca del cabo Trafalgar, al sureste de Cádiz. Villaneuve había ordenado la noche del día anterior formar una línea de batalla con rumbo sur, pero por la mañana algunos buques españoles aún trataban de aproximarse entre sí, tenía forma de arco.
Después de observar como la flota española intentaba formar su línea de batalla, ordenó formar las columnas estaría al mando de él mismo y la otra al mando del almirante Collingwood.
Según prevé Nelson, los primeros buques ingleses sufrirían graves daños, pero los siguientes lograrán desarticular la excesivamente larga línea enemiga, que se extendía por unos 12 km, confiando en que sus experimentados marineros utilizarán sus destrezas en la maniobra y la artillería para destruir a los barcos franco-españoles con más facilidad.
A las 05:45 horas, Nelson ordenó a su oficial de señales que comunique al resto de la flota que se formaran las dos columnas. Poco después iza otras banderas con el mensaje: “Inglaterra espera que cada hombre cumpla con su deber”, para arengar a los marinos de su escuadra, y luego transmitirá su última orden táctica: “Atacar al enemigo de cerca”.
Las dos columnas británicas, liderados por los buques insignia, navegaron hacia la línea franco-española. Ansioso de que el almirante no se expusiera excesivamente al fuego enemigo, el capitán del Temeraire (98) intentó adelantar al Victory (100), pero Nelson le ordenó volver a la línea. La primera columna en llegar fue la de Colligwood.
Al divisar la flota británica, Villeneuve ordena girar de bordo para tornar a Cádiz. Lo cual es advertido por los veteranos marinos españoles, como Gravina y Churruca, como un grave error, pues fragmentaba la línea, dispersando los buques y aumentando la distancia entre ellos favoreciendo estupendamente la ejecución de la táctica que Nelson había planeado.
Los combates comenzaron hacia las 11:45 horas y terminan hacia las 17:30 horas. Las tácticas de los contendientes eran diferentes: mientras los británicos apuntaban su artillería al casco para causar bajas y destrozos, los franceses y españoles disparaban hacia el velamen para reducir la capacidad de maniobra; la táctica inglesa revelaría ser más eficaz.
La batalla se puede considerar en 4 partes: ataque de la columna de Collingwood, ataque de la columna de Nelson, contraataque de Dumanoir y persecución.
Ataque de la columna de Collingwood
El Royal Sovereing (100), que encabeza la línea del almirante Collingwood, intentó abrirse paso entre el Santa Ana (112) y el Fogueux (74) para cortar la línea hispano-francesa.
Sobre las 12:00 horas, el Fougueux (74) abrió fuego sobre el Royal Sovereing (100), el insignia de Collingwood, que viró pasando por la proa del navío francés y al llegando a la altura de la popa del Santa Ana (112), largando una andanada por su babor que produjeron un efecto terrible; el buque del almirante Álava quedó con la popa destrozada, y sufrió 100 bajas. En ese momento, el británico cayó a babor del Santa Ana (112) a corta distancia, ocasión aprovechada por el navío español para disparar una descarga con sus baterías de estribor, también con efectos demoledores.
Los dos grandes barcos intercambiaron andanadas. Los barcos que seguían la línea franco-española se unieron y atacaron al Royal Sovereign (100): Fougueux (74), San Leandro (64), San Justo (74) e Indomptable (80), hasta que el resto de la columna británica los ahuyentó. El Royal Sovereign (100) quedó reducido a un bulto informe y tuvo que ser remolcado por la fragata Euryalus (36) poco después. A las 14:20 horas, el Santa Ana (112) estaba completamente desmantelado y aislado, con 140 muertos y 236 heridos, y el almirante Álava y el capitán Gardoqui gravemente heridos, se rindió a las 14:15 horas.
Ocho minutos después, el británico Belleisle (74), el segundo de la columna de Collingwood y también bastante adelantado, se abrió camino por la popa del Fougueux (74), recibiendo fuego de este, pronto se unieron el Indomtable (80) y el San Juan Nepomuceno (74) de Churruca, perdiendo su palo mayor a las 12:45 horas.
Alrededor de la 13:00 horas, el Fougueux (74) se acercó por estribor. Media hora más tarde, el Achille (74) se desplazó a su altura, mientras el Aigle (74), el San Leandro (64) y el San Justo (74) aparecieron por sus costados atacando sin piedad. Para poner las cosas más difíciles para el Belleisle (74), el poderoso navío de Gravina, el Príncipe de Asturias (112), también llegaría a dispararle, aunque algo más alejado, mientras que el Neptune (80) también se desplazó para atacar. Rodeado y acosado por cinco barcos enemigos, el Belleisle (74) de algún modo logró aguantar hasta las 15:15 horas cuando el Polyphemus (64) se puso entre él y el Neptune (80) salvándole de su seguro apresamiento o hundimiento.
A las 15:20 horas, el Defiance (74) atacó al Aigle (74) y unos minutos más tarde, el Swiftsure (74) atacó al Achille (74). Sin mástiles de donde colgar una bandera, la tripulación desesperada del Belleisle (74) con orgullo mostró su bandera en un palo improvisado. Viendo al Argonauta (92) español rendido, el capitán del Belleisle (74) hasta logró enviar posteriormente un pelotón de abordaje para reclamar la presa. El Argonauta (92), antes de acabar rendido había sido de los primeros en entrar en combate y de recibir en sucesión a todos los navíos británicos que se dirigían hacia la retaguardia, quedó desmantelado y aislado.
El Revenge (74), aprovechó un hueco para colarse por la línea, atacando en enfilada al Aigle (74) francés, para soportar a continuación una andanada terrible del Príncipe de Asturias (112), tan devastadora que el buque británico no pudo ni responder. Al intentar zafarse del buque insignia español, fue a dar con otros tres navíos más de dos puentes, probablemente el Neptune (80), Indomptable (80), y el San Justo (74); barcos casi frescos del centro, que siguieron cañoneando continuadamente al Revenge (74), hasta que el Dreadnought (98) y el Thunderer (74) llegaron y contraatacaron al Príncipe de Asturias (112) y pasaron a salvar al arrinconado Revenge (74), que hubiera terminado destruido o capturado, de no haber llegado los refuerzos. Pero logró mantenerse gracias a que los navíos británicos llegaban continuamente y se auxiliaban mutuamente atacando.
El Mars (74), era el siguiente en llegar, pretendió pasar por el hueco que existía a popa del Santa Ana (112), intercambiando fuego con el Monarca (74), pero el francés Plutón (74), adelantó al español por sotavento y le salió al paso a las 12:15 horas, iniciando un combate encarnizado.
Poco después atacó al San Juan Nepomuceno (74) de Churruca, pero para evitar chocar contra el Santa Ana (120) de Álava, fue atacado por el Monarca (74) y el Algesiras (74). Abriéndose camino entre el Pluton (74) y el Monarca (74), el británico Tonnant (80) que era el cuarto, acudió a su rescate. El Fougueux (74) se alejó a la dirección del Temeraire (98), mientras el Pluton (74), amenazado, se alejó para cañonear al castigado Belleisle (74) durante una hora y posteriormente se unió al grupo de Gravina para regresar a Cádiz. El Mars (74) quedó ingobernable y tuvo 100 bajas.
El principal objetivo de los buques británicos era el apresamiento del buque el Príncipe de Asturias (112) de Gravina, y atacaron en manada. El buque insignia de Gravina tuvo que luchar contra los navíos Defiance (74) y el Revenge (74) en un principio; al Defiance (74) le dejó desarbolado de un palo y varias vergas tras un intenso cañoneo, que le obligó a dejar su puesto a otro navío británico, mientras salía del combate a intentar reponerse, el Revenge (74) quedó desarticulado.
La llegada del Prince (98) y posteriormente del Dreadnought (98), pusieron las cosas muy difíciles a Gravina, que fue relevado por Escaño en el mando, al ser gravemente herido por el ataque del Prince (98). El San Ildefonso (74), que estaba a proa del Príncipe de Asturias (120), viró en redondo para equilibrar la lucha. Pero al notarlo los navíos británicos Dreadnought (98), Poliphemus (64) y Thunderer (74) llegaron a todo trapo sobre los españoles, teniendo el San Ildefonso (74) que arriar la bandera, después de una defensa desesperada, y que con su actuación logró que el Príncipe de Asturias (120) lograra salir de la encerrona. Un sacrificio que no resultó inútil.
El Tonnant (80) se dirigió directamente al Algesiras (74) del almirante Magon, disparando antes al Monarca (74), que andaba ya maltrecho, obligándolo a su rendición temporal. El Algesiras (74) fue atacado entonces por el Tonnant (80), quien inició el abordaje del buque francés, mientras el Monarca (74) izó la bandera otra vez y siguió haciendo fuego, tratando de apoyar a su insignia. El contralmirante Magon, a bordo del Algesiras (74) intentó abordar a su vez al Tonnant (80), pero un disparo de metralla de las carronadas británicas diezmó su pelotón de abordaje. La batalla continuó durante una hora entre el Tonnant (80) disparando a popa al Algesiras (74), a proa al Pluton (74) y con los cañones guardatimones al San Juan Nepomuceno (74). El Tonnant (80) muy dañado finalmente rindió al Algesiras (74) sobre las 14:30, tenía 227 bajas y Magon mortalmente herido.
El Príncipe de Asturias (112) se quedaba solo, Gravina había sido muy malherido en el brazo, al igual que Escaño en un pie por las heridas producidas por el ataque del Dreadnought (98), y los palos de mesana y mayor amenazan con venirse abajo. Pero el San Justo (74) y Neptune (80) consiguieron llegar hasta él e hicieron retroceder al navío británico. Gravina indicó a la fragata Thémis (40) que lo remolcase y dio instrucciones a los demás navíos que pudieran navegar, que lo siguieran hasta Cádiz, uniéndosele de camino otros navíos españoles y franceses.
Con 11 navíos, algunos muy dañados, puso rumbo a Cádiz. Atrás quedó el San Juan Nepomuceno (74), desarbolado, acribillado, y muerto su capitán Churruca. Una bala de cañón lo derribó, pero él se levantó diciendo “Esto no es nada, sigan haciendo fuego”, al poco tiempo murió desangrado al igual que el segundo comandante. El San Juan Nepomuceno (74) fue apresado al no poder seguir a Gravina.
El Bellerophon (74) que seguía al Tonnant (80), pasó a estribor del Monarca (74), que había izado de nuevo la bandera dispuesto a defender al francés Algesiras (74), y se desplazaba a sotavento del Aigle (74), sobre las 12:50. Entonces el Monarca (74) y el Montañés (74) se unieron en la lucha contra el navío británico. El Montañés (74) perdió otro mástil mientras el Bahama (74), recibió un ataque devastador del Colossus (74), quien se incorporaba a la acción. A las 13:45 horas, el Aigle (74) perdió un mástil y fue atacado sucesivamente por el Bellerophon (74) y el Revenge (74). El Bellerophon (74) disparó sus cañones restantes al Monarca (74) que se rindió definitivamente.
El Colossus (74) atacó el costado del francés Swiftsure (74) y a la 13:00 horas surgió el francés Argonaute (74) y se atacaron. Durante los siguientes 10 minutos se batieron ferozmente mutuamente, hasta que la fuerza de sus disparos y el viento los separó. El Argonaute (74) finalmente después de una breve escaramuza con el Revenge (74), se dirigió a Cádiz uniéndose al grupo de Gravina. El Colossus (74) no siguió al Argonaute (74), sino que atacó tanto al francés Swiftsure (74) como al Bahama (74) de Alcalá Galiano.
El Swiftsure (74), sin muchos daños, acudió en ayuda del Bahama (74), virando y situándose a su estribor, cubriéndole de los disparos del británico, pero fue duramente atacado por el Colossus (74) y el Orion (74) de la columna de Nelson. A las 13:30 horas, en el Bahama (74) murió Alcalá Galiano y a las 15:00 se rindió al Colossus (74) con 142 bajas abordo y sería conducido a Gibraltar; media hora después, a las 15:30 horas, lo haría el Swiftsure (74) después de sufrir 192 bajas. El Argonaute (74), muy averiado, con 180 muertos y heridos, logró unirse al grupo de Churruca y regresar a Cádiz.
El británico Achilles (74), que era el séptimo, acudiendo a la ayuda del Bellerophon (74), atacó a distancia al Montañés (74), antes de encontrarse por casualidad con el francés Berwick (74), con quien luchó durante una hora. Mientras, el francés Achille (74) se puso a babor del británico Achilles (74) y el Berwick (74). El francés Achille (74) continuó hacia el Bellerophon (74) mientras el británico Aquiles (74) y el francés Berwick (74) lucharon entre ellos durante una hora hasta que el Berwick (74) se rindió.
Alrededor de las 14:00 horas, el Dreadnought (98), se incorporó a la acción contra el ya machacado San Juan Nepomuceno (74), que se rindió a continuación incapaz de sostener ningún fuego y asediado por todos lados. Entonces el Dreadnought (98) salió en persecución del Príncipe de Asturias (112) quien intentaba dejar la acción. El Dreadnought (98) y el Príncipe de Asturias (112) cambiaron algún fuego como se había visto anteriormente, pero el Dreadnought (98) junto con el Britannia (100) eran buques muy bien armados, pero malos veleros, así que se dedicó a buscar piezas más solitarias.
El británico Defense (74) que había luchado con el Berwick (74) durante media hora antes de que este escapara alrededor de las 15:00 horas. Buscó otro buque y encontró al San Ildefonso (74) por casualidad, con quien luchó durante una hora, la llegada del Polyphemus (64) hizo que se rindiese.
El Defiance (74), después de que el Defense (74) fuera dañado por el Príncipe de Asturias (112), e incapaz de dar persecución se encontró con el Aigle (74), ya muy dañado; por casualidad y no encontrando ninguna resistencia, envió marineros que izaron la bandera británica, pero tuvieron que arriarla bajo el fuego de mosquete de la tripulación. Cuando el pelotón de abordaje trepó por la popa, el Defiance (74) separado a una distancia de aproximadamente 50 metros, atacó al Aigle (74) durante 25 minutos a placer antes de asegurar la rendición. Más tarde, encontró al San Juan Nepomuceno (74) que iba a la deriva, ya que había sido abandonado por el Dreadnought (98), que había intentado infructuosamente dar caza al buque de Gravina, y aseguró también su rendición.
Alrededor de las 15:30, el británico Swiftsure (74) y el francés Achille (74) combatían, después de que este hubiese atacado al Belleisle (74). El Polyphemus (64), que había estado combatiendo con el Neptune (80) atacó por el otro costado. El Achille (74) prendió fuego y fue atacado por el británico Prince (98).
Los británicos se enviaron botes al incendiado Achille (74), para rescatar a la tripulación que fuera posible antes de que este explotase, rescatando aproximadamente 100 hombres de las llamas. Cuando el fuego alcanzó la santabárbara, el Achille (74) explotó alrededor de las 17:45 horas, marcando casi el final de la batalla. Hay destacar que el malogrado buque francés no se rindió, sino que continuó haciendo fuego hasta el final, por lo que los botes británicos no se acercaron hasta el final.
Collingwood obtuvo una victoria completa, de los 15 buques a los que se enfrentó, 10 fueron capturados, el Achille (74) explotó, y solo 4 buques consiguieron huir los españoles el Príncipe de Asturias (112) y Montañés (74) y los franceses Algesiras (74) e Aigle (74).
Ataque de la columna de Nelson
A las 12:40 horas, 25 minutos después que lo hiciese la columna de Collingwood, llegó a la línea franco-española la columna de Nelson.
Varios navíos españoles realizaron algún disparo para comprobar la distancia y poco más tarde se hizo el fuego generalizado. El Bucentaure (80) ejecutó los primeros tiros eficaces a las 12:15 horas, cuando el Victory (100) se acercaba; se estima que el navío británico podría haber tenido no menos de 50 bajas cuando alcanzó la línea aliada y unos 90 impactos en las velas. Esto hace suponer que si las tripulaciones aliadas hubieran sido como las británicas y se hubiera formado una línea cerrada los británicos hubieran tenido muchísimas bajas antes de cruzar las líneas enemigas.
La intención original de Nelson era buscar al buque insignia de Villeneuve, pero al no ver la insignia del almirante, se dirigió hacía el Santísima Trinidad (136) que era el mayor buque aliado, pensando que Villeneuve se encontraría en él, al acercarse vio la insignia en el Bucentaure (80), y se dirigió contra él, pasando entre este y el Redoutable (74).
Hacia las 12:45 horas, el Victory (100) pasó muy cerca de la popa del Bucentaure (80), al que disparó su artillería de babor causándole destrozos y pérdida de gente. Casi inmediatamente hizo lo mismo sobre el Redoutable (75) con las baterías de estribor.
El Santísima Trinidad (136) cerró el hueco lo que obligó al navío de Nelson a pasar por estribor del Bucentaure (80). El Santísima Trinidad (136) y el Bucentaure (80) abrieron fuego juntos sobre el almirante inglés, ocasionándole bastantes bajas; un solo tiro de palanqueta del Santísima Trinidad mató a 9 infantes de marina de una vez (esta palanqueta se encuentra en el National Maritime Museum de Greenwich). Además, el Victory (100) perdió el palo de mesana no sin antes causar gran daño al navío de Villeneuve cuando el navío británico le pasó por la popa. Pero los disparos no detuvieron al buque británico. Este combate duró entre 30 y 40 minutos y en el mismo murió el secretario de Nelson, John Scott.
Según los historiadores franceses Villeneuve intentaba encabezar un abordaje, ya que llevaba en su navío con él 2 compañías de infantería de marina, y 3 en el Redoutable (74). El abordaje era buscado por el almirante francés, quizás veía en eso la única solución para evitar el desastre. Aunque sin carronadas, ni siquiera obuses, para contrarrestar las propias de los británicos se hacía difícil pensar que de verdad buscaran el abordaje, viendo el serio peligro al que se exponían con dichas armas cargadas de metralla.
El capitán del Victory, Hardy, se decidió de otro modo. Temiendo por la vida del almirante Nelson, con razón, Hardy ordenó virar, evitando al Bucentaure (80) y echándose sobre el más débil de los buques aliados, el Redoutable (74) del capitán Lucas. Para que Nelson pudiera seguir dirigiendo la lucha prefirieron enfrentarse a un navío de dos puentes con el que el Victory (100) podría arreglarse mejor. Ambos buques chocaron, quedando enganchados, con el que entabló un encarnizado combate durante el cual se registraron varias tentativas de asalto mediante el abordaje.
El capitán Lucas, contando con 3 compañías de infantería, y ordenó a sus mejores tiradores situarse en el aparejo, se dispuso a combatir a golpe de fusilería. Tan eficaz fue el fuego de los tiradores franceses que Nelson ordenó a las tripulaciones de los cañones de 12 libras del castillo y alcázar que bajaran a las cubiertas inferiores. Ambos buques entablaron un encarnizado combate durante el cual se registraron varias tentativas de asalto mediante trozos de abordaje.
Los marineros británicos caían uno tras otro en el alcázar y el castillo de proa. Sorprendidos ante este inesperado revés, Nelson, que se paseaba sobre la cubierta, se paró en seco. De repente, cayó mortalmente herido. Eran sobre las 13:25 cuando el disparo de un tirador francés hirió a Nelson en la espina dorsal. El Redoutable (74) había conseguido 19 muertos y 22 heridos en su particular batalla.
La situación desesperada del Victory (100) cambió con la ayuda del Temeraire (98) que había conseguido llegar a estribor del Redoutable (74) y se colocó entre el Victory (100) y el francés Neptune (80), disparando a los dos barcos franceses. Debido a las carronadas de gran calibre que el Temeraire (98) despachó a su llegada y que causaron gran mortandad entre las tripulaciones francesas y británicas del Victory (100), y es que estas armas eran tremendamente mortales a corta distancia; pero fue duramente disparado por el San Justo (74) y San Leandro (64).
Usando las dos bandas de cañones el Temeraire (98) fue duramente contestado. El Temeraire (98) se situó junto al Redoutable (74) francés y libraron un intenso duelo artillero. Juntos, los dos barcos británicos, con tres veces la potencia de fuego del navío francés, se pusieron a batir a quemarropa al Redoutable (74), que con el capitán Lucas gravemente herido y fuego en la popa, finalmente se rindió al Temeraire (98) con 487 muertos y 81 heridos de un total de 643 tripulantes. El buque se hundiría al día siguiente.
A partir de las 14:00 horas, el británico Neptune (98), seguido del Leviathan (74) y el Conqueror (74), tras cañonear vivamente y de cerca la popa del Bucentaure (80), siguieron diferentes derrotas.
El Neptune (98) se acercaba al costado de estribor del Trinidad (136) e inmediatamente comenzó la acción entre ellos. Mientras, el Conqueror (74) alas 13:45 lograba la rendición del Bucentaure (80), desarbolado y con muchas bajas abordo; Villeneuve fue hecho prisionero, siendo trasladado al Mars (74). El Bucentaure sería represado el día siguiente, pero naufragó en la entrada de Cádiz.
El Leviathan (74) procedió a atacar al Neptune (80) francés.
Con el Redoutable (74) rendido, el Fougueux (74), quien acababa de marcharse sin ayudar mucho al Santa Ana (112), y tras una escaramuza con el Belleisle (74), atacó al Temeraire (98) por un costado duramente. Como el Temeraire (98) había perdido sus banderas en la batalla, el navío francés equivocadamente creyó que se había rendido y se acercó para el abordaje. Cuando se acercó a menos de 100 metros, el Temeraire (98) soltó una serie de devastadores ataques que arruinaron el barco francés antes de poder responder siquiera. En solamente 10 minutos, el Fougueux (74) se rindió.
El Victory (100) se libró del Redoutable (74), también desarbolado puso rumbo al NE, había perdido a su almirante y sufrido casi 160 bajas en la dotación, dejando al Temeraire (98) con un barco capturado a cada lado. El francés Neptune (80) siguió disparando contra el Temeraire (98) y sus capturas hasta que llegó el Leviathan (74).
Una vez lograda la rendición del Bucentaure (80), el Conqueror (74) se unió al Neptune (98) británico para cañonear con un fuego incesante desde todas las posiciones al Trinidad (136), que se mantenía en defensa desesperada hasta quedar arrasado de casi todos los palos.
Al observar el general Cisneros que el Bucentaure (80) estaba rendido, a eso de las 15:00 horas, intentó forzar la vela en lo posible, a pesar del mal estado en que ya se encontraba la maniobra del Trinidad, tanto para separarse del Bucentaure, que se venía encima del español, como para alejarse del fuego y poder reparar las averías con la idea de reemprender el combate; pero el viento flojo no le permitió incrementar la distancia, al paso que aumentaban las bajas y las averías. Probablemente en ese momento llegó el navío británico Africa (74), que se unió a los anteriores. Con Cisneros herido, el Santísima Trinidad se rendiría pasadas las 17:00 horas, para hundirse el día 24. Sufrió en el combate 313 bajas, y varios centenares quedaron contusos.
El Leviathan (74), había dejado anteriormente al británico Neptune (98) tratando con el Santísima Trinidad (136), y se dirigió al francés Neptune (80), quien escapó. Sin ninguna captura todavía, se acercó a la vanguardia y se encontró con el San Agustín (74) que venía de trabar combate sobre las 15:00 horas, a unos 100 metros, el español viró a estribor para atacar. El Leviathan (74) viró a su vez y atacó por su lado de estribor. Temeroso de que el español, con buena maniobrabilidad tras estos primeros disparos, el Leviathan (74) corrió a su lado y atacó sin descanso junto con los navíos Orion (74) y Ajax (74), que a su paso descargaron sus cañones, hasta que una hora después el navío español se rindió.
El San Agustín (74) había logrado evitar dos abordajes británicos, subiendo a la gente de las baterías y luchando hasta la extenuación, tanto que ni siquiera se rindió, sino que los británicos lo tomaron al ver que no hacía ya fuego dada la gran destrucción a bordo. Tras haber asegurado su captura el buque británico recibió los disparos del francés Intrepide (74) que volvía con varios navíos desde la vanguardia. Combatieron hasta que el británico África (64), que andaba cerca, se presentó.
El Africa (64) había llegado tarde a su posición, ya que venía de una anterior comisión a la batalla, por lo que apresuró su marcha. Cuando finalmente entró en batalla, ya bastante tarde, y creyendo que el Santísima Trinidad (136) se había rendido, ya que le había pasado como al Temeraire (98) que perdió sus banderas en el combate, envió en un bote al teniente John Smith a bordo para recibir su rendición. Sobre la cubierta del destrozado navío español, fue informado que el barco español no se había rendido y según la costumbre de la época, el comandante español le permitió volver a su propio barco.
En la hora y cuarto de su lucha con el Intrepide (74), y el navío Africa (64) estaba muy dañado y hubiera acabado rindiéndose si el Orion (74) no hubiera llegado disparando salvajemente al navío francés. En la batalla que siguió, Intrepide (74) luchó valientemente, finalmente desarbolado y rodeado por 6 barcos ingleses se rindió a las 17:00 horas. Mientras tanto, el Santísima Trinidad (136), incapaz de luchar y fuera de control, se rindió eventualmente al Prince (98).
Contraataque de Dumanoir
El contralmirante Dumanoir, que era el jefe de la retaguardia aliada, pero que al virar iba en vanguardia, eventualmente respondió a las señales frenéticas de Villeneuve, a las cuales no había hecho caso durante más de dos horas, y había virado su división hacia las 14:00 horas. El comandante del Intrepide (74), Luis Antoine Infernet, al igual que el español Cayetano Valdés, a bordo del Neptuno (80), no podían creerse que en un principio Dumanoir no les hubiera ordenado atacar mucho antes; su disgusto se tornó en alegría cuando se ordenó virar, solo para después ordenar virar de nuevo y poner rumbo a Cádiz.
De los barcos que navegaban en vanguardia el Scipion (74), el Formidable (80), el Duguay-Trouin (74) y el Mont-Blanc (74), todos franceses, obedecieron las órdenes del contraalmirante francés. Mientras que solo el Intrepide (74) y el Neptuno (80) se habían negado obedecer y se dirigieron prontamente al fragor del combate. Al menos esta versión es la que siempre se ha dado, pero no queda claro si los buques desobedecieron a su contralmirante o fueron interceptados por los británicos mientras seguían las aguas de su insignia. El caso es que se encontraron, como no, con fuerzas superiores.
Los buques Ajax (74), Agamemnon (64), Orion (74), Minotaur (74) y Spartiate (74), al final de la columna de Nelson, se interpusieron a estos dos navíos que acudían al rescate. Mientras tanto el Britannia (100), que había logrado meterse sin ningún gran peligro en la batalla, disparaba de lejos sobre el San Francisco de Asís (74), que rápidamente intenta acercarse a la cobertura del Rayo (100). Estos dos buques estaban en un principio tan sotaventeados de su línea que prácticamente no hicieron nada en el combate y se unirían a Gravina más tarde en dirección a Cádiz.
Dejando al Orion (74) con la posesión del Intrepide (74), los navíos Minotaur (74) y Spartiate (74) persiguieron y machacaron al Neptuno (80). Fieles a su táctica de enfilar al enemigo, durante la una hora, acabaron con la resistencia del buque español, hasta que se rindió a las 17:10 horas.
Dumanoir y sus cuatro barcos, que huían sin entrar en combate, vieron al Intrepide (74) rendido y al Neptuno (80) sitiado y no hicieron ningún esfuerzo por ayudarlos. Aunque fueron desafiados por el Ajax (74) y Agamemnon (64) que llegaron a dispararlos, pero rehusaron meterse de lleno en la batalla.
Secuelas de la batalla
Trafalgar fue una devastadora derrota para la flota combinada francesa y española. Los británicos no perdieron ningún barco, aunque la mayoría resultaron dañados, y algunos muy gravemente, sobre todo los navíos que navegaban en las primeras posiciones de las dos columnas atacantes. Entre estos navíos muy dañados estaban los Victory (100), Royal Sovereing (100), Temeraire (98), Bellerophon (74), Belleisle (74), Africa (64) y Tonnant (80) que tuvieron que ser remolcados debido a su pésimo estado. Sufrieron grandes averías, pero pudieron navegar el Achilles (74), Defiance (74), Revenge (74), Colossus (74) y Mars (74) que pudieron llegar a Gibraltar con sus aparejos improvisados.
De los 27 navíos británicos hubo alguno, como el Prince (98), que no tuvo ni daños ni bajas en combate, porque prácticamente casi ni disparó (aunque lo poco que hizo terminó de dañar al Príncipe de Gravina). Otros pocos que no tuvieron excesivos daños, esto fue debido a que eran navíos pertenecientes a los últimos lugares de las dos columnas y que se incorporaron a la batalla los últimos; cuando ya tenían una clara superioridad numérica y la mayoría de los enemigos o bien se habían rendido, o continuaban luchando pero rodeados de enemigos y en condiciones penosas, o se habían retirado.
El principal fallo que tuvieron los británicos fue el no anclar su flota y sus presas ante la tormenta que se avecinaba y en el que perdieron la mayoría de los barcos capturados. Solo tres o cuatro buques capturados pudieron llegar a Gibraltar de los 18 que habían apresado. Fue tanto el «descónsuelo» de no llegar con más barcos, que incluso salió algún navío británico de los que se encontraban en Gibraltar a intentar apresar algún barco enemigo, de los que todavía estaban cerca de la costa esperando entrar en Cádiz. Tal fue el caso del Argonaute (74) francés, que se vio atacado por un navío británico y al que pudo rechazar gracias a la cobertura que le dieron las baterías de costa.
En la batalla de Trafalgar los españoles tuvieron 1.022 muertos y 1.383 heridos, la mitad de estos muertos corresponden a las tripulaciones de solo tres navíos, que fueron salvajemente atacados, el Santísima Trinidad con cerca de 300 muertos, el San Juan Nepomuceno con cerca de 200 y el Santa Ana con casi 100 muertos. Los franceses sufrieron la mayor parte de las bajas aliadas con 2.218 muertos y 1.155 heridos de los que cerca de 500 muertos resultaron de la voladura del Achille (74) y casi otros 500 del Redoutable (80). Aunque estas cifras no fueron ni mucho menos definitivas.
Los británicos tuvieron oficialmente 449 muertos y 1.241 heridos, entre las bajas mortales destacan la del almirante Nelson y dos capitanes de navío (John Cooke del Bellerophon y George Duff del Mars) y cuatro más heridos (Durham del Defiance, Moorsom del Revenge, Tyler del Tonnant y el vicealmirante Collingwood del Royal Sovereign).
La cifra de muertos de los tres contendientes sería finalmente mucho más alta, ya que muchos de los heridos más graves murieron a consecuencia de sus heridas; entre ellos Federico Gravina, comandante en jefe de la escuadra española, que murió varios meses después, a consecuencia de su grave herida en un brazo. Además, los británicos sufrieron bastantes bajas en la tempestad que siguió al combate, aunque no perdieron ningún barco propio. Por ejemplo el Temeraire tuvo 43 desaparecidos pertenecientes a las dotaciones de presa que se ocupaban de navegar los barcos apresados. Lo que unido a sus 47 muertos en batalla nos da una cifra bastante elevada de muertos.
No hay que olvidar que los navíos británicos iban siempre con menor número de tripulaciones que los españoles y franceses. Un navío de 74 cañones británico llevaba de media 550 hombres, cuando uno español y francés ascendía a los 700 hombres de media. Es decir, hubo buques británicos en los que causaron baja hasta un tercio del total de sus tripulaciones. Y eso es algo a lo que no estaban acostumbrados los británicos.
Las cifras oficiales británicas pueden resultar un poco engañosas, ya que además de no contar a los muertos por naufragio de sus tripulaciones de presa, o por el temporal posterior, también obvian los heridos que fueron pareciendo más adelante. Como sucedió en el caso del Victory, en el que su cirujano informó de 27 heridos más, después de que las listas oficiales hubieran sido ya conocidas y mandadas al vicealmirante Collingwood. Como se ve estas listas fueron elaboradas precipitadamente, aunque son las que han trascendido hasta la actualidad sin cambiar en lo más mínimo aún sabiendo lo expuesto. Quizás queda así un resultado mucho más favorable a los británicos. En definitiva nunca se sabrá la verdadera dimensión de la catástrofe, no solo en las tripulaciones de los españoles y franceses, sino también en las británicas.
Los navíos españoles y franceses también vieron aumentar el número de bajas mortales posteriormente, por la muerte de heridos y por los ahogados en los naufragios. Además, los navíos británicos, una mayoría de ellos ya de por sí muy tocados por el combate, tardaron casi una semana en llegar a Gibraltar debido a la fuerte tempestad, que a punto estuvo de hacer naufragar algún navío, como el Minotaur o el Colossus. Todos lograron llegar al Peñón, pero en un estado lamentable y casi todos desarbolados de uno o varios palos. El Prince, al que anteriormente citábamos como casi intacto por el combate, terminó desarbolado y remolcado por una fragata a Gibraltar. Los daños de Trafalgar, por tanto, fueron en aumento tras la batalla, aumentando considerablemente la sensación de tragedia. En Cádiz cundió la desesperación al ver llegar los pocos navíos de la combinada en un estado tan malo, pero en Gibraltar ocurriría algo parecido ante la llegada de sus buques tan dañados. No hubo, pues, paseo triunfal a Gibraltar, como se podría pensar por el resultado. Antes bien al contrario.
Los navíos hispanos Santísima Trinidad, Rayo, Neptuno, San Francisco de Asís y Monarca, se hundirían al día siguiente en un temporal mientras trataban de escapar de los británicos o eran arrastrados por ellos tras ser capturarlos; naufragios causados por los daños sufridos durante el combate.
Pierre Charles Villeneuve, el artífice de la catástrofe aliada y comandante en jefe de la flota combinada fue apresado y conducido a Londres, ya liberado se suicidó de camino a París, en Rennes, aunque se cree que pudo ser asesinado por orden del Emperador. Los franceses tuvieron un contralmirante muerto, Magon a bordo del Algesiras; seis capitanes de navío (Beaudouin del Fogueaux, Gourràge del Aigle, Camas del Berwick, Poulain del Heros, Denieport del Achilles y Tourneur Laurent del Algesiras), a los que se añadiría posteriormente el comandante Touffet del Duguay Trouin, que moriría días después en la batalla del Cabo Ortegal. Quedaron heridos los capitanes Magendie del Bucentaure, Prigny jefe de estado mayor del Bucentaure y el valiente capitán Lucas del Redoutable.
Para España, Trafalgar sí fue una catástrofe. Aunque la Armada podía haberse repuesto de las pérdidas sufridas en el combate y aún disponía de fuerzas nominales respetables; la falta de una verdadera política nacional, el desgobierno y el abatimiento reinantes en las postrimerías del reinado de Carlos IV, hicieron imposible su resurgir pese a los esfuerzos de Gil y Lemus al frente dela Secretaría de Marina. Estas circunstancias provocaron el cese de la construcción naval militar durante años, la pérdida de muchos buques por falta de carena y la drástica reducción del personal de la Marina, lo que trajo consigo su ruina y la paralización de las comunicaciones con los virreinatos americanos. Al agravamiento del estado de la Hacienda pública por la interrupción de la llegada de caudales a la Península, se añadió la posterior Guerra de la Independencia y el fin del imperio ultramarino español. En resumen, Trafalgar significó el ocaso de España como potencia marítima, lugar que había ocupado con honor desde el siglo XV.
Para Francia, la derrota no significó el abandono de la proyectada invasión de Inglaterra; esta decisión la había adoptado Napoleón más de un mes antes. Si bien la nación reafirmó su mentalidad continental a costa dela marítima, el espíritu corporativo de la Marina francesa no se abatió. La pérdida de navíos no sería considerada como significativa. Continuó creyendo en su propia capacidad para seguir los planes de Napoleón, fundamentalmente después de la brillante campaña de Austerlitz. Pero Napoleón estaba desilusionado por el rendimiento de su estrategia naval y, por otra parte, el canal de la Mancha seguía siendo una barrera infranqueable para quien no tuviera la superioridad en fuerzas navales.
Para Inglaterra, Trafalgar significó el principio del fin de la era napoleónica y el comienzo de un incontestable ejercicio del poder naval que le llevaría a la hegemonía mundial detentada durante siglo y medio.