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Preparación para la guerra
La respuesta de Napoleón ante el bloqueo británico, fue el bloqueo continental a los buques ingleses, para ello envió al general Eduard Mortier con 12.000 efectivos para invadir el electorado de Hannover, perteneciente al rey de Inglaterra. Mortier invadió el electorado el 26 de mayo sin encontrar oposición, que se rindió el 3 de junio de 1803, firmando la Convención de Artlenburg el 5 de julio, confirmando la derrota militar de Hannover, el ejército hannoveriano fue desarmado y sus caballos y municiones fueron entregados a los franceses. El Consejo Privado de Hannover, con el ministro Friedrich Franz Dieterich von Bremer, huyó a Sajonia-Lauenburg a través del Elba, gobernado por Gran Bretaña-Hannover en unión personal. Poco después, los franceses también ocuparon Sajonia-Lauenburg.
Aunque Gran Bretaña y Francia estaban oficialmente en guerra, el conflicto solo había trascendido en una serie de enfrentamientos navales sin repercusión alguna, pues la decadente Marina Francesa, en inferioridad contra la pujante Royal Navy, evita cualquier batalla, permaneciendo anclada en sus puertos.
Napoleón decidió que la única manera de invertir la situación a su favor consistía en invadir Inglaterra, razonando que por su menor densidad de población opondría menos resistencia. Sin embargo, para esta enorme operación Francia debería reunir un colosal ejército y construir una gran flota de transporte para atravesar el Canal de la Mancha.
Con los 60 millones de francos obtenidos por la venta de Luisiana a Estados Unidos el pasado anterior, Bonaparte comenzó a reunir en la costa atlántica francesa tropas y buques para la invasión de Gran Bretaña. Tenía previsto reclutar unos 200.000 soldados. Irónicamente, un banco inglés, el Baring Brothers, financió a los norteamericanos la compra del extenso territorio, dinero que los franceses emplearon en preparar un ataque contra los británicos.
Los soldados franceses fueron acampados en Boulogne sur Mer, Montreuil sur Mer y Brujas, mientras la flotilla se amarraba en los puertos entre Étaples y Vlissingen. En cada campamento se instaló un cuerpo de ejército al mando de un mariscal. El mayor y más importante de todos los campamentos y puertos era Boulogne, donde se construyeron fuertes, almacenes y más muelles. Además, incluso se realizaron pruebas con globos aerostáticos.
Napoleón estableció su CG y 2 CEs cerca de Boulogne, era el CE-IV al mando del mariscal Soult, el más grande del el ejército y el mejor preparado, y el CE-V al mando del mariscal Lannes, el resto del ejército estaban extendidos a lo largo de la costa.
El CE-I del mariscal Bernadotte estaba en Hannover. El CE-II estaba en Utrech, mandado por el general y futuro mariscal Marmont. El CE-III bajo el mariscal Davout estaba en Brujas. El CE-VI bajo mariscal Ney estaba en Montreuil. El CE-VII bajo el mariscal Augereau estaba en Bayona. Finalmente, había campamentos de caballería en los que el mariscal Murat supervisaba la formación de su caballería de reserva. Estos estaban ubicados en Amiens, Bayona, Brujas, Compiegne, Montreuil y Nimega.
El 23 de diciembre de 1803 Berthier confeccionó la lista de fuerzas del llamado ejército de Expedición de Inglaterra: 79.000 hombres de infantería, 17.600 de caballería con 15.000 caballos, 4.700 artilleros, 4.600 carreteros y 7.800 civiles. En su momento más álgido, la flotilla contaría con 1.831 transportes de todas clases y 167.000 hombres.
Los infantes, jinetes y artilleros de estos campamentos recibieron instrucción intensiva mediante ejercicios. Dos días a la semana recibieron adiestramiento a nivel batallón, aprendiendo desde el manejo de armas a formaciones y despliegues en columnas y líneas. Otros tres días maniobraban a nivel división. Los domingos se reservaban para grandes y complejos ejercicios tácticos que involucran todas las unidades acampadas. Y dos veces al mes efectúan prácticas de fuego real contra objetivos, muy raro en esa época. Se esperaba que los infantes pudiesen recorrer 32 km diarios sin tener demasiado desgaste.
Hasta entonces, los reclutas franceses apenas recibían unos meses de adiestramiento en el mejor de los casos, debiendo adquirir la mayoría de su experiencia en combate ya en campaña, sufriendo un elevado número en bajas cuando entraban en acción. Sin embargo, esta situación era común en la mayoría de los ejércitos occidentales.
Los soldados del ejército de las Costas del Océano (Armée des Côtes de L’Océan), era el primer contingente francés constituido por reclutas excelentemente entrenados. Sería el núcleo y la génesis del todas las unidades francesas del período, otorgando a Francia la supremacía en los campos de batalla centro-europeos durante casi una década.
El lógico descontento y el aburrimiento que a menudo amenazaban el estado de ánimo de las tropas en espera se disiparon por las visitas de compañías teatrales incluso desplazadas desde París (la compañía de teatro Vaudeville) y las frecuentes inspecciones y visitas ceremoniales por el propio Napoleón, que acudía a Boulogne. Se presentaba en una pomposa ceremonia sobre una tribuna engalanada con gigantescas banderas tricolores en torno a la cual unos 1.300 tambores tocaban “Aux Champs”, mientras condecoraba a varios soldados con la recién creada Legión de Honor. El día 27 de agosto partiría hacia Aquisgrán, en una visita oficial a la tumba del emperador Carlomagno.
Por su parte, los británicos confiaban en la Royal Navy, que patrulla constantemente el Canal de la Mancha para abortar cualquier intento de desembarco en el mar; pues en tierra, tal y como espera Bonaparte, no podrán reunir más de unos 140.000 soldados, debiendo recurrir a levas de milicianos mal entrenados y peor equipados, aunque los ingenieros ingleses construirían una cadena de 74 fortificaciones en la región en Dover y la franja marítima.
Los espías británicos creían que pronto ordenaría la invasión, necesitando tan solo de seis horas para cruzar el Canal, urgiendo al Almirantazgo a extremar la vigilancia del estrecho y realizar alguna acción preventiva inmediata.
El primer ministro William Pitt se reunió con varios inventores y tácticos aficionados durante el año, quienes propusieron nuevas y novedosas formas de atacar a los franceses antes de que pudieran hacerse a la mar. Las ideas incluían hundir barcos de bloques en la boca del puerto, lanzar globos portadores de cohetes sobre el puerto por la noche para que los detonasen con un mecanismo de relojería o enviar una flota de brulotes.
El 20 de julio de 1804, Pitt y Home Popham se reunieron con el inventor estadounidense Robert Fulton. Este había estado trabajando en Francia diseñando submarinos, pero al no haber logrado generar ningún interés real en la Armada Francesa para la aplicación práctica de sus inventos, Fulton había ido a Gran Bretaña y ofreció sus servicios al Almirantazgo. Proponía un asalto utilizando una combinación de brulotes, torpedos, minas y otros artefactos explosivos, un concepto que Pitt acordó. Se firmó un contrato y Fulton recibió la tarea de trabajar con el Almirantazgo para construir sus dispositivos en previsión de un asalto más tarde ese año.
Ataque británico a Boulogne (2 a 3 octubre 1804)
El ejército permaneció acampado en las afueras de Boulogne y los británicos inicialmente sospecharon que la partida de Napoleón era una artimaña y que volvería inesperadamente para tomar el mando del ejército y lanzar la invasión. Mientras tanto, la fragata Immortalité fue enviada para obtener información a lo largo de la costa francesa alrededor del puerto. Fulton posteriormente declaró que sus inventos estaban listos y se planeó un asalto para principios de octubre.
Trabajando en Portsmouth, Fulton había construido varios tipos de embarcaciones y artefactos explosivos. El torpedo-catamarán era un dispositivo similar a un cofre que se balanceaba sobre dos flotadores de madera y lo dirigía un hombre con un remo. Cargado con plomo para que se deslizara bajo en el agua, el operador se vestía con ropa oscura y una gorra negra. Su tarea era acercarse a los barcos franceses, enganchar el torpedo al cable del ancla y, habiendo activado el dispositivo quitando un pasador, quitar las paletas y escapar antes de que el torpedo detonase.
También se desplegaron grandes cantidades de toneles llenos de pólvora, lastre y bolas combustibles. Flotarían sobre la marea y al chocar contra el casco de un enemigo, explotarían. También se incluyeron en la fuerza varios brulotes, que llevaban 40 barriles de pólvora y estaban preparados para explotar mediante un mecanismo de relojería.
La fuerza se reunió en las afueras de Boulogne a finales de septiembre, bajo el mando general de lord Keith a bordo de su buque insignia Monarch. Allí para presenciar la operación estaban lord Melville y Fulton. Este había negociado una suma de 40.000 libras por el primer barco con cubierta destruido en el ataque, y la mitad del valor de cualquier barco destruido, además de su salario de 200 libras al mes. Sin embargo, Keith no hizo ningún intento de ocultar la fuerza británica, y los franceses fueron alertados de que un ataque podría ser inminente. A las 21:00 horas del 2 de octubre, el viento y la marea se juzgaron apropiados y la flotilla comenzó a acercarse al puerto.
Una pequeña escuadra al mando del almirante Keith atacó a las 21:00 horas el puerto fortificado de Boulogne, donde se concentraba el grueso de la flotilla y las tropas francesas destinadas a invadir Gran Bretaña.
Los vigías franceses avistaron a los británicos y despliegan en aguas del puerto una línea de pinazas, pequeñas embarcaciones provistas de cañones ligeros e infantes, mientras abrían fuego con sus pesadas baterías de costa para proteger la retirada de las fragatas francesas que estaban ancladas en el fondeadero. Casi todos los ingenios ingleses fracasaron, estallando en medio del mar o siendo capturados por los franceses, hasta que Keith ordenó suspender la operación a las 04:00 horas, tras haber hundido solo un barco francés.
La prensa británica criticó como poco honorables los inventos de Fulton, quien acusaría de incompetencia a los marineros ingleses; la verdad es que Keith no ocultó la operación y los defensores ya estaban prevenidos del ataque, por lo cual nunca existió el factor sorpresa, imprescindible para el éxito de la operación. Los franceses reforzaron las defensas del puerto de Boulogne con cadenas, impidiendo futuros asaltos similares.
La acción, aunque infructuosa, influyó en la percepción de Napoleón sobre las capacidades de la Royal Navy, deduciendo que la invasión sería imposible mientras la Marina Francesa fuera incapaz de proteger, no ya los puertos, sino la misma flota de desembarco. Construir una flota de guerra llevaría mucho tiempo y recursos, por lo cual Bonaparte pensó solicitar la ayuda de la Armada Española, que aun en declive seguía siendo poderosa.
Con la llegada del invierno, el clima empeorará en el Canal de la Mancha y Bonaparte postergará la invasión hasta la próxima primavera, siempre y cuando España y Francia pudieran derrotar antes a Inglaterra en el mar.
España declara la guerra a Gran Bretaña
Gran Bretaña y España estaban en estado de paz, pero los británicos sospechaban que los españoles estaban negociando secretamente con los franceses y la hostilidad permanecía latente.
El comodoro inglés Graham Moore fue informado de que una flota española escuadra del virreinato del Río de la Plata cargada con un tesoro había zarpado desde Montevideo a Cádiz, comenzó a merodear por el litoral de la costa meridional portuguesa, con la esperanza de asaltar los buques.
Hacia las 07:00 horas del 5 de octubre de 1804, la escuadra española la escuadra española navegaba protegida por su bandera y los tratados vigentes, constaba de 4 fragatas: la Medea (40), la Fama (34), la Mercedes (36) y la Santa Clara (34) al mando del brigadier José Bustamante, armadas con 144 cañones, fue avistada en el cabo de Santa María, en la costa portuguesa cerca de Faro y acosada por 4 fragatas británicas: la Amphion (32), la Indefatigable (44), la Medusa (32) y la Libely (38) bajo el capitán Graham Moore, armadas con 146 cañones. Ambas flotillas navegaron en línea de batalla durante una hora, y tras la inevitable provocación inglesa cuando Moore ordenó que se realizara un disparo por delante de la proa de la Medea (40), de inmediato estalló un intercambio general de disparos.
Los británicos, con buques más maniobreros, artillados y dotaciones muy entrenadas, a los 10 minutos, explotó la Mercedes (36) al ser alcanzada su santa-bárbara, a la explosión solo sobrevivieron 40 de sus 240 tripulantes, dejando a la escuadra española en desventaja. Después de media hora la Medea (40) se rindió al ser atacada por dos buques. La Santa Clara (34) y la Fama (34) fueron atacadas por dos fragatas cada una. La Fama logró escapar con graves daños, pero fue alcanzada y su capitán rindió la nave hacia las 12:30 horas. Los españoles tuvieron unos 270 muertos por solamente 2 británicos fallecidos.
Los buques capturados fueron llevados a Portsmouth, llegando el 19 de octubre. La prensa inglesa criticó el incidente, donde se acusó al gobierno de haber roto la Paz de Amiens, pero Moore había conseguido lo que todos los oficiales la Royal Navy anhelan. Esta acción de corsario le reportó el buscado ascenso, pasando a comandar un buque de línea, pero no la esperada riqueza económica, ya que el Almirantazgo se quedó con los 3.000.000 de pesos del botín.
Las protestas del embajador español se atienden con una compensación para los supervivientes por valor de unos 230.600 pesos. Los barcos no se devolvieron. La Medea fue incorporada a la Royal Navy como Iphigenia y más tarde rebautizada como Imperieuse, la Santa Clara como Leocadia y la Fama siguió con su nombre.
La situación fue juzgada intolerable en España, que haría una declaración de guerra formal contra Inglaterra el siguiente 14 de diciembre.
Gracias a esta acción, Napoleón conseguiría la colaboración de España en su proyecto de invasión a Gran Bretaña. Invocó el Tratado de San Ildefonso con el objetivo de que la Marina Francesa y la Armada Española uniesen sus flotas y buscasen una batalla decisiva contra la Royal Navy, derrotándola o alejándola de sus puertos, dejando indefenso el litoral británico del Canal de la Mancha ante un desembarco francés.