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Antecedentes
Publio Craso con la legión VII, fue enviado a reconocer el oeste, estableció sus cuarteles de invierno en Cenabum en el país de los cornutes y otro en Turonum en el país de los turones, ambos en las orillas del río Liger (actual Loira), no lejos del océano. Por carecer de granos aquel territorio, despachó a las ciudades de las comarcas cercanas a algunos prefectos y tribunos militares en busca de provisiones. De estos, Tito Terrasidio fue enviado al país de los esuvios, Marco Trebio Galo al país de los coriosolites, Quinto Velanio con Tito Silio al país de los vénetos.
Los vénetos fueron hostiles y arrestaron a Silio y Velanio, obligando al resto de las tribus a hacer lo mismo. Los confinantes arrestaron a Trebio y Terrasidio. Enviaron una embajada a Craso exigiendo la retirada romana a cambio de la liberación de los rehenes.
La tribu de los vénetos habitaba en la región de Armórica (la actual Bretaña), era el más poderoso de los que allí moraban. Se asentaron en el sur del territorio, a lo largo de la bahía de Morbihan o golfo Quiberón, donde habían construido fortalezas costeras a las que la marea transformaba en islas. Su ciudad más importante era Darioritum (actual Vannes). Controlaban el comercio en la región y con Britania, por lo que consiguieron una riqueza tal que poseían moneda propia.
Esta tribu había reunido una confederación de tribus para combatir a Roma, entre los que se encontraban los osismos, lexovios, námnetes, ambiliatos, mórinos, diablintes, menapios y britanos.
César se encontró con la rebelión total de la casi totalidad de las tribus costeras del noroeste de la Galia. En esos momentos se encontraba en Italia creyendo que la Galia se hallaba en paz, enterado ordenó la construcción de una flota en Andium (Nantes) a orillas del río Liger (Loira) que desemboca en el océano Atlántico y movilizar hasta allí a los marineros.
Conscientes del poderío romano que enfrentarían, los galos tenían a su favor sus barcos, que estaban adaptados a las duras condiciones navales del Atlántico y la falta de preparación de los romanos. También contaban con su mejor conocimiento de la geografía local, que incluía un alto número de islas que servían de refugios y puertos protegidos de las fuerzas terrestres por las mareas altas y de las flotas navales por las mareas bajas, las ciénagas y marismas.
El César llegó a la Galia en abril y envió a sus tropas a diversos puntos de la región para impedir la expansión de la rebelión:
- Tito Labieno: fue enviado con la caballería al territorio de los tréveros para evitar una rebelión en la Galia Bélgica.
- Publio Craso: con doce cohortes y parte de la caballería fue enviado a Aquitania para evitar que desde aquella región se enviaran guerreros y suministros a los rebeldes.
- Quinto Titurio Sabino: con tres legiones a pacificar a los lexovios, coriosolites y unelos.
- Décimo Junio Bruto Albino: quedó a cargo de la flota que enfrentaría a los vénetos.
Los pictones, sántonos y otros pueblos enviaron tropas a apoyar la campaña romana. César marchó con sus tropas al sur de la Armórica a unirse a Junio Bruto. Las ciudades de los vénetos estaban en promontorios fortificados, inaccesibles por tierra y muy difíciles por mar. Aunque César tomo varios fuertes a los vénetos se retiraban por mar en cuanto veían que no podían defenderlos, llegando a una nueva fortaleza, lo que llevó a César a entender que necesitaba el dominio del mar.
Batalla de Morbihan o del Golfo de Quiberón 56 AC
Se inició una frustrante campaña terrestre en la que César capturó algunos poblados vénetos, pero fue incapaz de evitar que sus habitantes fueran evacuados por mar, mientras que la nueva flota romana se terminaba.
Ante la imposibilidad de tomar por tierra todas las fortalezas vénetas, los romanos decidieron usar su flota. César entendió que para derrotar a los vénetos debía destruir primero la flota de estos.
Cuando las tormentas desaparecieron, la flota romana bajo el mando de Décimo Bruto, pudo zarpar hacia las costas de la Bretaña francesa. Conforme la flota se aproximaba a las fortalezas de los vénetos, estos decidieron reunir su propia flota y prepararse para una decisiva batalla naval.
Cada barco romano llevaba su contingente de soldados, posiblemente de las legiones de César. Al igual que durante la Primera Guerra Púnica, los romanos solo iban a poder superar a sus rivales si conseguían llegar al abordaje. Los barcos romanos llevaban afilados cuchillos curvos montados en largas pértigas y también ganchos con cuerdas.
Conforme las dos flotas se acercaban a distancia de combate, estos cuchillos fueron usados para cortar los aparejos de las embarcaciones enemigas, dejándolos muy vulnerables a los abordajes, mientras se lanzaban los ganchos de abordaje para atraer a los barcos adversarios.
Una vez unos cuantos barcos vénetos fueron abordados y capturados de esta manera, el resto de la flota trató de escapar, pero en el momento decisivo les falló el viento, dejándolos dispersos y vulnerables a lo largo de la costa. Los romanos sacaron ventaja a la velocidad de sus barcos, impulsados por los remos, y persiguieron y derrotaron uno a uno a los barcos vénetos. La batalla duró aproximadamente desde media mañana hasta el anochecer, cuando los barcos vénetos supervivientes pudieron escapar.
Viendo su flota destruida, los vénetos no tuvieron otra opción más que rendirse. César no fue particularmente piadoso, y como el mismo nos cuenta, quería dar ejemplo con los vénetos para que se respetasen a los embajadores romanos enviados a otras tribus, aunque también debía estar frustrado por la campaña de verano. Los vénetos supervivientes fueron vendidos como esclavos, excepto sus líderes, quienes fueron ejecutados.
Sometimiento de Aquitania
Publio Licinio Craso, le tocó someter a los aquitanos, que vivían en la actual Aquitania. Partió con una fuerza de 2 legiones (10.000), 3.000 auxiliares y 4.000 jinetes galos aliados, en total 18.000 hombres. En el camino los sociates les atacaron mientras marchaban. Los aquitanos lanzaron contra la columna romana a su poderosa caballería, pero esta fue rechazada. Luego la infantería gala, escondida en el bosque, se lanzó al ataque y tras una larga lucha huyeron a Sotio, capital de los sociates.
Publio decidió tomar Sotio, la puso sitio y aceptó la rendición de los sitiados. Sin embargo, era una trampa, pues mientras se negociaba la rendición, fue atacado por el caudillo sociato, Adiatuano, aunque lo pudo rechazar. Tras esto el asedio continuó hasta que los sociates terminaron por capitular.
Tras la rendición de los sociates las demás tribus aquitanas empezaron a someterse. Craso persiguió a las demás fuerzas aquitano-cántabras que se refugiaron en un campamento en la zona actual de Mont-de-Marsan, los romanos los rodearon y de noche lanzaron un ataque sorpresa; de los 50.000 guerreros celtas solo un cuarto sobrevivió.