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Descripción de los hunos
Fueron descritos en la Historia Goda como “cortos de estatura, rápidos en sus movimientos, jinetes consumados, de amplios hombros, muy diestros en el manejo del arco y de las flechas, y llevan siempre la cabeza erecta con aires de orgullo. Aunque viven con forma de hombres, poseen la crueldad de las bestias salvajes”.
Los hunos no diferían en mucho en su estilo de vida de otros pueblos de las llanuras. Eran pastores nómadas, y sus rebaños de cabras y vacas les proporcionaban comida, hueso, tendones, cuero y sangre y leche para beber. Los pueblos esteparios se regían en general por el agua que pudieran encontrar en las llanuras, ya que solía ser agua estancada e insalubre y por los pastos para sus animales.
Los principales alimentos eran derivados de la leche, pero no fresca. Solamente los niños y los enfermos la toman así, el resto toman los derivados lácteos como el yogur, la mantequilla y el kumiz (bebida a base de leche de yegua, ya que esta no produce nata). La carne e incluso la sangre de sus animales en caso de necesidad extrema, los mantenían hidratados, al mismo tiempo que ingerían una buena cantidad de nutritiva grasa. El resto de su dieta, vegetales y cereales en poca cantidad, la conseguían mercadeando con pueblos sedentarios que encontraran en las lindes de las estepas.
Los nómadas cambiaban de lugar cuando les apetece o cuando las circunstancias se lo imponían. Sus jefes estaban acostumbrados a los problemas que plantean el transporte y el manejo de grandes cantidades de personas y animales. Todo el pueblo o clan constituye un auténtico ejército, siempre dispuesto a la acción. Están siempre en pie de guerra, preparados para incrementar sus pastos a expensas de otros, defender los suyos o huir cuando los enemigos son muy superiores.
Cuando se desplazan, bandas de jinetes se desplazan al frente y flancos a gran distancia para proporcionar seguridad, van seguidos por sus familias y carromatos, que son auténticas fortalezas móviles que pueden formar un círculo o laager defensivo. Los carromatos se desplazan con lentitud y podían quedar inmovilizados por completo, especialmente en las zonas montañosas.
Arrasaban comarcas enteras y aniquilaban las poblaciones, no solo para establecer un ambiente de terror que hiciera huir a sus enemigos, sino también para favorecer la retirada, eliminando toda fuerza hostil en su retaguardia.
Resulta imposible que se desplazaran en hordas enormes, pues no hubieran podido subsistir a sus necesidades, ya que los extensos rebaños necesitaban una extensión considerable, y al no ser agricultores no almacenaban forraje y grano. Como los pueblos nómadas, estarían divididos en clanes patriarcales de 50 a 100 personas, y su sociedad sería comunal.
Vestimenta
Los hunos se vestían con una túnica de lana que llegaba hasta la rodilla y estaba abierta para facilitar la equitación y una especie de holgados pantalones hechos de lana. Llevaban un gorro y a veces orejeras para protegerse del frío, el jubón y las grebas estaban hechas de piel de cabra como también llevaban muchos otros pueblos de la estepa. Calzaban unas botas de piel sin tacones, que eran muy incómodas para andar, pero muy útiles montando a caballo. La necesidad de moverse a caballo dictaba la forma de la ropa.
Se ponían un amplio kaftán forrado de piel con mangas largas para calentarse las manos en invierno.
Los nobles podían llegar a tener armaduras metálicas, pero únicamente estaban al alcance de los más ricos. Entre ellos se han encontrado cierto número de cráneos deformados, crecidos hacia atrás, cosa que se conseguía vendando fuertemente la cabeza de los niños mientras el cráneo crecía. Esta costumbre, que también puede verse entre los sármatas, parece que solamente se aplicaba a una élite espiritual dentro de los pueblos nómadas.
Algunos autores sostienen que les gustaban de las pieles de rata, un animal por el que sentían gran estimación, unían varias de estas pieles para proteger su cuerpo.
Lenguaje
Por su origen se cree que la lengua de los hunos debió ser del tronco uralo-altaico, el grupo al que pertenecen lenguas como el turco o el mongol. La hipótesis de que su lengua fuera en realidad de la familia irania, basada en las inscripciones de monedas halladas en tumbas hunas procedentes del actual Afganistán, y algunas ex repúblicas soviéticas, ha sido rechazada hoy en día. Pues se ha demostrado que tales monedas solamente repetían el mismo patrón que las persas de zonas limítrofes. Por otra parte, algunas fuentes chinas los relacionan con pueblos siberianos, como los samoyedos, pero esto tampoco concuerda con los datos aportados por la arqueología.
Religión y creencias
En cuanto a la religión no se sabe casi nada de ella. Aparentemente, tenían un tipo de «adoración al caballo» (ya que estos animales eran una figura casi «sagrada» para ellos en su cultura). Las fuentes romanas suelen referirse a ellos como individuos sub-humanos carentes de cualquier clase de dios y moral, sin creencia en otra vida aparte de la terrenal.
Algunos relatos de la época nos hablan de la ferocidad de estas personas: “Ninguna religión es sagrada para ellos porque no tienen ninguno. Ellos no han escatimado esfuerzo, siquiera tienen un mínimo de compasión por los niños indefensos. Ellos no han dudado en matar a los bebés… ” Extracto de la Vulgata de San Jerónimo de Estridón
Los hunos creían en los espíritus, los demonios y las fuerzas de la naturaleza. La superstición ocupa un gran lugar en sus mentes. También creían en presagios y símbolos mágicos, aunque se sabe que tenían algo parecido a chamanes o brujos en su tribu (que creían en la existencia de abominaciones subterráneas infernales), especializados en la adivinación a partir del examen de restos y huesos de animales. Originalmente, cremaban a sus muertos, aunque más adelante comenzaron a inhumarlos. Practicaban tanto la poliandria como la poliginia.
Cuando un jefe moría, sus seguidores se hacían cortes en las mejillas en señal de duelo, dándoles un aspecto aún más fiero.
El gobierno y sociedad huna
El gobierno huno tenía una organización de clases. Estaba gobernado por cuatro familias aristocráticas. El gobernador supremo, shanjui, solamente podía ser de los Luyandi, la familia más noble unida con las otras tres por lazos conyugales. Estas familias eran la élite huna. El carácter específico del poder supremo en la comunidad nómada era que toda la familia encabezada por shanjui gobernaba el estado. Había una jerarquía de clanes y tribus jugando un papel significativo en la sociedad huna. Las tribus subyugadas que estaban incluidas en el sistema huno eran el rango más bajo en esta división.
El shanjui supremo era seguido por los «príncipes sabios» de la izquierda y la derecha, al igual que los xiongnus, que generalmente eran sus hijos o parientes más cercanos. Gobernaban en las regiones occidental y oriental, siendo al mismo tiempo comandantes militares sobre las alas derecha e izquierda, correspondientemente. Entonces había veinticuatro gobernadores locales que tenían títulos diferentes, comandantes militares. El cargo de shanjui era exclusivamente hereditario, bendecida por el poder divino, el kharismo divino (Tengri Kut). La regla sagrada del shanjui se insertó perfectamente en las principales características del universo. El Cielo y la Tierra fueron descritos como poderes que dan a luz, y el Sol y la Luna como poderes que promueven la vida. Un sello de jaspe simbolizaba la autoridad del shanjui.
El ejército y la población se organizaron en un sistema decimal: decenas, cientos, miles y diez mil para la estructuración y censos militares. Los hunos registraban el número de población y de ganado, según la cual la gente pagaba un impuesto sobre los ingresos y un impuesto sobre el ganado. Los registros se guardaban en forma escrita, y se emitían decretos y leyes. El territorio estaba vigilado por los centinelas fronterizos. La economía se basaba en la cría de ganado nómada, y se prestaba especial atención a la cría de caballos. La caballería huna estaba dividida en cuatro ejércitos, según el color de la capa de los caballos: blanco, gris, negro y castaño.
La esclavitud estaba extendida. En la población de 1,5 millones de personas, más de 190.000 eran esclavos, es decir, la décima parte de la población. Los esclavos cuidaban ovejas, y estaban dedicados a la agricultura y la artesanía. En la sociedad había propiedad privada de ganado y esclavos. Las tribus subyugadas debían rendir tributo. Las tradiciones del estado huno sirvieron como un prototipo para los estados nómadas en Asia Central.
Los ejércitos hunos
Desde su infancia, los hunos aprendían a cabalgar y a usar el arco desde sus monturas. Ya hemos hablado del arco compuesto de los pueblos indo-iranios de la estepa, hecho de tendones, madera y cuerno, pero el arco huno presentaba una serie de mejoras. Para empezar, era asimétrico, como el arco japonés, siendo el brazo superior más largo que el superior. Por lo demás, era mayor tamaño que los demás jinetes. Los tendones de la cara exterior aportaban la energía que hacía recuperar al arco su forma tras soltar la flecha, y el cuerno de la cara interior, aportaba la resistencia a la compresión.
Como cuerdas, usaban distintos tipos: seda, tripas, cabello, etc. Como casi todos los arcos dependían de la humedad, con mucha humedad, la cuerda y el cuerpo perdían elasticidad.
Algunas mejoras en el diseño de las uniones y en la disposición de los materiales perfeccionaron el arco. Al soltar la flecha, el arco prácticamente no vibraba, ya que el proyectil salía disparado justo cuando las palas del arco ya habían cedido su tensión, de modo que toda la energía elástica almacenada se transmitía como energía cinética del proyectil. Los arcos hunos eran capaces de atravesar la armadura de un catafracto a 100 metros de distancia. De hecho, el aligeramiento que se aprecia en las armaduras sármatas más orientales (que dejaron de usar el hierro a favor de materiales córneos y óseos) parece corresponderse con los primeros contactos con los hunos, que volvieron la pesada panoplia del catafracto inútil.
La técnica del arquero a caballo no la había aprendido en la estepa, sino que ya la traían de China. No emplearon el estribo, fueron los ávaros (pueblo nómada emparentado con los hunos), quienes los difundieron por Persia en el siglo VI, desde donde, a su vez, la invención se transmitió rápidamente, al Imperio bizantino.
Debían galopar muy deprisa, y lanzar la flecha justo cuando el caballo tuviera todas sus patas en el aire, para que sus impulsos no afectaran a su puntería. En la mano izquierda, el arquero, además de sujetar el arco, sostenía cinco o seis flechas en abanico. Tras un lanzamiento, el arquero introducía la mano entre la cuerda tensa y el arco, tomaba una nueva flecha y con un solo movimiento la colocaba en la cuerda y la tensaba de nuevo. La cadencia de disparo era increíblemente elevada. También practicaban el tiro parto.
Además del arco, los hunos adoptaron la espada de hoja recta que hemos visto en otros pueblos indoiranios, tenían uno o dos cortes y estaba diseñada para cortar con el movimiento natural del brazo del jinete. Como protección, solían llevar un pequeño escudo circular. Y los más adinerados, o aquellos que sirvieron de mercenarios, solían equiparse con armadura lamelar de hierro, un diseño algo rígido y que necesitaba piezas especiales para las articulaciones. También se han encontrado cascos en las tumbas, del tipo alto o “spangenhelm”. Este casco, de cimera alta, se hacía con seis láminas de chapa de acero formando una suerte de cono, y luego se añadían refuerzos horizontales, nasales y algo de malla para proteger el cuello. Era un diseño copiado de los sármatas.
Los caballos hunos eran similares a los caballos actuales de Mongolia, pequeños, muy resistentes, tenían el dorso recto, que les hacían ideales para la equitación. No tenían muchas posibilidades en caso de chocar contra los caballos occidentales de mucho más alzada, por lo que siempre evitaban el choque, disparaban las flechas y huían. Solo atacaban cuando tenían una superioridad aplastante. Los caballos vivían exclusivamente del pasto que encontraban. El emperador León el sabio, estableció que se atacara a los hunos y escitas solamente durante los meses de febrero y marzo, cuando sus caballos están debilitados por las inclemencias del tiempo.
Los caballos eran marcados al fuego con la marca del clan (tamga) o mediante cortes en las orejas (im) siguiendo patrones, que era una antigua tradición entre los jinetes de las estepas.
Las capas preferidas eran las tordas, negras y castañas, se daba el caso que todos los caballos de una tribu o clan eran del mismo color. Los caballos píos significaban magia.
Los jinetes no usaban espuelas, utilizaban en su lugar la fusta, la silla que usaban era de armazón de madera que ya se usaba en China y Corea, los bizantinos la copiaron.
Sus armaduras eran rudimentarias e ineficaces, generalmente las obtenían saqueando a sus enemigos o comprándolas. Las suyas propias se componían principalmente de pieles gruesas, armaduras de tiras de cuero, sedas resistentes y telas de varias vueltas. Las que obtenían del enemigo eran las típicas de ejércitos a los que se enfrentaban, cota de láminas de los ávaros, cotas de escamas, y cotas de malla de los godos.
El punto débil de los ejércitos hunos era la carencia de conocimientos tecnológicos para el asedio, carecían de máquinas de asedio y artillería, pero lo solventaban pagando a mercenarios y a ingenieros de otras civilizaciones para que se las construyesen.
Los hunos eran maestros de la guerra psicológica, su táctica consistía más en asustar que realmente en destruir, de forma que intentaban siempre obtener la rendición de sus enemigos con un primer acercamiento muy salvaje. Así a costa de unos pocos, podía salvarse la mayoría. Sus acciones guerreras no fueron especialmente crueles, a pesar de la creencia actual, siempre dejaban testigos que dejaban libres para que propagasen el terror.