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Convención de Taurogge
Según el Tratado de París, Prusia tenía que apoyar la invasión de Rusia por Napoleón. Esto dio lugar a que algunos prusianos dejaran su ejército para evitar servir a los franceses, entre ellos Carl von Clausewitz, que se unió al servicio ruso. Entre octubre y diciembre, Yorck recibió numerosas solicitudes rusas para cambiar de bando. Los envió a Berlín, pero no recibió instrucciones.
Cuando el superior inmediato francés de Yorck, el mariscal Jacques MacDonald, se retiró ante el cuerpo ruso de Hans Karl von Diebitsch, un prusiano al servicio del Zar; Yorck se encontró aislado y finalmente rodeado. Como soldado, su deber era abrirse paso, pero como patriota prusiano su posición era más difícil. Tenía que juzgar si el momento era propicio para iniciar una guerra de liberación. Cualquiera que fuera el entusiasmo de sus oficiales subalternos, Yorck no se hacía ilusiones en cuanto a la seguridad de su propia cabeza, y negoció con Clausewitz.
Mientras las negociaciones estaban en curso en Tauroggen el 26 de diciembre, Yorck envió al ayudante del rey, el mayor Wilhelm Henckel von Donnersmarck, de regreso a Berlín vía Königsberg, allí para informar al general Friedrich Wilhelm von Bülow sobre la inminente tregua rusa. El 29 de diciembre, Donnersmarck le dijo a Bülow que Yorck había separado sus fuerzas de las francesas y que se estaba acercando un acuerdo con Rusia; los franceses deberían ser tratados como enemigos. De hecho, el cuartel general francés estaba en Königsberg.
El comandante francés, Joaquin Murat, informó a Bülow de la traición de Yorck el 1 de enero. Más tarde, ese mismo día, llegó una carta enviada por un mensajero del propio Yorck.
La Convención de Tauroggen, firmada por Diebitsch y Yorck, «neutralizó» al cuerpo prusiano sin el consentimiento de su rey. Los prusianos eran libres de retirarse a la ciudad de Memel (actual Klaipėda) sin temor a ser emboscados por los rusos. A cambio, la frontera prusiana desde Memel al sur hasta Gołdap permaneció completamente desprotegida, dentro de la cual, en enero de 1813, los ejércitos rusos se lanzaron sin saquear ni atacar, siendo de hecho abastecidos por la población prusiana. La noticia fue recibida con el mayor entusiasmo en Prusia, pero la corte prusiana aún no se atrevió a quitarse la máscara, y se envió una orden que suspendía a Yorck de su mando en espera de un consejo de guerra. Diebitsch se negó a permitir que el portador atravesara sus líneas, y el general finalmente fue absuelto cuando el Tratado de Kalisz colocó definitivamente a Prusia del lado de los aliados.
Entre el 1 de enero, cuando Murat trasladó su cuartel general al oeste, a Elbing, y el 3 de enero, cuando el mariscal MacDonald, superior de Yorck, llegó a Königsberg, Bülow trabajó febrilmente para trasladar sus suministros a Graudenz y unos 5.000 hombres a Kreuzberg, a donde llegó el 2 de enero. El 9 de enero se retiró al oeste a través del Vístula, cediendo Prusia Oriental a los franceses en retirada y a los rusos que avanzaban. El 5 de enero, Yorck había enviado su último mensajero a Berlín. El 8 de enero llegó a Königsberg con el general ruso Ludwig Adolf von Wittgenstein. Yorck reafirmó su compromiso con el armisticio, pero rechazó la demanda de Wittgenstein de que luchara contra los franceses. Ese día, sin embargo, llegaron los mensajeros del Rey para destituir a Yorck de su mando y repudiar su armisticio. Yorck se negó y en una carta a Bülow el 13 de enero, preguntó si se había “hundido tanto que teme romper las cadenas de la esclavitud, las cadenas que hemos llevado dócilmente durante cinco años”. Declaró que era “el momento de recuperar nuestra libertad y honor” y protestó diciendo que era “un verdadero prusiano”.
El 2 de febrero de 1813, en la capital de Königsberg, el Landtag o Parlamento de Prusia llamó a las armas contra los franceses, que habían sometido el reino desde 1807, cuando disolvieron su ejército. El acto fue instigado por el barón Stein, ministro de Estado del rey Federico-Guillermo III, a quien pretendía presionar con esta acción para convencerle de abandonar oficialmente su forzada alianza militar con Francia, contraída el año anterior, y ya prácticamente rota.
Gran parte de los alemanes se mostraban partidarios de luchar por su independencia, hartos de los abusos e imposiciones de las tropas ocupantes. Mientras los franceses supervivientes se restablecían en Poznan, el ejército prusiano se reorganiza al mando del general Blücher, con reclutas procedentes de todos los estados de la Confederación del Rin. En ciudades como Berlín, se presentan cientos de voluntarios a diario.
El núcleo del nuevo ejército lo constituirán los 20.000 soldados del general Yorck, a los que pronto se unirán los cosacos rusos del general Wittengstein, que continuarían la persecución de la Grande Armée.
Por el momento, el Rey y sus ministros se encontraron en una posición de la mayor ansiedad, porque conocían demasiado bien los recursos de Francia y la ilimitada versatilidad de su archienemigo para imaginar que el final de sus sufrimientos estaba aún a la vista. Desautorizar los actos y deseos del ejército y de las sociedades secretas de defensa con las que todo el norte de Alemania estaba llenando, sería poner en peligro la existencia misma de la monarquía; mientras que un ataque a los restos de la Grande Armée significaba la certeza de una terrible represalia de los nuevos ejércitos franceses que se estaban formando rápidamente en el Rin.
Pero los rusos y los soldados estaban resueltos a continuar la campaña, y estaban trabajando en connivencia para presionar a los representantes del poder civil que no estaban dispuestos a facilitar el suministro y el equipo de las tropas que aún estaban en el campo; no podían negar comida y refugio a sus compatriotas hambrientos o a sus aliados leales, y así, gradualmente, las guarniciones francesas dispersas por el país se vieron rodeadas o se vieron obligadas a retirarse para evitar ese destino. Así sucedió que el príncipe Eugenio de Beauharnais, virrey de Italia, se vio obligado a retirarse de las posiciones que Napoleón le ordenó mantener a toda costa a su posición avanzada en Posen; donde unos 14.000 hombres se habían reunido gradualmente a su alrededor, y a retirarse paso a paso para Magdeburgo, donde reunió refuerzos y comandó todo el curso bajo del río Elba.
El 16 de enero, los rusos reanudaron su avance hacia el oeste, cruzando el Vístula. El 7 de febrero, las tropas rusas entraron en Varsovia sin oposición. El aliado francés, el Ducado de Varsovia, dejó de existir.
Creación de los Freicorps (18 de febrero de 1813)
El 9 de febrero, el mayor Adolf von Lützow, pidió permiso al rey Federico-Guillermo III de Prusia para formar una milicia de voluntarios. Lützow era veterano de la campaña de 1807, y había participado en la batalla de Auderstadt. Tras la disolución del ejército nacional por los franceses, formó parte de un levantamiento el año siguiente, siendo retirado del servicio activo, hasta que el rey lo restituyó en 1811.
El día 18 de febrero, el rey accedió a la petición de Lützow, fundando los Reales Cuerpos Libres de Prusia, que llevarán un uniforme negro en lugar del azul oscuro tradicional del ejército prusiano, por resultar este más costoso. El Rey les proveería de las armas que no pudieran obtener por otros medios. Para el 27 de marzo, cuando partieron de Brelsau, tendrán unos 1.400 infantes y 300 jinetes.
El Freikorp de Lützow contaba de media con 2.900 de infantería, 600 de caballería y 120 de artillería, que variaron durante la guerra. Estos voluntarios participaron en muchas batallas como independientes al inicio y luego como unidad regular de los ejércitos aliados.
Los Freicorps (Cuerpos libres) despertarán el fervor patriótico de decenas de miles de alemanes, y serían el símbolo reconocible de su lucha por la independencia. Muchos franceses abandonarán sus guarniciones urbanas solo con verles llegar.
En 1814 se disolvió el cuerpo tras lograr la paz. La infantería se convirtió en el RI-25 y la caballería en el RC-6 de ulanos. Tras el regreso de Napoleón, ambos regimientos lucharon en las batallas de Ligny y de Waterloo.
Alianza entre Prusia y Rusia
El rey Federico-Guillermo III de Prusia y el zar Alejandro I de Rusia se reúnen en Kalisz el 16 de febrero, y tras varias conversaciones acordaron el 28 de febrero firmar el acuerdo preliminar de Kalisz. El rey Federico-Guillermo y el zar Alejandro se comprometieron a poner 80.000 y 150.000 efectivos, respectivamente, a la campaña venidera contra los ejércitos de Napoleón. El primer objetivo de los nuevos aliados sería la expulsión de los franceses de tierras alemanas. Este tratado suponía el germen de la Sexta coalición europea contra el Imperio francés que se formalizará en julio a instancias de Inglaterra; en agosto se unirá Austria.
Los franceses se retiran de Prusia
Eugenio se dio cuenta de que era inútil defender Posen: sus tropas estaban exhaustas, acampadas en medio de una población que bullía de revueltas y se enfrentaban a fuerzas rusas cuyo avance a través de los ríos helados no podía ser detenido. Afortunadamente para él, no se esperaba que lo hiciera, ya que llegaron nuevas órdenes que le pedían que controlara el río Óder. Por lo tanto, se retiró hacia el oeste a Fráncfort, donde unió fuerzas con un cuerpo bajo el mando del mariscal Gouvion Saint-Cyr. Las fuerzas francesas combinadas sumaban un total de 30.000, pero la noticia de que los rusos ya habían pasado el Óder hacia el norte obligó a los franceses a retirarse al oeste una vez más, primero en dirección a Berlín y luego a Wittenberg, una ciudad en el Elba. Los franceses llegaron el 6 de marzo, pero pronto descubrieron que el río era demasiado largo para defenderlo. Con todo, las expectativas del Emperador eran demasiado grandes y seis días después el 12 de marzo, los cosacos llegaron a Hamburgo y los franceses evacuaron la ciudad. Eugenio solo estaba siendo realista, la calidad de sus hombres dejaba mucho que desear y que la disidencia popular estaba creciendo en toda Alemania.
Desde enero, los independentistas germanos se reunían en secreto conspirando contra los ocupantes franceses y sus aliados, al creerles débiles tras su derrota en la campaña Rusia, con el propósito de expulsarles de Prusia y la Confederación del Rin.
Con la garantía de la ayuda rusa directa establecida por la Convención de Kalisch el mes anterior, el 13 de marzo, el Landtag o Parlamento de Prusia se declaró en guerra contra Francia. Tras el llamamiento a las armas del Lantag de Prusia, cada vez más ciudadanos alemanes se alzaron contra las fuerzas de ocupación de las ciudades y se negaban a proporcionarles suministros, sucediéndose disturbios y revueltas a causa de cualquier incidente protagonizado por gendarmes o funcionarios franceses.
El 19 de marzo, franceses cruzaron a la orilla occidental del Elba, alcanzando el territorio de la Confederación del Rin y después volaron el puente de Dresde. La población se había rebelado diez días antes para impedirlo, pero una unidad de coraceros sajones acudió en auxilio de la guarnición del castillo de Königstein, posibilitando a la policía francesa arrestar luego a los sediciosos.
El 21 marzo, los cosacos llegaron a Lübeck, los soldados franceses se retiraron. En esa fecha, Prusia se halla prácticamente en estado de guerra contra Francia.
Eugenio de Beahuarnais, circunstancialmente al mando de todas las fuerzas francesas y aliadas en Prusia y la Confederación del Rin, evacuó las guarniciones y reagrupó a sus hombres en Poznan, donde estaban acantonados los supervivientes de la campaña rusa; en total reunió unos 14.000 gendarmes y soldados. De allí se retiraron a Magdeburgo, donde recibieron 10.000 soldados de refuerzo, al mando del mariscal Davout.
El 25 de marzo, los últimos franceses de Dresde se retiraron, ante la llegada de las tropas prusianas del general Blücher, que entraron en la capital.
