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Situación en 1637
En febrero de 1637, murió Fernando II. Después de haber tenido éxito en la influencia de la dieta de Regensburgo en julio de 1629, fue su hijo Fernando III quien lo sucedió al frente del Imperio alemán.
El duque de Víctor Amedeo de Saboya también murió el mismo año, después de haber librado varias batallas con los españoles. Fue entonces cuando su esposa Cristina, hermana de Luis XIII, recibió la regencia en nombre de su hijo Francisco Hyancinthe (pero este último murió en octubre de 1638, por lo que fue su hermano menor, Carlos Manuel II, quien lo sucedió). Este último tuvo que enfrentar las intrigas de estos cuñados, Tomás y Mauricio, este último había decidido aliarse con los españoles.
Al abrirse la campaña de 1637, Francia tenía en línea de combate cuatro cuerpos de ejército, con los que ataco a un tiempo la Alsacia, el Luxemburgo, el Franco Condado y las plazas de Picardia. Por otra parte, el príncipe de Orange, adueñado de Schenck, aprestándose a la lucha más animoso que nunca. Breda se rindió al de Orange y Landreccies al cardenal de la Valette. La réplica de Fernando de Austria fue la toma de Roremunda y Vanloo e infligiendo al de Orange una colosal derrota en Waes.
La reacción francesa, en la persona del mariscal de Chatillon, progresaba por Luxemburgo, cuyas plazas de Dinant y Danvilliers, encomendadas al príncipe Tomás de Saboya, se rindieron a merced. Se salvó Saint Omer por la llegada oportuna de Piccolomini. El Franco Condado sufría el más cruel saqueo y exterminio a cuenta de los duques de Longueville y de Bernardo de Sajonia-Weimar, que lo continuaron durante el año siguiente de 1638. En Italia, los duques de Saboya y de Parma se declaraban por el francés (Rivoli, 1636), con ánimo de expulsar a los españoles del Milanesado, defendido por Diego Felipe Mexía de Guzmán, marqués de Leganés, héroe de Nördlinghen, más valiente que estratega.
Llegaron de Francia los mariscales de Crequi y de Toiras, con 10.000 hombres; y juntas sus fuerzas con las de los duques, pusieron cerco a Valencia del Po, gobernada por Martín Galiano. A los seis meses, levantaron el asedio, con gran mengua y pérdida de sus efectivos; pero cayó al fin la Valtelina con todo su valle, más los condados de Bornio y de Chiavena, en poder del duque de Rohan, que avanzó al mando de un ejército formado por franceses, suizos y grisones; y aunque las maniobras de Leganés y los reiterados triunfos del conde de Cerbellón (o Zerbellone) le recluyeron en aquellos desfiladeros, la amenaza continuó cerniéndose sobre nuestras posiciones italianas, no más seguras que las luxemburguesas. La presión que se ejercía sobre Milán, principalmente después de la indecisa batalla del Tessino, las urgentes llamadas del Cardenal-infante, las razias en el Franco Condado, acuciaban angustiosamente al monarca español y a su valido. Estaban dispuestos a intentar algo más eficaz que la aventura de las islas de Lerins, recuperadas aquel mismo año por los franceses, y que la empresa de Gascuña, acometida con tanta languidez por el cortesano marqués de Valparaíso y continuada con tanto desmayo por el duque de Nocera o Nochera.
En septiembre se produjo la derrota española en la batalla de Leucata, en la que se produce el distanciamiento entre los catalanes y españoles a causa de la misma.
Batalla de Rheinfelden (28 de febrero al 2 de marzo de 1638)
El 18 de enero de 1638, después de haber sido presionado por el gobierno francés; partió Bernardo de Sajonia-Weimar con un ejército de unos 6.000 efectivos y 14 cañones hacia el río Rin, con el fin de encontrar un cruce. Una avanzada de 1.000 hombres y 1.000 jinetes se dirigió a ocupar cuatro poblaciones a orillas del río Rin, esquivando para ello las posiciones de los imperiales en Alsacia y Borgoña.
Con 500 mosqueteros y 500 jinetes cruzó el río Rin en barca entre Stein y Säckingen, continuando por las dos orillas hacia Laufenburg, que cayó en su poder. Dos unidades recibieron la orden de adelantarse por ambas riberas para bloquear la ciudad y la fortaleza de Rheinfelden, que disponía de buenas defensas y una guarnición de 400 soldados. El ataque a la ciudad debía realizarse el 1 de marzo.
Para evitar la caída de la ciudad, las fuerzas imperiales, bajo el mando del mercenario italiano conde Federico Savelli y el general alemán Juan von Werth, se movieron a través de la Selva Negra para atacar al ejército de Bernardo y aliviar la ciudad.
La vanguardia de los imperiales, que había avanzado hasta la orilla derecha del río, tuvo que retroceder por el ataque de Bernardo, lo cual le dio tiempo para desplegar más tropas y artillería junto al río. Sin embargo, cuando apareció Federico Savelli al frente del contingente principal, solo la mitad del ejército de Bernardo se había atrincherado en la orilla derecha, por lo que avanzó para impedir que Savelli con un ejército de 7.000 efectivos, liberara la ciudad. El terreno áspero no era adecuado para que los ejércitos pudieran mantener su formación. Savelli hizo retroceder al flanco izquierdo de Bernardo mientras que en el otro extremo del campo se entablaban combates con el ala derecha de los imperiales. Se produjo un movimiento giratorio entre ambos ejércitos que dio la oportunidad a Savelli de hacerse con el transbordador y separar a Bernardo de su retaguardia en el sur.
Al terminar el día, los dos ejércitos se encontraban ocupando las posiciones que habían tenido antes de iniciarse la batalla. Como las bajas no habían sido grandes, Bernardo decidió reunir las dos partes de su ejército. Esquivando a los destacamentos de los imperiales, marchó a lo largo del Rin hasta el pueblo de Laufenburgo, donde cruzó el río y retrocedió por la otra orilla hacia Rheinfelden.
Creyendo que el ejército de Bernardo estaba derrotado y en desbandada, los imperiales dejaron de tomar precauciones. Sobre las 07:00 horas del 3 de marzo, los puestos de vigilancia de Savelli quedaron atónitos al ver como las tropas de Bernardo se aproximaban y corrieron hacia la ciudad para informar de lo que habían visto, por lo que Savelli y Werth reunieron precipitadamente a las fuerzas imperiales. La artillería de Bernardo disparó tres salvas contra el enemigo antes de efectuar una carga final que aniquiló a los imperiales. Las tropas que salieron de Rheinfelden en socorro fueron repelidas y obligadas a rendirse. Tanto Savelli como Werth fueron capturados. En total se hicieron 3.000 prisioneros. La ciudad de Rheinfelden fue confinada también a capitular, haciéndolo tres días más tarde, rindiéndose otros 1.600 hombres. El balance de pérdidas fueron 120 muertos y heridos entre los sajones y suecos, 800 muertos y heridos entre los imperiales.
El regente sueco Axel Oxenstiern, ansioso por fortalecer los lazos con Richelieu, firmó el tratado de Hamburgo, por el cual Suecia recibiría 1.000.000 de libras por su contribución militar contra los Habsburgo, ratificando el tratado de Wismar.
Ese año todo el esfuerzo francés en la frontera española, donde se producen la batalla naval de Guetaria (22 agosto de 1638), en la que la flota española fue derrotada, pero fue compensada con la victoria en la batalla de Hondarribia (1638).