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Antecedentes
Hacia el año 1300 AC, celtas, germanos, itálicos y helenos, pueblos que compartían semejanzas físicas y culturales entre ellos, emigraron hacia el oeste de Europa, pero al mezclarse con los nativos, dieron lugar a diferenciaciones importantes.
Uno de ellos fueron los godos que se asentaron en la región de Götaland (sur de Suecia) en el siglo II AC se produjo una emigración de los pueblos germanos, los del este los godos, burgundios y bastarnos, comenzaron a migrar desde Escandinavia hacia la parte oriental de la Europa continental. El historiador romano Tácito en el año 98 sitúa a los godos en la región del río Vístula (actual Polonia), tierra que ellos llamaron Gotiscanzia.
Es gracias a la arqueología, y sobre todo en los últimos años, que se ha podido delimitar, aunque no sin dificultad, la localización de los godos-gutones en esa zona, en lo que se ha dado en denominar la cultura de Wielbark. Este apelativo viene del nombre de una de las grandes necrópolis excavada con casi tres mil sepulturas, situadas cerca de Elblag en las llanuras de la Prusia Oriental (Polonia). Dicha cultura de Wielbark parece que se formó a principios del siglo I y perduró hasta finales del siglo IV, teniendo una gran difusión primero en la Pomerania y en la Gran Polonia.
La cultura de Wielbark se caracterizaría por: la presencia de grandes conjuntos funerarios de carácter mixto con áreas diferenciadas para la incineración y la inhumación, conformando monumentos funerarios de planta circular en piedra; hay ausencia de armas en las tumbas masculinas y hay escasez de elementos de vestimenta en el interior de las mismas; la existencia de un tipo de vestimenta característico en las tumbas femeninas, consistente en un par de fíbulas en bronce, sobre la espalda y/o sobre el pecho, para cerrar un manto tipo peplos, completado con grandes hebillas de cinturón, también en bronce, y collares con piedras preciosas.
A principios del siglo II, los godos se desplazaron hacia el sur en pequeños grupos, siguiendo el curso del Vístula. Alcanzaron el curso medio de dicho río, su número aumentaba con la adhesión de personas de raza eslava, a quienes conquistaron, o que se unieron a ellas por su propia voluntad.
A finales del siglo II, los godos avanzaron a ambos lados de los Cárpatos orientales, en las zonas de Volinia, Ucrania, Moldavia y Rumanía septentrional. Estos territorios estaban ocupados por vándalos y sármatas, a los cuales obligaron a emigrar. Llamaron a la tierra nueva Reidgotaland, y estaba entre el Danubio Central y el Don.
Los asentamientos analizados en estas regiones han permitido definir una cultura específica, que recibe el nombre de Chernjachov, cuyo abanico cronológico cubre desde finales del siglo II hasta finales del IV. Esta cultura entremezcla elementos de muy diversa procedencia, ya que la federación gótica incluía a otros pueblos tanto germánicos (gépidos, bastarnos y hérulos), iranios (escitas, sármatas y alanos), tracios (geto-dacios y carpos), y eslavos (vénetos y antes). Con todo en su caso era un alto grado de romanización, resultado de sus luchas con el imperio primero, la ocupación de la ex-Dacia romana y la vecindad con los limes después.
Los elementos que se consideran característicos de la cultura de Chernjachov son: las grandes viviendas de madera tipo Stalhaus (comparten la zona habitable con un espacio reservado al ganado), o los peines de hueso con una fila de dientes y forma semicircular, que se encuentran en diferentes gentes pertenecientes al ámbito bárbaro. Mientras que otros elementos como ciertas formas de cerámica no elaborada a torno, fíbulas, espejos metálicos, viviendas en piedra o inhumaciones con nichos excavados en los laterales, constituirían costumbres de origen iranio, e incluso autóctonas de las poblaciones de las estepas próximas al mar Negro de tipo escita o sármata.
Desde mediados del siglo III, los godos empezaron a organizar incursiones en las provincias del Imperio situadas al sur del limes danubiano. La continua presencia de godos en estos territorios dio lugar a una cultura propia, conocida por cultura de Sintana de Mures, aunque tiene muchas semejanzas con la cultura de Chernjachov. Esta cultura de Sintana de Mures se localiza por medio de asentamientos estables en las regiones de Muntenia, Valaquia y Moldavia en la actual Rumanía, correspondientes a la antigua provincia romana de la Dacia. El abanico cronológico de esta cultura ocupa desde mediados del siglo III hasta finales del siglo IV.
Orígenes de los Godos según Jordanes
»Contiene también este mar inmenso por el lado de la Osa, es decir, al Septentrión, una gran isla, llamada Scanzia, de la que tendremos que hablar, con el auxilio del Señor, porque del seno de esta isla salió como un enjambre de abejas para hacer irrupción en la tierra de Europa, la nación cuyo origen tanto deseas conocer. Cómo y por qué sucedió esto, lo explicaremos si el Señor nos asiste.
Supónese que los godos con su rey, llamado Berig, salieron antiguamente de esta isla Scanzia, recipiente de naciones o vivero de pueblos (Scanzia insula, quasi officina gentium aut certe velut vagina nationum). Atravesaron el Mare Suebicum. En cuanto saltaron de sus naves y tocaron tierra, dieron su nombre al paraje a que acababan de abordar, llamándose todavía hoy, según se dice, Gotiscanzia.
Desde allí marcharon al territorio de los ulmerugos, que por entonces ocupaban las riberas del Océano, acamparon allí y, tras entablar combate con ellos, los expulsaron de sus propias tierras. Más tarde sometieron a los vándalos, vecinos de aquéllos, y los añadieron al número de sus vencidos. Pero como su población aumentó notablemente, después de que aproximadamente cinco reyes hubieran sucedido a Berig, Filimer, hijo de Gadanco, nada más comenzar a reinar, decidió salir de allí al frente del ejército de los godos al que acompañaban sus familias.
Mientras buscaba territorios y lugares convenientes y apropiados para establecerse, llegó a las tierras de Escitia, que en su lengua se llamaban »Oium»,donde se quedó maravillado por la riqueza de estas regiones. Pero se cuenta que el puente por el que cruzaban un río se derrumbó cuando tan sólo la mitad del ejército lo había atravesado y no hubo manera de repararlo, de modo que ni los unos pudieron volver atrás ni los otros continuar adelante, pues este lugar, por lo que se cuenta, está cerrado por un abismo rodeado de pantanos con de suelo movedizo y al que la naturaleza ha convertido en un lugar inaccesible por la mezcla de estos elementos.
Sin embargo, hoy todavía se pueden escuchar allí las voces de los rebaños e incluso distinguir rastros humanos, según testimonio delos viajeros, a los que se puede creer aunque sólo las hayan oído desde lejos.
En cuanto a aquellos godos que, bajo la dirección de Filimer, llegaron a la tierra de Scitia »Oium», después atravesar el río, tomaron posesión del país objeto de sus deseos. Sin demorarse lo más mínimo llegaron ante el pueblo de los espalos, trabaron combate y consiguieron vencerlos. Desde allí, ya como vencedores, se dirigieron rápidamente hacia los últimos territorios de Escitia, limítrofes con el mar del Ponto. Así se narra comúnmente en sus más antiguos poemas, escritos a modo de historia.
Los godos habitaron en tercer lugar cerca del mar del Ponto; y en esta época se habían hecho más humanitarios y esclarecidos, como antes dijimos. La nación estaba dividida en familias; los visigodos obedecían a la de los balthos; los ostrogodos a los ilustres amalos. Distinguiéndose de los pueblos vecinos por su habilidad como arqueros… Antes de entregarse a este ejercicio celebraban con cánticos, acompañándose con la cítara, las hazañas de sus antepasados (maiorum facta), Ethespamara, Hanala, Fridigerno, Widicula y otros, tenidos en grande estima por esta nación y a quienes la antigüedad, que sin cesar se nos propone a nuestra admiración, apenas puede comparar sus héroes más famosos».
Religión de los godos
Los godos adoraban a los Anses que eran por así decirlo los dioses mayores entre los que se encuentran:
El dios Wotan / Gutan, es el dios padre de la raza de los godos; El es el dios solar dueño de la esvástica de fuerza cósmica, es el dios que vigila las guerras desde su hogar en las montañas, dotando de la victoria a los valientes, a los que recibe una vez muertos en el salón de la gloria en el cielo. Lo que se conoció en la mitología germánica moderna con el nombre de Walhalla. Según Jordanes, «los godos siempre aplacaban a este Dios con el culto más salvaje (a causa de que las ofrendas hechas a él eran las muertes de los cautivos), convencidos que la manera apropiada de aplacar al señor de la guerra era por derramamiento de sangre humana. Se consagraron las primeras porciones de botín a él, y también a él se colgaron armas capturadas en troncos de árbol como ofrendas; de hecho, los godos se imbuyeron más fuertemente con un sentido de religión que otras gentes, debido al hecho de que sus ofrendas devotas se dirigieron aparentemente a su propio patriarca tribal.» Se le convocaba por el rito de la espada, clavándola en un montículo de tierra y vertiendo sangre de animal, despertando o convocando simbólicamente al dios padre de la guerra y de todos los ancestros. Este rito es igual que en todos los pueblos de la estepa.
Otro dios era Enguz que es la parte masculina de la naturaleza y la tierra, es quien fertiliza a la madre (Nerthus). Como consecuencia, a él irán destinados todos los rituales relacionados con la tierra, los bosques, festividades de las cosechas, solsticios y equinoccios.
Nerthus era la madre Tierra representando la fertilidad de la tierra cultivada. Poseía un carro que era tirado por dos vacas, lo cual se puede relacionar con la vaca primogénita de la creación. Nerthus fue una de las primeras diosas de los pueblos germánicos.
Otro dios era Tiwaz, conocido por los tervingios como Terwin de ahí su nombre, era el dios de la guerra. Había varios dioses menores o semidioses como en el resto de los pueblos germánicos.
La palabra dios misma es equivalente a la palabra goda guth para un ídolo pagano que era un pilar de madera coronado con una cabeza, que se colocaba en los poblados, eran transportadas en carruajes, cuando iban de un lugar a otro para recibir la adoración del pueblo.
En el año 332, celebraron un tratado con los romanos que duró unos 35 años, fecha en la que jefe godo y el obispo Ulfilas tradujo la Biblia al gótico y promovió la conversión de los godos al arrianismo. Esta era una secta oriental del cristianismo que en Occidente fue declarada herejía en el año 325 en el concilio de Nicea.
Sociedad goda
Hasta el momento de asentarse en las costas del mar Negro los godos tenían una estructura social muy similar a la de otros pueblos germanos, había cuatro clases sociales: los nobles, que lo eran de sangre; los hombres libres; los semi-libres (laeti), y los siervos, procedentes principalmente de la guerra.
Todos los hombres adultos eran por definición hombres libres y guerreros. Se agrupaban en clanes (sippes), en las que un grupo reducido de caciques eran los jefes del clan a efectos de impartir justicia y repartir las tareas. Sin embargo, estos jefes no tenían poder ejecutivo, que quedaba reservado a la asamblea de hombres libres del pueblo godo, que en ocasiones de especial peligro o guerra nombraba a un líder que los condujera, líderes que los romanos llamaron «reyes» en sus crónicas.
El godo normal vivía de la tierra, cultivándola junto con su familia más cercana. Solamente en tiempos de guerra tomaba las armas, lo que era derecho y deber de todo godo adulto. En consecuencia todos los hombres eran campesinos-guerreros y hombres libres orgullosos de serlo.
Estos guerreros combatían divididos en clanes familiares (sippe) con lo que el honor y la defensa de la familia fortalecían su espíritu combativo. Detrás de ellos estaban sus mujeres y niños animándolos en la lucha, a través de gritos ensordecedores. Los heridos retirándose enseñaban las heridas a sus madres y mujeres para que las purificaran chupándolas y así poder volver al combate. En medio de la batalla las mujeres les servían agua y alimentos, y les seguían animando. Si intentaba huir algún guerrero las mujeres salían a su paso y poniéndoles los pechos delante les hacían volver. Los heridos como en todos los pueblos germánicos, eran recogidos y tratados por las familias, ya que no había médicos para cuidarles.
Entre los godos, un hombre se casaba con una mujer perteneciente a su propia comunidad. Cuando escaseaban las mujeres, capturaba a su futura esposa en un poblado vecino. El novio, acompañado por un amigo, secuestraba a cualquier muchacha joven que hubiera cometido la imprudencia de abandonar la seguridad de la casa paterna.
Cuando tuvieron los primeros contactos con el Imperio romano, los godos se dieron al pillaje dentro de sus tierras. Cuando se instalaron en Dacia, se dedicaron a la extracción de recursos minerales que luego comercializaban con los romanos.
Con el establecimiento en la provincia romana de Dacia, se produjo un profundo cambio en la estructura económica y social de los godos. En un principio se trataba de un pueblo seminómada en donde todos los hombres eran libres y tenían los mismos derechos ante sus caudillos, siendo todos guerreros en potencia, para luego pasar a ser una sociedad dedicada a la actividad agrícola y en menor escala ganadera. Nació así una fuerza de campesinos libres que no debían guerrear y otra casta que estaba conformada por guerreros profesionales que se entregaban de lleno a la preparación militar.
Los godos en su vida de campamento y de continuo mudar, vivían por las tradiciones de sus antepasados, y por las leyes que de común acuerdo se establecían en sus banquetes. En ellos se tratan las más importantes cuestiones, se decidía la paz o la guerra contra los demás pueblos. Allí se trataban y resolvían hasta las diferencias de los individuos entre sí; todo en el pueblo godo se hacía por acuerdo y decisión de todos; nadie entre ellos osaría levantarse ni erigirse en juez de los demás. Así pues, en sus primeros tiempos y hasta que con más fijeza fueron asentándose en los nuevos reinos en que dividieron al colosal Imperio romano, este pueblo como todos los demás en su origen; no tuvo códigos políticos, ni civiles, ni penales, que sustituyeran las tradiciones y los acuerdos tomados en sus juntas.
Surgió también una aristocracia que se dedica a acumular grandes riquezas obtenidas mayoritariamente del comercio con el Imperio romano. Este cambio social y económico de convertirse en una nación agrícola, conllevaba a que las aspiraciones militares de los godos fueran la conquista de tierras fértiles donde poder asentarse y desarrollar la actividad mayoritaria. En todo el territorio conquistado se produjo este poderoso fenómeno, pero se mostraba una acentuación en las comarcas visigodas; pues limitaban con el Imperio, por un lado, y con los ostrogodos por el otro. Mientras que estos últimos poseían la retaguardia desprotegida ante invasiones de los hunos y de otros grupos bárbaros.
Cabe destacar que los godos absorbieron con facilidad innovaciones tecnológicas, como el arco, la equitación y nuevas tácticas militares basadas principalmente en la caballería armada con arco y flechas. Con estos avances y la riqueza obtenida del comercio con los romanos, los godos se convirtieron prontamente en una gran potencia que se encontraba por encima de otros pueblos germánicos. Esto hizo que se transformasen en un problema para el Imperio romano.
Este desarrollo económico (y también el desarrollo militar) produjo preocupación dentro de los límites imperiales, por lo que Aureliano se decidió a proclamar el Deus et dominus natus, reconociendo así a la nación goda asentada en Dacia en el año 270. De esta forma, los romanos reconocían a los godos como una nación amiga y vecina, a pesar de que las incursiones al otro lado del Danubio proseguían sin importar lo que se estipulara en los tratados. Con el Deus et dominus natus se intentó pacificar a los godos, haciéndoles creer que eran gratos y necesarios para el Imperio; como bien se sabe, los romanos siempre fueron buenos diplomáticos.
Esta cualidad de nación en armas o de pueblo guerrero sería precisamente la cualidad que les haría valiosos a los ojos del Imperio romano, según este iba siendo progresivamente incapaz de mantener la seguridad y el orden en sus fronteras. Lo malo es que con ello el Imperio se iba acostumbrando a que los bárbaros fueran la solución militar para sus problemas militares.
Los godos fueron unos buenos metalúrgicos, en Polonia se han encontrado restos de grandes talleres que empezaron a funcionar en el siglo I, se ha encontrado un taller con 150 hornos de fundición lo que indica una existencia de producción centralizada y bastante sofisticada. Los godos tenían a Wieland que era una deidad forjadora de metales, como Hefestos. Es el dios de los herreros, de los forjadores de armas. Capaz de dotar a estas de magia y poder.
Además de la destreza de los herreros germanos, la de otros artesanos era tan buena o incluso mejor que la de los romanos. Se han encontrado magníficos equipos decorados con oro y granates, y hojas de espada con diseños por soldadura que son una muestra clara de su habilidad.
El ejército godo
La organización del ejército visigodo fue parecida a la que tuvieron los romanos, se hacía en base decimal. Su base consistiría en una leva de hombres libres, la mayoría serían lanceros con una panoplia muy ligera: lanza, escudo (redondo y también rectangular con unas escotaduras), y un arma secundaria que sería un hacha o una espada, y un puñal o »sax». Solo los más acaudalados y de mayor relevancia en la tribu gozarían de una panoplia completa con armadura metálica, casco, espada larga y montura. Los más pobres y los jóvenes y bisoños formarían un contingente de arqueros y/o escaramuzadores (honderos, jabalineros, etc.). Los clanes familiares debían aportar una o varias centenas según su tamaño.
La vestimenta básica eran una túnica y unos pantalones, sobre los que se ponían un manto de lana cuando hacía frío. El cinturón era por excelencia el elemento del estatus del guerrero, en el siglo IV eran extremadamente anchos, y se les unían hebillas y anillas para colgar el equipo, como espada, hacha, monedero, pedernal, etc. Había diferentes estilos, los visigodos pronto adoptaron el estilo romano, mientras que otras tribus del este como los ostrogodos y los gépidos adoptaron las ropas holgadas de los pueblos de las estepas.
Sus unidades eran las decanias, que estaban compuestas por 10 hombres y la mandaba un decumano. Diez decanias formaban la centena, 100 hombres, mandada por un centenario. Cinco centenas formaban la quingentena, 500 hombres, mandada por un quingentenario. Dos quingentenas formaban una millenaria de 1.000 hombres, mandada por un millenario, y por último la tihiufa mandada por un thiufado, que era una unidad superior a 1.000 hombres, de entidad variable para cada ocasión.
Los primeros ejércitos eran en su mayoría de infantería con una pequeña proporción de caballería. Las primeras fuentes romanas que nos hablan de los visigodos nos dicen que lucharían en formación de falange o muros de escudos; es decir, formando una larga línea recta en el frente de batalla, agrupados en clanes y tribus, intentando evitar que unas unidades destacaran por encima de otras para evitar rencillas y posibles deslealtades en el fragor de la batalla. Esto no evitaba que se pudieran formar unidades más pequeñas con cometidos explícitos tales como flanquear al enemigo. En estos primeros momentos el ejército visigodo no se reuniría más que esporádicamente cuando se produjese la unión de las diferentes tribus y familias, siendo en este caso el ejército la unión de estos clanes familiares. Es muy posible que también utilizasen la táctica de cuña para el ataque, encabezado por los jefes tribales que iban mejor protegidos.
Con el paso del tiempo apareció el soldado profesional, comites que servía a un noble (comes) al que prestaba juramento (sacramentium), recibiendo un regalo del mismo generalmente una espada, tenían un equipo completo y eran jinetes, aunque podían luchar a pie o a caballo.
Además, el ejército estaba dividido en dos ramas: un cuerpo profesional (exercitus) y un cuerpo de recluta ocasional (hotis).
Cuando los visigodos se asentaron en Hispania, el monarca seguía siendo por la elección de los jefes militares y la aclamación del ejército. Se sabe que no era más que un capitán de reconocida superioridad, de entre sus compañeros de armas los duques (duces) a quienes competía el mando y régimen de una provincia entera, tenía como segundos jefes a los gardingos. Estos a su vez nombraban a los condes (comes) que gobernaban una ciudad importante o una comarca, tenían como segundos jefes a los vicarios.
El rey ejercía la máxima autoridad sobre el ejército. Estaba ayudado por el comes patrimonii o intendente del palacio, que era el encargado de la logística; por el comes stabuli o condestable era jefe de las caballerizas y mandaba la caballería; por el comes spatorum que era el jefe de la guardia personal o spatarios; por el comes notariorum que era como un ministro del gobierno; el comes exercitus que era como el ministro de defensa; por el comes thesaurorum que era como el ministro de hacienda; por el comes largitionis que era como el ministro de justicia; a los que se unían los curiales, los primates y los próceres que componían la curia o corte del Rey.
Los cuerpos de ejércitos eran mandados por un dux exercitus, que en tiempo de guerra mandaban turmas o lo que es lo mismo fracciones del ejército de varios miles de combatientes (diez mil a quince mil hombres).
En la uniformidad y armamento inicialmente no debieron diferir mucho de los demás pueblos bárbaros: toscas vestiduras y largas cabelleras y barba. Con el tiempo incorporaron parte del vestuario militar romano y así nos aparecen con lorigas, coseletes, petos, cotas y celadas. La loriga entre las clases inferiores se reducía a un sayo grueso de lana, pero entre las superiores se empleaba una túnica cubierta de láminas de hierro o de bronce a modo de escamas. A estas armas defensivas añadieron un escudo de grandes dimensiones. Las armas ofensivas empleadas fueron espadas, machetes o scramaxas, cuchillos o sax, venablos, azagayas, angones, hachas (franciscas). También emplearon arcos y hondas.
Respecto a las formas de combate no se sabe mucho, unas veces colocaban la infantería en el centro y la caballería en las alas, otras emplearon formaciones compactas o lineales en campo abierto. Antes de la batalla proferían gritos e insultos, e incluso algunos guerreros retaban a los enemigos a un combate singular.
Debieron emplear máquinas de asedio copiadas de los romanos, pero en castrametación no brillaron a su altura, se limitaron a trazar un foso y poner una estacada alrededor de la posición defensiva que ocupaban.